| EPISODIO V |
II. El propósito de los elementos.
Existen distintos elementos que conforman en gran parte la naturaleza de Teyvat qué están a nuestro alrededor de forma diaria, ante ello, dichos elementos son otorgados a personas por un propósito en específico.
Los primeros portadores conocidos como los Arcontes, portan consigo su propio elemento brindado por la misma Celestia; pero los siete, al ver ante sus ojos como los mortales y demás seres vivos de Teyvat, que eran merecedores de utilizar bajo su poder de forma responsable y honesta los elementos, decidieron darles como regalo dentro de un caparazón dicho elemento para controlar; a lo que se optó así ponerles el nombre de "Visión".
Las visiones permiten manipular el elemento correspondiente de su portador a su antojo dependiendo del propósito por el cual se le asignaba una visión, a lo que se llegó a una conclusión donde dicha visión correspondía ante las aptitudes similares a la de otros portadores. Respectivamente existen siete tipos de ellos:
Pyro = Fortaleza
Hydro = Justicia
Anemo = Libertad
Electro = Precisión
Dendro = Protección
Cryo = Renacimiento
Geo = Lealtad
Ante ello, lo que causó furor y asombro ante los ojos ajenos, fue el poder de la estrella mayor al poder controlar los siete elementos sin restricción alguna, considerándola así como la primera y única registrada hasta el momento, la portadora de múltiples visiones. Ni siquiera un mismo Arconte podía hacer uso de diferentes elementos que no fueran el suyo.
-¿Una visión? -Zanhia observó las ilustraciones de aquellos símbolos, siendo representados en la forma de los elementos-. ¿Es por eso que Snezhnaya es siempre frío? ¿Acaso existirá un Arconte aquí del elemento Cryo? -más y más preguntas llegaban a acumularse en la cabeza de la niña, algunas lograban tener semi respuestas, otras sólo las guardaba para despues-. Sería fantástico el poder controlar el agua o el fuego -Zanhia observó una de las antorchas que iluminaba el centro de la biblioteca, imaginando el que se sentiría manipular con sus manos dicha llama.
Era de tarde, sus lecciones darían por terminado en una hora más.
Zanhia había esperado nuevamente a Rho durante toda la mañana, anhelando poder compartir todo lo que había leído de aquel libro hasta hoy, pero sus esperanzas se desvanecieron al ver que no había indicios de que el peli azul le acompañará a estudiar.
No era nada extraño, pues había ocasiones en las que no veía a Rho hasta días después, disculpándose con ella en que había sido solicitado por Beta u alguna cosa similar, a lo que no le preocupó a Zanhia el hecho de que ni el día de ayer tampoco se presentará a estudiar.
El sonido de unas pisadas acercándose la alertaron, rápidamente guardó el libro debajo de los demás para tomar el de su lección y fingir que seguía estudiando. De reojo observaba en dirección a donde la pisadas se acercaban, si Epsilon la descubría en estar haciendo otra cosa que no fuera estudiar en las horas prestablecidas, la castigaría.
Pero su cuerpo se relajó al ver a la señorita bibliotecaria caminar en su dirección, llevando consigo un carrito donde habia varios libros por acomodar. La mujer portaba una máscara distinguible de los Fatuis, pero de todas formas pareció observar a Zanhia, pues le mostró una sonrisa para seguir con su camino; fue tan solo un saludo.
Zanhia regresó el gesto para regresar su mirada al libro de forma más tranquila; creía haber estado sola, pues al entrar alguna que otra persona permanecía ahí o salía, la mayoría del tiempo la biblioteca permanecía sin rastros de nadie.
-Veo que Epsilon se toma en serio el hecho de que estudies -la repentina voz feminina volvió a provocar un leve sobresalto en la niña.
Zanhia alzó su mirada del libro para observar a la persona que estaba sentada frente a ella, una sonrisa se formó en su rostro al ver de quien se trataba.
