Sin escape

Había disfrutado de la compañía de Salomón por varios minutos incluso Julia se miraba muy sonriente a su lado, solo que sentía una extraña sensación, por un momento pensé que se trataba de Cristopher, pero hace más de veinte minutos que no sabía de él.

—Este ha sido un mes muy movido, estar aquí se convirtió en mi pequeño escape —Salomón parece estar algo cansado y no es para menos, su trabajo y recientes estudios de universidad, además del último problema familiar lo han tenido muy agotado, estresado y con pocas energías.

—Lastima que tu vuelo sea esta noche, de lo contrario podríamos reunirnos y tomar un poco para poder despejarnos —Julia parece estar muy apenada por la salida de Salomón y yo al escucharla me sorprendo.

—Recuerda que tu no puedes tomar —recalco lo más obvio de la situación y recibo una mirada de desagrado por parte de mi amiga.

—No es tan grave, tomaría unas copas, no el jarrón completo —murmura Julia en medio de su reproche.

La excusa de Julia es muy tonta, se que se está cuidando, pero le hice una promesa a Enrique y es no dejar que ella se descontrole o haga lo que quiera por el día de hoy.

—Vamos a tomar algo —La invitación de Salomón me sorprende y lo miro de mala manera hasta que él se retracta—, no te preocupes serán bebidas con la mínima cantidad de alcohol o en su defecto no tendrán nada.

—Está bien —comento con mayor tranquilidad y ante mis palabras Julia se aleja de mí para tomar de la mano a Salomón e irse directo al área de catering y bebidas.

Los miro alejarse y niego ante el comportamiento de Julia, está tan cerca de dar a luz que trato en los más minino discutir con ella, sobre todo por tonterías; decido caminar hacia los demás pasillos de exposición, tengo entendido que hace cuatro días se había llevado a cabo una exposición de arte y algunas de las obras aún se encontraban en el lugar. Camino atenta a los cuadros, hasta que soy tomada del brazo y llevada a una oficina con brusquedad, mi parte racional trata de gritar, pero la otra persona es más astuta ya que tapa mi boca con su mano.

Me muevo con fuerza y cuando me encuentro con el responsable de aquel acto, con su mirada oscura, me enfurezco.

—Cálmate corderito, parece que estás muy briosa hoy —susurra muy divertido , su sonrisa arrogante se aprecia en todo su rostro.

Con fuerza me suelto de su agarre y camino por la estancia, trato de alejarme de él mientras mi mirada deja de ser amistosa o compresiva.

¡De por Dios esto no tiene nada de compresivo!

—Tienes una extraordinaria capacidad de hacerme enojar con facilidad —comento irritada al verlo, él parece estar muy tranquilo.

—¿Crees que tú no? —habla con ironía, como si sus palabras fueran racionales.

—Sabes, yo no soy una santa, mi madre siempre me recalca que yo —enfatizo— fui y sigo siendo su dolor de cabeza, pero que quieras decirlo tú... —Me río sin energía.

—Quieres que sonría como si nada después de verte en los brazos de otro —Cristopher luce controlado, pero en cada palabra sube el tono de su voz, quiere hacer un reclamo.

—Parece que tienes un espejo, sin embargo, evitas mirarte en el —Me parece estúpido esto, no entiendo que reclama después que fue él quien estaba casi abrazando a la fulana.

Cristopher decide quedarse cerca a la puerta, se sienta sobre una mesa a su lado, decide quitarse el abrigo y masajear la parte posterior de su cuello.

—¿Y ahora qué? No me puedes mantener en este lugar —Le reclamo por lo que está haciendo, esto que hace me esta molestando.

—Lo estoy haciendo —murmura mirándome fijamente, su sonrisa está llena de malicia y poder que él mismo cree tener.

Camino hacia él, sería imposible que me retuviera en contra de mi voluntad. Cuando mis manos tocan su pecho para tratar de empujarlo solo necesita de una mano para tomarme de la muñecas y detenerme, de nuevo.

