Capítulo 2

-Kurota, no te alejes mucho. - Corrí logrando alcanzar a la Kirlia.- Jaja, te tengo.- Reí alzándolo, él solo se retorcía tambien riendo.

Estabamos afuera del Centro Pokemon de Ciudad Marvalona.

El electrike que estaba jugando con nosotros abriéndose camino entre mis piernas hizo que perdiera el equilibrio y cayera junto al Kirlia.

-Oye, ¿Estas bien?- Una voz masculina hizo que levantara la cabeza.

-Sí, sólo estábamos jugando.- El pokemon eléctrico se acercó con arrepentimiento a lamer mi rostro.- Ya, ya, Sir Kael, no pasa nada, ¿Estas bien?- Pregunté viendo al Kirlia, asintió.

-Oh, que pokemon más lindo, igual a su entrenadora.- Sonrió.

Alcé una ceja al ver como el Monfermo de ese chico levantaba con cuidado a mi pokemon, y haciendole gestos coquetos.

-Ah, gracias.- Hice una breve reverencia con intención de irme.

-No hay problema, aunque, ¿Podrías presentarle a tu preciosa Kirlia?- Entre Kurota y yo nos observamos, el pokemon de fuego esperaba una respuesta.

-Es macho.- Dije simple.

Observé como se les rompía el corazón y se iban sin decir más.

-Kir, kirlia.- Dijo sonrojado, era la cuarta vez en el día que creían que era una hembra.

-Jaja, vamos, no te deprimas, creen que eres preciosa.- Hizo más gestos molestos.- ¿Que crees, Sir?- El pokemon cuadrúpedo sólo se rascó la pata con sus dientes.

-Kirl, kirlia...- Asentí y comenzamos a ir en dirección al gimnasio de esta ciudad.

-A ver, Sir Kael, a tu pokeball.- Se la lancé y él la atrapó, entrando.- Guardé la pokeball y continuamos nuestro camino hacia allí.

Pero nos topamos con unas personas afuera del gimnasio.

-¿Blasco?- Pregunté para mí al verlo al frente con un familiar por lo que deduce.

-¡Aura!- Gritó feliz acercándose.- Ten una batalla contra mi.- Exclamó con euforia.

-B-Blasco, no te apresures...- Trató de detenerlo el señor a su lado.

-Esta bien.- Sonreí, alejándome un poco para dar comienzo a la batalla.

-¡Vamos, Ralts!- Observé como salía de su pokeball y daba un grito.

-Kurota.- Sonreí indicándole que se pusiera al frente.

-¡Increible, ya evolucionó!- Dijo sorprendido por ver al Kirlia.- Pero eso no significa que nos ganarás.-

-¡Rarl!- Apoyó su compañero

-Kurota, usa hoja mágica.- Ordené a la vez que él se acercaba con cautela a lanzarle hojas y dañarlo.

-¡Ralts, confusión!- Aprovechando que Kurota esta cerca acertó el golpe, pero su pokemon ya estaba lo suficientemente débil.

-¡Beso drenado!- Grité con intención de ya acabar la batalla.

El pokemon con falda se acercó y plantando un beso en la mejilla del ya perdedor, terminó por absorber la poca energía que le quedaba.

Ganando el corto combate.

-...-

-Blasco.- El hombre con el que estaba quiso acercarse, pero en ese momento el peli-verde volvió a levantar la cabeza.

-No pasa nada, tenías razón, tío, vamos a casa.-

-Blasco...-

-Muchas gracias, Aura, espero volvamos a tener otro combate pronto.- Sus ojos brillaron al último.

-Lo estaré esperando.- Asentí con determinación.

Observé como Blasco comenzaba a caminar.

-Gracias por ayudar, Blasco estará bien, puedes visitarnos cuando quieras, vivimos en Ciudad Verdegal, está muy cerca de aquí.- Dijo agradeciendome y despidiéndose para ir con su sobrino.

Suspiré y observé a Kurota, deshice los malos pensamientos y entré al gimnasio a ganar esa medalla.

