Encuentros
Mientras trato de ordenar mi cabeza Melissa se para frente a mi bloqueando mi mirada.
—¿Te recuerdo por qué hemos venido hasta aquí? —Al preguntar frunce el entrecejo generando en mí algo de risa, misma con la que ella se termina riendo.
—Recuérdame —comento risueña.
—Es una salida de chicas —Mel mira mi espalda y señala—, aunque él es bien recibido —Ahora con su mano señala hacia su espalda—, pero ese hombre, no.
Esteban y Cristopher...
Cristopher y Esteban...
¿Por qué todo me está pareciendo tan confuso?
Cuando escucho una canción muy familiar siento un agarre en mi muñeca, Mel nos está llevando hacia en centro de la pista, donde otras personas están como nosotras, eufóricas por Beyoncé. Me dejo llevar por el sonido, las emociones y algunos tragos que Mel me ofrece; no sabía que estaba bailando con Esteban hasta que veo su rostro muy cercano al mío y sonreímos como dos tontos.
Miro sus labios moverse, sé que me está diciendo algo, pero no logro oír nada por la música a todo volumen y mi baja concentración, así que estiro mis manos hacia su cuello y pego mi cabeza sobre su pecho.
—¿Estás borracha, verdad?
El sonido lejano de lo que parece ser su voz me parece relajante, tanto que suspiro con pesadez y me aferro más a su cuerpo.
Siento algo de movimiento, así que entreabro los ojos y ya no nos encontramos en la pista, ya no estamos bailando, sin embargo, Esteban sigue a mi lado.
—¿Qué haces?
Me apoyo en mi brazo y a su vez me reclino sobre la barra, me siento de lado para estar frente a frente con él. Noto algo de confusión en su mirada después de escuchar mi pregunta.
—Me encuentro trabajando como reportero, ayudo a Colton en algunas cosas... —Se queda callado un momento, mira hacia el frente por algunos segundos y vuelve a mirarle—, él me contó que se habían visto.
—¿Aún recuerdas nuestros juegos?
Cuando sonríe me transmite algo de nostalgia y con mi pregunta, también recuerdo algo del pasado.
—Has cambiado mucho, sales en revistas, en pasarelas y entrevistas; pasaste de caminar sobre la tierra a hacerlo con estilo.
Me siento tan recta como puedo, no entiendo porque, sus palabras salen algo hirientes.
—Mis padres se separaron poco después de tu salida, sé que no lo sabías, ya que no era algo que debía interesarte; después fui yo quien salió de aquel sitio.
Muerdo el interior de mi mejilla con incomodidad, pido un trago de whisky y tan rápido como llegó me lo tomo.
—Ahora eres feliz ¿no?
Cuando Esteban parece contestar llega Melissa y me abraza por la espalda.
—Creo que estoy borracha, vámonos.
No lo pienso más, busco algo de dinero en mi cartera y pago lo que debemos, dejo un poco más de lo que imagino, ya que no se con certeza cuanto es.
—Allí está nuestra propina —le hablo a la mujer que nos ha atendido para después ver a Esteban—. Quizás te vea más adelante, cuando me encuentre menos ebria y seguimos hablando —comento en modo de despedida, dejo un beso rápido en su mejilla y salgo con Melissa a mi lado.
Paso mi mano sobre su cintura y ella hace lo mismo, caminamos con algo de lentitud hasta lograr dar con la salida, el frío nos golpea de lleno y siento a Mel tiritar.
—Señorita —Un hombre con traje negro se acerca hacia nosotras generando que ambas retrocedamos—, el carro la espera.
Si el leve mareo que siento ahora no fuera tan molesto, podría enfocar su rostro, pero no lo logro.
—¿Nos va a robar? —Melissa pregunta con sigilo, busca algo en su cartera y maldice por lo bajo cuando no lo encuentra, hasta que después de unos tres intentos logra extraer una pequeña botella en spray para apuntarla al desconocido.
—Antonia, por favor sube al auto.
La voz a nuestras espaldas nos sorprende, provoca en Mel un movimiento rápido y este hace que tire lo que lleve en la mano, ambas lo miramos rodar hasta los pies del primer hombre quien se agacha para tomarlo, lo revisa con atención y alza las cejas con algo de asombro al leer la etiqueta.
—Antonia —Vuelve a hablar, solo que ahora camina hasta que llega a mi lado y toma mi mano libre, logro sentir su calor—. Estás helada.
Sí, lo sé, todo mi cuerpo lo está.
