Entre lo amargo y lo dulce
13 octubre 2019
La noche anterior había sido una de las más divertidas en compañía de mi tía Karen y John, no pensé que ese hombre sería muy agradable y chistoso, después de comer decidimos jugar a las cartas y como soy algo mala para ese juego perdí en varias ocasiones, pero logré desquitarme al jugar en el parqués. Miro el reloj y pronto serán las nueve de la mañana, sigo moviéndome en la cama sin querer levantarme, pero no puedo quedarme más tiempo aquí, el bus saldrá a mediodía y como siempre debo mirar las maletas antes de irme.
Reviso mi celular y encuentro otro mensaje sin destinatario.
Recuerdo tu sonrisa y sin duda es algo maravilloso de observar,
nada logrará opacar tu verdadero ser.
C
Suspiro y miro al techo, comienzo a sospechar que los mensajes han sido enviados por error, si es una forma de coqueteo y espera la respuesta se va a desilusionar al saber que esta no llegará. Lo envío a la papelera e ignoro su existencia.
Después de cepillarme los dientes y lavar mi cara bajo las escaleras para ir directo a la cocina, mi estómago para una bestia al rugir por sus alimentos y con fortuna no hay nadie a mi alrededor, no quiero recibir más burlas por eso. Busco algo de leche y cereal para llenar el bowl, aprovecho a tomar pan tajado con algo de queso y crema de pollo para armar mi sándwich, llevo los platos a la mesa y como tranquilamente.
Cuando estoy por terminar recibo una llamada.
—Sabía que si no te llamaba tú no lo harías —la voz de José se escuchó más demandante que de costumbre.
Traté de aclarar mi voz, pero la comida seca se atora en mi garganta y corrí de regreso a la cocina por algo de agua y cuando me encontraba un poco, solo un poco más serena hablé.
—Hola —sin notarlo mi voz solo era un susurro y al otro lado la línea José respiro pesadamente.
Sí que soy una experta en embarrarla, soy una idiota. Claro, no los he llamado poco después de mi llegada y de seguro Mariana está enojada conmigo y yo solo pronuncio Hola. Paso una mano por mi cabello y tiro un poco de el.
—Creo que debes acabar con tus pensamientos de culpa —ironiza—. Mariana quiere hablar contigo.
No espero mucho para escuchar algunos ruidos y saber que José ya no se encuentra en la línea, pero antes que Mariana me diga cualquier cosa hablo primero.
—Sé que en este momento me estarás odiando y no te culpo, he olvidado por completo que ustedes estaban preocupados por mí y la situación antes de salir, pero te puedo asegurar que me encuentro bien.
Digo cada palabra tan rápido que espero que ella me haya entendido, pero su respuesta me descoloca y mis nervios se van de picada, Mariana parece reírse de mí.
—Cariño no te preocupes, sé que estabas o estás en casa de tu tía y que pronto irás a casa de tus padres, o eso fue lo que habías planeado antes de irte... pero escucharte fue muy lindo —después de hablar con dulzura ríe un poco, se que se burla de mi arrepentimiento.
Ruedo mis ojos ante sus palabras, no sé por qué me esmero tanto en algo para enmendar mis posibles errores y así es como me pagan.
—Siento que te estás burlando de mí —puntualizo al escucharla más calmada—, además José se oía tan —trato de buscar la palabra adecuada— enojado —por no decir estúpido— que...
—Él es tan... así, despreocúpate por eso; te llamábamos para saber ¿cómo estás?
—Estoy como hace dos días de nuestra última llamada, bien —bueno, no fue del todo bien, estuve por unos minutos en la cárcel, pero no vale la pena repetirlo.
—Eso quiere decir que no lo sabes —su voz seguía siendo amable, pero había algo extraño.
—Puedes ser un poco más clara, creo que me estoy perdiendo y odio que eso pase.
Mi "buen" humor se agotó con demasiada rapidez, no me gusta que se anden con rodeos sobre asuntos importantes y algo me dice que mi nombre aparece en esos asuntos.
—¿Recuerdas lo que me contaste sobre Claudia y tu inconveniente sobre... ya sabes? —pregunta con algo de timidez.
—Mariana, claro que lo recuerdo, estuve en una cárcel —contesto ante su raro interrogante.
—Todo ese asunto salió en la prensa de esta mañana, tu cara sale en primera plana —lo dice con algo de rapidez que me toma algo de tiempo procesar cada palabra..
