Capítulo 4. El regreso del hechicero
―No puedo creer que esto esté sucediendo de nuevo... ―balbuceaba Glimmer mientras caminaba frenéticamente de un lado de la habitación a otro.
―Cariño, debes intentar calmarte ―interrumpió Bow, posándose frente a ella y tomándola por los hombros―, si queremos rescatar a Selene debemos pensar con la cabeza fría.
Las lágrimas en los ojos de la monarca estaban comenzando a formarse, no pudo evitar esconder su rostro en el pecho de su esposo. Segundos después su mirada terminó por fijarse en Luana, quien parecía perdida en sus propios pensamientos mientras miraba el ventanal. Glimmer se separó de Bow para dirigirse hasta la joven, tomando un aura ligeramente intimidante.
―Luana ―la llamó―, tú fuiste testigo de todo, ¿tienes idea de quien se llevó a Selene?
La joven tragó saliva, entendía cómo podía sentirse su tía, pero también parecía algo asustada, sobre todo porque no tenía realmente una respuesta a dicha pregunta.
―No logré reconocerlo ―dijo al fin―, aunque... parecía que él a mí sí.
Adora fijó su atención en la menor, las manos comenzaron a temblarle y el corazón parecía salir de su pecho.
―¿A qué te refieres? ―preguntó.
―Él mencionó conocerme de alguna parte.
Adora miró con angustia a su esposa; todo comenzaba a tener sentido. Apretó los vestigios de la Piedra Iris contra sí.
―Luana, sal de la habitación ―ordenó.
―Pero-
―Ahora ―recalcó sin inmutarse.
Su joven hija salió a regañadientes, tomando camino hacia el jardín donde había estado con Selene la última vez, jardín que era visible desde la habitación donde los mayores se encontraban.
―¿Ella... ha vuelto? ―preguntó Bow en cuanto la puerta se cerró detrás de Luana―. ¿Esa mujer tiene a mi princesa?
―Lo dudo ―respondió Catra, tratando de calmar la creciente preocupación del padre.
―Es cierto ―siguió Adora―. Es imposible que sea ella, todos fuimos testigos de lo que le sucedió. Además ―miró la roca en sus manos―, la piedra no parece ser funcional, hablaré con Entrapta para asegurarme.
―Si no fue Lilith ―siguió Glimmer con la voz temblorosa―, ¿entonces quién...?
―Su lacayo ―respondió Catra―, la sombra que Adora vio en Calery cuando rescatamos a Luana, tal vez no desapareció cuando Lilith murió, tal vez quedó atrapado en Etheria.
―O se quedó por voluntad propia ―añadió Bow.
―Nunca debimos dejar que un extraño entrara al palacio, no después de todo lo que pasó ―Glimmer se dejó caer sobre el sofá a su espalda―. Ahora Selene está...
―Está bien ―Adora se acercó hasta su amiga, agachándose a su altura y tomándola por los hombros―. Estoy segura de que se encuentra a salvo.
―Es posible ―siguió Catra―, ella no era su objetivo principal. Así que la princesa estará a salvo hasta que... ―guardó silencio un segundo, entendiendo por fin la situación―, hasta que llegue al verdadero...
Adora se puso de pie mirando a su esposa con preocupación.
―Debemos encontrar la forma de rescatar a Selene sin arriesgar la vida de Luana.
―Eso si logras impedir que nuestra hija se lance sin pensar en busca de la princesa ―sonrió sarcásticamente la felina.
Ambas tragaron saliva y corrieron hasta el balcón en busca de Luana, pero ella ya no se encontraba en los jardines del palacio, por un momento volvieron a sentir la angustia de hacía dieciocho años.
La joven despertó en un sitio completamente desolado, una pequeña habitación sin puertas ni ventanas, tenía esposas en las muñecas que le impedían utilizar su magia, estaba aterrada y sola. Comenzaba a sentir la angustia creando nudos en su garganta, los ojos acuosos apenas le permitían mirar a su alrededor, no había nada más que oscuridad y penumbra.
El suelo comenzó a cimbrarse mientras las paredes crujían y una de ellas se abría por la mitad, separándose ladrillo por ladrillo y dejando entrar una sombra masculina envuelta en un halo de luz blanca.
―Veo que has despertado ―dijo Víctor―. Me alegra, estaba muy preocupado por ti.
―¿Dónde estoy? ¿Qué es lo que quieres conmigo?
