Capítulo 7. Nova

Siglos atrás, a las afueras de lo que años más tarde se conocería como el Bosque Susurrante se alzaba un enorme palacio de cristal con columnas de mármol resplandeciente y extensos jardines repletos de magia y color. En ese entonces, Etheria había sido bendecida con una guardiana encargada de proteger al planeta, su magia y sus habitantes.

Nova era una princesa benévola y caritativa que amaba profundamente a cada uno de sus súbditos, siendo la única humana con poderes mágicos en todo el planeta, su deber era proporcionar su ayuda a cualquiera que la necesitara; gracias a su longevidad, Nova protegió Etheria por cientos de años. Sin embargo, no todos estaban agradecidos con los dones de la princesa, muchos deseaban su poder para sí mismos.

―¡Debemos ponerle un alto! La magia debería ser para todos no sólo para ella.

―Si ella posee toda la magia ¿quién nos asegura que no nos hará daño después?

La multitud comenzaba a enfurecerse, las antorchas ardían y el sonido metálico de los tridentes chocando entre ellos provocaba un estruendoso eco.




Las puertas del palacio resonaron con fuerza, Nova, ignorante de lo que sucedía en el exterior, abrió para encontrarse con un apuesto muchacho del otro lado, con apariencia humilde y mirada valerosa él se adentró en el castillo cerrando la puerta detrás de sí.

―Debe ocultarse, su alteza ―le dijo tomándola por los hombros―. Los aldeanos... todo el pueblo de Etheria busca hacerse con sus poderes, y para ello intentarán asesinarla.

Atónita, Nova se alejó del joven, no podía creer en las palabras de un completo desconocido, pero tampoco podía tomárselo a la ligera puesto que su palacio no poseía ningún tipo de protección, su confianza en su gente la había cegado, nunca creyó necesitarla.

―Supongo que con el tiempo ellos realmente comenzaron a temerme... ―musitó invadida en tristeza.

―No es su culpa, majestad ―añadió el desconocido―. Los humanos suelen ser deplorables...

―¿Y qué me asegura que tú no harás lo mismo? ―cuestionó―. Que no vas a traicionarme.

El muchacho guardó silencio por varios incómodos segundos hasta que sus mejillas comenzaron a sonrojarse, el calor de su rostro lo hizo salir por fin de su trance.

―Porque ―trastabilló―, desde hace años me he jurado protegerla, princesa.

Los sentimientos del joven eran confusos para la misma Nova, quien durante siglos había vivido por su cuenta, el único sentimiento cálido que ella conocía era el del amor de su pueblo, pero para cuando la noche llegaba, volvía a la soledad de su palacio oculto entre los árboles.




Tras cada batalla librada, el corazón endurecido de Nova era tocado por el tierno roce de Darek, el misterioso joven que había llegado de entre los confines de Etheria sólo para protegerla.

―No me siento con el derecho de decírselo ahora, pero creo que me he enamorado de usted, princesa ―soltó.

Nova permaneció en silencio, ¿cómo correspondería un sentimiento que nunca había comprendido? En siglos jamás se había sentido se esa manera.

―Me temo que... ―respondió encogiendo su mano contra su pecho―, no puedo permitírmelo. Sentir algo así por ti, Darek, sería arriesgado para ambos, el amor no es más que un obstáculo en esta lucha.

Y sin notarlo, el corazón de Nova comenzaba a congelarse, acostumbrada y encariñada a su propia soledad, creía que era la única manera de mantener el orden en Etheria y la magia a salvo.

―El amor es más que un simple obstáculo ―siguió éste, tomando su mano con calidez―. Es fuerza.

Nova le sonrió afligida.

―Tal vez en otra vida ―dijo.

La princesa le suplicó al joven que se marchara, aseguraba que ella sola podría con lo que se avecinaba y no quería arriesgar más su vida, ni su corazón.

Darek aceptó con dignidad y después de besar el dorso de su mano dio la media vuelta para alejarse del castillo.

Nova sintió el corazón quebrándose en su pecho, pero no hizo nada para detenerlo, convencida de que era lo mejor para ambos ella continuó librando las batallas por su cuenta.




Semanas más tarde, en la que sería la última de sus batallas, Nova fue emboscada por un grupo de aldeanos que lograron arrebatarle un poco de su magia.

―Ya no es tan poderosa sin magia, ¿no es así, su alteza?