—¡Cristopher, déjame salir! —chillo y pataleo, pero sigue con su porte estoico hasta que reclina casi por completo mi cuerpo sobre la mesa y puedo notar como su respiración está agitada.

—¿Quién era él? —pregunta serio, con la mandíbula apretada, provocando que evite mover sus labios al hablar.

—Oh, claro tu macho herido sale a relucir —comento con burla, provocándolo y sonrió al ver como su enojo aumenta poco a poco— ¿acaso la chiquilla te dejo?

Mis últimas palabras están llenas de rabia, ¿Cómo es posible que él venga a reclamar algo y yo me quede callada?

—Estas celosa —afirma elevando la comisura de su labio en un intento de sonreír.

Finjo una gran sonrisa y mira hacia la puerta esperando que alguien llegue en este preciso momento y acabe con el teatro impuesto por Cris. Escucho una canción proveniente de mi teléfono, lo busco y trato de dar con en, pero en la posición en la cual me encuentro me imposibilita hacerlo.

—No me importa que esta rondando por tu mente de cavernícola, pero necesito contestar —replico y hago en mayor esfuerzo en escucharme calmada, pero lo único que consigo es que su cuerpo se pegue mas al mío—. Cristopher, te estas comportando como un crío —comento seria, pero se que el tono de mi voz es una señal de regaño.

Su boca va directo a mi cuello y reprimo un suspiro cuando su respiración va directo a la vena, a mi área sensible; su agarre disminuye a tal punto que puedo soltarme, pero ahora tengo otro problema, no logro salir bajo su cuerpo.

—Me estás volviendo un loco, un adicto de tu cuerpo y a querer tenerte siempre cerca—murmura, el tono ronco en su voz envía leves escalofríos a cada parte de mi anatomía; suspira, huele mi cabello al mismo tiempo que lo acaricia.

—Cristopher, tu también me estás volviendo loca—comento con gracia, además aquello de manera literal es verdad—, pero no podemos resolver esos asuntos de esta manera.

Una parte de mi mente razona que ahora estamos en una relación, pero se supone que debemos tenernos confianza y no tratarnos como extraños cuando estamos con otras personas, claro, en eso los dos fallamos, pero aún no se me olvida su trato, sus palabras de anoche.

—Dame una cita, quiero que esto sea lo más formal posible —Parece que este hombre leyera mi mente, su comentario me ha dejado pensativa.

Al parecer la calma ha vuelto al sitio, claro solo al parecer.

Lo pienso un poco y cuando estoy por contestar mi teléfono suena de nuevo, pero esta vez no se detiene y cada vez que termina inicia de nuevo; Cristopher bufa ante la interrupción y es él quien toma mi celular, mira extrañado la pantalla y me lo entrega, es el nombre de Recepción Apart el que aparece y sin pensarlo más contesto.

Señorita Castillo, gracias a los cielos que contesta —La voz de Susan me indica que está nerviosa, pero el sonido de las sirenas en el fondo me alarma.

—Susan ¿estás bien? —pregunto insegura y un amargo sabor en mi pecho comienza a molestarme.

No señorita, pasó algo horrible necesito que se acerque con rapidez al edificio —En cada palabra el miedo es más latente, parece que desea llorar.

—Dime Susan ¿¡qué está pasando!? —Comienzo a irritarme al no recibir una respuesta clara.

Personas encapuchadas ingresaron a su departamento, tiraron todo lo que había y lo peor es que hirieron al señor Santino —cuando escucho sus palabras en medio de sus hipidos, siento como se me hiela la sangre al imaginarme la escena, el calor se va de mi rostro.

—No es posible... —murmuro confundida, siento que nada es real.

Dejo caer el teléfono de mis manos, miro a Cristopher y él me observa buscando respuestas a mi cambio tan brusco de humor y sentidos, toma el celular del piso y se aleja para hablar.

¿Por qué me está pasando esto a mi?

Cuando siento que tengo la puerta libre corro hacia esta, no tengo mas tiempo, debo salir de aquí y buscar las más claras soluciones, olvido con quien estaba y ahora con quien me encuentro, mis piernas al mismo tiempo que tiemblan se mueven con prisa, siento que mi corazón palpita con fuerza y en un momento mientras bajo las escaleras mi visión se torna borrosa.

