Capítulo 21.
A diferencia de Cleo, Apolo miraba divertido la situación. Los demás perros movían su cola con emoción, como si algo bueno fuera a pasar.
—¿Nunca han visto un humano en su vida?—Confundido me dirigí a Apolo.
—El humano que entrará por esa puerta es diferente. Quiere adoptar, así que cualquiera en este lugar tiene la oportunidad de largarse de aquí el día de hoy.
No moví ni un músculo, no me emocioné, solo me quedé ahí, mirando a Apolo.
Iba a responderle cuando dos humanos entraron por la gran puerta al final del pasillo. Uno de ellos era un chico con un semblante de fastidio y el otro una joven con una gran sonrisa. Detrás de ellos apareció un humano mucho mayor, se asemejaba mucho a uno de los que me había traído aquí, al menos, estaban vestidos de la misma manera.
Todos a mi alrededor se desesperaron aún más, ladraban con más ánimos y por un momento pensé que a uno de esos canes se les caería la cola por la fuerza en que la movía de un lado al otro.
Solo que ellos no veían lo que yo. El chico aburrido tenía un alma oscura y la chica a su lado por más dulce que se veía a simple vista tenía un alma más negra que la del joven muchacho.
¿Es que todos los humanos que venían a adoptar tenían el alma tan fea?
—Como podrán observar tenemos todo tipo de perros. Pequeños, grandes, adultos, todos con las esperanzas de tener un nuevo hogar.
—¡Son tan cuchis!—gritó la chica con efusividad—. ¡Quisiera llevármelos todos!
—Sí, sí. Solo escoge uno rápido.
—Tengo que evaluarlos, así que te esperas. Deja de ser tan impaciente.
El señor miraba con atención el intercambio de ambos jóvenes, los evaluaba con la mirada.
—Sus rostros se me hacen conocidos, ¿Han adoptado con nosotros anteriormente?
—Uh si, un perro, venimos por el segundo. ¡Nos encantan los animales!
El muchacho a su lado se encontraba incómodo, como si no esperara la pregunta. La chica por su parte a pesar de haber tensado su cuerpo respondió con fluidez.
—Son Jacky y Jack, los destripadores—susurró Apolo a mi lado, solo al alcance de mis oídos—. Volvieron
—¿Los destripadores?
Apolo se da cuenta de que lo he escuchado, se tensó.
—No es nada, pequeño Firulais.
—No me gustan, me dan mala vibra—le digo esperando que con eso me diga algo más de lo que anteriormente había dicho—. ¿Por qué los llamas de esa manera?
Apolo se lo pensó un poco y luego acercándose un poco más a mi jaula habló en voz baja.
—Debes prometer nunca contárselo a ninguno de los perros de este lugar.
—Lo prometo, ni porque me metan en una piscina con pulgas lo diré—le juré acercándome para escuchar.
Paré mi oreja, porque tengo curiosidad... Bueno, la verdad es porque soy un chismoso.
—Como tu sientes esa mala espina con ellos, yo siento que puedo confiar en ti—confesó poniendo su rostro entre sus patas—. El anterior perro que estuvo antes en tu jaula fue mi mejor amigo, ¿Lo sabías?
¿Y eso que tenía que ver con los humanos?
—Fue adoptado unos meses después de que llegáramos aquí, por los destripadores—miró en dirección de la pareja quienes ahora veían con atención a uno de los canes al otro lado del pasillo—. Y no fue el primero en ser adoptado, luego siguieron otros seis.
—Pero ellos dijeron que solo tenían uno en casa.
—Lo más seguro es que ese perro ya esté muerto.
Mis pelos se erizan, ¿no me estará mintiendo este perro para asustarme?
—Sí, mírame como si no me creyeras— suspiró desanimado y se movió para voltearse.
Pero yo quería seguir escuchando la historia.
—¿Cómo es que no los han descubierto? Por lo que entiendo, han venido otras veces para acá, ya los cuidadores se estarían haciendo preguntas.
Apolo, al ver cómo me interesé en el tema y no me burlé de él vuelve a acercarse.
—Son unos delincuentes—señaló con su nariz a la chica—. Primera vez que prueba con el rubio, las veces anteriores cambió de color de cabello. Además, los voluntarios en este lugar rotan cada tres meses, nunca se repiten. Los únicos que están aquí son los que rescatan a los animales en las calles y ellos no se encargan de las adopciones.
Recordando que Apolo anteriormente había dicho que tenía años aquí le di el beneficio de la duda.
—¿Realmente confías en mí para contarme esta historia o se las cuentas a todos los nuevos para asustarlos?
Apolo me observó y volvió a bajar su cabeza al suelo.
—Me recuerdas a ese mejor amigo, también se llamaba Firulais, pero a diferencia de ti él si había vivido todos sus días en las calles—suspiró con pesar—. Siempre me dijo que nunca conseguiría un final feliz, que solo una minoría de los perros eran afortunados de encontrar a las almas puras.
Presté más atención a esas últimas palabras.
—Hablas de las almas puras como si creyeras que existieran.
—Las hay Firulais, son muy pocas en el mundo pero las hay. Pero solo perros afortunados tienen la oportunidad de cruzarse con ellos en sus vidas—Apolo miró nuevamente a los destripadores quienes poco a poco se acercaban más. A nuestras jaulas—. Ellos no tienen almas puras, son muy oscuras y solo vienen a hacernos daño, puedo olerlo a kilómetros y mi olfato nunca miente.
—¡Hagan silencio y sean tiernos!—ladró Cleo a mis espaldas, ella estaba tan emocionada.
—Espero que no te elijan pequeño Firulais, pero si lo hacen...
Para ese momento los destripadores estaban frente a mi jaula.
—... debes huir.
—Pero miren que cosita más linda—Ella hizo esa estúpida voz chillona de los humanos.
Teniéndola aún más de cerca podía ver la crueldad en sus ojos. ¿Cómo los demás perros no podían verlo? Mis pelos se erizaron del miedo, uno abismal.
—¿Qué te parece él?—preguntó a su compañero, este me miraba con atención—. Me gusta.
El hombre me perforó con su mirada, yo no reaccionaba, solo lo podía observar con atención. Lo que vi en sus ojos me espantó, porque la crueldad estaba viva en su mirada igual o aún peor que su pareja.
Desvió su mirada y señaló con su dedo índice a la jaula de Cleo.
—La quiero a ella.
—Pero yo lo quiero a él.
El hombre se tensó y le dio una mirada de muerte.
—Tu elegiste al anterior, es mi turno—dijo apretando los dientes.
La joven suspiró y rindiéndose se dirigió al trabajador.
—Queremos a la perrita, ¿Cómo es que se llamaba?
Se llevaban a Cleo. Ella emocionada movía su cola de un lado al otro con rapidez.
La chica la tomó en sus brazos y siguió al trabajador hacia afuera, no se percataron que el otro humano se había quedado frente a la jaula, observándome.
Sin decir palabras embozó una pequeña sonrisa maliciosa en mi dirección y sin más salió del lugar.
No había tenido que decir una palabra, sabía lo que quería decirme.
Volvería por mí
Ayy Dioos miooo.
Dato curioso: ¿Sabían que me inspiré para escribir este libro en un vídeo que hizo una org en Mexico sobre la cantidad abismal que hay de perros abandonados en las calles de dicho país? El final de ese video fue horrible y déjenme decirles que lloré. Vamos para ese final de ese video, solo que aquí solo va a hacer un experiencia más para Firulais.
Capítulo dedicado a Valkirisia <3
Recuerden que si quieren dedicación deben comentar, yo elijo al azar.
Nos leemos.
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