Capítulo 19

Mientras nos adentramos en el hospital no puedo dejar de pensar en todo lo que Ben me ha contado sobre los demonios de Maxon, la frase: «…perdió a una persona a la que le tomó mucho cariño», no deja de dar vueltas en mi cabeza. Ahora comprendo porqué Maxon piensa que tener emociones le hará deficiente en su trabajo y las personas saldrán heridas, pero lo que más vueltas de en mi mente es la curiosidad sobre quién fue esa persona y como Ben dice que es hora de continuar adelante, que tiene un plan para ello y yo estoy implicada.

No sé cómo sentirme, no sé qué debo pensar; siento como mi corazón se aprieta y duele dentro de mi pecho, las ansias por saber más sobre la persona que Maxon perdió me invaden; ¿Quién era?, ¿un amigo?, ¿un familiar? O quizás alguien que amó. Cada una de las posibilidades está poniendo mi cabeza como un bombo, sin embargo, una vez que subimos a la quinta planta del hospital y un hombre canoso con bata de médico saluda a Ben y luego me dirige a mí una cordial sonrisa me percato que debo dejar estos pensamientos a un lado. Es hora de centrarme en el trabajo.

Ben hace las presentaciones entre el doctor Brown y yo, el hombre luce muy agradable y por lo visto es el jefe de cirugías en este sitio, por lo que ambos me van contando él fue el encargado del tratamiento de Rachel cuando esta llegó al hospital luego de su accidente en una condición muy grave rozando las puertas de la muerte. Brown nos encamina hacia la habitación donde Rachel permanece en coma mientras nos explica como desde hace aproximadamente medio año han llegado donaciones de una empresa fantasma dedicada solo al tratamiento de Rachel; al igual que nosotros Brown piensa que su padre no tiene nada que ver con la llegada del dinero dado que poco antes de que apareciera el caritativo donador el señor Clayton había estado debiendo dinero y Rachel iba a ser trasladada a otro hospital el cual, quizás, no hubiese podido darle la atención médica que ella en verdad necesitaba.

Rápidamente una ola de posibilidades vuela por mi cabeza intentando conformar ideas coherentes que relacionen a Collins con la empresa fantasma y a su vez con Clayton. Recuerdo que Ned Clayton era un trabajador en la empresa de Jackson Gare, el amigo de Collins que murió por sus propias manos según yo y medio tribunal; en el juicio de septiembre Clayton alegó que estaba muy enojado porque no le estaban pagando su sueldo y por ello en un ataque de rabia mató a Jackson, ese testimonio fue la pieza clave para que Collins quedase en libertad y a la espera de un segundo juicio el cual continúa sin fecha.

A lo mejor la muerte de Jackson Gare fue algo que Collins estaba planeando desde hace tiempo y al percatarse de la mala situación económica de Ned Clayton no dudo en utilizarle como un conejillo de indias; quizás creo u ordenó a alguno de sus secuaces que creasen una empresa fantasma para controlar los ingresos a los tratamientos de Rachel, ingresos que desaparecerían si Clayton no cumplía con su parte del trato.

La teoría es muy buena, lástima que no poseo pruebas sólidas para demostrarlo; tan solo estoy siguiendo una corazonada, pero las corazonadas no funcionan en los juicios y como no logre relacionar a Collins con este hospital volverá a salir indemne de las acusaciones cuando se celebre el nuevo juicio.

—¿A escuchado alguna vez el nombre de Richard Collins doctor Brown? —pregunto con suavidad mientras caminamos por uno de los pasillos del hospital lleno de habitaciones de personas ingresadas en la planta.

El doctor me muestra una media sonrisa y asiente.

—Creo que cualquiera que haya visto las noticias en los últimos meses o leído algún periódico tiene una idea muy clara de quien es el señor Collins, además de que es un conocido donador a causas benéficas, ha depositado mucho dinero en este mismo hospital en años pasados. —Realiza una breve pausa en la que su mirada me examina más detalladamente y luego pasa a Ben—. Pero si lo que desea es conocer sobre si el señor Collins posee alguna relación con Rachel temo que tendré que decepcionarla.

—¿Quiere decir que Richards Collins a pesar de haber donado dinero en este centro jamás ha mantenido relación directa con la paciente Rachel Clayton? —Esta vez es Ben quien interroga y debo admitir que me siento asombrada de su gran formalidad y el recio tono en su voz.

