Capítulo 3. Regresiones
Aquella noche se desataba una terrible tormenta sobre el palacio de Bright Moon. Habían pasado sólo unos pocos meses después de que Adora y Catra volvieron del espacio junto con Luana, que ahora tenía poco más de dos años. La penumbra dominaba sobre el bosque y los jardines del castillo. Cada habitación de éste estaba helada y el viento chirriaba a través de las puertas y ventanas.
Bow daba vueltas incesantes de un extremo del corredor a otro, sin alejarse demasiado del portón de la habitación donde Glimmer se hallaba. El momento por fin había llegado, aunque no era como todos lo esperaban, el ambiente no hacía más que erizar la piel de los presentes. Los agonizantes gritos de Glimmer se escuchaban por todo el palacio, Micah se hallaba sentado en un pequeño sillón junto al portón, no podía dejar de morderse las uñas, escuchar a su princesa de esa manera lo hacía querer entrar a detener su sufrimiento, pero realmente no podía hacerlo.
―Mami ―habló Luana, mirando curiosamente a Adora y con las orejas ligeramente agachadas―, ¿qué le due-e a la tía Bri-itos?
―Ah...
Adora permaneció con la boca semiabierta y la mirada confundida un rato, ¿cómo le explicaría a su hija algo que ni siquiera ella entendía? Catra se acercó hasta Luana y la tomó en brazos, conteniendo su risa en una ligera sonrisa burlona que se formó en sus labios.
―No te preocupes, gatita, la tía Brillitos está bien.
Catra miró ligeramente molesta a su esposa, unas horas antes ambas habían discutido si Luana debía ir con ellas o no a acompañar a Glimmer, Adora había insistido en llevarla, su sobreprotección con la pequeña no la dejaba alejarse de ella ni por un momento, sobre todo si el único acompañante de la niña durante ese tiempo sería Melog, no es que no confiara en el animal, simplemente le preocupaba que sucediera una situación similar a lo transcurrido hace casi tres años.
La pequeña pelea de miradas terminó una vez el silencio inundó el palacio, Glimmer había cesado, tardó varios segundos en que su presencia volviera a notarse. Bow comenzó a preocuparse de sobremanera, dio velozmente un paso hacia el frente, colocando ambas manos sobre el doble portón de la habitación, dispuesto a empujarlo, pero antes de si quiera poder hacerlo el llanto de su recién nacida le detuvo el corazón.
En cuanto el débil chillido hizo eco en las paredes del corredor, los amigos de la princesa se pusieron de pie inmediatamente, tensando todos los músculos. Bow, inundado por la emoción, la curiosidad, pero sobre todo por la preocupación de saber sobre la salud de su esposa e hija, empujó con ligereza la puerta, que aunque soltó un rechinido leve, el moreno lo sintió como un grito agudo justo en el oído. La habitación permanecía cálida, silenciosa y pacífica, a pesar de la tormenta que se desataba en el exterior, era como estar en un mundo completamente distinto. Bow dio unos cuantos pasos temerosos, Micah se acercó al hombre, dispuesto a seguirlo, pero Catra fue más rápida, tiró del brazo del antiguo Rey, sacándolo de la habitación y en un movimiento todavía más rápido le dio un empujón a Bow para que entrara de lleno al lugar, cerrando la puerta detrás de él.
―¿Qué haces? ―cuestionó Micah―. También quiero ver a mi nieta, y saber cómo está mi hija.
―Si algo hubiese salido mal, el médico nos lo hubiera informado de inmediato ―respondió Catra―, deje que ellos tengan un tiempo a solas, ya vendrá nuestro turno.
Micah guardó silencio, no había notado el grado de madurez que Catra y su esposa habían adquirido en los últimos años, desde que Luana había llegado a ellas, incluso él se había dejado llevar por la emoción del momento, sin pensar que justo ahora Bow era el principal interesado en Glimmer.
―Pero... ―interrumpió Adora―, ¿de verdad crees que es lo que ellos quieren? Tal vez están nerviosos, tal vez Glimmer quiera ver a su padre, tal vez-
―Es lo que yo hubiera querido si estuviera en su lugar ―siguió Catra.
