Capítulo 1.

—Aww, que bonito.

¿Por qué los humanos siempre nos hablaban de esa manera?

Aww que bonito.

Coshita bella y hermosha.

¿Quién es mi bebé?

Y nosotros movíamos nuestra colita para seguir alentándolos. Lo que ellos no sabían es que hacíamos eso para seguir burlándonos de ellos. Era divertido que nos hablaran así pero algo molesto.

Hoy cumplía tres meses con este nuevo cuerpo animal. ¡Soy un perro! Nadie me había dado un nombre aún por lo que solo me presentaba a los demás como perro. Algunos se burlaban de mí diciendo que era un nombre estúpido, yo luego les cerraba el hocico diciéndoles que tenían mal aliento. Nunca debí haberle olido el trasero a esos tontos canes.

En el poco tiempo que llevaba siendo perro había aprendido a cómo comunicarme con los demás, solo debía olerles el trasero, si me atraía su olor les podía permitir hablarme, si no me atraía su olor simplemente los dejaba atrás. Con los demás animales era igual, la diferencia es que solo debía oler cualquier parte de su cuerpo al igual que con los humanos.

Había permanecido en la tienda de mascotas, mis hermanos y yo habíamos sido cuidados por Aysel, la linda humana que ayudó a que mi mamá nos pudiera sacar de su estómago. Aysel nos daba de comer, nos acariciaba y nos mimaba, solo que curiosamente ella era una de las pocas humanas que no hacían la voz rara. Aysel era real, era la parte buena de este lugar.

Luego tenemos a Patrick, el compañero humano de Aysel. Él era el lado malo del lugar, solo le interesaba el dinero, los animales que estaban acá eran solo para llenarse el bolsillo, no nos apreciaba y en muchas ocasiones hacía hecho llorar a Aysel. En esos momentos me gustaría reencarnar en un elefante o nuevamente en un león, para así poder darle su merecido. Patrick también coqueteaba con otras humanas y había noches que las traía para montarlas. Me preguntaba cómo no había tenido cachorros con esas humanas.

Ahora, el lugar donde me encontraba venía acompañado de miles de personas. Por el día muchos niños con el alma pura venían a vernos, nos hablaban con esa pequeña vocecita chillona que en algunas ocasiones nos molestaba en los oídos. Han sido poco los padres humanos con alma pura por lo que trataba de ser menos tierno, solo reservaba mi ternura a aquellos que podían ayudarme.

Mi hermana fue adoptada por un humano con un alma muy negra, la llamó Sasha. Solo esperaba que Sasha pudiera endulzar su alma y que esté bien.

Dicen que puedes limpiar un alma contaminada, pero creo que es un mito. Lo que me ha enseñado mis muchas vidas es que todos los humanos tienen maldad en su interior, incluso esos inocentes niños. Tal vez no son o fueron criados de la mejor manera o solo su naturaleza los hace ser así. Cuando era un cocodrilo habían cazadores que solo nos querían por nuestra piel, mis amigos cocodrilos me decían que nuestra piel la utilizaban como accesorios en zapatos, bolsos o cinturones. Estaba horrorizado cuando me contaron eso. ¿Tan poco valíamos? ¿Solo servíamos para ser accesorios? Si los cocodrilos eran accesorio, entonces, ¿qué hacíamos los perros?

Sentí una presencia a mi lado y no era la humana que seguía haciéndome mimos. Era mi hermano, tampoco tenía nombre por lo que solo le decía así, hermano.

—Creo que esta humana me va a adoptar.

—Suerte con eso—le dije indiferente—, su alma es un poco tonta.

—¿Celoso, hermanito?

—Para nada, cuando vea al humano indicado sé que me adoptará.

Dicho y hecho mi hermano fue adoptado esa tarde por la humana tonta, ella lo llamó Bombón, me pareció gracioso por lo que antes de que Bombón se fuera me burlé un poco de él.

Esa noche quedaba solo yo, dentro de la jaula pensaba en cuál sería la vida de mi mamá y mis otros hermanos ahora, ¿la estarían pasando bien en la perrera? Era un club para perros, debían estar pasándola genial.

Aysel aún no había cerrado, ella estaba algo estresada, se lo notaba en sus hombros, quería darle un poco de felicidad, ayudarla como lo había hecho con mi familia por lo que empecé a ladrar.

—¡Guau! ¡Guau!

Aysel no prestó atención a mis ladridos. ¿Quién lo haría? Son extremadamente chillones y fastidiosos. Pero quise seguir intentando, todo sea por alegrar a Aysel.

—¡Guau! ¡Guau! Grrr ¡Guau!

Y eso funcionó. Aysel por fin dejó lo que estaba haciendo para mirarme, sonrió y caminó hacia mí. Cuando estuvo al frente de mi jaula pude ver la tristeza en sus ojos, abrió la puerta y me tomó en sus suaves manos.

—¿Qué pasa, campeón?

—¡Guau!

A veces odiaba decir lo mismo, los humanos no nos entienden con palabras, pocos saben que la mejor manera de comunicarnos con ellos es a través de la mirada.

—¿Te sientes solo?

—¡Guau!

—Sí, yo también me siento sola—sonrió tristemente—, ojalá tuviera un compañerito como tú, uno que sé que no me fallará.

—¡Guau!

Ella se rió mientras acariciaba mi barbilla. ¡Si! Amaba que me dieran cariñito en la barbilla.

—Pronto te adoptarán, campeón. Fuiste el más especial de tu camada.

—¡Guau!

—Yo no puedo adoptarte—masculló con pesar—, mi casa es muy pequeña para ti y tú mereces un mejor lugar.

Esta vez no ladré sino que empecé a llorar. Yo quería que ella me adoptara, ella sería la mejor para este trabajo.

—Ahora, vamos a dormir. Presiento que mañana será un gran día para ti.

Volvió a dejarme en mi jaula y cerró mi puerta correctamente antes de distraerse. Levanté mi oreja y escuché lo que ella estba escuchando. ¡Oh no! Patrick trajo a otra humana como todas las noches y Aysel aún estaba aquí.

Aysel se tensó muchísimo más que antes, se escondió detrás de una pila de comida y poco tiempo después Patrick y la humana se dejaron ver. Él estaba seccionado su boca, siempre hacía eso antes de montarla, nosotros los perros primero olíamos su trasero antes de montarla, el olor es muy importante.

Aysel salió de su escondite y Patrick se separó lo más rápido posible de la humana.

—Aysel, amor, puedo explicártelo.

—¿Explicarme qué?—No se alteró, estaba tranquila pero podía oler su dolor, ella estaba triste—. Tranquilo Patrick, siempre supe que eras un imbécil, solo que tenía que verlo para terminar de confirmarlo.

—¡Guau!

¡Eso es Aysel, atácalo!

—Aysel, por favor...

Aysel dejó de observarlo para poner sus ojos en mí. Una sonrisa de tristeza se posó en sus labios, acarició mi cabeza para después despedirse de mí.

—Adiós, campeón, buena suerte.

Le dio una última mirada a Patrick y luego salió del lugar.

¡Estaba saliendo del lugar! ¡No, no, no, Aysel! ¡Vuelve!

—¡Guau!

No verán nada más... esto es solo un abreboca. Espero que les guste.

Tenganme paciencia, chicos porque si, me tardaré en actualizar :( Créanme que si pudiera me pasaría todo el día escribiendo.

Deja el tipo y el nombre de tu mascota aquí :) La mía es una perrita, se llama Shantal <3

Saludos.

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