-Hago lo mejor que puedo cuando me instruye -Zanhia dejó su libro sobre la mesa.
-Eso lo puedo ver -Columbina recargó el dorso de su mano sobre su mejilla- ¿Veo que Rho no te volvió a acompañar? -su característica risa provocó aún más confianza en la albina.
-Debe estar ocupado con otra cosa, de nuevo -Zanhia agachó su cabeza, suspiró para poder olvidarlo-. Pero se que otro día lo veré, por el momento solo quiero esforzarme -sonrió.
Columbina no evitó observar de reojo dos libros en especifico que tenía la niña, el mismo libro que le había mostrado días atrás sobre las estrellas, y uno de la lengua de Sumeru. Eso era nuevo.
-Sigues leyendo sobre ese libro -su voz sonaba tranquila.
Zanhia de inmediato llevó su mirada hacia el libro al que Columbina se refería, sabía que no le diría a nadie sobre ello; sacó el libro entre los demás para dejarlo cerca de la mujer.
-He podido conocer bastante sobre la historia de Teyvat y de una persona, aunque, la autora nunca la menciona por su nombre.
-¿Entonces como se refiere ante esa persona? -preguntó la Heraldo.
-Estrella mayor -Zanhia abrió el libro para buscar la página del capítulo dos y mostrarle-. Mira -apuntó con sus dedo índice la palabra-. Siempre se le refiere de esta forma, también mencionan una Estrella menor, pero sólo muy poco; es como si la Estrella mayor fuera la protagonista, aunque, no parece ser un cuento de hadas en cómo se narra.
-La Estrella mayor -pronunció Columbina con labia-. ¿Qué relatan sobre ella? -se levantó de su lugar para quedar aún lado de la niña y empezar a acariciar su cabello.
Zanhia lo entendió de inmediato, las acciones de Columbina siempre eran sutiles, se había vuelto una costumbre el dejar que le cepillara cada que se encontraban, dicho acto jamás parecía cesar por parte de la mayor hasta que las lecciones de Zanhia terminarán o fueran interrumpidas.
-Cuentan sobre ella como una viajera que cayó a nuestro mundo junto con su hermano, pero el hermano se perdió en el tiempo, a lo que la estrella mayor decidió buscarlo por toda Teyvat sin parar -Zanhia se dio la vuelta en su mismo lugar para dar más acceso a Columbina; tomó el libro en sus manos-. Así como podía controlar elementos, considerándola la más fuerte.
-¿Y parecía ser fuerte?
-No lo se. Dice que a pesar de poder controlar elementos como nadie más y vencer a poderosos enemigos, no lograba encontrar información sobre las naciones a las que viajó de su hermano. Aunque la verdad aún no terminó de leer, estaba apuntó de ver sobre Fontaine-Zanhia alzó la mirada.
-Es interesante, porque el viaje de esa Estrella parecía tener futuro, pero fue detenida por su codicia y torpeza -Columbina entre abrió sus ojos, un brillo magenta apareciendo en ellos.
Zanhia se que do asombrado ante lo dicho, ni siquiera podía encarar en ese momento a la Heraldo ante su emoción presente.
-¿La conociste? -La voz de Zanhia sonaba ansiosa- ¿A la estrella mayor?
Columbina no pudo evitar reír, sus dedos trenzanan el cabello de la albina.
-Te había dicho días atrás que te contaría historias antiguas, ¿o no?
-Entonces, es real -Zanhia susurro para si misma, sonrió para observar de reojo a Columbina quien sólo hacia lo mismo.
-Sucedió hace tiempo atrás, tal como se describe tu libro; la Estrella mayor era conocida por ser una mujer valiente y sin miedo a lo desconocido. Su deseo en poder volver a ver a su hermano era más fuerte conforme su viaje continuaba -Columbina volvió a cerrar sus ojos-. Tuve la oportunidad de conocerla cuando permanecía en Nathlan.
