Capítulo 14

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 14. Conjunción

—¿Qué?

—Hazlo. Si quieres hacerme pagar por ello, hazlo. Pero te equivocas si crees que la venganza te dejará vivir en paz. Sí, acabaras con mi vida y eso te llenará temporalmente, pero cuando mañana despiertes, o cuando dentro de una semana lo hagas, te darás cuenta de que no ha servido de nada —expresaba Jimin con emoción—, de que no has recuperado a Sarah, y de que ella optó por una nueva vida, que, accidentalmente, mi otro yo le otorgó.

—Si crees que voy a exculparte de ser un demonio, por haberte reformado, estás equivocado —Namjoon sujetaba la punta de la estaca por encima de su pecho.

Jimin estaba muy quieto. En su mirada no había miedo, pero tampoco arrogancia o desafío.

—Lamento lo que hice, Joon. Pero llevo veinte años, veinte, sin probar sangre humana. Y, ¿sabes cuál es la prueba viviente de que he cambiado?

Namjoon frunció el ceño, mientras Jimin continuaba hablando.

—Estoy enamorado de Taehyung —declaró el vampiro—. Le quiero, y haría cualquier cosa por él. Cualquier cosa... Entiende que reaccione, si amenazas a lo único bueno que hay en mi vida.

Namjoon bajó la cabeza, relamiéndose los labios.

—Imaginate cómo me sentí yo al ver cómo Sarah caía. Cómo yacía en tus brazos, sin vida.

—Pues entonces, mátame. Házmelo pagar a mí y disfruta de tu venganza. Pero debes saber una cosa antes de hacerlo —musitó Jimin.

—¿Me amenazas?

—No. Sólo te aviso para que lo sepas; mi hermano Jungkook me odia —agregó el pelinegro—, pero sólo me tiene a mí. Cuando sepa que lo hiciste, irá a por ti. Y él no es nada misericordioso. No te matará rápido, lo hará despacio, y probablemente irá a por lo poco que quieres después de eso. Él es así de vengativo; probablemente, Everly será la primera en morir. Será una desgracia que alguien inocente lo pagara de esa forma.

Namjoon apretaba la estaca entre los dedos, su semblante era tenso, cargado de emociones contradictorias que iban de la rabia al lamento, y finalmente, la dejó caer en el suelo. Él se distanció unos pasos, jadeante.

Jimin también exhaló su aliento. Entrecerró los párpados, contemplándole.

—Sé que no sirve de nada, pero lo siento —dijo Jimin.

—¿Por qué...? ¿Por qué no está conmigo? —Namjoon respiraba entrecortadamente, casi en un sollozo—. Ser vampiro la ha transformado, ¿verdad? Ya no es ella...

—Ser vampiro no te transforma así, Joon. Si ella te amaba tanto, ¿por qué te ocultó su obsesión? E incluso después de la muerte... hubiera ido a por ti, si hubiera querido hacerlo —contestó el vampiro.

El silencio asoló el aula, Jimin contempló a Namjoon caer de rodillas, sumergiéndose en un sollozo. El pelinegro se quedó allí, observando su dolor y conociendo que poco podía hacer para ayudarle. Sólo podía ofrecerle su compasión, su comprensión... Y agradecerle profundamente que le hubiera perdonado la vida, dejando caer esa estaca al suelo. Porque esa noche, Jimin se hubiera dejado vencer por él, a pesar de que sus habilidades como cazador no fueran gran cosa. Lo hubiera hecho, con tal de purgar sus pecados. Pero ahora sabía que tenía una nueva oportunidad, y no pensaba perderla.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Taehyung llegó al campus del instituto por la mañana. Aceleró los pasos en cuanto vio a Jimin y le abrazó con fuerza. Jimin se dejó achuchar liberando una leve risita, y luego notó la tensión corporal del muchacho, y la preocupación en los ojos azules que le peinaron.

—Dios. Qué suerte que estés bien —musitó Taehyung—. No sabes la noche que he pasado.

—Ayer te dije que todo había ido bien.

—Sí, pero... Irme así me dejó demasiado inquieto.

—Eres un cielo, ¿lo sabías? —Jimin volvió a abrazarle.

