Sesenta y seis, primera parte
Levanté la vista y él me sonrió, pero fue una sonrisa vacía de esas que se dan por no más. Me separé con lentitud, deshaciéndome de su agarre y di un paso atrás para encararlo.
—Por favor, cuéntame.
Ramiro no tenía ni idea que aquello no era un simple pedimento, era un ruego desesperado, porque así de jodida estaba. Había aparecido una pista sobre el enigma que representaba mi exnovio que me instaba a admitir mis verdades. Una de las razones por la que no había conseguido dejarlo ir era, precisamente, esa necesidad de entenderlo, de desenmarañar el misterio.
Me había pasado demasiado tiempo navegando entre conjeturas. Quería llegar a puerto. Necesitaba entender qué pasaba en su vida y cuál era el motivo para que ellos dos se conocieran.
—Hace años atrás, antes de que yo naciera, mi madre tuvo... —Movió las manos, como dando a entender algo que no terminaba de verbalizar—. Una relación... Como un concubinato, pero con una mujer.
—Ok...
—Ellas querían tener hijos y pues, esa mujer, la tal Marina se embarazó... —Ramiro se veía contrariado, como si hablar de aquello lo enfermara—. Tuvieron una hija —continuó modulando el tono de voz por algo que me pareció que era una mezcla de rechazo y sarcasmo—. Romina. Es mayor que yo por algunos años.
»Y pues resultó que esta mujer, Marina, es una auténtica pesadilla. Le gritaba a mi mamá, la trataba mal, la celaba de todo lo que se moviera y un buen día, mi mamá se cansó de su mal carácter, de sus abusos y decidió dejarla.
Ramiro tomó asiento en una banca cercana y dirigió su atención hacia mí que permanecía de pie.
—Tuvieron varias reconciliaciones, rupturas, tira y encoje.
—¿La relación tóxica de manual? —pregunté.
—Exacto, con los típicos: yo voy a cambiar y pasaban unos días bien y luego otra vez los malos tratos. Esa vieja es tóxica nivel leyenda. En serio... —Asentí—. Después de una de esas rupturas, mi padre apareció en la vida de mi mamá. Se conocieron por el trabajo, se gustaron...
»Cuando la tal Marina se enteró en un ataque de celos le entró a golpes a mi mamá. —Abrí la boca sorprendida—. ¡Le rompió la nariz y le arrancó varios mechones de cabello! —Lo miré perpleja—. Y bueno, eso hizo que, al fin, mi mamá le dejara de hablar por completo. El problema vino por la niña. Mi madre no tenía derechos sobre ella, pero bueno, la crió por seis años. Era su otra mamá.
Ramiro hablaba y yo intentaba procesar todo.
—La niña, como es normal, preguntaba por su otra mamá, así que comenzaron las visitas, en fin, el otro problema fue que mi madre se embarazó de mi padre. Muy rápido además. Se embarazó de mí. Cuestión que no le cayó para nada bien a la bruja esa.
»Mi padre me cuenta que cuando mi mamá se mudó con él, está mujer comenzó a orinarse, a cagarse en la entrada de la casa —contó asqueado y yo lo miré asombrada—. Como oyes. Los llamaba de madrugada, al punto que mi padre antes de irse a dormir desconectaba el teléfono. Le pinchaba las llantas del auto...
»Una vez fue al trabajo de mi madre y le gritó desde zorra en adelante. Muy atracción fatal, te lo juro, una putada todo.
—¿Y la denunció?
—Claro. Mi papá lo hizo, aunque mi madre no quería. A raíz de eso esta mujer le prohibió ver a Romina y bueno, lo de la denuncia no llegó a mucho, porque ella tenía un familiar en el ministerio público...
—Dios mío, ¡qué horrible! —dije conmocionada.
Ramiro asintió y le dio otra calada a su cigarrillo.
—Mi mamá se deprimió mucho porque no veía a la niña y luego tuvo mi parto... Mi papá convenció a mi mamá para mudarse de ciudad, para alejarse de esa mujer, pues mi papá temía que pudiera hacerme algo. —Volví a abrir la boca impresionada—. Se asentaron aquí y comenzaron a tener su vida. Se casaron. Yo crecí sin saber nada de esto hasta que Romina se hizo adolescente, se escapó de su casa y vino a parar justamente aquí.