-¿Nathlan? ¿Es acaso otra nación? -preguntó Zanhia.
-Así es -rio la Heraldo-. Mejor conocida como la nación de Pyro. Durante aquella época demostró su valentía en el campo de batalla junto con Capitano, ganándose el respeto no sólo de él, sino también de la misma Arconte de la nación. Yo sólo permanecía en la lejanía observando sus acciones; era tal como los rumores decían. Una día se topó conmigo creyendo que era una amenaza, pero yo solo vi valor y determinación en ese momento, así que la deje ir.
-¿Quería pelear contigo?
-Tenía miedo en que se topara con un enemigo, pero al final, ella confío en mi y se fue -Columbina terminó de trenzar el cabello de la albina para colocar sus manos sobre la banca de mármol.
Zanhia se dio la vuelta para encarar a la mujer.
-¿Y que sucedió después con ella? ¿Pudo encontrar a su hermano? ¿Regresó a su mundo? -el rostro de la niña se alumbraba de felicidad ante la ansia de escuchar aquel final feliz.
-Su última parada en Teyvat fue aquí, en Snezhnaya, pero su largo viajo dio fin cuando un día simplemente desaparecío.
El rostro de Zanhia cambió radicalmente al escuchar aquello.
-¿Desapareció? ¿Pero como?
-Nadie lo sabe, todo esto sucedió hace dos años atrás, a lo que su historia se apagó como un simple fósforo.
-Cuando tenía diez años -murmuró la albina-. ¿Entonces porque no pude verla? ¿En dónde terminó? Su viaje no pudo haber acabado así, no pudo volver a ver a su hermano y ella parecía ser alguien que no se rendía -la mirada de Zanhia mostraba decepción.
-Eras muy pequeña como para salir del palacio Zapolynary -Columbina acarició la mejilla ajena con suavidad-. Era lógico que no te enteraras de nada de lo que sucedía a las afueras de este lugar. Epsilon siempre te a cuidado, así que estas historias quizás creía que eran demasiado para ti tiempo atrás.
Zanhia llevó su mirada al libro, observando las ilustraciones como si buscará la respuestas en ellas.
-Esperó que algún día los hermanos puedan reunirse -apegó el libro contra su pecho-. Si yo perdiera a Rho de dicha forma, haría lo mismo que ella hasta encontrarle.
El reloj sonó por todo el lugar, indicando que eran las cinco de la tarde. Las lecciones de Zanhia habían terminado.
Columbina se levantó de su lugar para acariciar una última vez la cabeza de la niña.
-Quizás algún día conozcas el verdadero final de esta historia, aunque es un precio a pagar ante más conocimiento se adquiera -y con aquello último dicho, Columbina salió de la biblioteca, dejando nuevamente sola a la albina.
Zanhia suspiró para tomar sus libros y levantarse. Columbina tenía razón, pues Epsilon se lo había dicho antes también, el conocimiento era poder, y el poder con lleva a una gran responsabilidad. Pero aquel conocimiento ella dudaba en que algún día lo obtendría. Quizá era mejor distraer su cabeza en cómo aprender la lengua de Sumeru que con extrañas fantasías lejanas. Era lo mejor.
Tomó sus libros y caminó para salir de la biblioteca e ir a su cuarto, no estaba con ánimos para entablar conversación alguna.
🔸
Zanhia permanecía recostada en su cama, su mirada estaba perdida en el gran ventanal fuera de su cuarto, pues la puerta permanecía abierta dejándole ver lo que sucedía en el pasillo y mas allá del ventanal. No había ventisca o nieve cayendo, tan solo un hermoso atardecer que empezaba a volverse azul oscuro conforme la noche llegaba.
No podía conciliar el sueño en ese momento, ya que no sabía cómo distraerse que no fuera leyendo libros, pues el hecho de Rho siguiera ausente en estos días volvía un poco aburrida sus rutinas; necesitaba descansar la mente.
