| EPISODIO VI |
-Por favor, no me hagas esto -aquella voz femenina sonaba melancolica-. No me dejes sola.
-Algún día comprenderás todo lo que esta pasando, y el por que debo seguir ausente junto a ti -dijo la voz masculina con seriedad.
Aquellas voces sonaba como un sutil pero lejano eco. Podía escuchar pasos apresurados, como si alguien intentará alcanzar a alguien más; pero aquel apresurado caminar se volvían cada vez más audibles acercándose a ella. Y en cuanto estuvo al frente.
Despertó.
Zanhia abrió sus ojos con pesadez al intentar procesar lo que había soñado, pero así como lo recordaba, de inmediato lo olvidaba; no era de sorprender, pues siempre sucedía lo mismo cuando soñaba. Ahora lo único que intentaba analizar su mente era el porque Epsilon la observaba con preocupación.
-Zanhia, vamos abre los ojos -dijo Epsilon con cansancio, parecía haber intendado despertarla ya varias veces pero no tenía éxito.
La albina se reincorporó en su cama para alejar las sábanas de cuerpo, tayó sus ojitos para acostumbrarse a la poca luz que se colaba por la puerta. Aun era de noche.
-Aun tengo sueño, Epsilon -se quejó la niña bostezando en el proceso.
-Lo se cariño, pero es hora -Epsilon acarició el cabello de la menor para ayudarle a despertar-. Debemos irnos ya.
Zanhia se estiró una última vez para observar al peli azul, de inmediato el sueño se desvanecía como la neblina, la sutil emoción regresaba como dopamina a su cerebro. Se levantó de la cama para encerrarse en su armario y poder cambiarse.
Epsilon no pudo evitar observar aquellas paredes una última vez, dejando que su mirada se enfocará en el cuadro que tenía la pequeña en su escritorio, foto donde estaba él junto a Zanhia y Rho, parecían una imitación de una familia feliz. Epsilon tan solo suspiró al lamentarse en no poder darle a Zanhia desde un principio aquella felicidad y tranquilidad de lo que se sentía tener una familia, una madre, un padre, y hermanos con quiened convivir el resto de su vida; aun así el sabía que Rho podía ser la imitación perfecta de un hermano, y él la imagen de una figura paterna y materna al mismo tiempo. Epsilon consideraba a Zanhia y siempre lo haría como su propia hija de sangre.
Una vez termino la pequeña, salió con morral colgado en su brazo y caminó hasta Epsilon con una sonrisa pero mirada aun cansina.
-Todo listo -recargó sus manos en la cama.
-Entonces, ¿que decidiste llevar al final? -Epsilon no pude evitar sonreir de igual forma.
Zanhia caminó hasta su escritorio para tomar el libro de las estrellas y el de Sumeru, segura de si misma ante la acción qué tomaba; metió los libros a su morral para encarar al mayor.
-Regresaremos con muchas cosas, ¿verdad? Me estoy arriesgando en no llevar almohadas para poder estar más cómodos -bromeó la albina.
Epsilon rodó los ojos para colocar el gran abrigo sobre la niña, atando bien el moño blanco para que el frío no entrará en su cuerpo.
-Te prometo que al final estarás feliz por no haber traído nada -Epsilon extendió la mano.
Zanhia la tomó para caminar fuera del cuarto, observando tras de si una última vez antes de volver a su habitación. Epsilon cerró la puerta para empezar a avanzar entre pasillos de forma sigilosa, pero la niña no lo notaba, estaba más que emocionada qué preocupada en ese momento.
Aunque ella debía admitirlo, le entristecía el hecho de que no podía despedirse de Rho, Columbina o el abuelo Pulcinella, le hubiera encantó haber comentado sobre este gran viaje en especial a Rho, pues siempre se contaban todo sobre sus vidas. Sin embargo le reconfortaba el saber que en cuanto volviera a Snezhnaya, le habría traído un sin fin de regalos que Rho se quedaría sin palabras. De tan solo pensarlo, Zanhia no pudo evitar soltar una risita baja.
Ambos bajaron a la primera planta, justo en la entrada, lugar donde permanecía la estatua de la Arconte de Cryo. Zanhia observó con asombro ante lo cerca qué estaba de aquella escultura esta vez, la poca luz que entraba por las ventanas la hacía lucir hermosa. Zanhia se preguntaba quien era aquella bella mujer.
