Capítulo 2

Hoy llegará un alumno en práctica a «mi reino», necesitábamos un técnico, así que si el nuevo es capaz, podrá quedarse con el trabajo de manera indefinida. Me considero un buen jefe, ni siquiera me gusta que me llamen jefe, lo encuentro pretencioso, yo no soy peor ni mejor que nadie y no me guardo mis conocimientos. Por lo tanto, si esta persona está dispuesta a aprender y a hacer bien su trabajo, tendrá futuro prometedor.

Mi superior me llama para presentarme al practicante, al entrar a la oficina veo a Héctor sentado en su escritorio con una sonrisa de oreja a oreja, eso no me gusta para nada. Vez que sus labios se curvan en una perfecta parábola, significa que lo que me dirá no me va a ser de mi agrado. Él es un poco sádico y le gusta verme en aprietos, él le llama «desafíos», yo les llamo «malditas piedras en los zapatos».

—Leonardo, buenos días, ¿cómo van las cosas? —pregunta Héctor interesado, lo veo en su cara, algo se trae entre manos.

—Bien, súper, todo está en orden —contesto con seguridad.

—¡Qué bien!, entonces hoy es un buen día para hablarte de «oportunidades» —anuncia él alegremente. Me está confundiendo este hombre.

—¿Oportunidades?, ¿no se supone que hoy debería llegar el alumno en práctica, o no?

—Así es, pero no me refiero a las oportunidades para esa persona, sino que hablo de oportunidades para ti. —Algo me dice que será bueno lo que me dirá Héctor al fin y al cabo.

—Dime, soy todo oídos.

—Leonardo, tú eres una persona muy generosa con tus conocimientos. Tus subordinados y superiores te evalúan muy bien, por lo tanto, si entrenas bien a esta persona que vendrá a la práctica, el próximo semestre podrás recibir el aumento que solicitaste, pero multiplicado por dos, o sea, será bien sustancioso en relación a lo que pediste. Eres un gran elemento para esta empresa, así que si eres capaz de entrenar a la perfección al técnico en práctica, el aumento será tuyo.

«¡Al fin me subirán el sueldo!, ¡excelente!, será pan comido entrenar al practicante».

—Dalo por hecho, Héctor, esto será solo un trámite.

—Así se habla. —Héctor levanta el auricular y llama a su secretaria—. Rosita, ¿ya llegó Jesús Montenegro?... Perfecto, dígale que pase.

Realmente Héctor está de buen humor, su sonrisa es inamovible de su cara. Sentí como la puerta que estaba a mi espalda se abría, y aquella sonrisa se curvó aún más.

—Buenos días, Jesús, te presento a Leonardo Apablaza, él será tu jefe y quien te evaluará.

—Buenos días, don Héctor. Es un gusto conocerlo, don Leonardo.

Mi rostro se desencajó al escuchar su voz y cerré mis ojos fuertemente. No era un alumno en práctica, era una alumna. Por eso se reía tanto el viejo zorro maquiavélico, sabe que las mujeres tienen problemas para entrar en «mi reino».

No es que sea machista, creo que no lo soy, pero he visto a tan pocas mujeres realmente competentes en esta área, y tantas que solo dan jugo, que mis experiencia personales con ellas han sido más bien desastrosas que maravillosas.

—Leonardo, ella. —Y recalca el «ella»—, es Jesús Montenegro, espero que tengan éxito en este desafío.

Me levanto de mi asiento y me giro para ver y saludar a la famosa Jesús estrechándole la mano, pero al situar mi vista al frente no veo a nadie, reajusto mi campo de visión un poco más abajo y...

«Estoy frente a una hobbit de carne y hueso, la hermana de Frodo en persona».

¡Es verdad!, ella es minúscula, debe medir menos de un metro cincuenta, mi cálculo no me falla. Tiene cabello castaño claro y ojos del mismo color, aparentemente es delgada y proporcionada, no puedo ver más allá porque su ropa no le sienta nada bien. Mierda, estoy pensando como mina, ¡la estoy criticando por su ropa, por Dios!

—Hola, Jesús. —Le estrecho la mano —. Llámame Leonardo, omite el «don», me hace sentir como vejestorio.

—Hola, Leonardo, espero que trabajemos bien juntos —saluda Jesús sonriendo, es linda la petiza y creo que ya me cae bien, pero debe demostrarme que ella es más que una cara bonita. Deberá superar las pruebas para ganarse mi respeto y la entrada a «mi reino».

—Ahora que ya están hechas las presentaciones pueden retirarse, que tengan un lindo día —nos despide Héctor burlonamente, ya casi puedo leer sus pensamientos, «a ver cómo te va ahora con la pequeña, "engendro misógino"».

