No fui adoptado al siguiente día que Apolo. Pasaron los días y esa jaula poco a poco se convirtió en mi hogar. Muchas veces pensaba en huir pero siempre me decía, ¿Qué pasaría si estuviera en las calles? Si, tal vez tendría más chances de conseguir a un humano pero no tendría comida asegurada, agua o un lugar cómodo para dormir, y lo más importante: estaría solo.

No es que ya no lo estuviese, podría estar rodeado por cientos de perros pero todos estaban en su mundo. Muchos lloraban por la noches, otros solo estaban absortos en su mente. Nadie al parecer quería platicar, incluso yo con el tiempo solo me quedaba ahí, mirando los barrotes como si fueran la cosa más interesante del mundo.

Estar en la perrera era aburrido, desolado y triste.

Me daba risa pensar que por un momento me imaginé que este era un club para perros.

Ahora hablando en serio, deberían hacer un club para perros, ¿no creen?

Hoy cuando me levanté tuve la misma sensación que aquella vez tuve con Zeus en el parque. Me sentía muy preocupado, porque sabía que algo iba a pasar, y estando en ese lugar podría ser cualquier cosa, estaba en un cincuenta y cincuenta, podría ser bueno o podría ser malo.

Pero mi cola se inclinaba más a lo malo luego de esa última vez.

Oh Zeus, como extrañaba a aquel cascarrabias Chihuahua. Cómo me gustaría volver a compartir otro bocadillo con él.

Mis orejas se muestras bajas por la tristeza, realmente necesitaba tener al menos un amigo perruno, uno con el que pudiera hablar, en el que pudiera confiar.

Todos empezaron a ladrar cuando una de las cuidadoras entró por la puerta al final del pasillo, fue cuando sentí aquella energía.

Oh Dios, aquella energía que ya había sentido antes.

Y también, la persona que entraba detrás de ella lo reconocía perfectamente.

Jack el destripador.

—Me alegra que su esposa y usted quieran expandir la familia—dijo la cuidadora mientras caminaban lentamente por cada una de las jaulas—. Es lamentable que esté tan ocupada, siempre pienso que esto es una tarea de pareja.

—Sí, pero será una sorpresa de mi parte, ella quedará encantada con cualquiera que escoja—dijo Jack el destripador concentrado mirando dentro de cada una de las jaulas.

—¿Regalo de cumpleaños? ¿O uno de aniversario?

—¿Perdón?

—¿Que están celebrando?

Jack el destripador la observó fijamente y embozo una sonrisa fingida.

—No hay que celebrar nada para regalarle algo a mi esposa. Además como le dije, ella quiere otro cachorro, así que yo sé lo daré.

—Aww es tan romántico—La rubia cuidadora le hizo ojitos.

Más que estar haciendo su trabajo solo quería meterse en el bolsillo a aquel hombre malo, que como si fuera posible su aura estaba más negra que nunca, ese hombre me aterrorizaba.

Todos pedían a ladridos ser llevados por él mientras que yo por mi parte solo estaba tratando de ocultarme al fondo de mi jaula.

Él había prometido volver por mí, no quería que cumpliera su promesa.

—Este es Cockie y está listo para una familia—Dijo la rubia señalando a una de las jaulas en dónde un dálmata movía su cola con fervor, súper emocionado por lo que pasaba—. Es mi cachorro favorito, si tuviera más espacio en casa ya hace un buen tiempo me lo habría llevado.

—Umm no me gustan los dálmatas.

—¿Por qué no?

Jack el destripador emboza una sonrisa macabra que podría asustar a cualquiera.

—No me gusta ser comparado con Cruela de Vil, si quiero una piel de un perro me gustaría que fuera un poco diferente a blanco con manchas negras. El blanco se ensucia demasiado, y la sangre es difícil de quitar.

La chica se quedó congelada, incluso algunos perros que prestaban atención a la escena dejaron de ladrar espantados por aquellas palabras.

—¿Que... dijo?

—Es una broma—dijo con una sonrisa que a lo lejos podría notar que era fingida—. Soy escritor de terror. A veces me gusta probar con las personas algunos diálogos para ver si lo estoy haciendo bien, ¿qué te pareció?

—¡Vaya! ¡Wow! ¡Sí que me asustó! Necesito leer uno de tus libros.

No podía culpar a la cuidadora, era medio tonta. Ponía en nuestra taza de comida agua y en nuestra taza de agua comida, además, cuatro perros la corretearon hace dos días por haber dejado las puertecillas de las jaulas abiertas.

Si no podía cerrar una puerta de una jaula, una tarea tan sencilla, mucho menos podría ver la maldad en los ojos de aquel hombre.

Jack el destripador siguió caminando hasta que se detuvo frente a mí, me observó.

No moví ni un músculo, yo no quería salir de mi jaula, no me quería ir con ese hombre.

—A él le llamo ojos tristes, siempre está apagadito. Nunca mueve la cola, no ladra, se porta muy bien. Pero se nota que está triste, él pide a gritos una familia.

Jack el destripador embozó una sonrisa aterradora mientras qué yo miré amenazantemente a la cuidadora.

Si quiero una familia pero no con este hombre. ¿Estás loca, mujer?

—Es muy tierno.

No lo soy, soy horrible, ¿ves? Ni siquiera me han hecho la paticute. Mejor ve con Cockie o con otro perro, ¡pero no yo!

—¿Entonces te lo llevas?

—Si—temblé en mis patas con aquella afirmación—. A mí esposa le encantará.

—¡Qué bien! ¡Ojitos tristes tendrá un hogar!

La cuidadora celebraba con una gran sonrisa. Abrió mi jaula para yo poder salir pero no quería hacerlo, quería quedarme aquí, no podía irme con él.

Jack el destripador me haría daño.

—Aww pobrecito, está asustado.

Me tuvieron que sacar de ahí a rastras, me obligaron a caminar con una cuerda atada a mi cuello. Estaba que me hacía encima porque sabía que una vez que saliera de esas puertas no habría vuelta atrás.

Lo más tonto de todo fue que no me defendí, el miedo y el shock me tenían congelados.

Desperté cuando ya era demasiado tarde.

Cuando Jack el destripador me metió en la parte trasera de un auto y con una sonrisa maliciosa me dijo:

—Te dije que volvería por ti, nos divertiremos muchísimo, ya quiero que Bee te conozca.

Advierto que los siguientes capítulos no van a ser fáciles de digerir, porque planeo ser lo más cruel y real posible.

Capítulo dedicado a Nancy :)

Recuerden que si quieren dedicación solo deben comentar, elijo al azar.

Nos leemos.