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Observé a Muffin, quien jugaba con el pokemon cuadrúpedo por el camino a ciudad Verdegal, levanté mi vista para ver al majestuoso Pidgeotto volando y cuidando de nosotros, y a mi lado cuidando mis espaldas, Kurota, la bella Kirlia.

-¡Kir, kirlia!- Dijo molesto al leer mis pensamientos.

Lo dejé pasar y seguí observando como ambos pokemon al frente jugaban.

Al ser Muffin tipo agua/tierra no le afectaban los ataques eléctricos que Sir Kael le daba.

-¡Chicos, no se separen, tenemos que llegar antes de que anochezca!- Grité observando como ambos se detenían ante mi pedido.

De pronto, una sombra verde pasa por delante mío, Kurota y los demás entran en modo de defensa, dispuestos a protegerme.

Di un paso hacia atrás por reflejo y mis demás pokemon se acercaron a atacar a quien haya querido lastimarme.

-Una... ¿Roselia?- Dije viendo al pequeño pokemon al frente mío.

Antes de que cualquiera pudiera hacer algo, esta muestra la medalla que acababa de ganar y corre fuera de nuestro alcance.

Un momento.

-¡¿Se ha llevado mi medalla?!- Pregunté buscando en mi blusa si estaba la medalla que acababa de ganar.

Todos mis compañeros se molestaron, habían trabajado muy duro para conseguir ganar, solo para que un pokemon ladrón viniera y se lo llevará como si nada.

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-No te muevas.- Dije rociándole algunos antiparalisis, estábamos en el Centro Pokemon.

-Ros, ross.- Chilló cuando pasé un poco de la medicina por su cuerpo.

Al final logramos recuperar mi medalla y ganar una compañera al equipo, ¡Yei!

Aunque a los demás no les gustaba mucho la idea, en especial al pokemon psíquico que tenia a mi lado.

Aún no se fiaba de Anohana, sí, así se llama.

-Bueno, ya vamos, ya es de noche, al menos logramos llegar al pueblo Verdegal, ahora tenemos que buscar la casa de Blasco.- Dije guardando a todos en su respectiva pokeball, excepto a Muffin, ya que no participó mucho en el combate al no tener mucha ventaja.

Por suerte estaba con energía suficiente para acompañarme y cuidarme.

Nos paseamos por el lugar, aun de noche se podían notar las flores decorando el sitio y su aire puro.

Luego de muchas vueltas encontramos la casa, con mucha pena tocamos al ser ya de noche.

-¿Si?- Dijo una señora abriendo la puerta.

-Disculpe, soy amiga de Blasco, ¿De casualidad estará?- La expresión de la mujer cambió a uno de alegría.

-¿Amiga de Blasco? Pasa, pasa.- Dijo haciéndose a un lado.

-Muchas gracias.- Dije entrando y observando el lugar.

-Oh, eres la chica de la mañana.- Observe al mismo señor que estaba junto a Blasco.

-Así es, vine a ver si estaba Blasco de casualidad.-

-Oh, Blasco se ha ido.-

-¿Ah?- Dije impactada.

-Ha dicho que quería volverse más fuerte, y pues eso, se ha ido.- Suspiró.

-Oh, que pena, quería verlo y darle algunos consejos.- Agache la cabeza decepcionada.- Bueno, supongo que me iré, muchas gracias.-

-Pero, puedes quedarte en su cuarto, no creo que le moleste, ¿Verdad cariño?- Observó a la mujer, quien asintió.

Y así es como terminé en el cuarto donde Blasco se estaba quedando, observé el lugar, simple, pero bonito.

Solté a todos mis pokemon para que se pusieran cómodos.

Había sido un día muy agitado, necesitaba dormir.

Mis mejillas enrojecieron al sentir el olor característico que Blasco dejaba.

-¿Kir?- Buscó mi mirada.

-Shh, duerman.- Sentencié mientras apagaba la luz.

¿Por qué mi corazón late tan rápido?

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