Capítulo 14
No me di cuenta el momento en que quedé dormida entre los brazos de Maxon, tan solo sentí la calidez que reinaba en la habitación a pesar de las bajas temperaturas. Las pesadillas no volvieron en toda la noche y al despertar temprano en la mañana con los primeros rayos del sol filtrándose por la ventana continuaba abrazada al fuerte cuerpo de Maxon, el hombre no me alejó en la madrugada y yo tampoco me aparté.
Aun sus suaves palabras de consuelo laten en mi cabeza como si las hubiese dicho hace apenas unos instantes, debo admitir que en parte me siento aterrada por la situación; no recuerdo la última vez que sentí la necesidad de recibir el consuelo o la compañía de una persona ajena a mi propia familia. Siempre me he regocijado y especulado de la manera independiente en que llevo mi vida, las parejas han sido innecesarias para mi dado que las he visto como trabas en el desarrollo profesional, sin embargo, de alguna manera parte de todas esas ideas cambiaron en los últimos días, justo luego de que recibí el disparo y, sin duda alguna, la noche anterior acaba de marcar un antes y un después.
De algún modo la sensación de que necesitar algún tipo de consuelo ahora no se siente tan degradante como imaginé que sería. Creo que mi perspectiva y opinión ha cambiado demasiado: Cuando tu vida está en riesgo y de repente tienes una mano que te brinda apoyo sin dudar comienzas a comprender que no hay nada de malo en admitir debilidad de vez en cuando, somos humanos y tenemos emociones, emociones que no deben ser reprimidas; confiar en alguien no significa cobardía, es valiente aquel que admite sus miedos y busca una manera de enfrentarlos. Tener a alguien en el proceso puede ser reconfortante.
Parpadeo repetidas veces para apartar las últimas gotas de sueño que quedan en mi sistema y luego de ello intento levantarme de la cama sin despertar al hombre que me envuelve con su cuerpo. Intento retirarme poco a poco colocando su mano con suavidad a un costado del colchón mientras le observo detenidamente. Maxon aun parece dormir profundamente, su rostro se nota sereno o por lo menos la parte que noto de él dado que la mayor parte de su cara está cubierta por sus oscuros cabellos que caen regados. Sus manos se sujetan con fuerza a las sábanas, su pecho sube y baja con regularidad; no puedo evitar sonreír al verle, parece mucho menos Neandertal de lo normal; debe estar demasiado cansado por todo lo que ha sucedido últimamente, el hombre merece dormir un poco al menos.
Me levanto de la cama a un ritmo lento sin apartar los ojos ni un solo instante de Maxon, cuando me alejo por completo noto como el de cabellos oscuros se mueve un poco inquieto, pero, finalmente, vuelve a quedarse sereno sobre el colchón. Camino hacia la puerta de salida lo más silenciosa que puedo, evitando hacer ruidos al salir o con alguna pisada brusca, cierro la puerta a la espera de que esta no chirríe y suelto un suspiro de alivio al lograrlo; no me percaté de que he estado conteniendo la respiración hasta que mis pulmones ardieron en la necesidad de aire y tuve que romper en risas por la sensación.
Un pequeño carraspeo a mis espaldas llama mi atención y no puedo evitar dar un pequeño sobresalto de la sorpresa. Me giro justo a tiempo para observar a mi madre mirándome desde la cocina con una sonrisa de oreja a oreja cubriéndole el rostro, no puedo evitar sonrojarme como si fuese una niña pillada infraganti en alguna travesura; en verdad necesito acostumbrarme a tener personas viviendo conmigo.
—Buenos días —susurro con la voz un poco baja como si todavía estuviese en la habitación con Maxon durmiendo.
—Buenos días cariño.
Me despego lentamente de la puerta del dormitorio y me acerco hacia una de las sillas de la isla de la cocina. El aroma del café recién hecho y el beicon frito inunda mis fosas nasales. Por un momento considero decirle a mi mamá que no es necesario que se levantase a prepararnos el desayuno; no obstante, antes de abrir la boca me percato que sería gastar palabras en mano, mi madre está acostumbrada a despertare a primera hora de la mañana en nuestra casa de Alaska, en algunas ocasiones incluso antes de que salga el sol, le encanta prepararle el desayuno a toda la familia y disfrutar el momento de unión a primera hora de la mañana.
