Capítulo 10

Luego de mi conversación con Maxon el resto de la noche debo admitir que fue bastante tranquila, o eso intento decirme a mí misma para apaciguar toda la intranquilidad de la que fui presa durante horas seguidas. Después de lograrme calmar por el tema del robo y del muy real hecho que los hombres de Richard Collins vienen a por mí me percaté de todo el tiempo que estuve envuelta en los brazos de Maxon y de las incontables promesas de protección que este me aseguro y, la verdad, aunque sé que no le conozco de nada, confío en él, creo en su palabra de que me protegerá sin importar el peligro y con su vida.

Estar acompañada de Maxon es tener las dos caras de una misma moneda y comienzo a darme cuenta de ello con rapidez; por una parte es un capullo total, un hombre de las cavernas; a veces burlón y a veces más huraño que una piedra; por otro lado, Maxon es un protector, no es abierto a las emociones, pero demuestra lo que siente con pequeños actos, por ejemplo: traer comida para pedir disculpas, arrojarse delante de mí por una bala, recoger un minino en plena nevada, abrazarme hasta que dejo de llorar o, simplemente, apoyarme en el hecho de ir al apartamento de Monroe y ponerle final a esta horrible historia policiaca.

Para esto último, el punto uno fue que el mismo se convenciera, a pesar de que al inicio continuaba teniendo dudas, incluso luego de aceptar mi propuesta Maxon no ha dejado de poner ¨peros¨ o normas a nuestra rara excursión, sin embargo, cuando logré convencerlo al cien por ciento que era lo mejor el paso dos fue convencer a Ben de que nos permitiese la entrada y fuera con nosotros al apartamento de Monroe.

«Esto tampoco fue demasiado sencillo que digamos».

Cuando desperté a la mañana siguiente a mi conversación con Maxon ya Ben estaba en la casa una vez que salí de mi dormitorio; el hombre charlaba con el Neandertal mientras ambos tomaban una ardiente taza de café. Me tomé un instante para observarles a ambos desde la puerta de mi habitación: Ben se mantenía callado escuchando las narraciones de Maxon sobre los sucesos de la noche anterior; le explicaba cómo fue que encontré desaparecido todo mi trabajo sobre Collins y las prueba para el juicio, ambos estaban de acuerdo en que esto había sido obra del mafioso, nadie más ganaría nada con que esas pruebas desapareciesen, tan solo él.

Maxon hablaba y planteaba la posibilidad de que quizás en el apartamento de Monroe hubiese aun alguna prueba que pudiésemos utilizar como nuevo punto de partida, aunque habían atrasado el juicio y no se conoce la nueva fecha todavía está más que claro que no contamos con tanto tiempo para recopilar las evidencias y algo es seguro: Collins no puede quedar libre o lo más probable es que todos los que estamos involucrados en su caso nos volvamos historia. Noto que Maxon está sentado en el sofá con sus piernas estiradas sobre la pequeña mesita frente a él y en su regazo sostiene a la gatita blanca que ahora conforma parte de los miembros de la casa por tiempo indefinido.

No puedo evitar pensar lo raro que es esta imagen visual para mi cerebro. Llevo tanto tiempo adaptada a estar sola en casa, a despertar sin nadie que ver a dos hombres en mi sala y a una linda gatita hace parecer que aún estoy sumergida en un sueño. Finalmente, y dando un último suspiro antes de salir, me adentro en la estancia llamando la atención de ambos hombres con mis pasos. Ben me observa con su típica sonrisa agradable y me dedica los buenos días, por otra parte, Maxon solo curva las comisuras de sus labios en pequeñas sonrisas y por el contrario al otro hombre se levanta de su asiento dejando a Cleopatra en un costado y sin vacilar en su andar se encamina hasta donde estoy.

—¿Cómo has amanecido? —pregunta, su voz en suave y puedo notar una pizca de preocupación en su tono.

—Ya estoy más relajada, lo de anoche fue un golpe fuerte, pero creo que estoy bien.

—Si quieres puedo volverte a abrazar hasta que termines de sentirte mejor.

Arqueo los ojos y bufo frustrada.

—¿Eres capaz de comportarte como una persona normal y no como un Neandertal engreído por cinco minutos?

—No si puedo evitarlo bonita. —Guiña un ojo y luego de ello señala a la cocina—. Hay café preparado, busca un poco y ven con nosotros, Ben aún no está seguro de tu plan.

Asiento y observo como Maxon regresa junto a su amigo a la par que yo me dirijo a la cocina a por una taza de café mañanero. Noto la mirada curiosa de ben sobre nosotros dos y como luego se mantiene observándome con una ceja enarcada, tal parece que está examinándome. No puedo evitar recordar la conversación que escuché que mantenían los dos hombres mientras supuestamente yo iba a bañarme.

«En serio, necesito saber que se traen». Algo está dando vueltas en la cabeza de Ben y mi instinto me dice que soy parte de ello.

Tomo mi café y me junto a los dos hombres que se observan serenos el uno al otro como si estuviesen teniendo una conversación telepática. Finalmente, Ben suspira y dirige su mirada a mi persona.

