Capítulo 29.
Estaba vivo.
Apenas me rescataron me llevaron a un centro de emergencias para animales. Me pincharon muchas veces, también fijaron mis patas con una cosa llamada yeso, era blanco e inmovilizaba mis patas. Había escuchado hablar al humano con bata blanca, él me había salvado, bueno él y su equipo, pero estaba seguro de que las estrellas los habían puesto en mi camino para salvarme, para poder seguir mi misión.
—Es uno de los peores casos de maltrato animal que he podido ver—le dijo una de las enfermeras a otra—. Esto es... Horrible.
—El pobre tenía días sin comer y tomar agua.
—¿Y los golpes? ¿Las descargas? ¡Dios mío!
—Este perro es un milagro—dijo el doctor silenciándolas—. Con la severidad de las heridas, la deshidratación y la falta de comida... Pensé que no lo iba a lograr.
—¡Es un guerrero!
Ese soy yo, soy todo un guerrero. Estoy seguro de que cuando las perritas vean mi yeso irán corriendo tras mi cola para olisquearla, soy un gran partido.
Mi jaula en aquella clínica era muy cómoda, pero sabía que mi estadía en ese lugar no duraría mucho tiempo, ellos solo estaban esperando a que me recuperara para, no lo sé, quizás volver a la perrera, incluso podrían llevarme de nuevo a las calles. No sabía lo que me iba a suceder, solo sabía que tenía que seguir con mi misión.
Que haya vivido la crueldad humana no significaba que no me hubiera cruzado con buenas personas, sabía que esta vez lo podía lograr, aun cuando mi trasero dolía demasiado.
—¿Que van a hacer con él?—Había preguntado la enfermera una mañana.
—Aun no lo sabemos, realmente no quiero entregarlo a la perrera—había dicho el doctor—. Tal vez en la tienda en la que trabajo lo acepten, solo necesita que alguien lo adopte y le den mucho amor.
—Quisiera llevármelo a casa, pero no aceptan animales en mi edificio.
¿Existe tal cosa como eso? Deberías denunciarlos, mujer. ¿Cómo no pueden aceptar animales en la que se supone es tu casa?
La enfermera tenía una muy bonita alma, era blanca, pero había unos cuantos nudos oscuros que no me convencían. Sabía lo que significaba tales nudos, la mujer no se sentía en paz, y cosas que había hecho a través de su vida habían manchado su alma un poco.
—¿Usted sabe lo que pasó con los responsables de tal aberración?
Paré mi oreja un poco más. Suponía que ambos estaban en la cárcel, algo así como una perrera de humanos pero en dónde no te llegaban a adoptar, sino que metían a los humanos en las jaulas y los harían reflexionar sobre sus acciones.
—El chico está encerrado, solo le dieron cinco años, una cuantiosa multa y citas obligadas al psiquiatra—dijo el doctor muy enojado—. Personas como estas deberían estar encerradas de por vida.
—Le dieron la pena máxima.
—Para veinticinco animales enterrados no me parece para nada justo.
—¿Y la chica?
—Persona inestable, está encerrada en un instituto mental—suspiró y froto sus extraños ojos—. Si alguna vez llegara a recuperarse iría directamente a prisión. No solo por la cantidad de animales que maltrató y mató, sino que también en su estado de locura ella declaró que había matado a cuatro personas, entre ellas a su padre. Su hermano estaba sorprendido, no pudo confirmar nada, al parecer había pensado que su hermana solo se había quedado nada más con los perros, pero para ella no había sido suficiente.
—¡Dios mío!
—Ambos están enfermos, espero que algún día lleguen a arrepentirse de lo que hicieron.
Me alegraba saber que ambos recibirían la ayuda que necesitaba. No era un perro rencoroso y, aunque me habían tratado muy feo, no les deseaba el mal, solo quería que se recuperaran y que no le hicieran más daño a nadie.
Una tarde, el doctor abrió mi jaula y me sonrió al ver cómo le movía la cola. Él me agradaba, su alma era pura y estaría más que feliz de que él me llevara a su casa.
—Es hora de llevarte a un nuevo lugar, ya no puedo mantenerte aquí—Mi cola se detuvo algo entristecido—. Te llevaré a la tienda de mascotas en la que trabajo. La dueña es una persona muy dulce y me permitió llevarte ahí para ver si tienes suerte. Yo creo que la tendrás, podemos conseguirte una familia.
Una familia, lo que siempre he querido.
A pesar de mi dolor, mi cola se movía con fuerza, emocionado por lo que escuchaba. El doctor se rio y me tomó en sus brazos con cuidado para después adentrarnos en un auto.
Era la primera vez que tenía un viaje en auto en la que no me la pasara mal. El doctor cantaba muy felizmente al compás de la música y me invitaba a que cantara con él. Estuvo impresionado de mis dotes artísticas cuando empecé a aullar, tanto así que se detuvo en medio del camino y sacó un aparato rectangular según él porque tenía que grabar eso.
Yo era todo un artista.
La tienda de animales no era muy diferente a la clínica, me colocaron en un jaula, un poco más pequeña eso sí, pero igual de cómoda y luego el doctor se dedicó a enseñarles a los presentes la grabación de nosotros dos cantando.
—¡¿Estás de coña, Hayashi?! ¡¿Él perro cantó?!
—Es un perro muy especial, ¿no crees, Louis?
—Mi mamá lo amará, tal vez hasta que se lo quede.
—Si por tu mamá fuera se quedaría con todos los animales que se han rescatado—El doctor, cuyo nombre primera vez escucho, sonríe. Tenía un nombre muy raro por cierto—. ¿Por qué no te lo quedas tú?
—Me encantaría, pero este es un animalito que necesita una familia estable y Livana y yo vivimos más en un hotel que en nuestra propia casa.
—¿Cuál será su próximo viaje?
—Iremos a tu tierra, en dos semanas partimos a Japón.
El doctor y el humano hablaron por un buen rato, sobre los lugares que tenían que ir Louis y su esposa mientras que estuvieran en Japón. La conversación estaba muy interesante, hasta a mí me dieron ganas de conocer tal lugar. Pero la campana de la puerta los interrumpió, pensé que estaba teniendo una visión, no podía creer lo que mis ojos estaban viendo.
—Hola Louis, ¿tu por aquí?
—Estaba de paso—le respondió el humano dándole un beso a la chica en la mejilla—. ¿Cómo estás?
—Llevando un día a la vez—La chica se acercó al doctor y le dio un abrazo, luego posó sus ojos en mi jaula—. ¿Tenemos un nuevo visitante?
—Lo llevaron a emergencias hace unas semanas, se quedará por aquí hasta que le encontremos una familia.
La chica, que claramente conocía, se acercó a mi jaula. Emocionado traté de levantarme para darle un lengüetazo, pero mi pata con el yeso me lo impedía.
—Vaya Aysel, sí que le gustas.
Ella sonriente acarició mi cabeza. No lo podía creer. ¡Era Aysel! Aquella chica de alma pura que me rescató años atrás cuando apenas era un cachorrito.
Muchas sorpresas en este capítulo, ¿no?
Este será el último capítulo del año, así que espero que pasen unas muy bonitas fiestas :) Nos leemos hasta el 03/01
Dedicado a Fabi :)
Nos estamos leyendo.
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