En la oscuridad

Sabía que aunque las cosas parecían ir bien, no lo eran en realidad. Me levanté de la silla y, prácticamente, estaba frente a Grace, quien sonreía con aparente tranquilidad, cosa que no creía, ella ya se había mostrado en la empresa de Cristopher y su actitud estaba muy lejos a lo que veo ahora.

—Sabía que te iba a encontrar aquí, después de todo este restaurante nos trae tantos recuerdos —comentó Samuells con aparente seguridad, sin embargo, fueron sus palabras las que me molestaron en sobremedida.

—¿Qué quieres? —Y allí estaba el Cristopher que conocía, algo seco y frío frente a su...

—Después de todo soy tu esposa y... —Al callar me miro, su sonrisa se ensanchó, al parecer quería mostrarme algo más— ...y hay recuerdos que no se pueden olvidar.

—¿Por qué no firmas los papeles de una vez por todas? ¿Cuántos años necesitas para entender que ya no estamos juntos?

Cristopher arremetió de forma directa y sin contemplaciones. Yo estaba sorprendida, una nueva verdad estaba saliendo a la luz y de las formas menos agradables posibles.

—¿Qué más le estás ocultando?

Grace logró disimular el daño que significaba para ella oír lo que Cristopher decía, aquella molestia se veía en sus ojos y en la forma en la cual me miraba daba a entender que me culpaba a mí de aquello.

—No tengo que decirte nada y si quieres evitar armar un escándalo es mejor que te vayas.

Cristopher no dejaba de hablar con dureza, la presencia de Grace para él parecía significar impaciencia, solo que aun no entendía como podía seguir trabajando a su lado ¿solo eran por los negocios?

—¿Qué tienes tú para que se obsesionara de ti tan solo con verte? —Grace me preguntó en voz, estaba dolida, enojada y ¿triste?

—No puede afirmar lo que dice que es si no conoce nuestra historia —respondí tratando de ser la persona más centrada y calmada entre los tres, a pesar que por dentro estaba peor que ellos.

—¿Eso crees? —preguntó con arrogancia.

De nuevo me dejaba de piedra, entre las incomprensiones de los dos y lo que sea que aún puedan estar manejando.

—Antonia es lo que tu ya no eres, ni volverás a ser, mi presente.

La risa de Grace Samuells llenó mi cuerpo de un extraño sentimiento, similar a la incomodidad y el enojo, juntos mezclados con inseguridad. Solo que esta me da una mala sensación, un aire de peligro.

—Nunca puedes decir que una historia ha terminado hasta que los puntos finales de estas se escriben sobre el papel.

—¿Ahora hablas como si tuvieras un poco de sabiduría en tu cabeza? —comenta Cristhoper de forma irónica y no dudaría que para Grace, de forma insultante.

De nuevo la sonrisa en su rostro no dura mucho,

—¿Tus padres ya lo saben? —inquiere al mirarme.

—Antonia no tiene nada que decirte —Antes que pueda decir, algo Cris se adelanta—, en realidad no estás en posición alguna para saber de nuestras vidas.

No podía esperar más que desear que esta escena se terminara, por una parte las miradas de todas las personas del lugar, aunque discretas, estaban sobre nosotros y por otro lado, estar en este extraño triángulo "amoroso" que parece estar lejos de terminarse, me esta llenando de ansiedad.

Quizás la misma sensación que yo tenía, por leves segundos, había pasado por el cuerpo y mente de Grace, ya que ante su orgullo miró hacia los alrededores del lugar, sus gestos por fin lo reflejaban, el llamar de esa forma la atención talvez estaba en sus planes, sin embargo, Cristopher no iba a permitir que su exesposa, se saliera con la suya.

—Al parecer no conoces tan bien al hombre que alguna vez fue su esposo —dije de forma segura, aunque por dentro me sentía más extraña que antes.

