Capítulo 22
Corro de un lado a otro de la habitación a la par que reviso mi bolso en reiteradas ocasiones tomando nota de que no se me quede ningún objeto importante de trabajo. Reviso mi cabello una y otra vez, incluso me miro varias veces al espejo para cerciorarme de haber dejado el pijama a un lado y haberme puesto un traje de color gris claro. Mis nervios están hoy por el cielo y no es para menos; Ben ha llamado hace menos de una hora para informar de que el jefe de la prisión donde se halla Clayton ha dado finalmente el permiso para interrogar al hombre.
Siento la bilis de mi estómago subir por mi garganta y debo recordarme a mí misma de respirar con normalidad, aunque debo admitir que no es fácil. He estado esperando la posibilidad de hablar con Ned Clayton desde el mismo día en que se declaró culpable y dejaron en libertad a Collins, pero no voy a mentir, me siento aterrada. De la conversación con este hombre puede depender gran parte de las pistas que he conseguido en contra de Collins, si Clayton se niega a hablar todo se acabó.
Como si mis nervios no pudiesen ir a peor una vez que salgo de la habitación encuentro a Maxon en la sala muy cerca de mi librero, tiene un libro entre sus manos el cual se encuentra hojeando detenidamente, puedo notar como alza la ceja sorprendido con el contenido de algunas de las páginas y no es para menos. Por la oscura portada con la flor azul en uno de los extremos no tardó en darme cuenta que se trata de la novela erótica Pídeme lo que Quieras de la famosa autora española Megan Maxwell, la había adquirido hace un tiempo dado que amo a la autora y deseaba tener toda su colección y, porque no admitirlo, esa saga es una de mis preferidas. Mis mejillas se encienden al rojo vivo al notar como los labios de Maxon se curvan en una pícara sonrisa y no deseo ni imaginar la escena que estará viendo, digamos que ese libro no muestra exactamente tiernos conejitos paseando por un prado.
—Suelta eso ahora mismo.
Corro hacia Maxon con la intención de quitarle el libro, sin embargo, al llegar a su lado el Neandertal alza la mano con el tomo y me dedica una sonrisa maliciosa. No soy bajita, pero junto a un hombre que parece un maldito oso gigante me es un poco difícil llegar a la altura que Maxon impone.
—¿Quién lo diría bonita? No sabía que este fuese tu estilo.
Deseo y lujuria resplandecen en su mirada y no puedo evitar que mi garganta se reseque. Maxon retrocede varios pasos y debo de caerle atrás para volver a agarrar el libro.
—Solo es una novela.
—Una muy sugerente.
—¡Maxon dame el libro!
El hombre continúa corriendo por la casa como si fuésemos dos niños pequeños jugando al pilla pilla.
—Si te lo devuelvo no me dejarás terminarlo.
—Por supuesto que no.
—¿Y si quisiera probar algo de eso?
—Lo siento cariño, pero tú no eres ningún Eric Zimmerman.
Maxon se detiene de repente y antes de que pueda chocar contra su cuerpo ya el hombre me está agarrando por la cintura y colocando su rostro a muy escasos centímetros del mío. Sus labios descienden con suavidad por mi mejilla y luego continúan su camino hacia mi cuello dejando toda la zona envuelta en un abrazador fuego. Puedo sentir como mi estómago se contrae de las exquisitas sensaciones y mi aliento sale entrecortado.
—Tienes razón, pero soy tu Neandertal.
—Susurra con una suave voz contra mi piel y puedo jurar que mis piernas tiemblan por la necesidad de tenerle.
Mi sangre arde y no puedo evitar que la sonrisa juguetona se pose en mis labios a medida que permito que mi cuerpo se recueste más al suyo. Cuando Maxon está lo suficientemente cerca como para besarme estiro mi mano y arranco el libro de los dedos ajenos.
—Ya, tú te pones una tanga y yo juego contigo, ¡no te jode! —respondo con sarcasmo intentando ocultar el calor de mis mejillas y la tempestad de emociones y deseos en mi mirada.
—Pues ya lo veremos. —Puedo notar el fuego encendido en la mirada de Maxon tras estas simples palabras y su cuerpo alejándose lentamente del mío mientras me dedica un guiño.
Todo ha sido así desde que Maxon dijo que deseaba intentarlo conmigo hace dos noches atrás. El hombre continúa durmiendo en el sofá y hemos tomado la situación de forma lenta. No obstante, no puedo quejarme; Maxon ya no evita mi contacto o el deseo que ambos sentimos en ningún instante, siempre está dispuesto a dedicarme pequeñas caricias y minutos para conversar. Maxon suele envolverme en sus brazos hasta altas horas de la noche a la par que pasa sus manos por mis cabellos y me cuenta historias sobre su vida.
Es evidente que el hombre se está esforzando por mí y me siento agradecida.