Epsilon levantó un gran mosaico de mármol con cuidado para luego empujar aun lado una alcantarilla vieja. Abajo las escaleras conducían a los túneles secretos de Snezhnaya. Aquellos lugares solo los Heraldos conocían de su existencia, pero eran rara vez concurridos cuando se trataba de misiones arriesgadas y que no querían que la Tsarista se enterara de nada. El noveno Heraldo era uno de ellos.
-¿Por que vamos por aquí? -preguntó Zanhia.
Rápidamente Epsilon hizo una señal de que no hablara, preocupado en que alguien les estuviera vigilando a aquellas horas. Observó el gran reloj el cual marcaba las 12:40AM.
-Sera mejor que permanezcamos en silencio en todo momento -susurró el mayor para hacer ademán de que la albina empezará a bajar-. Ten cuidado ante cada paso que des, abajo esta oscuro.
Zanhia solo asintió con nervios para llevar su mirada hacia abajo, y tal como había dicho Epsilon, estaba oscuro. Tragó saliva para sentarse y acomodar sus pies sobre las escaleras de fierro, empezando a descender lentamente para llevar su mirada hacia arriba con algo de temor ante lo que le esperaba allá abajo.
Epsilon observó una vez había espacio para empezar a descender, bajo con cuidado para volver a colocar el mosaico de mármol sobre el y luego la alcantarilla con sumo cuidado. Cuando ambas estuvieron en su lugar, tomo una lámpara de mano y la sacudió para que las cristalópteros de geo empezar a brillar. Ante ello, Zanhia pudo ver de mejor manera el lugar y empezó a bajar las escaleras con un poco más de confianza.
El descender parecía eterno, pues ante cada paso que la albina daba, parecía que el tocar fondo nunca llegaba, pues no se dignaba a mirar hacia abajo por miedo. Pero su corazón logró tranquilizarse cuando ambos pies tocaron el suelo firme y alzó la mirada hacia Epsilon, quien de igual forma bajo del último escalón para observar al frente suyo. Alzó la lámpara para observar el pasillo de tierra y empezar a avanzar; Zanhia detrás de él.
Aquel gran túnel estaba hecho de tierra, rocas y antiguos pero escasos escombros. Conforme avanzaban, el calor empezaba a aumentar en aquel lugar, así como la fuente de aire era escaso; Zanhia empezó a sudar bajó aquel gran abrigo, pero no se digno a quitárselo para no retrasar a Epsilon.
-¿En que parte de Sumeru nos quedaremos? -preguntó repentinamente la albina.
-Rentaremos una casa en la ciudad principal -dijo Epsilon de forma tranquila sin voltear a ver a la niña-. Será más fácil una vez nos establezcamos ahí.
-Entonces ¿Crees que podamos entrar a la gran academia? -la voz de Zanhia se llenó de emoción-. Leí en mi libro que la academia de Sumeru es la mejor de todas sobre Teyvat -sacó su libro sobre dicha nación para empezar a ojear y detenerse donde había un ilustración de dicho lugar-. Esta construida sobre una gran arbol, dicen que el tan solo alzar la mirada hacia el cielo, las grandes copas de este taparan casi por completo la ciudad -imitó la acción al tan solo imaginar el que se sentiría estar ahí.
Zanhia chocó contra la espalda de Epsilon cuando este se detuvo, el mayor rápidamente se volteó para asegurarse qué la niña estuviera bien, quien solo reía ante la vergüenza que sentía para poder incorporarse.
-Será mejor que guardes tu libro aquí -dijo Epsilon a forma de regaño pero jamás estando un deje de molestia en su voz y actitud-. El lugar es muy oscuro para leer -llevó su mirada de nuevo al frente al ver que la niña estaba bien.
Zanhia solo asintió para acatar las ordenes del mayor y sostener su morral con fuerza.
Ambos habían salido de aquel gran túnel para quedar en un espacio amplio, lugar donde alrededor se dividían en más túneles qué sólo Epsilon conocía hacia donde dirigía cada uno. Alzó la lámpara para poder ver mejor y avanzar a un túnel en específico a mano izquierda; fue ahí cuando Zanhia sintió alivio ante el leve aire fresco que chocaba contra su rostro, así como el calor empezaba a esfumarse ante cada paso que daban.
