🌸🍃D O S🍃🌸

Habían pasado ya horas, al parecer la lluvia se negaba en detenerse, no había más remedio, tendría que continuar a pie bajo la aquellas interminables gotas de melancolía, trato de levantarse haciendo caso omiso al dolor de cada una de sus lesiones, a raíz de su drástico esfuerzo la vieja madera bajo sus pies emitió un ruido importunamente molesto, a gran velocidad volteo a ver a la joven azabache que se limitó a removerse lentamente sin despertar, soltó un suspiro de alivio, lo último que necesitaba era que la chica le hiciera un escándalo, una vez de pie se desplazó por el lugar sigilosamente en busca sus cosas alistado todo lo necesario para partir, los truenos y relámpagos se escuchaban desde la lejanía mientras las gotas de lluvia parecían transmitir sonetos puramente entendidos por la naturaleza que los rodeaba, aunque el odiase secretamente a la lluvia, eso no habría duda, sentía que cada hoja, cada árbol, cada brisa, cada lugar, casa ser existente se volvía más lúgubre bajo las nubes grises que bloqueaban aquel brillante sol que llevaba años sin sentir, se acercó hasta la puerta habriendo tan solo unos centímetros para salir y en efecto, todo lucia más triste, el viento soplaba tranquilo pero desolado, frío y desamparado, como el mismo, buscó en su bolsillo sintiendo el frío metal entre sus dedos alzandolo frente a sus ojos.

¿Cuanto llevaba portando aquella bandana?

¿Y por cuanto tiempo más seguiría portandola?

Había sido tan solo ayer cuando estuvo cerca de la muerte por su imprudencia, debido a eso había dejado a Obito partir solo, miro con detenimiento aquel símbolo, de la aldea oculta entre la hoja, aquella aldea shinobi envidiada por diversas potencias a causa de sus talentosos shinobis e ingeniosos señores feudales, aunque ignorando el hecho de que no era más que una fachada, Konoha era una aldea sencilla como cualquier otra, la diferencia era que la milicias no eran precisamente sencillas, en las tretas políticas había algo más importante que el dinero, algo más valioso, y eso era la información, ¿quienes son las amantes de feudal de la niebla?, ¿donde se recibirán las descargas de suministros de la aldea oculta entre la arena?, el más mínimo detalle valía más que cualquier dinero, cualquier territorio, cualquier lealtad, cualquier voluntad, cualquier negocio, el que tenía el mejor dato se quedaba con el mejor postor, así de sucia era la política y el poder, la sola información lo era todo o nada, porque saber más no siempre era precisamente bueno, había muchos shinobis de rango jounin que habían sido asesinados por otros shinobis camaradas por la misma razón, el conocimiento, el saber, la información, todo tenía un precio que pagar, es la visa o la lealtad, el cómo shinobi estaba entrenado para obedecer ciegamente a un hombre, un hombre que lideraba a los bastos aldeanos y múltiples asesinos de las sombras llamados ninjas o shinobis, aquel más fuertemente entre todos ellos, Hiruzen Sarutobi, el tercer Hokage de Konoha, aquel despiadado y calculador, astuto y controlador, a él es a quien jamás debía desobedecer, Hiruzen Sarutobi era su pasado presente y futuro, su si y su no, su voluntad y su vida, ¿porque?, pues porque así es como fue enseñado, así es como fue entrenado, tanto física como psicologicamente para obedecer ciegamente en ese hombre, cerró sus ojos con fuerza bajo el cielo gris que cargabas con cada una de las penurias de aquellos cuyo destino había sido sellado con las fuertes y estrictas doctrinas shinobi, el era una de ellas, un shinobi de rango jounin cuyo destino era tan incierto como las errantes nubes del cielo, abrió los ojos contemplando el lucero que le.daba la bienvenida a la madrugada abriéndose paso de entre la oscuridad, parpadeó varias veces sorprendido, ¿que no llovía a cántaros hace tan sólo unos segundos?, una drástica ventisca sacudió las ramas de los árboles creando una bella y casi celestial lluvias de pétalos en flor, no había reparado en el árbol de cerezo junto al destartalado templo, levantó más la vista encontrándose con los rayos de sol colándose por las altas colinas, trató de escalar hasta Lo más alto y respiró profundamente cada uno de los aromas de la entrante primavera que se esparcían por el aire, alzó una de sus manos tocando aquel rayo de luz que entibio su fría piel a lo que dejó escapar una suave sonrisa, tal vez, sólo tal vez, esta vez sería un comienzo mejor, observó con detenimiento los colores de las pequeñas flores tomando una rama cubierta de ellas para luego descender con mucho cuidado hasta regresar al pequeño templo en donde aún dormía la chica que le había salvado la vida, pasó de ella tomando sus respectivas cosas, buscó hasta dar con una afilada kunai que dejó junto a aquella ramas cubierta de flores con un trozo pergamino, una vez listo se le quedó viendo por unos segundos, tan tranquila y serena, sin su incesante parloteo.