—Entiendo.
Tomé asiento a su lado y ladeé el cuerpo hacia él, para continuar oyéndolo.
—Yo era un niño aún, así que mi papá tuvo que contarme un poco sobre quién era Romina... Fue mucho después, cuando crecí más que pedí explicaciones, pues mi mamá no hablaba de su pasado con esa mujer y no es para menos.
Ramiro volvió a llevarse el cigarro a la boca y tras exhalar el humo me encaró de nuevo.
—Cuando la... Señora esa se enteró de en dónde estaba Romina no tardó en venir por ella y se la volvió a llevar consigo. A raíz de todo eso yo sabía que mi mamá tenía otra especie de hija adoptiva, pero sabes, niño al fin, no le prestaba atención, yo soy hijo único, para mí ella no es mi familia.
Asentí de nuevo.
—El problema en serio empezó cuando Romina cumplió la mayoría de edad. Su madre no podía obligarla a nada, así que podía irse de su casa. Se apareció aquí, vivió con nosotros unas semanas en las que mi mamá vivía constantemente peleando con su ex. Luego Romina conoció un tipo ahí bien basura e imbécil, mucho mayor que ella que a mi mamá no le gustaba para nada, pero eso a Romina le daba igual.
Ramiro echó la cabeza hacia atrás y colocó el brazo en el banco fastidiado. Luego se llevó con la otra mano el cigarrillo a la boca.
—Es una situación que siempre se repite. Vuelve, obviamente, cuando no tiene en donde caerse muerta. Le quita dinero a mi madre que se gasta en drogas, alcohol, ropa, lo que se le antoje. Y mi mamá, de estúpida, siempre le cree cuando le dice que va a cambiar, o lo que sea. Dice que va a ir a terapia, que va a ir a rehabilitación...
—O sea, lo mismo que le hacía su ex... —comenté.
—¡Eso! Yo se lo digo y ella no me hace caso y ya estoy cansado de decirle que ella no es su hija. Entiendo el cariño que sintió por ella cuando era niña, pero su hijo soy yo. No ella. Estoy harto de tener que ver a mi madre muerta por la preocupación y la ansiedad por esta mujer que es una mitómana. Porque en serio, no se sabe cuándo dice la verdad o cuando miente. Es insoportable. Inestable mentalmente. Depresiva y estoy bastante seguro de que le diagnosticaron alguna mierda.
»Y lo peor es que si mi mamá intenta ponerle carácter, que de antemano te digo que es todo un chiste, porque mi mamá se pasa de buena, Romina empieza con eso de que se quiere morir, que se quiere suicidar y yo te juro que espero que lo cumpla, pero obvio nunca lo hace, ahí está la basura esa caminando y jodiéndole la vida a mi mamá.
Lo miré perpleja, pues nunca le había visto expresarse así de nadie. Se notaba que sentía un odio férreo por la tal Romina.
—Ay, no me mires así... Yo sé, yo sé que está mal decir algo así. Pero soy yo quien se ha tenido que aguantar esa maldición por años y estoy hasta la puta coronilla...
»He tenido que ver a mis padres con problemas económicos y sus constantes peleas por su culpa, porque mi papá ama a mi mamá, pero ya está cansado... Nunca nos podíamos ir de vacaciones porque mi mamá se gastaba el dinero saldandole alguna deuda a Romina o en pagarle la terapia o lo que fuese, porque te podrás imaginar que no trabaja. Además, tenía que ver a mi mamá llorando angustiada, preocupada, sin dormir bien o que le tocase salir en medio de la madrugada a buscarla en donde fuese que estuviese...
»Soy yo quien se ha tenido que aguantar que las cosas que le pasan a Romina siempre sean más importantes y el único que estaba conmigo siempre era Julián... Ya ves porque me jode que ya no nos hablemos, porque él sabía todo esto y comprendía.
—Y él. —No me terminaba de salir el nombre y esperaba que Ramiro no fuese a molestarse porque lo sacara a colación—. ¿Qué hacía en tu casa? —pregunté despacio, pues él hablaba y hablaba de esa chica, pero no de él.
Me miró haciendo un gesto de apatía.