Perfectamente puedo imaginarme a Ben en una mesa de interrogatorios intimidando a los acusados y actuando como el poli malo que salen en los programas de TV, con sus rubios cabellos sueltos, sus brazos llenos de tatuajes cubriendo su pálida piel y su ceño fruncido, la verdad es que no me gustaría jamás ser el motivo de su furia o enojo.

—Exactamente es eso a lo que me refiero—responde el médico sin alterar la calma de su voz—. Si ustedes sospechan de algún tipo de relación por lo menos nosotros no tenemos conocimiento sobre ellos, todos los donativos que vienen solo para Rachel son realizados de manera anónima, solo tenemos el conocimiento de que viene de algún tipo de empresa, siento no poderles dar demasiados detalles con respecto a ello.

—E imagino que no les molestará darme los registros sobre esos ingresos. —Noto como las palabras de Ben no dejan de sonar cordiales a pesar de no perder en ningún instante su aire autoritario.

—Por supuesto, no me molestará en absoluto ofrecerle esa información agente, sin embargo, necesitaré ver una orden de registro para ello, debe entender que en este centro médico protegemos mucho la privacidad de nuestros pacientes y nuestros donantes.

—La tendrá esta misma tarde.

Veo como Ben toma su teléfono móvil y realiza una llamada telefónica a medida que el doctor Brown se detiene frente a una habitación del largo pasillo, en la pared junto a la puerta de la habitación hay una enorme ventana solo de cristal por la que se puede ver el interior de la recamara, está pintada en tiernos tonos azules, las paredes están decoradas con dibujos de mariposas de diversos colores; en el centro de la estancia hay una camilla blanca y sobre ella descansa una chica de fuertes cabellos rojos y piel pálida, es bastante joven y de rostro muy hermoso, debo admitir que duele ver a una chica tan bella en un sitio como este en una situación tan triste.

—¿Hay?... —Las palabras se traban un poco en mis labios —. ¿hay alguna posibilidad de que vuelva a despertar?

El médico exhala un largo suspiro.

—No tiene muerte cerebral por lo que esperamos que despierte en algún momento; no obstante, es lo que tiene el coma, los pacientes pueden despertar en horas, días, meses o hasta en años; su condición es muy incierta.

Vuelvo mi atención hacia Rachel, quien la mirase en estos instantes tan solo pensaría que está durmiendo, luce tan serena y tranquila. No puedo evitar pensar el dolor de Clayton al ver a su hija en estas condiciones.

—¿Ha podido venir Clayton a verla alguna vez?

—Antes de su encarcelamiento pasaba los días aquí con ella o en el trabajo, solía leerla y conversarle con la esperanza de que su voz hiciese despertar a la chica, luego de que se declaró culpable de asesinato solo ha logrado venir una o dos veces en compañía de policías y esposado, pero si su culpabilidad es total me temo que no volverá a ver a su hija mientras se halle en la cárcel.

Mi pecho se oprime cuando el doctor vuelve a hablar.

—Es una pena que el hombre hiciese lo que hizo, pero creo que todos llegaríamos a esos extremos si es por salvar la vida de nuestros hijos.

—¿Usted cree que mató en verdad a Jackson Gare?

El médico alterna su mirada entre mi figura y la de Rachel.

—Yo creo que sea cual fuere la respuesta correcta todo lo hizo por su pequeña y, aunque sea cierto que sus manos estén manchadas de sangre, admiro a ese hombre. —EL doctor Brown observa el reloj en su muñeca y luego voltea por última vez su atención en nosotros—. Si me disculpas debo retirarme, hay pacientes que necesitan de mi atención.

Ben, que ya había terminado su llamada, estira su mano para estrecharla con la del doctor y despedirse.

—Muchas gracias por su tiempo, nosotros también nos retiramos ahora, nos veremos pronto con la orden para tomar los registros de las donaciones.

—Será un placer volver a atenderles.

Ben pasa su mano sobre mi hombro y ambos nos encaminamos hacia el elevador para salir del hospital, una vez que las puertas del mismo se han cerrado y ya el doctor Brown está fuera de nuestro campo de visión no dudo en preguntar.

—¿Crees que nos miente?

