Capítulo 16

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 16. Una Tregua

Entraron en el bar, mientras Taehyung se quitaba la chaqueta.

—¡Bendito este día! ¡Jungkook De Fiore ha regresado! —cantó una mujer.

Era alta, de piel negra y largo pelo rizado. Llevaba tacones con un ceñido pantalón de color plateado. En cuanto vio a Jungkook, se adelantó para abrazarle.

—Nora. Vieja amiga. No has envejecido nada —dijo Jungkook.

Taehyung llevaba la chaqueta bajo un brazo, ella giró la cabeza y parpadeó.

—¿Sui? —formuló asustada y retrocedió unos pasos.

—N-no. Soy Taehyung. ¿Qué hay? —dijo el joven rápidamente.

Jungkook le echó un brazo por encima de los hombros.

—Oh, sí. Esta cosita mona de aquí es humana. Ni te preocupes por él —seguidamente, miró a Tae de medio lado—. ¿Verdad que tú sabes portarte bien, amor?

Taehyung le apartó la cara con una mano.

—Pero es clavado —exhaló Nora, escudriñándole. Ella empezó a girar a su alrededor con unos pasos lentos, mientras Jungkook lo mantenía bajo el brazo—. Es exactamente igual que él. Excepto por la forma de vestir.

—Y el pelo —añadió Jungkook.

—¿Tienes algo en contra mi pelo? —le arrojó Tae a Jungkook.

—Ya te recomendaré mi champú, cielo.

Tae infló las mejillas, y Jungkook le pellizcó una.

—Y estás totalmente loco por él. Como con el otro —observó Nora.

Taehyung la miró rápidamente, con los ojos muy abiertos. Jungkook apartó el brazo, pasó de su comentario y fue directamente al grano.

—Bueno, en realidad no estoy aquí por eso. Quería hablar contigo.

—¿De qué?

Jungkook movió sutilmente la cabeza, señalando una zona más privada. No quería inmiscuir a Tae en eso a pesar de haberlo llevado hasta allí, y, además, necesitaba otro lugar para hablar que no fuera un maldito bar.

—Mi turno acaba a las ocho. Hablemos entonces —sugirió Nora.

Él aceptó sin rechistar. Nora se largó hacia la barra, para atender a la clientela. Llevaba y traía bandejas con bebidas y tapas, mientras los otros dos decidían qué hacer mientras tanto.

—¿Quién es esa? ¿Una de tus exnovias? —le provocó Taehyung.

Jungkook liberó un suspiro pesado, pero más que por él, parecía hacerlo por algo que desconocía y que probablemente le daba vueltas por la cabeza.

—¿Esa? Nah. No es mi tipo —simplificó Jungkook.

—Déjame adivinar, no tiene los ojos azules —ironizó el humano.

Jungkook le miró de arriba abajo.

—Lo vas pillando —era un descarado—. Aunque no es por eso. Ella es bruja.

—¿Bruja? ¿Esa mujer? —Tae pestañeaba con curiosidad—. ¿Cómo Rayna?

—Sí. Debe tener unos ochenta años. La conozco desde hace una eternidad.

—¿Qué dices? Pero si aparenta como la mitad.

—Cosas de brujas, amor.

Jungkook empezó a desplazarse hacia la barra, buscando un lugar más o menos apartado donde pudieran sentarse.

—¿No son las ocho demasiado tarde? —continuó dudando Tae.

—Por eso te he traído conmigo.

—¿Para hacerme atravesar medio Nueva York primero en metro, y después andando?

—Síp. Y para no aburrirme tanto; me gusta que seas incapaz de cerrar la boca ni debajo del agua —ironizó el pelinegro—. Venga, siéntate ahí. Vamos a almorzar.

Taehyung dejó la chaqueta bajo la barra, se sentó en un taburete y apoyó los codos en esta. Un barman se aproximó a ellos; tenía el pelo blanco y rapado al uno, y llevaba un pirsing en la nariz. Sus orejas parecían picudas, y por su forma de aproximarse con una sonrisita, mientras arrastraba una bayeta rosa por encima de la barra, hizo pensar a Tae que quizá conocía a su compañero.

—Hola, Jungkook —saludó el rubio.

—Hola, Génesis —le devolvió Jungkook.

—Veo que vienes bien acompañado —Gen posó sus iris sobre Taehyung.

—Hola —saludó el humano.

—Tae, él es Gen. El hijo mayor de Nora —le presentó el vampiro.

—Un placer —dijo Gen.

—Encantado —contestó Taehyung amablemente.

—Es otro brujo —susurró Jungkook cerca de su oreja.

—Ah...

—¿De qué me suena tanto tu cara? —formuló Génesis media sonrisa en el rostro.

—De que es mi novio —Jungkook tomó la palabra—, ¿Te gustaría compartirlo?

Taehyung se frotó una sien con los dedos.

—No toco a los novios mortales de los vampiros —Gen soltó una risita—. Aunque este tiene unos ojos impresionantes.

«¿Por qué todo el mundo habla de mí, como si no estuviera delante?», se dijo Tae.

—Exacto. Se mira, pero no se toca —dijo Jungkook juguetonamente.

Taehyung no le miró molesto, sino más bien, como si no tuviera remedio. Empezaba a acostumbrarse a él.

—¿Sabes, Jungkook? Tengo pareja desde hace diez años —dijo Gen—. He estado bien acompañado todo este tiempo.

—¿Diez? Uh. Eso es un montón —el pelinegro pretendió una falsa ilusión.

Las comisuras de Gen se tensaron notablemente. Él desvió la mirada hacia Taehyung, el muchacho tuvo una sensación rara, pero la ignoró pensando en que no era nada.

—Bueno, ¿Qué os pongo? —preguntó Gen, ejerciendo su labor de camarero.

—El menú número uno —señaló Jungkook, despreocupadamente—, con el doble de patatas fritas. Mhn, ¿qué quieres de bebida, amor?