Lentamente, se separaron y giraron la cabeza por acto reflejo hacia la izquierda del verdoso campus. Casualmente, vieron a Namjoon, quien atravesaba el párking y les saludaba informalmente, levantando el mentón.

—No te preocupes por él —Jimin atrapó su atención de nuevo—. No te hará nada, ¿vale?

—¿Qué ocurrió con él?

—Después de lo sucedido... Le llevé a su apartamento.

—¿Después de todo eso...? —Taehyung se quedó boquiabierto.

—Sí. Digamos que, uhm, los dos nos abrimos en canal —Jimin le apretó suavemente la mejilla, contemplando el asombro del humano—. Siento haberte causado problemas.

Taehyung bajó la cabeza en lo que él retiraba los dedos.

—No podía creer que fuera cierto —expresó en voz baja—. Lo de Sarah, quiero decir. Estaba tan convencido, hubiera hecho cualquier cosa para inculpar a Jungkook...

—Lo siento...

—No, Jimin...

—No, deja que me disculpe. Estás saliendo con un viejo diablo, ¿vale? —le informó Jimin—. Estoy reformado, pero...

—Vale. Sí, lo entiendo. No tengo miedo.

—¿Cómo lo haces?

—¿Cómo hago el qué?

—¿Qué es lo que te hace aceptar todo lo que sabes de mí? —preguntó con un auténtico interés.

—Te amo —simplificó Taehyung—. Te amo y confío en ti. Eso es todo.

—Yo también te amo —Jimin sonrió con dulzura. Seguidamente, le atrajo hasta sus brazos, y le estrechó una vez más—. Eres como un ángel para mí.

—Y tú, para mí —le devolvió Taehyung, hundiendo la cabeza en su hombro y estrechándole de vuelta.

—Eh, tortolitos —una tercera voz irrumpió en la escena.

Rayna acababa de posicionarse junto a ellos. Cruzaba los brazos y les contemplaba con cierta diversión. Su cabello parecía más rizado y menos escarola esa mañana, y sin duda, su ánimo estaba por las nubes. Por suerte o por desgracia, ella no sabía ni la mitad de las cosas que habían pasado, pero sí que tenía una buena nueva. Una buenísima.

—Hola, Ray —saludó Taehyung.

—Hey, hola —añadió Jimin.

—No os vais a creer a quien acabo de cruzarme —procedió Rayna—. Jade Russo, con los ojos como dos bolas de pingpong.

—¿Uh? —Taehyung parpadeó.

—Estaba dentro —señaló su amiga—, junto a las taquillas. No pude evitar meter mis narices, así que le pregunté y empezó a llorar diciendo que su novio la había dejado.

—¿Qué? —Jimin arrugó el gesto—. ¿Qué Jungkook ha dejado a su mascota?

—También puede decirse así —afirmó la ojiverde.

—Eso es imposible. Él necesita algo con lo que entretenerse o explota —decía Jimin.

—Entonces, ¿está tramando algo? Es decir, yo quería protegerla de ese vampiro, incluso mi abuela me enseñó una técnica para herir a uno a cierta distancia, pero...

—Ehmn, y-yo, yo se lo dije —interrumpió Taehyung, con un leve carraspeo—. Yo le pedí que lo hiciera.

—¿Cómo? —Rayna abrió la boca—. ¿Sin amenazas? ¿Sin conflictos?

Jimin no dijo nada, pero le miró con la misma sorpresa.

—Espera, ¿cuándo ha pasado eso?

—Ayer. O sea, anoche —apuntó Taehyung, y se pasó una mano por la nuca—. Cuando me llevó a casa, le pedí que dejara a Jade a un lado. Ella es inocente (relativamente).

—¿A cambio de qué? —cuestionó Jimin, con un tono mucho más exigente.

—De creerle. Él dice que no mató a esa gente. Y creo que dice la verdad.

—Oh, venga ya —exhaló Rayna.

—¿Por qué iba a mentirnos?

—Porque es Jungkook. Jungkook hace lo que quiere. Siempre ha sido así —dijo Jimin con un toque receloso.

—Vale, pues, por eso mismo. ¿Por qué iba a decir una mentira? No tiene sentido. Si fuera él, lo hubiera reconocido.

Jimin apretó los párpados, masajeándose una sien. La simple mención de Jungkook ya le daba dolor de cabeza; aunque al menos, la noche de Halloween se había portado bien y había alejado a Taehyung del conflicto, para llevarle a casa.