Sonrió a su esposa y ésta guardó silencio, cambiando su gesto a uno mucho más tranquilo. Micah soltó un suspiro y tomó asiento nuevamente.
Bow se aproximó lentamente hasta su esposa, el médico junto a ella se inclinó en una reverencia y salió por la puerta trasera de la habitación. El moreno tragó saliva al verlo salir, ahora se encontraban sólo él, Glimmer y su pequeña. Tomó valor, dio pasos firmes hasta la enorme cama frente a él, las sábanas purpuras se hallaban revueltas sobre las piernas de Glimmer, cubriéndola hasta la cintura. La joven se encontraba sentada, recargada contra la mullida cabecera, en sus brazos recostaba a la niña que ya no lloraba más, sólo soltaba pequeños sonidos mientras aferraba sus manos a la ropa de su madre. Glimmer miró a Bow con una sonrisa, el muchacho se detuvo en seco, sintiendo un escalofrío que recorrió toda su columna.
―Tranquilo, no te va a morder ―dijo burlonamente.
―Ya estoy acostumbrado ―respondió el otro, siguiendo la broma―, ya sabes, por Catra.
El moreno se colocó junto a su esposa, sentándose a la orilla del colchón, la miró con una sonrisa completamente endulzada y apacible, la respiración tranquila de su hija llamó su atención, dirigió su mirada hasta ella. Era una hermosa niña de piel canela, sus largas pestañas resaltaban en sus parpados cerrados y su cabello del mismo tono que el de su madre formaba unos tiernos rulos al final de éste.
Bow sonrió, pero toda su mueca temblaba de la emoción, Glimmer soltó una ligera carcajada al ver a su esposo tan entusiasmado.
―Déjalo salir ―se burló.
Bow la miró y en unos pocos segundos sus ojos comenzaron a cristalizarse, las lágrimas no podían detenerse, realmente estaba muy feliz. Poco a poco su llanto fue incrementando el sonido, al punto de hacer que los del exterior entraran apresuradamente a la habitación, creyendo que se trataba de algo mucho más grave. La niña se despertó entre quejidos, y retorciéndose entre los brazos de su madre; Bow inmediatamente cubrió su boca, pero las lágrimas seguían saliendo como cascadas de sus ojos castaños.
Glimmer sin inmutarse o borrar la sonrisa de sus labios, se incorporó y estiró sus brazos con la pequeña hasta su esposo; indeciso, Bow tomó a la niña, acurrucándola contra su pecho para intentar tranquilizarla, no lloraba, pero parecía molesta con su padre por haberla despertado.
―Lo siento tanto, princesa ―dijo, calmando su propio llanto―, no quise despertarte.
Ante la voz del joven, la niña cesó su quejido, fijando su mirada en él. Sus penetrantes y curiosos ojos violetas se clavaron en el rostro de Bow, quien inmediatamente notó la atención que su hija le estaba prestando. Cada que el joven la llamaba con una sonrisa húmeda, la pequeña abría más los ojos, centrándose completamente en él, parecía que la niña reconocía su voz, aquella dulce voz masculina que le hablaba frecuentemente mientras aún estaba en el vientre de su madre.
Luana se acercó cautelosamente hasta la pareja y con ligera dificultad, debido a la altura de la cama, se trepó al colchón y se sentó sobre este, mirando con curiosidad a la pequeña en los brazos de Bow, pero a pesar de estar a dicha altura, aun se le dificultaba verla bien. Bow intentó mostrársela tan delicadamente como pudo, Luana levantó sus pequeñas orejas felinas al observar el rostro de la niña.
―¡Es muy bonita! ―exclamó completamente emocionada, pero después su expresión cambió a una de completa confusión―. ¿Qué es? ―preguntó, inclinando la cabeza y enarcando una ceja.
Glimmer soltó una risilla y volvió a tomar a la niña en sus brazos, Luana gateó hasta ella sobre la cama, quedando de frente a los perspicaces ojos de la bebé que no se despegaban de las orejas de la niña que la miraba con una gran sonrisa.