—Agua —Tae encogió los hombros.

—Pues agua. Y yo, una cerveza. Mejor, que sean dos —finalizó Jungkook.

Gen asintió y se marchó a la cocina para pedir su comida. Taehyung levantó la cabeza, descubriendo que el menú estaba ahí arriba. El número uno era una hamburguesa con queso y beicon, además de las patatas. Él había cumplido con su palabra.

Taehyung estuvo husmeando a su alrededor, la gente que había en las mesas y que alegremente se sentaba en la barra, degustando sus bebidas y comida casera americana. Gen regresó brevemente, dejándoles una botella de agua y dos tercios de cerveza.

—Oye, ¿en este lugar sólo hay gente sobrenatural?

—Nah, son todos humanos —Jungkook agarró un botellín y lo desplazó sobre la barra, acercándose a Taehyung—. Es que esos dos trabajan aquí.

—¿Tienes amigos por todos lados?

—No son amigos. Vamos, tómate algo. Relájate un poco, te noto algo tenso —sugirió Jungkook—, ¿quieres que te haga un masaje en esos hombros?

Taehyung parecía pensativo, su mirada se debatía entre él y el botellín de cerveza que Jungkook abrió con la mano y volvió a dejar frente a él.

—¿Te da miedo tomar algo conmigo? —volvió a insistir Jungkook, ladeando la cabeza—. Qué, ¿crees que no puedo ser agradable?

—No creo que no lo puedas serlo, pero...

Él fijó los iris azules sobre los más negros de Jungkook, contemplando su absurda persuasión. Jungkook estaba poniendo esa cara; la de cachorro (vampiro) degollado. Y eso era trampa. ¿Podía ser alguien tan letal, ligeramente adorable?

—Está bien —Taehyung agarró la cerveza y se la llevó a los labios.

Jungkook pareció contento con su pequeña victoria.

—Pensaba que las brujas odiaban a los vampiros —comentó el humano.

—Más o menos. Pero las brujas que hacen negocio con ellos, bueno... Digamos que, no tienen una moral tan estricta —murmuró la última parte.

—Entonces, ¿hacías negocios con ellas?

—Un poco.

—¿De índole... sexual?

Jungkook trató de contener, sin éxito, unas carcajadas que súbitamente explotaron en su garganta. Taehyung se sintió como un idiota —y vale, tal vez lo era—, ¿tan raro era que le hubiera preguntado eso?

—¿De qué te ríes?

—Te he dicho que no me acuesto con brujas.

Una empleada dejó una bandeja con el menú frente a ellos. La hamburguesa era enorme y tenía un aspecto delicioso que hizo rugir a las tripas de Taehyung con fuerza. Había un plato de patatas extras a un lado, que Jungkook no dudó en atacar, mordisqueando de una en una. A Tae se le hizo curioso que él no se pidiera nada, generalmente, Jimin comía como un humano. Pero desde que partieron de Shadowfell hasta Nueva York, era la primera vez que veía a Jungkook ingerir algo.

Taehyung sujetó la hamburguesa entre las manos y le dio un buen bocado.

—Mnhm, ¡mhnm! —emitió, masticando y luego se chupó un dedo. Era casi climático—. Esto está de muerte.

—Espero que no lo digas de forma literal —bromeó Jungkook.

Taehyung agarró una de sus patatas y se la lanzó de broma. Jungkook sonrió, aunque después le dijo que con la comida no se jugaba. Durante un ratito, estuvo llenándose el estómago hasta el punto de pensar que saldría rodando de aquel sitio. Las patatas fritas estaban deliciosas, e incluso tomó del plato que supuestamente pertenecía a Jungkook, pero que en secreto fue dejándole picotear a propósito.

El vampiro pidió una ronda de chupitos que venían en unos vasos diminutos, de vidrio. Jungkook se tomó los dos a la izquierda de Tae, y como después vislumbró esa palpable curiosidad en su rostro, pidió otros dos más, para dejarle uno a él.

—Huele fuerte —dijo Taehyung, arrugando la nariz.

—No tienes que olerlo, sólo tomártelo. De un sorbo —Jungkook se tomó el tercero sin pensárselo—. Así.

Taehyung imitó su movimiento, la garganta le ardía, y su cara fue proporcionalmente arrugándose.

—No está mal. Aunque no es lo mío —se sinceró Taehyung.

Jungkook parecía mucho más relajado. Taehyung se percató de que estaban haciendo eso; relacionarse. ¿Relacionarse? ¿Estaba cómodo a su lado? Porque pensándolo en profundidad, sus codos se estaban rozando y a ninguno parecía molestarle.

—¿En qué piensas? —formuló Jungkook tras la comida.

—Creo que tengo un instinto.

—Todo el mundo tiene un instinto, amor.

—Me refiero a cazador —especificó Tae.

—¿Por qué? ¿Sigues queriendo matarme?

—Eras tú el que quería hacerlo —replicó el humano, y luego desvió el rostro—. Pero no es eso. Cuando te conocí, fue como si...

Los segundos continuaron, y él no pudo encontrar un adjetivo preciso. Taehyung giró la cabeza para ver si todavía había interés en su mirada, y encontró a Jungkook que le escudriñaba al detalle.

—¿Cómo si...?

—Como si supiera que había algo en ti —trató de expresar Taehyung—. Sólo que, uh, un poco más fuerte de lo normal.

—¿Qué tan fuerte?

—No sé. Me desconcertabas. Supongo —sacudió ligeramente la cabeza—. Suena como una locura, ¿eh?

—Suena a flechazo —arrulló Jungkook.

—Ni de coña.

—Tu corazón latía como el de un petigrís asustado —se puso poético.

—¿Acabas de compararme con una ardilla? —Tae arqueó una ceja.

—Una ardilla muy mona —Jungkook tenía respuesta para todo.