—Creo que tu novio nos llevará a casa —murmura Melissa al recibir su pequeño spray.
—¿Cristopher?
—¿Acaso tienes otro? —comenta con ironía y sarcasmo, mismo que hace darle un golpe a mi cerebro para que reaccione y me centre en él, con mucha más atención.
Claro es él...
Ahora, una parte de mi cuerpo deja de estar tan fría para sentir como la temperatura aumenta y toma una coloración más roja.
No espero más, busco el dichoso auto y junto a Melissa subimos a este, no sin antes golpear mi frente con el marco de la puerta al momento de ingresar. Mi amiga se arrincona hasta el otro extremo y a su lado me acomodo, cierro los ojos después de sentir el auto encenderse y encontrar la mano de Mel para tomarla y brindarnos apoyo y seguridad.
———
04 Noviembre 2019
Podía sentir como mis pies estaban tocando otros, un poco más grandes que los míos y definitivamente no eran los de Cristopher. Trato de incorporarme, pero un leve dolor sobre mis sienes provocaba que esta idea fuera descartada casi de inmediato; sin embargo, decidí abrir con lentitud mis ojos y la luz que se filtraba de forma tenue no ocasionaba ninguna molestia.
El sonido de movimiento a mi lado acompañado de un murmullo que para nada entendí, hizo que girara la cabeza y viera quien estaba conmigo, en la cama.
—¿Mel?
—Uhm...
Suspiro, aunque la escasa tranquilidad es interrumpida por el sonido proveniente de mi teléfono, generando que tanto Melissa como yo, nos sobresaltemos y ella refunfuñe. Mientras me levanto para poder buscar el celular dentro de mi cartera, descubro que no me siento tan mareada como en ocasiones anteriores, pero los recuerdos de anoche son muy dispersos.
Cuando logro detener la alarma y leer el porque se encontraba activa, un dolor en mi cabeza provoca un gesto de dolor.
—Melissa, debemos salir.
Me quejo, pero me prometí a mi misma que tendría que hacer las cosas bien, aunque eso significara tener que verme con McAdams otra vez.
A pesar de no tener la típica jaqueca, el desaliento en mi cuerpo es muy fuerte, por lo tanto solo tuve fuerzas para lavarme la cara, cepillarme los días y buscar ropa decente para salir.
—Melissa, tengo que salir y si no vienes conmigo te quedaras sola o en su defecto con Cristopher —Si es que aún se encuentra en el departamento.
Aprovecho para buscar algo que le pueda servir a Melissa mientras la mañana; por medio del reflejo del espejo observo como mi amiga lucha por salir de las cobijas antes de terminar en el suelo y levantarse para caminar como zombie hacia el baño.
No se si a las ocho de la mañana sea una buena hora para desayunar o que Luz McAdams me siga esperando en el restaurante que comentó, a pesar de no saberlo, me encuentro aquí, alistándome para ir con unas gafas de sol que puedan cubrir toda mi cara.
La salida del edificio fue muy silenciosa a excepción de Melissa que pareció despertar por completo cuando dos guardaespaldas seguían nuestros pasos.
—¿Iremos en auto? —escucho a Mel preguntar cuando pasa su brazo por el mío y reclina su cabeza sobre mi hombro.
—Está cerca.
Y por fortuna lo está, después de cinco minutos logró ver el sitio de la reunión improvisada y no me cabe duda que este es el típico sitio que frecuenta Luz McAdams. Al llegar un joven en la entrada nos recibe, basta con mirarme de pies a cabeza para notar que desencajo un poco allí, pero nos pide que lo sigamos hasta dar con una mesa delicadamente ordenada. Mi cita no se encuentra sola, pero al verme solo pasan unos segundos para que lo esté.
—No pensé que vendrías... —observa a Melissa de pies a cabeza, su gesto de desaprobación no pasa desapercibido— ...acompañada.
—No lo creí tan importante, además es mi amiga y es alguien de confianza.
—Creo que no puedo hacer más; iremos directo al asunto, ya he perdido algo de tiempo al esperarte.
Terminamos sentándonos y aceptando algunos aperitivos para desayunar.
—¿Nunca te preguntaste cómo logré saber de ti, exactamente?
—Internet ¿no?
—Quizás eso sirvió, pero es algo muy básico; sabes, conozco a Cristopher desde hace varios años atrás, como de la familia y es evidente que llegaría a saber de ti.
—¿A dónde quiere llegar exactamente?