Poco a poco al fondo de aquel túnel una luz blanca empezaba a hacerse visible, a lo que hubo un momento donde ya no necesitaban de aquellos cristalópteros para guardarlos en su propio morral.
Al final de aquel túnel, salieron a otro espacio menos amplio qué el anterior, pero este estaba completamente iluminado gracias a luz que se colaba por unas rejas qué había en el techo, y conectadas a dicha reja había unas escaleras. El lugar estaba lleno de rocas y lo que parecían ser escombros de estatuas antiguas.
Epsilon empezó a subir las escaleras de fierro y Zanhia iba tras de él, asegurandose de pisar bien ante lo oxidado qué estaba aquel metal.
El mayor observó por el rabillo de aquella reja qué no hubiera nadie en la superficie, y una vez se aseguró de ello, quitó el seguro para abrir la puerta algo oxidada y poder salir de aquellos túneles.
Zanhia tomó la mano de Epsilon para salir y luego sacudir su abrigo, asegurandose de acomodarlo nuevamente en su lugar ya qué volvía a hacer mucho frio. La albina alzó su mirada observando con detalle en donde estaban, pero no reconocía aquel lugar.
Epsilon cerró la reja en su lugar para hacer lo mismo que la niña, solo que él se aseguraba doble vez de que no hubiera nadie en aquel lugar y a aquella hora. Tomó la mano de Zanhia para empezar a avanzar.
El sonar del tacon de sus zapatos se escuchaban con eco ante cada paso que daban. Aquel lugar era inmenso, pues se trataba de la Catedral de Snezhnaya, ubicada en la ciudad principal de aquella nación. Zanhia estaba boquiabierta a lo diferente que lucia del palacio Zapolynary, extrañamente aquel lugar parecía tener vida. Pasando entre las multiples bancas de caoba barnizadas, así como un sin fin de arreglos florales la ponían ansiosa ante cada cosa nueva que se encontraba en aquella catedral.
Zanhia estaba más que emocionada, si no fuera por el hecho de que tenían prisa le suplicaría a Epsilon qué la dejara vagar por aquel lugar, subiendo a las diferentes escaleras de mármol para descubrir que había en el segundo piso, pero eso se lo dejaria a su imaginación, tratando de llenar su mente lo más que podía con aquellos escenarios.
Ambos se detuvieron para quedar frente a una inmensa puerta de madera llegando desde el suelo hasta la división de la primera planta; Epsilon abrió otra pequeña puerta de esta misma de casi los dos metros de altura para asomar su cabeza y parte de su cuerpo al exterior, alzando su mano izquierda para que la albina se detuviera, Zanhia tan solo se quedó tras de la inmensa puerta de madera esperando alguna señal del mayor.
El rostro de Epsilon permanecía serio, concentrado en lo que hacía, la fría pero amable ventisca mecia su cabello azul, sus ojos se movían con insistencia buscando algo. Zanhia lo notó de inmediato, cuando el rostro del mayor se tornó a uno más relajado para suspirar, sonrió para abrir por completó la puerta y toda tensión de su cuerpo en ese momento se apagó.
Zanhia quedó extrañada cuando Epsilon salió de aquel lugar y empezó una charla amena con alguien allá afuera, pero ella no desobedecería nuevamente al mayor así que permaneció donde mismo. Pero así como lo pensó, Epsilon asomó su cabeza al interior de la Catedral para observar a la niña con una sonrisa.
-Vamos, ya es seguro salir -dijo Epsilon para volver a salir y seguir con aquella platica.
Zanhia regresó su mirada atrás suyo, observando una última vez la gran catedral y grabando como podía cada parte de aquel lugar, esperando algún día volver a estar ahí. Alzó sus pies ante el marco de madera, una vez puso un pie afuera el aire frio chocó por completo contra su cara, no pudo evitar cerrar sus ojos y una que otra lagrima se acumulaban ante el repentino ardor.
Epsilon cerró tras de si la puerta de madera para volver a tomar la mano de la niña.
-Me alegra que no hubiera ninguna complicación en el camino -dijo aquel hombre que Zanhia no reconoció.