—Iré contigo —Su mano toma mi cintura y me ayuda a caminar hasta que llegamos al área de parqueo para salir del sitio en su auto.

Una escena imaginaria ronda por mi mente, pero lo que más me impacta es saber que mi vecino, el señor Santino, la misma persona con la que Cristopher por poco y se pelea se encuentra herida, y me da miedo pensar que es grave.

Miro a Cris a mi lado, conduciendo con una gran seriedad, su entrecejo está más marcado que de costumbre y cuando siento como una lágrima baja por mi mejilla siento su mano sobre la mía, tan fuerte y segura que un suspiro se escapa de mi garganta; tomo con fuerza su mano entre la mía, entrelazamos nuestros dedos, siento y creo que él me está demostrando su cariño y brindando fuerzas. Cuando llegamos dos carros patrullas se encuentran estacionados frente al edificio, cuando ingresamos a este la multitud presente en la recepción nos impedía caminar o tomar el ascensor; decidí correr escaleras arriba esquivando a algunas persona que se encontraban por el camino y en la puerta de mi apartamento varias cintas policiales impedían el ingreso, pero a falta de personal visible en el lugar entré.

—Disculpe señorita, pero no puede ingresar —comenta una voz autoritaria a mi espalda, pero la ignoro.

Todo está hecho pedazos, las sillas se encuentran volcadas y rotas junto a varias piezas de porcelana y vidrio que de seguro corresponden a mis platos, pocillos, vasos y demás; camino hacia mi cuarto y el panorama solo parece empeorar, papeles regados, rasgados y algunos quemados; cajones tirados y vaciaron mi ropa por todo el lugar ya que esta se encuentra en el suelo. Tomo uno de los papeles del suelo y al leerlo compruebo que se tratan de la empresa, mi trabajo...

Recuerdo haber dejado la laptop sobre la cama, pero al buscar en todo el dormitorio no encuentro nada, solo destrucción. Cuando una mano toca mi hombro mi cuerpo reacciona involuntariamente a través de un notorio sobresalto y doy varios pasos hacia adelante para alejarme del recién llegado.

—Oye, tranquila soy yo —Cristopher trata de tranquilizarme, pero ¿Cómo hacerlo?

—Tienen que salir del lugar —Un hombre de mediana estatura se acerca a nosotros, es un oficial de policía o eso es lo que creo al ver su uniforme— Se seguirán haciendo análisis y tomando evidencias en el sitio y su presencia puede entorpecer la labor o estropear las evidencias —comenta al ver mis manos aun con el trozo de papel.

—No encuentro mi computadora —murmuro.

El hombro con su mirada nos insiste en salir y es Cristopher quien me lleva a la salida, junto a la puerta un hombre y una mujer parecen estar esperándonos ya que al notar nuestra presencia caminan hacia nuestra dirección.

—Agente Wilson —La mujer nos enseña su placa por unos segundos—, me encargaré de investigar este caso y encontrar los responsables del intento de homicidio hacia su vecino el señor Santino, necesito realizarle algunas preguntas.

La oficial me toma del brazo para alejarnos un poco de las demás personas y cuando siente que estamos lo suficientemente alejadas me observa.

—¿Tiene conocimiento de alguna persona con sentimientos negativos hacia usted? ¿Algún enemigo? —Cuando pregunta toma del interior de su chaqueta una pequeña agenda y un lapicero.

No creo haber hecho algo malo para tener ese tipo de personas detrás de mí, solo he tenido pequeñas discusiones, pero no han trascendido, como lo es mi relación actual con Jacobo.

—No —termino de decir después de pensarlo un poco.

—Cualquier información por muy insignificante que parezca nos puede ser de ayuda —comenta con determinación— niego con mi cabeza —. La señora Santino nos comento que hace poco, un hombre llegó en horario de madrugada a golpear su puerta ¿nos puede informar sobre ello?