Altaneros, los aldeanos se creyeron victoriosos y alzaron sus espadas contra la joven, pero justo en el último momento, Darek llegó para salvarla.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó ella poniéndose de pie.

―Me fui no sólo porque me lo pediste, sino porque no quería volver a entregar mi corazón para salir lastimado otra vez.

―Entonces... ¿por qué volviste?

―Porque, al parecer, nunca entiendo ―sonrió.

Al ver la evidente desventaja por la debilidad de Nova al perder parte de su magia, Darek llevó a la joven hasta el palacio donde permanecieron juntos toda la noche.

Antes de que el sol saliera los aldeanos invadieron el castillo. Darek, queriendo brindarle tiempo a Nova para huir, decidió enfrentarlos por su cuenta.

Nova permaneció estática detrás de él después del último beso que el joven plantó en sus labios. Una cálida sonrisa se dibujó en el rostro de su amado y junto a un cegador relámpago, el muchacho fue convertido en una estatua de hierro y roca.

Invadida por el dolor y sin poder huir, Nova cayó de rodillas al suelo, devastada por la pérdida de su amor, sentía la culpa corrompiendo su pecho, pues estaba convencida de que de haberse negado a sus sentimientos él seguiría con vida.

En un grito agonizante de dolor, la joven logró recuperar la magia que le había sido arrebatada, expulsando por los aires a todos los aldeanos que habían invadido su palacio. Los bellos jardines que rodeaban el castillo ya no eran más que secos parajes desolados, las columnas de brillante mármol se habían opacado y la mitad de los cristales en las paredes habían sido destrozados, su hogar estaba en ruinas, al igual que su corazón.

Con una profunda sed de venganza, Nova terminó por romper el equilibrio del planeta, consumiendo gran parte de la vida en él, dejándolo desolado y lúgubre.

Después de todo, ¿de qué le servía mantener con vida a aquellos que la habían traicionado? Estaba segura que le esperaba una solitaria eternidad en un planeta que ahora detestaba. Pero... ¿eso habría querido él?

A punto de tocar fondo, un flechazo de emociones surcó el pecho de la joven. «El amor es fuerza», era lo que Darek decía, entonces ¿por qué a ella la estaba debilitando?

Consciente del terrible mal que había causado hacia Etheria y a sus inocentes pobladores, Nova terminó haciendo el mayor de los sacrificios para salvar a su moribundo planeta.

―Tal vez en otra vida, amor mío ―susurró.

Y pronto su cuerpo se desvaneció con lentitud entre una nube brillante de humo. Ella había decidido convertirse en uno con Etheria, liberando su magia en seis piedras rúnicas a las cuales les asignó un protector: un poderoso ser capaz de utilizar la magia de la piedra a voluntad, pero con un corazón tan bondadoso como el que sólo Nova tenía, los descendientes que tendrían dichos personajes protegerían, con el pasar de los años, el equilibrio en el planeta.

Ella se convirtió en lo que los etherianos del futuro conocerían cómo "La magia de Etheria". Era Nova quién con su magia ayudó a cualquier poblador que conociera el amor verdadero, a veces los dotaba de tiempo para una última despedida, de coincidencias para encuentros esporádicos o de la familia que tanto deseaban. En ese entonces para ella, siendo un ente sin cuerpo físico, era más sencillo pues la magia era libre en el planeta, al igual que su ser.

Por lo general, Nova trataba de no inmiscuirse demasiado en la vida de los etherianos, sólo les daba una pequeña ayuda; al menos hasta que She-Ra apareció. Al liberar el corazón de Etheria, Adora liberó también el espíritu de Nova quien, curioso, seguía de cerca a la joven y a sus amigos.

Así que tomó la decisión de escribir el destino de Luana y Diore, sabía perfectamente lo que sucedería con ellas y muy a su pesar, las guio durante todo el camino, confiando en que al final, Adora y Catra harían lo correcto.

Nova sabía que el destino era incierto, conocía los caminos y travesías que cruzaría la pequeña familia, pero no sabía el final de éstas, aquello dependía de las decisiones que las jóvenes madres y sus hijas tomaran, y sobre ello Nova no tenía poder alguno, pero sí sobre la decisión de mantener a She-Ra protegiendo Etheria, aún si no se trataba de Adora.

Fue Nova quién decidió contactar a Madame Razz, una anciana hechicera que veía la realidad de una manera distinta a todos, justo de la manera que a Nova le parecía tan intrigante y eficiente.

