Capítulo 2+
Olivia+
Hoy era mi segundo día de universidad.
Me encontraba de camino hacia la clase del señor Styles. Estiré un poco más el dobladillo del vestido que llevaba ya que me sentía un poco expuesta. Éste me llegaba por la mitad del muslo y tenía una caída preciosa. Aunque a simple vista parecía un sencillo vestido blanco, me daba la impresión de que iba casi desnuda.
Suspiré y agarré las correas de la mochila. Sopesaba la idea de darme prisa para llegar pronto, o andar despacio para llegar tarde. No quería entrar en el aula. No quería ver cómo mi profesor ligaba con chicas. Debería haberme ido a Harvard.
Giré la esquina que daba paso al pasillo abandonado en el que se hallaba su aula. No llegaba a entender por qué su clase estaba tan apartada. Quizá para que nadie oyera las cosas malas que les hacía a las chicas. Me ponía enferma con tan sólo pensarlo.
Al cruzar el umbral de la puerta, casi pegué un brinco. El señor Styles se estaba enrollando con una chica, pegados a la pizarra blanca. Ella parecía ser una estudiante.
Sin pensármelo dos veces, salí pitando del aula para que él no pudiera verme. El corazón me latía a mil, e intenté tranquilizarme.
Pasados unos minutos, sonó el timbre y vi cómo la chica se escabullía del aula. El señor Styles salió y se apoyó junto al marco de la puerta. Me sonrió perversamente, y yo puse cara de asco. Él soltó una risita y volvió a entrar.
Lo seguí y me senté en el mismo sitio de ayer. A medida que iba pasando el tiempo, el aula se iba llenando de estudiantes que conversaban y reían. Cuando sonó por segunda vez el timbre, el señor Styles dio una palmada para ganarse la atención de la clase.
—Está bien, jóvenes. Voy a darles algo suavecito con lo que empezar. El cuervo, de Edgar Allen Poe. Es un libro para bebés. —Tenía razón. Yo ya me lo había leído en mi primer año de instituto—. Aunque no será tan sencillo —continuó—. La cosa se irá complicando a medida que se vayan despidiendo de sus ruedines. Si consiguen dominar todos los trabajos, se podrán considerar cinturón negro de karate.
Puse los ojos en blanco ante su forma de expresión. Aunque mi gesto era algo que mi madre me prohibía hacer. Nunca se lo había hecho a ningún profesor. Siempre había sido de las que les hacía la pelota.
—Vuelvo a recordarles el trabajo de hoy. Primero, leen el libro. Segundo, hacen una redacción de 800 palabras de éste. Y tercero, intenten no tener pesadillas esta noche —enumeró cada paso con la ayuda de sus dedos. Tras terminar, me guiñó un ojo y me sentí todavía más expuesta.
No me gustaba que los chicos hicieran eso. De todas formas, no me sentía cómoda alrededor de éstos. Sobre todo cuando se trataba de mi pervertido profesor.
El señor Styles cogió una pila de libros y se aproximó a nuestros pupitres. Fui testigo de cómo le entregó un libro a una chica y aprovechó para mirarle los pechos. Inconscientemente crucé los brazos a la altura del pecho.
Les estuvo entregando libros a todos los que se encontraban a mi izquierda. Cuando me llegó el turno, permaneció quieto durante un segundo y clavó su mirada en mis brazos. Enarcó una ceja, curioso, mientras mascaba chicle de menta.
Yo tenía la mirada clavada en su mano, que estaba sobre mi pupitre. Ésta era enorme, decorada con tatuajes pequeños y algunos anillos. Su perfume se había hecho más intenso y era capaz de sentir su aliento en mi oreja. Con tan sólo pensarlo, sentía escalofríos.
—¿Por qué se tapa? ¿Hum? —susurró con su ronca voz. Lo miré, sin responder a su pregunta. Él soltó una risita y continuó repartiendo los libros.
Dejé escapar el aire abruptamente y cogí el libro. Ya lo había leído, aunque probablemente vuelva a echarle un vistazo.
Mientras el tiempo pasaba, yo continuaba sumergida en la lectura. Ya tenía algunas ideas de cómo estructurar la redacción. Me había hecho un resumen mental y no podía esperar a escribirlo todo en papel.
Antes de que me diese cuenta, sonó el timbre. Todos se levantaron rápidamente de sus sillas y se dirigieron a la puerta. En mi caso, comencé a recoger mis cosas hasta que una voz atrajo mi atención.
—Espere un segundo, señorita Wills —habló el señor Styles. Empezaron a sudarme las manos de los nervios. Alcé la mochila y la coloqué sobre mis hombros, mientras caminaba lentamente hacia su escritorio.
Mientras yo esperaba impacientemente, él removía los papeles que tenía en su escritorio. Empecé a dar golpecitos en el suelo con el pie, lo que hizo que sus labios se ensancharan y sonriera.