Ahora entiendo la actitud de José al llamar; mi cuerpo cae lentamente hasta tocar el suelo y mi vista se sitúa frente al lavavajillas, aunque mi mente está en blanco y me sigo aferrando al móvil con fuerza, Mariana sigue hablando, pero no entiendo casi nada.
—...José estuvo hablando con algunos reporteros, pero ya sabes que la prensa rosa no entiende razones, pensamos que ya lo sabías o que te habían molestado los periodistas por aquel incidente —dice aquello último reflejando algo de extrañeza en su voz.
Trato de formular palabras, pero mi boca solo se abre y cierra sin emitir sonido, no entiendo por qué no lo vi venir, me siento tan mal al saber que olvide ese detalle.
Algo se me viene a la mente de inmediato, ¿por qué la noticia llegó primero a New York y no se hizo un anuncio acá en Colombia?
—¿Cuál es la fecha de la publicación? —pregunto con cautela.
—Es la primera edición del día de hoy, hay fotos muy claras del hecho, lo que odio es que la cara de las demás personas involucradas no salen o están borrosas, pero tu rostro...
—¿Crees que lo hicieron en contra mía? —siento un mal presentimiento.
—Quisiera tener alguna respuesta razonable a esto, pero no la tengo —por un momento no escucho casi nada en la línea, solo unos leves murmullos—. José me dice que te envío a tu correo un ejemplar de la estúpida primicia y que está investigando a la persona que hizo pública este chisme.
Dejo en celular sobre la encimera y corro hacia la habitación para buscar mi portátil, regreso a la cocina y tecleo con rapidez hasta lograr entrar a mi correo y ver el archivo que me ha enviado José, al abrirlo abro mi boca por la sorpresa y desafortunadamente no hay alguna duda que indique que la mujer que sale en la portada soy yo. Leo el titular:
Antonia Castillo una modelo de talento creciente ha demostrado que nada es lo que parece.
Busco las páginas indicadas, paso por alto los comentarios y me centro en las fotografías, la de mayor enfoque es la que relata la pelea en el bar donde trato de defenderme y la última en la cual estoy hablando con el oficial de policía.
—No te preocupes por eso ya nos estamos encargando del tema —la voz de Mariana es tierna y comprensiva, trata de ayudarme, pero lo que veo me deja sin palabras—. Tengo que dejarte, pero ante cualquier novedad te estaremos informando, cuídate mucho.
Termino la llamada y me dejo caer al suelo lentamente, solo tengo frente el lavavajillas y los cajones de los cubiertos, saber que esa noticia puede afectar mi trabajo y el de José me deja fría. Escucho algunos pasos en el segundo piso, de seguro es mi tía que está próxima a bajar, no quiero que se entere de lo sucedido y no quiero que me vea, de seguro no reflejo un poco de felicidad en mi rostro.
¡¿Qué mierda?! Me encuentro muy lejos de la tierra arcoíris.
Siento la presión en mi pecho y un ligero ardor, de seguro la comida me cayó mal por la noticia, solo espero que no empeore durante el viaje. Tomo una ducha y me maquillo ligeramente, quiero verme feliz y así evitar sospechar en la familia.
Cuando estoy por salir mi tía Karen y John me esperan en la sala, el rostro de aquella mujer es una carga para mí, está por romper a llorar y si no lo hace ahora sé que lo hará en su cama, cuando me haya ido.
Los abrazo a ambos, trato de forzar una sonrisa en mi rostro, pero sé que solo observan una mueca con algo de gracia.
—Gracias por todo y perdón por el desastre —un desastre llamado Antonia
—Sabes que te amamos y nada hará que la imagen que tenemos de ti sea diferente, cuidado en el viaje y saluda a tus padres de mi parte.
Nos abrazamos por última vez, John toma mis maletas y me ayuda a llevarlas hacia afuera y por sorpresa un taxi está esperando.
—No olvides que Karen es algo insoportable cuando no tiene noticias importantes... —John baja la voz mientras habla— ...y yo tengo que soportarla injustamente.
Reímos y al ver a mi tía me indica que escuchó lo que su novio dijo, aunque sonríe mueve la cabeza hacia los lados.
—Cuídense mucho.
Subo al taxi y le pido al chofer que me lleve al terminal, durante el trayecto pienso en la revista y la posible filtración de las fotos, pero al tratar de dar con una posible solución o hecho que aclare un poco el embrollo provoco que una parte de cabeza empiece a doler.
