Empujando demasiado lejos.
No había nada en el mundo tan vigorizante como volar sobre las nubes. Soarin despegó de Cloudsdale después de otro día de trabajo en la Academia Wonderbolt, su particular sonrisa regresaba a su rostro. Nunca se imaginó que tomaría con tanta naturalidad un trabajo de entrenador que siempre había sido el fuerte de Spitfire. Sin embargo, viajar por toda Equestria era algo mejor para dejar a las generaciones más jóvenes.
Antes, él y su tripulación sólo salían a volar a eventos especiales, en donde, sin duda, dejaron impresionados a más de uno.
El viaje de vuelta de Cloudsdale era algo tedioso, pero permitió que su mente vagara por un rato. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Diez años? Desde que Rainbow Dash había terminado de aniquilar todos los records de la Academia, consiguió su título y se graduó de los Wonderbolts con los más altos honores que ningún otro pony había conseguido. Soarin siempre disfrutó de su compañía, desde aquella Gran Gala del Galope, cada que se encontraba con ella, después de eso, no podía dejar de sentir cosquilleos en las tripas, no podía mirarla y contener el rubor en sus mejillas. El día en que Rainbow hizo su demostración fue frente a él, Spitfire y Fleetfoot, quienes decidieron unánimemente que era la mejor actuación que habían visto en sus vidas. Rainbow lo impresionaba cada día, ella hizo de su equipo un cuarteto increíble. Tanto Rainbow como Spitfire y Fleetfoot salían de fiesta a causar desastres después de cada show, Soarin las acompañaba, pero era mucho más moderado que sus amigas
Con el tiempo, sin embargo, las cosas habían cambiado entre él y la brillante Rainbow Dash, la favorecía por encima de sus compañeras de ala, y al parecer el sentimiento era mutuo.
Estaba seguro de que Spitfire estallaría cuando se enteró, pero su capitana lo había sorprendido de nuevo, ella cambió sus formaciones para permitir que los dos volaran juntos más a menudo. Se dividieron en dúos para hacer más espectáculos a través de Equestria.
La mayor sorpresa llegó un año después de que Rainbow se uniera, cuando hizo algo realmente audaz... solicitó una "unidad de vivienda conjunta" para ella y Soarin, normalmente reservada para parejas casadas. Cuando Soarin escuchó lo que había hecho y además que Spitfire lo había aprobado, no estaba seguro de cómo debía sentirse.
La explicación de Rainbow Dash había sido bien calculada, pero él podía asegurar que era sólo una manera de ocultar sus emociones.
― Pasamos casi todo el día juntos, de todos modos, esto es más fácil para todos los ponys involucrados. ―había dicho.
Durante dos años volaron alrededor de Equestria durante el día y se instalaban en su hogar común durante la noche. No siempre fue fácil, solían pelear muy a menudo, pero, debido a que debían trabajar juntos durante el día, lograban compensarse rápidamente.
Una sonrisa fugaz atravesó el rostro de Soarin mientras recordaba todo lo que había pasado junto a Rainbow, ella lo hizo todo tan rápido, no disminuyó la velocidad en ningún momento, siempre se había preguntado cuál era la naturaleza de su relación, pero había sido rechazado cada vez que lo preguntaba.
Una vez le había pedido que se casara con él.
― Pensé que ya lo estábamos. ―fue lo que Rainbow respondió.
Ella aceptó su collar (el cual no podía usar en el trabajo debido a su uniforme de Wonderbolt) y la vida siguió de la misma forma que siempre. Soarin se dio cuenta que para Rainbow esto era exactamente lo que ella imaginaba que era el matrimonio, él era un pony al que le encantaba pasar el rato junto a ella, hablar un poco y divertirse de vez en cuando. Tenía todo lo que quería... o eso pensaba.
Sin embargo, un día, Rainbow Dash decidió que todo en sus vidas debía cambiar.
― Quiero un potro, deberíamos casarnos oficialmente. ―había dicho, tan casualmente como si estuviera planeando un viaje a uno de sus restaurantes favoritos.
Soarin prácticamente se atragantó con su café, cuando se calmó sólo miró a Rainbow quien lo miraba impaciente, esperando su respuesta.
― ¿Bien? ―preguntó ella.
Soarin intentó responder, pero las palabras no salían de su boca, todo lo que pudo hacer fue asentir asombrado, y eso bastó para Rainbow Dash.
Menos de una hora después Rainbow Dash le había avisado a Spitfire que se retiraría del servicio activo, Spitfire se tomó todo con calma cuando Soarin anunció lo mismo, aunque creía que ya se había recuperado un poco más de la sorpresa como para dar una mejor explicación sobre su retiro.
Casado y planeando tener un potro... justo esa mañana estaban hablando sobre el espectáculo en Ponyhattan, pero ahora, en lo único en lo que podía pensar era en que se iba a casar.
La boda se planeó para dos semanas después del anuncio, ningún pony que conociera a Rainbow Dash se sorprendió por la falta de tiempo para la preparación de la misma. Rarity expresó su alegría porque ella decidiera no fugarse y calmarse lo suficiente como para tener una ceremonia adecuada. Y sobre los últimos dos años en su "hogar común", tanto Soarin como Rainbow decidieron mantener todo en secreto.