Rayna suspiró y luego encogió los hombros.

—Está bien. Pero si es así, significa que hay alguien más en Shadowfell —dijo la chica.

—Efectivamente, y ayer sucedió algo muy raro —continuó hablando Taehyung—. Soobin está colado por la hermana pequeña de Dave.

—¿La que trabaja de camarera en el Bell's? Pero si tiene dieciocho años, es mayor que él —expuso Rayna.

—Lo sé. Le he dicho a Soob mil veces que se aleje de ella —comentó Tae con cierta irritación—. Pero no me hace caso. Así que ayer, debieron estar tonteando, y Dave salió detrás de mi hermano para pegarle un puñetazo.

—¿Qué? ¿Dave se ha metido con tu hermano? —Rayna se llevó las manos a la boca.

—Le pegó —reveló Taehyung—. Y yo me metí para apartarlos, Tess estaba gritando, mi hermano tenía sangre en la nariz, y él... parecía otro tío. En serio —miró a Jimin fijamente—. Sus ojos se volvieron amarillos y yo me sentí muy raro.

Jimin no esperaba esa mención.

—¿Dave Trench? ¿El hijo del alcalde? —reformuló el pelinegro.

—Te lo juro, Jimin. Era como tus ojos —le decía Tae—, se encendieron como una luz, y parecía tan enfadado...

—Los ojos de los vampiros no se ponen amarillos, Tae —Jimin bajó la cabeza, pensativo.

El timbre del instituto sonó desde el interior del edificio, y los tres se vieron importunados. No podían seguir hablando, puesto que llegaban tarde a la primera clase de la mañana si no se ponían en marcha.

—Vamos. Lo hablamos después —emitió Rayna.

Los tres muchachos se desplazaron hacia el edificio y luego, acelerando el paso mientras todo el alumnado iba y venía, entraron en el aula A21. Rayna y Taehyung volvieron a sentarse juntos, y Jimin tomó un pupitre tras ellos.

Era irónico tener la clase de filosofía a primera hora. El profesor Kim entró en el aula el último, dejando su bandolera de cuero marrón sobre la mesa, con una montura de pequeñas gafas plateadas, y su habitual chaqueta beige, con una camisa a cuadros y corbata mal anudada. Taehyung no podía quitarse la imagen de él en Halloween de su cabeza; vestido de negro, con una ballesta, y la fuerza del fuego ardiendo en sus iris.

Un cazador sexy, viudo, y peligroso, haciendo contraste con el bonachón e intelectual de su faceta como profesor de escuela.

Sus iris se cruzaron unos instantes, pero Taehyung no sintió rechazo por él, sino todo lo contrario.

«Y sí, había estado a punto de matarme para vengarse de Jimin, pero, ¿no estaba volviéndose aquello más común de lo normal en esos días?», se preguntó Taehyung con cierto sarcasmo. Pensaba que Namjoon merecía una oportunidad.

Después de una mañana eterna de clases, Taehyung recuperó su libertad. Dejó algunas cosas en la taquilla del vestíbulo, y la cerró mientras sacaba el teléfono móvil de su bolsillo. Estaba a punto de mandarle un mensaje de texto a Rayna para avisarle de que la esperaría junto a la cafetería, pero Jade Russo pasó frente a él, y Taehyung se mordió el labio. Se guardó el teléfono de momento y la llamó, acelerando el paso para alcanzarla.

—¡Oye, Jade!

Ella se dio la vuelta y le observó con desgana.

—No, hoy no hay reunión de estudiantes —adelantó Jade, algo tirante.

—Ah, no era por eso. Sólo quería decirte que tu disfraz de Halloween era fantástico —inventó el castaño.

—¿Ese tonto disfraz? —Jade levantó una ceja, y entonces chasqueó con la lengua—. No era para tanto. Por cierto, dile al hermano de tu novio, de mi parte, que le den por el culo.

Bingo. Ahí tenía la respuesta sacada de tono que esperaba.

—¿Lo dices por Jungkook? —formuló Taehyung.

—Los De Fiore son unos raritos —escupió Jade, sin ningún tipo de control—. Estaba deseando que pasara de mí. ¿Sabes? No es tan bueno en la cama como se cree. Y siempre tenía que andar yo detrás, mientras él se hacía el estrecho. No pienso volver a salir con alguien mayor.