Mamá coloca un plato des desayuno delante de mí y no puedo evitar sentir regocijo en este momento, no recuerdo bien la última vez que probé un desayuno preparado especialmente por Margot Novak, es más, no recuerdo ni siquiera el último desayuno decente que tuve, siempre estoy corriendo apurada de un lado a otro por el trabajo y a penas tomo un poco de café antes de marcharme de casa hacia la oficina.
—¿Maxon aun duerme? —pregunta mi madre mirando hacia la puerta de mi habitación, en verdad parece agradarle el hombre.
Asiento lentamente con la cabeza mientras tomo la taza de café entre mis manos y bebo unos pequeños sorbos del oscuro líquido, casi al mismo instante siento como todas mis energías regresan a mí; el café siempre ha tenido un poder reponedor en mi cuerpo, si quedaba alguna pisca de sueño en mi persona acaba de desaparecer. Ahora finalmente puedo hacer que mi cerebro funcione por más de cinco segundos y cree alguna idea coherente.
—Está agotado, ha tenido mucho trabajo en los últimos días y la opción de dormir comenzaba a ser un lujo.
Y ahora que lo menciono en voz alta me percato de la realidad de ello, es cierto que sé que la situación ha sido muy complicada, pero es cierto eso de que cuando el pensamiento se dice en voz alta adquiere un gran poder, pues el peso que adquiere recae sobre los hombros del que lo menciona.
—Tienes suerte Amanda, debo admitir que estuve preocupada cuando los vi a ambos en el televisor y por eso vine a conocerle. —Suelto un pesado suspiro y siento la sonrisa de mi madre—. Sé que eres mayor, pero no puedo evitarlo, soy tu mamá y siempre voy a preocuparme, sin embargo, estoy contenta, el chico se nota que se preocupa por ti y te quiere bastante; no llevo más de un día con ustedes, aun así, se me hace evidente como te observa cuando piensa que te das la vuelta o cuando estás concentrada en otras cosas, la sonrisa que aparece en su rostro cuando dice cosas para molestarte… Creo que es alguien que te conviene mucho.
Abro los ojos sorprendida por lo que escucho y casi siento como me atraganto con el café debido a las palabras de Margot. ¡Dios con mi madre!, ¡sí que sabe cómo sacarles los colores a las personas! Siento como mi respiración se acelera un poco y juntando esas emociones con las que sentí al despertar es como si mi cabeza diese vueltas y el sonrojo invade mis mejillas.
—¿En verdad hace eso?
—Por supuesto, ¿no me digas que no te das cuenta?
Mi madre alza la ceja curiosa y simplemente me encojo de hombros.
—Será que llevamos poco tiempo.
Intentando cortar el rumbo que toma la conversación finjo distraerme con el desayuno, no sé si mi madre se percata o no de mis intenciones, pero por lo menos deja el tema de lado y comienza a comer ella también. Me siento un poco confundida por algunas cosas de las que han pasado y prefiero no darle demasiadas vueltas a lo que eso pueda significar. Quizás un poco de aire fresco me venga de maravilla, lo malo es que no tengo demasiadas opciones para salir sin que me estén apuntando desde lejos con un arma.
Y hablando de salir, hoy se cumple el plazo de unos artículos que debo enviarle a Ed a la oficina para que salgan en la primera publicación del siguiente año, no obstante, aunque puedo enviarlas por correo me gustaría ir en persona a la oficina y hablar de diversos temas con mi jefe antes de que el año termine. Vuelvo a mirar hacia la puerta del dormitorio e imagino que Maxon aún está durmiendo, sé que no debo salir sin él, pero me da un poco de pena despertarle con lo cansado que está. No puedo olvidar que el hombre también fue herido en el tiroteo la noche antes de navidad.