El lugar para la boda fue el castillo de Canterlot, Soarin no era ajeno a los eventos de "clase alta", pero los ponys que Rainbow conocía eran impresionantes incluso para él, las cuatro princesas, sus respectivos esposos, los otros cuatro elementos de la armonía, el resto de los Wonderbolts y unos cuantos amigos y admiradores, fue todo un espectáculo.
Soarin tenía que preguntarse, mientras veía entre sus amigos, si alguno de ellos tenía que ver con el repentino deseo de Rainbow por una vida familiar, pues tanto Rarity como AppleJack tenían ya a sus propios potros, Crystal Clarity y Golden Delicious, respectivamente. Mientras que Pinkie Pie parecía mostrar que alguien llegaría a su familia muy pronto.
La boda había sido magnifica, incluso más de lo que habían esperado, Sin embargo, la vida siguió como normalmente, Rainbow Dash quería regresar a Ponyville y Soarin accedió. En realidad, era muy común que los nuevos padres de pegasos vivieran en tierra, al menos hasta que el potro aprendiera a volar, era una buena manera de evitar accidentes. Cloudsdale también era muy seguro, pero Rainbow estaba más que decidida a estar, de nuevo, cerca de sus amigas.
La mente de Soarin volvió al presente cuando comenzó a ver casas familiares debajo de él. Notó, mientras volaba más bajo, que tanto las calles como el cielo parecían bastante vacíos, sólo le llevó un momento notar que era el único pegaso en la ciudad, Rainbow Dash debe haber llamado a todos a una reunión meteorológica para prepararse para el "Tornado de Agua para Cloudsdale", no había estado en Ponyville en años y Rainbow estaba decidida a romper el record esta vez. Soarin vio una gran colección de ponys al otro lado de la ciudad y sonrió a sabiendas. Estaba trabajando duro, como siempre.
Tocó la puerta de su casa con un estilo practicado y elegante, parecía que él haría la cena esta noche. Rainbow también era una buena cocinera, debido a los años que estuvo viviendo por su cuenta y la necesidad de mantener su figura atlética. Ambos se aseguraron de dividir las tareas domésticas uniformemente, después de todo, la idea de ser una yegua casera todavía le aterrorizaba, así que le gustaba que él asumiera parte de ese trabajo.
Entró a su casa y al instante supo que algo andaba mal, podía oír algo que provenía desde lo profundo de la casa, y sólo le tomó un minuto reconocerlo como un sollozo ahogado. Sólo podía tratarse de un pony, y él debía averiguar cuál era la razón del llanto de Prism Bolt, su hijo. El pequeño era como cualquier otro potro, era educado, un poco desastroso y tenía una habilidad increíble para meterse en problemas, nada demasiado fuera de lo común, todavía, y esto porque aún era joven. Su pelaje era de color negro, pero tenía la misma melena de su madre, siempre logró destacar entre las multitudes, pero nunca pareció importarle.
La mente de Soarin exploró las posibilidades mientras se dirigía a la habitación de su hijo, ¿Intimidado en la escuela? ¿Resbaló y se lastimó? ¿Simplemente se sentía solo?, todas las opciones eran posibles, supuso y abrió la puerta con un saludo tranquilo.
― Hey, campeón ¿Qué pasa? ―preguntó, con una gran sonrisa, al potro que estaba acurrucado en su cama.
Prism Bolt sólo se lamentó más fuerte, intentando dar una explicación entre sollozos angustiados.
― ¡Waaaahhh! ¡M-Mamá me odia!
-☆-
― ¡¿9.1?! ¡¿Te has estado alejando de mí, Thunderlane?! ―preguntó Rainbow Dash al pegaso negro una vez habían terminado la prueba―. Lo hiciste mejor la última vez, ¿has estado sentado en tu flanco durante los últimos doce años?
― Oye, he estado ocupado ¿de acuerdo? No siempre es fácil encontrar tiempo para entrenar. ―le respondió a la pegaso.
― ¿Oh, siendo todo un amor con Cloudchaser? Ella no está aquí para ayudarnos con el tornado, ¡así que tienes que hacer el trabajo de dos! ―dijo Rainbow, siendo más agresiva de lo normal.
La yegua se dio la media vuelta lista para seguir entrenando.
― ¡Hey! Criar a un potro es un trabajo duro, sé que todo es fácil para ti, ¡pero no todos somos cómo tú! ―dijo Thunderlane.
Era evidente, para todo pony cerca, que había golpeado un nervio, Rainbow Dash se detuvo en seco y lo rodeó con un gruñido, ahora parecía más un toro que un pony.
Antes de que Rainbow pudiera hacer algo, un rayo cayó entre los dos, literalmente. Ambos saltaron sorprendidos y dirigieron sus miradas hacia arriba. Thunderlane estaba sorprendido y Rainbow Dash parecía más bien un muerto.
En aquella tarde soleada solamente había una nube negra de tormenta, y era la que estaba sobre ellos, con un pegaso de melena azul montado en ella.
― ¡Ya es suficiente por hoy, ve a tu casa y entrena por tu cuenta mañana, nos encontraremos de nuevo dentro de dos días! ―dijo Soarin.
Rainbow Dash en ningún momento abrió la boca para discutir con él, algo que aprendió en los Wonderbolts, si no estás de acuerdo con otro líder deja que los reclutas se vayan y lo solucionen después.