A Taehyung casi le descolgaba la mandíbula.

—V-Vale, creo que no necesito más detalles —dijo pasándose una mano por el pelo.

—Como sea. En fin, chao —Jade pasó de largo y se marchó.

Taehyung tenía cara de circunstancia. Salió del edificio sacudiendo la cabeza, y afortunadamente, se encontró a Rayna junto a la puerta.

—Te estaba esperando —dijo ella.

—Acabo de hablar con Jade.

—¿Ah?

—Parece que Jungkook la ha convertido en una despechada de nivel uno.

—Bien. ¿No es la rabia el mejor motivo para pasar página?

—Supongo —Tae encogió los hombros—. A todo esto, ¿A dónde vamos?

—A mi casa. Quiero enseñarte algunas cosas —sonrió Rayna.

Taehyung y Rayna fueron hacia el párking del instituto, tomaron el vehículo del chico, y en un rato más, llegaron a la casa de la abuela de Rayna. Era una bonita casa de madera oscura, con plantas en el exterior, dos pisos, desván y un tejado picudo.

Nada más entrar, Rayna dejó las cosas en la entrada y Taehyung también lo hizo. Había estado montones de veces allí, pero llevaba bastante tiempo sin pasar por su casa, especialmente desde el fallecimiento de sus padres. Aramintha se personó en el pasillo de la enorme casa en cuanto los chicos entraron.

—Oh, Taehyung, muchacho —ella le agarró por los hombros y luego tomó su rostro entre sus manos—. Esa aura que noto en ti... El novio de un no-vivo.

—N-No, Ara. Estoy bien —Tae se sentía un poco invadido, y apartó sus manos cuidadosamente—. De verdad. Todo va genial.

—Abuela, por favor —le pidió Rayna.

La mujer levantó las cejas con un leve asombro.

—Noto algo distinto, ¿Ese ser te ha sellado el coco?

—¿Intentabas entrar en mi cabeza? —dudó Taehyung.

Rayna se llevó una mano a la frente.

—Sólo quería buscar los candados que puede haber superpuesto en tu mente. Es peligroso que un vampiro entre en tu cabeza —reveló su abuela—. Las brujas tenemos inmunidad natural.

—Uh, creo que sé a lo que te refieres —Taehyung levantó una muñeca, mostrándole la pulsera—. Él me regaló esto. Me dijo que podía protegerme.

Aramintha extendió los dedos y tocó el diminuto corazón de diamante, pero sus yemas se retiraron muy rápidamente, como si acabara de electrocutarle.

—Un antiguo amuleto de bruja —dijo Aramintha.

Taehyung toqueteó la pulsera entre los dedos. Rayna le agarró del brazo y tiró de él, le dijo a su abuela que no se preocupara por ellos, y entonces subieron rápidamente la escalera, en dirección al dormitorio de la chica.

Una vez en el interior, ella cerró la puerta.

—Lo siento. Se toma muy en serio todo esto.

—No te preocupes —Taehyung se sentó en la cama—. Y, bueno, ¿qué hemos venido a hacer aquí?

—Ah, sí. Mira esto.

Rayna se sentó de rodillas en la cama y agarró una almohada. Acto seguido, la rajó con un tirón, derramando un montón de plumas sobre la colcha. Taehyung creía que se había vuelto loca, pero ella le miró con una sonrisita.

—Te he dicho que soy bruja, pero yo tampoco podía creérmelo al principio, hasta que Ara me dijo cómo debía concentrarme. Verás, no todo es tener sueños o sensaciones, también puedo hacer otro tipo de cosas. Pero claro, necesito práctica...

Rayna levantó las manos, posicionando las palmas por encima de las plumas que había sobre el colchón. De repente, estas empezaron a elevarse de forma etérea. Flotaban sutilmente bajo sus palmas, mientras Taehyung se llevaba las manos a la boca.

—Oh, Dios. ¿Eres telequinética? —formuló asombrado.

—Algo así —contestó con una sonrisa.

