Capítulo 11. Las hermanas

Semanas transcurrieron desde el regreso de Lilith, la hechicera había descubierto los planes de Víctor y se dispuso a aprender sobre toda la información que el hombre había estado recolectando a lo largo de los años. Aquella que hablaba sobre Etheria, Nova, She-Ra, Luana y Diore pero, sobre todo, aprendió acerca del poder mágico oculto de esta última.

Durante los primeros años de vida de Selene, Víctor se encargó de estudiar de cerca a Luana y Diore, resultaba ser que ambas niñas poseían un alto poder mágico, pero Diore no era capaz de activar el suyo sin su hermana, de haberlo descubierto mucho antes, tal vez la muchacha no hubiese sufrido tanto de pequeña.

Por otro lado, Luana tenía un poder que era demasiado para ella, sin Diore no tenía cómo estabilizarlo por lo que era imposible de usar. Sin saber de la existencia de Diore, Adora y Catra creyeron que simplemente se debía a la mágica forma en que Luana había aparecido.

Los últimos cinco años, la familia había emprendido un viaje que tenía como objetivo principal encontrar la manera en que Luana pudiera controlar sus poderes, había sido Víctor en su disfraz de Byron quien dio la curiosa sugerencia, pero les recordó que debían mantener el secreto oculto de su pequeña hija, quien posiblemente no lo tomaría de buena manera, ambas madres accedieron, sin pensar que el plan de Víctor las necesitaba lejos de la familia real.

Diore y Luana se necesitaban mutuamente para poder distribuir la magia que Nova les había obsequiado como las siguientes protectoras de Etheria, Víctor había encontrado la clave del origen de She-Ra: liberar la magia del corazón de Etheria; no obstante, con la llegada de Lilith, Nova decidió hacer un nuevo propósito, el de proteger dicha magia, utilizando a las hijas de la antigua protectora.

Sí Lilith quería esa magia debía hacerse con ambas hijas, no solo con Luana, como siempre había creído y esta vez no se detendría hasta lograrlo.




Los cuatro padres se hallaban sentados unos frente a otros en el comedor del palacio de Fright Zone, mientras Perfuma y Scorpia charlaban entusiasmadas con las jóvenes hijas de todo el grupo. Diore lucía mucho más relajada, pero aún mantenía distancia de todos, especialmente de su hermana, quien parecía ser mucho más enérgica que ella.

En un momento, Luana intentó hacer algún tipo de chiste malo que solo hizo reír a Selene, mientras Diore le miraba confundida, en definitiva, Luana era mucho más inocente y boba que su hermana, y a juzgar por sus dotes de pelea, Diore le daría una paliza con facilidad. La menor era mucho más serena, reservada y astuta, posiblemente tanto como Catra. Había tanto en ambas gemelas que debían descubrir una de la otra, eso a Luana le causaba intriga, pero a Diore le aterraba.

—Entonces, recapitulando —mencionó Glimmer—, ¿las pesadillas de Luana en realidad eran visiones de lo que Diore estaba viviendo en ese momento?

Adora y Catra asintieron en rotundo silencio. Ambas recordaban a la perfección cada pesadilla de su hija, cada noche desde que era una bebé despertaba llorando o gritando de miedo, ellas solían consolarla asegurándole que sólo se trataba de una pesadilla, que no era real y que nadie podría hacerle daño, pero ¿cómo podían consolar a Diore que vivió en carne propia cada una de ellas?

El corazón se les encogió.

—¿Cómo es eso posible...? —cuestionó Bow, mirando a lo lejos a ambas jóvenes.

—Posiblemente de la misma forma en que Adora podía ver y sentir a Luana —explicó Glimmer—. Ellas deben estar conectadas de alguna forma, quiero decir, además del hecho de ser hermanas.

—Lo están, querida —interrumpió Madame Razz, entrando a la conversación con un gesto invadido en tristeza—. Cuando ambas llegaron al mundo lo hicieron juntas, al ser separadas por Lilith, Diore intentó aferrarse a lo único que la hacía sentir segura en ese momento: Luana, por eso aquel vínculo se creó, su magia se dividió, y Luana lograba ver y sentir a Diore, posiblemente no solo en sus pesadillas, sólo que al no ser consciente de ello... lo ignoró.

—¿Cómo es que tú...? —balbuceó Adora.

—Porque mi trabajo era ver por ellas hasta que ambas llegaran a salvo con ustedes...

—Entonces, tú... —Adora se levantó de golpe, llamando la atención de todos en la habitación—. ¡Todo este tiempo supiste de la existencia de Diore y nunca nos lo dijiste!

—Lo lamento, cariño.

