Maxon

Doy vueltas de un lado a otro en la oficina de Carson muy consciente de como los ojos de mis dos amigos se mantienen fijos en mí, sin embargo, prácticamente los ignoro por completo; no puedo evitar sentirme preocupado por la partida de Amanda. Una cosa es saber que lo mejor para el caso es que ella se entreviste en solitario con Ned Clayton, otra muy distinta es estar de acuerdo con ello. No tengo nada particular contra el hombre, estoy más que consciente que solo se inculpa por el amor que le profesa a su hija, por otro lado, es este mismo amor el que le puede llevar a hacer alguna locura siempre que le prometan que Rachel estará a salvo y con el futuro garantizado.

Mi instinto me dice que salga corriendo del despacho y vaya a buscar a Amanda, pero las dos veces que ya lo he intentado Ben me ha detenido incluso antes de llegar a la puerta diciéndome que Amanda es una chica grande y sabe en lo que se mete. Tuve que bufar por ese comentario. De haber sabido en que se metía no hubiesen intentado matarla en varias ocasiones, aunque si en verdad soy sincero conmigo mismo Amanda ha seguido hacia delante porque exactamente sabe dónde está metida.

Me dejo caer en uno de los asientos de la habitación al mismo tiempo que cierro los ojos y trato que mi respiración se tranquilice, es como si las paredes del despacho avanzaran con cada segundo que pasa y el espacio se vuelve más pequeño, siento la acidez en mi garganta como una señal de las ganas de vomitar. Reconozco cada una de estas sensaciones que se van apoderando de mi cuerpo porque ya las he sentido en un pasado; son señales de impotencia. Amanda está en problemas y ahora mismo me encuentro de manos atadas, no puedo hacer nada.

El rostro de Emma aparece en mi mente y me maldigo a mí mismo por permitirme pensar en ella en un instante de debilidad, no obstante, ¿no es siempre así de todos modos? Cada vez que no puedo hacer algo aparece la figura de Emma delante de mí recordándome que no pude salvarla. Ella y su hijo fueron mis casos asignados hace varios años y no pude salvarla a ella, el niño era apenas un bebé, ahora debe de tener alrededor de nueve o diez años. Nunca tuve nada cerca de lo romántico con Emma, pero llegué a quererla como si fuese una hermana menor. Luego de toda la mierda en mi vida pasar tiempo con ella y con el niño fue lo más cercano que tuve a una familia nuevamente, pero las emociones nublaron mi juicio y no vi la realidad cuando la tuve delante.

Emma estaba en el programa de protección a testigos por habernos ayudado en el caso de un narcotraficante y, luego de descubrir su nueva identidad, la amenazaron en más de una ocasión; fue entonces que me mandaron para cuidarla; pensé que lo tenía todo tan asegurado que me dejé llevar ante las emociones y la comodidad del hogar y antes de darnos cuenta caímos en una emboscada en su propia casa; solo fui capaz de salvar al niño. No tenían más familia por lo que el chico fue puesto en un orfanato, hubo un momento en el que pensé adoptarlo, pero por mi trabajo no me consideran apto para criar a un chico, eso por no mencionar mi incapacidad de cuidarlo a sabiendas que ya le fallé en el pasado y que por mi culpa perdió a su única familia.

Es por todo esto que no quise acercarme a Amanda en un inicio, porque sabía que en el instante que pusiese un ojo en ella mis miedos regresarían y terminaríamos en mal estado. Bastante tuvimos ambos con la bala que recibimos en Navidad, sin embargo, mientras más tiempo pasábamos más se metió la mocosa bajo mi piel y a pesar de que lo negué comencé a sentir. La quiero conmigo, viva, y nada de esto es negociable. Se supone que en cuanto el caso terminará yo me alejaría, pero no será así. No se lo he dicho porque aun necesito tener la cabeza despejada, pero en cuanto todo pase la tendré conmigo por propia elección.

Me gusta todo con ella, las peleas y discusiones tontas, los momentos en que nos sentamos en el sofá a ver programas de cocina o simplemente cualquiera de sus películas favoritas; me ha llegado a encantar la forma en que sus mejillas enrojecen cuando está nerviosa o abochornada; como sus ojos se ven concentrados cuando trabaja y una pequeña arruga se coloca en su frente al fruncir el ceño. Amo su concentración cuando lee y como todas las emociones que siente con cada letra se reflejan en su rostro. Es una mujer testaruda, pero también llena de ternura y amor como cuando juega con Cleopatra o habla de su familia en Alaska.

Está llena de miedos e inseguridades, pero no permite que ninguno de ellos la venza; solo sigue sus instintos porque sabe que es lo correcto. Quizás fue esta terquedad lo que me provocó admirarla y luego de ello quererla.

Siento una mano sobre mi hombro y abro los ojos poco a poco para ver a Ben a mi lado sonriéndome. El muy cabrón sí que me hizo pasar un susto cuando fingió quererla para hacerme entrar en razón, pero gracias a su paripé fue que me di cuenta que no dejaría que nadie se la lleve.

—Ella está bien Maxon, nadie puede hacerle daño en una cárcel.

Me dieron ganas de reír por eso, con lo corrupto que es el sistema nunca se está seguro de nada, pero me obligo a asentir.

—Solo me gustaría estar con ella ahí.

—Entonces Clayton no hablaría y necesitamos que lo haga.

—El hombre no hablará de todos modos —bufo desesperado—. Está asustado, pero no tiene nada que perder.

—Pues encontraremos otra manera de atrapar a Collins, puedo asegurarte que Amanda estará a salvo. —Noto como Ben traga en seco y sé que sus próximas palabras no nos gustará a ninguno de los dos—. Ella no es Emma, nada tiene porque repetirse Maxon, nunca hiciste nada mal ni lo has hecho hasta ahora; deja de preocuparte tanto, hiciste un buen trabajo enojando a Amanda antes de salir, no hagas que se preocupe por ti cuando te vea con esa cara larga, eso sería arruinar la reconciliación.

Me guiña un ojo con picardía y no puedo evitar reír. Voy a abrir la boca para responder en el mismo instante en que la puerta del despacho se abre y al mirar en esa dirección mi sangre se hiela. Amanda tiene el rostro pálido y su labio superior tiembla imperceptiblemente. Incluso noto como se aguanta de la puerta con tanta fuerza que los nudillos de sus dedos están de color blanco. En menos de cinco segundos me pongo en pie y la sostengo entre mis manos. Ella suspira aliviada como si agradeciera el soporte.

—¿Qué pasa? —pregunto con preocupación, es como si estuviese en estado de shock.

Amanda intenta sonreír y niega con la cabeza, sus ojos se alzan hasta los míos y puedo notar inquietud en ellos.

—Clayton no va a ayudarnos, me llamó solo para pedirme que no le molestase más y que dejase todo como está, dice que está dispuesto a pagar por sus pecados.

—¿Solo eso?

Amanda parece considerar la respuesta unos segundos y solo asiente.

—Volvemos a estar en un callejón sin salida con respecto a Collins.

Sus manos se sostienen con fuerza a mi ropa y noto que tiembla un poco, es normal que esté nerviosa. Collins no ha hecho las cosas fáciles y le ha amenazado en más de una ocasión.

Le abrazo y le hago a Ben una señal hacia la salida antes de volver a hablarle a Amanda.

—Vamos a casa cariño.

Casa…

Solo con decirlo me doy cuenta que es cierto, estar con Amanda se ha vuelto mi casa.

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