Capítulo 2. Sueños
―¡Por favor, detente! ―suplicaba la joven, con un nudo en la garganta.
Se hallaba sentada en una silla metálica, atada de pies y manos con correas de cuero, no podía moverse, cada vez sentía más y más la presión en sus extremidades, unos fríos y delgados dedos recorrieron su cuello con suavidad, rasgando con ligereza su piel con la punta de las uñas. Un mechón rizado cayó sobre sus hombros.
―Todo esto es por tu bien ―susurró su captora.
Luana sintió la sangre helándosele, estaba aterrada, tragó saliva, sus ojos se llenaron de lágrimas, los cerró con fuerza, visualizando una aterradora sonrisa femenina, una mujer pelirroja y la voz de Adora.
Despertó de golpe, el aire se le iba de los pulmones tan rápido como llegaba, el corazón le latía con fuerza, desenfrenado. La habitación estaba obscura, hacía tanto que no ocupaba ese cuarto, Melog se trepó a la cama, posándose a su lado, sus madres no estaban, habían acordado que ella ya tenía la edad suficiente para tener una habitación propia en el palacio, como en todas las demás casas en las que habían estado después de comenzar su viaje hace cinco años.
Pero Melog era algo aparte, él adoraba a Luana desde que era una bebé, se consideraba a sí mismo su propio guardián, la acompañaba a todas partes, y claro que tanto Adora como Catra estaban contentas con la actitud del felino, después de todo, él era una clara representación de los sentimientos de la morena.
Temblorosa, se levantó de la cama, apoyándose sobre su amigo, las pesadillas siempre habían estado ahí, desde que tenía uso de razón.
Aún era una niña, no superaba los cinco años, estaba en una habitación pequeña, obscura, sin ninguna ventana, sólo una puerta justo frente a ella, la puerta tenía el mismo acabado que las paredes, así que sólo se distinguía el picaporte y el contorno de ésta.
Su cabello era ligeramente más largo y estaba atado en dos coletas que caían desaliñadas sobre sus hombros, su ropa desgarrada era mucho más grande que ella, las rodillas le temblaban mientras abrazaba ferozmente una suave manta de algodón.
La puerta se abrió en un chirrido sordo, no lograba distinguir más que dos sombras acercándose hasta ella, una de ellas la tiró de una de sus coletas, llevándola hasta afuera de la habitación entre llantos y gritos desesperados.
Cuando despertó en ese entonces lo primero que hizo fue salir corriendo en busca de sus madres, que dormían en la misma habitación, pero en una cama aislada en un pequeño espacio conectado por un arco.
―¡Mami! ―gritaba aterrada, corriendo como si las sombras de su sueño estuvieran siguiéndola.
Adora en ese mismo instante se levantó de golpe, aterrada, ¿y cómo no estarlo? Siempre permanecía alerta de que algo terrible pudiera suceder.
―¿Lu...? ―sin poder terminar su frase, la niña se lanzó inmediatamente hacia sus brazos, llorando desconsoladamente.
―No dejes que me atrapen ―sollozó aterrada.
―¿Atraparte? ―cuestionó Adora, aun con la niña colgada al cuello―. ¿De qué hablas, cielo?
―Las sombras... son personas malas, quieren hacerme daño.
Adora dirigió una mirada consternada a su esposa, ambas estaban afligidas, la rubia alzó a Luana entre sus brazos para sentarla sobre sus piernas, Catra se acercó hasta ellas, pegándolas a sí en un abrazo cálido y reconfortante.
―No te preocupes, gatita ―dijo―, las pesadillas pronto se irán.
Pero por años no fue así, después de eso las pesadillas sólo empeoraron, y correr a los brazos de sus madres ya no era la solución, ya no era una niña, su situación comenzaba a preocuparla más de lo debido.
Luana se sobresaltó en cuanto sintió la húmeda lengua de Melog rozando su mano, se agachó hasta él con una sonrisa y lo acarició contra su rostro
―Creo que nunca podré acostumbrarme a ellas, ¿eh, amigo? ―dijo con resignación.
El sol apenas estaba saliendo. Luana se dejó caer sobre la mullida cama nuevamente y miró el techo, recordó aquel grito agudo que había escuchado la noche anterior, sus pesadillas siempre se habían sentido reales, pero no a ese extremo.