—Es uno de los desafortunados que salió con Romina —dijo despectivo, apagando la colilla del cigarrillo que se había terminado de consumir mientras hablaba.
Eso confirmó lo que me temía, esa mujer era la exnovia de mi exnovio.
—¿Pero qué hacía en tu casa? —insistí, porque necesitaba saber más.
Ramiro me miró de reojo.
—Supongo que lo mismo de siempre. Porque si no jode a mi mamá, lo jode a él. Y si estaba en mi casa es obvio que Romina le anda jodiendo la vida otra vez. ¿Y adivina quién tiene que lidiar con eso? Mi mamá.
»Mierda, Enfermera es que tú no entiendes, no la soporto. No te imaginas los malos ratos que pasamos por ella. Hace meses atrás yo me esforcé y ahorré muchísimo para pagarle un viaje a mis padres y que tuvieran unas pequeñas vacaciones con todo pagado y esta... Maldita mujer... Se metió en la casa de Leonardo y mi mamá tuvo que dejar su viaje para venir a estar con ella. Todo mi esfuerzo perdido...
Le miré perpleja aún intentando asimilar lo que me había contado.
—Lo siento, que mal que pasaras por todo eso.
¡Era cierto! Mi ex tenía una exnovia con múltiples problemas que se iba a meter en su casa y con la que al parecer todavía estaba lidiando.
—Y no me sorprendería que se repitiese todo eso. —Tragué hondo cuando le escuché decir eso—. El problema de mi mamá siempre ha sido el mismo, se pasa de buena gente, raya en lo estúpida y Romina se aprovecha y la manipula. Me jode porque me insistió en conocerte, pues tenía mucha curiosidad por todo lo que dijo la mamá de Julián, pero no, apenas ve que algo ocurre con su hijita amada se olvida de mí.
—Pero es que debe ser difícil para tu mamá...
Ramiro me miró de mala manera y yo no continué hablando, pues era obvio que seguramente ya había oído algo parecido.
—Yo entiendo que mi mamá no tiene la culpa de que su exmujer sea una mierda, ni que tuviese una relación tóxica ni que se encariñara con la hija de su exmujer, pero su hijo soy yo y estoy cansado de tener que esperar a que mi mamá termine de lidiar con los problemas de Romina.
»Así fue toda mi adolescencia y asumí que en algún momento todo cambiaría cuando Romina creciera, pero es que esa mujer ya tiene más de treinta años... ¿Hasta cuándo? Siento que va a ser para toda la vida.
Le coloqué la mano en el brazo y se lo apreté en un gesto de apoyo.
—Si le pasa algo, no espera ni dos segundos cuando ya está llamando a mi mamá. El único momento en que dejó de jodernos la vida fue cuando empezó a salir con Leonardo, pero nada bueno dura. Este también se dio cuenta de que no hay quien viva con ella y la dejó —Ramiro negó con la cabeza—. Y a raíz de eso, todo fue peor, porque se preñó...
Abrí los ojos de golpe.
—¿Bebé? —pregunté ávida.
—Sí, se embarazó.
—¿De él... se embarazó de...? —pregunté atónita y tragué hondo porque me costaba hablar. Por lo que me contaba Ramiro era así, pero necesitaba confirmarlo.
—Ay, quién sabe, me imagino que sí, pero yo la vi con otro tipo una vez...
—¿O sea, que no hay seguridad?
—Me imagino que sí, yo qué sé... Con Romina nunca se puede estar seguro. Te cuenta unas historias de su vida que te sientas a llorar... De sus novios maltratadores, violentos, violadores, y luego se enamora de otro —continuó haciendo un gesto de ni idea—. Y yo no sé...
—¿Qué no sabes?
Ramiro hizo un gesto dubitativo, como si no estuviese seguro de hablar.
—Yo... —Miró hacia arriba—. Siento que ella se aprovecha de todo eso para manipular a mi mamá y a quién le quiera creer... Siento que le encanta su papel de víctima y yo sé. —Alzó la mano en un gesto de no digas nada—. Que está mal... Clariberta lo dice, que si ella tiene problemas mentales, yo no debería decir eso, porque ella no tiene la culpa de lo que le pasa y que necesita ayuda y apoyo.