Miro hacia Cristopher, él se encuentra hablando por teléfono al final del pasillo y al volver mi mirada hacia la agente noto que mi gesto no le pasa desapercibido.

—¿Se trata de ese hombre? ¿Qué tipo de relación mantienen?

Cada una de sus preguntas me incomodan y muerdo el interior de mi mejilla para evitar comentarle a la mujer que aquellos son temas muy personales.

—Es...mi...pa-pareja —tartamudeo en cada palabra de la oración y me sonrojo de inmediato.

—Así que él fue el hombre que irrumpió en el edificio —habla la mujer mientras escribe—. ¿Sabe usted dónde se encontraba el hombre entre las diez de la mañana y la una de la tarde del presente día?

—Él estaba conmigo —respondo y parece que aquello le satisface.

—Si la necesito me comunicare con usted y si recuerda algo más espero que haga lo mismo con nosotros —Me informa al alejarse de mí y cuando se encuentra con su compañero vuelve a mirarme —. Recuerde que un hombre se encuentra en el hospital en este momento.

Esquivo su mirada ¿Cómo le haré entender a todas las personas que me rodean que no sé nada?

Rio con incomodidad, ¿acaso esa mujer me cree tan insensible como para no recordar que mi vecino fue herido mientras desconocidos irrumpían en mi apartamento? Tan solo al imaginar que en lugar del señor Santino me encontrara yo, me hiela la sangre.

—Salgamos de aquí, necesitas descansar —La voz de Cristopher me devuelve a la realidad.

—Necesito algunas cosas —Camino de regreso a mi residencia, pasando por un lado de Cristopher solo que él me detiene.

—No te permitirán la entrada, no por el momento —Su agarre en mi brazo es fuerte, pero por fortuna no me lastima.

No me importa, regreso a mi cuarto, busco dentro del armario una pequeña bolsa y dentro de ella guardo algunas prendas de vestir y cuando considero que no cabe más salgo para encontrarme de nuevo con Cristopher.

Su mano me lleva hacia su cuerpo, pierdo un poco la noción del tiempo y solo me dejo llevar por él hacia la recepción del hotel donde me encuentro con Joaquin, Julia acompañada de Enrique y Mariana, me sorprendo un poco al verla, sobre todo el no ver a Jose a su lado.

Las palabras no salen de mi boca, me siento extraña y muy nerviosa, quizás solo haya sido un robo al azar que desafortunadamente terminó en mi lugar de residencia.

—¿Estás bien? —La pregunta de Mariana demuestra preocupación, de seguro mi estado no es el mejor.

Me refugio entre sus brazos por un momento, logro tranquilizarme para poder hablar.

—¿Cómo sabían que me encontraba aquí? —Mi interrogativo es para los recién llegados y es la misma Mariana quien toma la palabra.

—Jose recibió una llamada algo extraña, pensamos que habías sido tú, ya que la voz se asemejaba —comenta extrañada—, a los segundos colgó. Revisamos tu agenda y recordamos que tenias una invitación por parte de la Señora McAdams y salimos para el lugar, allí me encontré con Julia y ella no sabía nada de ti.

—Y él ¿Dónde se encuentra? —pregunto.

—La señora McAdams necesito de su presencia —responde de mala manera, al parecer la mujer nombrada está muy lejos de ser de su total agrado—. Tengo entendido que se conocieron hace algunos años, gracias al trabajo que realiza Jose.

Mismo trabajo por el cual nos conocimos, Jose es lo que podría llamarse un cazatalentos, sin embargo, su área específica de trabajo es el modelaje.

Recuerdo la pérdida de mi computador, así que decido comentarle a Mariana algo importante.

—Me han robado mi computador y necesito que le comentes a Jose que no me envíe nada a mis correos, intentaré bloquear mis cuentas —comento seria, no quiero perder información muy importante.

Escucho algunas maldiciones y palabras de asombro por parte del grupo, si ellos se encuentran sorprendidos solo al escuchar lo que pasó, de seguro comprenderán como me siento yo.

—Viajaras con nosotros —informa Julia muy decidida—, siento que es peligroso que te quedes aquí, sola.