Sólo durante momentos espontáneos Nova tomaba forma humana para poder charlar con Madame Razz, la anciana fue testigo vivo de la formación del brote que daría vida a Diore y Luana.

―Entonces... ―dijo la joven mirando el brillante objeto levitando en sus manos―, gemelas, ¿eh?

Eso era algo sobre lo que Nova no tenía control, el destino mismo a veces jugaba incluso con ella, la princesa sólo se encargaba de dar la vida que ya estaba predestinada a nacer.

Entonces, al levantar la mirada, Nova y Razz se hallaron frente a una bella joven de cabello castaño y orejas felinas, liberaba una energía tranquila y deslumbrante.

―Tú debes ser la mayor ―sonrió la princesa―. Comprendo que aún no tengas un nombre, ese será trabajo de tus madres, sin embargo, niña, debes poner mucha atención; a partir de ahora tendrás que cuidar de tu hermana, ella te espera dentro de este pequeño capullo donde también se encontrará tu cuerpo físico.

Madame Razz dio un paso al frente con una sonrisa.

―Razz las llevará a Bright Moon ―siguió―. Ahí elegirás a las personas que se harán cargo de ustedes, sabrás quienes son, lo sentirás.

La joven le sonrió confundida, Nova soltó una carcajada ante el gesto de ésta.

―Cuando sepas quienes son, dales el brote y deja que la vida haga el resto.

Cuando el brote floreció aquella fría noche en Bright Moon dio lugar a una hermosa planta con flores gemelas que dieron vida a ambas niñas, desde ese momento Luana y Diore formaron el vínculo más poderoso e inquebrantable en toda Etheria, formando una magia tan poderosa que superaría a las seis piedras rúnicas juntas.



Selene miraba las vistosas cajas de obsequios que se acumulaban una sobre otra dentro de su habitación, tenían coloridos papeles y moños brillantes, lucían más costosos de lo que a ella le hubiese gustado, eran tan ostentosas que incluso su habitación en el palacio de Bright Moon se miraba "sin chiste".

―Parece que tu novio quiere lucirse contigo ―bufó Luana, jugueteando con el listón de una de las cajas que Selene ya había abierto.

―No es mi novio, Luana ―enfatizó la otra.

―Es tu prometido ―afirmó la mayor, dejando en ella un amargo sabor en los labios.

Selene se sonrojó de mejillas a orejas, pero guardó sus palabras. Destan era parte de sus mejores amigos, habían crecido juntos, incluso había pasado más tiempo con él que con Luana, verlo como algo más que un hermano mayor era incómodo, aun sabiendo sus sentimientos por él. Era muy joven para pensar en matrimonio y había tantas aventuras que quería vivir.

Miró a través del enorme ventanal de su habitación, Diore se hallaba abajo, en los jardines, acariciando el césped con nostalgia, la mayor la miró de reojo y las palabras de Víctor llegaron como un rayo a su cabeza.

«Tráeme a la princesa de Bright Moon».

Un escalofrío le erizó los cabellos, perfectamente sabía lo que le esperaba a Selene en manos de Víctor, aquello que ella evitó gracias a su importancia para la venganza del hechicero: perder el corazón por él, literalmente hablando.

Desvió la mirada, ¿qué más le daba? Después de todo, Diore ni siquiera conocía a Selene, y si era amiga de sus madres y de Luana poco debía importarle. Pero si era así, entonces, ¿por qué sus brillantes ojos violetas la ponían tan nerviosa?

Luana se aproximó hasta Selene, en cuanto su hermana notó su presencia, marchó a través del jardín del palacio, llegando hasta un desolado sitio, abandonado y descuidado. Sí, era el sitio justo donde habían hallado a Luana. Diore sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

―Habría sido un lindo recuerdo de haberte encontrado a ti también ―escuchó detrás de sí.

La joven giró hasta toparse con una adorable anciana, de baja estatura y cabellera alborotada, a quien estaba segura ya había visto antes.

―Nunca creí que te alejarían de ellas, de haberlo sabido me habría quedado un poco más de tiempo.

Diore la miró confundida.

―Cuando guie a tu hermana hasta aquí, decidí marcharme en cuanto ella le entregó el capullo a Catra ―suspiró, acercándose al lugar exacto donde el brote había florecido―. Es una verdadera lástima que te hayan separado de ella, sobre todo sabiendo que en realidad era a Luana a quien estaban buscando. Ambas sufrieron tanto ―extendió su mano hasta el hombro de la chica―, pero tú saliste mucho más lastimada en el proceso.