Empezaba a divagar donde fantaseaba en salir del palacio y el que se sentiría al menos hacerlo una vez, pues era consciente que dentro de unas horas partirán a Sumeru, pero el hecho de hacer algo nuevo como el salir le ponía ahora un poco nerviosa. Haciéndola dudar de que peligros habría allá afuera ¿Acaso sucededrian cosas similares a las que enfrentó la Estrella mayor?
-Cariño, te estaba buscando en la biblioteca -la voz de Epsilon pareció un dulce alivió al no sentirse sola en ese instante.
Epsilon asomó su cabeza por la puerta para observar a Zanhia con una sonrisa, pero esta cambió a una de preocupación al ver el estado de la pequeña. Caminó hasta quedar frente a ella.
-Hola -dijo Zanhia con voz baja y llevando su mirada a él.
-Cariño, ¿que sucede? ¿Paso algo malo hoy? -el peli azul se sentó aún lado de la albina en la cama, acariciando la espalda ajena para reconfortarla-. Perdoname si de nuevo no pude acompañarte a tus lecciones de hoy, estuve ocupado con trabajo.
-Estoy bien, Rho hizo lo mismo, pero no estoy enojada con ustedes por eso -Zanhia sonrió para seguir recostada.
Epsilon no pudo evitar hacer una mueca al escuchar el nombre de Rho; suspiró.
-¿Entonces? -preguntó con calma-. ¿Con qué atromentas tu cabezita? Recuerda que mañana las cosas darán un gran cambio para los dos.
-Es solo que... -pausó sin saber como preguntar-... ¿Qué harías tú, si aquello por lo que siempre deseaste obtener de vuelta, pareciese tan lejano?
-¿A qué te refieres Zanhia? -preguntó Epsilon con extrañez, pero al ver que no hubo respuesta de la niña, decidió responder la pregunta-. Intentaría buscar otros métodos para poder obtenerlo, no dejaría de luchar hasta tenerlo.
-Pero, ¿y que pasaría si no hay forma de seguir? -las lágrimas empezaban a acumularse en los ojos de la niña.
-Zanhia, cariño -Epsilon la tomó en brazos para apegarla a su cuerpo y acariciar su cabeza y espalda-. ¿Por qué lloras por estas preguntas? ¿Acaso sucedió algo que te incómodo? -eso empezaba a preocupar al mayor.
Zanhia negó con la cabeza, Epsilon suspiró.
-Se que me prometiste aquel día en la biblioteca que aprendería más sobre las estrellas, pero mi curiosidad fue mayor y no pude evitar escabullirme aquella misma madrugada y tomar un libro -sobrió su nariz-. Empecé a leer el libro sobre las estrellas, pero no era lo que yo esperaba. Columbina me contó acerca de la historia del libro y que era real -tayó sus ojitos para secar sus lágrimas, pero aún más salían-. Ahora sólo se que quedó en una historia inconclusa que sólo debería dejar en el olvido, pero, no se porque me duele el hecho de pensar que la Estrella mayor jamás terminó su viaje y el poder encontrar a su hermano menor -apretó con fuerza la camisa de Epsilon, para esconder su rostro en el pecho ajeno.
Epsilon cerró sus ojos para poder procesar aquello, sus caricias no se detenían para consolar a la pequeña.
No sabía que decir, era demasiada información para que Zanhia procesará a tan corta edad. Era un tormento que no deseaba qué llevara el resto de sus días. Era mejor que permaneciera en la ignorancia, al menos por ahora.
-Escucha, Zanhia -alejó el cuerpo de la niña del suyo para encararla-. A veces los sueños de algunas personas no se hacen realidad por cualquier situación, ya sea mala o buena, pero aveces, solo hace falta un pequeño rayo de sol para que alguien más pueda ser el impulso de esa persona. Sí, aveces algunas personas pueden dejarse apagar y parecer que dejaron sin terminar una parte de su historia, pero si aquella persona dejó atrás un camino llenó de confianza y honestidad, otras personas desearan continuarán con aquella historia inconclusa de una forma distinta; un pequeño grano de arena qué algún día, incluso puede convertirse en una historia completamente diferente.