Cuando llego a la terminal y dejo las maletas en el bus correspondiente busco un puesto de periódicos, por encima no hay nada que me señale y respiro aliviada. Compro algunos pasatiempos, como crucigramas y sopas de letras y algo de chucherías para el camino.
Durante el trayecto trato de distraerme mirando el paisaje a través de la ventana o en la película que el conductor decidió colocar en la pequeña pantalla frente a todos los pasajeros. No la entiendo por completo, el protagonista tiene que matar a varios extraterrestres para así evitar la destrucción del planeta, sin embargo, muere y revive a cada segundo.
Una vibración en la chaqueta que llevo puesto me saca de mis pensamientos y teorías sobre lo que veo, al ver en mi celular que acabo de recibir un mensaje de Joaquín decido centrar toda mi atención en el pequeño aparato en mis manos.
Joaquín:
¿Cómo estás, pequeña dramática?
Giro mis ojos ante su comentario y contesto.
Me siento muy bien ¿acaso ya te hago falta y no
podías evitar en enviarme un mensaje? :D
Joaquín:
No seas tan presumida, hace unos minutos llamé a casa
de tu tía y me comentó que ya habías salido.
Pensé que aún tenía tiempo para hablarte
de un tema personal :(
Leer aquello hace que tome con más fuerza el celular y lo acerque a mi rostro, esto pinta algo interesante.
Que estemos en lugares distintos no significa que no
puedas hablarme o escribirme, puedes estar en total
confianza conmigo y lo sabes.
Joaquín:
Sabía que podía confiar en ti :3
Siento que estoy conociendo a alguien
importante y eso me pone nervioso.
Abro de sobre manera mis ojos, leo varias veces lo que Joaquín me envía y la curiosidad por saber de quién se trata me divierte y emociona.
Joaquín:
Estaba hablando con un amigo y tenemos muchas
cosas en común, lo que es espectacular, me ha
invitado a una salida con otras personas y aceptaré.
¿Estás preocupado por algo en especial?
Joaquín:
Es pensar que podemos estar llevando la relación con
algo de rapidez.
Joaquín es un hombre reservado y el que me esté contando sobre su privacidad me asombra un poco, pienso en lo que me gustaría decirle, pero no las palabras adecuadas para ayudarle un poco, mis relaciones no fueron maravillosas y me costó aprender de ellas. Miro la hora y pronto serán las tres de la tarde, estiro un poco mis piernas y mis brazos, siento y escucho a mi estómago así que busco algunas galletas y algo de jugo para comer; repaso el mensaje de mi amigo una vez más.
Sabes que te quiero mucho y espero que todo salga bien, pero
si no te siente cómodo no camines tan rápido, sé directo con tú
amigo sobre tus dudas y ante su respuesta actúas.
Joaquín:
Así lo haré.
Voy a salir, él me está esperando para ejercitarnos un
poco y después ir al cinema, cuídate mucho, nos
estaremos hablando.
Creo que en este momento nos sentimos como adolescentes, él al contarme sus secretos y yo al emocionarme por escucharlos o leerlos y esperar que todo salga bien, una sonrisa nace en mi boca y no puedo evitarlo, es como si estuviera leyendo una historia donde Joaquín es el protagonista y viaja al mundo rosa del amor. Suspiro mientras juego un poco con la cortina de la ventana y dibujo algunas líneas sobre el vidrio.
Busco mis audífonos y en mi playlist programo todas las canciones de Dua Lipa que tengo y cierro los ojos. Escucho Physical mientras muevo mis dedos siguiendo el ritmo y la canto en voz baja, reclino un poco la silla para estar más cómoda y sin evitarlo la letra me recuerda a aquel hombre del restaurante, su mirada no me abandona y su risa acelera los latidos de mi corazón ¿no está mal pensar en él un poco? No, quiero darme ese gusto.
Me muevo un poco incómoda, siento un leve dolor en mi mejilla derecha y noto que la música ha dejado de sonar, busco a tientas mi celular, pero al no encontrarlo me asusto y me levanto de la silla, mi cabello está despeinado y cae sobre mi rostro, con mis manos trato de correrlo, pero un movimiento algo brusco de bus hace que pierda el equilibrio y caigo de nuevo a la silla donde me encontraba. No sé por qué no elegí un vuelo directo y así no estaría pasando por esto, pero no lo elegí así que tengo que asumir las consecuencias. Antes de desesperarme por completo encuentro mi celular en el suelo, aun conectados a mis auriculares que cuelgan del apoyabrazos.
—Pasajeros hemos llegado —anuncia el conductor.