Volvió a erguirse, sentándose pensativa a la orilla de la cama, golpeando frenéticamente el piso con la punta del pie. ¿Y si alguien se encontraba en peligro? Sabía que podría ser que alguien hubiese necesitado su ayuda. Demonios, ahora se sentía como una tonta, ¿pudo ser que dejó a alguien completamente indefenso después de escuchar sus gritos? Un escalofrío recorrió su espalda.
―No puede ser... ―miró a Melog―, ¿o sí? Digo, pudo haber sido mi imaginación, después de todo, nadie más pareció haberla escuchado...
De nuevo se puso de pie, dirigiéndose hasta la ventana, mirando el jardín. Jamás hubiese pensado que dieciocho años atrás, Catra se encontraría en el mismo sitio, mirando en la obscuridad hacia ese lugar después de haberla escuchado llorar por primera vez, aquella noche cuando la encontraron.
No podía soportar la idea de que la dueña del grito siguiera ahí, tal vez ya sin vida, corrió hasta la puerta de la habitación, abriéndola de golpe y topándose con dos ojos purpuras que la miraban fijamente.
―¿Selene, qué haces aquí a esta hora? ―preguntó confundida.
La menor tardó un poco en entender la confusión de Luana, cuando por fin cayó en cuenta, sus mejillas se sonrojaron y ella comenzó a tartamudear. No podía dejar que Luana la viera de esa manera, desvió la mirada avergonzada y le entregó un bastón metálico.
―Creí que querrías entrenar conmigo ―dijo―, suelo hacerlo todas las mañanas así que apresúrate, no pienso perder mi tiempo con tu holgazanería.
Luana enarcó una ceja, pero antes de poder soltar palabra alguna, Selene se dio la media vuelta, marchándose con un aire altanero que utilizó para no quedar en mayor vergüenza.
―Veo que siguen siendo buenas amigas ―se burló Catra, quien se acercaba lentamente, la morena estaba toda despeinada y con el pijama arrugado, era evidente que acababa de despertar y se dirigía a la cocina por algo de comer.
Luana miró el bastón en sus manos y se encogió de hombros.
―Sí, se nota que está feliz de verme ―sonrió sarcástica.
Catra alborotó sus cabellos soltando una carcajada chillona.
―Si tiene el mismo carácter que su madre, créeme que será un verdadero dolor de cabeza.
―La tía Glimmer no es un dolor de cabeza ―refunfuñó Luana.
Catra rodó los ojos.
―Digamos que lo fue cuando tenía su edad ―dijo, recordando la pequeña pelea que hubo entre ella y Glimmer cuando aún pertenecía a la Horda. Carraspeó un poco al sentir la mirada intrigada de Luana―. En fin, trata de no ser muy ruda con ella, gatita, no me gustaría tener problemas con tus tíos, ¿entendiste?
La joven frunció el ceño, odiaba que su madre la llamara de esa forma, no porque fuera malo, sino porque lo hacía desde que era pequeña y ella ya no era más una niña; Catra lo sabía perfectamente, pero adoraba molestar a su hija con ello, además, en el fondo sabía que siempre sería su gatita, sin importar nada.
Luana observó a su madre alejándose y volvió adentro para preparar su encuentro con Selene, su viaje al jardín para hallar el origen del grito de anoche tendría que esperar.
El frío sonido del metal chocando en batalla hacía eco en el salón, era una gran habitación vacía, perfectamente acondicionada para los entrenamientos diarios de la princesa. Sería mentira decir que Glimmer estaba enteramente de acuerdo con el nuevo hobby de Selene, pero de alguna forma su subconsciente le decía que era lo mejor, habían tenido dieciocho maravillosos años de paz, pero nunca se sabía lo que podía suceder en Etheria y no estaba de más que la joven supiera defenderse.
Siguió escuchándose un golpe tras otro, tras otro, sólo eran ellas dos, Luana y Selene en un combate cuerpo a cuerpo. Selene, por mucho, tenía una gran ventaja sobre Luana, la felina había entrenado con sus madres, sí, pero no era una rutina diaria para ella, por lo que le costaba seguirle el paso.
Pero Luana era testaruda, como sus madres, no podía dejarse vencer por ella, su orgullo estaba en juego; sí, el mismo orgullo que había, sin duda, heredado de Catra. Se detuvo un momento, mirando a su contrincante, estaba agotada, el sudor escurría por sus sienes y la respiración apenas le atravesaba hasta los pulmones.
―¿Qué sucede? ―exclamó Selene, sacudiendo con osadía su melena rosada―. ¿No puedes más, gatita?
