Capítulo 21

Una vez sola en mi habitación dejo caer mi cuerpo contra la pared más cercana, aun siento como mi pecho sube y baja agitado debido a todas las palabras que solté hace unos segundos mientras contenía el aire. No puedo creer que tuve el valor para decir todo ello, sin embargo, no me arrepiento. En mis propias palabras encontré respuestas para mis propios pensamientos y me percaté de que hasta la última oración que enuncié es verdadera para mí. Si nunca me di cuenta de ello ahora lo hago y, por lo menos yo, no tengo intenciones de negarlo.

Ya el resto queda en manos de Maxon, en sus propias decisiones.

Y hablando del diablo, escucho como sus pasos se alejan de la puerta de la habitación dirigiéndose al resto de la casa. Siento contradicción en mi pecho pues, por un lado, quiero volver a salir y abrazarle, sentir su calor y su confort, sin embargo, a su vez no deseo verlo, al menos no ahora, al menos no hasta que me serene. Creo que ambos necesitamos este espacio y voy a concederlo.

Me alejo yo también de la puerta de la habitación y comienzo a desvestirme hasta llegar al baño. Que mejor que una ducha caliente para serenar mis pensamientos y mi propia ansiedad. Giro el grifo y el agua cae sobre mi agotado cuerpo, es como un remedio natural contra el cansancio emocional y físico. Ni siquiera han transcurrido dos meses desde que está loca aventura inició, antes de Maxon y antes de Collins mi vida estaba tan tranquila como puede estarlo la vida de una reportera de crímenes, pero luego de las amenazas y de que mi jefe se sintiera en extremo preocupado todo cambio. El inicio odié el cambio, pero ahora que lo pienso detenidamente, ¿Cuándo cambiar ha sido fácil? Los seres humanos podemos llegar a convertirnos en criaturas de costumbres, amar y venerar nuestra zona de confort; es por ello que, en ocasiones, tememos a lo desconocido. Yo fui ese caso, he sido la persona que teme descubrir nuevas experiencias, quizás porque tema lo que pueda descubrir o a lo mejor porque tema haber perdido tanto tiempo en descubrirlo. Pero hoy eso ha cambiado.

A mi mente viene la imagen de Rachel Clayton acostada en la cama del hospital ella es el mejor ejemplo que he conocido de que hay que vivir mientras podamos porque las desgracias no distinguen edad o género, no nos avisan de cuándo llegarán y es triste saber que mientras algunos no aprovechan sus vidas hay otros, como Rachel, a los que les es imposible de verdad.

Suspiro y vuelvo a cerrar el grifo del agua, envuelvo mi cuerpo en una larga toalla y salo del cuarto de baño hacia mi habitación, dejo que mi cabello caiga suelto para que se seque de forma natural en las zonas donde se mojó por la ducha a la par que me pongo un vestido largo azul celeste de estilo bohemio. Siempre me gustó esta pieza de ropa dado que resalta el color de mis ojos y mis cabellos. Aun no me siento preparada para retornar a la sala con la presencia de Maxon por lo que tomo mi ordenador y me siento con él sobre la cama, quizás trabajar un poco me ayude a dejar de pensar en mi vida personal, además, los correos de Ed con pedidos de redacción comienzan a acumularse en el buzón de entrada de mi laptop.

Abro el primero y es una noticia sobre un escritor muerto a finales del pasado año, bastante famoso por sus novelas sobre el mundo sobrenatural, sus obras poseen abundantes adaptaciones cinematográficas e incluso de teatros; recuerdo que cuando me enteré de la noticia fue un poco doloroso, me quedé atónita por unos instantes dado que crecí acompañada de las novelas fantásticas de esta persona. Por lo visto mi jefe solo desea que escriba algo a manera de homenaje dado que él mismo se encargó de redactar el resto del artículo. Abro una hoja en blanco del Word y luego de ello comienzo a escribir.

(…) ¿Qué es ser un escritor?, no importa el género o el estilo, es dejar emociones en pequeñas huellas de tinta que conforman sobre las páginas en blanco mágicos universos; es volver lo imposible real y, por unos instantes, así es para las personas que depositan su confianza en tu talento. Es tener el valor de volver los pensamientos palabras, es tener algo que decir y decirlo. Ser escritor es convertirse en un médico de almas, en un lugar seguro para los lectores, un hogar al que deseen volver en reiteradas ocasiones. Es causar risas, lágrimas, amores y enojos porque has logrado adentrarte en almas y corazones ajenos.