―Contigo nada ―dijo el hombre.
―Entonces ¿por qué me trajiste?
El hechicero dirigió nuevamente su atención hasta ella y sonrió malévolamente, de una manera tan burlona que Selene por un momento no supo si sentir terror o vergüenza.
―Ellos realmente no te lo dijeron, ¿no es cierto? ―la joven guardó silencio, Víctor soltó una carcajada―. Esa supuesta reina no es más que una mentira.
―¡No te atrevas a hablar así de mi madre! ―replicó Selene, apenas logrando ponerse de pie.
―¡Es una de las culpables de todo esto! ―una poderosa energía se desprendió del cuerpo de Víctor, lanzando a la joven de nuevo al suelo y golpeándola contra el muro―. Puedo dirigirme a ella como me dé la gana. De haber sido una buena reina o tan sólo una buena madre, sabrías al menos por qué estás aquí.
―No entiendo...
―Ella no te dijo nada ―siguió Víctor, su sonrisa burlona ahora lucía como una temible mueca llena de rencor―. Sobre lo que sucedía en Etheria años antes de tu nacimiento: la Rebelión, la Horda... She-Ra.
Selene clavó su mirada en el hombre, ahora tenía toda su atención.
―Has leído sobre ella, ¿no es cierto? ―sonrió, calmándose―. Yo mismo me encargué de eso, todos los libros y pergaminos que Byron ponía sobre tu escritorio para que estudiaras sobre la historia de Etheria, ¿eras consciente de que tus padres los habían prohíbo por todo el planeta?
―No eran más que leyendas antiguas ―Víctor la miró con una ceja alzada―, ¿cierto?
―Me encantaría decirte que se lo preguntes a tus padres en cuanto salgas de aquí, pero no lo harás, al menos no viva, claro.
―¿Qué es lo que quieres? ―cuestionó la joven―. Dijiste que no era yo...
Víctor siguió mirándola con una sonrisa silenciosa, nuevamente la pared a un costado comenzó a abrirse con lentitud, los guardianes de sombra que dominaba el hechicero, lanzaron a Luana justo a los pies de éste.
―Por fin llegas ―dijo, tomándola del brazo―, nuestra invitada de honor.
Luana se separó de él tan bruscamente como pudo, colocándose frente a Selene.
―No te atrevas a tocarme otra vez.
Víctor retrocedió unos pasos, alejándose de la furiosa joven.
―Siempre tan testaruda, desde que eras sólo una niña, es sorprendente lo mucho que te pareces a tus madres y la paciencia que ella tuvo para no cortar tu cuello en cuanto tuvo la oportunidad.
―¿Ella?
―Lilith, claro.
La sonrisa con la que Víctor escupió aquella frase fue tan escalofriante como las palabras que siguieron después.
―La recuerdas ¿verdad, Luana?
La pobre joven apenas podía articular palabra, estaba atónita, ni siquiera recordaba haber conocido a una mujer con dicho nombre, pero el haberlo escuchado era más que suficiente para hacerla estremecer, la confusión la inundó, ¿cómo alguien que ni siquiera conocía podía hacerla sentir tanto temor?
―No te preocupes, cariño, no es necesario que la recuerdes ahora ―dijo―. Ella ya no está al fin de cuentas.
―Déjanos ir, no tenemos nada que puedas desear ―siguió Luana.
―Te equivocas, pequeña.
Víctor se alejó unos cuantos pasos y con ayuda de su magia elevó del suelo un pedestal de roca sólida en el que reposaba un libro de pasta rojiza, el hombre lo abrió con el simple movimiento de su muñeca.
―Verás, mucho antes de la llegada de Los Primeros, incluso antes de la existencia de la mismísima She-Ra, Etheria era un planeta pacífico, sin magia.
Las confundidas miradas de las jóvenes se cruzaron entre sí.
―En ese entonces ―siguió él―, el reino era gobernado por una joven princesa llamada Nova. Benévola, dulce y caritativa, la muchacha era adorada por todos ―frunció el ceño―. Tuvieron que pasar milenios para que la joven princesa comenzara a notar el descontento de los humanos, la avaricia que los llevaba a desear la inmortalidad y poder que ella poseía y lo que eran capaces de hacer por conseguirla. Por ello las guerras dieron inicio, todas y cada una de ellas con el objetivo de obtener la cabeza de la princesa en bandeja de plata.