Ahí lo tenía, el último golpe justo en su orgulloso ser, era evidente que Selene había logrado escuchar el engorroso apodo con el que su madre solía llamarla, y ahora lo estaba usando en su contra, y lo seguiría haciendo a menos que ella le mostrara quien mandaba.
Si bien no se había declarado una ganadora aún, Luana estaba segura que ese título sería suyo, se incorporó de nuevo, tomando con fuerza el bastón entre sus manos y se lanzó sobre la chica, ella atacó primero, la agilidad de Selene le permitió eludirla y darle un golpe detrás de las rodillas que hizo que la joven soltara un grito agudo y de nuevo atacara con más fuerza, esta vez logrando derribarla y quedando sobre ella.
―¿Ya fue suficiente, princesa? ―bufó Luana, mostrándole la lengua.
Selene intentó apartarla, pero era inútil, la joven estaba completamente arraigada al suelo, cedió ante la fuerza de ésta y le dedicó una última mirada, sus penetrantes ojos violetas se clavaron en Luana, logrando que la castaña se erizara ligeramente, sonrojándose y quedando varada ante la princesa que, sin advertencia, logró lanzarla de un golpe hasta el otro lado del salón.
―Te distraes con facilidad, ¿eh? ―sonrió, burlona. Se había declarado ganadora.
Luana frunció el ceño y aceptó la ayuda de la joven para levantarse. Aquella batalla había terminado, Selene dejó el bastón contra una de las paredes y salió con una sonrisa victoriosa, directo a ducharse para estar lista para el almuerzo, Luana permaneció inmóvil, ¿qué le había sucedido? No solía perder las batallas incluso si tenía desventaja, siempre terminaba ganando por astucia o mera suerte, pero esta vez no podía entender lo que había pasado.
Selene había sido su mejor amiga desde que tenía uso de razón, y creció con la extrema necesidad de protegerla y verla sonreír, pero... ¿por qué ahora todo parecía estar dando vueltas? Soltó un alarido y dejó el bastón en el suelo para salir directo hasta su habitación.
―Entonces... ―comenzó Adora―, ¿qué tal el entrenamiento?
Todos se hallaban en el comedor, sentados a la mesa con el desayuno frente a ellos, Catra se encontraba en la parte lateral de ésta, a su derecha Adora y a su izquierda Luana, justo frente a la rubia; junto a Luana estaba Selene, frente a su madre y a la derecha de Bow, quien miraba de frente a Catra, los separaban varios centímetros debido al tamaño de la mesa.
Luana tragó en seco, sin decir una palabra y siguió su comida. Adora la miró introspectivamente.
―¿Luana? ―insistió.
La castaña guardó silencio, Selene carraspeó después de tomar un trago de agua.
―Supongo que Luana no quiere que sepan que barrí el piso con ella ―dijo.
―¡Selene! ―la reprendió Glimmer, provocando que la joven se encogiera de hombros.
―¿Qué? ―reprochó ésta.
―En el último segundo ―siguió Luana, mostrando su molestia y mirando a la joven amenazante―. Hubiese ganado de no haber sido por-
Quedó estática en cuanto Selene cruzó su mirada con la de ella, clavando esas dos grandes joyas violetas en su rostro. Nadie pudo decir una palaba, sólo observaban como ambas permanecían mirándose una a la otra, Catra cortó el silencio.
―Así que bajaste la guardia ―dijo con sorna y llevó el tenedor hasta su boca.
Adora le dio un pisotón debajo de la mesa, mirándola con desaprobación, Selene y Luana cortaron su cruce de miradas.
―Selene tiene una disciplina establecida ―mencionó Adora―, ha entrenado durante años sin descanso, es normal que tenga cierta ventaja sobre Luana, para ella es sólo un hobby después de todo.
El tono de voz de Adora parecía más estar reprendiendo a su esposa que a las jóvenes, Catra se encogió de hombros.
―Tú y yo lo sabemos perfectamente ―siguió, sin notar lo que decía―, un entrenamiento siempre debe ser una disciplina para que sea efectivo en comba-
Calló en seco, mirando la confusión en la mirada de las menores.
―Es decir ―carraspeó―, para todo se requiere práctica, es casi una ley de vida.
Había hablado de más. Luana se echó para atrás, en un alarido de completo aburrimiento.
―¿Qué sentido tiene? ―dijo―. De nada sirve entrenar, de nada sirve nada de lo que Selene ha hecho durante cinco años, después de todo, nada malo ha sucedido en este aburrido planeta desde hace miles de años.