»Y puede que sí, que tuviese experiencias horribles, con la madre que se gasta no lo dudo, pero también siento que muchas veces solo le encanta maximizar todo lo que le pasa para llamar la atención... Y estoy tan harto... De que a todos se nos tenga que ir la vida a la mierda, porque ella no quiere dejar de meterse drogas, ni hacer terapia... ¿Ya ves con lo que lidia mi pobre madre? Y aunque suene mal, creo que lo mejor fue que perdiera el bebé, porque es muy inestable, ya me imaginaba a mi mamá criándole a la criatura, más estrés y más fastidio, pero bueno...
Yo apreté la boca, incapaz de decir algo.
—Después de eso, como ya te dije, empezó con el drama de: nadie me quiere, me voy a matar. Y eso era día y noche... ¡Pero nunca se mata!
Asentí en un gesto de comprensión falso, porque aunque entendía lo que me decía, una parte de mí estaba demasiado conmocionada, como para conseguir procesar todo de verdad.
—Uno pensaría que una mujer así no encontraría pareja fácilmente, pero es bella y tiene una cara de niña que no parte un plato y por ahí los tipos se enredan con ella sin tener ni idea... Pero Leonardo no era como los otros con los que acostumbra a salir, yo de verdad pensé que si Romina tenía un hijo con él se iba a organizar, iba a dejar de joder tanto a mi mamá. Me esperancé en que la maternidad la iba a cambiar. Pero no, lo bueno no dura. No hay paz con esa mujer... —Dejó de hablar porque su teléfono comenzó a sonar y se apresuró a sacárselo del bolsillo—. Es mi mamá. No le voy a contestar.
—Anda, habla con ella —intenté mediar, aun procesando el cúmulo de información que Ramiro había regurgitado como si fuese una sustancia tóxica que le quemaba las entrañas.
—No, estoy cansado. Yo siempre tengo que poner de mi parte, yo siempre debo entender que Romina tiene problemas y que por eso es más importante que todo. No, estoy harto. Que se quede con su hijita favorita.
Ramiro hablaba en tono malcriado y la verdad no sabía cómo reaccionar a esa actitud. Mi mente se encontraba demasiado ocupada pensando en que él había perdido un bebé. ¿Por eso no quería tener hijos?
—¿Max? —Alcé el rostro—. Te estoy hablando. —Pestañeé y asentí—. Pensaras que tengo una familia de locos. Seguro te he asustado —dijo viéndose decaído.
—No, yo no he pensado eso... Es solo que...
—¡Ay, mierda! —exclamó molesto al mirar su teléfono con otra llamada entrante, esa vez de su padre.
Se puso de pie y se alejó para contestarle.
Me quedé sentada escuchando como Ramiro hablaba con tono de reclamo. Al parecer había alcanzado un punto de quiebre y lo estaba dejando salir todo, o tal vez las discusiones entre ellos siempre eran así, era difícil precisarlo, no lo conocía tanto.
Volvió un par de minutos después a mi lado con los hombros caídos y encendió otro cigarrillo. Me dijo que su padre estaba muy molesto, quería que regresara a la casa para hablar.
—Lo siento. Lamento esta noche de mierda.
—No te preocupes. —Aquello lo decía en serio. Ramiro no tenía ni idea de todo lo que me había ayudado a comprender.
—Te parece si postergamos lo de hoy. Además, tengo que pasar el resto de la noche haciendo maletas, así que...
—Sí —acordé—. Llévame a mi casa. No hay problema.
Ramiro comenzó a conducir notablemente estresado, por lo que el recorrido hasta mi edificio fue silencioso. Noté como su mano tomaba la mía en busca de algún estímulo que yo me esforcé por otorgarle. Entendí que necesitaba alguien que lo reconfortara, alguien que lo comprendiera, alguien que le dijera: sí, tienes razón de estar molesto por toda la situación. Me sentí mal por ser tan egoísta, por estar tan abarrotada de hipótesis y análisis sobre mi exnovio. Me sentí culpable.
Continué acariciándole la mano y comprendí que sus necesidades afectivas eran producto precisamente de todo lo que me había explicado. Ya no tenía a Julián para contarle así que buscaba mi apoyo.