Seguidamente chasqueó los dedos y estas empezaron a flotar por el dormitorio, elevándose por encima de sus cabezas como si fueran estrellas. La sonrisa de Taehyung se abría ampliamente en su rostro. Súbitamente, las plumas dejaron de flotar y llovieron sobre ellos. Taehyung cerró los párpados brevemente, una se metió en su boca y sopló de forma graciosa.

—Es increíble, ¿por qué no puede haberme tocado a mí algo así?

—Y no es lo único, puedo extraer energía de las velas.

—Oh.

—Voy a enseñártelo, espera.

Rayna se levantó emocionada de la cama. Por fin podía compartir todo eso con alguien. Ella encendió una vela aromática con un mechero, y después, extendió una palma para apagarla. Taehyung se mostró muy interesado en sus dones, que, si bien de momento parecían pequeños, estaba seguro de que tenía un gran potencial por lo que le contaba.

Durante la tarde, el castaño aprovechó para hablarle sobre su marca. Ese asunto le perturbaba mucho más. Él le dijo a Rayna que Jungkook quería acabar con su vida el día de su cumpleaños, para evitar su despertar como cazador. Rayna estuvo comprobando la marca que había tras su oreja, y mencionó que había tomado forma ese último año. Nunca la había visto con tanta claridad. Casi se había tornado de color negro, con la forma de plátano estirándose y afilándose por los bordes, hasta formar una perfecta media luna.

—Me gustaría pararlo de alguna forma.

—¿Quieres que busque sobre tu marca? —dudó Rayna.

—¿Podrías hacer eso?

—No estoy segura, Taehyung... Apenas sé cosas sobre mis antepasadas brujas, pero, si puedo conseguir algún grimorio, lo haré para investigar sobre eso.

—Oh, Dios. Gracias —Taehyung le agarró una mano—. No sabes cuánto te lo agradezco. Se lo diré a Jimin, para que pueda ayudarte con eso.

—De acuerdo —ella le estrechó la mano amistosamente.

Sobrenaturales o no, su amistad continuaría siendo la misma, y ahora lo sabían. Eso les alentaba a unirse y mostrarse fuertes contra cualquier adversidad. Incluso aunque su profesor de filosofía fuera un cazavampiros sexy.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Jimin regresó a la casa De Fiore después del instituto, aprovechó el rato libre para escribir en su diario y terminar con una redacción de historia. Luego estuvo ejercitando en el dormitorio; flexiones, dominadas, y se colgó de una barra metálica hasta romper a sudar. Tras una buena sesión de ejercicio, se quitó la camiseta de tirantes que se pegaba a su piel, y se pasó una toalla pequeña por la nuca y frente.

Después se colocó una sudadera negra. Tenía apetito, pero él no salía de caza hasta caer la noche o de madrugada, así que no tenía más remedio que esperar. Poco después, bajó la escalera buscando algo con lo que saciar su sed temporalmente, así fuera un poco de whiskey o algún otro licor fuerte.

Jimin encontró a Jungkook en el sofá, con las piernas cruzadas sobre la mesa de café, y un libro en las manos. Su aspecto sereno y silencioso, se le hizo casi sospechoso.

—Ah, estás por aquí —dijo Jimin, desenroscando un frasco de cristal y sirviéndose.

—No tengo nada mejor que hacer —contestó Jungkook, sin levantar la cabeza—. ¿Te has reconciliado con el profesor vengativo de filosofía?

—Eso parece. Dudo sobre si se quedará en Shadowfell, o se irá de aquí —Jimin se llevó el vaso de vidrio a los labios—. Lo mismo me sucede contigo; no sé cuándo diablos desaparecerás.

Jungkook alzó la vista, apartando temporalmente el libro.

—Oye, tu integridad para escapar de situaciones potencialmente problemáticas me fascina. Debería aprender de ti —dijo el mayor.

Jimin encogió los hombros. Las pullitas entre ellos eran tan cotidianas, que incluso se sintió bien.

—Por cierto, ¿Cómo te va en el cabildo? ¿Sigues engañando a todo el mundo?

—Maravilloso —ironizó Jungkook—. El otro día tuve que tragarme una taza de té de verbena. Todavía tengo retortijones.

Jimin arqueó una ceja.

—Parece que vas en serio con... eso de que tú no mataste a esos chicos —comentó.

—Ah. No te preocupes, me gusta mantener la incertidumbre que la gente arroja sobre mí —Jungkook le hizo de menos.