Zanhia sorbió su nariz para volver a limpiarse las lágrimas.
-¿Entonces, aún el hermano menor podrá reencontrarse con su hermana? -la mirada de la albina brilló- ¿Aunque no sea ella quien lo encuentre al final?
-Aunque los años sigan pasando, se que ellos dos volverán a estar juntos de alguna u otra manera -Epsilon volvió a abrazar a Zanhia, sintiendo como empezaba a relajarse ante su sutil engaño y verdad. Era lo mejor por el momento, el día llegaría en que la todo sería revelado-. ¿Tienes hambre? La hora de cenar será pronto. Puede que quizás y encontremos a Rho o al abuelo Pulcunella, así podrás verles una vez más antes de partir.
-Es cierto, ya empaque mis cosas desde el día en que me dijiste que nos iríamos -de nuevo aquella sonrisa plasmó su rostro.
Zanhia se soltó del abrazo para correr a su armario y sacar un morral con varias cosas saliendo de él, parecía que iba a explotar.
-No creo que necesites tantas cosas -rio Epsilon.
-Llevo varios cambios de ropa, algunos libros, mis lápices, juguetes, mi peluche, algunas almohadas por si queremos descansar-
-Sería mejor que no llevaras nada.
-¿Nada? ¿Pero entonces como necesitaremos de las cosas indispensables para el viaje? -Zanhia soltó el morral.
-Compraremos todo una vez estemos allá, te comprare nueva ropa y nuevos juguetes, así como leerás un sin fin de libros para aprender cosas nuevas -Epsilon se levantó de la cama para caminar hacia la puerta.
-¿Al menos puedo llevar una cosa? -Zanhia hizo un puchero para empezar a sacar las cosas de su morral.
-Solo una cosa, regresaras con las manos llenas y no podemos darnos el lujo de llevar cosas desde aquí -Zanhia asintió con la cabeza ante lo que Epsilon mencionaba.
La niña empezó a regresar sus cosas a su armario y cajones, dejando el morral vacío sobre su cama. Ya vería después que llevaría consigo a Sumeru.
Acomodó todo para después correr al lado de Epsilon y tomar su mano.
Como había dicho antes el mayor, la hora de cenar se acercaba.
El laboratorio permanecía en silencio. A pesar de que Dottore permaneciera allí como costumbre, el simple hecho de hacer algún ruido le estresaba para poder concentrarse, ¿quien se atreveria a interrumpir su preciado tiempo con insignificantes murmullos o quejidos? Claro, era normal escucharlos cuando se trataba de su trabajo, pero había momentos en los que deseaba un momento de absoluto silencio. Tal vez y el día en que muriera se cumpliría aquello.
-Ya, cierra la boca -dijo entre dientes, tratando de reprimir su enojo-. El quejarte no te servirá de nada -llevó su mirada carmesí de reojo a la camilla que había dentro de una habitación, dicha camilla cubierta por una cortina, tan solo la sombra de alguien recostado podía verse desde donde Dottore permanecía-. Después de todo tu te buscaste el castigo, deberías agradecerme ya que salve tu vida. La anestesia que inyecte en ti está mañana ya debería haber hecho más que efecto, así que no deberías estarte lamentando de cosas insignificantes.
Aquella voz dejó de quejarse para volver a inundar aquel lugar en silencio. Dottore suspiró para seguir con lo suyo.
A pesar de estar más tranquilo, los problemas seguían apareciendo; dos días, dos días faltaban para que la Tsarista volviera a recuperar sus fuerzas, y debía empezar a trabajar más rápido para completar el suero que la traería de vuelta y con más poder sobre todo ser vivo en Teyvat, así como superando a la misma Celestia.