Taehyung se mordió el labio y trató de sincerarse con él:

—Me diste miedo. La verdad, es que me he sentido así cada vez que te he visto —suspiró.

—Y, ¿Ahora lo sientes? —preguntó Jungkook, en voz baja.

Taehyung volvió a mirarle.

—¿Puedo confiar en ti?

—¿Qué te impide hacerlo? —ahondó Jungkook.

—No sé... Pero eres el hermano de mi novio. Y, me gustaría ser tu amigo —expresó precavidamente el humano—. Si es que eso es... posible...

Jungkook le contemplaba con detenimiento.

—¿Por qué querrías ser amigo de algo como yo? —liberó finalmente.

Y casi pareció más un pensamiento en voz alta, que una auténtica pregunta. Jungkook se sintió ligeramente zarandeado por haberlo formulado de esa manera; pero la integridad de Taehyung le había dejado aturdido. Esperaba que la pareja de Jimin (por mucho que tuviera la cara replicada del antiguo amor de su vida), fuera más en la línea de lo que Jimin sentía por él. Desprecio, rechazo continuo, incluso desdén...

Pero Taehyung, ingenuamente, parecía estar intentando ir más allá.

—No deberías decirlo de esa forma —Taehyung volvió a traerle a la tierra con eso último—. Todos tomamos malas decisiones, ¿no?

Jungkook levantó los párpados, encontrándose con esos profundos ojos azules. Era extraño, pero le encantaban, aunque no fueran los de su terrible amado Sui. Era como el mar, pero no el claro y tibio del caribe, sino el de un océano báltico, con carácter e indomable. Le daba un aspecto frágil bajo unas cejas gruesas y oscuras, y unas facciones mucho más rectas y duras.

—Las mías son imperdonables...

—Si lo dices por el linaje de cazadores de raza que me predecía, no me importa. Yo no soy mi ascendencia, Jungkook. Para mí, mi única familia murió el año pasado en ese coche —dijo Taehyung con una extraordinaria fuerza.

Jungkook extendió los dedos a su lado, inclinándose todavía más cerca. Estaba tocando el diminuto corazoncito de diamante que colgaba de su pulsera.

—¿Te lo dio él?

—Sí —Taehyung bajó la cabeza—. Es bonito, ¿verdad?

—Típico de mi hermano —consideró.

El castaño apoyó la mejilla en la mano, contemplándole.

—¿Cuántos años se supone que tienes?

—Veintiuno.

—Mnh. Supongo que es creíble.

Jungkook se fijó en sus iris. Unos instantes de silencio precedieron a que él apartara el rostro con un toque inesperadamente reservado. Taehyung advirtió que era la primera vez que leía eso en sus facciones. Jungkook parecía tremendamente difícil de leer, sin embargo, cuanto más le miraba, más lograba identificar esos toques.

—Ya sé —Taehyung golpeó la barra con ambas manos y se levantó de la mesa—. Aquí hay billar. Vamos a jugar un rato.

—¿En serio? —arqueó una ceja.

—Oh, vamos. Hay que esperar hasta las ocho.

Jungkook le siguió con la mirada, mientras se iba hacia una de las mesas, llevándose la chaqueta y sacando el teléfono móvil del bolsillo. Él pagó la cuenta, y luego fue tras Taehyung. Se hizo con uno de los palos y le contempló ciertamente excitado.

—He jugado bastante con Jimin. Creo que he mejorado —dijo Tae.

—Veamos.

Estuvieron un buen rato jugando, e hicieron hasta tres rondas seguidas. Taehyung ganó la primera, Jungkook la segunda, y al final, reprodujo un mal tiro a propósito para dejarle ganar la tercera (iban muy igualados), pero el vampiro quería verle comportarse de manera tontamente orgullosa. El punto era que Jungkook se sorprendió por su maña, si bien se mordió la lengua en varias ocasiones, contemplando que su posición del codo no era suficientemente buena. Incluso repetía algunos movimientos similares a los de Jimin, como si estuviera imitándole.

Eso le recordó su espíritu competitivo. Cuando se trataba de ganar algo, Jungkook siempre era el mejor. Siempre se había esforzado por las mejores notas físicas, como cuando estuvo en el ejército. Por los mejores dominios en idiomas, en baile (de salón), y todas esas tonterías que ahora pertenecían a siglos pasados.

Al terminar, Taehyung fue en búsqueda de un refresco. Regresó a la mesa de billar, ofreciéndole a Jungkook uno. Jungkook lo agarró, pero su semblante parecía distraído con alguien más. Nora acababa de pasar por allí, atrapando su atención.

Quería hablar con ella de una vez y preguntarle.

—¿A dónde fuiste anoche? —Taehyung se sentó en el borde de la mesa, con el refresco anaranjado en la mano.

Jungkook dejó el suyo sin tocar, y sin demasiado apetito.

—He visto a Sarah Ben —fue sincero.

—¿Qué? ¿C-Cómo? ¿Hablas de la exmujer de Joon? —los ojos de Taehyung se volvieron muy redondos.

—La misma. Y está aquí, en Nueva York —Jungkook apoyó ambas manos en el borde de la mesa de billar, apretando los nudillos—. Es la reina de la noche. La conocí hace quince o dieciséis años, en una fiesta. Me lo pasé bien con ella. Más que bien.

—Ugh, qué asco —escupió Tae.

—No hubo sexo. ¿Es que solo sabes pensar en eso? —Jungkook le miró mal.

—Qué asco —repitió Tae, de todos modos.

—Sarah le dio un anillo revenant a Namjoon —continuó el vampiro, ignorándole—. Quería comprobar si realmente quedaba algo de su antiguo corazón en el interior de ese gélido cuerpo de vampiro.

—¿Qué es eso?

Jungkook se mordió el labio ligeramente y giró la cabeza lentamente hacia él.

—Oh, ¿ahora sí te interesa escucharme? —formuló divertido, reincorporándose—. Vaya por Dios, Taehyung Kim.