Soarin realmente quería hablar con ella, sólo por eso había hecho algo tan dramático, aunque también estaba el hecho de que quería detener una pelea.
Thunderlane lanzó una mirada a Rainbow Dash antes de irse, el resto de los pegasos se fueron murmurando entre ellos, todos sabían lo intenso que era el carácter de Rainbow Dash, pero esa era la primera vez que la veían acercarse a los golpes por algo así.
Soarin se posó en el suelo junto a ella, y ella le lanzó puñaladas con la mirada. Una vez que estuvo segura que estaban solos, habló.
― ¿Era necesario hacer eso, Soarin? ¡El Tornado de Agua para Cloudsdale es dentro de una semana, tenemos que entrenar el doble si queremos romper el record! ―replicó Rainbow Dash, molesta.
Soarin había aprendido a través de los años cómo mantener la calma frente a su tormenta.
― Has estado aquí por más de cuatro horas, Dash. Tú sabes tan bien como yo que no se trata sólo del Tornado. ―contestó calmadamente, manteniendo un tono adecuado―. Siempre te metes en un frenesí cuando no quieres lidiar con otra cosa.
Rainbow Dash se estremeció, no tenía sentido negárselo a él. Permaneció en silencio un momento antes de hablar.
― ¿Cómo está?
― Estaba muy molesto, hice que cenara y lo metí en la cama. ―respondió Soarin. Estaba dispuesto a seguir hablando cuando ella lo sorprendió una vez más, vio algo que nunca antes había visto.
Pequeños arroyos de lágrimas se deslizaban por sus mejillas, mientras se frotaba los ojos para intentar empujarlos.
Rainbow Dash nunca lloraba, había conseguido ojos brumosos unas cuantas veces, en su boda y cuando Bolt nació, pero nunca lloró realmente. Una vez inició, ya no pudo parar, Rainbow se derrumbó en el suelo con un sollozo ahogado, cayendo completamente en la desesperación.
Soarin se recostó junto a ella, cubriendo con un ala su tembloroso cuerpo, dejándola llorar durante unos minutos. Se sentía muy extraño para él, pero sabía que ella estaba tratando con algo muy nuevo para ambos, el temor de un padre al empujar a su hijo lejos.
― Oh, Soarin ¿qué he hecho? No quise asustarle, pero fue... esa mirada en sus ojos, y yo sólo... reaccioné. ―se las arregló para explicar entre sollozos ocasionales.
Soarin permaneció junto a su esposa ofreciéndole todo el apoyo que pudo.
―Bolt no me dijo mucho, y yo no quería seguir recordándoselo ¿qué pasó entre ustedes dos?
― Bien...
-☆-
― ¡Vamos, Bolt! ¡Puedes hacerlo, sólo despliega esas alas y deja que se rompan! ―Rainbow Dash llamó desde el aire.
Estaba a unos cinco pies del suelo, donde hacía círculos alrededor del pequeño potro que estaba sentado en el suelo.
Prism Bolt miró a su madre con una expresión extraña, y sus alas firmemente pegadas a sus costados.
― ¡N-No quiero! ―le dijo sin dejar de mirarla―. ¡Está muy alto!
Rainbow Dash se posó frente a él observando la mirada del potro.
― ¿Y? ¡Nacimos para volar, a veces sólo necesitas dar un salto e ir tras él!
Todavía tenía los ojos llenos de miedo, pero hizo lo que se le había ordenado. Saltó y trató de soltar sus alas, pero lo único que logró fue aterrizar sobre su rostro. Gimió un poco, pero Rainbow Dash no se detuvo.
― ¡De nuevo! ―ordenó ella―. ¡Vamos, puedes hacer algo mejor que eso! ¡Tienes que abrir las alas!
Nuevamente Prism Bolt saltó, esta vez consiguiendo un poco más de aguante en sus alas, estuvo en el aire por un tiempo, pero los aleteos se desaceleraron y cayó al suelo.
― ¡De nuevo! Esta vez con más fuerza, usa un poco más los músculos de tus alas. ―ella lo alentó.
― ¡No! ―le gritó el potro―. ¡No quiero!
El pequeño se dio media vuelta para alejarse más que desanimado por su "entrenamiento".
Sin embargo, Rainbow Dash no lo dejó desistir. Lo había visto cientos de veces antes, sí empujas un poco más, lograrás cosas que nunca pensaste que podrías hacer.
Su tiempo como Wonderbolt salió a la luz y su actitud cambió al instante.
― ¡No te alejes de mí! ¡No nos rendimos porque algo es duro aquí!
Tan pronto como lo dijo, se dio cuenta de una diferencia muy importante, los pegasos en los que usó esa actitud siempre fueron adultos, pudieron asimilarlo, Bolt era sólo un potro, él era su potro.
Rainbow Dash había pasado por mucho antes, tenía una gran cantidad de lesiones, había sido azotada por la cola de una manticora, golpeada por un dragón y tenía cientos de accidentes de vuelo. La visión de Bolt galopando lejos mientras lloraba dolía más que cualquier otra cosa que hubiera sentido en su vida.
Estaba aturdida, su mente estaba asimilando lo que había hecho, sabía que tenía que seguirlo, pero antes de poder hacerlo otra voz la saludó.