Héctor piensa que odio a las mujeres, pero está equivocado porque no lo hago, insisto Jesús va a ser tratada como persona igual que a todos los demás. También me han tocado hombres incompetentes para éste trabajo, pero son mucho menos que las mujeres. Solo conozco a dos féminas que me han tapado la boca, Carolina y Eva.

Veamos cómo le va a la hobbit, solo depende de ella.

Mientras salimos de la oficina de Héctor intento instalar un tema de conversación con Jesús para romper el hielo y saber más de ella.

—Sácame de una duda, ¿te llamas María Jesús, o solo Jesús?

—Me llamo Jesús, a secas —responde sonriendo.

—Qué raro, siempre acompañan ese nombre con algún pariente de Jesús, ya sabes, María Jesús, Jesús José o Jesús María José.

—Mi papá juraba de guata que yo era hombre y me puso así desde antes de nacer, nunca quiso saber mi sexo con las ecografías, así que fue una gran sorpresa para él cuando nací.

—Se debió ir de espalda de la impresión.

—Nunca se repuso. —Ríe a carcajadas—. Soy la menor de tres hermanas, mi viejo era una fábrica de niñitas, sus espermatozoides solo tenían cromosomas XX.

Río por su ocurrencia, y seguimos caminando hasta que llegamos al área donde trabajamos Juan, Caro y yo. Entramos a la oficina y ya estaba el parcito mirando fijo a la puerta para ver con quien llegaba.

—Hola, par de animales, les presento a Jesús... a secas.

Caro abre los ojos como platos y escupe la galleta que estaba comiendo y grita como loca.

—Noooooo... ¡Jesús Montenegro!, ¿qué mierda haces aquí?

Caro salta de su escritorio y corre para saludar efusivamente a Jesús. Nunca la había visto ser tan... tan... mina para sus cosas.

—¿Cómo estai?, ¡tanto tiempo! —exclama Carolina exultante de alegría abrazando a Jesús.

—Estoy bien, como ves, a pesar de todo pude terminar la carrera.

—Era que no, si eres seca, no podía esperar menos de «la experta».

Carraspeo la garganta para que noten que estoy en la misma oficina que ellas, y se recomponen un poco. Carolina me cuenta que Jesús era la «más inteligente de la clase», y era de las «no conocía las notas bajo el seis», y un montón de apelativos relacionados con su inteligencia. Caro la pone al nivel de Stephen Hawking de los técnicos en redes, no sé si la admira o si está enamorada de ella. Si no es porque sé qué está en una relación heterosexual, ya estaría pensando que chutea para el otro equipo.

Cuando terminan las presentaciones, asigno a Jesús unas labores no muy complicadas para inducirla en su trabajo. Ella me hizo un par de preguntas e hizo todo impecablemente, nada que decir, ella me sorprendió gratamente, definitivamente no vino a dar jugo.

Pero hay algo que me intriga, Caro trabaja desde hace dos años conmigo, y se supone que ella y Jesús son de la misma generación, ¿Por qué recién ahora está haciendo la práctica? Seré hombre pero también soy curioso, y en cuanto pude, acorralé a Carolina cuando fue a prepararse un café y le pregunté para que me contara.

—Ilumíname, Carito, si ustedes dos estudiaron juntas, ¿por qué Jesús está recién ahora haciendo la práctica?, ¿tú sabes algo?

Caro se puso seria, ella nunca es así, de manera tal que me asustó un poco y aquello me intrigó aún más.

—A la Jesu le pasaron muchas cosas juntas en muy poco tiempo durante el último año de carrera, y congeló. Lo que le pasó no se lo doy a nadie... bueno, tal vez se lo daría a mi ex, y eso sería ensañarme con ese pobre y triste hueón.

—Mmmmmmm ¿y no vas a entrar en detalles?, ¿no vas a contarme nada más?

—No sé si contarte más, no quiero que eso nuble tu juicio respecto a su trabajo al momento de evaluarla.

—Me extraña que digas eso, no evalúo por lástima, me conoces bien, Caro.

—Leíto, tú en el fondo eres un corazón de abuelita.

—Ja-ja, ¿de dónde sacas eso?

—Te conozco, más de lo que crees.

En eso llega Juanin y se acaba el interrogatorio, me da curiosidad lo que Caro me cuenta, ella es más bien como un sándwich de palta, la aprietas un poquito y desparrama todo el chisme, así que me produce extrañeza su actitud reservada con el tema de Jesús.

Dejaré mis indagaciones para otro día. Carito hablará tarde o temprano, o tal vez lo haga la misma Jesús.

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