Sonrío complacida por su ofrecimiento y antes que pueda hablarlo, Cristopher se hace a mi lado.

—No será necesario, Antonia se hospedara en mi casa el tiempo requerido para la investigación —comenta Cris, lo miro extrañada, pero su rostro me confirma que no está bromeando, que su proposición es real.

—Toña... —Julia me llama, ella se encuentra muy sorprendida y no es para menos.

—Ah, sí, no te preocupes —hablo con calma y centrándome en mi amiga—, recuerda que debes guardar reposo, el bebé llegará pronto y ante alguna eventualidad hablaré con Enrique.

—Sabes que puedes hablar con nosotros —La voz de Enrique es fuerte, así como su porte protector.

Asiento a sus palabras, decido quedarme unos minutos más, quizás pueda recibir alguna información sobre lo ocurrido; insto a mis amigos para que se marchen y sigan disfrutando del día.

—Tú también debes descansar —Las manos de Cristopher masajean mis hombros mientras recibo un beso en mi cabeza, suspiro agotada.

—No creo que sea prudente quedarme en tu casa, puedo ir a un hotel —comento apenada y él hace que me gire para verlo a la cara.

—No me sentiré bien si te quedas sola, además los dos nos haremos compañía —Ante sus últimas palabras noto un brillo especial en su mirada, siento algo de deseo y cariño.

Se que de nada me servirá negarme a lo que dice, pero no mentiré, no quiero estar sola.

De camino a su casa, noto algunas decoraciones festivas, no soy de realizar este tipo de celebraciones y mucho menos el salir disfrazados por las calles para pedir dulces, mamá me prohibió asistir a dichas fiestas y con el paso del tiempo dejaron de llamarme la atención, solo fue en mi época de universidad donde salía a divertirme, pero para mi solo eran fiestas, algo divertidas y ocurrentes, pero nada más.

—¿Tienes algún disfraz para mañana? —La pregunta de Cris hace que lo mire con dudas, él solo alza los hombros —¿No la celebras?

—Digamos que soy ajena a ello, ¿y tú? —lo miro esperando su reacción a lo que sonríe.

—En algunas ocasiones, mi hermana era la más enfática con ello —Su sonrisa se amplía al recordar—, junto a nuestro hermano salíamos a pedir nuestras golosinas por las calles.

—Debe ser genial tener hermanos —murmuro.

El regresar a su departamento provoca en mi cuerpo una sensación exquisita, solo había sido una vez, pero los recuerdos parecen estar dibujados sobre las paredes.

—¿Quieres algo de comer? —Cristopher se encuentra en la cocina y me encamino hacia el lugar, niego ante su pregunta.

Me analiza por unos segundos y su cara de reproche es lo único que miro al verlo salir del lugar, no sin antes llevarme con él hasta el sofá.

>>¿Cuál fue tu último horario de comida?

Me pego a su pecho, omito esa pregunta por que no recuerdo muy bien a qué horas fue; siento sus caricias en mi espalda y antes que el sueño se apodere por completo de mi escuchamos el timbre sonar, me levanto para que Cristopher pueda atender y me sorprendo cuando veo que camina de regreso con una pequeña caja, me acerco y al ver con más detalle el objeto me sorprendo al leer mi nombre.

Cris lo deposita sobre la mesa de centro, su gestos demuestran lo confundido que se encuentran —No lo abras —exige, busca su teléfono mientras camina hacia el balcón, cierra tras su espalda la gran ventana de vidrio y de reojo me observa.

Muerdo mis labios, todo este evento me ha tenido con los nervios a flor de piel, pero lo que siento ahora es pura curiosidad ¿Quién ha enviado esto y precisamente a la casa de Cristopher? Aprovecho un momento de distracción y con rapidez abro el paquete, me quedo totalmente en blanco al ver el interior.

Grito asustada y me aferro al cuerpo de Cristopher tan pronto lo siento a mi lado, el olor proveniente de la caja es tan fuerte que siento arcadas, cierro los ojos y maldigo internamente al saber que esa es una imagen que no olvidaré.

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