Me mantuve firme, soportando su mirada gélida y dura hasta que, por fin, ella decidió salir del lugar.

Decidí seguir con mi mirada su camino, esperar que Grace saliera, no me extrañaría que después de unos pasos se replanteará la idea de irse para regresar sobre sus pasos y seguir con una extraña conversación.

—Necesito hablar contigo, Antonia, por favor.

Cristopher también miraba hacia la salida, no podía ver su rostro al hablar, pero su voz se escuchaba distinta y de nuevo su actitud de bajar las murallas de ego y mando conmigo...

—Necesitamos un espacio.

Declaré, su mirada no tardó en buscar la mía, el entrecejo se marcaba aún más que la última vez que lo vi enojado, pero esta vez la rabia estaba por fuera, mis tres palabras lo habían sorprendido.

Había pensado en esa frase mientras aclaraba mi mente al salir de la empresa de la familia Ferrer. De cierta forma Grace tenía razón en una parte, si Cristopher me había ocultado algo tan importante, que me aseguraba que aun, no me estuviera guardando algún otro secreto.

—No puedes estar...

—Lamentamos la demora, nos entretuvimos con los detalles del lugar.

Y podía considerar la llegada de mis padres como la más oportuna de todas, también agradecía que ellos no hubiesen llegado mientras la señora Grace Samuells destilaba todo el veneno que su cuerpo estilizado portaba.

—No te preocupes papá, de todas formas ya estamos de salida ¿no?. De seguro mamá desea descansar de tanto bullicio de la ciudad.

—Antonia tiene razón, la ciudad tiene su encanto, pero me sigue siendo algo molesta. La ciudad seguirá siendo cuidad, después de todo.

El lograr dar justo en el blanco me hacía sonreír, y no era para menos, ya que no era para nada fácil tener un punto de vista en común con mi madre.

—Puedo llevarlos a su hotel.

Cristopher seguía siendo muy cortés con mis padres, no podía aceptarlo, una cosa era que me mintiera y otra que llevará este juego a ellos, que los involucrara y que la bola de nieve creada por nosotros los salpicara.

—No —me adelante antes que mi padre tomara la palabra y dejara a las tres personas al pendiente por mi explicación—, el viaje será muy largo —miro a Cris—, además el hospedaje de mis padres no está muy lejos.

Esperaba que la molestia de mi madre hacia los desconocidos aplicara a Cristopher.

—Hija, tu misma lo dijiste, tu madre está muy cansada y si el joven Ferrer se ofrece a llevarnos, que mejor que eso, así aprovecho para conocerlo más.

No podía creer lo que oía, que fuera mi padre el que aceptaba la invitación de Cristopher y mi madre no objetara. Lo sabía, nada podía ir tan bien... claro, el día no es que hubiese sido el mejor de mi vida.

Mientras salíamos del lugar podía ver la sonrisa de victoria en el rostro de Cristopher, sobre todo cuando él me miraba, por otro lado estaba mi papá, él también estaba contando con su propia victoria, aprovecharía la oportunidad de ir un poco más allá de lo habitual, después de todo yo era su única hija y no permitiría que alguien me lastimara de nuevo...

Jodidas elecciones del corazón, parece que no quiere aprender.

Decido que lo mejor es callar, escuchar y esperar durante los próximos minutos, aunque me siga pareciendo extraño la formal y cómoda relación que se empieza a formar entre mi padre y Cristopher.

—Así que su apellido viene de casa Argentina, sabe, mi esposa e hija tienen ascendencia Brasileña.

El tema es tocado mientras todos viajamos juntos en el auto de Cristopher, papá de copiloto, totalmente tranquilo y como si estuviera a su anchas, mientras tanto mi madre y yo estamos calladas en la parte trasera. Al momento que mi padre relata un tema familiar y a través del espejo retrovisor puedo ver la pequeña sonrisa por parte de nuestro conductor.