—Mhn, no te equivoques —balbuceó el castaño—. Me interesa todo lo que dices. Es sólo que, uhm, a veces eres un poco... plasta.

—¿Plasta? ¿Yo?

—No sé cuándo vas en serio y/o cuando estás burlándote de mí.

Jungkook parpadeó con un aire ingenuo.

—No me burlo de ti. ¿Qué te hace pensar eso? —cruzó los brazos.

Taehyung desvió la mirada y bufó.

—Pues, un montón de cosas. Lo del hotel, hace un rato, delante de esa camarera, y...

—No lo decía en serio —dijo Jungkook pausadamente—. Si quisiera meterme en tu cama, o desnudarte en una ducha, Taehyung, ya lo hubiera hecho.

El ceño de Taehyung se frunció levemente, pese al picor de sus mejillas.

—A mí no puedes manipularme.

—¿Quién habla de compulsión vampírica? Tengo otros métodos más... persuasivos.

—¿Ves? Vuelves a hacerlo —se quejó Taehyung.

—No. Esto va en serio —Jungkook flirteó con él descaradamente.

—Pues si crees que no te rechazaría el resto de mis días —le dijo Tae, acercándose a su rostro—. Estás muy equivocado, J. De Fiore.

Y después se distanció, dejándole maliciosamente encantado. Jungkook se humedeció los labios, sintiendo una profunda diversión.

—¿Por dónde iba? Ah, sí —trató de centrarse—. Los anillos revenant fueron destruidos en el siglo pasado. Sólo queda uno, y ese está en el dedo de Namjoon. Sarah se lo dio, antes de pasar a mejor vida.

—¿Así es como llamas a convertirse un vampiro?

—Vaya, ¿has llegado a esa conclusión tú solito? —sonrió Jungkook.

Taehyung levantó el zumo y se tomó el último trago.

—Por cierto, tú invitabas a esto —dijo—. Como a la comida.

—Ya, ¿Has pensado cómo piensas pagármelo? —formuló más coquetamente.

—¿Eh?

—No sé. Todavía nos queda una noche entera Nueva York, y yo te he invitado a comer numerosas veces —expresó en pelinegro—. ¿Qué me vas a dar a cambio?

Taehyung trató de ignorarle.

—Te voy a dar el beneficio de la duda —le evadió.

Definitivamente, Jungkook era insoportablemente seductor. O intentaba serlo. Él se quedó en silencio y Tae le miró de soslayo, pensando en si le había sentado mal algo. Pero Jungkook estaba distraído nuevamente con el paso de Nora; parecía un poco ansioso.

—¿Qué es lo que quieres hablar con ella? —preguntó Tae.

—Da igual —respondió en voz baja.

Algo le dijo a Taehyung que ahí llegaba el límite de su confianza. Jungkook suspiró, vislumbró el gesto que Nora le hizo con un dedo y asintió con la cabeza.

—Quédate aquí —le dijo Jungkook.

Taehyung le vio alejarse, pero él bajó de la mesa ágilmente, y le agarró por el brazo.

—Espera, ¿me dejas solo?

Jungkook le miró con una redundante sorpresa. Sus iris vacilaron entre el rostro de Tae, y las manos que se cerraban en su antebrazo. Era la primera vez que le tocaba por iniciativa propia, si bien Taehyung le soltó con cuidado, esperando no herir el orgullo de la bestia.

—Serán unos minutos. Luego regresaré.

—Pero, ¿por qué no puedo ir?

Jungkook se mordisqueó el labio con una espontánea diversión, le agarró por los hombros y dijo:

—Porque vamos a hablar de cosas de mayores, ¿vale? Quédate aquí, petigrís —le llamó—. En un rato vuelvo a por ti.

Él asintió con la cabeza y se quedó atrás. Jungkook se dio la vuelta a medio camino, tan sólo para comprobar su obediencia. Lo bueno de Taehyung era que sabía comportarse bastante bien. Y de momento, no le había decepcionado.

Jungkook salió del bar por la puerta trasera. El sol acababa de ponerse en el horizonte. Nora se había quitado el delantal tras su jornada laboral, aunque todavía tenía sus cosas en la sala del personal. Jungkook y ella se encontraron afuera, en una gran explanada trasera, que antiguamente servía como zona de carga y descarga de camiones, mientras que ahora se encontraba solitaria.

—Jungkook —pronunció Nora.

—¿Cansada de trabajar, Nora? —preguntó Jungkook con una sonrisa.

—Bastante. ¿Sabes? La edad me va afectando poco a poco, no como a ti —dijo ella.

—La inmortalidad está sobrevalorada.

—Lo dudo, con tan bonita compañía como la que has traído hoy —manifestaba la bruja—. No esperé que alguien como tú todavía tuviera algo de corazón.

—¿Qué? ¿Taehyung? —Jungkook soltó una elegante carcajada—. No. Él es el novio de mi hermano, no el mío. De hecho, estoy aquí por eso. Sarah Ben, me ha hablado de Sui Leone. Dice que el año pasado le vieron en Los Ángeles. ¿Es eso verdad?

Ella se encogió de hombros.

—Vamos, Nora. Sé qué has trabajado con ella. Conoces todos los rumores que corren por las calles de Manhattan, por extensas que estas sean —murmuró Jungkook, acercándose lentamente—. Dime la verdad, o yo mismo la averiguaré de la peor manera.

—Sí. Es cierto —reveló la bruja con un gesto distinto.

Jungkook levantó ambas cejas. Eso había sido rápido.

—Hay gente que cree que Sui Leone está vivo. Que, además de él, hay más de un vampiro puro que todavía corretea por ahí. Y, ¿sabes? Eso sería el declive para los mortales; humanos, brujas... Los cazadores de raza se crearon por algo, para exterminarlos —relataba Nora, cruzando sus largos brazos—. Hubiera sido fantástico que lograran su cometido, pero tú lo impediste.