—No lo lamentes —respondió enfadada—. No es conmigo con quién debes disculparte.

—No se suponía que yo debía interferir de esa forma.

Adora tomó aire y volvió a sentarse, jamás había estado molesta con la anciana, por un breve instante la culpa la invadió, quería disculparse, pero no podía evitar pensar en todo lo que habría sido diferente si Razz le hubiese hablado sobre la joven.

—Pudo haber tenido una infancia feliz —soltó entre dientes, reviviendo en su cabeza los recuerdos que Diore les había mostrado—. Pudo haber estado a salvo.

—O pudo haber muerto, al igual que Luana —replicó Razz, deteniendo la atención de ambas madres en ella—. Lilith fue derrotada una vez porque la magia terminó por consumirla, la magia incontrolable de Luana. Si ella hubiese tenido a ambas niñas, si de alguna forma se las hubieran arrebatado... el equilibrio que ellas formaban con su magia habría hecho a esa hechicera mucho más poderosa y ellas habrían muerto —sus enormes ojos comenzaron a cristalizarse—. Cada día lamento no haber podido ayudar a esa niña indefensa, pero me temo que no tuve muchas opciones.

Adora permaneció en silencio. Catra tomó la palabra.

—Eso... —dijo—, Lilith ya debe ser consciente de ello, no tardará mucho en tratar de llevarse a ambas...

—No podemos dejar que eso pase —siguió Adora—. Debemos detenerla, de una vez por todas.

—Tal vez yo podría ayudar con eso... —Diore se acercó hasta el grupo de adultos, lucía una mirada serena pero decidida, no tenía más opción que ayudar a su familia, y una parte de ella en realidad quería protegerlas—. Conozco bien los planes de Víctor.

Con lujo de detalles, Diore logró explicarle a sus madres y a todo el equipo los planes que Víctor tenía para extraer la magia de Luana y devolverle a Lilith su cuerpo por completo, claramente la joven ignoraba la parte donde ella sería parte de este sacrificio, pero ahora gracias a Razz era consciente de que Lilith volvería a utilizarla a su conveniencia.

Víctor había creado un artefacto mágico que extraería su poder de un solo golpe, algo similar a lo que Lilith utilizaba para extraer el de Luana cuando era solo una bebé, pero mucho más eficaz.

—Entonces deberemos destruirlo, esa será la prioridad —aseveró Glimmer.

—No será tan sencillo —interrumpió Diore—, el artefacto está protegido con un poderoso hechizo, lo cual hará imposible que cualquiera de ustedes pueda si quiera tocarlo.

—Deberán hacerlo ustedes, ¿no es cierto? —añadió Adora—. Tú y Luana.

—Es posible, pero... —Diore bajó la mirada al suelo—, no hay forma en que aprendamos a utilizar esa magia tan rápido, si algo llega a fallar tal vez Luana pueda...

Adora se acercó hasta su hija, interrumpiéndola, sabía que la conversación se dirigía hacia el mismo punto al que ella temía que llegara: "al menos una de las dos podría salvarse", la tomó por los hombros, para sorpresa de la joven, la rubia le dirigió una sonrisa reconfortante y llena de cariño que Diore no pudo evitar sentir como una flecha atravesando su pecho. Retrocedió unos cuantos pasos, pero Adora permaneció firme en su agarre.

—No volveré a perderte —dijo, Diore quedó atónita y temblando—. No volverás a estar sola de nuevo.

Diore la miró en completo silencio, sus manos temblaban, en su cabeza sólo se repetían aquellos momentos, de niña, en los que mirándose al espejo se decía una y otra vez a sí misma: «quiéreme, por favor, quiéreme», deseando que cuando sus madres la vieran, pudiera por fin tener la familia que deseaba, todo ello mucho antes de que Lilith y Víctor se encargaran de ponerla en contra de sus propias madres.

Siguió sin moverse y ocultando el temblor en su cuerpo, se alejó con cautela de Adora, pero no pasó ni un segundo para que Luana se colgara de ella y la llevara consigo hasta los jardines que tenían de vista las ruinas de lo que alguna vez fue la Horda.

—¿Entonces supones que vamos a morir? —mencionó la mayor, sin mirar a su hermana.

—Tratándose de Lilith siempre es una posibilidad —respondió Diore.

—Sí... supongo que la conoces mejor que yo.

Diore y Luana sintieron un escalofrío a la vez surcando su columna.

—Me torturó toda la vida —dijo—, pero creo que, a pesar de ello, fue mucho peor contigo, es decir, literalmente te asesinó.