Ser escritor es dejar pequeños fragmentos de tu ser en cada palabra, mostrar tus pensamientos; es inmortalizar tu mente en cada palabra, personaje o universo porque, para los escritores la muerte no es el final, sino un simple descanso de tu cuerpo terrenal mientras que tu corazón hace mucho se volvió eterno (…)

Termino de teclear el pequeño texto y lo reviso varias veces; siento un nudo en mi garganta al releer mis propias palabras porque para mí son ciertas. Muchos escritores han sido mi propio lugar seguro al que siempre retorno cuando siento que el mundo me supera, crean esos universos maravillosos, ya sea fantasía o no que me hacen despejar la mente y olvidarlo todo. No sé ya cuántas veces me he enamorado de un personaje, mis lágrimas han humedecido las hojas o me he acostado a altas horas de la noche repitiendo la frase: ¨un capítulo más y me voy a dormir¨ y, aunque a la mañana siguiente he parecido un mapache con ojeras, nunca me he arrepentido ni un instante de ello. Admiro a los escritores, como tienen el poder de destruirnos y sanarnos con una simple frase, muchos de los autores que leía de niña o en mi adolescencia fueron parte de la razón por la que elegí el periodismo porque, si bien no me visualizo escribiendo un libro, amo redactar artículos de la vida real, decir lo que pienso o informar al mundo de la verdad.

Cierro el Word y abro los siguientes correos de encargo que tengo en la bandeja de entrada. Luego de este pequeño homenaje al difunto escritor y a la escritura me dedico a redactar algunas reseñas sobre restaurantes, deportes e informar sobre algunos crímenes de otros estados que han impactado a la prensa a nivel nacional. Solo aparto mi atención del ordenador cuando el aroma de la carne asada invade mis fosas nasales y provoca que mi estómago comience a rugir, miro el reloj y me percato que han transcurrido casi dos horas desde que inicié a trabajar y que por la ventana se nota que ya ha oscurecido casi por completo.

Dejando la laptop a un lado me decido de que, finalmente, es hora de enfrentar a Maxon luego de lo que hablamos, esto no significa que vaya a presionarle ni nada, sino de que mientras más tiempo pasemos sin ni siquiera dirigirnos la palabra más incómodo puede volverse la situación. Salgo de mi habitación guiada por el exquisito aroma de la comida y me percato que Maxon se encuentra en la cocina con las sartenes al fogón. Me siento en uno de los taburetes de la isla mirándole trabajar, cuando el hombre nota mi presencia puedo notar como a primera instancia sus hombros se tensan para acto seguido curvar la comisura de sus labios en una pequeña sonrisa, tan solo este pequeño acto basta para relajarme.

—Ya casi está terminada la cena—informa y yo, sin estar muy segura de lo que decir, tan solo asiento con la cabeza.

Mi mirada vieja hacia la ventana que hasta esta mañana estaba rota en el otro extremo de la sala, recuerdo que Maxon la estaba reparando cuando llegué con Ben por lo que no me sorprende ver que el cristal ya no se encuentra roto. Incluso las temperaturas de la habitación vuelven a ser cálidas debido a que podemos volver a poner la calefacción.

—Gracias por lo de la ventana.

La sonrisa de Maxon se amplía a la par que camina en mi dirección y se recuesta a la isla en el extremo opuesto al que me encuentro.

—No creo que fuese muy saludable dejarla como estaba, ahora este sitio es mucho más acogedor, además no costó demasiado cambiarlo y ahora no tendré que pasar frío en el sofá—Guiña el ojo para dejar en claro que es una broma y yo solo sonrío.

Es un alivio que a pesar de todo lo dicho u ocurrido el día de hoy podamos mantener una conversación tranquila y normal sin tensiones a nuestro alrededor, aunque debo admitir que una parte de mí se siente insatisfecha por ello; como si las palabras dichas no hubiesen significado nada…como si nunca fuese a haber un cambio.

Una vez la comida está terminada Maxon sirve un plato delante de mí, justo como adiviné hace unos minutos el hombre cocinó carne asada en cazuela, arroz con la salsa de la propia carne y patatas fritas; la comida es bastante criolla y debo decir que me encanta este estilo de cocina, siempre está repleto de sabores muy combinables y variados. Me encargo de buscar un poco de vino tinto para la cena y tomar un par de copas para ambos y luego de ellos comenzamos a comer. Al probar la exquisita comida es cuando realmente me percato del hambre que tenía.

—¿Dónde has aprendido a cocinar así? —pregunto curiosa sin poder evitarlo, Maxon es muy bueno cocinando y, aunque he visto a muchos chefs famosos en el televisor o en las revistas, es la primera vez que conozco en persona a un hombre que cocina bien.