—Taehyung me lo ha contado —agregó Jimin—. Eso de que has dejado a Jade para demostrarle que no fuiste tú el que mató a esa gente.

Jungkook le miró fijamente, aunque no dijo nada. Parecía que no tenía mucho que añadir o comentar sobre aquel hecho.

—¿Vas a ponerte celoso porque le hice caso a tu chico? —dudó con un toque pícaro.

—No, no. No te equivoques —Jimin paseó frente a la mesa, sosteniendo su copa en la mano—. Está bien, ¿sabes? Me parece estupendo que Taehyung pueda influir positivamente en ti. Y la verdad, parece aún más increíble que él no parezca tenerte tanta manía después de haber intentado matar a su mejor amiga, y a él.

Jungkook chasqueó levemente.

—¿Has visto? Será que ser un bombón me libra de todo perjuicio —volvió a concentrarse en su libro.

—Por lo menos, parece que todavía queda algo de compasión en ti.

—Jimin, corta el rollo. No eres nuestra madre.

—No, no lo digo por lo de Jade. Lo digo por lo de la otra noche —manifestó Jimin, lentamente—. Me ayudaste con lo de Namjoon, y ni siquiera cuestionaste lo de quitar de en medio a mi novio, así que... No puedo creer que esté a punto de decir eso —liberó un suspiro—, pero, gracias. Supongo.

Jungkook no levantó la cabeza, tampoco le respondió y su rostro se quedó tan neutro como siempre.

—Ah, y algo más. Taehyung me dijo que Dave Trench, el hijo del alcalde de Shadowfell, atacó a su hermano, y cuando le enfrentó, sus ojos se encendieron de amarillo. Le echaré el ojo a la familia Trench, por si acaso.

Jimin se fue del salón, dejándole a solas.

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El mes de noviembre transcurrió a una gran velocidad. Taehyung vio a Dave Trench en numerosas ocasiones, él le lanzó una mirada ligeramente molesta los primeros días, pero no volvieron a intercambiar palabras ni enfrentarse. Taehyung sólo quería saber que no volvería a acercarse a su hermano.

Mientras tanto, en el High School Elementary se preparaban para los exámenes, tenían montones de trabajos y tareas pendientes. Rayna había conseguido uno de los grimorios de las brujas Rey, en uno de sus viajes a Richmond durante un fin de semana. Esos días, Taehyung siempre la veía ojeándolo y tratando de averiguar sus simbolismos en la biblioteca, mientras lo ocultaba entre los apuntes y los manuales de literatura. Jimin ya había hablado con ella, y en ocasiones se sentaba a su lado para tratar de ayudarla con algunos elementos de brujería. Conocía superficialmente algunas prácticas mágicas, pero no era tan preciso como Rayna necesitaba.

Una tarde, se encontraron con ella en la parte trasera de la casa de la chica. Jimin y Taehyung fueron hasta allí, y pasaron a un pequeño cuartillo trasero de almacenaje, donde guardaban cosas viejas.

Rayna había colocado un montón de velas, y una manta en el suelo. El lugar no requería entrada, por lo que Jimin pudo atravesar el umbral sin la necesidad de una invitación directa. Los dos se sentaron frente a la joven bruja, quien se colocó el basto y viejo libro sobre los muslos tras encender todas las velas.

—Este lugar es genial para tener un poco de privacidad —dijo Taehyung.

—Exacto —Rayna cerró los ojos, como si estuviera tratando de canalizar algo. Tras unos segundos, volvió a abrirlos—. Dame tu mano.

—¿Mhn?

Ella sacó una pequeña aguja de una cajita de costura.

—No he encontrado nada de información sobre tu marca —decía Rayna—, así que, usaré tu sangre para vincular una respuesta. Espero que así podamos sacar algo que nos dé una pista sobre a lo que necesitamos.

Taehyung apretó la palma y se mostró dudoso, todavía sin ofrecérsela.

—Oh, vamos, Tae, sólo será una gotita, no voy a hacerte daño —aclaró su amiga.

—No es por eso, es que...

Miró a Jimin de soslayo, y el vampiro asintió con la cabeza.

—Vale, sí. Lo capto. Mejor salgo —dijo, incorporándose.

—J-Jimin, sólo lo digo por tu bienestar —dijo Taehyung.