―Es una bebé ―respondió Glimmer.
Luana comprendió ligeramente sus palabras, realmente no estaba muy interesada en la definición, sólo en observar a la nueva integrante de la familia Bright Moon.
―Vaya, creí que todos los bebés venían de plantas ―masculló Adora un tanto avergonzada.
Glimmer volvió a reír y acariciando los cabellos de Luana dijo.
―Su nombre es Selene, espero que cuides bien de ella.
Luana la miró con los ojos tan abiertos como pudo y asintió con una sonrisa. La tormenta que se desataba fuera del palacio había dejado de existir en esas cuatro paredes.
―No quiero que vuelvas a huir ―reclamó Adora, Luana se hallaba frente a sus madres, sentada en una silla, con la mirada en el suelo y las orejas agachadas.
―Ya te dije, no hui ―volvió a recalcar la joven―, sólo estaba en el jardín.
―Pero escapaste de la reunión, Luana ―siguió Catra―, y llevaste a Selene contigo cuando ambas debían estar presentes, no sabíamos donde estaban, ¿qué querías que pensáramos
―Pero-
―No pongas más excusas ―interrumpió Adora―, siempre tienes una excusa diferente y todas son igual de invalidas. Estás castigada.
Estas últimas palabras hicieron que la chica elevara la mirada hasta ellas, anonadada, ¿qué significaba eso? De cualquier manera nunca podía ir a ningún sitio o salir con nadie, difícilmente conseguía amigos, era como estar castigada de por vida.
―Lamento interrumpir ―Bow se aproximó hasta las tres―, pero a Glimmer y a mí nos gustaría que nos acompañaran en el salón principal, chicas.
Dicho esto, se retiró con una sonrisa nerviosa, sabía que había interrumpido una posible explosión atómica y no quería permanecer mucho más tiempo en un lugar en donde alguien con el mismo carácter de Catra estuviese molesta.
―Hablaremos de esto después ―sentenció Adora e hizo una seña para que Luana se pusiera de pie y marchara hacia el salón seguida por sus madres.
El enorme sitio estaba casi vacío, al centro sólo se hallaba una mesilla de cristal con unas cuantas bebidas y aperitivos, dispersos alrededor de ésta estaban Mermista, Sea Hawk, Destan, Selene, Glimmer y Bow. Luana se dirigió hacia los aperitivos, ignorando la mirada asesina de Adora, tomó unos cuantos dulces en la palma de su mano y se acercó hasta Selene, quien miraba fijamente a los adultos que parecían discutir algo importante.
―Hey, princesa ―llamó la castaña―, ¿qué sucede?
―No estoy segura ―respondió Selene sin siquiera mirarla―, pero tengo un mal presentimiento.
En cuanto los adultos dejaron de charlar, Selene desvió su mirada hasta Luana, disimulando su evidente espionaje, quedó casi completamente pegada al cuerpo de la joven. Selene fruncía el ceño, tratando de contener gestos que la delataran frente a su madre, Luana sólo podía mirarla por encima del hombro, confundida, no fue hasta que Selene se aferró al brazo de ésta, que Luana sintió un escalofrío, intentando disimular lo erizada que estaba su piel, desvió la mirada de la joven a su lado, pero su sonrojo era bastante notorio.
―Selene, cariño, acércate ―llamó Glimmer.
La joven soltó un suspiro pesado, dio la media vuelta y caminó hacia su madre, tirando del brazo de Luana, no sabía lo que se aproximaba, pero no pensaba caer sola. Pronto Selene y Luana quedaron frente a sus padres, teniendo a un costado a la familia proveniente de Salineas. Destan se aproximó hasta ambas jóvenes, tomó a Luana por los hombros y la separó de Selene, colocándose junto a la princesa y ganándose la molestia de la felina.
―Ah... ―masculló Selene y miró a su madre, confundida―. ¿Hay algo de lo que aún no me entero?
Glimmer miró a su esposo, éste dio un paso al frente, ligeramente nervioso por la mirada inquisitiva de su hija y el gesto demandante de su esposa, una tormenta se avecinaba y él lo sabía, el problema es que ahora se encontraba justo en medio.
