Capítulo 28

La llegada al hospital fue caótica, por más que quise cerciorarme de cómo estaba Maxon no pude hacerlo en un inicio; fuimos separados en camillas diversas y llevados a salones de cirugía. Los médicos tuvieron que revisar el corte de mi cara para asegurarse de que no fuese tan profundo y, aunque gracias a Dios fue de esa manera, mi mejilla contaría con una cicatriz por tiempo indefinido, a pesar de que había esperanzas de que en algún punto desapareciera casi por completo. Lo que más les preocupó a los doctores, y por qué fui llevada a un salón, fueron los cortes en la pierna; a parecer Collins rozó alguna vena y entre toda la adrenalina no me di cuenta cuanto había sangrado realmente.

Cuando me pusieron en una habitación varias horas después, Ben vino para contarme sobre Maxon; sentí el alivio volviendo a mi cuerpo cuando me informó de que los médicos habían logrado quitarle la navaja sin que fuese de gran riesgo para su vida, la suerte fue que el metal no dañó ningún musculo interno, sin embargo, aún no puedo verle. Le tenían sedado realizándole diversas transfusiones para que recuperase toda la sangre que perdió.

Tuvo que pasar casi un día para que me pudiese parar de mi cama con ayuda de unas muletas dado que aún no podía apoyar del todo mi pierna herida. Ben me ayudó a llegar a la habitación de Maxon mientras que me contaba cómo fue Carson quien les llamó para avisar del sitio donde estaba. Al ver mi sorpresa me explica como Collins le había ofrecido suficiente dinero al hombre para informarle cualquier cosa sobre Clayton, pero se acobardó al ver cómo me secuestraban; Carson prefería ser acusado por corrupto antes que por asesino. Además, dado que Collins no había llegado a morir por el disparo de Ben, Carson estuvo de acuerdo en firmar un trato para testificar en contra del mafioso a cambio de que le redujesen su propia sentencia. Esta vez Collins estaba acabado.

Al llegar a la habitación de Maxon no pude evitar la sonrisa que me recorrió al ver que mi Neandertal estaba despierto, al notar mi presencia el hombre me devuelve la sonrisa.

—Ya me preguntaba yo cuando ibas a venir a verme.

Vuelvo a reír cuando me acerco poco a poco a él y me siento en una de las sillas junto a la cama cuando la verdad lo que quiero es abrazarle y besarlo debido a la felicidad de verle vivo.

—No puedo malcriarte tanto, además, debamos de dejar de encontrarnos así en el hospital.

Maxon vuelve a reírse.

—Tienes razón, como que estas citas no son divertidas, siempre estamos medio inmovilizados. —Se mantiene mirándome con una sonrisa en los labios unos instantes antes de moverse hacia un lado en su cama, puedo ver la pequeña mueca en su rostro debido al dolor del movimiento, no obstante, todo es efímero y vuelve a sonreír—. Ven aquí conmigo pequeña.

Muerdos mis labios ansiosa por hacer el movimiento y acurrucarme a su lado, pero tengo que recordar ante todo que andamos en un hospital.

—Pueden llamarnos la atención por ello.

—Y yo pude haberte perdido en ese maldito almacén así que nadie me va a quitar el hecho de que te abracé ahora.

El nudo de emociones se forma en mi garganta sin poder contenerlo más porque, por unos instantes, en medio de ese maldito almacén, pensé que me matarían sin tener la oportunidad de volver a ver a Maxon. Utilizando las muletas de apoyo me pongo en pie y camino hasta la cama sentándome en el lado que Maxon me ofrece e intentando no rozar su herida. Oculto mi rostro en su cuello y mientras el hombre que quiero me consuela pasando sus manos por mis cabellos me permito llorar; dejo que toda mi frustración salga por fin a la luz, el miedo que sentí a perderlo todo y a morir, a no volver a ver a mi familia.

Maxon acaricia mi rostro y pasa sus dedos con suavidad por la venda que cubre la herida de mi mejilla.

—Creo que a partir de ahora no me veré tan bonita. —Intento bromear para relajar mi propia tensión.

—No seas tonta mocosa, para mí siempre vas a ser hermosa; esa cicatriz solo demuestra lo valiente y fuerte que has sido y por ello deberían considerarte más preciosa aún.

Alzo mis ojos para que mi mirada esté a la altura de la suya. Mis dedos tocan con suavidad su rostro a la par que Maxon aparta mis lágrimas.

—Lo siento, todo fue mi culpa; no te conté lo de Collins y debí hacerte caso.

Una vez que comienzan las lágrimas no pueden parar. Todo lo que estuve a punto de perder, todos los peligros; se siente como si nada hubiese terminado y en cualquier segundo Collins fuese a entrar por la habitación con su sarcástica y fría sonrisa con un arma en las manos.

Siento como Maxon alza mi mentón y baja su rostro hacia el mío hasta que nuestros labios se encuentran. El beso al inicio es superficial y tímido, pero poco a poco va subiendo su intensidad, reclamando terrero, sin embargo, antes de darme cuenta llega a su fin.

—Pensé que iba a perderte mocosa, no vuelvas a darme un susto de esa manera.

—Lo siento.

Para mi sorpresa Maxon vuelve a venir.

—Es algo que tienes en ti Amanda, eres capaz de dar tu vida por lo que creas correcto y yo la daré por ti, solo no vuelvas a mentirme.

Con esas simples palabras me doy cuenta más que nunca que no quiero perderlo.

—Te amo. —Parpadeo intentando contener la vergüenza por mi propia declaración; aunque Maxon ya me dedicó estas palabras una vez no quiero presionarle, pero sus caricias por mi rostro me relajan.

—Yo también te amo, eres aquello que no sabía que necesitaba hasta que te tuve conmigo.

—¿Y que se supone que hacemos ahora?

La duda me corroe, ahora que todo ha llegado a su fin quizás Maxon vuelva a su casa, a lo mejor ya no le vea tanto. Quizás comencemos esta relación de otra manera.

—Ahora, ahora vamos a vivir pequeña; ahora te daré la historia real que anhelabas.

Y eso para mí es suficiente.

Fin.

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