― ¡Rainbow Dash, ahí estas! Tenemos a todos los pegasos agrupados, cómo querías. ―dijo Sugar Twist, un pegaso de pelaje amarillo.
Correcto, su trabajo, era su deber y debía cumplirlo.
― Bien, en un segundo estaré allí. ―dijo.
-☆-
Mientras Soarin escuchaba a Rainbow todo quedó claro para él, trató de empujarlo como hizo con Fluttershy, Scootaloo, o cualquier otro pegaso con el que haya trabajado. Para un niño, sin embargo, una voz más alta significaba una voz enojada. Bolt pensó que estaba disgustada con él, y Rainbow se había distraído del problema en vez de enfrentarse a él.
Ahora que Prism Bolt había tenido oportunidad de solidificar sus miedos, no iban a ser fácilmente disipados. Soarin dudaba si su hijo pronto querría volver a volar con su madre.
Rainbow todavía estaba perdida en su propia depresión, sin saber, aún, como superar esa situación. Ella nunca había sido tan emocional, incluso sus cambios de humor en el embarazo habían sido más enojo que depresión.
― Dashie... ―la llamó Soarin, aun sabiendo que ella odiaba que le dijera así fuera de casa―. Él piensa que es un pegaso malo porque tiene miedo de volar, cree que te avergüenzas de él.
Rainbow resopló una o dos veces antes de responder.
― Sabes que no es cierto, Soarin, es mi potro, lo amo más que nadie. Sólo... quería ayudarlo a superar sus límites.
Soarin sonrió mientras acercaba su ala, acurrucándose contra su esposa.
― Pero él no tiene tu sueño, Dash. No quiere ser el mejor de los mejores, sólo quiere que su madre, que sobresale en todo lo que hace, se sienta orgullosa de lo que puede hacer. El no poder volar nunca le molestó hasta que empezaste a cuestionarlo, ¿sabías que los chicos de la escuela lo molestaron, por tenerle miedo a las alturas, durante los últimos tres meses?
Rainbow se volvió hacia Soarin con sorpresa.
― ¿Por qué no me lo habías dicho?
Soarin dio una sonrisa torpe.
― Promesa de potros, era algo que quería dejar sólo entre nosotros. Pero, Dash, a él no le importó, sólo dejó que pasara, pero cuando notó que...
― Él me pidió que lo entrenara... porque me ve entrenar a todos los demás pegasos todos los días. ―interrumpió Rainbow, entendiendo lo que Soarin intentaba decir―. Él comenzó a preocuparse por eso sólo porque notó que me importaba.
Soarin asintió con la cabeza.
― Ni siquiera lo has notado, pero él te ha puesto en un pedestal tan alto que le aterroriza decepcionarte.
Esas palabras golpearon profundamente a Rainbow Dash. Sí, le dolían, pero también le habían hecho recordar algo más.
― Sé lo que tengo que hacer. ―dijo, poniéndose de pie―. Vamos a Yeguadelphia mañana, los tres.
Soarin guardó su ala para poder ponerse de pie. Ahora parecía decidida, un lado al que estaba más acostumbrado a ver.
― ¿Para qué? ―preguntó, intrigado por el plan que Rainbow estaba incubando.
― Vamos a ver a mi hermana.
-☆-
La tensión en el viaje en tren era tan gruesa que se podía cortar con un cuchillo, Rainbow Dash y Prism Bolt se evitaban tanto como podían, pero Soarin sabía que no era por hostilidad, ninguno de los dos sabía cómo reparar los lazos que dañaron el día anterior.
― Hey, campeón, ya estamos aquí. ―dijo Soarin empujando suavemente al adormilado Prism, se había dormido hacía una hora, después de que la emoción de viajar en tren se había agotado.
Bolt bostezó, estirándose mientras miraba a su padre. Rainbow ya se había levantado para recoger sus cosas, dejando a su hijo a cargo de Soarin.
― ¿Tendremos tiempo de ver a la tía Spitfire antes del espectáculo? ―preguntó.
Soarin dio una sonrisa astuta a la pregunta.
― Oh, no estamos aquí para ver a la tía Spitfire ni a la tía Fleetfoot, la hermana de tu madre está haciendo un show aquí, así que decidimos venir a visitarla. ¡Vamos, el tiempo es oro!
Los tres se pusieron sus alforjas y salieron a la ciudad, nada comparado con Ponyhattan o Canterlot, pero ciertamente mucho más grande que Ponyville. Rainbow Dash y Soarin la habían visitado muchas veces antes, pero Prism Bolt no fue tan afortunado, sus ojos se dispararon hacia arriba, mirando todos los edificios enormes y los paisajes a su alrededor mientras caminaba por la calle. Se quedó en silencio en una especie de asombro abrumado una vez la familia llegó al "Festival Grounds de Yeguadelphia".
Los terrenos habían sido utilizados para carnavales, desfiles y similares, hoy en día, sin embargo, estaban llenos de rampas de madera, tuberías, bucles y muchos otros diseños geométricamente inseguros.
Rainbow Dash se acercó a la entrada de forma cruda, y al instante se dio cuenta del error que cometió al hacer eso con la emoción del momento, pues, por supuesto, las entradas para un espectáculo como ese habían sido vendidas mucho antes de la fecha del mismo, por lo que entrar podía ser un problema.