Pero había pasado tiempo en que no revisaba la sangre que había guardado desde hace dos años atrás para analizar su avance.
Inhaló de forma profunda para después exhalar, observado el techo de su laboratorio con rostro cansino. Su máscara permanecía en el escritorio frente a él dejando que sus ojos se acostumbran a la luz, una enorme cicatriz que cubría la mitad de su rostro superior era más que visible; siendo el simple resultado de su honestidad años atrás al haber mostrado al mundo ante mentes cerradas sus ideales.
Levantándose de su asiento, caminó hasta un estante, lugar donde tenía la mayoría de su equipo, química, mecánica pequeña, entre otros. Al abrir la puerta del estante, de inmediato el frío en forma de gas salió de este, el cual a pesar de estar a dichas temperaturas nada se congelaba dentro de este lugar.
Tomó dos tubos de ensayo llenos de sangre, ambos con una etiqueta donde había anotado información importante tiempo atrás. Dottore los colocó sobre dos mecheros para encenderlos y tomar el otro tubo que colgaba de su oreja.
Entre sus dedos observó el suero azul para luego vaciar el líquido con la sangre; lentamente empezaba a mezclarse, gracias al fuego, provocando una reacción más rápida y homogénea.
Poco a poco el burbujeo empezaba a ascender y el suero como la sangre habían sido mezcladas por completo, solo quedaba esperar; pero por más que Dottore siguiera observando la reacción de ambos líquidos, el color seguía siendo un color guinda oscuro. Un tono aceptable que tomaba la sangre al permanecer fuera de un ser vivo.
Quería lanzar aquel equipo al suelo de golpe, tenía que calmarse y no dejar que la rabia inundara su sistema. «Paciencia, Dottore. Paciencia», intentó animarse a sí mismo, pero a quien engañaba; hace décadas que nada podía calmarlo desde que fue expulsado de la Academia. Cuando en aquellos tiempos, un joven Zandik aún tenía esperanzas y sueños de hacer de un mundo mejor y que la gente le reconocería por sus grandes creaciones y hazañas. Vaya mentira más vulgar que el mismo se había creado; por eso odiaba a su antiguo él, odiaba lo ingenuo que Zandik era, por eso Zandik para el estaba: «¡MUERTO!».
Dottore abrió los ojos con dolor, no sabía en qué momento los había cerrado al perderse una vez más en sus pensamientos, pero aquello pareció haber traído consigo una recompensa. La mirada de Dottore se posó de forma perezosa sobre los tubos de ensayo, a lo que de inmediato su expresión cambió de golpe.
El egoísmo creció dentro de él, una vez mas lo había logrado, el no dudaba de Dottore, Zandik solo causaba problemas.
Uno de los tubos empezaba a transformar su color guinda a uno amarillo claro, casi llegando al blanco. En cambio, el otro tubo apenas y había cambiado a un tono rojo vivo.
Dottore tomó con unas pinzas especiales ambos tubos para analizar de mejor ángulo lo que estaba sucediendo. Era obvio que la sangre que llevaba más tiempo resguardada tuviera ese color rojizo, pero el de amarillo claro era el que más importaba en ese momento. Esto significaba un claro avance y que la Tsarista pronto agradecería.
La mente de Dottore reaccionó en un segundo al recordar lo que había guardado de igual forma hace dos años atrás en alguna otra parte de los estantes de congelación. Dejando ambos tubos en su lugar y con el mechero apagado, caminó hacia los estantes para buscar entre demás cosas dos frascos en especifico.
El sonar de los utensilios de cristal y metal resonaban entre sí al ser movidos con brusquedad, pero este una vez cesó cuando Dottore tomó ambos frascos para llevarlos hacia la luz y observar de mejor manera; y tal como la había teorizado, uno de los frascos contenía un líquido del mismo color que el de el tubo, amarillo claro; en cambio, el otro frasco permanecía con un líquido completamente blanco y con una luminicencia muy baja.