Además, el trabajo no está lejos y tampoco voy a tardar demasiado en ir y regresar. LE cuento a mi madre sobre mis planes a instantes después entro de forma silenciosa a la habitación a buscar algo de ropa y cambiarme en el baño de fuera. Maxon aún está sumergido en un profundo sueño y no parece que vaya a despertar de momento.
Al final me pongo unos vaqueros y una sencilla camisa blanca con una chaqueta de cuero, no es que tenga muchas opciones de vestimenta con el frío que hay en la calle. Tomo mis cosas asegurándome de guardar todos los elementos de trabajo que suelo utilizar en el trabajo y me aseguro de decirle bien a mi madre a donde voy a ir y, sobre todo, que no abra la puerta a nadie que no sea Ben que venga a hablar con Maxon; puede que parezca sobreprotector o una regañona, pero si han entrado una vez en mi casa pueden venir dos.
Luego de despedirme bajo las escaleras del edificio y salgo a la calle donde el aire frío acaricia mi mejilla. EL camino hasta la oficina será de una media hora a paso rápido por lo que no pierdo tiempo y me dirijo hacia allá. Si bien al inicio pensé que estar sola y al aire libre me ayudaría con la confusión que siento en mi interior debo admitir que me equivoqué, la soledad tan solo provoca que no deje de pensar en los sucesos de los últimos días o, mejor dicho, mi convivencia con Maxon los últimos días.
La tensión se ha sentido en el ambiente entre nosotros desde el inicio y tan solo ha ido aumentando a medida que el tiempo avanza. Somos como un volcán en erupción con el peligro de estallar en cualquier segundo. Lo peor de todo es la manera en que me noto dependiendo de él para sentirme segura, para desahogarme y librarme de las preocupaciones.
Tengo que pensar en algo para retomar nuestra relación del inicio porque sé que en algún momento se irá, pero al cerrar mis ojos tan solo le recuerdo abrazándome la noche anterior y ya el resto de problemas deja de tener sentido; cuando me observa con sus ojos verdes es como si viese dentro de mi alma y me olvido del mundo que me rodea…esa sensación me aterra más que cualquier bala o amenaza proveniente de Collins.
Con estos pensamientos en mente cruzo las puertas del edificio del periódico y tomo el elevador hasta la planta donde se encuentran las mesas de los empleados y la oficina de Ed; a medida que me encamino dentro del lugar siento la mirada de cada uno de mis compañeros sobre mí; ha sido así desde el juicio de Collins en septiembre, pero ahora se sienten peor, como si yo fuera un bicho raro. Los murmullos se escuchan por lo bajo en el lugar e imagino que se hayan enterado del asunto del disparo o del beso, una de dos; ambas cosas eran secretas y como suele suceder con los secretos en estos lugares todo el mundo lo sabe.
Y porque digo lo del beso también, muy sencillo: Si mi madre se enteró y vive en Alaska que voy a esperar de mis compañeros que son unos expertos enterándose de lo que no deben, son buenos averiguando cosas, no por gusto somos periodistas.
Toco la puerta de Ed y abro para entrar a la habitación justo cuando siento la gruesa voz del hombre pidiéndome que pase. Entro en el despacho y cierro la puerta a mis espaldas, Ed está al teléfono y revira los ojos al verme haciendo una mueca molesta, incluso desde donde estoy escucho como el hombre al otro lado de la línea grita molesto.
—Ya llego y creo que no le falta ni un solo pedazo —responde Ed a la persona del teléfono y siento el escalofrío recorrer mi espalda al notar que están hablando de mí.
No es necesario ser demasiado inteligente como para adivinar quien es la persona con la que Ed habla. Trago en seco y me siento en la silla frente al escritorio de mi jefe intentando que no se vea el nerviosismo en mi rostro. Debí adivinar que Maxon reaccionaría así, sin embargo, no me siento arrepentida por mis acciones.
—Nos vemos en un rato grandullón. —Se despide Ed y luego de ello cuelga el teléfono para dirigirse a mí— ¿En qué problema te has metido Amanda?, ¿sabes lo enojado que está Maxon ahora mismo?
Suspiro, la verdad es que puedo imaginarlo.
—Estaba durmiendo y parecía tan cansado que no quise despertarlo, el hombre también merece dormir un poco Ed.