—Amanda, ¿sabes que si acepto que vayas al apartamento de Monroe será bajo mis normas? No podrás tocar nada sin guantes y en el remoto caso de que encuentres alguna prueba debo de llevármela yo para procesarla y registrarla en los archivos del caso antes de que llegue a tus manos. —Quiero protestar, pero el hombre continúa hablando y me lo impide—. De otra manera el viaje al apartamento del fiscal sería en vano porque las pruebas serían desestimadas en el juzgado dado que se dudaría de su veracidad y cada uno de nosotros tres tendría buenos problemas.
Hay mucho en juego con este movimiento Amanda y necesito que lo entiendas.

Y, aunque me cuesta lo hago, entiendo a la perfección la situación que describe Ben; sea como sea nuestra actualidad tan solo nos demuestra el peligro que corremos, no solo podemos perder nuestros trabajos, sino también nuestras vidas.

Asiento lentamente y siento que ambos hombres suspiran como si hubiesen estado conteniendo el aliento de sus pulmones; por lo visto ya me tienen asumida como una cabezona peleonera.

—Ve a arreglarte bonita, iremos hoy mismo al apartamento de Monroe— informa Maxon y dejando la taza de café para fregar corro a mi habitación para cambiarme de ropa antes de que los agentes puedan cambiar de opinión.

Busco rápido en mi armario unos vaqueros azul oscuros y un suéter de cuello de tortuga negro; lo mejor será vestir bastante cómodo si voy a estar buscando algo que ni siquiera sé de qué trata. Me recojo mi cabello en una coleta alta y por último tomo mis botines altos y un sobretodo del mismo color que el suéter. Rápidamente busco mi bolsa en donde hecho mi cámara fotográfica, una grabadora, la agenda de notas y artículos personales como el monedero y el teléfono celular; puede que se vea exagerado, pero al no saber lo que busco debo de estar preparada para todo y más si no podrá tener acceso a las pruebas hasta que Ben las registre.

Al salir de la habitación observo que Maxon también se ha arreglado de manera sencilla con unos jeans, una camisa de mangas cortas y dos abrigos, uno más fino de color oscuro y el otro es una chaqueta de cuerpo; puedo ver la forma de un arma a uno de los costados de su cadera por debajo del abrigo e imagino que lleve oculta la identificación de agente del FBI en caso de que fuese necesario.

Antes de marcharnos Maxon activa las alarmas de la casa, en caso de entrar alguien sonará una pequeña alarma en el móvil de este, también dejo un poco de comida en un plato para Cleopatra, debo asegurarme de comprar un comedero para gatos y algunos artículos y alimentos especiales para ella, aunque eso quizás pueda lograrlo por Amazon.

Una vez que nos encargamos de estos detalles nos fuimos en el coche de Maxon hasta la casa de Monroe, el Neandertal y Ben viajaban en los asientos delanteros mientras que yo iba en la parte trasera del vehículo, cosa que aproveche para relajarme y pensar detalladamente sobre mis últimas conversaciones con el ex fiscal, buscando algún recuerdo que me lleve a adivinar pistas que el hombre haya podido encontrar y ponerle fin a toda este historia de terror, pero nada; no hallo un solo recuerdo que venga a mi mente y me otorgue alguna idea clara.

Con todas estas dudas en mi cabeza llegamos a casa de Monroe casi treinta minutos después, el antiguo fiscal vivía en un conjunto de apartamentos privados de buena clase y posición social. De no ser porque Ben y Maxon mostraron sus identificaciones al guardia de seguridad del lugar dudo demasiado que hubiésemos podido entrar.

Ben nos guía hasta el apartamento con la puerta llena de cintas amarillas de la policía para evitar el paso y sacando una llave del bolsillo de sus vaqueros abre el lugar para darnos paso a Maxon y a mí. Cuando voy a entrar siento la mano de Maxon rodear mi cintura y detenerme en el acto. Ignoro el cosquilleo que siento en la zona donde el hombre ha tocado y le observo confusa para ver cómo me extiende un par de guantes de látex sin soltarme.

—Escúchame bonita, ten cuidado.

—Si ya sé —le interrumpo—. No debo tocar nada porque…

—No me refiero a eso Amanda, quiero que te mantengas lejos de las ventanas de cristal o cualquier zona donde seas blanco de francotiradores.

Siento mi piel empalidecer.

—¿Hay francotiradores?

Maxon se encoje de hombros.

—No lo sé, pero luego de lo que te sucedió la última vez no voy a arriesgarme a que te lastimen. —Alza su mano de mi cintura hasta mi mejilla y acaricia con su pulgar de manera suave la piel de la zona provocando inquietud y confusión en mi persona, pero sobre todo una enorme calidez la cual me obliga a recordarme que solo hace esto por trabajo—. ¿Queda claro princesa?

Asiento y Maxon dándome una sonrisa se aparta de mí y entra antes que yo a la casa. Coloco los guantes en mis manos a la par que me adentro en el lugar detrás de Maxon y Ben. Todos mirados a nuestro alrededor sin tener muy claro por donde comenzar, hay miles de objetos arrojados al suelo como si hubiese ocurrido una pelea en este sitio, puedo ver una silla cerca de la ventana y en el tubo que sostiene la cortina de la misma hay un pedazo de cuerda cortado; Ben me explica que es la soga con la que supuestamente Monroe se ahorcó y que los forenses cortaron la mayor parte de esta en busca de pistas, pero que hasta el momento solo encuentran las huellas del ex fiscal en ellas.