Podría tratar de utilizar su fama para aprovecharse, pero no quería robar la atención que otros ponys habían obtenido con trabajo duro. Ella ya había tenido oportunidad de brillar, no era justo robar la de los demás.
Entonces, al otro lado de la barricada vio un pelaje naranja muy familiar, pero se estaba adentrando más en los terrenos del festival, así que Rainbow sabía que tenía que ser rápida, fuerte, corta y fácil de identificar. Algo que su hermana reconociera entre el ruido de la multitud.
― ¡Hola, Scoot! ―gritó por encima del tumulto, lo que provocó que silenciara a unos cuantos ponys a su alrededor y dibujara unas pocas miradas.
Scootaloo se volvió con sorpresa e identificó a su "hermana mayor" al instante.
― ¡Rainbow, no sabía que ibas a venir, ha pasado mucho tiempo! ―gritó, corriendo hacia la barricada y saltando sobre ella.
Las dos intercambiaron un abrazo rápido antes de que Rainbow señalara a Soarin.
― ¡Hey, sólo mira eso, Scoot, veo tu rostro por todas partes!
― Oh, no tienes idea, estoy reservada para los próximos seis meses. Es bueno tener un buen "manager" por aquí o mi equipo no podría mantenerse al día. ¿Recuerdas a Rumble...?
Rainbow y Scootaloo comenzaron a hablar, recordando los viejos tiempos, cuando Scootaloo abrió la barricada para dejar entrar a la familia, unos cuantos guardias miraron hacia ellos, pero no hicieron nada para detenerlos.
― ¿Ustedes ya tienen asientos? Te prometo que tengo los mejores lugares para ustedes. ―le dijo a Rainbow Dash, para luego mirar a los otros dos.
Soarin, siempre caballeroso, asintió con la cabeza.
― Scootaloo, es bueno ver cuánto has progresado por tu cuenta. Ya conocías a Prism Bolt ¿verdad?
Scootaloo aprovechó el momento para ver al tímido pegaso frente a ella.
― ¡Si, cuando era un pequeño potro! ¿Cómo te va, niño? ―le preguntó alargándole un casco.
Prism lentamente levantó el suyo para chocarlo con el de su tía, ruborizándose un poco al ver una estrella real y viva como ella frente a él.
― Hola, tía Scootaloo. ―dijo cortésmente, haciendo que Scootaloo parpadeara de sorpresa.
― ¿Soy "tía" ahora? ¡Wow, eso es algo de promoción! ―exclamó antes de sentir el casco de Rainbow Dash envolviéndola.
Las dos pegasos se apartaron por un momento y compartieron un rápido susurro. Prism Bolt miró a su padre que se encogió de hombros, Soarin tenía una vaga idea de lo que estaba pasando, pero Rainbow raramente le contaba la extensión de sus planes.
Ambas yeguas se separaron y Scootaloo regresó.
― Hey, ¿por qué no van ustedes dos, adultos, a revisar los asientos que reservé para los tres? ―dijo, saludando a un miembro del personal―. Podría llevarte detrás del escenario para ver las acrobacias y todas las demás cosas detrás de escena, ya sabes, si quieres. ―tentó a Prism Bolt, sus ojos casi salieron de su cabeza.
― ¿¡Eh!? ¿P-Puedo, mamá? ―preguntó, volviéndose a su madre, que asintió con una sonrisa.
― Asegúrate de hacer todo lo que te diga la tía Scootaloo, ten cuidado.
El pequeño potro estaba prácticamente saltando detrás de la corredora de acrobacias mientras se alejaba entre la multitud.
― Así que... ―comenzó Soarin―. ¿Crees que esto funcionará?
Rainbow Dash asintió con la cabeza.
― Yo sé las palabras que debo decirle, pero él necesita oírlas de alguien que no seamos ni tú ni yo. Creo que Scootaloo es perfecta para esto.
-☆-
― ¡Wow! ¡Esto es genial! ―dijo Prism, por decimoquinta vez.
Cada lugar que Scootaloo le mostraba al pequeño potro le parecía la cosa más increíble del mundo. A Scootaloo no le molestó, le recordaba a ella, también le asombraban esas cosas cuando era una corredora.
― ¿Eso piensas? Hah, me tomó una eternidad averiguar lo bueno que era esto. Cuando era una potranca me la pasaba todo el tiempo intentando volar, tanto que no le presté atención a lo que era realmente bueno.
Prism Bolt se detuvo por un momento, mirando el scooter, diseñado a la medida de su tía, que estaría usando en breve.
― ¿No eras buena volando cuando eras pequeña?
Scootaloo se limitó a reír.
― No podía volar cuando era pequeña, aún no puedo.
Prism se sorprendió al ver que, un pegaso tan impresionante, no podía volar, y lo que era más importante... no parecía molesta por eso.
― ¿En serio? Eso debió haber sido duro.
Scootaloo se detuvo a pensar por un momento.
― Lo fue por un tiempo... quiero decir, solía pensar, "¿por qué soy el único pegaso que no puede volar?". ―dijo―. Déjame decirte que fue aún peor porque quería ser como tu mamá, cuando era pequeña, pero ella me dijo una vez, que no importaba si podía volar o no, ella era quien era y que ¡yo no necesitaba alas para volar!