Los cuatro adultos cruzaron miradas silenciosas y permanecieron inmóviles unos segundos. No cabía duda de que por su mente atravesó más de una razón para asegurar que Luana estaba equivocada.
―Nunca está de más ―mencionó Glimmer, sin poder decir otra cosa.
Luana rodó los ojos, quiso objetar, pero Adora le lanzó una última mirada fulminante, la joven se puso de pie y salió por la puerta sin decir una sola palabra. Selene se levantó justo detrás de ella, no sin antes hacer una pequeña reverencia hacia sus padres y sus tías, saliendo mucho más pacíficamente que Luana.
―No sé por cuanto tiempo podremos seguir ocultando todo ―mencionó Glimmer.
―Debemos hacerlo ―respondió Adora―, fue un acuerdo con todos los reinos: en cuanto la guerra terminó debíamos guardar el secreto de todo lo que pasó años atrás.
Catra miró su plato.
―La Horda ―dijo.
―La Rebelión ―siguió Bow.
―Horde Prime ―tembló Glimmer.
Adora tragó en seco.
―Lilith... ―suspiró―. She-Ra.
―Adora tiene razón ―mencionó Bow―, si queremos que nuestros hijos estén bien y a salvo, lo mejor es omitir el pasado, incluso si eso significa borrarlo prácticamente de todos lados ―tomó la mano de Glimmer―, sólo así ellos vivirán tranquilos.
Los cuatro forzaron una sonrisa fugaz. Fue inevitable que después de la muerte de Lilith, tanto Adora como las demás princesas hicieran un acuerdo: todo lo relacionado con las recientes guerras sería escondido en lo más profundo del Bosque Susurrante, en las ruinas de los Primeros, donde todo permanecía oculto después de que la magia del corazón de Etheria fuera liberada. Así fue como las pinturas, los murales, los vitrales, libros, escritos y todo lo relacionado, se ocultó, las princesas aclararon que en sus reinos nadie debía mencionar lo sucedido, todo debía olvidarse, y así fue.
Incluso Glimmer y todos en Bright Moon tuvieron que asegurar que la Reina Angella se había sacrificado al fusionar su cuerpo con su piedra rúnica para poder mantener el reino a salvo y en paz. Así que siempre que Selene buscaba charlar con alguien que no fueran sus padres, subía hasta la Moonstone para sentirse cerca de su abuela, quien seguro la hubiera comprendido. Glimmer se odiaba a sí misma por mentirle de esa manera a su hija, pero también estaba segura de que no era realmente una mentira tan grande que la piedra rúnica tuviera algún tipo de conexión con Angella.
Y bueno, en cuanto a She-Ra, era una ventaja que la espada pudiera desaparecer y aparecer cuando Adora lo requiriera, así había podido ocultarla, pero le seguía siendo complicado llevar una vida común y corriente, aunque con tal de mantener a Luana a raya de su pasado, sabía que podía con ello.
Luana salió hecha una furia hacia el jardín, apenas seguida de cerca por Melog que la miraba preocupado, aunque era habitual ver a la chica haciendo pequeñas rabietas cuando su orgullo era insultado. La castaña lanzó una patada al aire, provocando que se tambaleara hasta casi caer, escuchó una pequeña risilla detrás de ella.
―¿Terminaste? ―preguntó Selene, volviendo a retomar la compostura.
Luana desvió la mirada, indignada, no estaba molesta con la chica, pero odiaba sentirse tan torpe cada que ella aparecía, era como si toda su personalidad matona e imponente se volviera en contra suya.
―Oh, vamos ―continuó Selene―, no estás molesta conmigo, ¿o sí?
La joven sabía perfectamente que Luana no lo estaba, pero le encantaba aprovecharse de los pequeños momentos de debilidad de la chica. La castaña la miró, amenazante, no pensaba dejar que se saliera con la suya una vez más. Se acercó hasta Selene y la tomó por la muñeca, tirando de ella hasta que sus rostros quedaron a pocos centímetros.
―Sabes que no puedo molestarme contigo, princesa ―sonrió, arrogante.
Era una táctica que había aprendido con el pasar del tiempo, una táctica que había funcionado perfectamente con todas las chicas con las que la había aplicado, pero con Selene parecía distinto, la joven se había sonrojado ligeramente, pero nada más, como si aquello fuera algo completamente normal para ella o como si ni siquiera hubiera notado la verdadera intención de Luana, simplemente permanecía inmóvil, mirándola confundida, lo que terminó por incomodar a la castaña, quien soltó su agarré y se alejó de ella apenada.
