Capítulo 27

Oscuridad es todo lo que rodeaba mis sentidos en estos instantes; por más que intento abrir los ojos aun me siento incapacitada para hacerlo, es como si mis parpados pesaran y me encontrara sumergida en mi propia bruma de incapacidad e inconciencia. Puedo escuchar varias voces masculinas a una distancia no muy lejana, sin embargo, tampoco soy capaz de escuchar que dicen al cien por ciento.

Intento mover mis manos, pero es como si estuviesen agarradas con una cinta y mi cuerpo no respondiese a mi llamado; el frío pone mi carne de gallina haciéndome tiritar.

Esta sensación solo aumenta cuando siento fríos chorros de agua caer sobre mi cuerpo; por otro lado, el impacto es lo que parece lograr que finalmente abra los ojos; mi respiración es acelerada y, a primera instancia, me cuesta ver los objetos que me rodean, quizás por la oscuridad del lugar o porque simplemente he estado demasiado tiempo inconsciente. No obstante, después de un par de parpadeos, por fin comienzo a diferenciar las sombras que me rodean y que poco a poco se vuelven figuras.
Estoy en lo que parece una bodega o un almacén abandonado, no noto si hay puertas o ventanas cercas, está demasiado oscuro para saberlo, mi visión solo se aclara gracias a un par de bombillos encendidos justo encima de mí. Mis manos y piernas están atadas a una silla, mi cuerpo tiembla de frío una vez más debido a las ropas pegadas a mi cuerpo por el agua helada. Hay un hombre que no conozco a mi lado sosteniendo una enorme cubeta que aún conserva algunas gotas de agua cayendo de la parte superior, no hay que ser muy inteligente para saber que es quien me ha arrojado el frío líquido encima.

El hombre no parece ser mucho mayor que el propio Maxon, aunque evidentemente es más joven que Collins, la sonrisa que cruza sus labios es fría y llena de burla, su rostro es agudo y perfilado, sus ojos verdes transmiten superioridad, como si estuviese mirando a alguien de un rango inferior y, por si no queda duda, demuestra que ahora es él quien manda y no yo.

—Por fin la gatita decidió despertar. —Se ríe con una carcajada dejando la cubeta a un lado en el suelo; con su mano libre acaricia mi mejilla y no puedo evitar la repugnancia que me recorre—. El jefe va a estar muy feliz de que hayas abierto los ojos, ha estado esperando ello varias horas.

Retira su mano y mientras se aleja caminando los recuerdos de antes de que me desmayara comienzan a emerger en mi mente. Mi madre había llamado y salí de la cafetería para hablar con ella, cuando el teléfono volvió a sonar lo contesté pensando que olvidó decirme algo solo para llevarme la mala noticia de que fuese Collins quien estaba al otro lado de la línea. Me volvió a ordenar que abandonase el caso y cuando me negué a hacerlo hubo un dolor agudo en mi cuello y después todo se volvió oscuro, solo pude sentir unas manos sosteniéndome y alejándome de ahí antes de que perdiese por completo lo último que quedaba de mi conciencia.
Varios pasos suenan y cuando alzo la mirada noto al hombre de antes volviendo a acercarse a mí.

Me sonríe con desprecio, trae algo en sus manos y, al desplegarlo delante de mí, me doy cuenta que es una silla portable. Se aleja de la silla y camina detrás de la misma poniéndose en la posición de un soldado a la espera de órdenes.

Me doy cuenta que no es el único, en varios lugares del sitio puedo ver a algunos otros colocándose en determinadas zonas estratégicas; ninguno lo suficientemente alejado, pero también dando un espacio.
Todos ellos alertas y a la espera; no demoro mucho en saber por qué, un nuevo hombre se sienta en la silla disponible delante de mí, sus ojos claros contrastan con su cabello blanco en canas; su traje hecho a medida y de color gris resalta entre toda la suciedad del almacén; simplemente, su porte de negocios y hombre de alta cuna no encaja entre la visualidad de baja clase, sin embargo, a Collins eso nunca le ha importado, solo me observa mientras mira mi rostro a la par que toca sus labios con la punta de sus dedos como si estuviese pensativo o intentase contener la sonrisa.

La mezcla de ira y preocupación crece en mi interior sin poder contenerla.

—Amanda cariño. —La falsa bondad de sus palabras provoca el asco en mi interior—. Antes que nada, quiero que sepas que no deseaba que las cosas llegasen a este punto.

A pesar de mi mala situación no puedo contener el desagrado y la risa sarcástica que se evidencia en mi rostro.

—¡Púdrete o vete a la mierda!
Es el turno de Collins de soltar una sonora carcajada, no me cabe duda de que tengo en frente un verdadero psicópata, el hombre en verdad está disfrutando de toda la situación.

—Esas son palabras muy fuertes para una niña tan bonita, acaso no te enseñaron modales, ¿o quizás deba de enseñártelos yo?

