Capítulo 37.
—¿Aysel? ¿Tommy?
¡Por las estrellas! Son igualitos. Pensé que esto solo pasaba en los animales. ¡Rayos! ¡Son como cebras! Bueno no están rayados ni nada, pero son iguales, así como mis hermanos y yo... Bueno, no es momento de recordar mi vida como una cebra.
—¿Murat? Hola—Y aquí viene el sonrojo. Aunque te entiendo chica, si con uno te ponías como una manzana, con dos de segurito te me mueres.
Aysel, espera, no te mueras.
—Hola.
—Hola.
—Hola.
A veces los humanos pueden ser un poco estúpidos. Este es uno de los casos, pareciera que Murat y Aysel estuvieran encerrados en su propio mundo, por eso no paran de saludarse como tontos. Ya sé que no debo juzgar, después de todo me gusta oler la cola de otros canes pero esto es un poco... raro.
La réplica de Murat, que se ve totalmente igual como Murat pero que huele muy diferente a Murat rodó los ojos y decidió intervenir.
Gracias a las estrellas por eso.
—¡Hola! Soy A. B. —El humano sonrió de oreja a oreja mostrando sus resplandecientes dientes blancos—. Es un placer conocerte.
—Oh, el gusto es mío—la chica como pudo tomó la mano que le ofrecía la réplica de Murat. Al parecer ella todavía estaba en las nubes porque aún no caía en cuenta de que... ¡Eran idénticos! —. Wow, tienes un gemelo.
—Pero yo soy el gemelo guapo.
—A. B. por favor.
—¿Qué? Sabes que es la verdad.
Olí con profundidad a A. B. para saber un poco más de él, su alma estaba un poco manchada, pero no estaba ni negra ni gris, solo los matices del blanco habían cambiado un poco. Ni de cerca era igual a Murat, solo en apariencias, sus interiores eran totalmente diferentes.
—Tienen unos nombres un tanto peculiares—mencionó la humana regalándoles una de esas sonrisas que tanto me gustaban—. ¿Puedo saber que significa A. B?
—Realmente no quieres saberlo. Mamá está un poco loca y gracias a eso me dejó marcado con el nombre más horrendo del planeta.
—La A significa Aslanbey—respondió por su parte Murat.
—¡Murat, joder, tenemos un trato! —se quejó el tipo, pero Murat solo se encogió de hombros.
—Solo termina de irte, Aslan, no quiero que Jennie me escriba el típico discurso de por qué no debo retenerte cuando tienes que ir a cenar con sus padres.
—Eres malvado, hermano, pero yo también lo soy—Una sonrisa maliciosa se formó en sus labios—. Su segundo nombre es Rashid.
—¡Aslan!
—Ya me voy, ya me voy. Fue un placer conocerte, Aysel.
La réplica de Murat se alejó rápidamente hasta que finalmente desapareció de nuestra vista dejando un silencio incómodo.
—¡Guau! —Les juro que si siguen así voy a morderlos.
Al parecer mi ladrido los despertó de su ensoñación. Pero la mirada penetrante de Murat hacía que Aysel se sonrojara cada vez más y más, era sorprendente ver los diferentes tipos de rojos que la humana podía tener en su rostro.
—Mi mamá es turca, por lo tanto tenemos nombres no tan comunes para los estándares canadienses.
—Tu hermano es el segundo Aslan que conozco.
—¿Ah sí?
—El primero es el león de Las Crónicas de Narnia.
Ambos rompieron a carcajadas como si hubiese sido el mejor chiste del mundo. En serio, los humanos a veces son muy básicos.
Murat, finalmente dej+o de mirar como tonto a Aysel para echarme el ojo.
—¿Es lo que creo que es?
—Decidí adoptar a Tommy hace unos meses—dijo ella rascando detrás de mis orejas.
—¡Eso es genial! Estoy muy feliz por ustedes—exclamó él mientras se unía al rascado de orejas.
¡Oh, Aysel! ¿Podemos llevarlo a casa? Prometo que lo sacaré a pasear y lo alimentaré cuando tenga hambre.
—Yo también lo estoy, él es un excelente perro. Pero me ha traído muchos problemas—Inconscientemente empezamos a caminar.
Aysel le contó cada detalle de lo que había pasado a Murat, el chico la escuchaba atentamente, aunque se le notaba un poco preocupado. Me sorprendía ver como la humana se había abierto un poco con Murat, suponía que actuaba de esa manera porque realmente él no estaba en su círculo de humanos.
—¿Ya consiguieron un lugar?
—Sinceramente todavía no me pongo a buscar, quise hacerlo hoy pero primero quería relajarme un poco antes de pensar en una mudanza.
—Eso es bueno—Al ver la mirada sorprendida de la chica el rápidamente se corrigió—. No digo que sea bueno que estés en este aprieto, solo que me alegra que aún no hayas conseguido un lugar.
Humano, por Dios, sigues metiendo la pata y pronto llegará al fondo.
—Okey, no quería que sonara de esa manera—Murat introdujo sus manos en los bolsillo de su pantalón y se detuvo frente a nosotros—. Hace unos días estaba pensando en alquilar un anexo que tengo en mi casa, solo que no quería ofrecerlo a cualquier desconocido.
—Bueno, técnicamente somos desconocidos
—Dejamos de ser desconocidos cuando bauticé a tu perro hace tres meses en este mismo parque, Aysel—La chica mordió su labio inferior para ocultar una sonrisa. Murat prosiguió—. Escucha, podría dejártelo a un buen precio y no tengo reglas muy difíciles, solo que arrojes la basura dentro del bote que hay fuera de casa para que el gobierno no me multe.
—No lo sé, Murat.
—¡Anda! Anímate, además, Tommy no es ningún problema para mí. ¿No dijiste que querías un buen lugar para el también?
Oh Murat, debo darte el crédito, si fueras un perro también te daría un Perroscar, miren esa manipulación. Me agradaba aún más este humano.
—¡Guau! —¡Acepta, Acepta!
—Parece que a Tommy le gusta la idea.
Aysel miró entre Murat y yo, estudiando si realmente era una buena idea para ella. Hasta que finalmente asintió y Murat de la emoción la abrazo fuertemente. Cuando se dio cuenta se alejó apenado de la humana. Pero gracias a eso mi Tommy demonio—Anteriormente llamado Firulais demonio—, hizo aparición a mi izquierda.
—¡Vamos a juntar a estos dos, Tommy!
—No pueden juntar a los humanos como les plazca—Dijo mi Tommy ángel a mi derecha.
—Pero no, nosotros solo vamos a... acercarlos un poco, ¿verdad Tommy?
Oh si, solo vamos a acercarlos un poco. Aunque ya mentalmente estoy visualizando los lindos cachorros humanos que tendrían Murat y Aysel, aunque si siguen con la tradición de los nombres raros por parte de la familia de Murat no me extrañaría que le pusieran Firulais a su hijo.
Firulais es un nombre genial, solo que no es para un humano. Estamos de acuerdo, ¿verdad?
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