Un trompeteo se escuchó al otro lado del palacio, justo en la entrada de éste.
―Ugh ―bramó Selene, su compostura se había perdido ligeramente.
Luana la miró confundida.
―¿Qué sucede? ―preguntó.
―Ya están aquí ―respondió la otra y sacudió su vestido para quitar las pequeñas arrugas, volviendo al interior del palacio, seguida por Luana.
Los trompeteos siguieron sin parar, Selene y Luana se encontraron con sus padres en el salón principal, Glimmer miró a su hija con una ceja alzada y antes de que los invitados entraran al palacio, se teletransportó hasta ella para arreglar su cabello, provocando una risa burlona en Luana que fue silenciada por la mirada de la joven.
Pronto las puertas del palacio se abrieron dejando entrar a los reyes de Salineas: Mermista y Sea Hawk, y a su joven hijo Destan, que tenía diecisiete años. El chico era una pequeña copia de Sea Hawk, sólo que había heredado la piel morena de su madre y sus hermosos ojos marrones. Llevaba un traje típico de Salineas, color aguamarina con detalles aperlados.
Mermista y el antiguo pirata se dirigieron hasta sus amigos, mientras Destan se acercaba a Selene, besando su mano y tomando de improvisto a Luana.
―Luana, vaya ―dijo con ligero egocentrismo en su voz―, hace cinco años que no nos vemos, me alegra que estés de vuelta en Bright Moon ―dirigió su mirada hasta Selene―. Me disculpo, mi princesa, no pude asistir a la celebración de tu cumpleaños ayer.
―No te preocupes ―respondió Selene un tanto agobiada por el aura del joven―, tus padres me dijeron que habías ido a un-
―Viaje por el océano ―interrumpió―, así es, llegué hace unas horas y debía venir a verte lo antes posible.
La mirada arrogante del joven hacía perfecta combinación con su sonrisa blanca y brillante, no había duda alguna que era hijo de Sea Hawk.
―Destan, ven aquí ―llamó Mermista, el joven hizo una última reverencia y se alejó de las chicas para dirigirse hasta su madre.
Luana hizo una mueca burlándose del muchacho, lo que ocasionó una risa contenida en el rostro de Selene, honestamente el chico nunca había sido de su completo agrado, pero sus madres y los reyes de Salineas eran grandes amigos, por lo que debía guardar ciertas apariencias.
Miró detrás de Selene, justo a un enorme ventanal que daba hacia el jardín, a aquella inquietante parte a donde pensaba dirigirse horas antes, hizo un pequeño gesto a la princesa después de notar que todos parecían distraídos.
―Salgamos de aquí ―murmuró y señaló la ventana con la cabeza.
Selene la cuestionó con la mirada y una sonrisa altiva se formó en el rostro de Luana, la castaña se apresuró para salir, tirando de la mano de su compañera. Una vez fuera, corrieron hasta llegar a lo más profundo de los jardines del palacio, se ocultaron entre los árboles y la maleza, parecía que aquel sitio en especifico no había tenido ningún tipo de cuidado durante años, lucía tan olvidado que era desolador.
Y en efecto, aquel lugar no había sido visitado desde la noche en que Adora y Catra habían hallado a Luana justo en un pequeño paramo situado frente a las ahora adolescentes. Las flores se habían secado, el césped era amarillento, las gruesas cortinas de musgo que en ese entonces lucían verdes y llenas de flores rosadas, ahora parecían delgados hilos de hierba que caían despreocupadamente hasta los pies de las chicas.
Ese era el lugar que Luana anhelaba visitar con tantas ansias hacía unas pocas horas, pero sólo confirmaba lo que ya sabía: aquel grito no había sido más que una jugarreta de su mente, tal vez agotada por el reciente viaje a Bright Moon.
―Vaya, nunca había venido a esta parte de los jardines ―comentó Selene, siguiendo de cerca el caminar de Luana.
La felina guardó silencio, de alguna forma se sentía conectada con ese sitio, el problema es que ella aún no entendía las razones. Siguieron avanzando entre la hierba y las ramas caídas de los árboles, sólo dieron unos pocos pasos hasta llegar a una parte ligeramente iluminada por la luz del sol que se abría paso entre los huecos de las copas de los árboles.