La niña alzó su mirada una vez tayó sus ojos para enfocar su vista en aquel hombre de cabello marrón, llevaba consigo una extraña mascara qué cubría sus ojos y parte de su nariz. Era la misma a la que llevaban demás habitantes del palacio Zapolynary.
-Y será mejor qué nos apresuremos al barco antes de que sea tarde -dijo Epsilon para empezar a caminar hacia la carroza qué había frente a la catedral.
Los tres bajaron las numerosas escaleras hasta descender al suelo cubierto de nieve. El hombre de la máscara abrió la puerta de la carroza, a lo que Epsilon ayudó a que Zanhia entrará primero y de forma seguida él, al último entrando aquel hombre para cerrar tras de si la puerta; tocó el interior de la carroza a lo que de inmediato empezó a avanzar y se aseguró de cerrar las cortinas sin que se viera el interior del vehículo.
-La frontera de Snezhnaya permanece tranquila a esta hora, así que no hay nada de que preocuparse -aquel hombre se retiró la máscara, sus ojos verdes se posaron sobre la menor para sonreir-. Mi nombre es Viktor, es un gusto por fin conocerla -hizo un ademán a forma de saludo.
-Soy Zanhia -dijo la niña para imitar la acción sin dejar de observar al hombre.
-Un gusto -Viktor suspiró ante por fin quitarse esa máscara después de tanto tiempo, sabía que con Epsilon y la niña no habría problema alguno. Recargó su espalda contra el asiento para llevar su mirada al peli azul-. En cuanto lleguemos a la costa y abordemos, el barco zarpara de inmediato, solo nos está esperando a nosotros. Me asegure de que tuvieran una habitación descente, ya que se trata de un barco qué transporta mercancía, así que no es mucho pero podrán descansar durante el viaje.
-No importa -dijo Epsilon para cerrar sus ojos y poder descansar un poco-. Es mejor así.
La albina no quitaba su mirada de aquel hombre de ahora nombre Viktor, la curiosidad le estaba comiendo, sabía que era una falta de respeto ante lo que Epsilon le había enseñado, pero no pudo evitarlo.
-Disculpe -dijo Zanhia en voz baja-. Pero... ¿Como es que sabe quien soy?
-¿Perdona? -Viktor abrió los ojos para encarar a la niña.
-Dijo que fue un gusto por fin conocerme ¿Como es que sabe quien soy? -observaba de reojo a Epsilon esperando algún reproche, pero el peli azul seguía descansando sin prestarles atención.
-Epsilon me ha hablado sobre ti -Viktor solo sonrió ante la inocencia de la niña-. Yo tuve que encargarme de conseguir un lugar para ustedes en el barco al qué abordaremos, por lo que era necesario -Zanhia no pudo evitar sentir verguenza al imaginar lo que Epsilon le dijo sobre ella, a lo que Viktor no pudo evitar soltar una risa ante la acción de la albina-. No te preocupes, niña. No me contó nada malo sobre ti, al contrario -llevó sus manos a su nuca para recargarse de mejor forma-, me dijo que eres una niña excepcional, por lo que en Sumeru no tendrás problema con acostumbrarte con tu nue-
-Has dicho un día, ¿no? -Epsilon hablo de golpe de forma discreta pero brusca a Viktor, haciéndole entender de inmediato qué no abriera la boca de más.
-¿Qué? -Viktor reaccionó de inmediato- ¡A si! Tardaremos un día para llegar a nuestra primera parada.
-Liyue -Zanhia murmuró para si misma abrazando su morral, la emoción volviendo a su mente.
-Nada se te escapa, ¿eh? -Viktor tan solo sonrió para poder cerrar sus ojos y descansar.
Zanhia suspiró, asomándose entre las cortinas de la carroza sin abrirlas por completo, tan solo miraba ante lo que el rabillo de la tela le permitiera ver.
Afuera la suave nieve caía como si se tratase de la brisa, la luna no iluminaba la blanca nieve, pues la madrugada era nublada a lo que el paisaje se veía gris pero tranquilo. No había ningún otro signo de vida más que árboles, arbustos y solo nieve. Zanhia jamás creería que a las afueras del palacio Zapolynary todo fuera tan tranquilo.