—Escucharlo lo hace más real de lo que esperaba —continuó Luana con una opresión en el pecho—. Desde que me lo mostraste me había estado repitiendo que no era más que un truco de magia barato y que en realidad mi vida era tal y como mis madres me la habían planteado.

El cielo rojizo y oscurecido que en ese entonces dominaba Etheria, comenzó a despejarse, mostrando tenues rayos de luz que atravesaban las nubes. El equilibrio volvía al planeta.

—Lamento haber arruinado tu vida —musitó Diore, con completa honestidad en su voz—. Odiaba tanto que... tuvieras lo que yo nunca pude tener, que me dejé llevar, sólo quería lastimarlas, a las tres.

—No arruinaste mi vida —respondió Luana con una sonrisa—, no podía seguir viviendo en esa mentira, además, me diste una hermana.

Diore la miró fijamente, no sonreía, pero sus ojos reflejaban alegría y tranquilidad.

Luana extendió hasta ella un par de brazaletes dorados con la mitad de una gema ovalada color verdoso al centro de cada uno.

—Es un obsequio —mencionó Luana—, de mamá, para las dos.

Diore la miró con una ceja alzada.

—¿No es esta...?

Luana asintió, confundida.

—No tengo idea de cómo lo hizo, pero... cuando me contó sobre todo lo que habían vivido mencionó algo de un caballo que transformó en un... ¿pegaso? —balbuceó—. Supongo que después de eso, dividir una espada es más sencillo.

—Pero sin She-Ra... no hay forma de que ganemos.

—She-Ra es importante —intervino Catra, acercándose a ambas—, pero no tanto como ustedes. Adora y yo tomamos la decisión de pelear como siempre aprendimos a hacerlo, pero el poder de She-Ra debía tener ahora un único propósito: protegerlas.

Les dio a ambas las armas que usarían en combate, a Diore le devolvió las espadas con las que había llegado al palacio de Bright Moon, mientras a Luana le entregó uno de los bastones metálicos con los que solía pelear junto a Selene.

—Por si la magia decide no funcionar —la felina les guiñó un ojo y volvió hasta su esposa.

Luana miró el bastón en sus manos, sabía utilizarlo, sabía pelear, pero su vida nunca había estado en riesgo mientras entrenaba, no podía evitar sentirse asustada.

—Si algo sale mal... —musitó—, prométeme que dejarás que te ayude.

—¿Por qué dejaría que arriesgaras tu vida por mí después de todo lo que hice?

—Porque somos hermanas —respondió con decisión—, es lo que hacemos.

Diore no comprendía del todo aquellos sentimientos que comenzaban a renacer dentro de sí, había estado tan acostumbrada a vivir por sí misma que nunca pensó en cómo sería el arriesgar tu vida por las personas que te importaban, al parecer Luana tenía mucha más experiencia en ello.




El equipo de amigos había decidido reunirse en el salón principal del palacio para esperar la llegada de Lilith, Diore les había asegurado que la hechicera no tardaría mucho en atacar, pues a pesar de haber utilizado a Víctor, su cuerpo no resistiría mucho más tiempo, su desesperación la haría adentrarse nuevamente a Etheria y ellos debían estar listos.

—¿Dices que Víctor está muerto? —cuestionó Selene.

Diore asintió.

—El tatuaje con el que me controlaba y se vinculaba conmigo no es más que una cicatriz ahora, quiere decir que algo debió sucederle...

—¿Por qué no me sorprende? —bramó Catra.

Un silencio incómodo recorrió la habitación. Luana decidió tomar la palabra, pero estaba segura que era su nerviosismo lo que movía sus labios.

—¿Qué pasará cuando derrotemos a Lilith? —preguntó.

Mermista soltó una risilla sarcástica.

—Eso es un pensamiento demasiado optimista.

Adora la riñó con la mirada.

—Supongo que solo viviremos como siempre debimos haberlo hecho —respondió.

—Pero sin She-Ra, ¿cómo-

—She-Ra no se ha ido, cariño —interrumpió Razz—, tal vez su madre les haya entregado la espada, pero cuando sea el momento, ambas deberán aceptar la responsabilidad de ser las sucesoras de She-Ra y proteger Etheria y su magia.

Diore y Luana permanecieron en silencio.

—¡No puede ser! —exclamó Luana—. ¿Es decir que no importa lo que suceda, de cualquier forma deberemos estar atadas a un destino que no deseamos?

La evidente molestia de la joven no pudo evitar la sorpresa de los presentes, Luana siempre había sido rebelde, pero se trataba del futuro de todo un planeta. Diore soltó una apenas perceptible sonrisa por la ironía de la situación. Pero ya no había mucho que discutir, Adora había pasado por eso una vez, comprendía los sentimientos de sus hijas, pero no podía hacer más que esperar a que con el tiempo ambas abrazaran el destino de ser She-Ra, al igual que ella.