La siguiente pregunta de Prism Bolt fue silenciosa.
― ¿Mama... dijo eso?
― Pero, a pesar de que ahora encontré algo que sí puedo hacer, todavía intento volar de vez en cuando. Tal vez algún día lo lograré, tal vez no, lo que importa es intentarlo ¿no crees?
Prism ahora parecía más tímido.
― Creo que... volar es aterrador, quiero decir ¿qué pasa si tus alas dejan de funcionar?, ¿o golpeas algo?, ¿o un dragón sube y...
Scootaloo se echó a reír haciendo que Prism se detuviera, ruborizado.
― Bueno, por supuesto, muchas cosas pueden pasar en el aire, pero un montón de cosas pueden salir mal en el suelo, también. Un pony realmente inteligente me dijo una vez, que no está mal tener miedo, todos tenemos cosas a las que les tenemos miedo, pero tenemos que luchar contra nuestros miedos, podemos hacerlo un poco cada vez, pero no podemos escondernos de ellos.
Prism parecía ahora abatido.
― Eso es fácil, mi mamá y tú no le tienen miedo a nada.
Scootaloo se acercó, susurrándole al potro.
― ¿Guardarías un secreto? ―dijo―. El sacacorchos me saca de mi mente cada vez, es por eso que siempre detengo mis alas cuando estoy en él.
― ¿De verdad?
― Sí, siempre me da miedo perder el control, así que comienzo a disminuir la velocidad, eso me hace perder mucho tiempo, ¿qué tal si hacemos un trato?
― ¿Un trato?
― ¡Seguro! Lucharemos juntos contra nuestros temores, mantendré mis alas aleteando al menos una parte del camino a través del sacacorchos, y tú intentarás volar cuando llegues a casa.
Vio la expresión aterrorizada del potro y continuó.
― No alto en el cielo, empezaremos desde alturas pequeñas, ¿qué te parece desde una silla? ¿es demasiado alto?
El pequeño sacudió la cabeza.
― Entonces te colocas en una silla y vuelas desde ese nivel, cuando creas que estés listo, podrás ir más arriba, y yo iré un poco más lejos con mis alas al máximo.
Prism asintió con la cabeza, de pie en una silla, y volando a esa altura, podía hacerlo. No estaba seguro que tan lejos llegaría, pero al menos podía prometer que lo intentaría.
― Está bien, lo intentaré, lo prometo.
― ¡Con cerrojo y sino...
― ...arrojo un pastelito a mi ojo! ―concluyó Prism―. ¡No sabía que conocías a Pinkie Pie!
Scootaloo se echó a reír.
― Todo pony conoce a Pinkie Pie.
-☆-
Prism estaba mucho más animado cuando se reunió con sus padres en los asientos reservados en primera fila. Su primer interés fue detectar el sacacorchos, una enorme estructura llena de empinadas volteretas, tenían que mantenerse sobre la pista de cabeza durante unos segundos, parecía algo realmente duro.
La carrera comenzó, e incluso Rainbow Dash tuvo que admitir que esos ponys de verdad tenían agallas. Ella podía ser un As en los cielos, pero sabía que no podía competir contra ellos en algo como eso.
Scootaloo se adelantó al frente del grupo, fue la única pegaso en la carrera y la única que uso sus alas en la misma, aunque las reglas eran muy claras, los participantes no debían separarse del suelo, a menos que fuera parte del acto, como un salto.
Para los pegasos comunes, aletear, para aumentar la velocidad, podría causar un despegue no intencional, pero con Scootaloo no había ningún riesgo
Prism estaba más interesado en cuanto entraron al sacacorchos, por supuesto, tan pronto como Scootaloo entró en él, sus alas dejaron de aletear. Era un sacacorchos de tres bucles, pasó el primer bucle, luego el segundo, pero al principio del tercero, sus alas empezaron a latir otra vez. Lentamente al principio, pero ciertamente lo estaban haciendo, Prism fue, seguramente, el único admirador que notó eso, pero tenía una razón para hacerlo, había hecho una promesa Pinkie, si Scootaloo estaba dispuesta a luchar contra algo tan aterrador, entonces al menos tenía que intentarlo.
Cuando Rainbow Dash siguió con la mirada a los ponys a través del sacacorchos, levantó un casco a su boca por un momento. Soarin miró hacia ella, había pasado por maniobras mucho peores antes.
― ¿Estás bien? ―preguntó.
Ella tomó un momento, luego asintió.
― Sí, sólo pensar en eso me hizo enfermar, no entiendo por qué.
Los corredores rápidamente entraron en el tramo que los dirigía a la línea de meta, Scootaloo tenía la ventaja, pero un pony terrestre venía detrás de ella, ganando velocidad en la cuesta abajo. Tomaron un salto casi lado a lado, el pony de tierra tenía un mayor tamaño, por lo que logró impulsarse como una bala, pero Scootaloo extendió sus alas para darse más fuerza. Ella no voló, pero extendió su salto lo suficiente para cruzar la línea de meta en el aire, unos metros delante de su competidor, que perdió velocidad en el aterrizaje.
En lugar de pasar al círculo de los ganadores, Scootaloo llegó directamente a Prism y a sus padres.
― ¡Hah! ¿Lo viste?
― ¡Si! ¡En el tercer bucle, tal como lo prometiste!