Fue en ese preciso momento que su mente empezó a divagar en la gente de afuera ¿Como serían sus viviendas? ¿Qué hacían en sus tiempos libres? Si había una catedral, ¿a que hora asistían? Preguntas simples pero que le llenaban la mente de dudas como si cosquillearan su cabeza por imaginarse la respuestas; de un momento a otro el cabello anaranjando de aquel niño que vio en la misma entrada de hace unas horas llegó a su memoria ¿Acaso el vivía por estos lugares? Rebuscando en sus recuerdos creía haberlo visto algo sucio de la cara y con un juguete en manos, parecía estar triste cuando hablaba con él abuelo Pulcinella, y el temor se apoderaba de el al conocer a Arlecchino ¿Acaso se había escapado de casa? ¿Se perdió en el camino? ¿Porque Arlecchino le recibió? Zanhia recordaba a la mujer con carácter recio y seco, no comprendía el hecho de que fuera alguien amable con los niños, siempre le había temido.
Tal vez y vería al niño una vez regresará de su viaje, así podría preguntarle más del afuera y ella gustosa platicaría todo sobre Sumeru, Zanhia estaba segura de que Rho y aquel niño se llevarían bien. Solo debía preguntarle al abuelo Pulcinella en donde estaba.
Teucer abrazó sus piernas para pegarlas más a su cuerpo y poder buscar calor en estas, asegurándose de esconder su rostro para poder sentirse aun más calentito, el sonar de cadenas se hizo presente al mover sus pies, pues había dos grilletes aprisionado ambos tobillos.
Sobrió su nariz, esta le ardía ante lo seca qué estába gracias al frío que sentía en aquella celda. Había perdido la cuenta, no sabía cuanto tiempo había pasado desde que le encerraron en este lugar. Teucer se sentía un estúpido por haber creído en todo lo que la gente a su alrededor le decían y prometían.
Les había creído a sus padres que siempre estarían juntos, le había creído a Tonia y Anton qué Ajax regresaría algún día Snezhnaya, le había creído a Pulcinella en ser aquella figura de abuelo y en quien confiar, había confiado en la palabras llenas de mentiras por aquella mujer en que volvería a ver a su hermano mayor. Pero ante todo ello, Teucer confío en si mismo, creía que todo se arreglaría un día y volvería a ser como antes, una gran familia feliz como en los viejos tiempos; pero toda esa inmadurez suya le trajo hasta aquí.
Sus padres murieron, sus hermanos desaparecieron, Pulcinella lo engaño, y aquella mujer lo encerró en dicha celda. No tenía compañía, y no tenía nadie en quien confiar. Su hermano Ajax lo había abandonado, y por más que suplicara día y noche tras aquellas rejas a que le salvará, la razón llegó en su mente al recordar que su hermano mayor nunca volvería a Snezhnaya.
Teucer estaba solo.
El repentino golpe en las rejas hizo sobresaltar al peli naranja, alzando su mirada entre sus piernas a la entrada de la celda, de inmediato frunció el ceño al intentar retener sus lágrimas.
-¿No volverás a comer hoy? -Arlecchino permanecía cruzada de brazos bajo el inmenso saco-. Sabes, estoy empezando a pensar que gastar el preciado alimento qué nos brinda la Suprema Tsarista no debería ser desperdiciado por niños malcriados como tu -su expresión era sería ante cada palabra que articulaba.
-No quiero nada de ti -Teucer volvió a esconder su rostro.
-Solo alargaras más tu estancia en este lugar. Yo ya te lo he dicho, afuera en el orfanato estarás mejor -sus ojos en forma de equis se posaron en ningún punto fijo.
-Yo no soy huérfano -dijo Teucer con enfado, las lágrimas acumulándose en sus ojos-. Tengo una familia que me-
-Nadie te esta esperando allá afuera, te lo he dicho cientos veces. Te abandonaron, no querían una carga que sólo servía como estrobo ¿Por qué crees que Pulcinella te entregó conmigo, hm?
-Tonia y Anton nunca me abandonarían -Teucer empezaba a perder la fé en ellos, parecían aquellas falsas palabras un intento en reconfortarlo.
-Tu más que nadie lo sabe muy bien, eras una simple carga ante lo que realizabas, ¿o no? Estropeabas la caza, los delatabas ante el enemigo aunque tu no lo supieras, si salían de Snezhnaya solo serían dos hermanos mayores que tendrían que cuidar siempre de un niño mimado qué no sabía defenderse.