El momento que más gracia me ha dado fue cuando Ben vino a visitarnos ayer y Maxon casi le salta encima para golpearle por haberle tomado el pelo, Ben no paró de reír en ningún instante. Las palabras exactas del rubio a su amigo fueron: Pero por fin reaccionaste.
Maxon continúa pegado a mi cuerpo acariciando las zonas expuestas de la piel de mi cuello con sus manos, pequeños roces con sus dedos provocan que me cueste hasta respirar y, dejando caer el libro que sostengo, recorro todo el pecho de Maxon con mis propias manos. Siento como la respiración del hombre se entrecorta y sus hermosos ojos verde mar se nublan por el deseo dándome a comprender que tengo el mismo efecto que él posee en mí. Me coloco de puntillas poco a poco y rozo sus labios con mi lengua provocando que un pequeño gruñido escape de Maxon. No duda, solo refuerza su agarre en mi persona y antes de darme cuenta sus labios invaden los míos con hambre y necesidad. Mis dedos se enredan con sus cabellos a medida que Maxon explora mi boca y siento mi mundo tambalearse por su tacto. No puedo decidirme si cerrar los ojos para centrarme en las exquisitas sensaciones o dejarlos abiertos para contemplar su sensual figura.
Poco a poco el hombre se separa de mis labios y deja caer su frente sobre la mía mientras deja que su respiración vuelva a serenarse. Una sonrisa cómplice brota de sus labios y siento que este hombre debería ser ilegal. ¡Dios!, demasiado atractivo para mi salud mental.
—Si seguimos así, bonita, en vez de a la prisión te llevaría a la cama y no te dejaría salir de ahí en horas.
—Si no fuese tan urgente ver a Ned Clayton, dejaría que me llevarás.
Sus ojos relucen con más fuerzas y luego de otro fugaz beso agarra mi mano en dirección a la puerta.
—Recuerda tus palabras esta noche cariño y, solo para que quede claro, sigo interesado en ese libro.
Rompo en risas mientras cojo mi bolso y permito que Maxon me dirija a la salida.
***
El viaje avanza rápido en la camioneta de Maxon, llamamos a Ben para informarle que estábamos en camino y el hombre afirmó que nos esperaría en la oficina del director. Siento mis nervios aumentar con cada segundo que pasa y la tentación de revisar mis notas sobre el caso es demasiado fuerte a pesar de que las conozco de memoria.
Lo único que consigue distraerme de lo que me espera en la prisión en la voz de Maxon tarareando una canción que suene en el reproductor del coche. No puedo evitar sonreír al ver lo emocionado que se ve Maxon mientras tararea, incluso mueve los dedos sobre el volante al ritmo de la canción; nunca imaginé que fuese de los hombres que cantan a todo pulmón, pero así es la música, tiene el poder de adentrarse en nosotros y tocar fibras sensibles. Y, aunque no conozco el grupo, siento que, por la letra, esta canción le pega a Maxon.
(…) I wanna hide the truth, I wanna shelter you,
But with the beats inside, There´s nowhere we can hide.
No matter what we breed, we still are made of greed.
This is my kingdom come, this is my kingdom come.
When you feel my heat look into my eyes,
It´s where my demons hide, it´s where my demons hide.
Don´t get to close, it´s dark inside.
It´s where my demons hide, it´s where my demons hide (…)
Creo que Maxon es un poco de esta manera, desea proteger a las personas, sin embargo, está lleno de demonios que el mismo ha criado, demonios que no permiten que nadie se acerque en verdad a su verdadero ser; piensa que está lleno de mierda por dentro, que está destrozado, tiene miedo de decepcionar, quizás a otros o quizás a él mismo, pero siempre con miedo de llevar a la perdición a cualquier persona que se le acerque; como si fuese un ángel caído.
—¿Quiénes son? —pregunto sin poder contener la curiosidad al verle emocionado.
Maxon para de tararear y sus ojos se abren mirándome horrorizados antes de volver su atención a la carretera.
—¿Cómo es que no conoces a Imagine Dragons?, ¿en qué mundo vives bonita?
Tengo que contener la risa al ver su falsa indignación, aunque sí parece sorprenderle que no conozca al grupo.
—Es solo un grupo, no lo conozco —bromeo y puedo ver la boca de Maxon abrirse en una queja.
—Me hieres hasta el alma. —Al final rompo en carcajadas y Maxon también—. ¡Qué deshonor Amanda, qué deshonor! Te voy a comprar toda la discografía de Imagine Dragons para que tengas buen gusto musical.
—Niñato exagerado.
—Yo prefiero el termino salvador de vidas.
Me divierto molestando un poco más a Maxon hasta que finalmente llegamos a la estación de policías, una vez que Maxon muestra su identificación y que pasamos por el control de seguridad uno de los policías de guardia nos dirige sin demora a la oficina del director. Siento el aire conteniéndose en mi pecho hasta el punto de que mis pulmones arden por la falta de oxígeno debido a los nervios.