―Esto no tiene ningún sentido ―alegó Luana―. ¿Qué buscas? ¿Narrarnos un cuento para dormir?
Ignorando la osadía de la joven, Víctor continuó su historia.
―Todos buscaban obtener el poder de la joven, buscaban dominar Etheria; todos excepto uno, un joven guerrero que creció escuchando historias sobre Nova que lo orillaron a enamorarse de ella. Desde tierna edad juró que su lealtad pertenecería a la princesa, así como su corazón.
Selene parecía ser la única de las dos jóvenes que comenzaba a prestar atención a la narración del malvado hechicero. Sabía que debía tener algún secreto oculto entre las palabras que salían de su boca.
―Después de cada batalla ganada, un poco del corazón de Nova se quedaba con el guerrero, hasta que por fin se abrió completamente al amor que formó por él, así como a su perdición ―siguió―. La impenetrable coraza de Nova ahora tenía una debilidad y quienes buscaban destruirla por fin vislumbraban esperanza en su meta, así que cuando cayó la noche, ejecutaron su plan. Con ayuda de la poca magia que habían logrado arrebatar a Nova, convirtieron al joven guerrero en una estatua de hierro y roca que se alzaba deslumbrante frente a las puertas del palacio.
Selene y Luana sintieron una onda de incomodidad recorriendo su espalda.
―Nova, destrozada por haber perdido a su amado, juró vengarse de aquellos que la habían dañado. Sabía que la única manera de hacerlo era alejando la magia y su poder por completo de su alcance. La joven, sacrificando su propia vida, dividió su magia en seis piedras rúnicas que esparció por toda Etheria, designando para cada una, una guardiana de corazón puro capaz de utilizar dicha magia para proteger los reinos que se habían formado para entonces.
―Espera... ―interrumpió Selene―, esa historia no es más que otra leyenda antigua.
―¿Eso crees? ―cuestionó Víctor y cerró el libro de un solo golpe―. Nova fue la primer gobernante de Etheria, la única en poseer magia en todo el planeta, se sacrificó a sí misma para proteger dicha magia al dividirla en la piedras que tu madre y sus amigas protegen.
―Es imposible...
Víctor se acercó para tomar violentamente a Luana por el cuello de la ropa.
―Y yo sé que existe una magia incluso mayor a la que poseía Nova.
―¿Más poderosa que las seis piedras rúnicas juntas? ―cuestionó Selene.
―Definitivamente ―sonrió el hombre―. Estoy completamente seguro de que la magia que te vi usar cuando eras sólo una bebé ahora es mucho más poderosa, Luana ―ambas jóvenes permanecieron inmóviles―. Tu madre se ha encargado de ocultarla porque sabe lo peligrosa que puede llegar a ser ―acarició su mejilla―, lo peligrosa que tú puedes llegar a ser.
La felina se alejó del hombre, aterrada. Jamás en su vida se había considerado una persona peligrosa y ahora él lo recalcaba como si no significara nada.
―Estás loco ―dijo―, mis madres no tienen magia, yo no tengo magia.
Antes de que el hechicero pudiera decir más, varios guardianes de sombra entraron sin previo aviso, anunciando el ataque de las princesas hacia su guarida, pero para cuando Víctor quiso contraatacar fue demasiado tarde, Adora y Catra ya habían logrado introducirse al sitio.
―Se acabó Víctor, tienes que largarte de aquí ―advirtió Adora.
El hombre se vio rodeado por la armada de Bright Moon y la magia que poseían las ahora monarcas de los reinos vecinos, tenía la desventaja, de eso no cabía duda y ahora para salvar su vida debía alargar nuevamente su plan, pero esta vez, las cosas cambiarían a su favor, estaba seguro de eso.
―Te equivocas, She-Ra ―sonrió, irguiéndose triunfante―. Esto no ha terminado, aún no te muestro mi mejor carta.
Hizo una última reverencia y desapareció en una nube de humo negra.
Ya en el palacio, las cosas no marchaban mejor, Selene y Luana lucían distraídas y distantes, los mayores creía que sólo se debía a todo lo sucedido, pero en la cabeza de las jóvenes había más preguntas que respuestas y por alguna razón sabían que si lo cuestionaban no obtendrían palabra alguna.
Luana se dirigió hasta su habitación seguida por sus madres, quienes le dirigieron una última mirada agonizante a Bow y Glimmer antes de desaparecer por el corredor.