Un sudor frío y verdadero terror recorren en mi cuerpo cuando noto el brillo de una navaja afilada en la mano de Collins mientras que este se mueve hacia delante en mi dirección jugando con el peligroso metal.

Mi garganta se reseca, solo por instinto intento moverme para alejarme, pero las duras cuerdas que me sostienen a la silla me recuerdan que me es imposible. Hago mi mayor esfuerzo para que al hablar mi voz suene tranquila y no mostrar el verdadero terror que siento, pero sé que no voy a engañar a Collins por mucho que lo intente.

—Te van a atrapar, pase lo que pase te inculparán en el juicio.

Collins sonríe y doy un sobresalto cuando siento el filo de la cuchilla sobre mis pantalones, a pesar de la tela que protege mi cuerpo del impacto directo puedo sentir la punzada del corte. Un grito escapa de mis labios cuando la tela comienza a rasgarse y la sangre mancha la zona, la cortada es bastante profunda y el agua fría que me arrojaron segundos antes no ayuda para nada, hace que mi piel esté más suave y que las sensaciones sean más duras. El mafioso continúa sin moverse del sitio, no muestra emociones en su rostro a medida que rasga la fina piel de mi muslo. Cuando por fin separa la cuchilla con sangre de mi pierna se mantiene mirando el líquido rojo como si estuviese hipnotizado.

—El problema es, querida Amanda, si tu desapareces no pasará nada en el juicio.

Intento que el dolor no nuble mi juicio de pensamiento y provoque que no comprenda las palabras, sin embargo, cuando quiero responder un nuevo corte comienza un poco más abajo del primero.

—Mis abogados serán lo suficientemente inteligentes como para demostrar que esas cuentas no son mías, para eso les pago, las pruebas de Monroe serán olvido poniendo dinero en las manos de las personas correctas y ya por el asesinato de Jackson no me pueden juzgar; sin embargo, el problema eres tú. —Sus ojos comienzan a adquirir un brillo fiero que no había visto en él hasta este momento, como los de una persona totalmente loca y desequilibrada—. Tú, maldita mocosa, estabas en ese hotel el día que maté a Jackson, nos escuchaste hablar sobre el lavado de dinero; tu testimonio sería suficiente para sembrar la duda en todo el jurado y hay personas pidiendo mi cabeza, personas que no podré acallar ni siquiera con dinero si vas a ese juicio.

Collins se levanta de su silla acercándose más, puedo sentir el filo de la cuchilla contra mi rostro y el horror se intensifica más.

—Te di varias advertencias, pero la mocosa buena tenía que continuar centrada en hacer lo correcto y sacar al hombre malo de las calles no. —Sarcasmo sobresale de su tono y, antes de darme cuenta, siento la palma de su mano estamparse con fuerza en mi mejilla—. ¡Maldita reportera que no deja de meter las narices! Ni siquiera la bala que pedí que te metiesen en el centro de la cabeza te hizo retroceder.

Mi mejilla duele y estoy segura que de no ser por la silla hubiese caído al suelo.

—¡Jodete! —Me las arreglo para decir a pesar de que siento como mi labio sangra y mi cara se hincha.

Puede que parezca desafiante y terca, pero la verdad es que ando aterrada; solo me niego a darle la satisfacción. Prefiero que me mate sabiendo que nunca caí en su juego de sobornos. Collins alza la mano para volver a golpearme, pero el sonido de una familiar voz masculina le interrumpe.

—Nada de esto estaba en el negocio Collins, no es necesario jugar tanto.

—No recuerdo haber pedido tu consentimiento Carson, te pagué por información y cooperación, no para que me enseñaras a ser políticamente correcto.

Mis ojos se abren de par en par por la sorpresa y el reconocimiento. Una ola de ira pasa por mi cuerpo al sentir la traición, no tanto hacia mí, sino tan bien hacia Maxon y Ben.

—¡Hijo de puta! —le grito llena de odio mientras que Carson sale de las sombras y me permite ver su rostro —. ¿Cómo pudiste ser tan mierda de engañar a tus amigos? Confiaban en ti, por eso te fueron a ver.

El director de la cárcel me observa curvando sus labios en una sonrisa que no llega a iluminar sus ojos. En estos últimos puedo verlo con un poco de inquietud.

—No soy tan idiota para ir en contra de un hombre poderoso cuando este me da a elegir entre ayudarle a cambio de un dinerito o hacerme desaparecer del mapa. —Me guiña un ojo y solo siento mi ira aumentar, incluso sobrepasa por unos instantes el dolor de la pierna y del rostro.

—Creo que ahora es más fácil comprender como Collins sabía que fuimos a visitar a Clayton y el día que íbamos a ir —le acuso—. Fuiste tú quien le ayudó a entrar sin que la mayoría de los guardias se enterasen.

Carson simplemente se encoje de hombros.