―Selene ―aclaró su garganta―, como sabes, existen leyes que datan de hace cientos de años y que como gobernantes de Bright Moon debemos seguir al pie de la letra.
Y así lo era, sin embargo, aquellas leyes habían quedado olvidadas durante varias décadas debido a la guerra que se suscitaba en Etheria, claro que aquel pequeño detalle ni Bow ni nadie quería mencionarlo. Selene era una joven inteligente, había pasado toda su vida leyendo los pergaminos y demás libros del palacio, lo cual hacia que comenzara a sentirse nerviosa.
―Cielo ―siguió Bow―, ahora que cumpliste dieciséis años, es nuestro deber como padres encontrar para ti un... buen partido a esposo.
La voz de Bow se cortó, ni él estaba completamente seguro de querer hacerlo, pero era algo que ya había acordado con Glimmer desde el momento en el que nació: seguir las leyes al pie de la letra para asegurarse de que todos los incidentes en los años anteriores quedaran en el olvido y fueran sustituidos por los nuevos hechos escritos en la historia de Etheria. Selene intentó objetar, pero la mirada de Glimmer silenció sus palabras.
―Sabemos que puede ser difícil ―insistió Bow―, pero al menos no será con un completo desconocido ―Destan dio un paso al frente, mirando a Selene con una sonrisa, la chica palideció de inmediato―. Destan y tú están comprometidos prácticamente desde el día en que naciste, Mermista y Sea Hawk ya se lo habían dicho desde hace ya un tiempo ―el moreno se acercó hasta su hija, tomándola por los hombros―. Tu madre y yo decidimos que te lo diríamos después de que cumplieras los dieciséis, además Destan es un gran chico, ustedes son amigos desde niños, estoy seguro de que su compromiso irá muy bien.
―Pero... ―masculló Selene, aun sin aire―, ¿casarnos?
Su mirada anonadada se clavó en la sonrisa petulante de su ahora prometido. Bow la observó condescendiente.
―Que te hayamos anunciado su compromiso justo ahora no quiere decir que su matrimonio se llevará a cabo ya ―mencionó―, daremos unos cuantos años a ambos para que puedan fortalecer su relación y posteriormente casarse.
Selene guardó silencio, un revoltijo de pensamientos ahora transitaba por su cabeza. Glimmer parecía sorprendida, estaba más que preparada para la rabieta que sabía haría su hija, pero no había sucedido nada de lo que esperó, Selene parecía bastante calmada, al menos en el exterior.
―Que tontería ―exclamó Luana sin más. Adora y Catra se irguieron de golpe, su hija había actuado, el problema es que no tenían idea de por qué―. ¿Casarlos sin su consentimiento?
―Oh, yo estoy más que seguro de que quiero desposarla-
―Cállate, Destan ―interrumpió la morena―. Es una locura decidir sobre sus futuros, es decir ―miró al muchacho de pies a cabeza―, ¿en serio quieren encadenar el futuro de Selene a... él?
La expresión de Luana hablaba por si sola, incluso más de lo que sus palabras lo habían hecho, el chico no le agradaba en lo absoluto y mucho menos la idea de que Selene lo desposara, Luana estaba molesta con los adultos, pero no estaba segura si su reacción era consecuencia al reciente castigo de sus madres o... algo más.
―Ustedes creen que pueden ordenarnos qué hacer con nuestras vidas todo el tiempo ―siguió, sí, también estaba hablando por sus madres―. Esto es injusto y estoy segura de que lo saben.
―Luana, ya fue suficiente.
Adora se aproximó hasta su hija hecha una furia, la tomó por el brazo, dispuesta a llevarla consigo, antes de que pudiera desatarse una pelea entre ambas, Selene dio un golpe al piso con la suela del zapato. Las miradas se clavaron en ella en un segundo, con el ceño fruncido la joven dio la media vuelta y salió del salón.
―Selene... ―Luana intentó correr tras ella, pero su madre fue más rápida.