—No, creo que en verdad no tiene ni idea si Collins está o no detrás de la empresa fantasma, creo que se siente conmocionado por el caso de Rachel, pero a la vez no desea pensar que uno de sus donadores más importantes y reconocidos sea en verdad un asesino. Ese es el verdadero poder de Collins, compra a las personas con sus buenos actos, da una imagen pública de héroe intachable y no deja su huella en ninguno de sus malos pasos. Utiliza conejillos de indias que paguen por él.

Me quedo pensando en las palabras que Ben acaba de decir cuando salimos por fin del hospital, en ese instante el teléfono de mi acompañante suena, le miro de reojo justo a tiempo para notar la sonrisa pícara en sus labios al percatarse de quien lo llama, es entonces que sus ojos pasan directamente a mí y luego contesta.

—Mason, sí, terminamos casi ahora mismo de hablar con el doctor Brown, regresaré esta tarde con una orden de registro, ¿qué tal tú? —Escucha lo que Maxon dice desde el otro lado de la línea y, aunque sé que parezco una chismosa total, no puedo dejar de atender a la conversación desde que sé que es Maxon quien llama—. Pues yo la he pasado genial con la princesa, es muy hermosa e inteligente. —Me guiña un ojo y yo alzo una ceja curiosa por sus palabras—. La verdad es que no me molestaría tener que cuidarla yo solo varias veces. —Maxon vuelve a hablar y sospecho que fue algo en voz alta porque Ben se alejó un poco el teléfono del oído e hizo una mueca—. ¿Sabes algo? Nos vemos luego, tengo a alguien más interesante que atender ahora.

Colgó y sonrío al mirarme.

—Sí, está molesto.

—¿Pero tú a que juegas?

—Yo no juego a nada princesa, te dije que quiero que mi amigo reaccione y si la solución es ponerle entre la espada y la pared hasta que lo haga voy a hacerlo, la pregunta es… ¿estás lo suficientemente interesada en él como para ayudarme?

Me detengo por sus palabras justo antes de entrar al coche y mis ojos viajan a la sensual figura de Ben. ¿Me interesa Maxon?, sí, no voy a negarlo, es como el Neandertal dijo, estamos demasiado mayores para jugar al sí, pero no. Sin embargo, ¿me importa tanto como para querer probar esta posibilidad? He ahí la verdadera cuestión.

—Y si me interesara, si quisiera cruzar esa línea que él se esfuerza en mantener sobre las emociones… ¿qué tendría que hacer entonces?

La sonrisa se amplía en el rostro de Ben.

—Pues bien, princesa, esto es lo que haremos…

Ben me cuenta su plan a medida que conduce de regreso hacia mi apartamento, yo por mi parte no puedo creer que esté aceptando esta idea loca. Me siento como una niña colegiala a punto de hacer una trastada bien gorda y no veo muy buena finalidad para este absurdo plan, pero al mismo tiempo quiero comprobar la teoría de Ben y saber a dónde nos llevará, ha sido amigo de Maxon por años y espero que no se equivoque porque estaré en un marrón gordo y que Collins quiera matarme ya es suficiente.

Cuando llegamos a mi apartamento, antes de entrar, Ben me entrega una tarjeta con su número de teléfono.

—Recuerda registrarme, cualquier cosa me llamas.

Asiento y guardo la tarjeta en mi bolso. Abro la puerta para entrar, pero antes de que pueda dar un paso dentro de la casa Ben me toma por la cintura y me planta un buen beso en la mejilla un poco cerca de los labios, aunque sin llegar a tocarlos.

—He pasado un día muy agradable princesa, deberíamos repetirlo, quizás de ahora en adelante pueda cuidarte yo. —Acaricia mi mejilla y luego alza su mirada hasta dentro de la casa—. Haciendo trabajos de hogar colega. —Miro en la misma dirección que Ben y encuentro a Maxon en medio de la sala arreglando la ventana rota, su ceño muy fruncido y su boca sumamente apretada—. Nos vemos.

Ben da media vuelta y se marcha guiñándome un ojo y dejándome parada en la entrada con un enojado Maxon dentro. Cierro la puerta y lo ignoro un poco hasta soltar el bolso en el sofá y acariciar a Cleopatra que duerme tranquila sobre los cojines, ¡cabrón Ben!, no me dijo que haría eso.

Voy a darme la vuelta en el momento exacto en que siento a Maxon a mis espaldas agarrando mi mano con fuerza.

—¿Quieres explicarme que ha sido eso ¨princesa¨? —hace énfasis en el apodo y por unos instantes me quedo en blanco.

«Estoy jodida».

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