Caminó de forma apresurada a donde había dejado los tubos y comparó los líquidos para reafirmar la teoría. Era verdad, eran lo mismo, esto lograba ser un éxito.
Y sin esperar más tiempo, Dottore tomó el tubo y los dos frascos para salir de forma rápida de su laboratorio, sin importarle como algunos Fatui que se encontraba por los pasillos le observarán de forma extraña, todos sabían que Il Dottore era el Heraldo más extraño de todos; que mejor que evitarlo.
Una vez Dottore se detuvo frente a la inmensa puerta de madera, fue detenido por dos Fatui mujeres que resguardaban la puerta.
-Lo siento, señor -dijo una de las mujeres, extendiendo su mano para que este no avanzará.
-Haste a un lado -dijo Dottore con rabia, no quería que la extasis del momento en su descubrimiento se esfumara-. Es de suma importancia que hable con su majestad en este preciso momento.
-Mis más sinceras disculpas, pero nuestra majestad la Tsarista, esta ocupada por el momento -dijo la otra Fatui sin romper posición.
Dottore estaba a punto de cortar el cuello de ambas mujeres al no obedecerle, pero sus pensamientos sanguinarios desaparecieron cuando la puerta se abrió muy poco.
Una de las Fatui acercó su cabeza hacia la abertura, lugar por donde otra mujer desde el interior le susurraba algunas palabras.
-Adelante, señor -la Fatui alejó su cabeza de la abertura para hacerse a un lado.
La puerta se abrió por completo y Dottore caminó con orgullo a la habitación, claro, este no lo demostró de forma obvia.
-Por aquí, señor -dijo la mujer que le había susurrado a la Fatui, era una de las damiselas personales de Tsarista-. Su majestad le está esperando con ansias.
Dottore comenzó a seguir a la mujer, detrás de él las puertas se cerraron.
La mujer avanzó hacia otra puerta para poder abrirlas y hacerse un lado.
Dentro de aquella habitación, había varias cortinas de seda blancas y semi transparentes cubriendo la entrada, el calor sutil del ambiente empezaba a cubrir al Heraldo, de inmediato entendió en donde estaba; avanzó hasta quedar a una distancia prudente y jamás se digno a alzar la mirada del suelo, mostrando en todo momento respeto.
-Supongo que debes tener excelentes noticias como para interrumpir mi momento de paz, Zandik -la voz de la Tsarista resonó por todo el inmneso baño de mármol.
Al fondo y tras las múltiples cortinas, podía escucharse el movimiento del agua. Era irónico como el calor del lugar contrastaba ante el elemento que representaba a la Arconte, pero un baño caliente era más que bueno para los músculos y la relajación, aún así el agua fría en su cuerpo era más que aceptada.
-Por favor perdóneme, Tsarista, pero en cuanto encontré que mi teoría fue acertada, no logré reprimir mi exaltación ante la gran noticia -Dottore observó el suelo con desinterés. Las cortinas meciendose en su visión con suavidad.
-Lo entiendo mi querido Zandik -rio la Arconte con su voz vieja-. Y dime, ¿que es esto que te ha exaltado para no esperar hasta el gran día?
-Precisamente es esa la razón por la que quise hablar con usted en cuanto antes -Dottore alzó el tubo de ensayo-. El elexir que la traerá de regreso como antes a sido terminado.
Tsarista no pudo evitar voltear la mirada hacia el segundo Heraldo, quien tras las cortinas sólo se veía su silueta.
La mujer se levantó de la gran bañera, dejando que el agua descendiera por todo su cuerpo. Las damiselas que le hacía compañía actuaron rápido y cubrieron su cuerpo desnudo con una bata color perla, esta empezando a humedescerse; de igual forma le ayudaron a salir de la bañera cuando empezo a caminar; la poca fuerza que le quedaba a la Tsarista fue atentida por las demás mujeres guiandola hasta donde Dottore se encontraba.