Rainbow Dash y Soarin parecían muy confundidos, pero Scootaloo se limitó a reír.
― Lo siento, promesa Pinkie entre amigos. ―explicó con un guiño.
Prism Bolt habló, volviéndose hacia su madre.
― Cuando lleguemos a casa... ¿podríamos... eh... practicar el vuelo otra vez? No voy a tener miedo esta vez ¡lo prometo!
Rainbow Dash le dio a su hijo una cálida y sincera sonrisa.
― No me mientas, joven semental. ―dijo―. Pero está bien, podemos empezar con lo que te sientas cómodo. Iremos despacio, lo prometo.
Soarin hizo un gesto de agradecimiento a la corredora de acrobacias, después de ver como madre e hijo se reconciliaban. La emocionante escena se rompió en breve, en cuanto un pegaso de pelaje blanco, muy familiar, se acercó trotando hacia ellos.
― ¡Rainbow, Soarin! Ha pasado mucho tiempo, ¿cómo están? ―gritó Rumble, parándose junto a Scootaloo.
Llevaba un chaleco del personal, muy parecido al que habían visto antes. Rápidamente Scootaloo besó su mejilla, haciendo que Rumble se sonrojara y comenzara a llamar la atención de la multitud. Ya era bien sabido que Scootaloo y su jefe tenían más que una relación de trabajo.
Scootaloo miró a Rainbow Dash con una sonrisa desafiante, Rainbow levantó el casco para acariciar su barbilla.
― Hummmm... no lo sé. ―respondió ella―. Quiero decir, entiendo a qué te refieres, pero no creo que lo sea...
Soarin estaba en medio del saludo con Rumble cuando captó la conversación, ambos sementales miraron a las dos pegasos, confundidos.
― ¿Crees que eso es todo? ―comenzó Scootaloo―. ¡Deberías verlo en las fiestas después de cada show! Sus patas traseras siempre patean cuando yo...
Rumble casi murió, ya que su rostro se puso tan rojo que podría haber sido confundido con un Apple.
― ¡S-Scoots! ―dijo, cortándola.
Rainbow Dash volvió a mirarlo y suspiró.
―De acuerdo, tengo que admitir que tenías razón, es más lindo que Soarin cuando se avergüenza. ―dijo, compartiendo una risa con su hermana. Rumble, sin embargo, parecía totalmente mortificado.
Prism Bolt miró a su padre con una expresión confusa y Soarin desvió la pregunta antes de que comenzara.
― Ella sólo se burla de él. ―explicó, con la esperanza de evitar esa pregunta durante al menos unos años
Tuvo que luchar para evitar rodar los ojos ante la broma que esas dos habían hecho, habían crecido, pero las bromas aún estaban en su sangre, sólo que ahora eran más juegos de palabras que bromas físicas.
― Entonces... ―comenzó Scootaloo― ¿vas a quedarte para la fiesta? Siempre eres bienvenida, y suele ser bastante tranquila durante las primeras horas. ―dijo, lanzando una mirada hacia Prism Bolt.
― Oh, creo que podríamos quedarnos un poco. ―respondió Soarin―. Las fiestas post-show siempre son las mejores, de un profesional a otro.
Los cinco ponys comenzaron a regresar a la zona detrás del escenario, charlando alegremente en el resplandor de un día fantástico.
El día había comenzado tenso, con los lazos entre madre e hijo desbaratándose, pero en cuanto volvieron a subir al tren, todo eso había desaparecido.
-☆-
Prism Bolt se levantó a la mañana siguiente, saltando de la cama y listo para ponerse a trabajar, lo iba a hacer hoy, ¡hoy iba a volar! Corrió escaleras abajo y se sorprendió al encontrar a su padre en casa, pero no había señales de su madre. Papá normalmente estaría trabajando con mamá en casa.
― ¿Dónde está mamá? ―preguntó mientras miraba alrededor de la cocina.
― Oh, mamá no se sentía muy bien, así que fue a ver a la enfermera Redheart, y volverá por la tarde.
Bolt dio una patada con los cascos.
― Ella iba a llevarme a volar hoy. ―gimió él.
― Podría ir contigo, si quieres. ―se ofreció Soarin, pero Prism Bolt sacudió la cabeza
― N-No, voy a practicar y sorprender a mamá. ¡voy a poder volar cuando vuelva!
Salió rápidamente por la puerta mientras Soarin lo llamaba.
― Asegúrate de comer... ―le dijo, pero el pequeño ya se había ido―. ¿...por qué molestarse? ―se dijo a si mismo con una sonrisa.
La manzana no cae lejos del árbol, y él era el hijo de Rainbow Dash, sin duda.
-☆-
Prism Bolt se sintió un poco estúpido de pie en la parte superior de uno de los bancos del parque, batiendo sus alas. No le importaba lo que pensaran los demás, él iba a volar, como lo había prometido.
Lentamente, sintió que sus pezuñas abandonaban el suelo mientras él se movía unos cuantos centímetros por encima de la madera. Su corazón comenzó a golpear rápidamente contra su pecho, mientras miraba hacia abajo, viendo el suelo debajo del banco mucho más lejos de lo que estaba, sus alas comenzaron a desacelerarse y descendió de nuevo.
Lo intentó de nuevo, y esta vez, duplicó su tiempo en el aire.