—Tu ayudaste un poco cuando no le dijiste a Maxon lo que sucedía. —Una pequeña pizca de culpa me corroe, pero la verdad es que no cambiaría mi decisión, decirle a Maxon lo hubiese puesto en la mira.

—Eso no representa que los engañaras cuando confiaron en ti.

—Esto no es un cuento que la amistad está sobre todo Amanda, y entre mi pellejo y el suyo elijo el mío.

Voy a responder, sin embargo, siento las manos de Collins volver a agarrar mi rostro y apretar mis mejillas con fuerza mientras que acerca otra vez la navaja a mi cara.

—En verdad me gustaría que ambos continúen su charla, pero tengo otros planes para esta noche, así que terminemos con esto y luego podré marcharme.

Vuelvo a sentir como la navaja se desliza y una cota de sangre se cae por mi cara, quiero gritar, pero Collins tapa mi boca con la mano mientras desliza más la cuchilla. Un disparo suena a lo lejos y cuando el hombre frente a mí se sobresalta me doy cuenta de que no formaba parte de los planes de este.

El sonido de más balas llegando llenan mi audición y puedo ver como el mafioso chilla colérico, algunos de los hombres se agachan intentando esquivar las balas, sin embargo, otros reaccionan demasiado tarde y caen al suelo sangrante. Collins se coloca detrás de mí utilizándome como escudo sin importarle que ninguno de los hombres de su alrededor muera, corta mis ataduras con la navaja y me pone en pie para cubrirse conmigo, el dolor de la pierna se agudiza y suelto un grito, si no fuese porque Collins me sostiene estoy segura de que caería al suelo.

Intento mirar a mi alrededor, incluso Carson está en el suelo protegiéndose de los disparos, algunos de los seguidores de Collins sostienen armas mientras que otros están heridos sangrando. Siento como el alivio me invade cuando veo a varios oficiales acercándose y el que dirige el movimiento es Maxon.

—¡Suéltala! —el grito del hombre que quiero llena la sala mientras que se acerca a nosotros. Collins suelta una carcajada.

—¿Y qué me dispares o me arrestes? Lo siento agente, pero no suelo ser tan ingenuo.

Maxon no deja de apuntar con su arma hacia el hombre a mi espalda, pero puedo notar el nervio en su mirada y cuando me observa con dolor sé que no disparará mientras que yo esté en medio.

—Estás acabado Collins, no saldrás de aquí impune, no solo te acusaré por corrupción, sino también por secuestro premeditado e intento de homicidio.

—¿Entonces por qué no disparas niño lindo? —pregunta con sarcasmo.

—¡Eh dicho que la sueltes!

—Suelta tú primero el arma y luego soltaré a Amanda y que ninguno de tus hombres dispare o se acerque o le rajo el cuello antes de que la bala llegue a su objetivo.

—¡No…! —voy a gritar, pero la presión de la navaja bajo mi cuello me detiene.

Intento mirar a mi alrededor y me doy cuenta de que los oficiales están sobre algunos de la banda de Collins, todo esperando las ordenes de Maxon, incluso Ben que está deteniendo a Carson mira a Maxon a la espera de que hacer.

Puedo notar la batalla interior de este último en su mirada y poco a poco asiente antes de agacharse lentamente y dejar el arma en el suelo a la par que observa con suavidad a Ben.

—Déjala y arreglemos esto entre nosotros.

—Será un placer.

Collins me empuja y caigo al suelo de un solo golpe solo a tiempo para ver como el hombre de cabellos canosos se lanza sobre Maxon; intento moverme para salir del medio o, aunque sea alcanzar el arma de Maxon, pero el forcejeo entre ambos hombres me lo impide. Maxon empuja a Collins y siento alivio a ver cómo le supera, pero esperar cualquier juego limpio del mafioso es una causa perdida. Collins golpea el estómago de Maxon con una pierna y mientras mi hombre se doble del dolor Collins aprovecha para encajar la cuchilla en el estómago de Maxon.

Empalidezco y siento como un grito sale de mis labios al ver la imagen delante de mis ojos. Sin embargo, esto no es el final. Collins se distrae por mi voz y cuando gira la cabeza a un lado es todo lo que Maxon necesita para tomar ventaja. Maxon golpea el rostro de Collins y cuando este retrocede unos pasos Ben alza el arma y suelta un disparo que hace que Collins caiga al suelo sangrando y sumido en dolor.

Maxon se acerca tambaleante sin quitar la navaja de su estómago o el sangrado podría descontrolarse. Cuando se agacha a mi lado me sostengo de su cuello y no puedo contener las lágrimas que corren por mi rostro.

—Los médicos vienen en camino. —Nos anuncia Ben acercándose a ambos para ver nuestras situaciones.

Quiero que traten primero a Maxon, pero el hombre se niega a separarse de mi lado.

—Todo ha terminado ahora pequeña, todo estará bien.

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