-Zandik, oh mi querido Zandik -la voz de la Tsarista sonaba conmovida, su mano izquierda se apoyo con la damisela, mientras que la derecha la extendía entre las cortinas.
Dottore observó aquella mano huesuda para entregarle el tubo de ensayo sin dudar.
-El elexir esta listo, el beberlo le traerá de inmediato en gran parte su antiguo poder, pero aun puede haber algunos trozos faltantes para ellos -Dottore no pudo formar una mueca, esperando el reclamo de la mujer, lo cual fue acertado.
-¿Trozos faltantes? Hace un momento aladreabas qué está terminado ¿Por que mi poder no debería regresar a su normalidad y con más fuerza? -la voz de la Tsarista era sería.
-Lo que pediré a continuación quiero que lo analice seriamente y quizás le guste los beneficios a futuro -una sonrisa sardonica no pudo ser evitada en el rostro del Heraldo, continuo al ver que no hubo respuesta-. Si desea tener el máximo poder para poder destruir a la misma Celestia, sugiero que espere un poco más para que pueda extraer toda la sangre una vez madurada por el tiempo -se dio la vuelta para quedar frente a la Tsarista pero sin seguir levantando su rostro-. Estos frascos contienen la prueba de hasta donde puedo llegar para ofrecerle el último elexir -le mostró los otros dos frascos amarillo y blanco-. Creame, nadie volverá a cuestionar jamás su poder y liderazgo en todo lugar.
La Arconte no sabía cómo reaccionar, si bien jamás había desconfiado de lo que Dottore le preparaba, el hecho de que tenía que esperar más tiempo para su gran plan la ponía un poco impaciente, pero claramente lo dice el dicho. La paciencia es una virtud.
-Ese cuanto mas, ¿que tanto tiempo debo esperar?
-Si ella apenas tiene doce años, su desarrollo culminará hasta que cumpla los diecisiete, entonces estará lista -Dottore observó el tubo que aun tenia la Arconte en mano-. Por el momento le ofrezco esta degustacion, solo tómela y regresará a la normalidad a un setenta y tres porciento.
La Tsarista observó el tubo con seriedad, esta vez la ira esfumandose de su cuerpo. Sin perder un segundo más, bebió el líquido amarillo de un sorbo para después entregar el recipiente a una damisela.
Los efectos no tardaron en presentarse, pues poco a poco la piel arrugada fue remplazada por una más lisa y de aspecto joven, el antiguo dolor en los huesos y músculos desaparecia; y la Tsarista podía sentir como su elemento Cryo qué permanecía apagado resurgía en ella. A pesar de que su poder no estaba completo, se sentía nuevamente viva y joven.
-Aceptaré tu consejo, esperare cinco años más para que podamos retomar el plan -la Arconte se dio la vuelta para regresar a la gran bañera por si sola, se sentía más fuerte que antes-. Por el momento seguiremos con la fecha estipulada para la ceremonia de mi regreso. Aclararé todo en ese día ante mi ciudad -formó una sonrisa de oreja a oreja para observar hacia los grandes ventanales-. Después de dos eternos años, al fin regresaré.
Y con aquello último dicho, Dottore hizo una reverencia para salir de ahí y regresar a su laboratorio. Todo cambiaría de hoy en adelante, Epsilon y Rho deberán enterarse cuanto antes para no cambiar nada y seguir con la crianza y cuidado de Zanhia. Después de todo, que eran cinco años.
El reloj volvió a sonar por todo el palacio, anunciando las dos de la mañana.
Era momento en que Dottore se encargará de mejorar a Rho ante la gran espera que se aproximaba.
Al fin regrese con nuevo capitulo, espero y la trama no se les vaya haciendo enredosa jeje.
Espero que el capitulo de hoy les haya gustado.
Nos leemos hasta el siguiente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top