¡Adiós, jamás!
mis sueños predilectos son los imposibles.

Cómo decirte adiós,
si la magia de tu alma
aún convence a mi alma.

¡Los imposibles no existen!
mi alma te contesta todos los días,
sin olvidar,
sin decirte adiós,
mirando en el cielo tantas estrellas imposibles.

Se decir te amo
con la fuerza que vence la memoria,
se decir te amo
en las guerras donde tal vez te perderé.

Aunque ahora enciendas o apagues
las ciudades lejos de ti,
y marques el compás en el que cae la soledad,
y seas tal vez
una copa más
un vidrio en mis brazos,
una sombra.

Se decir te amo,
en medio del olvido,
en medio de las cenizas
donde fuí feliz,
quemando, para calentar un poco,
el recuerdo de todo
lo que ya se fue.

Ahora que ya pienso
que formas parte de las cosas imposibles,
imagino los caminos donde volverás
o donde olvidaré.

Qué importan los colores con que te pinté,
si ya no estas conmigo
qué importan las bugambilias fosforescentes
y las luciérnagas de neón.

Te quiero.

Tu humedad
es un delirio que se vuelve
agua,
es un fantasma que escribe
que jamás volverás,
es un espejismo en el desierto donde
¡sé que fuimos agua!

Yo sabía que tu enfermedad era de muerte,
yo sabía que eras azul,
yo sabía que eras real y por eso
cómo te olvido.

La ausencia de tu luz
esta apagando el universo.

Y ahora
estas huellas sin regreso
esta tristeza en cualquier parte
esta muerte alrededor
estos escombros de rayos de sol.

¡Adiós, jamás!

Y para siempre
aunque nos espante la noche
aunque se nos nuble el cielo
aunque las lunas se pierdan
aunque ya no estés
aunque tu adiós sea verdadero.