—Brasil es un país muy grande y colorido, creo ver en su hija esa chispa brasileña —Como si él sintiera mi mirada por medio del retrovisor, sus irises se conectan con los míos y siento que lo que acaba de decir tiene un doble sentido.

—¿Chispa? —pregunta mi madre extrañada y confusa o eso aparenta.

Hago lo posible por hacer que Cris me mire de nuevo, para así reprenderlo de la única manera posible en el momento, pero me esquiva.

—Sí señora, siento esa chispa y energía en las prendas que confecciona, las pude ver muy de cerca en el desfile que presentó hace poco.

Miro mis manos, la cicatriz aún es notoria, pero solo si te acercas lo suficiente como para saberlo, sin embargo, siento que su comentario iba más allá.

—¿Cómo está usted cuidando a Antonia? Me imagino que está al tanto de todo lo que está pasando con ella, ya que se encuentran viviendo juntos.

No se si la pregunta es por preocupación o una indirecta, ¿o una mezcla de ambas?

—Me preocupo por su hija —resoplo con algo de enfado— y la investigación sobre lo ocurrido se encuentra en mis manos.

—Creo que debemos hablar de eso —comento con un tono de voz algo fuerte.

—Lo haremos, no te preocupes.

Siento que para Cristopher esa será su oportunidad para decir más de lo que quiero escuchar, pero si eso significa tener las ideas claras...

Me muerdo la lengua, no quiero que mis padres se formen ideas extrañas o equivocadas... En realidad a quien quiero engañar tengo tantas ideas en mi cabeza que no se que pueda decir cuando Cristopher y yo nos encontremos solos.

Muevo mis piernas por los nervios, intento disimular con mi madre al lado, pero algo me dice que ella puede estar sopesando toda la situación, siempre ha sido una mujer con una mente rápida además de ser muy observadora.

Un ligero suspiro sale de mi pecho cuando llegamos al hotel en el cual se hospedan mis padres, por una parte me alivia el ver que es un gran lugar, nada lejos de los gustos de mi madre.

—Gracias por acercarnos al hotel —Mi padre le da la mano a Cristopher y él no duda un momento en tomarla—, espero que podamos reunirnos más adelante y así poder seguir conociéndolo. De los novios que ha tenido mi hija es usted el que mejor me parece.

—¡Papá!

Reprendo a mi padre por lo que acaba de decir y lo único que hace es alzar los hombros y mirarme con algo de inocencia. Muevo la cabeza negando lo que acaba de hacer.

—Cuídate hija —Me acerco a la parte delantera del auto y recibo su beso en mi frente.

—Hablaremos después ¿verdad?

—Claro que sí, estamos aquí para ti, ¿no es así Victoria?

Con un movimiento rápido giro mi cabeza para ver a mi madre, como siempre su rostro luce inexpresivo, sin embargo, afirma con su cabeza lo que acaba de decir papá. Me acerco a ella y la abrazo, es algo rápido y en ese instante me rodea son sus brazos, no duramos mucho tiempo así, ya que lo que siento después es su despedida.

—Buenas noches Señor Ferrer.

—Que descanse señora Victoria.

Papá sale del auto con rapidez para abrirle la puerta a mi madre, ambos se toman de la mano y caminan hacia el interior del edificio, pero antes de entrar por completo, papá se gira y se despide con su mano, moviéndola suavemente y con una sonrisa en su rostro.

—Ya podemos irnos —hablo con seriedad—, entre más rápido estemos en tu piso, podemos hablar y terminar...

—¿Terminar? —Cristopher me interrumpe alarmado, no me mira, logro ver como se aferra con fuerza al volante.

—Terminar con esta confusión ¿acaso no estás cansado con todo esto?—aclaro, sin embargo...

No me dice nada y finalmente arranca el auto y nos dirigimos al edificio.

El viaje es silencioso, ambos nos estamos guardando la energía para nuestra inevitable conversación y mi estómago se retuerce cuando logro ver nuestro destino, incluso el mareo me toma por sorpresa por lo que me recuesto sobre la silla y cierro los ojos por unos segundos.