¿Qué, pero si es imposible llegar tan rápido? Miro al resto de pasajeros y algunos se estiran después de sus sueños y otros salen del bus, me siento perdida ante el hecho, tomo el celular y miro la hora: faltan quince minutos para las siete de la noche.
Miro a través de la ventana y el cielo que antes se encontraba claro ahora era oscuro, con leves toques de la luz del atardecer; llevo mi mano a mi cara y golpeo mi frente, soy una idiota. Miro por la ventana y el conductor se ha aparcado frente al parque.
Bajo del bus y ya en tierra estiro un poco mis piernas mientras busco mi equipaje; el parque principal se encuentra igual, aunque con más luz, procedente de los puestos de vendedores, pero lo que más me agrada es seguir viendo el verde de sus árboles y la calidez que se siente. Camino hacia la Catedral y sus colores ocres parecen brillar bajo algunas luces procedentes del restaurante bar Al Fogolar, ubicado a su lado. Ver de cerca la gran construcción me hace retroceder a mi infancia, a los recuerdos de mi primera comunión y a las misas que mi madre encantada me obligaba a ir. Dentro de esta algunas personas están en oración, sé que son las últimas, ya que, dentro de pocos minutos se cerrará el lugar. Es un domingo tranquilo, con varias personas caminando por las calles empedradas. Busco un tuk-tuk disponible, pero no alcanzo a ver nada. Bajo las escaleras y me dirijo de nuevo al parque.
—Señorita, necesita transporte —un señor se acerca a mí.
Miro su ropa y el chaleco que lleva me indica que pertenece a la alcaldía y eso me hace sentir más tranquila. Afortunadamente encontré lo que buscaba.
—Me puede llevar a la Carrera 10 con 8, la última casa —comenté cuando ya estaban mis maletas listas.
—¿Familiar de los señores Castillo? —preguntó cuando iniciamos el recorrido.
—Así es, soy su hija —no me sorprende su pregunta, las personas de acá son muy tranquilas y al ser un pueblo pequeño se conocen entre todos.
—Si me decía yo que su rostro me era familiar —termina por decir y coloca algo de música en su radio.
El trayecto fue algo lento considerando que ya era de noche y el señor estaba muy concentrado en esquivar algunos baches y huecos de la carretera; empezaba a sentir algo de hambre y eso me llevaba a estar algo ansiosa y nerviosa, pero no era tan normal que eso pasara, solo lo sentía cuando algo malo iba a pasar.
No quiero un mal presentimiento, no ahora.
La luz de la entrada estaba encendida, pero algo que llamó mi atención fue el ver un carro frente a la puerta con el maletero abierto y una maleta en el piso. Cuando paramos me bajo con rapidez y ante mi movimiento un poco acelerado choco con alguien.
—Pero ¿a quién tenemos aquí? Si es mi prima favorita —puedo notar en su voz el sarcasmo y la hipocresía.
Antes de verlo mi rostro luce una sonrisa forzada, me abraza antes que pueda retirarse y algo incómoda lo abrazo de vuelta. Al dejarme libre me retiro y lo veo con mayor detenimiento, su ropa es nueva o eso parece, está muy arreglado y en su mano izquierda lleva otra maleta, del mismo color que la que se encuentra afuera y en su derecha unas llaves, claro el auto de afuera es de él.
—Hola Mauricio —contesto secamente, siempre es lo mismo cada vez que nos vemos.
Nuestra relación no ha sido la mejor, siempre hemos competido por la atención de mis padres, en especial de mamá, pero en cada una él salía ganando; me gustaría preguntar qué está haciendo acá, pero mis pensamientos se nublan al ver a mi padre igual de arreglado que mi primo, al verme se detiene y su mirada es de culpa y algo de tristeza. Corro a saludarlo y lo abrazo fuerte, pero su gesto es algo vacío, sin energía.
—¡Papá! Por fin estoy en casa ¿cómo estás? —transmito mi efusividad entre sus brazos, pero al no sentirme bien me alejo—. ¿Pasa algo?
Esquiva mi mirada y pasa sus manos por su cabello corto, una señal de nerviosismo. Miro de regreso a Mauricio y él alza los hombros despreocupado, cuando miro a mi padre una silueta femenina se acerca.
—Mamá... —camino hacia ella y en su mirada veo la misma luz de hace años, al menos ella no esta extraña, camino hacia ella un poco más sonriente.
—¿Qué haces aquí? —su voz me detiene en seco, es fuerte.