Mi jefe alza la ceja con aire curioso provocando que ya su arrugada y redonda cara luzca más vieja de lo que parece.
—¿Desde cuando eres tan considerada con Maxon?
Me encojo de hombros.
—Es lo mínimo que puedo hacer si se ha arrojado delante de una bala por mí.
—Sí, claro, lo que tú digas Amanda— La curva de su sonrisa me hace pensar que tan solo pronuncia estas palabras para evitar alguna posible discusión—. Mejor cuéntame que ha sido tan importante como para que te atrevas a desafiar a la fiera viniendo aquí. —Su sonrisa se amplía—. Y también quiero los detalles del beso y de que tu madre piensa que él es tu novio.
—¡Tú también! —Ya decía yo que esos murmullos en la oficina eran por algo.
—¡¿Qué esperabas?! ¿Te das cuenta que el reportaje de Sugary Chocolate va a ser primera plana en el mes de enero y todos esperábamos ver el programa?
Ed rompe en risas y yo solo oculto mi rostro detrás de las palmas de mis manos, lo último que me faltaba es que mis compañeros de oficina supiesen de esto, aunque por lo menos no sospechan que Maxon es mi guardaespaldas.
—¡Dios Ed! Fue una jugarreta del programa y para colmo mi madre vino de Alaska para conocer a Maxon, podrás imaginar que tuve que inventarme una relación con él para que ella no sospechase la verdad, ¿de qué otro modo le explicaba que un tío con el que me besé está viviendo en mi casa?
—Sí que tienes un buen problema.
Saco mi memoria USB del bolso y se la extiendo al hombre.
—Tan solo ten los nuevos artículos para que los edites y dame el próximo trabajo.
Mi jefe, aun entre risas, acepta la memoria.
—Te enviaré el próximo encargo con correo esta tarde, será algo breve sobre un escritor que falleció hace muy poco. —Asiento para que el hombre prosiga—. Ahora, ¿por qué no eres sincera conmigo y me dices que quieres en verdad? Vamos Amanda, nací de noche, pero no anoche, siempre que puedes me envías los trabajos por correo o fax, ¿dime que quieres?
Me dejo caer en el respaldar de la silla y suelto un buen suspiro, sí que me conoce este hombre.
—¿Qué sabes de Clayton?
—¿El que se declaró culpable en lugar de Collins? No mucho la verdad, literalmente era una persona anónima hasta que apareció en el juicio, se especula que trabajaba en la empresa de Jackson Gare como un simple peón y que le mató porque no querían darle un aumento y el hombre necesitaba el dinero a muerte, por lo visto fue en un ataque de locura, aunque nada de esto está confirmado.
—¿Te crees esa historia?
—Lo mismo que tú.
En otras palabras, la presencia de un dragón escupe fuego junto a nosotros sería mucho más creíble.
—Necesito conseguir alguna entrevista con él.
—¿Sabes que Collins se enterará si vas a la cárcel?
—Lo sé, pero merece la pena el riesgo, creo que a Monroe le mataron porque descubrió algo muy importante sobre Clayton.
Es Ed quien suspira ahora observándome detenidamente como si me hubiese salido una segunda cabeza.
—¿Qué opina Maxon sobre esto?
—Lo mismo que yo, creo que ambos estamos claros que si Collins no es encarcelado voy a terminar muerta esté él conmigo o no.
—Es un gran peligro Amanda.
—También lo es quedarme en mi casa y esperar a que alguien entre a matarme.
—Solo no seas imprudente Amanda, o creo que alguien va a matarte antes que Collins —SU sonrisa se expande cuando su mirada va más allá de mí y señala con la punta de su dedo en dirección a la puerta.
Me giro suavemente con un raro cosquilleo en la parte de atrás de mi cuello y todo mi cuerpo se tensa cuando observo a Maxon recostado en la puerta de la oficina con una furiosa mirada para nada amigable. Su ceño se encuentra fruncido y sus manos cruzadas sobre su pecho, ahora sí que parece un Neandertal que grita la palabra peligro por cada poro de su cuerpo.
¡Estoy jodida!
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