No entendía qué tenía que ver Cristopher con todo esto, se supone que estaríamos hablando sobre el incidente en mi departamento, sobre la investigación que se está llevando a cabo.
—Sabías que por orden de Cristopher Ferrer la investigación que se llevaba a cabo por la policía fue cancelada, al parecer él decidió que podía hacerse cargo de todo.
—Eso no puede ser verdad.
—Claro que se puede —comenta de una forma risueña que me enferma—. Digamos que él tiene cierto poder e influencia aquí.
—¿Cómo usted?
—Parece que has entendido un poco, estas relaciones se han creado con fines muy claros, esto viene desde casa ¿ya conoces a los padres de Cristopher, su hogar o sus empresas? Claro que no, para él lo mejor es que te quedes en su departamento de soltero, sin embargo, te ha hablado sobre su familia y es allí, donde hay un espacio en blanco.
No sabía en qué momento había dejado de respirar, hasta que un apretón en mi pecho me ordenó que exhalara.
—Si sabe algo ¿por qué no me lo dice de una buena vez? —Inconscientemente había subido el tono de mi voz y había apretado en dos puños mis manos, por fortuna la mano de Melissa sobre mi brazo funcionó como un tranquilizante temporal.
—Porque es mejor que seas tu quien lo descubra, ten —Desliza sobre la mesa una tarjeta en blanco con una dirección anotada, la reconozco, Cristopher alguna vez la nombró—. Escuché que hoy tendría una reunión importante.
—Solo está sembrando cizaña, señora —El tono de voz que utiliza Melissa denota una rabia controlada.
—Sería cizaña si todo lo han oído fuera mentira, pero no lo es, ¿saben por qué lo hago? Bueno, por que Antonia se...
—Me parezco a usted —Termine su oración obteniendo de ella una sonrisa amplia, de completa satisfacción.
—Nos vamos —Melissa habla por mí, su agarre sigue sobre mi brazo, intensifica mi agarre y me indica que debo ponerme de pie y lo hago.
Caminamos hacia la salida con paso decidido —Tengo ganas de vomitar —confieso ante el malestar en mi estomago.
—Yo igual —informa Melissa.
—Te puedo confesar algo.
Con Melissa caminamos hacia un pequeño parque y nos sentamos en una de las bancas libres. Después de escucharme su rostro luce serio, niega repetidas veces y rasca su cabeza.
—¿Dime cómo llegaremos al edificio sin que sus guardias lo noten?
—Algo se nos ocurrirá.
Miro a Melissa de reojo mientras me mato la cabeza pensando en alguna solución, ella solo mueve sus dedos sobre su celular.
—Ni siquiera sé qué tan factible sea la idea, pero al menos es algo.
Toma su teléfono de manera que pueda ver lo que ella estaba buscando y lo que veo es la dirección de un restaurante; la miro a ella y miro las fotos del lugar, sin embargo, solo es hasta que reparo en la dirección del lugar que la entiendo.
—No hemos comido nada y creo que allí podemos hacerlo.
Tomar un taxi fue rápido y al llegar al sitio buscamos una mesa que lograra tener cierta visibilidad hacia la entrada del lujoso edificio, donde el nombre del lugar prima ante los demás, Inmobiliaria Ferrer International, New York.
Nos encontrábamos frente a una de las sedas más importantes dentro de las empresas Ferrer, aun recuerdo que la sede principal y motor de todo se encuentra en Argentina, sin embargo, la mayoría de las acciones ejecutadas, tanto por los socios como por los actos mandos, se realizan desde aquí.
—Pediré algo de comer.
Después de oírla Melissa se levanta y camina hacia el mostrador, la sigo por un momento, pero regreso mi mirada hacia el lugar de mayor atención. Son cinco pisos ¿en cuál de ellos se encontrará la oficina de Cristopher? ¿Sabrá que nos encontramos aquí? ¿Por qué no me había animado a venir antes?
Mis recuerdos regresan a la reunión de hace unos minutos, la forma en la cual la señora McAdams hablaba de Cristopher señala que entre ellos hay una cercanía y es así como recuerdo el trato entre ellos el día del desfile, sí, me impresionó en ese momento y ahora.
¿Qué relación hay entre ellos realmente?
Ella, una mujer fascinada por el mundo de la moda y él, ubicado entre restaurantes y negocios...
—Los negocios —murmuro.
Ambos deben moverse en ese ámbito, pero sigue siendo deficiente.