Diore apretó los puños, alejándose bruscamente de Madame Razz.

―Después de que Adora liberara la magia en Etheria, Lilith utilizó lo último que le quedaba de poder propio para llevarse a una de nosotras a través de un portal hasta Marakar ―añadió Diore―, ella realmente detestó haber desperdiciado aquel último hechizo en mí, y nunca me dejó olvidarlo, no al menos hasta que logró entrar a Etheria y se llevó a Luana... ―guardó silencio abruptamente, como si se hubiera obligado a sí misma a no hablar de más.

―Cuando ayudé a Catra y Adora a encontrar a Luana creí que en el camino te traerían de regreso. Lo siento mucho.

―Pudiste haber hecho más ―reclamó la joven―, ¿por qué no les dijiste sobre mí?

―Ella me pidió que no interfiriera más de lo debido ―añadió―, esto... debía suceder.

―¿Debía suceder? ―Diore sintió una opresión en el pecho―. ¿Estás diciendo que mi destino era pasar el infierno por el que viví desde niña?

Razz permaneció en rotundo silencio.

―¿Tienes una idea de todo lo que sufrí por no haber tenido la magia que mi hermana tiene? ―las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos―. ¿Todo lo que sufrí antes de que lograran raptar a Luana... y después de que la rescataron?

A lo lejos, Diore divisó a Catra y Adora dentro del palacio, se miraban de manera cálida mientras la morena besaba la mano de su compañera.

―¿Por qué ellas? ―cuestionó aún con el nudo en la garganta.

―Luana las eligió, pero Nova ya tenía escrito su destino. She-Ra debe proteger Etheria, pero desde que la magia del corazón fue liberada, junto con Nova, ella comprendió que debían estar juntas para proteger el poder de la espada y la responsabilidad que conlleva.

Diore chasqueó los labios.

―Protege toda Etheria, pero no pudo... protegerme ―soltó inundada en dolor.

Razz colocó su mano en su mejilla y la acarició con ternura.

―Pronto obtendrás todas las respuestas que buscas ―le dedicó una cálida sonrisa y se alejó desapareciendo en el bosque.

―¡Di! ―exclamó Luana llegando junto a la joven, parecía que la mayor había decidido ir a buscarla después de mirarla por el ventanal de la habitación de Selene.

―¿Por qué me sigues llamando así? ―resopló la otra.

―Bueno, porque acordamos que ese sería tu nombre...

―Para empezar yo nunca acordé nada ―dijo―, y aunque así lo hubiera hecho, odio que me trates con tanta familiaridad.

―Pero somos herm-

―¡No lo digas! ―interrumpió―. Ni en ésta, ni en ninguna otra vida yo desearé tenerte por hermana.

Luana sintió un terrible dolor en el pecho, sentirse tan rechazada por su propia hermana, incluso si acababa de conocerla, le rompía el corazón, pues por fin, por primera vez en años había sentido que pertenecía a un lugar distinto al de sus madres.

Las miradas condescendiente y gélida se cruzaron un último segundo antes de que la tierra comenzará a temblar.

El suelo se movió con tanta fuerza que se crearon grietas enormes en él, los árboles cayeron azotando con gran fuerza. El palacio de Bright Moon comenzó a desquebrajarse.

Justo antes de que un enorme pedazo de cristal marmolado cayera sobre sus hijas, Adora se lanzó sobre ellas protegiéndolas al formar un escudo con la espada.

―¿Están bien? ―preguntó completamente angustiada después de que el movimiento se detuvo―. ¿Se hicieron daño?

Ambas jóvenes se quedaron sin habla, Diore al sentirse por primera vez protegida por su madre, al sentir su honesta preocupación por ella. Y Luana por lo que acababa de ver.

―Mamá ―tartamudeó la mayor―, ¿cómo hiciste eso?

Adora sintió el gélido aire entrando a sus pulmones, el palacio de Bright Moon estaba completamente destruido. 






No encontré otro día más ideal para revivir mis FanFics Catradora que el día de muertos JAJA <3

Y pues nada, ojalá lo disfruten y sientan el dolor de Diore porque al pobre le di un desarrollo de personaje cañón y todavía no termino, por eso es mi favorite <3

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