Capítulo 13

Doy vueltas en la cama de un lado a otro, las bajas temperaturas llenan el ambiente e incluso con los ojos cerrados siento el frío invadir mi cuerpo. La sucesión de imágenes que conforman mi catastrófico toman forma en mi mente provocando que mi cuerpo tan solo tiemble más y me mueva inquieta de un lado a otro.

En mi sueño no me encuentro en mi apartamento, sino en el mismo tribunal donde se celebró el juicio de Richard Collins en el mes de septiembre; al inició pienso que mi sueño no es más que un simple recuerdo, pero poco a poco me percato que se trata de una pesadilla. Noto a todas las personas a mi alrededor, no obstante, sus caras están completamente lisas, sin facciones; tan solo Collins posee su rostro justo como lo recuerdo.

Estoy sentada en el asiento de los testigos y una de las figuras humanas se encamina en mi dirección, por el traje y la oscura marca alrededor de su cuello sé que se trata de Monroe, darme cuenta de ello me hace pensar que quizás todos los presentes a mi alrededor están muertos. Monroe coloca las manos en la mesa frente a mí y del sitio donde debían de estar sus ojos comienza a brotar sangre a chorros. Mi hombro duele en la zona donde me impactó la bala la noche antes de Navidad; busco con los ojos a Collins y le observo mostrando la misma repulsiva sonrisa que me dio el día del juicio y solo tengo una cosa clara, tengo que salir de aquí.

Me levanto de mi asiento e intento correr hasta donde mis piernas lleguen y salir de la sala, sin embargo, por más que intento avanzar es como si los pasillos se volviesen interminables y no pudiera moverme del lugar. Algo fuerte me empuja contra la pared y siento mi cráneo impactar contra el duro cemento provocando que el aturdimiento se apodere de mis sentidos y un agudo dolor inunda mi cabeza.

—Te dije que te mantuvieras lejos y no hiciste caso. —La voz de Collins resuena en mis oídos como un rayo acabado de caer —Tenías que seguir metiéndote donde no te llaman y ahora todos están muertos, tú la siguiente y nadie podrá defenderte.

Al abrir los ojos siento que mi respiración comienza a faltar a medida que Collins aprieta su mano alrededor de mi garganta y apunta un arma directo a mi frente, me quedan segundos de vida ya sea por el balazo que recibiré o la mano asfixiándome. Detrás de Collins se encuentra el conjunto de personas que estaban en el tribunal repitiendo mi nombre como si fuesen muertos vivientes: Amanda, Amanda…

Lo último que sé es que el disparo suena y todo se oscurece…

Abro mis ojos y vuelto a estar en mi habitación acostada sobre la cama, mi pecho subiendo y bajando de forma agitada; siento mis mejillas empapadas por las lágrimas que al parecer solté mientras dormía. Examino todo a mi alrededor y encuentro a Maxon sentado en la cama observándome con un rostro muy preocupado, sus manos agarran mis brazos como si hubiese intentado despertarme y es que me doy cuenta que en el sueño los murmullos repitiendo mi nombre eran él.

—Amy, cariño, ¿qué sucede? —La voz del hombre es suave y llena de calidez, muy opuesto a lo que sentí en el sueño.

Al comenzar a recordar los reales que se sentían cada uno de los dolores experimentados en la pesadilla o la visión de Monroe sin rostro sangrando mis ojos se llenan de lágrimas nuevamente y antes de darme cuenta me arrojo contra el desnudo pecho de Maxon ocultando mi rostro contra su piel y mis brazos abrazando su cintura.

Maxon no me aparta o me regaña por mi acción impulsiva, tan solo me envuelva más en la caricia y apega mi cuerpo más a él. El acto me da valor suficiente para mantenerme al alcance de su agarre; siento como la calma y la tranquilidad poco a poco vuelven a apoderarse de mi cuerpo a medida que Maxon acaricia con lentitud mis rubios cabellos e incluso siento sus labios posarse con suavidad sobre la parte superior de mi cabeza.
A medida que los segundos avanzan siento que mis lágrimas disminuyen y mi respiración regresa a la normalidad; aun así, no me aparto del suave agarre, siento que de hacerlo las pesadillas van a regresar como fieras dispuestas a atacar a su presa.

—¿Qué sucedió princesa? —repite Maxon su pregunta inicial sin alterar el suave tono de su voz.

—Va a matarme, él me lo advirtió muchas veces.

—Fue solo una pesadilla Amy.