—Lo siento me entretuve un poco, pero ahora llegan nuestros platos —me informa Melissa con ánimos.
—¿Cuál crees que sea la relación entre Cristopher y Luz McAdams?
La pregunta emerge de entre mis labios para enmudecer a mi amiga por unos segundos, toma asiento a mi lado y lo piensa un poco.
—Ella habló sobre la familia, quizás desde allí haya una conexión.
Comenta, no tan segura, pero con algo de coherencia, teniendo en cuenta todo lo que escuchamos por parte de aquella mujer.
Cuando llegaron los platos no podía comer con tranquilidad, no me podía engañar, estaba totalmente ansiosa por saber cuáles serían las personas importantes con las cuales se reuniría Cristopher y que a mi me podían importar.
Desde el puesto en el cual me encontraba algunas macetas y arbustos que decoraban el exterior del lugar obstaculizaron mi visión, sin embargo, de igual forma me ayudaba a ocultarme, aunque la posición de Melissa estaba casi descubierta.
—¿Y si cambiaron la fecha u hora de la reunión?
—No lo creo —respondo con atención hacia la entrada del edificio de Cris—, para cambiarla se necesitaría de un asunto muy importante o con algo de antelación.
En realidad hablaba más por mi experiencia que en otra cosa, además la señora McAdams estaba muy segura.
—Que mujer —comenta Melissa asombrada a la vez que miraba hacia afuera.
Solo me distraje unos segundos, unos en los cuales se detuvo un auto rojo —muy elegante, por cierto— y al lado de esta estaba una mujer que no esperaba distinguir.
—Ya la había visto antes —Claro que la recordaba, aún resonaba en mi cabeza su forma de ser y si tiene algún vínculo con McAdams, uno que sea más allá de lo laboral.
—Si no lograra ver bien juraría que su chofer es Jacobo —nos miramos—, pero eso sería imposible ¿no?
Jacobo.
Regresamos nuestra vista hacia las personas en cuestión, y la mujer ya se encontraba caminando hacia el interior del edificio mientras el hombre la miraba desde el asiento del conductor, estaba esperando el momento en que girara y lograra verlo, así fuera de perfil. Se entretuvo un tiempo mirando lo que parecía ser su teléfono móvil y cuando por fin miró hacia nuestra dirección, sentía que el aire escaseaba a nuestro alrededor.
—Si es él —comentamos Mel y yo a la vez.
Ya no me importaba las relaciones que Jacobo llegara a tener, era la conexión que tenía con esa mujer y lo que ella tenía con Cristopher.
Sin embargo, el hecho que ella se reúna con Cristopher no llegaba a significar nada.
Miro cada ventana, sabiendo lo inutil que es poder ver algo más allá del vidrio.
—Sabes —escucho a Melissa hablar y la miro—, mientras Jacobo estaba allí, antes de salir, pareciera que le estaba hablando alguien sentado en las sillas traseras, pero no había nadie allí.
Eso se escuchaba extraño, pero con Jacobo durante los últimos meses juntos no fueron nada claros.
—Necesito saber más.
Lo confesaba, estaba hablando más por un impulso que por motivos racionales y de la misma forma en la cual hablada me disponía a salir del restaurante y encontrar algo importante.
—Antonia, creo que estamos exagerando, no llevas ni tres meses con él y mira como te encuentras, recuerda todo lo que ha pasado.
El tono de preocupación empleado por mi amiga me devolvía a la realidad. Suspire con pesadez, no podía creer que en este punto me encontrara muy agotada mentalmente, podía reconocer que junto a Esteban o Jacobo no fue así.
—Tienes razón, creo que lo mejor es que nos marchemos.
Melissa me sonríe con pena, lo sé, me da un abrazo fugaz y ambas salimos del restaurante. Procuro alejar la vista de enfrente y caminar como si aquel edificio no estuviera allí, pero me es imposible cuando puedo ver como la mujer rubia sale del edificio, se podía ver el enfado sobre su rostro y detrás de ella, salió Cristopher.
No recordaba cómo había llegado a estar en cuclillas detrás de los arbustos del restaurante para poder ver, pero allí estaba, mirando como ellos dos tenían una discusión acalorada y como ella buscaba algo dentro de su bolso para llevarlo al pecho de Cristopher de forma violenta.
Junto a Melissa vimos como ella se marchó y de igual forma notamos lo que Cristopher llevaba ahora en sus manos.
Un pequeño mameluco azul.
Una pequeña prenda de bebé.
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