Cuando nos estacionamos me abrazó y enterró la cara en mi cuello. Le deshice el moño y le acaricié el cabello para calmarlo. Ramiro me buscó la boca para darme uno de sus besos dulces, cariñosos.
—Enfermera, lo siento, es que... No te imaginas lo horrible que es sentirse desplazado. Sentir que esa persona que quieres no te prioriza.
Lo miré en silencio. Sí lo entendía, lo entendía demasiado, porque exactamente así me había sentido aquel fin de semana cuando el que era mi novio no me había buscado para hablar por varios días, porque su prioridad era su exnovia...
—Amo a mi mamá, pero estoy harto de esta situación y no quiero volver a casa, pero mi padre dice que está llorando. Ya ves, ¿no? Yo soy el mal hijo, el que la lastima.
Bajó la cabeza y me abrazó de nuevo.
—También tienes derecho a expresarte. A decirle cómo te sientes, pero no la grites, no la maltrates, ella es tu mamá —dije a su oído, mientras le acariciaba la espalda—. No hace falta compartir mucho con ella para ver que te adora, aunque no sepa gestionar sus prioridades. Demuéstrale que la quieres y que aunque puedas entender todo lo que sucede con esta chica, también necesitas que ella vele por sí misma, porque no solo es darte prioridad a ti, es a ella, a su matrimonio... —Noté la vibración de mi teléfono sobre mi muslo, pero lo ignoré, porque lo estaba abrazando—. A su familia.
Segundos después, Ramiro se separó de mí y justo cuando iba a besarme otra vez bajó la vista hacia mi teléfono que tenía la pantalla encendida por la llamada entrante.
«Niko».
Me miró. Frunció el ceño e hizo una mueca de desagrado con la boca, después echó la cabeza hacia atrás para dedicarme una expresión de displicencia. Y yo moví el dedo para silenciar la llamada.
—¿Ese es tu exnovio? —preguntó con tono de reproche, mirándome a los ojos.
No esperaba que me hablara así y solo asentí en medio del estupor que sentía al notar que élme estaba llamando.
—¿Se puede saber por qué te está llamando?
Miré a Ramiro confundida, ¿no se lo imaginaba?
—Pues...
—Contéstale —dijo serio.
—¿Disculpa?
—Contéstale —insistió en tono posesivo y alargó la mano para tomar mi teléfono, pero yo fui más rápida y lo retiré de su alcance—. ¿Por qué no le contestas? ¡Te está llamado! Quiero saber qué tiene que decirte.
Eché la cabeza hacia atrás anonadada y pegué la espalda contra la puerta del auto para tomar distancia. Luego metí mi teléfono en mi bolso para resguardarlo.
—Ramiro, discúlpame, pero tu escena de celos está de más.
Me miró molesto.
—Yo solo quiero saber por qué está llamando a mi novia.
—¿Y a ti qué te importa lo que quiera él? En todo caso que te importe lo que quiero yo, que es no lidiar con tipos ni celosos, ni posesivos. Así que te agradezco que rectifiques tu actitud, porque así no vas a llegar a ninguna parte conmigo.
Miró hacia al parabrisas y luego a mí sin intentar ocultar la rabia que sentía.
—Lo siento... Es el día.
Sacó un cigarrillo de la cajetilla. Se lo llevó a los labios e inhaló con fuerza, mientras bajaba la ventanilla del auto.
—Esta noche no resultó para nada como la había imaginado...
—Ni para ti, ni para mí —me interrumpió—. ¿Te puedo preguntar cuando saliste con Leonardo? ¿O eso tampoco?
Su pregunta me extrañó y su tono no era el mejor, pero no quise reprochárselo.
—Ya sabes cuándo... A principios de años. —Me miró confundido—. Yo te conté sobre él.
—No, me contaste sobre el otro... El maldito traidor.
—Es él...
—¡No! —Me dio una expresión insistente y yo lo miré dándole a entender que sí, que era él—. Ya va... ¿Leonardo es el tipo? ¿El que decías que te usaba para distraerse? ¿Tu ex? ¿Ese ex? —Asentí—. Pero tú me dijiste otro nombre... —dijo en tono acusatorio—. ¿Quién mierda es Niko?
—Yo lo llamo por su primer nombre, tú por el segundo —dije encogiéndome de hombros.