―Luana, cariño, ¿podemos hablar de lo que sucedió, por favor? ―suplicó Adora cerrando la puerta de la habitación detrás de sí.
―¿De qué quieres hablar, mamá? ―cuestionó la joven molesta―. ¿Del loco hechicero, de la magia desbordada, de todos los secretos o de She-Ra?
Adora y Catra quedaron atónitas y en completo silencio, apenas podían respirar.
―De todas formas, ¿quién demonios es esa tal She-Ra y por qué todo el mundo parece conocer sobre ella menos yo? ―bramó―. ¡Hasta Selene luce más informada!
―Lu...
Adora intentó articular, pero la penumbra que poco después invadió la mirada de su hija terminó por hacerla callar, algo la atormentaba y no se trataba de She-Ra.
―¿Q-Quién... ―masculló Luana―, quién es Lilith, madre?
El temor con el que la joven enunció aquella pregunta no se comparaba en nada al que ahora inundaba los corazones de sus madres. Todos aquellos horribles recuerdos cruzaban sus memorias como flechas encendidas en dolor y sufrimiento.
―Lo saben... ¿no es verdad? ―siguió―. ¿Por qué a pesar de no conocerla me aterra tanto decir su nombre?
La puerta de la habitación se abrió de golpe, interrumpiendo el sombrío ambiente y dejando entrar a Selene, completamente alterada, seguida por Glimmer que a duras penas trataba de calmarla.
―¡She-Ra! ¡She-Ra! ―balbuceaba sin parar―. Tía Adora, tú eres ella, ¿no es verdad?
Los presentes quedaron paralizados ante la seguridad de la joven frente a lo que había dicho, Adora no pudo responder, ni siquiera con un mínimo gesto, todos los años que habían estado protegiéndolas de la verdad se habían esfumado en un abrir y cerrar de ojos.
―¿Mamá?
―¡Lo sabía! ―exclamó Selene, orgullosa―. Ahora todo lo que él dijo tiene sentido, todo lo que estudié sobre ella, sobre She-Ra... y pensar que la tenía justo frente a mis narices.
―¿Todo lo que "estudiaste"? ―interrumpió Glimmer posándose frente a ella―. ¿Te atreviste a leer todo lo que te dije que no debías?
―N-No creí que-
―¡Selene, todo eso estaba prohibido por una buena razón!
―Mamá ―Luana se plantó frente a Adora mucho más confundida de lo que ya estaba, ignorando por completo la discusión que ahora se suscitaba a sus espaldas―. ¿Eres tú... esa tal She-Ra?
Ante la mirada suplicante de su hija y el evidente hecho de que habían sido descubiertos, la rubia no tuvo más opción que asentir avergonzada ante la culpa que ahora la inundaba.
Nuevamente un estrépito sonido interrumpió las discusiones, la puerta principal del palacio había caído. Los presentes salieron corriendo hasta el lugar, quedando en silencio mientras miraban hacia el umbral oscurecido de la noche. El humo y la niebla se mezclaban en la entrada, Adora dio un paso al frente seguida por Catra quien se colocó frente a Luana.
―Mamá, no tienes que-
―Silencio ―ordenó la felina.
De entre la penumbra surgió una figura juvenil, seguida por dos enormes canes de pelaje oscuro. Vestía una larga capa negra que cubría la mayor parte de su torso. Era imposible distinguir su rostro, la capucha lo ensombrecía por completo.
―¿Está She-Ra aquí? ―cuestionó, preocupando a todos. Ahora parecía que el pasado de los mayores los perseguía a todas partes.
Adora miró a su esposa e hija, la rubia intentó dar un paso al frente, pero Luana se lo impidió tomándola de la mano.
―¿Quién eres? ―cuestionó Catra, colocándose frente a ambas.
―No puedo darte un nombre porque no lo tengo ―volvió a decir, con una voz serena e imponente.
―¿Por qué buscas a She-Ra? ―preguntó Adora, postrándose junto a la felina.
La joven hizo deslizar la capucha hacia atrás, descubriendo su rostro.
―Porque ella es mi madre ―dijo.
Ya no tengo más pretextos para decir por qué me estoy tardando en actualizar, sólo les puedo asegurar que agradezco que sigan aquí y que pienso terminar todas mis historias publicadas. Los tqm 💖
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