El cielo soltó un estruendo que sacudió todo el palacio. Lilith había llegado, y nadie dentro de aquella habitación se sentía preparado para lo que venía.

La hechicera atravesó violentamente las puertas del palacio, lanzando por los aires absolutamente todo lo que se cruzaba en su camino, ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar ante el ataque, estaba desesperada y tiempo era lo que menos tenía, con su magia tomó a ambas hermanas y las lanzó hacia afuera del palacio. Adora y Catra corrieron detrás de ella, pero la hechicera había sellado la puerta por fuera.

—¡Mamá!

Gritó Luana desde el exterior, pero no había mucho que Adora pudiera hacer, las espinas de Lilith crecían como enredaderas a lo largo de la entrada principal.

Sin siquiera avisarles, Glimmer tomó las manos de ambas madres y las teletransportó al exterior, mientras ella contrarrestaba el hechizo de Lilith para liberar a los demás, sin pensarlo dos veces, Catra y Adora se abalanzaron contra la mujer.

—Sin She-Ra no eres más que una humana inservible —bramó la hechicera—, no eres rival para mí.

Lilith elevó por el cuello a Adora, dejándola sin aire, estaba dispuesta a matarla, pero se había concentrado tanto en ella que no notó que los brazaletes de la espada habían anulado su magia, liberando a ambas hermanas. Diore fue la primera en lanzarse hacia Lilith, liberando a Adora.

Espada en mano, la joven se plantó entre la hechicera y su madre.

—Que niña tan ingrata —escupió la pelirroja—, yo fui más una madre para ti que ella, ¿y aun así te atreves a apuntarme con tu espada?

—Nunca fuiste una madre para mí —respondió Diore—, si sigo viva es porque sabías que aún me necesitabas.

Lilith le dedicó una aterradora sonrisa que paralizó a la joven en un segundo.

—Tienes razón —dijo—, aún te necesito —alzó la mirada por encima del hombro de la muchacha, justo hacia donde Luana se hallaba socorriendo a su madre—. Al igual que a ella.

Diore volvió a erguirse.

—No dejaré que les hagas daño.

Lilith soltó una carcajada, fingiendo conmoverse por la escena.

—No me digas que de verdad crees que les importas —se burló—, ¿y ahora crees que formas parte de su familia?

La mujer se acercó hasta ella, dejando que la punta de su espada se clavara ligeramente en su pecho.

—Adelante, niña —la retó—, sabes que está vacío, esa no es la forma de acabar conmigo.

En un instante tomó a la joven por el cuello y la lanzó hasta Luana, Adora y Catra intentaron volver a atacarla, pero esta vez las espinas de la hechicera fueron directo hasta ellas, enroscándose en su cuerpo como si de una serpiente se tratara.

Nuevamente, utilizó su magia para hacer crecer pequeñas raíces que aferraron los pies de ambas jóvenes al suelo, alrededor de ambas se dibujo un circulo de magia rojiza que pronto prendió en llamas, encerrándolas y elevando el fuego hasta que las había cubierto por completo.

Cuando las llamas se apagaron, ambas se encontraban encerradas en una enorme caja cristalina.

—¡No! —gritaron Catra y Adora.

—¡Déjalas ir! —ordenó la felina.

Lilith retrocedió las espinas de los cuerpos de las madres solo para hacer que las terminaran acorralando contra uno de los muros del palacio. El grupo de amigos se adentró en la pelea, pero todos los ataques eran insuficientes, Lilith tenía poco tiempo, pero la magia que poseía era poderosa.

Dejó a todos inmovilizados con ayuda de las mismas espinas, pero sentía como poco a poco éstas se debilitaban. Desesperada por acelerar el proceso, lanzó un encantamiento hacia la caja de cristal, y una luz rojiza comenzó a encenderse a los pies de ambas jóvenes, como si en cualquier momento una fuente de lava fuera a salir expulsado del suelo.

—¡Lilith, basta, por favor, déjalas ir! —suplicó Adora.

Pero Lilith permaneció inmóvil, con una sonrisa victoriosa, mirando a las que pronto sacrificarían su vida por ella.

Selene no pudo soportarlo más y en un último intento de valentía, logró evadir la magia de Lilith y teletransportarse hasta ella, atacándola con toda la magia que tenía. Por ese breve instante la magia de extracción se detuvo dentro de la jaula donde Diore y Luana se mantenían cautivas, pero no sería por mucho tiempo, Selene parecía simplemente estar distrayendo a Lilith lo mejor que podía.