―¿No crees que ya hiciste suficiente? ―reprochó Adora.
―¿De qué hablas? ―siguió la joven, zafándose de su agarre―. Abogué por ella, hice lo correcto.
―Luana ―Adora la miró con tristeza―, hay cosas que aún no comprendes, Selene entiende su deber como princesa, es momento de que tu entiendas el tuyo.
―Yo no soy una princesa, madre ―replicó―, yo no tengo ninguno de esos deberes.
Adora guardó silencio. «Tú fuiste elegida para ser She-Ra, al igual que ella», aquellas palabras que Madame Razz le había dicho hace dieciocho años retumbaron en su cabeza y no pudo evitar sentir pena por lo que su hija ignoraba, esperaba poder salvarla de ese destino, esperaba poder hacer que ella no peleara jamás; pero no estaba tan segura de tener éxito.
―Algún día los tendrás ―dijo.
Selene había salido del salón sin decir una sola palabra, estaba aturdida; de repente toda esa cantidad de información había caído sobre su cabeza, sentía como un costal de piedras comenzaba a formarse en su espalda. Estaba agotada de ser una princesa. ¿Cómo pudieron hacerle eso? Sus propios padres habían decidido su futuro, sin siquiera consultárselo, sólo supieron escudarse detrás de las leyes, un pedazo de papel escrito por un par de ancianos que ya estaban muertos.
―¡Princesa!
Selene se giró ante el llamado, topándose con Byron, lucía levemente angustiado por ella, al parecer él también había sido testigo de la situación anterior.
―¿Se encuentra bien? ―preguntó él, recogiendo los mechones del cabello de la chica detrás de su oreja, Selene no pudo seguir conteniendo su llanto y se lanzó a sus brazos―. Tranquila, pequeña, debe ser horrible lo que ahora está sintiendo.
―¿Cómo pudieron hacerme algo así? ―sollozaba―. Sé que tengo un deber como princesa, pero esto... ―alzó su mirada hasta él―. Tú los conoces desde hace tiempo, ¿cierto? ¿Crees poder... convencerlos de que esto cambie?
Byron guardó silencio y dibujó una sonrisa en su rostro.
―¿Quiere que todo esto cambie, princesa?
La joven asintió. Byron engrandeció su sonrisa a una mucho más tétrica y soltó una carcajada que le dio escalofríos a Selene, el viento comenzó a soplar fuerte dentro del corredor, al punto de envolver a ambos en un torbellino con una humareda negra. Cuando Selene volvió la mirada hasta Byron notó que su rostro había cambiado completamente. Se trataba de un hombre de apariencia joven, cabellera negra y fríos ojos obscuros. Selene dio un salto hacia atrás en un grito ahogado.
―Ya estaba comenzando a hartarme de esa apariencia tan... burda ―bramó Víctor con arrogancia.
―¿Quién...? ¿Cómo...? ―trastabillaba Selene―. ¿Dónde está Byron?
―Muerto ―siguió Víctor, mientras peinaba su cabello contra el reflejo de una armadura decorativa del corredor―. Tuve que desaparecerlo para poder obtener su apariencia.
Selene palideció, no entendía absolutamente nada. Temblorosa, cayó al suelo de rodillas. Víctor se inclinó hasta ella con una sonrisa y elevó su mentón para que lo mirase.
―No estés triste, princesita ―dijo―. Nunca lo conociste realmente, era un simple aldeano más, que a nadie le importaba ―volvió a ponerse de pie, dándole la espalda a la joven―. Yo fui quien estuvo con ustedes todo este tiempo. Fui yo de quien te encariñaste tanto.
Era cierto, Víctor había tomado la apariencia de un aldeano que vivía solo a las afueras de Plumeria, fue gracias a ello que logró entrar al palacio de Bright Moon cuando Adora y Catra se marcharon al espacio. Todo ese tiempo, el joven había fingido el cariño que le tenía a la familia, sobre todo a Selene. La chica no comprendía nada, el terror dominaba sus pensamientos.
―¿Por qué...? ―dejó salir en un hilo de voz.
