Capítulo 2

Observo a ambos hombres aun sin pronunciar palabras cuando la risa nerviosa y burlesca escapa por sí sola de mis labios.

«¿Guardaespaldas?».

—Esto es una broma muy buena Ed, pero como que no me apetece seguirte la rima así que me largo a casa.

Lo peor es que no ando para estas sandeces cuando justo hoy mismo, hace apenas unos minutos, me acaban de amenazar con una navaja para que no declare testimonio es el maldito juicio; me han amenazado muchas veces en mi vida, no es la primera vez que recibo llamadas o cartas, pero incluso yo me doy cuenta de que el caso Collins está sobrepasando la línea. Sin embargo, Ed no puede esperar que confié en un completo desconocido.

Me dispongo a ponerme en pie y dar media vuelta hacia la puerta para marcharme cuando la voz de Ed vuelve a detenerme.

—Amy guapa…—El tono suplicante y lleno de cariño en su voz es lo que me lleva a tomar asiento por segunda vez mientras mis ojos viajen inconscientemente a la figura masculina a mi lado que se halla observando una simple hoja de papel como si ni siquiera le interesara lo que está sucediendo en la habitación.

El señor Howard abre uno de los cajones de su escritorio y comienza a rebuscar entre las variadas pertenencias hasta que saca un pequeño sobre blanco y lo extiende en mi dirección. Lo tomo en mis manos y en la parte trasera del sobre puedo ver mi nombre escrito en conjunto con la dirección de las oficinas del periódico. Vuelvo a observar a varios hombres y, finalmente, me decanto por abrir el sobre y examinar su contenido. Una hoja de papel se halla pulcramente doblada en su interior y cuando la abro mis manos tiemblan sosteniendo la fina hoja.

El nervio invade mi cuerpo y siento la bilis subir por mi estómago a la par que leo las letras impresas en distintos tamaños y formas sobre el papel.
Esta es la última advertencia Amanda, si sigues el camino que has elegido las cosas no terminaran bien; no serás ni la primera ni la última desaparecida de Chicago que amanece ahogada en su propia sangre. Aléjate del caso Collins.
Bajo el papel hasta el escritorio y comienzo a reflexionar en cada una de las palabras, no puedo evitar que una sonrisa involuntaria se conforma en mis labios.

—SI envían esto significa que estoy cerca de alguna pista.

Ed suelta un suspiro de frustración.

—También significa que estás muy cerca de salir lastimada mocosa, Richard Collins no es cualquier mafioso, goza de gran respeto social, apoya causas benéficas, la ley y los políticos prefieren dejar pasar su lado criminal mientras que puedan continuar gozando de sus favores.

Tiene razón, no hay más que ver cómo ha salido salir impune juicio tras juicio. No soy tonta, sé que mi vida está en riesgo, pero esto es demasiado importante como para dejarlo de lado. Tengo mis propios motivos.

—Ed ya me has alejado bastante del caso; ¿No basta eso?

—Para ellos no. —La voz del hombre deja a entender que no está dispuesto a discutir ninguno de estos puntos, aunque yo tampoco daré mi brazo a torcer con tanta facilidad.

—Yo no confió en este hombre. —Me giro a él—. No te ofendas, —Vuelvo a darle la espalda—. ¿Cómo sé que no es un enviado de Collins?

—Yo confió en él.

—¿De dónde?

—Somos viejos amigos.

—Y solo por ello esperas que le tenga conmigo durante mi jornada laboral, tengo trabajo que hacer, yo…

—Mira princesa. —Habla policía a mi lado y si dijese que su profunda y serena voz no me sorprende estaría mintiendo, no sé porque, pero hay que decir que su tono de voz le viene como anillo al dedo—. Dejemos algo en claro, me importa una mierda si te agrada o no mi compañía, estaré contigo y no solo durante el trabajo sino las veinticuatro horas del día completa. —Voy a quejarme, sin embargo, él continua—. Yo también tengo mejores cosas que hacer que cuidar de una niñata que no sabe mantener sus narices fuera de donde no la llaman, son mis vacaciones y podría pasar navidad fuera del país en alguna playa paradisiaca, pero como le debo favores a Ed me toca cuidar de tu bonito culo ¿entiendes?

Solo parpadeo sin poder creerme que me hable sin ningún tipo de respeto alguno, además… «Acaba de decir que tengo el culo bonito».

—Bien. —Continúa Machoman—. Siguiendo esta línea de pensamiento me gustaría que hicieras mi trabajo fácil y de esa manera yo no intercederé mucho con tu vida, será lo mejor para ambos.

Algo está claro, este hombre que me observa como si fuese una fiera examinando a su presa está adaptado a llevar la voz cantante y ser obedecido en todo momento.

—¿Y por qué piensas que aceptaré este trato?

—Amanda. —Vuelve a hablar Ed y en esta ocasión no hay paternal calidez en su voz, retoma su posición de jefe—. El asunto es sencillo, o aceptas a Maxon como guardaespaldas hasta enero o hablaré con los fiscales para que no puedas dar testimonio en el juicio Collins.

La palidez envuelve mi rostro, las palabras que acaban de soltarme son peor que la nota amenazadora, son peor que la navaja que se posaba en mi cuello minutos antes, son peor que el propio Collins dirigiéndome la palabra…

—No puedes hacer eso. —Para mí desgracia mi voz es pura suplica.

—Tengo los contactos suficientes para tomar esa decisión, tú eliges Amanda.

¡No! No elijo, simplemente no tengo elección en esto; mi testimonio juega un papel importante en el juicio, si no logro ir hay más probabilidades de que Richard Collins consiga la libertad incluso sin tener que extorsionar al jurado o utilizar poder político. Suelto un largo suspiro y giro mi mirada a Maxon que, si no me equivoco, curva sus labios en una sonrisa burlona.

—Espero que no vayas a dormir en mi casa.

Suelto molesta a la par que me pongo en pie.

—¿Acaso eso es una invitación?

Gruño y comienzo a caminar hacia la puerta de salida, dispuesta a salir del edificio en el menor número de tiempo posible, va y tengo suerte y Machoman se mantiene en la oficina, pero para mí desgracia no pasa mucho tiempo que le tengo detrás de mí.

—¿Por qué ambos están haciendo esto? ¿qué les preocupa tanto?

Siento el aliento de Maxon al suspirar cerca de mi nuca y eso provoca que mi cuerpo se erice, es como tener un fantasma vigilándote son descanso.

—Apareció en las noticias hace una hora Amanda. —Sus palabras son tan serias que me giro hacia él, le tengo tan cerca que debo retroceder par de pasos para mantener la distancia y alzar la cabeza para poder observarle el rostro.

«Una hora». Hace una hora yo continuaba en el programa.

—¿Qué fue lo que mostraron?

Siento el miedo en mi propia voz como si un sexto sentido me dijese que no va a gustarme la respuesta.

—Monroe, el abogado fiscal que estaba contra Collins, ha aparecido muerto en su apartamento; se están deshaciendo de todos Amanda.

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