Capítulo 18

Luego de despedirme de Janis dejé que Ben y Maxon me guiaran hasta el parqueo para cada cual tomar el respectivo coche que nos llevaría a nuestros destinos. Debo de admitir que la curiosidad y las ansias me corroen de imaginar que encontraré en ese hospital, siento que estoy a las puertas de algo muy importante; Monroe no murió en vano, le asesinaron porque había descubierto algo importante, algo que hundiría a Collins si salía a la luz y yo voy a demostrar que esto es cierto.

Los hombres frente a mí no intercambian ni una sola palabra; no obstante, puedo notar las miradas de Ben hacia Maxon, están llenas de curiosidad y diversión, en alguna que otra ocasión sus ojos viajan hacia mí, pero continúa sin pronunciar ni una sola palabra. Maxon abre la puerta del híbrido de Ben para mí mientras este último entra por el asiento del conductor, voy a realizar la misma acción, pero siento como la mano de Maxon sostiene mi antebrazo. Mis ojos se alzan hacia los suyos y puedo sentir un tirón en el centro de mi pecho cuando noto su ceño fruncido y sus ojos desprendiendo una preocupación que corta mi aliento.

—¿Pasa algo? — las palabras salen suaves de mis labios, no hago por alejarme y el tampoco retrocede, tan solo nos quedamos ahí unos instantes observándonos mutuamente.

Antes de darme cuenta estoy lamiendo mis labios y fijando mi vista en los suyos, mis mejillas se sonrojan al sentirme un poco pervertida, aun así, no logro evitarlo. Esa fuerte boca me ha acariciado más allá del simple contacto físico en los últimos días, no solo me ha propiciado besos y caricias, sino que también me ha dedicado tiernas palabras de consuelo y fortaleza desde hace ya casi un mes.

La mano de Maxon no se aparta de la mía a la par que la otra sube hacia mi rostro y sus dedos acarician con suavidad mi mejilla. La contradicción reina en su rostro porque a pesar de que sus ojos me observan con preocupación y anhelo su boca está apretada tan fuerte que marcadas líneas se forman alrededor de sus labios.

—Prométeme que tendrás cuidado.

—Ben irá conmigo, voy a estar bien, el hospital también tiene mucha seguridad.

—No me importa, solo prométemelo.

El surco entre sus cejas se profundizo más y opto por mostrar una pequeña sonrisa en un pequeño intento de relajarle.

—Te lo prometo.

Maxon comienza a descender su rostro hacia mí con suavidad, está a muy pocos centímetros y casi puedo sentir su suave y cálido aliento contra mi piel. Sin embargo, cuanto más cerca está siento el claxon del coche sonar y Maxon da varios pasos hacia atrás al mismo tiempo que la voz de Ben se hace escuchar.

—Bonita, se nos hace tarde, es mejor irnos ya.

Siento el gruñido emanar de los labios de Maxon y con su puño cerrado da un pequeño golpe sobre el techo del vehículo.

—No te pases Ben, te dije que no robases mis apodos.

Ben solo suelta una pequeña carcajada y Maxon me guiña el ojo para luego retirarse y comenzar a caminar hacia su propia camioneta. Sin querer darle muchas vueltas a lo que acabo de presenciar entro al coche de Ben y cierro la puerta para que el hombre ponga el motor en marcha. Por los espejos retrovisores noto como la camioneta de Maxon se aleja en la dirección opuesta a nosotros, debo admitir que el hecho de que sus vacaciones se terminen me hace preguntarme cómo afectará eso a nuestro trato ahora.

Aunque quizás eso sea lo mejor, estar tanto tiempo juntos solo provoca que la confusión con respecto a la relación que poseemos aumente.

«Relación». ¡Joder! Ni siquiera sé si esa sea la palabra que deba utilizar para describirnos cuando solo nos dejamos llevar por los instintos y luego ni podemos hablar de lo sucedido sin caer en negación o cerrar cualquier tipo de posibilidad existente a que algo ocurra. A Maxon sigue sin interesarle en mantener nada que lleve emociones de por medio y yo puedo jurar que mi cerebro está a punto de explotar.

—¿Pasa algo princesa?

Observo al rubio con los ojos abiertos cuando este habla, es entonces que me doy cuenta que he estado tan perdida en mi propia mente que no me percaté que había soltado un pequeño suspiro, aun puedo sentir la molestia en mi pecho de haber estado conteniendo el aire. Intento pensar en algo para distraerme el tema de Rachel Clayton retorna a mi mente.

—Cuéntame sobre Rachel, ¿has podido hablar con ella?

Los labios de Ben se curvan en una sonrisa y alza sus cejas como si no estuviese muy convencido de que es eso lo que iba a decirle, no obstante, no cambia de tema, por lo menos no de momento.

—La verdad es que no he hablado con ella princesa, y quizás tu tampoco puedas.

—¿Qué quieres decir con eso? —me giro un poco en su dirección sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo.

—Rachel está en coma hace un año, tuvo un accidente cuando tenía veintidós y no ha despertado del coma, es con el médico con quien hablaremos.

