Epílogo
1 Diciembre 2020
Aun podía recordar el vapor del chocolate caliente de esta mañana chocando sobre mi cara, ahora puedo decir que esta época decembrina me cubre por completo y por fortuna sin dejar a un lado el olor a dulce por las calles.
Apenas está iniciando la navidad, pero cada persona e incluso cada casa tienen un espíritu festivo que contagia la felicidad. Por fortuna, en San Francisco, el clima no era un obstáculo para disfrutar, no hace frío y en las ocasiones en las que llueve los museos llegan a ser un deleite visual.
Sigo mi camino hacia la bahía y aunque trato de recordar parte de la conversación con mis padres después de levantarme, se cuelan algunas recomendaciones de mi psicóloga.
Recordar un pasado doloroso, solo traerá más dolor.
Tú eres tu prioridad para ser feliz.
Suspiro.
Ya había pasado un año y podría decir que llevaba un progreso que me sorprendió, aun después del show mediático entre las noticias de farándula. Sí, había sido el punto principal en muchas transmisiones, sin embargo, no fui la única nombrada en los programas matutinos.
Grace pagaba su sentencia en la cárcel después de un arduo proceso de investigación, ya que a pesar de las pruebas, la familia Samuells era muy poderosa e hizo lo posible por demostrar su inocencia a base de problemas mentales causados por la separación; siempre me pregunté qué tenía que ver Luz McAdams en todo eso y aun lo hago, después de saber que fue gracias a su testimonio que se hizo justicia.
Martina Ferrer es madre de una bella niña, por fortuna se parece a ella y no a alguno de sus dos papás, me siento tranquila al saber que logró fortalecer su relación y bueno, ambos hombres quieren a esa bebé sin importar nada.
Joaquin estaba sufriendo un poco, no era fácil lograr que una empresa inicie, prácticamente, desde cero, sin embargo, él no es un chico que se rinde ante las adversidades. Yo estaba a su lado y él al mío, como siempre.
Julia y Enrique son los mejores padres que he visto, aunque a Martin no le gusta mucho ser el centro de atención o recibir muchos mimos. Debo decir que para tener un año es todo un niño independiente y ante la sorpresa de mi amiga, ese niño sabe quien es su tía favorita.
Melissa es la chica más enamorada y feliz que he observado después de una vez proclamarse un alma libre y sin ¿ataduras? Siempre que hace algo diferente a su antigua rutina me confiesa lo extraña que se siente y los cambios que el amor ha hecho en ella. Recuerdo la ocasión en la cual nos conocimos y lo nervioso que estaba después que sutilmente lo amenazara. Siempre tomando precauciones.
Había sabido algo de Cristopher en Argentina y su regreso al trabajo, la casi renuncia a su puesto en la empresa familiar y la apertura de un nuevo restaurante, uno más pequeño y sencillo que los anteriores, pero lleno de sabor.
Respiro, puedo sentir el agua salada y oler algunos platillos de mariscos provenientes de Fisherman 's Wharf.
Busco un sitio libre, esperando que mi favorito lo esté, llego hasta un local de sopa de cangrejos, saludo a uno de los meseros y busco la mesa cercana a la terraza, desde allí puedo ver a algunos leones marinos y no dejo de sonreír escuchar su peculiar sonido.
—Ha llegado un poco más temprano.
Regreso mi vista hacia Carry, una joven chica que trabaja aquí y una de las primeras personas en conocer al llegar aquí.
—Ya sabes que en estas épocas es difícil encontrar algún sitio libre, así que tengo que aprovechar.
Ambas reímos.
—Tráeme algo rico, pero sin tanto marisco.
—Anotado —comenta Carry al salir hacia otra mesa.
Aun recuerdo la ocasión en la que descubrí que el exceso de mariscos generó en mí una reacción, no alérgica, pero si desagradable que no quiero volver a repetir y que nadie debe saber.
—¿Es muy temprano para una bebida?
No lo había visto, pero por su voz a mi espalda, podía deducir que se trataba de un chico, quizás uno saliendo de la adolescencia para convertirse en un flagrante adulto.
Pongo sobre mi rostro una sonrisa de disculpa, aunque me gana más la risa y termino riéndome al momento de ver al chico, solo que detrás de este y con su rostro mostrando aburrimiento se encuentra él.
—¿No eres algo joven para una bebida? —pregunto y podría jurar que cuando él escucha mi voz se sonroja, bueno, ambos lo hacen.
—¡Oh, por Dios! —Se queja— ¿Cuántas veces debo decir que no?
—Te lo dije —comenta con gracia a su espalda.
Me río un poco más alto y su risa me acompaña. Ya cuando me encuentro más calmada logro verlo con mayor claridad y él hace lo mismo.
—¿Se conocen? —pregunta el chico intrigado girando su cabeza para mirarnos a ambos.
Decido no decir nada y él por su parte revisa su teléfono.
—Te dije que pasaría —dice al momento de colocar su mano sobre el hombre de su acompañante—. Tu madre te está esperando y parece enojada.
El chico se ruborizó por completo y más cuando ve, lo que creo es un mensaje por parte de ¿serán jefe y empleado?
Trato de no reír al ver su rostro mortificado, levanta la manos haciendo una señal para despedirse de ambos y lo vemos salir del lugar.
Escucho su suspirar, está nervioso. Tratamos de hablar, decir algo que fuera coherente, pero no hay nada. Quizás no estamos preparados.
—Escuche que en la noche aquí se realizan los mejores cócteles y bebidas frías —comento con algo de inseguridad—, no los he probado antes y...
—Tengo una pregunta que hacerte.
Solo con decir aquello me siento recta sobre el espaldar de la silla y me preparo para lo que pueda ser un rechazo.
—¿No era yo quien realizaba la invitación?
Trato de organizar un poco mi desordenado cerebro, hasta que poco a poco, entiendo.
—Esa se encuentra pendiente, esta vez invito yo.
Cristopher sonríe y yo vuelvo a respirar.
—No puedo decirle que no a una bebida helada en Fisherman 's Wharf, durante la noche y frente al mar, sería un delito rechazarla.
—Exacto, como negarnos a eso.
De fondo, una canción me lleva a ver este espacio de forma especial, sobre todo al escucharla en español y ahora en diciembre.
¿Acaso es una señal?
A fuego lento revoltosas
Caricias que parecen mariposas
Se cuelan por debajo de la ropa
y van dejando al sentimiento,
Amor forjado a fuego lento.
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