—No entiendo tu pregunta, hace un mes te platiqué de mis vacaciones y que las iba a pasar acá en casa, con ustedes —un mal sabor llega a mi boca, uno amargo.
—¿No le comentaste nada a la niña? —esta vez papá pregunta, pero mi madre pasa de largo a esa interrogante y a mí, se acerca a Mauricio y allí me mira.
—No vi que era necesario hacerlo, además no creía que ella cumpliera su palabra de estar con nosotros estos días, además somos nosotros quienes necesitamos unas vacaciones fuera del pueblo.
Trato de no llorar y menos frente a ella, es algo que le molesta; aprieto mis puños y miro a papá, su rostro luce un extraño y tierno rosa, está apenado por la situación, ahora entiendo su comportamiento cuando lo llamé, tal vez no sabía algunas cosas, pero estaba enterado de gran parte.
—Estabas muy feliz en la capital ¿por qué no te quedaste allá? —de nuevo la voz de mi madre, pero un poco más molesta— ¡Claro! —se responde alzando la voz y con una gran sonrisa falsa en el rostro— Hiciste un escándalo que te llevó a la cárcel ¿pensabas que no nos íbamos a enterar? Nos dejaste en ridículo.
Pero ¿qué mierdas está pasando aquí? ¿Por qué lo saben?
Miro a las personas y la única que me hace enojar en gran medida es la sonrisa hipócrita y burlona de Mauricio.
—¿¡Qué miras idiota!? —grito sin poder controlarme.
—¡Antonia! —grita mamá de vuelta—. No permitiré que trates así a tu primo, la persona que se comportó como tal fuiste tú.
Escuchar aquello fue un golpe falta, uno que te deja sin respiración, es como si me hubiera golpeado en mi estómago y pulmones, empiezo a temblar y al parecer mi padre lo siente y me abraza, su mirada a su esposa no es nada agradable.
—No tienes por qué tratarla así, todos sabemos que Antonia no es ninguna buscapleitos, ella no pelearía con otra persona por placer y salir en periódicos, aun si fuera una necesidad de hacerlo —acaricia mi cabello mientras trata de arrullarme, se acerca a mi oído y susurra—. Lo siento hija, pero tenemos que irnos, se lo prometí a tu madre.
Asiento a lo que dice, me lleva a la salida, el motocarro aún se encuentra afuera, disimulando que nada de lo que escucho es real.
Miro como cierran la casa y sin despedirse mi madre sube al auto seguida de Mauricio, mi padre al verlos y aun sin soltarme besa mi frente y toma mis manos, antes de hablar, niego y soy yo quien hablo.
—Debes irte antes de que se enoje más de lo que ya se encuentra —parece derrotado, pero sabes que es verdad.
Nos despedimos silenciosamente, Mauricio conduce tranquilo y solo me quedo mirando como su sombra y luces traseras desaparecen frente a mí, de pie frente a la casa de mi vida no sé qué hacer.
—Disculpe me entrometa —el señor un poco apenado se acerca con las manos en los bolsillos—, pero viendo todo lo que paso le recomiendo ir a casa de sus abuelos, es muy seguro encontrar el lugar abierto.
Camino hacia el pequeño carro, no soy capaz de hablar, ya que si lo hago no podré contener las lágrimas. El vehículo entra en movimiento junto a mi mente en blanco y vacía, siento un poco de frío, pero no me importa que es lo que mi cuerpo ahora sienta, no sé qué horas son y no me apetece ver la hora o llamar a alguien, estoy aquí y a la vez no.
Escucho el ladrar de algunos perros y cuando miro hacia delante, el conductor ya no se encuentra. El tuk-tuk se encuentra de nuevo quieto, pero al ver el lugar donde me encuentro suelto un suspiro de alivio. Unas voces se acercan al lugar donde me encuentro y salgo con cautela para poder ver con mayor claridad de quienes se tratan, solo con ver sus rostros corro hacia sus brazos abiertos y miradas confundidas.
—Oh, mi pequeña, estás en casa.
Oír de su boca que estoy en mi hogar provoca mi llanto, me aferro a sus cuerpos en medio de mis sollozos y los arrullos de su parte me hacen sentir de nuevo pequeña; en pocos minutos he estado entre lo amargo y lo dulce, porque eso es lo que han sido mis abuelos, el dulce de mi vida.
Se acerca un reencuentro muy especial que marcará esta historia.
Nos leemos.
♥
tuk-tuk: vehículo de tres ruedas que presta el servicio de taxi, también llamado moto-taxi.
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