Capítulo 22

Mis días en la perrera fueron... de lo más aburridos. Al menos no me hacían daño en ese lugar. Me portaba bien y todos los cuidadores que pasaban por ahí quedaban encantados conmigo al igual que con Apolo.

—Tal vez seas mi nuevo compañero permanente, Firulais—me dijo una vez mi vecino de jaula.

Apolo me había dicho que siempre tenías que ser obediente con los cuidadores, tal vez de esa manera no te llevaban al pasillo final.

De cierta manera era entendible. Sabía por qué sacrificaban a los perros que no lograban conseguir un hogar. Éramos muchos en las calles y en algún punto las jaulas se llenaban. Había algunas que tenían más de tres canes en ellos porque no había mucho espacio. Mi lado del pasillo era para perros solitarios, perros que fueron atrapados con algún grado de violencia. Yo, tratando de defender a Zeus había mordido al humano, por ende me encontraba aquí.

—Al igual que yo. Solo que yo no defendía a ningún perro—me explicó Apolo al contarle la historia de cómo llegué aquí—. Me estaba defendiendo a mí mismo y mordí a aquel humano, tenía que hacerlo, había escuchado cosas de la perrera y todo ha sido verdad, solo que me gané el corazón de algunos por aquí y todavía no ha sido el momento para ir al pasillo final.

—¿Qué es el pasillo final?—le había preguntado con algo de miedo. No sonaba como algo bonito.

Y no lo era. El pasillo final, era literalmente eso, un pasillo que te llevaba al final de tus días. Los perros que no eran adoptados en un tiempo tenían que dejar sus jaulas para darles espacio a otros. Por ende, todos los que iban a aquella habitación al final del pasillo no volvían, los "dormían", terminaban su vida en una fría mesa de acero inoxidable.

—Pero si te quieres sentir mejor, la mayoría de los canes que han ido al pasillo final es porque así lo han querido. Es mejor terminar una vida si realmente no la estás viviendo.

No podía creer lo que había dicho Apolo esa vez. ¿Los perros se daban por vencidos tan rápido?

Ese día vi por primera vez como se llevaban a uno de los perros. Uno de los cuidadores, amarraban una cuerda en el cuello de un compatriota perruno y pronto lo llevaban al final del pasillo. Podía escuchar como muchos perros ladraban despedidas y deseos de buena suerte.

—¡Te veré al otro lado!

—¡Eres valiente!

—¡Te queremos, Firulais!

Era solo un perro que no había tenido la oportunidad de tener una familia. Solo un perro que nunca se le había dado la oportunidad de vivir su aventura.

A los ojos de Firulais, el perro que estaba entrando en ese cuarto para nunca salir, era el fin de esa aventura.

Para suerte de él al menos no tendría que reencarnar en otro animal, no como yo. Yo no tenía opción, solo debía encontrar un alma pura o volver a morir, ser otro animal y de nuevo encontrar un alma pura. Es un ciclo.

Esa misma tarde también vi el otro lado de la historia y más de uno estuvo sorprendido por aquello.

Lamía mis patas pues había una garrapata que me estaba chupando hasta el alma, la condenada no quería irse, solo quería su sangre. Soy una jugosa golosina para una garrapata, ¡Que horror!

Tan concentrado como estaba no vi cuando una pareja y una niña entraron a nuestro pasillo. La mujer, tenía una hermosa sonrisa y miraba con amor a cada uno de nosotros, su alma tan pura y brillante me hizo saltar en mi lugar dejando de lado a la condenada garrapata. El hombre por su parte, llevaba tomada de la mano a una niña muy dulce, ambos con almas hermosas, tan inmaculadas, eran la familia perfecta, una familia sin maldad en sus corazones, la familia que todo perro en este lugar, incluyéndome, necesitaban en sus vidas.

Sé tierno Firulais. Bueno sé tú pero sé más tiento aún, me decía en mi mente.

Pasaron por cada una de las jaulas hasta que se detuvieron frente a Apolo quien indiferente tenía su cabeza entre sus patas y esa mirada singularmente triste que siempre cargaba.

—Él está triste—le dijo la niña a sus papás.

Por un momento tenerlos tan cerca me hizo querer ladrar para que me prestaran atención. Pero algo dentro de mí dijo que todavía no era mi turno. Apolo había esperado mucho encerrado en este lugar, encerrado solo por unos mordiscos que le dio a aquel que lo trajo aquí solo por defenderse.

—Puedes esperar un poco más, Firulais. Has sido todo tipo de animales, has visto todo tipo de crueldad en los humanos, has aguantado de todo, puedes esperar un poco más—Decía mi Firulais ángel a un lado de mi rostro—. ¿Que son unos años más?

—Duh, ¿no entiendes que no se puede durar mucho en este lugar?—espetó Firulais demonios más molesto de lo normal—. ¡Tenemos que salir de aquí si tenemos la oportunidad! Así que sé tierno, Firulais.

Ellos siguieron discutiendo pero ya yo había tomado mi decisión. Apolo había visto un amigo en mí, así que yo sería un amigo para él, mientras todos trataban de llamar la atención de la pareja yo solo los observé.

—No me gusta que esté triste, mami.

—Tal vez esté triste porque se siente solo en este lugar y le gustaría tener una familia—le dijo su mamá quien se puso a su altura y a la de la jaula de Apolo.

—Ehm señora, tenga un poco de cuidado. Apolo es un buen perro pero puede ser un poco malhumorado.

La mujer, sin prestarle atención al cuidador adentró su mano con confianza en la jaula y acarició la cabeza de Apolo. El perro la miraba atento y agarrando confianza le lamió la mano. La mujer rió.

—Sí, ya veo que es muy impredecible—La mujer miro a su hija—. ¿Qué te parece Apolo?

—¡Es perfecto, mami!

—¿Qué mejor que un perro grande para que te proteja, cariño?—dijo el hombre acariciando la cabeza de su hija. Miró al cuidador con una sonrisa—. Apolo es nuestro.

—¡Que alegría! Apolo es muy querido aquí, romperá algunos corazones ya no tenerlo con nosotros pero que felicidad que se vaya con una familia tan bonita como la de ustedes.

Moví mi cola con emoción, Apolo me miró como si no creyera lo que pasaba.

—¡Amigo, conseguiste una familia!

—Yo...—Apolo no pudo decir más nada, solo salió de la jaula y con emoción movió su cola hacia la familia que felices le acariciaron su lomo.

No podía creer que pudiera sentir tal felicidad por algo que quisiera tener y lo está recibiendo otro.

Apolo, antes de irse volteó a verme y me dijo:

—Eres un amuleto de la suerte, Firulais. Estoy seguro de que encontraras al alma pura que necesitas.

—¿Cómo lo sabes?

—Las estrellas me lo dijeron, ellas confían en ti.

Sin más se alejó con su nueva familia. Mi corazón estaba feliz porque sabía que no debía rendirme, se lo debía a Zeus, se lo debía a todos los animales que habían muerto por mi culpa, me lo debía a mí mismo.

Y sabía, que podría encontrar a una buena persona en este mundo, había pocos, pero lo lograría.

No me rendiría.

¿Alguien más esta tan feliz como yo? Amé este capítulo, espero que a ustedes les haya gustado también.

Lo subo hoy porque mañana no podre.

Dedicado a Vane Suki <3

Recuerden que dedico capítulos al azar así que comenten mucho.

Nos leemos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top