—Se supone que debo darle esto —dijo, y me entregó un formulario—. Es un programa para los estudiantes con matrícula de honor. Al parecer usted fue una de las recomendadas. Está muy bien para conseguir créditos extra. Sólo se aceptaron a unos pocos; a los que yo personalmente di el visto bueno. ¿Qué le parecería hacerlo más placentero con su presencia?
Cogí el formulario, impactada. No porque me hubiesen escogido, porque eso no era ninguna sorpresa. Sino por el hecho de que me había insultado al decir «hacerlo más placentero». Su mirada perforó mi cuerpo entero, mientras se humedecía los labios.
—Y ese vestido está contribuyendo muy bien. Le proporciona un aspecto de pureza e inocencia inimaginable. Pero no estaría nada mal algo más de piel —sonrió perversamente.
Lo miré con los ojos abiertos de par en par, pero él aprovechó para guiñarme un ojo.
—Puede retirarse. —Parpadeé un par de veces y después me di la vuelta y me marché.
Empecé a sopesar la idea de ir a hablar con dirección y comentarle acerca de su continuo acoso sexual.
••
Permanecí sentada, esperando mi turno en la oficina principal. Había decidido que lo mejor sería rellenar una hoja de reclamación para el rector de la universidad. No iba a quedarme de brazos cruzados sin hacer nada mientras él aprovechaba para lanzarme comentarios sexuales. Mi aprendizaje era lo más importante en mi vida, y necesitaba sentirme cómoda y a gusto.
—Olivia Wills, el rector la está esperando —dijo la mujer que había detrás del escritorio. Le sonreí, pero ella no se inmutó. La gente de aquí era algo grosera.
Entré en el gran despacho y tomé asiento en la silla que había enfrente del rector. Rondaría los cuarenta años, y vestía con un traje bastante elegante.
—Dígame, ¿a qué se debe su visita? —me preguntó. Inspiré profundamente y me preparé para soltar lo que ya me había preparado con antelación.
—Mi profesor de literatura, el señor Styles, me está acosando sexualmente. Aunque creo que también se lo está haciendo a otras chicas. No me siento cómoda con su manera de enseñar y me siento obligada a informarle de que no es nada profesional. Lo mejor sería que usted tomase las medidas necesarias para así disponer de un mejor lugar a la hora de estudiar. No quiero que ciertas cosas se interpongan en mis estudios —declaré.
Él asintió lentamente, hasta que se le escapó una pequeña risilla. Lo miré, confundida por lo que acababa de hacer.
—El señor Styles es un joven muy respetado. Nunca haría tal cosa —me aseguró.
—Pero... —empecé a decir.
—Mire. Entiendo perfectamente que esté teniendo algún tipo de fantasía con él, porque es un hombre joven. Pero no puede dejar que esas cosas le hagan decir lo que me está diciendo. Esto es un asunto muy serio, y no puede venir y mentir por mero gusto —dijo.
Lo miré atónita. ¿Me lo estaba diciendo en serio? Parpadeé lentamente y al final acabé asintiendo. Me había quedado sin palabras, así que me di por vencida.
Salí del despacho, y suspiré. El señor Styles seguro que los tenía todos en su bolsillo.
Excepto a mí.
••
Regresé a mi habitación y llamé a mi madre para informarle sobre mis deberes y mis trabajos. Decidí omitir la parte del rector.
Después, empecé con la redacción. Cada párrafo hablaba de un tema diferente.
En el primero: la introducción. En el segundo: el ambiente, los personajes, etc. En el tercero: el problema y el argumento. En el cuarto: mi reflexión de lo que nos quería transmitir el libro. En el quinto: la interpretación de los personajes. En el sexto: el estilo y el tono empleado (explicando el porqué). En el séptimo: mi opinión sobre el libro. En el octavo: un resumen. En el noveno: el desenlace. Y en el décimo: la conclusión de la redacción.
Pasé lo que había escrito en sucio al ordenador. Cuando terminé, vi que había escrito 905 palabras. Conecté la impresora y lo imprimí. Sonreí al ver el resultado.
Más le valía ponerme un sobresaliente.
| ¡¡Segundo capítulo recién salidito del horno!! Jajajaajaja. Espero que os haya gustado y hayáis disfrutado con la actitud de nuestro profesor Styles, mmm.
Muchísimas gracias por las 300 visitas y por los votos y los comentarios. Espero que esta historia tenga tanta aceptación como mi otra traducción, Wicked. Así que os animo a que votéis y comentéis, que me digáis lo que os hace sentir este Harry ahksjhfjdkg. A mí de todo, vamos xd.
En fin, gracias de nuevo. Nos vemos pronto :)x
Todos los créditos para horanshair, escritora de la historia. |
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