Capítulo 33.

Aysel aún sonrojada caminaba rápidamente conmigo en sus brazos. La chica tenía una gran cantidad de músculos, tenía que admitir que yo no era nada pequeño, aunque si había adelgazado un poco en las últimas semanas. Sin embargo, un can como yo no era nada liviano y la chica me tenía en sus brazos como si solo pesara como una de esas condenadas pulgas.

Ahora, analizando todo lo que acababa de pasar, ¿quién era Murat para Aysel y por qué ella se comportaba de esa manera?

Nunca entendería a los humanos, pero como ya lo había mencionado Aysel en algunas ocasiones era fácil de leer, esta era una de esas ocasiones.

A Aysel le gustaba Murat y déjenme decirles que a mí me gustaba él para la chica.

Cortando mis pensamientos, Aysel se aproximó a la puerta de un pequeño edificio. Miró con temor frente a ella y dejo salir un pequeño suspiro para después posar sus ojos sobre mí.

— ¿Cómo no se me ocurrió esto antes? —Me miró atemorizada —. Escucha Tommy, se supone que tú no puedes estar aquí. La Señora Cuatro Ojos me matara si te ve aquí. Puedo jurar que la mujer tiene un radar con los animales y los hombres.

¿La Señora Cuatro Ojos? ¿Y esa quién es?

—Así que escúchame amiguito, no puedes hacer ningún ruido, debes portarte bien por esta noche, ¿de acuerdo?

No respondí, ella dijo que hiciera silencio así que no puedo ladrar, solo me quede ahí, sobre sus brazos observándola.

—De acuerdo, asumiré que me entendiste —Aysel me dejó un momento en el suelo para poder sacar una chaqueta de su bolsa, posteriormente me cubrió con ella para después tomarme nuevamente en sus brazos y abrir la puerta —. Ahora shh, no hagas ruido.

Si abrió la puerta rápido no pueden imaginarse la rapidez con la que subió las escaleras. Pero al parecer la supuesta Señora Cuatro Ojos la escuchó porque a nuestras espaldas alguien la llamó.

— ¿Aysel? ¿Qué traes en tus brazos?

— ¿Esto? Oh, nada Señora Decker, cosas del trabajo —Respondió ella muy segura de sí misma sonriéndole por encima del hombro —. Ahora si me disculpa, está un poco pesado.

—Aysel, espero que no sea un mugroso animal. Recuerda que están prohibidos en mi edificio—La señora insistió, por lo que Aysel no pudo seguir con su camino.

Les juro que aguanté la respiración cuando se dio un poco la vuelta, afortunadamente la chaqueta me cubría por completo. Ahora todo quedaba de mí parte para no moverme o hacer algún ruido. Ya entendía porque la advertencia de Aysel, si esa señora nos descubría ella tendría grandes problemas, lo último que quería era afectarla de algún modo.

—Señora Decker, le puedo asegurar que yo siempre sigo las reglas así que no debe preocuparse. Ahora si me disculpa, estoy muy cansada, así que iré a ducharme y me meteré a la cama. Buenas noches —Aysel procedió a subir pero antes de darse la vuelta se despidió de la señora con un comentario mordaz —. ¡Ah! Y entiendo que los animales no sean de su agrado, pero por favor, métase ese tipo de comentarios por donde no le da el sol. Ahora sí, buenas noches.

— ¡Chica insolente! Hablaré con mi marido para que te eche a la calle.

Aysel no dijo nada, solo subió las escaleras con rapidez hasta llegar a una deteriorada puerta la cual abrió llevándome con ella hacia el otro lado. Cerró la puerta, nos acercó al sofá donde me dejó delicadamente sobre este, luego se arrojó a mi lado volviendo a suspirar.

—Realmente odio a esa mujer—Volteé mi cabeza a la derecha y luego a la izquierda para que ella supiera que tenía toda mi atención—. Las vecinas le dicen la Señora Cuatro Ojos porque pareciera que también tuviera ojos en la espalda, nunca he conocido a una persona más chismosa que esa mujer. Por el contrario a su esposo, el señor Decker es un amor, pero de seguro me echará si se entera de que te traje aquí.

Aysel rascó detrás de mis orejas para después sonreírme. ¡Rayos! Realmente tenía una sonrisa hermosa.

—La verdad odio vivir en este lugar, pero es económico y me ayuda a conseguir unos ahorros extras, ¿sabes? Quiero tener mi propio negocio y la señora Baker me dio la oportunidad de tener Happy Animals por un buen precio. Ella ya quiere retirarse, coger el dinero de la venta y acompañar a su hijo en algunas de sus aventuras. Por eso no puedo darle tan poco por el lugar aun cuando ella me lo ofreció a tan buen precio. No me parece justo.

Aysel tenía su total atención en mi explicándome sus planes, como si no tuviera muchas personas con las cuales ella pudiera hablar.

—Realmente me gustaría tenerte para mi Tommy, pero por ahora eso no va a funcionar, así que disfrutemos de esta noche, ¿sí?

Realmente la entendía, sabía que tenía sus planes y que eran más importantes que tener una mascota, pero, ¿cómo podría renunciar a ella? Aysel era de lejos la mejor humana que me había cruzado en mis diez vidas, ella era la indicada, las estrellas lo sabían, yo lo sabía.

No podía rendirme y no lo haría.

Ambos pasamos la noche en su sofá, viendo una película tan mala que me hizo querer aullar, sin embargo Aysel parecía disfrutar cada chiste tonto que el humano recitaba detrás de la pantalla, era horroroso.

Para la hora de dormir, Aysel me dejó sobre el sofá mientras que ella atravesó otra puerta dentro de su casa, suponía que era su habitación. Cuando me dio las buenas noches depositando un beso sobre mi pequeña cabeza, no pude evitar sentirme solo de nuevo, tenía miedo, había oscuridad y sentía que pronto otro humano vendría por mí a hacerme daño, por lo que asustado bajé del sofá como pude y caminé a paso lento hacia la puerta entreabierta de la habitación de Aysel. Mi pata dolía un poco, supongo que me estaba pasando factura después de jugarreta en el parque.

La cama estaba un poco elevada, sabía que no podría subirme a ella por mi propia cuenta dada mi condición, por lo que lancé un ladrido aún cuando ella me pidió que hiciera silencio. Cuando no contestó al primero, lo repetí dos veces más hasta que levantó su cabeza con ojos adormilados.

—Shh, hicimos un trato, Tommy.

—¡Guau! —Súbeme contigo, por favor, no quiero estar solo.

—¡Tommy, silencio!

—¡Guau! ¡Guau! —Haré silencio si me subes a esa cómoda cama, fue lo que ladré mientras movía mi cola con emoción.

Tenía mucho tiempo sin saber que era una buena cama.

—Está bien, está bien, puedes dormir conmigo pero por favor, haz silencio.

Aysel me levantó del suelo y me acomodó para que estuviera junto a ella en su mullida cama. Tan suave y acolchada. Posó su mano sobre mi cuerpo y lo acarició con sus suaves dedos.

—Realmente eres muy manipulador, Tommy—Si, tal vez lo soy un poco—. Pero te complaceré esta noche. De igual manera es solo la única que pasarás conmigo.

Si... emm pues eso no lo voy a permitir.

1/3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top