Me adentro un poco a la estancia observando las pilas de papelas esparcidos en todas direcciones y sacando mi cámara comienzo a fotografiar algunos, la mayoría son notas sobre otros casos que llevaba el hombre antes de morir o cuentas de la luz y demás. Camino por la habitación y también me dirijo al dormitorio y al baño; nada, estos últimos dos están completamente ordenados como si nadie hubiese puesto un pie en el lugar.

Pasan casi dos horas y no encontramos el más mínimo rastro que indique que Monroe fue asesinado o que estaba detrás de una pista importante. Comienzo a perder las esperanzas cuando siento que Maxon me llama y me dirijo hasta donde se encuentra.

—Mira esto bonita.

Está parado en la sala sosteniendo una hoja de papel entre sus manos que recogió de entre las tantas del suelo. Tomo la hoja entre mis manos enguantadas y cuando la examino me doy cuenta de que se trata de una factura, pero no cualquier factura, sino una de hospital. Observo el nombre del enfermo: Rachel Clayton. Mis ojos se abren de par en par al entender por qué esta simple hoja llamó la atención de Maxon.

—Es…

—Es el mismo apellido del hombre que se declaró culpable para que Collins fuese libre, esto no puede ser una coincidencia.

Asiento y vuelvo a mirar la factura del hospital.

—¿Puedes conseguir información sobre esta chica?

—Recuerda que supuestamente estoy fuera del caso, pero Ben puede, —Miro al rubio que se acerca a nosotros y le entrego la factura.

—Dalo por hecho. —Sonríe este, parece también estar satisfecho por no haber hecho el viaje en vano.

Estamos dispuestos a marcharnos cuando un pitido agudo interrumpe el silencio de la estancia y me percato de que el molesto sonido proviene del móvil de Maxon, el rostro del Neandertal pierde su sonrisa en apenas segundos y sus cejas se fruncen cuando observa de su amigo a mí al mismo tiempo que examina y apaga el sonido de su móvil.

—Debemos apurarnos, las alarmas de casa de Amanda han sonado, alguien está dentro.

Mi rostro se descompone y el nervio me invade. Salimos corriendo de la casa y una vez que Ben la cierra utiliza su propio teléfono para pedir refuerzos en mi apartamento. Nosotros nos montamos en el coche y a toda velocidad regresamos, si el viaje hasta casa de Monroe demoró media hora el retorno ha durado veinte minutos.

Efectivamente, cuando aparcamos en los bajos de mi casa veo por una ventana que las luces de mi apartamento están encendidas revelando la sombra de una persona en el interior.

—¡Tú te quedas aquí! —Me ordena Maxon, sin embargo, cuando ambos hombres bajan del coche con armas en mano bajo yo también y comienzo a caminar detrás de ellos, puedo sentir las sirenas de los coches de policía acercándose.

—Entiendo lo que dices, pero es mi casa y quiero estoy harta de tenerle miedo a mi propio hogar.

Maxon resopla.

—¡Te quedas a mis espaldas!

Como que todos entendemos que no hay tiempo para discutir y que no daré mi brazo a torcer. Haciendo caso a lo que me dice el James Bond de las cavernas camino solo detrás de él teniendo sumo cuidado, tampoco voy a ser una suicida. Cuando subimos hasta la puerta de mi apartamento me adelanto para abrir la entrada y doy un paso atrás para que Maxon y Ben entren en la casa.

—¡Manos en alto! —rugen ambos y puedo notar el chillido asustado de una mujer en el interior.

Este hecho llama mi curiosidad y me asomo detrás de Maxon, al ver los cabellos rubios igual que los míos y los ojos pardos llenos de temor pongo la mano en el brazo de Maxon para que baje el arma mientras avanzo asombrada.

—¡Mamá! ¿Pero cómo vienes sin avisar?

Los agentes a mis espaldas se apresuran a esconder sus armas y se disponen a salir del lugar para darnos un tiempo cuando la voz de mi madre vuelve a llamar la atención.

—Venía a darte una sorpresa. —Mi madre se acerca y me envuelve en un abrazo el cual devuelvo—. Y a conocer a su novio por supuesto, ni siquiera tuviste la decencia de llamarme para presentármelo.

Doy un paso atrás tambaleante con esto último.

—¿Novio?

Mi madre alza la vista hacia Maxon y siento que puedo desmayarme aquí mismo.

—Así que tú eres mi yerno, lástima que tuve que enterarme por un programa de cocina y no porque la malcriada de mi hija me llamó para contarme.

Maxon y yo nos observamos comprendiendo al instante de la situación, mi madre vio el beso en el show de cocina. Noto que Ben intenta contener la carcajada cuando mi mamá se acerca para abrazar a Maxon.
¡Joder! Y yo que pensaba que las cosas no podrían empeorar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top