El césped en ese lugar lucía un poco más verde y frondoso y una que otra flor se empeñaba en crecer entre la hierba muerta a su alrededor, ese era el sitio exacto donde Luana había aparecido dieciocho años atrás. La castaña dio un paso al frente, pero tan pronto su pie tocó la tierra, ésta sintió un escalofrío recorriendo su columna, su vista se nubló y mientras caía de rodillas al suelo sólo pudo escuchar el llanto de un bebé y vislumbrar a una mujer pelirroja, después de eso todo se obscureció.
Selene se apresuró hasta ella, tratando de mantenerla consciente, lo cual no fue difícil, Luana, movida por su orgullo, volvió a ponerse de pie, repetía una y otra vez que estaba bien, pero en el fondo sabía que no era así, incluso si aquel grito había sido su imaginación, ¿qué demonios significaba todo eso?
―¿Qué hacen ustedes dos aquí?
Adora se aproximaba, furiosa, hacia ambas jóvenes, se detuvo en seco en cuanto notó el lugar en el que se encontraban, su semblante se tornó pálido y el habla se le escapó por los labios. Catra venía justo detrás de ella, al notar la situación, tomó a su esposa por el hombro para traerla de vuelta. La rubia volvió su atención hasta su hija.
―Glimmer te está buscando, Selene ―dijo, sin apartar la mirada de Luana. La menor, ligeramente intimidada, asintió y volvió hasta el palacio con paso apresurado―. No deberías estar aquí.
El tono de Adora había cambiado a uno mucho más serio, decepcionado. Luana se encogió de hombros, desviando la mirada.
―No hicimos nada malo ―dijo.
―¡Escaparon del palacio! ―siguió Adora.
―¡Para venir al jardín! ―protestó Luana―. No entiendo cuál es tu problema, mamá. No quieres que desaparezca de tu vista ni por un segundo desde que volvimos a Bright Moon, ¿qué es lo que te da tanto miedo?
Adora guardó silencio, tratando de mantener la compostura, si tan sólo su hija supiera qué es lo que le daba tanto miedo... Una imagen borrosa de ella sosteniendo el cuerpo inerte de Luana se posó en su cabeza, desvió la mirada para intentar ocultar lo acuoso de sus ojos.
―Luana, vuelve al palacio ―ordenó Catra, Luana intentó protestar, pero la felina no se lo permitió―. Ahora.
Su voz se notaba serena, pero era evidente que estaba molesta con la chica, a regañadientes, Luana siguió su camino detrás de Selene. Catra fijó su atención en su esposa.
―¿Estás bien? ―preguntó.
―Claro que sí ―respondió la otra―. No es la primera vez que discutimos.
―Sabes que no me refiero a eso, Adora.
La rubia permaneció en silencio, conteniendo una mueca de nostalgia, se aproximó hasta el pequeño paramo iluminado, y acarició el césped donde por primera vez había conocido a Luana, con una sonrisa ligeramente amarga.
―Creí que Glimmer había cerrado este sitio.
―Debió creer que al dejarlo descuidado sería imposible atravesarlo ―masculló Catra, quebrando unas cuantas ramas con la suela del zapato.
Adora volvió a ponerse de pie, Catra la tomó por sorpresa, pegándose a ella en un beso.
―Después de aquella noche muchas cosas sucedieron ―dijo, Adora asintió aún desanimada. La felina tomó su rostro entre sus manos―. Y aun así, seguimos aquí. Todo va a estar bien, Adora. Estamos juntas, es lo que importa.
Un crujido volvió a escucharse, Byron apareció justo detrás de ambas, con una sonrisa serena, pero que no dejaba de ser inquietante, ambas se habían sobresaltado lo suficiente como para ponerse en guardia.
―Discúlpenme, no quería asustarlas ―dijo el hombre―, pero la Reina las está buscando.
Adora y Catra asintieron, forzando una sonrisa y se marcharon de vuelta al palacio mientras Byron las miraba a lo lejos, poco a poco su sonrisa se tornó en una mueca seria y escalofriante, volvió hasta el paramo que antes miraban las esposas y sin piedad, pisoteó las pocas flores que seguían con vida.
―Juntas... ―sonrió―, por ahora.
Perdón por tardar en actualizar, les agradezco mucho el apoyo que he recibido de ustedes, no se olviden de VOTAR y comentar, me encanta leerlos <3
Por cierto, el shipp entre Selene y Luana es al que llamamos Luene <3 ¿También les encanta como a mí?
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