—Bueno, he vivido solo durante mucho y tiempo; al inicio solo compraba comida pre cocinada o buscaba comida chatarra, pero me di cuenta que ese estilo de vida no era bueno para mi bolsillo. —Rio por su comentario—. Así que no me quedó más remedio que aprender a cocinar.

—¿Fue duro?

—Lo quemaba todo al inicio.

—Pues que bueno de que te he conocido en una época donde tu comida sabe de maravilla.

—Bueno, no puedo permitir que seas tú quien cocine todos los días.

Reímos y continuamos conversando de forma normal mientras cenamos; incluso llegamos a un acuerdo de convivencia, los días para cocinar nos los alternaremos de forma equitativa y, aunque sea una vez por semana, podemos comprar comida rápida. Como yo tengo problemas con el tema del orden y la limpieza Maxon acepta ser quien se encargue de organizar la casa y en cambio yo fregaré luego de las comidas. Es un acuerdo bastante cómodo y agradable, pero no puedo evitar pensar lo complicado que será volver a acostumbrarme a hacerlo todo yo una vez que el Neandertal se marche.

Una vez culminada la cena me encargo de fregar, justo como se acordó minutos antes; planeaba terminar y retomar el trabajo, sin embargo, cuando comienzo a caminar hacia la puerta de mi habitación Maxon se sorprende agarrando mi mano con suavidad. Me giro hacia él y mis ojos se fijan en los suyos y por unos momentos vuelvo a notar en su mirada la inseguridad que poseía esta tarde.

—¿Te gustaría ver una película? —pregunta un poco dubitativa y tardo en responder varios segundos procesando la pregunta.

—¿Qué tienes planeado?

Maxon se encoje de hombros.

—Pensaba algo ver las películas clásicas de la momia en las que trabaja Brendan Fraser, pero si prefieres algo más me parece bien.

—La verdad, esas me gustan, tengo algunos snacks picantes en la despensa, puedes ir poniéndolas y yo los busco.

Maxon me suelta la mano y noto que su brazo tiembla un poco en el proceso, me sorprendo por su actual actitud cuando hasta el momento hemos mantenido una conversación normal, me agradaría preguntarle, sin embargo, prometí que le daría su espacio luego de lo ocurrido hoy y eso haré.

Justo como dije lleno un bol circular de diversos snacks y una vez que llego al sofá ya Maxon tiene el CD con la película preparada. La verdad es que amo estas películas y el protagonista fue uno de los grandes amores de mi juventud, siento las dos primeras son todo un clásico y por mucho que pasen los años continuaran teniendo éxito con el público. La cinta avanza y no puedo evitar reír en algunas ocasiones con la mezcla de aventuras, acción y media presentes en el filme; aunque otra cosa que me atrapa es la mágica atracción que existe entre los protagonistas desde el primer instante en que se ven.

Aunque Maxon y yo al inicio de la película estábamos sentados en extremos opuestos del sofá de manera inconsciente o quizás un poco a posta nos hemos ido acercando el uno al otro hasta que me doy cuenta que la mano de Maxon rodea mi hombro y me apega a su cuerpo. Dejo caer mi cabeza sobre su hombro y me acurruco más a su lado al sentir el calor que emite su figura. Sus dedos acarician con movimientos suaves mis cabellos y en ocasiones la zona de mi cuello llegando al punto de que, aunque observo el televisor, no me he enterado de lo que ha ocurrido en los últimos diez minutos de película.

El último hilo de concentración que poseía en el filme se desvanece cuando siento los labios de Maxon rozar mis cabellos; alzo la mirada en ese instante y, al ser Maxon más alto que yo, mi rostro queda a escasos centímetros del suyo; no puedo evitar centrar mis ojos en sus labios por unos segundos. Vuelvo mi atención al resto de su cara cuando siento su pulgar acariciar mi mejilla.

Noto como traga en seco y lame sus labios para luego comenzar a hablar.

—Estas no son cosas fáciles para mí Amanda, no sé cómo mantener una relación; ni siquiera sé si puedo ofrecerte una al cien por ciento, pero te dije que si debía elegir a quien mostrarle emociones desearía que esa persona fueses tú y, si esto te basta por ahora, quiero intentarlo bonita.

Siento mi corazón latir desbocado por las palabras del Neandertal; justo como me pedí no me está dando el cuento de hadas perfecto, sino que se está como realmente es, con sus inseguridades y deseos, como en verdad debería ser. Sin poder hablar debido a las emociones solo sonrío y acariciando su rostro con mis manos alzo mi rostro para besar el suyo.

—Yo también quiero intentarlo.

Y luego de eso sus labios se juntan con los míos nuevamente volviendo la noche perfecta.

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