―Venganza ―respondió sin más―. Todo mi plan era perfecto, Byron estaba por fin ganándose la confianza de todos, pero entonces... ―se agachó a la altura de la joven y la tomó bruscamente por las mejillas―. Llegaste tú ―bramó furioso―. Tú arruinaste mis planes, de no haber sido por tu llegada, She-Ra se hubiese quedado lejos y tu madre estaría muerta.
Selene tragó saliva, ¿de qué estaba hablando? Sentía el aliento frio salir entre sus labios, jamás había tenido tanto miedo en su vida.
―Al principio creí que eras un problema ―siguió, alejándose de ella―, pero después me di cuenta de que era una oportunidad ―se giró para mirarla―. Ahora la reina tenía una nueva debilidad, una más fuerte que cualquier otra que hubiese tenido antes: el amor por su adorada hija. Sabía que, si usaba esa debilidad en su contra, pero sobre todo en contra de She-Ra, por fin obtendría lo que deseaba.
Selene, aun con las rodillas temblándole, se puso de pie y comenzó a alejarse lentamente del hombre, debía volver con todos, advertirle a su madre.
―¿Te vas tan pronto? ―cuestionó Víctor y de un momento a otro apareció junto a la joven a la que llevó hasta la pared, tomándola por el cuello―. Lamento haberte aburrido tanto, es obvio que no sabes de qué estoy hablando, todos en este asqueroso lugar decidieron guardar ese pequeño secreto, pero no te preocupes, muy pronto lo sabrás.
Selene intentaba zafarse de su agarre, pero le era imposible, ni siquiera podía usar magia, no era buena en ello y estando tan aterrada no podía concentrarse, sus ojos comenzaron a cristalizarse, estaba perdiendo el conocimiento.
―¡Selene!
Luana se aproximó hasta ambos, se encontraba perpleja, no entendía lo que estaba pasando; pero aquel hombre había lastimado a Selene y ella no podía quedarse con los brazos cruzados. Se lanzó sobre él, intentando plantarle un golpe en la cara, pero éste lo esquivó, dejando caer a Selene al suelo, inconsciente.
―¡Princesa, reacciona! ―la castaña intentó reanimarla, pero le fue imposible.
―Cuanto tiempo sin verte ―mencionó Víctor―, Luana.
―No sé quién demonios eres o cómo es que sabes mi nombre ―la castaña volvió a ponerse de pie, plantándose frente a Selene―, pero no dejaré que la toques.
―Es comprensible que no me recuerdes, la última vez que te vi usabas pañales.
Luana frunció el ceño, la voz de ese hombre le resultaba familiar, al igual que lo gélido del ambiente que lo rodeaba, un escalofrío recorrió su cuerpo, pero volvió a ponerse firme, no podía doblegarse frente a él.
―Lárgate ―ordenó.
Víctor estuvo a punto de objetar, pero los pesados pasos de todos los adultos aproximándose hasta ellos lo hizo retroceder. Sin decir nada más, tanto él como Selene desaparecieron en una cortina de humo negro. Luana intentó abalanzarse sobre ellos, pero ya era tarde, habían desaparecido, dejando en su lugar lo que parecía una roca carmesí que lucía opaca y áspera al tacto. Cuando Luana la tomó un flechazo de recuerdos vino a su mente, de nuevo aquella mujer pelirroja de la que no distinguía su rostro; pero esta vez a su lado se encontraba aquel hombre que se había llevado a Selene.
Adora y los demás llegaron tan rápido como les fue posible, sabían que algo no andaba bien, el lugar estaba destrozado y el aura que se respiraba era tan pesada como un yunque. La rubia tomó la roca de las manos de su joven hija y de inmediato se paralizó ante lo que era: La Piedra Iris, o lo que quedaba de ella.
Pido perdón por tardar en actualizar, ya saben mi excusa, pero es completamente cierta :(
Puse unos cuantos bocetos que Grinux hizo para esta historia, estan bien bonitos apoco no?
Disfruten la historia, comenten, voten y compartan para que no muera (ni la historia ni yo)💖
Se acerca algo muy grande 💖
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