—Pero, —Trago un poco en seco—. ¿Si eso ocurrió hace un año y Clayton se declaró culpable en septiembre como es que ir al hospital podrá ayudarnos o darnos información sobre el juicio?

—Bueno princesa. —Reviro los ojos con el apodo, sigue sin gustarme esos sobrenombres, aunque por raro e hipócrita que parezca no suena mal cuando lo dice Maxon—. Investigue un poco sobre las facturas del hospital y desde un poco antes de septiembre han estado depositando buenas sumas de dinero para la permanencia de Rachel en una buena habitación y con tratamiento completo. Los pagos siempre han sido anónimos, pero se sabe que no es Clayton el que los ha depositado, pues poco antes de ello casi envían a Rachel a un hospital público por la falta de ingresos para su tratamiento.

—Piensas que es Collins quien deposita los pagos.

—Considero que si no es Collins debe ser alguien que trabaje para él, sabemos que Collins no se ensuciaría las manos en dejar su huella en ningún registro, pero si Monroe tenía esa factura de hospital es porque es una pista importante.

—¿Conocías a Monroe?

Ben se encoje de hombros.

—Trabajamos en algunos casos juntos, aunque no puedo decir que éramos cercanos sé que fue un buen hombre que intentaba propagar justicia. No merecía morir como lo hizo.

El silencio vuelve a reinar entre nosotros, intento distraerme observando el tráfico por la ventanilla, aunque por lo visto Ben no está interesado en llevar la charla a su final.

—¿Cómo te va vivir con Maxon?

La repentina pregunta provoca un escalofrío por mi cuerpo y observo a Ben de reojo, pero este no ha apartado sus ojos de la carretera.

—No va mal —respondo un poco cortante.

—Sé que vivir con él no es fácil, ha sido mi compañero por bastante tiempo y le conozco como la palma de mi mano, tiene un duro carácter sobre todo después de…—carraspea su garganta y se detiene en un semáforo en rojo, sus palabras me causan curiosidad ahora, pero el rubio cambia tema—. ¿Sabes princesa? Maxon me ha hablado bastante de ti. Si no supiera que es un cabeza dura diría que está muy interesado.

Su diabólica sonrisa me indica que me está tendiendo una trampa, viendo cuanto me interesa el tema, he sido reportera el tiempo suficiente para reconocer ese estilo de sonrisas, pero yo, como una verdadera idiota, me dejo caer en la trampa.

—¿Y qué te ha dicho?

No voy a fingir falsedad, sí me interesa saber lo que el Neandertal le ha dicho sobre mí a su mejor amigo, sobre todo cuando se niega a hablar de cualquier tema personal conmigo.

—Que eres muy hermosa, divertida, que le gusta molestarte y sacar a la luz el raro carácter explosivo que tienes; que eres demasiado valiente para tu propio bien, ¡ah!, pero sobre todo me ha comentado que es un maldito capullo y que está haciendo las cosas de la manera incorrecta.

No sé si mi corazón late más por el hecho de que Ben esté diciendo lo que Maxon opina de mí o por la confirmación de que está haciendo las cosas de la manera incorrecta.

—Por lo menos admite que es un capullo. —Noto como las palabras me oprimen el pecho a medida que el coche vuelve a ponerse en movimiento—. Debo decir que esperaba que por lo menos me dijese a la cara que se arrepiente y no que lo mandara en mensajes contigo.

—Creo que no me has entendido princesa, Maxon no se arrepiente de nada, creo que quiere avanzar y por ello tiene miedo.

—¿El Neandertal con miedo?

Ben suelta una pequeña sonrisa.

—Ahí donde le ves es un hombre lleno de inseguridades y miedos.

—¿Inseguridades y miedos que le llevan a decir que nunca voy a gustarle o hacerle tener sentimientos? —Odio como mi propia voz sale un poco triste y molesta.

—Exacto, pero si me preguntas, yo creo que ya tiene las emociones, tan solo no quiere admitirlo.

Observo detenidamente al rubio sin terminar de entender porque estamos hablando de este tema. Sin embargo, no tengo demasiado tiempo a preguntarle, antes de darme cuenta llegamos al hospital y Ben, luego de parquear, comienza a salir del coche, sin embargo, debo saberlo, no puedo quedarme con las dudas luego de que la conversación ha llegado hasta aquí.

—¡Ben! —llamo al hombre mientras me bajo del carro y camino hacia su lado, debo alzar un poco la mirada para que nuestros ojos se encuentren—. ¿Por qué?

—Tendrás que ser más específica muñeca.

—¿Por qué me cuentas todo esto?, ¿por qué Maxon es así?

Ben suspira y por primera vez desde que le conozco sus ojos evidencian una tristeza abrumadora.

—Amanda, Maxon perdió a una persona a la que le tomó mucho cariño mientras estaba de servicio, esa persona murió en sus manos. —Su mano derecha se alza y sostiene mi mentón con sus dedos llenos de tatuajes sobre la blanca piel—. Y el motivo por el que te digo todo esto es porque creo que ha llegado el momento de que mi amigo supere sus propios demonios, pero esto es algo que hablaremos después.

Y sin más discusión sostiene mi mano y entramos al hospital.

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