—Tranquilo, no me ofendo. Me quedo afuera —Jimin salió de la caseta, y tiró de la puerta.

El muchacho estuvo paseando tranquilamente por la parte trasera de la casa, observando el gran terreno de césped, donde había varios árboles, y un enorme neumático que colgaba con una cuerda del más grueso. En el interior de la caseta, Taehyung le ofreció su mano a Rayna. Ella punzó con una finísima aguja en su yema y derramó una gota de sangre sobre un mapa de Virginia.

—Phasmatos tribum, nas ex veras —repitió Rayna varias veces—. Phasmatos tribum, nas ex veras...

Nada sucedió. La gota de sangre se secó sobre el mapa lentamente, y los dos se miraron.

—¿Qué significa eso? —preguntó el chico.

—Estoy buscando una respuesta, un objetivo. Debería haber funcionado, pero...

—A lo mejor mi sangre no es lo idóneo.

—O tal vez, es mi magia, y no estoy haciéndolo bien...

Taehyung sacudió la cabeza.

—Vale no te preocupes. Estás presionándote estos días.

—Quiero ayudarte.

—Lo sé, Ray. Pero todavía tenemos tiempo, ¿Okay?

Rayna asintió en voz baja. Parecía decepcionada consigo misma. Apagó las velas extendiendo una mano, y a Taehyung le pareció que había progresado bastante en sus dotes. Ellos recogieron la caseta doblando la manta, y luego salieron. Rayna llevaba el grimorio bajo el brazo. Jimin se aproximó a ellas, y le pasó una mano por la espalda a Tae.

—¿He oído que no ha funcionado? —preguntó.

—No hay nada en relación a Taehyung, ni en este libro, ni tampoco logro crear un enlace con su sangre... Pero os prometo que buscaré algo más. Esto no va a quedar así.

—Quizá debería preguntarle a Jungkook —pensó Jimin.

—No. No metas a ese en esto. No voy a confiar en vampiros —negó rápidamente Rayna—. Q-Quiero decir, no lo digo por ti, Jimin. Sé que tú no eres así, pero...

En el atardecer, Taehyung condujo hasta casa, con Jimin como copiloto.

Jungkook estaba al otro lado del pueblo, esperando pacientemente la salida de Joon Kim de su horario laboral. El profesor de filosofía cazavampiros se aproximó a su auto, vio pasar una sombra fugazmente y giró la cabeza, llevándose la mano al cinturón. Llevaba una jeringuilla con verbena, por si las moscas. Pero de repente, una silueta saltó sobre él. Era Jungkook De Fiore. El vampiro le partió el cuello y el cuerpo cayó al suelo. Jungkook suspiró justo después, frotándose las palmas.

Lo cargó en su coche y se lo llevó a casa. Fácil.

Un par de horas después, el cuerpo de Namjoon, sin vida, yacía sobre el sofá de la casa condal de Shadowfell. Jungkook se sirvió una copa, paseó por el salón hasta que finalmente le escuchó respirar de nuevo.

—Oh. Vaya. Estás aquí —celebró con un tono pacífico, sentándose en la mesa de café.

Namjoon levantó la cabeza, y se llevó una mano al cuello, como si todavía le doliera. Miró a Jungkook ciertamente confundido, hasta que su memoria se aclaró lo suficiente como para caer en la cuenta.

—¿Me has matado? —dudó.

—Estaba comprobando algo.

—¿¡Me has matado!?

—Eh, pensaba que volverías —se defendió Jungkook—. Lo has hecho, así que ya puedes irte a casa. ¿O prefieres que te sirva una copa?

—¡¡Me has matado!!

Jungkook puso los ojos en blanco.

—Sí, ¡sí! ¡Sí! ¡Pero tu anillo mágico te regresó a la vida, como esperaba! —indicó el pelinegro—. Veamos, ¿A quién se lo has robado?

Namjoon comprobó su anillo sintiéndose afortunado de que Jungkook no se lo hubiera quitado.

—No lo robé —expresó con un timbre grave—. Mi mujer me lo regaló. Era de su familia. Esto es lo que quieres, ¿no? Te he visto merodeando... Quieres quitármelo...