-¡Es mentira! Ellos no harían tal cosa -Teucer se levantó del suelo para encarar a la mujer con rabia, formando puños en ambas manos.
-Entonces ¿porque que no han venido a buscarte? -la voz de Arlecchino era tranquila-. Si tanto te querían lo hubieran hecho desde hace tiempo atras. Lo mismo hizo Tartaglia, te abandonó por ser un estorbo.
Teucer abrió los ojos de golpe ante aquellas palabras hirientes, poco a poco empezaban a juntarse las piezas como un gran rompecabezas ante todos aquellos días estando con sus hermanos, no recordaba haberlos escuchado alguna vez pero... ¿Enserio era una carga para ellos? Quizás por eso de igual forma Ajax no quería verle, por haberse escapado múltiples veces de casa para buscarle, debía suponerlo, sus hermanos estaban harto de él. Todos les habían mentido.
-Creí que éramos familia -murmuró Teucer para si mismo, dejando que las amargas y frías lagrimas escurrieran por sus mejillas, dejo que su cuerpo cayera sobre el suelo de forma lenta.
-La familia es solo un estorbó en la vida, crees que te apoya pero siempre te traicionara cuando menos lo esperes -Arlecchino observó por un momento con lastima al niño-. Créeme, se lo que se siente -cerró sus ojos con fuerza para volver a su postura y actitud de siempre, se dio la vuelta para darle la espalda a Teucer-. Es tu decisión la qué siempre contará ¿Así que prefieres quedarte el resto de tu insignificante vida tras estas rejas? ¿O vendrás conmigo al orfanato? Te prometo que tu vida cambiará ahí.
-Estas mintiendo, todos aquellos que hacen promesas siempre mienten -Teucer alzó la mirada al frente.
-Quizas estés en lo cierto, niño. Pero solo depende de ti si quieres arriesgarte o no en confiar en mi -y con aquello último dicho, Arlecchino se alejó de la celda desapareciendo de la vista del peli naranja.
Una vez más el silencio inundó aquel lugar, las pesadas cadenas rechinaban bajo el hielo cuando Teucer caminó hasta un rincón para poder recostarse sobre una sábana malgastada qué hora estaba ahí desde un inicio.
Cerró sus ojos una vez logró encontrar una posición cómoda para poder descansar y dejar que su mente empezará a divagar en todo lo que la mujer le había dicho, en su pasado, en su... Familia, en todo.
¿Qué había hecho mal para terminar así? Quizás tenía razón, el era un estorbó, no sabía cómo manejar su propia vida, no podía tomar decisiones propias sin que los demás se preocuparan por él. Entonces, ¿cual fue su gran sueño?, el esperar ante la llegada de Ajax le había cegado por completo y no pensar en otra cosa más que en su felicidad propia, ¿pero era feliz? Todos le habían abandonado.
Una vez mas, solo una vez más confiaría, pues como lo había dicho la mujer, el sería dueño de su propia vida y no le importaría nada, ya no lo importaría nadie más. Si ella tenía razón, su vida cambiaría para siempre en aquel orfanato.
Tras aquellas rejas Teucer se prometió algo, la única persona que le haría un promesa era él mismo, pues ahora solo era él y siempre sería él solo. No había nadie más, pues todo aquel que creía que le había amado y protegido ahora estaban lejos. Teucer olvidaría, olvidaría cada momento, sabía que dolería pero ahora dependía de si mismo.
Nadie volvería a prometerle nada a Teucer, jamás.
Al fin regreseeee, perdonen la tardanza pero hasta hoy me surgió inspiración de golpe y no pude desaprovecharla jajajja.
Y que les parece todo lo que se ha dicho de las nuevas versiones de Genshin, ¿ya emocionados por Fontaine? Aun no pueda creer que veremos a Arlecchino y a Sandrone en dicha nación!!!!! Waaa ya quiero ver a la Waifu de Arlecchino uwu
¿Lograron obtener a Baizhu y Kaveh en la 3.7? Y espere a que Baizhu fuera jugables desde hace un año atrás y al fin se logró, soy feliz teniéndolo en mi equipo asdfghjkl.
Bueno, espero y el capitulo de hoy les haya gustado.
Nos leemos pronto.
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