Jungkook abrió la boca, ciertamente sorprendido por su acusación directa.

—Vaya. No sabía que estabas al tanto de esa historia —dijo con naturalidad.

—No la conocía, Jungkook. Pero la persona que mataste, salía con mi hijo Gen...

—¿Qué? ¿Un cazador? Imposible, no ha habido uno desde 1906, cuando Jung Hoseok...

Jungkook notó un fuerte dolor de cabeza, como si le atravesaran el cráneo con miles de punzantes agujas. Él cayó al suelo de rodillas, omitiendo un grito y llevándose las manos a la cabeza.

—No era Jung Hoseok —Gen apareció a unos metros, tras él—. Era Evan. Evan Montgomery, socio del clan que estudiaba a los Jung, provenientes de Asia.

Los ojos de Jungkook se volvieron neblinosos. El dolor difuminó sus sentidos por completo, no podía moverse, ni hablar, sólo escuchaba la voz de Gen en sus oídos, mientras su magia le destrozaba por dentro.

—Lo mataste, ¡acabaste con él, sin compasión! Mis visiones lo rebelaron, ¡pude sentir su miedo, su dolor! —le gritó Gen—. Y ahora, voy a hacerte sentir lo mismo; el miedo, el terror, la falta de esperanza, mientras intentas escapar de la muerte de la que tanto te afanas.

Gen movió la otra mano y reventó un tanque de gasolina, el líquido transparente se extendió por el suelo en dirección al cuerpo inmóvil de Jungkook. Con otro movimiento Gen le partió los huesos a distancia y Jungkook se desplomó definitivamente. Su nariz reveló un rastro de sangre, por el poder que utilizaba mientras el vampiro trataba de resistirse.


*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.


Taehyung se encontraba en el interior del bar, frotándose los brazos helados, por encima de la chaqueta. Era extraño. Tenía una desagradable sensación desde que Jungkook se había alejado de él, y lo más contradictorio, era que, hasta ese pequeño viaje juntos, lo desagradable había sido precisamente su presencia.

Pero ahora, algo le incitaba a salir tras él. Llevaba más rato fuera de la cuenta y comenzaba a preocuparse. Taehyung miró su teléfono móvil casi sin batería, y tras un suspiro, arrancó el paso y atravesó la estancia, tomando la puerta trasera que parecía estar reservada para la carga y descarga de suministros para aquel local.

Nada más salir afuera, su olfato advirtió el fuerte latigazo de la gasolina. Sus ojos se posaron a unos cuantos metros, sobre el asfalto de esa zona trasera y solitaria; había un hombre en el suelo, una mujer conocida a un lado, y otro más, apuntándole con una mano. Los gritos volcaron el corazón de Taehyung.

—¿Jungkook? —masculló, aterrado—. ¡Jungkook! ¡Jungkook!

Taehyung corrió hacia ellos, notando el pinchazo adrenalínico. Gen sometía a Jungkook a su voluntad, mientras Nora, se mantenía a un lado.

—No te muevas, chico —le aconsejó la bruja.

—¿Qué está pasando? ¿Qué le estáis haciendo?

Gen miró a Taehyung con una sonrisa afilada, jadeante y sudando.

—¿Quieres saberlo? Le destruyo los capilares de la cabeza. Hago que sus arterias se abran una por una, mientras su sanación ejerce el efecto contrario, curándole de nuevo, mientras vuelvo a destruirlos. El dolor es infinito, se repite una y otra vez, eso es lo divertido —jadeaba el brujo.

—Para. Detente, por favor. ¡Vas a matarlo! ¡Déjalo!

Taehyung vio el rastro de gasolina.

—Incendia —bramó Gen, prendiendo la gasolina.

—¡Nora! ¡Nora, haz algo!

—Es mi hijo. Él ha perdido a su pareja, Taehyung. Esta es su venganza, no te metas.

El fuego se extendió hasta Jungkook y alcanzó el bajo de sus pantalones. Taehyung se quitó la chaqueta, y rápidamente lo golpeó para asfixiar las llamas.

—¡No! ¡J-Jungkook! ¡Por favor, no le mates! ¡Por favor!

Ante su nula atención, Taehyung corrió hacia él y le empujó, desestabilizando su contacto visual. Las llamas se apagaron rápidamente.

—No me toques, ¡o acabaré contigo primero!

—Gen, te lo suplico —Taehyung se arrodilló ante él, sus ojos estaban relucientes por las lágrimas—. perdónale. Perdónale, por favor. Hazlo por mí. Por favor... Él es importante para mí. Me importa.

—¿No te das cuenta? Es mejor que lo haga ahora —repuso.

—No. No —le pedía—. Ese tal Evan también era humano, ¿Verdad? Y tú, un brujo. Sabes lo que se siente, cuando las cosas son difíciles entre dos seres tan distintos. Por favor... Ten compasión.

Gen se vio impactado por su mención. Apartó la mano con una dosis de culpabilidad, y bruscamente, el bajón mágico le hizo desvanecerse sobre el suelo. Nora corrió a su lado para sujetarle.

—Gen. Gen, ¿estás bien? Has usado demasiada magia —exclamó su madre—. ¡Podías haber muerto!

Taehyung corrió de nuevo hacia Jungkook y se dejó caer de rodillas a su lado. Agarró su torso con cuidado, y le abrazó la cabeza, inclinándose sobre él.

—Dios. Dios...

El castaño podía escuchar la voz de Nora, sujetando a unos metros también a su hijo. Taehyung levantó la cabeza y les contempló de medio lado, la mujer intentaba levantar a Gen.

—Tenemos que irnos. Ahora. Tenemos que salir de la ciudad, o él te matará...

—Debí haberlo hecho —gruñó Gen, mirándoles con debilidad.