" Dormiste por cuatro dias, tus heridas eran graves, están cicatrizando rápidamente pero aquí hay un ungüento de hiervas que ayuda a la cicatrización y la desinfección de la piel, te dejé algo de arroz con pescado, si te llega a dar fiebre debes tomar mucha agua, te sentirás mejor en un día o dos, no pude conseguir más comida, ha llovido demasiado..."

" Wow ya oscureció, lo lamento no paro de hablar y hablar, debes descansar, tienes que quedarte un día o dos, una vez que mejores te dejaré ir, pero para eso debes hacer todo lo que yo te diga..."

" Tranquilo, estaré vigilando así que cualquier cosa que pase gritaré y te despertaré, hay muchos mequetrefes una vez que oscurece, tu duerme tranquilo, yo me encargo..."

Soltó un leve suspiro, para el no existían las despedidas ni la presentaciones, era no era más que un suspiro, fugaz e imperceptible, tan silencioso y oscuro como su propia sombra, se acercó hasta ella tocando sus frías y pálidas mejillas, si seguía durmiendo ahí de seguro enfermería, la tomó entre sus brazos como pudo para desplazarla Hasta el otro lado de la estancia, era ligera, debía ser por la mala alimentación, esta semana abrazó a su cuello reposando su cabeza en su pecho, con sumo cuidado trato de situarla sobre aquel lugar, la cubrió con aquella polvorienta manta e hizo una leve reverencia.

" Shizune, mi nombre es Shizune..."

Shizune, ese era su nombre, se inclinó una vez más y susurró.

- Gracias por todo Shizune-san...

Y dicho esto atravesó la puerta marchándose sin mirar atrás, al cabo de unos minutos en los que los rayos de sol se colaron por las rendijas de la agujereadas paredes fue que la joven abrió los ojos desmesuradamente mirando en todas direcciones confirmando sus sospechas, el chico se había escapado, sabía que ocurriría pero aún así se dejo el beneficio de la duda, se tallo los ojos estirando sus articulaciones con pereza, y una vez de pie pudo ver el brillo de aquel objeto dejado a un costado de la puerta junto a una rama de cerezo en flor, no sólo eso, si no que un pequeño trozo de pergamino con algo escrito en él.

" Gracias Shizune-san, y lamento irme así, estoy seguro que entenderás mi razón..."

Si, si lo entendía, se quedó viendo aquella kunai con algo de pesar, suspiró mirando las flores para luego sonreír, asintió en respuesta a aquel mensaje cuyo emisor ya se encontraba muy lejos de ahí, la azabache azabache guardar que el joven jounin comenzó a prepararse para continuar con su viaje, guardó la kunai en su pequeño bolso, sacando de ahí un pequeño libro en el cual situó cada una de las flores para luego marcharse del lugar agradeciendo al templo y al dios dueño por haberla cobijado a ella y al shinobi prófugo, miró aquel cielo azul y el brillante sol lista para continuar su largo viaje.

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Aquí el segundo capítulo.

Espero les haya gustado.

Los quiere y aprecia.

Linaly Rose

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