—Venga ya, ¿crees que soy tonto? Yo no robo reliquias ajenas —dijo Jungkook con dignidad—. ¿Conoces la maldición del tesoro maia? Digamos que, prefiero mantener las manos en mis bolsillos antes que llevarme algo que podría maldecirme. Además, no necesito disfrutar de sus beneficios. Son todo tuyos.

Namjoon se incorporó, apoyando las piernas en el suelo. Le miraba con mucha desconfianza, ligeramente confundido por su forma de hablar y sus acos.

—Tu mujer sabía demasiadas cosas, ¿eh? —continuó Jungkook, afinando la mirada.

—¿Mhn?

—Es un anillo revenant —señaló—. Sólo hay tres en el mundo; conocí a un hombre que lo llevaba en 1906—. Alarga la vida de una persona mortal. Supongo que, en estos veinte años, habrás envejecido como cinco. Ahora entiendo por qué pareces tan joven. Es una buena herramienta —le contemplaba bajo unos párpados felinos—. También protege de la muerte por causas sobrenaturales. Es decir, un accidente de coche podría matarte, pero si yo lo hago, volverás a la vida por mucho que lo intente. Ni siquiera me atrevería a tocarlo en tu mano, seguro que... Tiene algún truco...

Namjoon se frotó las sienes, asimilando aquella información.

—¿Por qué sabes tanto?

—Soy observador —Jungkook levantó las manos en son de paz—. Te vi el anillo la noche de Halloween, no pude pasar por alto tremendo pedrusco.

Namjoon suspiró lentamente.

—Cuando mi mujer me lo dio, no dijo nada de eso. Sólo dijo que era un regalo de bodas.

—Y ya lo creo que es un buen regalo de bodas —declaró Jungkook—. Supongo que te quería a su manera. Si no, no te hubiera dado un sello tan poderoso. Dime, ¿Ninguno de los vampiros que previamente has matado, te han dejado al borde de la muerte?

—Ahora que lo dices, hubo una ocasión en la que... Desperté después de desangrarme —reveló Namjoon—. Pensé que el anillo me había curado.

—Bueno, técnicamente, lo hace. Sólo que primero debes morir —compartió Jungkook con él.

—Uh.

—¿Podrías mostrármelo?

Namjoon dudó ligeramente, pero levantó la mano, mostrándole la montura del anillo. Jungkook le pidió que se lo quitara para que pudiera ver si tenía algún grabado interno. Él pareció negarse al principio, por lo que el vampiro suspiró desganado.

—Mira, no pretendo matarte. Solo quiero saber de dónde proviene —se excusó Jungkook.

—Si te preguntas por el grabado, sí, tiene uno. Son dos espadas cruzadas —le explicó Namjoon—. Pero prefiero mantener el anillo en mi dedo.

—Dos espadas cruzadas —repitió Jungkook, pensativo, y luego se levantó de la mesa—. ¿De qué me suena?

—¿Qué?

—Juraría que he visto ese símbolo antes.

—Creo que es un símbolo común.

—En el mundo de la noche, no.

Namjoon no tenía ni idea de qué hablaba, pero vio a Jungkook deambular con aires muy reflexivos, hasta que le sugirió que se marchara.

—Eres libre de irte. Tengo cosas que hacer.

El hombre se levantó, sintiéndose muy extraño.

—Y, ¿Ya está? —dudó Namjoon—. Pensé que ibas a vengarte por lo que traté de hacerle a tu hermano la otra noche.

—¿A Jimin? No, por Dios. No te culpo si querías matarle. Yo he querido hacerlo cientos de veces, es más, hasta día de hoy lidio con esa sensación —dijo Jungkook con humor—. Pero me caes de lujo, tío. Suerte en tus cosas de profe humano. Por cierto, ¿podrías echarle un ojo a Dave Trench, los días en los que estaré fuera de casa? Has pasado por alto a un alumno vampiro.

Namjoon se quedó a cuadros.

—¿Dave Trench? ¿El líder del equipo de fútbol? Eso es imposible —suspiró—. Es el hijo del alcalde.

—Querido Joon, este pueblo está lleno de misterios.

Poco después, el profesor Kim salió de la casa condal, encontrando su coche junto a la puerta. Jungkook le había lanzado la llave antes de irse. Al menos, ahora sabía que tenía un anillo que le protegía de la muerte.

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