Diore miró a su hermana, Luana trataba de no demostrarlo, pero estaba aterrada, además, a diferencia de ella, la mayor no tenía la resistencia mágica que Diore se había visto obligada a desarrollar a lo largo de su vida, por lo que el dolor que ahora recorría el cuerpo de ambas, era mucho más fuerte para Luana.

Tentó cada pared de la caja y notó que ante cada golpe que Selene asestaba, las paredes se reblandecían, pero sólo por unos segundos, también conocía a la perfección los artefactos de Víctor, sabía que en cualquier momento la caja tendría la magia suficiente para sellarse para siempre, ahora las que no tenían tiempo, eran ellas.

Tomó la mano de Luana y juntó ambos brazaletes para liberar sus tobillos del suelo, cada cierto tiempo miraba la pequeña pelea de Selene y Lilith, sabía que estaba llegando a su fin, entonces sucedió, la princesa asestó un último golpe que enfureció a la hechicera, pero que también debilitó la magia que las apresaba, y empujó a Luana fuera de la caja.

Cuando la mayor cayó en cuenta, corrió hasta ella, pero era demasiado tarde, la caja se había sellado.

—No... —musitó—. ¡No, no, no! ¿Por qué lo hiciste?

Diore la miró convencida de que había hecho lo correcto.

—Somos hermanas, es lo que hacemos —respondió.

Luana sintió como su corazón se detenía para romperse en pedazos.

Selene corrió hasta ella y tomándola del brazo la teletransportó hasta el grupo, que había logrado liberarse gracias a la debilidad que ahora aquejaba a Lilith.

—¡No, déjame, debo volver, tengo que ayudarla! —sollozaba, pero Selene se aferraba a ella con todas sus fuerzas y los ojos llenos de lágrimas.

Catra se lanzó contra Lilith, tumbándola en el suelo, su cuerpo comenzaba a lucir putrefacto y quebrado. Estaba furiosa, pero no más que la felina.

Adora corrió hasta la caja, de mil maneras intentó quebrarla, pero fue imposible, incluso sin la magia de Lilith, el artefacto estaba diseñado para ser indestructible. Y ahora, sin Luana, la magia que se había quedado dentro era demasiado inestable. Pero Adora no podía rendirse.

Siguió golpeando con todo lo que encontró, pero no logró hacer nada, incluso la magia de las princesas fue inútil, todos lo habían entendido, todos menos Adora.

—Debe haber algo que pueda hacer —se repetía mientras golpeaba el cristal—. Tiene que haber algo... —pero las lágrimas no la dejaban terminar.

—Lo siento, todo esto es mi culpa —dijo Diore, mirando a Adora—. Debo solucionarlo.

La rubia miraba a su hija con los ojos desbordados a través de la barrera cristalina.

—¡No tienes que solucionar nada! —gritó—. ¡Nada de esto es culpa tuya!

Adora golpeaba insistentemente la barrera, pero ésta sólo rebotaba sus ataques. Luana intentó utilizar su magia, pero esta vez, no pudo activarla, estaba tan desesperada como su madre.

—No hay forma de que logren romper esa barrera —sonrió Lilith, aún con Catra sobre ella—. Tal vez yo muera, pero me llevaré a una de sus hijas conmigo.

El cinismo en el tono de voz de la mujer enfureció a la felina, quien la levantó del suelo por el cuello, estrellándola contra uno de los árboles más cercanos.

Agotada, la rubia colocó ambas manos sobre el cristal, analizando cada centímetro de esta para intentar averiguar cómo destruirlo.

—Está bien —musitó Diore, captando la mirada de Adora—. Todo acabará pronto.

—No, por favor... —sollozó la otra—. Debe haber una solución.

El techo sobre ella comenzó a crujir, la magia estaba desbordándose. La joven alzó su mano a la altura de las de Adora, dedicándole una honesta y triste sonrisa.

—Gracias por mostrarme lo que era el amor real —dijo, el sonido se hizo más fuerte.

—Di...

La joven sonrió con ironía, para después mirar a Luana y Catra, quienes la observaban completamente destrozadas.

—Realmente nunca pude odiarlas del todo —volvió la atención hasta Adora—. Tal vez en la siguiente vida... pueda volver a ser su hija.

El corazón de Catra y Adora se detuvo.

—Te amo, mamá.

Se escuchó una explosión. Una luz cegadora inundó el lugar. La magia se desbordó. Lilith se había ido, al igual que Diore.




Destruí mi corazón con este capítulo, espero que lo disfruten <3

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