Romina había sido su novia, era obvio que lo llamaba por su segundo nombre como su familia y amigos cercanos. Seguramente así se lo había presentado a su madre y a Ramiro.
—Lo agendé en mi teléfono como Niko desde que salíamos, pero esa es otra historia. —Ramiro me miró conmocionado—. Para mí fue una sorpresa verlo en tu casa y enterarme de su relación con tu hermana.
—No es mi hermana —cortó tajante.
—Es decir, con ella...
—¿Pero qué mierda, Máxima? —Hizo un gesto con las manos de que no entendía nada—. Yo estoy pensando que saliste con Leonardo y que era algo sin importancia, no que era tu ex, ¡ese ex! ¿Por qué no me lo dijiste?
—Mmm... —No supe qué decir—. Pensé que lo habías entendido...
—No, no había entendido una mierda... —respondió alzando la voz.
Yo eché la cabeza hacia atrás.
—Ramiro... Yo pensé que habías captado que era él y...
—Me contaste que habías salido con él y yo asumí que te referías al tipo con el que habías salido hacía poco, al que habías desilusionado. ¿Por qué no me dijiste: es mi ex desgraciado? ¡Eso lo habría entendido! —gritó molesto.
—¡Es lo mismo! No sé, estaba demasiado en shock, no lo pensé... No fue a propósito.
—¿Qué me estás contando, Enfermera? —dijo incrédulo—. Si hasta aprovechaste para preguntarme por él, para averiguarle la vida.
—Sí, pero eso fue después, en el parque, luego de que yo salí de mi estupor y tú comenzaste a contarme todo... —Negó con la cabeza molesto—. Ya sabes que tuve problemas con nuestra ruptura. ¿Acaso tú nunca has querido comprender a otra persona? Tuve la oportunidad de hacerlo y lo hice, pero no actúes como si yo hubiese querido engañarte, porque no es así, yo te dije que había salido con él...
Ramiro dejó caer la cabeza contra el asiento. Miró a la calle, se llevó el cigarrillo a los labios y exhaló el humo con violencia.
—Te ignoró, Máxima, hizo como si no te conociera ¿y tú todavía quieres entender qué pasa con él? —Se rio sarcástico y eso me dolió, porque seguramente estaba pensando que era una tonta—. Debiste aclararme desde el principio que era tu ex... Ese ex —insistió—. A mí todo el mundo me engaña. —Soltó otra risa llena de incredulidad.
—¿Tú crees que yo quiero hacerte daño? ¿Engañarte?
Me llevé la mano al rostro mortificada.
—Ya... Déjalo así, hablamos después, ahora... ¡Mierda, Enfermera! Maldita sea —dijo echándose hacia atrás el cabello que le molestaba en la cara.
—Lo siento —Le toqué el brazo y él rehuyó de mi tacto—. En serio fue un error honesto... —Me miró con tristeza—. ¡Te dije que no te convenía! —agregué cansada.
—Mejor hablamos mañana como quedamos... Ahora no puedo. Ve a tu apartamento.
Asentí. Entendía que estuviese molesto por haberle preguntado por él.
—Anda y arregla la situación con tu mamá. No puedes irte de viaje sin hacerlo.
—Máxima —me llamó serio, cuando se percató de que abría la puerta y yo giré a mirarlo, pero él negó con la cabeza como si se hubiese arrepentido de lo que había pensado—. Hablamos mañana de camino al aeropuerto.
—En serio, lo siento.
Asintió de mala gana.
Me despedí con un movimiento de manos y luego entré al edificio. En el ascensor miré el espejo, me estudié, alcé los hombros y abrí la boca en un gesto de sorpresa auténtico. Cerré los ojos con fuerza y presioné mis dedos contra mis párpados húmedos. Si me hubiesen dicho un par de horas antes todo lo que me sucedería esa noche, no lo habría creído.
Noté la vibración de mi teléfono y abrí mi clutch para buscarlo. Coloqué la llave en la puerta de mi apartamento al tiempo que pulsaba la pantalla para leer un mensaje.
«¿Podemos hablar?»
Comentarios sobre lo ocurrido en casa de los papás de Ramiro.
Comentarios sobre Ramiro y lo que contó.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top