Taehyung se encogió tras aquella terrible mirada, pero Gen estaba sin fuerzas, la nariz le sangraba y apenas podía sostenerse en pie por todo el poder que había gastado en un momento. De un momento a otro, Nora y Gen se las arreglaron para largarse de allí.

El humano estaba temblando. Jungkook se encontraba húmedo, olía a gasolina, su cuerpo estaba frío y yacía en el suelo, pálido, con los ojos cerrados y los pantalones ligeramente chamuscados.

Taehyung le pasó una mano por el rostro, apartándole el cabello húmedo.

—Kook, ¿puedes oírme? ¿Kook?

Jungkook abrió lentamente los ojos, Taehyung irguió la cabeza, mirándole desde arriba. Sus ojos azules parecían del tono más índigo bajo la fría luz mortecina de la única farola que brillaba a sus alrededores. Él escuchó un crujido, seguido de otro y pareció totalmente aterrado por su falta de respuesta.

—L-Los... Los huesos...

—¿Te duele? ¿Estás bien? ¿Q-Qué puedo hacer? Se han ido. ¿Debería llamar a alguien?

—No —Jungkook sonaba ronco, agarró su mejilla y la apretó levemente, con dedos níveos, pero igualmente firmes—. Sangre. Sangre.

Taehyung cayó en la cuenta rápidamente. Jungkook necesitaba sangre. ¿Su sangre? Él se llevó una mano a la boca, y luego se relamió los labios resecos, ofreciéndole tu muñeca.

—Está bien, ten. Toma. ¿Necesitas morder? Hazlo. Rápido —dijo temblando.

Le acercó la muñeca a los labios, y Jungkook se hizo rápidamente con ella entre sus manos, sin rechistarle. Sus labios usualmente rosas ahora carecían de color, y Taehyung notó su aliento húmedo contra la piel de la muñeca, cuando este pegó los labios. La sensación era suave y mullida, le erizó la piel de momento, y él quiso verlo como si formara parte del público. Entonces, Jungkook cerró los ojos, los cuales se llenaron de venas oscuras. Taehyung apretó la mandíbula y los párpados, y seguidamente temió antes de que lo hiciera. Pero ya no podía dar marcha atrás; el vampiro abrió la boca y hundió los dientes en su piel, provocándole un gemido ahogado por la intensidad del mordisco.

El primer mordiscó de su vida fue el de los colmillos de Jungkook De Fiore: largos y afilados, como los de una pantera. Estaba debilitado, pero él sorbía exquisitamente, creando un hormigueo doloroso en su muñeca.

Taehyung jadeó, apoyó la otra mano en el suelo frío y húmedo. Abrió los ojos, notando cómo el mundo le daba vueltas. ¿Cómo había llegado a eso? ¿Por qué no estaba en casa? ¿Por qué, de repente, tenía tantísimo miedo? El calor escapaba de su interior, a través de su muñeca. Y lo peor de todo, es que lo único que podía oír era su propia respiración y el fuerte bombeo de su corazón.

Tenía ganas de vomitar. De llorar. De que Jimin, o sus papás le abrazaran.

—Eh —una voz le trajo de vuelta a la tierra—. Tranquilo. ¿Taehyung?

Taehyung volvió a parpadear, advirtiendo que Jungkook le había soltado la muñeca. Él estaba sentado enfrente suya, sujetándole las dos manos mientras le traía de vuelta.

—Estoy aquí. Mírame. ¿Estás asustado?

Los labios del vampiro se encontraban rojos, con un rastro de sangre en las comisuras y el jugoso labio inferior. Taehyung le contemplaba como si estuviera ido; como si de repente fuera un niño asustado. Sus ojos relucían por la capa de lágrimas y se desbordaron casi sin que él mismo pudiera notarlo.

—¿E-Estás bien? —balbuceó Tae, con un hilo de voz.

—Sí. Ya está. Ha terminado —dijo Jungkook—. Espera...

Taehyung bajó la cabeza, descubriendo que Jungkook estaba manipulando algo. Mientras se ubicaba en la realidad de nuevo, le vio arrancar un trozo de su manga, le envolvió la muñeca y después hizo un lazo muy cuidadosamente. Sus dedos estaban fríos, pero igualmente Taehyung se agarró a su mano cuando él le ayudó a levantarse.

—Se han ido, ¿verdad? —dudó el humano.

—Sí —contestó el otro, tras girar la cabeza en todas las direcciones.

Jungkook le echó la chaqueta por encima de los hombros, y después se lo llevó de la mano.

—Vamos.

No era muy tarde, pero no quedaban rastros de la luz solar, sólo las farolas, bombillas y luz artificial que provenía de los escaparates de las tiendas. Seguía los rápidos pasos de Jungkook hacia la entrada de metro. Él compró dos tickets sin intercambiar palabra; tomaron la línea de metro recomendada y subieron a un vagón que casi estaba vacío, quedándose de pie en un rincón apartado.

La mano de Jungkook estaba fría, como la de Taehyung. Él bajó la cabeza, fijándose en la piel ligeramente enrojecida que se veía bajo el liviano vendaje de su muñeca. Jungkook le bajó la manga cuidadosamente, y Taehyung alzó la mirada, encontrándose con su rostro.

—Estoy helado —dijo Taehyung—. Debía haber traído otro abrigo.

Jungkook frotaba el dedo pulgar contra el dorso de su mano, sin soltarle.

—Yo no siento el frío igual —dijo mirando por la ventanilla.

—Jungkook, ese tío ha intentado quemarte vivo.

—Y lo hubiera logrado de no ser por ti...

El pelinegro volvió a mirarle, mordiéndose ligeramente el labio. Taehyung suspiró y se guardó una mano en el bolsillo. No volvieron a hablar, ni a decir nada más en el trayecto de vuelta al hotel, sin embargo, Taehyung mantuvo afianzada su mano como si aquello le protegiera psicológicamente de lo que habían vivido. Cuando por fin bajaron del transporte público, salieron de la zona subterránea y poco después, llegaron al lugar de alojamiento.