—¿Está bien? —Abro los ojos al sentir una leve caricia sobre mi mejilla— Llevas más de cinco minutos así.

¡Minutos! Pero si hace nada había cerrado los ojos.

No espero mas y salgo con rapidez del auto, pero el piso parece moverse bajo mis pies y si no fuera por la agilidad de Cristopher mi cara se habría chocado contra el cemento.

Respiro aún más profundo cuando siento que el malestar está pasando, solo que me gustaría que pasara más rápido. Cristopher me ayuda a incorporarme y con su mano sobre mi cintura me guía hacia el ascensor. Estar de nuevo cerca a él es como estar sobre una daga de doble filo, al menos el olor de su colonia parece servir como un calmante. Cierro los ojos y me apoyo sobre su cuerpo.

—Sabes que nada me va a hacer cambiar de opinión, necesitamos hablar.

Sigo manteniendo mi postura y aunque él no haya hablado, siento que ya tiene en su cabeza mil razones para dejar esta idea atrás.

Su agarre es aún más fuerte que antes, el movimiento sobre su pecho me indica que está cansado y resignado a lo que va a pasar.

Cuando el sonido del ascensor nos indica que estamos frente a la puerta del apartamento abro los ojos y parpadeo varias veces para poder enfocar e ir de inmediato para la cocina y buscar algo frío.

—Aun si te estuvieras muriendo no dejarías a un lado el tema.

Sonrío al escuchar y ver a Cristopher con sus brazos cruzados a un lado de la isla de la cocina, sé que no es una pregunta, es más una confirmación sobre que soy.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? —No puedo esperar más, aprovecho que el malestar ha desaparecido para hablar— ¿Estabas esperando a que mi nombre apareciera en todas la noticias comunicando que soy una rompe hogares o peor aún una aprovechada y cualquiera?

—Nunca permitiría que alguien hablara mal de ti.

—¿Crees que eso me reconforta? Cristopher, eres un hombre casado y con... —Me callo y me tranquilizo, muerdo mis labios para evitar gritar y desahogarme de esa manera— Es más que claro que tu esposa no se separará de ti nunca.

—Grace no es mi esposa, dejamos de ser algo hace varios años.

—Si quieres la llamamos para escuchar de su boca, que tan de acuerdo está con lo que dices.

—¡Por favor, Antonia!

—¡Por favor qué, Cristopher!

Juntos terminamos gritando, sintiendo como nuestros corazones laten con tanta rapidez que parecieran que se fueran a salir del pecho o al menos eso es lo que siento.

—Yo así no puedo seguir, mi madre tiene razón, todo lo que me ha pasado ha sido después de conocerte y tienes un pasado muy difícil de olvidar, después de todo.

Camino en dirección a la sala, pero Cristopher toma mi brazo y me impide avanzar.

—Sabes que daría mi vida por ti, se lo prometí a tu padre.

—No quiero que hables de mi padre o cualquier integrante de mi familia, no los metas en esto; ya no se si confiar en tus promesas.

Como si mis palabras lo hubieran ofendido me suelta el brazo y antes que diga algo más camino hacia la habitación, aunque sus pasos siguen los míos.

Me apresuro a buscar una bolsa grande, así mismo tomo mi ropa del closet y las meto allí.

—¿Qué diablos estás haciendo? —pregunta confundido y enojado.

—No es obvio, me voy de aquí.

Antes de poder ir por mis zapatos Cristopher me toma de los brazos y me obliga a estar frente a él.

—¿¡Acaso has olvidado que te encuentras en peligro!? —Sus pupilas se encuentran dilatadas y oscuras, su mirada es un tormento, pero ¿acaso no me ha visto?— ¿Qué tan cuerdo crees que estaré si te vas y algo te pasa? —Baja su voz y me habla con algo de miedo.