Casi una hora más tarde, logró al fin volar lejos del banco, subiendo hasta estar cerca de dos pies de altura, él se quedó allí, su respiración se endureció mientras trataba de concentrarse, ¿tal vez podía ir más alto? Miró hacia abajo y esa idea salió disparada de su mente cuando cayó al suelo. Sin embargo, ¡lo había conseguido! Se había despegado del suelo casi más de lo que media su altura.
El sonido de los cascos chocando en palmadas llamó su atención, se volvió para ver a su madre sentada, observándolo con una sonrisa brillante.
― ¡Miren eso! ¡Ahora vuela!
Prism Bolt sonrió, corriendo hacia su madre y dándole un abrazo.
― Papá dijo que estabas enferma.
Ella sacudió su cabeza.
― No, estoy bien, sólo necesitaba hablar con la enfermera Redheart sobre algo que noté. Veo que has tenido una mañana muy ocupada, ¡me volteo unos segundos y mi pequeño semental ya está volando!
― ¡Puedo hacer más! ―exclamó Prism Bolt, moviendo sus alas nuevamente, se elevó la misma distancia que la última vez, pero ahora sin estar en el banco.
Rainbow vio sus alas vacilantes y se deslizó debajo de él, así que sólo cayó unos centímetros sobre su espalda.
― Wow, estás un poco cansado. ―comentó―. ¿Cuánto tiempo has estado entrenando?
Su estómago gruñó en respuesta a eso y ella comprendió.
― Déjame adivinar, ¿has salido corriendo sin comer? ―preguntó.
Prism Bolt asintió tímidamente y Rainbow Dash rodó los ojos.
― Está bien, vayamos a buscarte algo de comer. ―dijo.
Oyó que otros ponys se acercaban y se volvió para ver a otra familia que caminaba hacia ellos, específicamente, Thunderlane, Cloudchaser y su potranca, Whirlwind. Thunderlane intercambió una severa inclinación de cabeza con Rainbow, sin hablar, ya que casi llegaron a los golpes.
― ¡Buenos días a ustedes tres! ―saludó Rainbow, alegremente―. ¿Excursión familiar?
Justo así, los desacuerdos pasados fueron olvidados.
― Sólo un pequeño picnic, ¿quieren unirse a nosotros? ―los invitó Cloudchaser, Thunderlane lanzó su sonrisa tonta, igual que siempre.
― ¡Por supuesto! ―dijo Rainbow Dash, volviéndose hacia Prism Bolt―. Voy a ir a buscar a tu padre, no querríamos dejarlo fuera ¿podrías ayudar a Thunderlane y a Cloudchaser?
Prism Bolt asintió con la cabeza, pero entonces se le ocurrió otra cosa.
― Espera, mamá ¿no tenías entrenamiento para el Tornado de Agua para Cloudsdale, esta tarde?
Thunderlane hizo una mueca de dolor, y Rainbow sacudió la cabeza.
― Estoy entrenando, Bolt, para algo mucho más importante que un tonto record. Si tengo voladores tan buenos como Thunderlane, conseguir el tornado no será ningún problema. Ahora tengo que ir a buscar a tu padre, no causes ningún problema.
Se alejó galopando cuando Prism Bolt se acercó a Whirlwind para ayudarla a sacar una manta.
-☆-
Rainbow Dash entró corriendo a la casa, haciendo que Soarin rodara los ojos.
― Bienvenida a casa, querida. ―dijo con una sonrisa, acercándose a ella para acariciarla―. Es muy agradable ver a Bolt feliz por la mañana, salió a entrenar para sorprenderte.
Ella asintió.
― Sí, me encontré con él, vamos a tener un picnic con Thunderlane y su familia. Llevaré ese pastel que contrabandeaste a AppleJack anoche después de que llegamos.
Soarin se sonrojó un poco.
― No puedo esconderte nada, ¿verdad?
― ¡No te ha impedido intentarlo! ―exclamó Rainbow desde la habitación continua.
Regresó al cuarto principal donde Soarin la estaba esperando, cuando pasó junto a él volvió a hablar.
― Oh, por cierto, hablando de sorpresas, el número dos está en camino. ¿Dónde está ese plato para tarta que Rarity me regaló?
Soarin sólo la escuchaba a medias.
― Tercer gabinete... estante de abajo... ¿qué quieres decir con "el número dos"? ―preguntó, su mente apenas alcanzaba las palabras que estaba pronunciando.
Rainbow Dash tomó el plato y lo guardó en el abrigo de Soarin, cerrando la cremallera y colocando un beso en su mejilla mientras lo hacía.
― Episodios inusuales de ira, náuseas repentinas, cambios de humor, hemos pasado por eso antes. ―lo provocó―. ¡Ahora, vamos, mueve esos cascos! ¡Tenemos un picnic al cual llegar! ―dijo, corriendo a través de la puerta, sin darle otro momento para responder o componerse.
Permaneció allí, sorprendido, un momento más. El número dos estaba en camino... y ella sólo lo dijo cómo... Hah, exactamente como ella se lo había propuesto. Velocidad total, desde el principio hasta el final.
Una sonrisa se apoderó de su rostro, mientras salía y cerraba la puerta de su casa.
― Nunca cambies, Rainbow Dash.
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