Jungkook se deshizo de su mano en el vestíbulo. Estaban acercándose al ascensor, cuando el pelinegro detuvo a un hombre.

—Disculpe, caballero, ¿qué hora es?

—Oh, son las diez menos cuarto. Menos diez —se corrigió a sí mismo, comprobando el reloj de su muñeca.

Jungkook posó una mano sobre su hombro y atrapó su atención con aquellos profundos ojos negros, ejerciendo su poder de compulsión.

—Busque en su maleta algo de ropa negra. Estaré en la habitación 121. Le agradeceré su amabilidad eternamente —hizo una mueca—. Nunca mejor dicho.

—Jungkook —Taehyung tiró de sus brazos—. ¿Qué haces?

—¿A ti que te parece, amor? —Jungkook empujó su espalda, obligándole a entrar en el ascensor—. A los peces gordos también les gusta ser altruistas de vez en cuando.

La puerta se cerró y el ascensor comenzó a subir brevemente hacia la primera planta.

—¿Un pez gordo en un hotel convencional? No creo.

—Sí, si está con una de sus amantes, mientras deja en su casa a su esposa y dos hijos.

Taehyung estaba a punto de replicarle, pero la puerta del ascensor de abrió y en lo que los dos salían, una mujer exuberante entraba para bajar a la planta baja. El castaño se quedó anonadado, Jungkook le agarró el codo para que continuara andando.

—¿Lees el futuro? —dudó Taehyung, dejando el ascensor atrás.

—No. Uso el poder de la observación. Ese tipo llevaba un Rolex en la muñeca.

—Pues menudo cerdo.

—Uh, ¿amor? —Jungkook le miró con un pestañeo—. ¿Desde cuando tienes esa boca sucia? Espera, no. Una vez, ¿no me llamaste cerdo chupasangre o algo de eso?

Taehyung se mordió la lengua.

—L-Lo siento, no quería...

—Sabias palabras para no querer ofender a alguien.

—Bueno, antes sí. Pero, ahora...

Jungkook desbloqueó la puerta de la habitación, y los dos entraron.

—Apesto a gasolina —bufó Jungkook—. Me voy a meter en la ducha. Si tocan a la puerta, coge la ropa que ese señor te dé.

Taehyung le siguió con la mirada y le perdió de vista en el cuarto de baño. Se quitó las botas y la chaqueta, luego comprobó su teléfono móvil una vez que estaba a solas; le quedaba un 2% de batería, tenía dos llamadas perdidas de Jimin. Intentó llamarle de vuelta, pero su dispositivo murió definitivamente.

El humano suspiró, frotándose una sien. Estaba seguro de que Jimin estaba preocupado por él. La puerta del dormitorio sonó con el golpeteo de unos nudillos, él se levantó de la cama y fue hacia ella, desbloqueándola con cuidado. Al otro lado, se encontraba el mismo hombre que habían visto abajo.

—Hola —saludó el castaño.

—Buenas noches, muchacho. Os traigo lo que tu amigo necesitaba —decía el desconocido de manera casi automática—. ¿Estará bien así?

Él le entregó con un pantalón, un jersey negro y ancho, y otro más estrecho y trenzado, de color azul índigo.

—Sí. Es perfecto. Gracias.

—Este es para ti, cortesía de la casa —bromeó el hombre.

Taehyung parpadeó sorprendido. Eso último, no había sido sugerido por Jungkook, sino que fue iniciativa propia. Él inclinó la cabeza, agradeciéndoselo, después el hombre se dio media vuelta alegando que tenía una cita, y se largó mientras tarareaba.

Cerró la puerta, sosteniendo la ropa entre los brazos, y pensando en lo rara que en ocasiones era la manipulación de mentes de los vampiros. No obstante, algo de ropa limpia era justo lo que necesitaban (si bien, él hubiera preferido comprarla). Taehyung dejó la ropa en la cama, se quitó el jersey y se colocó el azul índigo, metiendo primero la cabeza y después ambos brazos. No pudo evitar fijarse en el vendaje de su muñeca. Se sentó en el borde de la cama, flexionando las piernas bajo sí mismo, y deshaciéndose de este cuidadosamente con los dedos.

La marca de los incisivos de Jungkook permanecía en su muñeca. Dos punciones perfectas, con la piel rojiza e irritada alrededor de esta. Taehyung tocó la marca con las yemas, notando el escozor y ligero dolor de la herida. La sensación era extraña.

La puerta del cuarto de baño se abrió, él levantó la cabeza y descubrió de imprevisto al condenado Jungkook desnudo, con una toalla sobre los hombros y el cabello todavía húmedo. Taehyung dio un respingo, apartando velozmente la mirada.

—J-Jungkook, por Dios.

El pelinegro se acercó a él, mientras las mejillas del humano se prendían como las brasas.

—Podías haberme traído la ropa tú mismo, pero preferiste dejarla aquí —dijo con un tono sibilino.

Él agarró la ropa que había en el borde de la cama y se colocó el pantalón, cerrándose el cinturón alrededor de las estrechas caderas. Taehyung le miró de soslayo, alegrándose de que por fin llevara algo encima; su torso desnudo estaba esculpido como si se tratara de un busto griego. Él no pudo evitar fijarse en los abdominales que había alrededor de su perfecto y besable ombligo, la forma curvilínea de los pectorales blancos, más los bíceps gruesos, con hombros marcados y redondeados.

Para lo esbelto y alto que le parecía Jungkook, no esperaba que también fuera tan musculoso. Sus ojos negros se posaron en él, mientras agarraba el jersey y se vestía con la prenda. Taehyung apartó la mirada finalmente, relamiéndose los labios secos. Algo le decía que a Jungkook le había gustado vislumbrar cómo él le había echado una miradita más que de aprecio.

Jungkook también vio el trozo rasgado de camisa sobre la colcha de la cama. Se aproximó al chico y sentó a su lado, tomándole la muñeca enrojecida.