—¿No ves que yo estoy sufriendo? ¿Por qué no te fijaste en otra mujer que no fuera yo?

—Porque no me hubiese enamorado de esta forma si fueras otra.

¿Amor?

—Si estás tratando de manipularme de esta forma tan baja...

Un estruendo nos sorprende al tiempo que quedamos en completa oscuridad, ahora soy yo quien se aferra al cuerpo de Cristopher, haciendo que nuestros cuerpos se toquen y nuestras respiraciones se mezclan.

—Quédate aquí y no te muevas —Cristopher toma su celular y con la linterna escanea la habitación para luego regresar a mirarme, se acerca a la cama y mete su bajo esta para sacar una pistola.

—¿Qué vas a hacer? —Trago grueso al verlo muy serio y dando algunos pasos hasta llegar a la puerta y asomarse un poco.

—Cierra la puerta apenas salga ¿tienes tu teléfono? —Lo tomo del bolsillo de mi pantalón y se lo muestro—. Perfecto, espera unos minutos y si no regreso llama al Agente Reynolds, debes tener su número no necesitas decirle nada, él entenderá.

—¿Qué quieres decir con eso?

Espero con impaciencia su respuesta, pero ante mi inquietud Cristopher sale y es él mismo quien cierra la puerta para dejarme sola, en la oscuridad.

Aprovecho para buscar la linterna en mi teléfono, pero este se me cae varias veces de las manos debido a mis manos temblorosas. Me agacho para tomarlo, pero estando en el suelo decido gatear hasta la puerta y recostarme sobre esta, pego mi cabeza sobre la madera y trato de buscar algún sonido, algo que me indique que Cristopher esta bien y que esto es solo un apagón ocasional.

Mantengo el teléfono alumbrando la habitación con el número que Cristopher me había dicho alumbrando en la pantalla, pero un nuevo ruido hace que brinque en mi sitio y que pierda de mis manos el celular.

¿Qué está pasando?

Mis manos no dejan de temblar y ante el recuerdo de Cris intento llamar al Agente Reynolds, sin embargo, no hay nada de señal.

¿Es enserio y justo ahora? Solo llamadas de emergencia, pero incluso al intentar llamar a la policía no logra salir la llamada.

Un golpe directo a la puerta y un grito ahogado se planta en mi pecho, trato de cerrar con seguro la puerta, pero la fuerza externa es mayor a la mía y por mas que lo intente no logro hacer nada y lo único que me queda es salir corriendo hacia el baño y encerrarse allí, solo que al hacerlo permito la entrada al desconocido.

No miro atrás, mi mano está por llegar al cuarto de baño, pero un nuevo golpe me tira al suelo, el pitido en mi oído me molesta y el sabor a sangre sobre mi boca a pesar de ser leve me asquea y la sensación de mareo al levantarme impide que logre ponerme de pie.

El ruido parece ir en aumento, los pasos y los murmullos a mi alrededor son más apreciables que antes, así como la sensación de ser vigilado, al moverme logro ver como una silueta sale de la oscuridad, camina con lentitud y en lo posible intento llegar hasta la pared.

—¿Qué debemos hacer con ella? ¿Aún sigue el plan?

El frío sube por toda mi espalda ¿Qué plan?

—¿Quiénes son ustedes? —Miro hacia la puerta, trato de buscar una señal, pero nada cambia— ¿Dónde esta Cristopher?

—Todos deben recibir lo que alguna vez hicieron...

Su voz, no puede ser él...

Me impulso hacia la ventana del cuarto, trato de ir lo más rápido que pueda, pero su risa me detiene.

—Eres una ilusa Antonia, siempre lo has sido.

De nuevo camina hacia mí, pero esta vez toma mi barbilla y nuestras frentes se tocan.

—Jacobo... —murmuro y una lágrima baja por mi mejilla sin previo aviso.

—Hola cariño.

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