La mano de Maxon sostiene la mía y al alzar la mirada hacia él noto como me guiña un ojo y me susurra que todo saldrá bien. Maxon da pequeños golpes en la puerta del despacho frente a nosotros y cuando una fuerte voz da permiso desde dentro entramos a la estancia. Puedo ver a Ben sonriéndonos y parado en una esquina de la habitación junto a una de las ventanas como si hubiese estado mirando por ella en todo momento. Frente a nosotros se halla un escritorio y, al otro lado del mismo, se encuentra un hombre alto y de cabellos rojizos, sus ojos son de una tonalidad entre verdes y celestes que resaltan su blanca piel cubierta de pecas, por su complexión imagino que debe estar rozando casi los cuarenta años de edad. Una sonrisa se posa en sus labios cuando su mirada cae en Maxon y me dedica un ligero asentimiento de cabeza a modo de saludo.
—Maxon Moreno, sí que ha pasado bastante tiempo. —El hombre se levanta de su escritorio para estrechar su mano con la de Maxon.
—Es bueno volver a verte Carson.
Maxon devuelve el saludo en el mismo instante en que la atención de Carson se fija en mí. Estira su mano para saludar y yo la acepto.
—Tú debes ser Amanda, Ben me ha hablado de ti, aunque debo admitir que ya conocía tu nombre debido al periódico y al juicio Collins.
—Es un placer.
—Amanda déjame presentarte a Carson Brook—informa Ben a la par que se acerca a nosotros—. Trabajaba antes también como agente en la misma división que Maxon y yo hasta que acepto trabajar en este lugar. Gracias a él verás hoy a Clayton.
—Pues sí —añade Carson—. Ahora mismo están llevando a Clayton a una sala, puedes ir cuando quieras, algunos de los guardias te guiarán.
—No son necesarios los guardias—Noto que Maxon está frunciendo el ceño—. Puedo llevarla yo mismo.
Carson suspira y niega con la cabeza. Dedica rápidas miradas de Maxon a Ben y luego hasta mí, por las facciones de Ben también parece enojado y vuelve a caminar hacia la ventana donde se encontraba y aparta su mirada de nosotros a la par que Carson comienza a hablar.
—Clayton se niega a hablar si los ve a algunos de ustedes, solo se entrevistará con ella.
—Amanda sola no irá.
—Sí iré. —El ceño fruncido de Maxon se acrecenta y puedo ver una curva en los labios de Ben, es obvio que él sabría que yo querría ir.
—No irás Amanda, es un hombre acusado de asesinato.
—Y ambos sabemos que es inocente.
Carson también se aleja para darnos un espacio al ver una posible guerra entre Maxon y yo.
—Me importa una mierda si es inocente, no vas sola.
—¿Qué diablos va a sucederme en una prisión llena de guardias?
—Cualquier cosa, no confío en ellos para cuidarte.
—¡Oh!, genial, entonces no hablo con Clayton, dejamos que siga siento culpable, declaren a Collins libre y luego me siento muy tranquila en mi casa a la espera de que vaya a buscarme.
—¡Mocosa chantajista!
—Agente infantil.
Ambos gruñimos y noto la mano de Ben sobre uno de mis hombros, su sonrisa intentando relajar el ambiente de tensión que se ha instalado en la sala.
—Amanda tiene razón, estamos de brazos cruzados en este sitio. Te guste o no Maxon, hay que dejar que la pequeña princesa tome el control ahora.
Maxon bufa y se aparta de nosotros, sin embargo, aunque por su postura aún se nota que continúa enojado el hecho de apartarse es lo más cerca que podremos tener como aceptación de nuestro plan.
Ben me guía hasta la puerta y la abre para mí, fuera me esperan dos guardias dispuestos a llevarme hacia la sala de interrogatorios.
—Lo harás bien Amy. —murmura Ben y yo asiento con la cabeza.
—Gracias.
Camino por los diversos pasillos de recinto hasta llegar a una pequeña puerta. Uno de los guardias la abre para mí y entro a la estancia. En la habitación solo se encuentra una mesa con dos sillas a cada lado, hay un enorme panel de cristal en una de las habitaciones y deduzco que es donde suelen pararse algunos agentes mientras que se entrevistan a los sospechosos. Al otro extremo de la puerta por la que he entrado se encuentra otra que comienza a abrirse. La figura de Clayton entra a la habitación, sus ojos fijos en mí, sus manos se hallan esposadas y viste un traje naranja de prisionero. Parece muy desmejorado comparándolo al día del juicio. Ha bajado de peso y su rostro luce ojeroso y demacrado.
Sus ojos no se apartan de mi cintura mientras que Clayton avanza para sentarse en su lado correspondiente de la mesa.
—Has demorado en venir Amanda. —Su voz sale carrasposa como si tuviese la garganta seca—. Solo acepte esta entrevista para algo.
—¿Y qué se supone que es? —Tomo asiento justo enfrente de él.
Ned Clayton baja la voz para susurrar.
—Basta Amanda, por el bien de todos, deja la situación como está; a mí en la cárcel y a ti viva.
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