—¿Duele?

—Escuece un poco —dijo Taehyung cabizbajo.

Sus ojos se posaron en la manera en la que los dedos largos y delgados de Jungkook sujetaban los suyos. Estaban mucho menos fríos que antes, probablemente tibios por el agua caliente que tomó en la ducha. Y ejercían un hormigueo inesperadamente agradable, y suavísimo, como el terciopelo.

—¿Todavía tienes hambre? —dudó el humano.

—Tengo —reconoció Jungkook—, pero saldré un momento y me alimentaré de cualquiera. No te preocupes por eso, no voy a drenarte.

Taehyung le contempló con iris ingenuos.

—Es la primera vez que me muerden.

—Oh, amor. Ya mismo vendrán las escamas, y en breves te convertirás en serpiente.

—¿Qué dices? —Tae frunció el ceño.

—Bromeo —Jungkook sonrió levemente.

Entonces, él extendió una mano y le acarició el pómulo con el dorso. El contacto fue tan sutil, que Taehyung desvió el rostro sintiéndose profundamente tímido.

—No hace falta que hagas eso.

—¿Por qué? —murmuró Jungkook con un timbre inusualmente cálido—. Me has salvado la vida, ¿lo hiciste porque me debías el almuerzo? Está bien, te lo perdono.

Taehyung se mordió la lengua, con una leve y débil sonrisa.

—No. Pero, Jungkook... mataste a la pareja de ese brujo. Creo que comprendo su dolor. Él quería, como se dice, ojo por ojo —expresó Taehyung.

—Pero tú lo detuviste.

—No sé por qué me hizo caso. Por un momento, pensé que de verdad iba a...

—Iba a hacerlo. Mala mía, por supuesto, debí haberlo previsto antes —decía Jungkook, mirándole bajo unos párpados bajos—. El hijo de Nora es el más poderoso del linaje, pero jamás lo enlacé con aquel tipo... Y con que aprovecharan mi inesperada visita para vengarse, claro.

—Está bien. Debes tener más cuidado la próxima vez —contestó Tae, con una sinceridad impactante—. Aléjate de esa gente, no vuelvas a ir ahí. ¿De acuerdo?

El tono ligeramente paternalista de Taehyung le dejó eventualmente aturdido. El humano se liberó de sus manos y luego cruzó los brazos, con un suspiro. Le miraba de frente, mientras él yacía de medio lado, apoyando las manos tras el colchón para reclinarse levemente. Era extrañísimo, pero se sentía cómodo con Taehyung; y eso que nadie le decía lo que debía hacer desde hacía 150 años (ni cuidarse, ni ser más precavido, ni nada por el estilo). Al principio le había parecido ruidoso y un poco tonto. Ahora podía ver su lado reservado, estrictamente observador y más concienzudo de lo que esperaba por parte de un humano.

—Oye, no podemos hablarle a Jimin de esto —pensó en voz alta Jungkook.

—¿De qué parte?

—Lo de que han intentado matarme, sí. Lo de que me has dado tu sangre para curarme, no —declaró.

—¿Por qué? —dudaba el humano.

—Se lo tomará fatal. Porque, mhn, él no te ha probado antes, ¿verdad?

¿Probar? Taehyung se preguntaba si se refería a morderle por gusto. En una ocasión, él se preguntó cómo sería recibir un mordisco, pero tras lo que había sucedido con Jungkook, creía que nunca más querría volver a sentirlo. Había tenido suficiente.

—No. ¿Eso es malo?

—No tendría por qué. Técnicamente, da igual —suspiró el vampiro—. Pero en el mundo romántico-vampírico, eso de dar tu sangre a otra persona, es un poco...

—N-No quiero que piense que ha sido por eso, porque no lo ha sido —repitió Tae, ligeramente nervioso—. Quería ayudarte. No había otra opción.

Jungkook sonrió con una leve malicia, pero Tae le dijo rápidamente que borrara esa cara de niñato pervertido. Él arqueó una ceja por la rapidez de su enojo. Taehyung se le estaba haciendo tremendamente encantador. Entonces, el muchacho se levantó de la cama, alegando que su teléfono móvil había fallecido y necesitaba pedir un cargador en la recepción. Él se puso las botas de nuevo, y Jungkook también se calzó para salir en su compañía.

Poco después, bajaron de la primera planta y Jungkook le esperó a unos metros de la recepción, mientras pedía a alguien del personal si podía prestarle un cargador. Jungkook se cruzó de brazos y se fijó en el sencillo restaurante del hotel. Junto a la puerta, había una joven de pelo castaño y coleta, que le pareció lo suficientemente saludable y apetecible como para clavarle el colmillo.

Taehyung regresó junto a Jungkook, guardándose el cargador prestado en el bolsillo.

—Han sido muy amables —decía—, y sin la necesidad de usar poderes mágicos. ¿Sabes cómo lo llamo yo a esto? Pedir las cosas con un por favor.

Jungkook le miró sin mucho interés.

—Fascinante recurso —ironizó.

Taehyung encogió los hombros.

—Voy a comprar algo para cenar, ¿Vale? Tengo hambre.

—Bien. Yo ya he escogido a mi cena —dijo, siguiéndole el paso—. Nos vemos luego.

—Eh —Tae se paró rápidamente frente a él, y le clavó un dedo sobre el pecho—. Nada de matar a personas.

—Te estás acostumbrando demasiado a tocarme —contempló Jungkook.

Taehyung apartó rápidamente el dedo.

—¿Qué dices?

—Y, ¿Por quién me tomas? Voy a tomar un par de sorbos, no la bandeja entera —dijo Jungkook con una espontánea dignidad.

—Vale. Tú verás. Ya eres mayorcito —Taehyung se fue hacia el restaurante, dejándole atrás—. 171 años de edad —gruñó mientras se alejaba.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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