—No, no lo fue. —Alzo un poco la mirada para encontrarme sus ojos verdes observándome con suavidad, Maxon alza su pulgar hasta mi mejilla para apartar el rastro de las lágrimas, no me apresura a hablar, sino que me da mi tiempo—. El día del juicio él me dijo que esperaba que dejase todo atrás, pero yo pensé que era una amenaza como las de muchos criminales, el día que te conocí antes de llegar a la oficina un hombre intentó asaltarme con un cuchillo y me dijo que su jefe no quería que siguiera investigando, pero pasaron tantas cosas en ese instante que temía que si lo decía Ed no me permitiera ir al juicio.

Sus manos acarician mi cabello y un suave beso es depositado en mí frente provocando que deje de hablar de pronto. Tan solo soy capaz de mirar a Maxon, mis manos suben por su pecho y se enredan también en la punta de sus cabellos como si fuesen algo relajante o terapéutico para mí.

Maxon sostiene mi mentón para que no aparte la mirada de su rostro.

—No pienses en nada de eso princesa, hoy no; te dije que voy a cuidarte y no mentí, fue solo un sueño Amanda, no voy a permitir que nada malo te pase mientras yo esté a tu lado y si es necesario no voy a separarme de ti ni un solo segundo; no importa cuánto tiempo pase o cuantas cosas sucedan; no dejaré que más nadie vuelva a acercarse a ti para hacerte daño. Necesito que confíes es mí princesa.

—Confío en ti. —Eso lo tengo más que claro hace días.

—Entonces no te preocupes por el resto, pero a partir de ahora quiero que me lo cuentes todo Amanda, no más secretos, ¿me lo prometes cariño?

Asiento lentamente con la cabeza y Maxon sonríe.

—Vayamos a dormir de nuevo bonita.

Sin embargo, cuando quiero acostarme en la cama no encuentro la fuerza necesaria para abandonar el cuerpo del hombre a mi lado. Maxon parece darse cuenta de esto y solo me queda esperar sus burlas, pero estas no llegan en ningún momento. Maxon sin dejar de sostenerme se acuesta de lado en la cama conmigo entre sus brazos y apegándome a él, tapándonos a ambos con las mantas con una de sus manos.

—Maxon…

—Creo que así estaremos bien hoy, tengo frío por lo que me aprovecharé de ti.

Por su suave sonrisa me doy cuenta que miente, lo hace para que no me sienta mal e incómoda por el momento.

—Entonces por hoy te dejaré.

—Buena chica Amy. —Pero, a pesar del consuelo de Maxon no logro pegar ojo—. ¿No puedes dormir?

—Lo siento.

—No seas tonta Amanda, no tienes que pedir disculpas. —Se muerde su labio con suavidad y vuelve a mirarme—. Cuando era pequeño siempre tenía problemas para dormir —narra y me asombro por la repentina sinceridad cuando siempre se ha opuesto a revelar más de lo necesario—. Era bastante asustadizo de niño y mi mamá solía abrazarme por horas, luego de eso volvía a dormir de forma tranquila.

—Y ¿ya no tienes pesadillas? —pregunto, pero entre susurros, no quiero tentar a la suerte y que el hombre deje de hablar.

—De vez en cuando, ser un agente del FBI no es lindo siempre princesa, hay vidas en juego y recurrentemente tengo pesadillas. —Su rostro parece tensarse y me doy cuenta que su historia es cierta, hay algo que atormenta a este hombre en las noches.

—¿Y cómo logras dormir?

—Pienso en el mar, en el sonido de las olas al romper en la orilla, el atardecer escondiéndose en la línea del horizonte; en el sol tocando mi rostro y me doy cuenta de lo condenadamente afortunado que soy al estar vivo y poder disfrutar de las pequeñas cosas de la vida que suelen ser mejores que las mayores. —No puedo evitar sonreír por esto—. Pienso en la sensación de abrir un libro y sumergirme en las historias que narran sus páginas, como viajo a mundo nuevos y distintos, rememoro mis sabores preferidos, los sueños que tenía de niño y poco a poco todo eso me vuelve a hacer quedar dormido.

—Suena mágico —susurro con un bostezo en mis labios.

—Y lo es princesa, la magia no se ve solo en los cuentos de fantasía, hay muchas cosas mágicas, cerrar los ojos y soñar tan solo es una prolongación de estas.

—Para ser un Neandertal que niega emociones eres muy romántico.

Respondo cerrando mis ojos mientras Maxon baja su voz al hablar.

—Culpa tuya princesa, me estás destrozando.

Vuelvo a quedarme dormida entre los brazos ajenos y esta vez puedo jurar que las pesadillas no regresan.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top