Deseo
Sus manos se aferraban a mi cuerpo, apretaba y acariciaba, chupaba y besaba; aun llevaba puesto el vestido rojo y él su traje, me había llevado a su cama entre nuestras respiraciones agitadas y ahora sentía que su promesa me iba a volver loca antes de tiempo.
—Eres mi dulce corderita —murmuró sobre mi pecho a medida que jugaba con la tela sobre mis senos.
—Mmm —cierro mis ojos para deleitarme con sus masajes, llevo mi mano a su cabello para acariciarlo y apretarlo a mi.
Sus manos se ubican sobre mis hombros, toma las delgadas tiras del vestido y comienza a deslizarlas hacia abajo, me levanto un poco para facilitarle el trabajo, pero se detiene a la altura de mi ombligo.
—Tu naciste a mi medida —su voz ronca provoca leves espasmos por mi cuerpo, sobre todo en el centro de mi intimidad, donde mi clítoris palpita para recibir pronta atención; toma mi pezón y lo muerde levemente y con su otra mano aprieta y pellizca.
Deja mi busto e inicia un recorrido hacia mi ombligo, deja besos húmedos por todo mi vientre y toma la tela del vestido para quitarmela por completo y sobre mi cuerpo solo queda la tela de mis bragas.
Su repentina ausencia hace que abra los ojos para buscarlo, pero él sigue sobre la cama, mirando mi cuerpo sin inmutarse, parece que desea grabarlo en su mente, cada centímetro de mi.
Comienza a desvestirse, se quita la chaqueta y afloja el nudo de su corbata, se detiene y me mira, la intensidad con lo que lo hace me llena de deseo; sonríe con altivez, sabe lo que me provoca verlo demandante y seguro de sí mismo. Se baja de la cama y con su mirada fija en mí se desnuda, recorro todo su cuerpo y muerdo mis labios al ver su pene totalmente excitado, curvandose hacia arriba tocando la piel de su vientre bajo.
Se sube a la cama, como un depredador acechando a su presa, separa mis piernas y se ubica entre estas mientras besa el interior de mis muslos, sus besos son cada vez más lentos a medida que se acerca a mi notoria humedad y una vez allí, lame la tela que cubre mi vagina.
—¡Ah! —alzo mis caderas para acercarme a su boca, lo que acaba de hacer ha generado un explosion en mi interior para solo buscar más de aquello.
Por fortuna Cristopher decide complacerme, lame alrededor de mi entrada y sobre la tela con más fuerza, succiona el área del clítoris provocando en mí un grito de placer.
Las palpitaciones internas aumentan, deseo tenerlo dentro de mi, pero el primer orgasmo me sorprende, me aferro con fuerzas a la sabana y a la cabecera de la cama a medida que los espasmos aumentan, no paro de gemir cuando siento su lengua penetrarme, sus movimientos son rápidos y voraces, succiona y presiona entre sus dientes mis labios vaginales; al final desfallezco como efecto del orgasmo, entrecierro mis ojos y lo observo separarse de mi cuerpo mientras lame sus labios, acción que me parece excitante en demasía.
—Aún no hemos terminado —acaricia mi cuerpo mientras se acuesta a mi lado, me gira y mi espalda toca su pecho, besa mi cuello y levanta mi pierna para penetrarme con fuerza, jadeo por su sorpresivo movimiento—. Te dije que serías mía toda la noche.
Su mano pasa alrededor de mi cuello, apretando ligeramente y haciendo que mi cabeza quede pegada a la de él, acerca su boca a la mía y la besa con fuerza, es un beso muy diferente a los anteriores, está lleno de dominio, poder y fuerza, así como sus embistes a mi cuerpo, entra tan profundo y llena cada parte de mi intimidad que el segundo orgasmo llega sin previo aviso, dejando agotada, pero Cristopher se aferra mas a mi cuerpo; los dos estamos sudando, jadeando y temblando por el deseo y placer de esta noche.
Cuando Cristopher llega a su meseta cumbre del orgasmo, siento su miembro vibrar dentro de mi y la respiración agitada entre mi cuello.
—No puedo creer que el señor Ferrer se encuentre cansado —hablo en tono de burla, consciente del estado de mi cuerpo.
—Y ¿quién te ha dicho que me encuentro cansado? —Su voz ronca traspasa mi cuerpo, reparte pequeños mordiscos en el área de mi cuello hasta llegar a mi hombro.
Con agilidad y rapidez me gira para quedar frente a él, sonríe con picardía mientras toma parte de mi cabello que se ha pegado a mi rostro por el sudor.
—¿Por qué no te conocí antes? —susurra antes de besarme y lo recibo sin reservas.
Su mano recorre mi espalda hasta llegar a mis glúteos, los aprieta y pellizca haciendo que pegue un ligero brinco y me acerque a su cuerpo, sin dejar algún centímetro separados.
—Me encanta tu trasero —murmura entre beso y beso.
Nos giramos y su cuerpo queda sobre el mío, con su cadera abre un espacio entre mis piernas y realiza movimientos que me mortifican, su glande roza la entrada de mi vagina y mi clítoris, sabe como torturarme y cuando alzo mi cadera para hacer que entre me detiene.
—Dime que deseas —su mano baja a mi piernas, roza el interior de mis muslos; trago grueso por su injusto juego.
El calor sube por mi rostro, claro, si se puede estar más roja de lo que ya estoy; Cristopher desea que le ruegue y le pida lo que mi ambos deseamos. Me callo por un momento, esta es la primera vez que hago esto y me avergüenza, pero…
—Te deseo a ti dentro de mí —mi voz tiembla por todos los sentimientos reprimidos y cuando besa mi mejilla siento que lo he hecho bien.
—Por esta vez acepto —comenta serio y su mano izquierda baja a mi cadera para levantarla, entra lentamente y cuando se encuentra adentro en su totalidad me mira—. Ahora quiero que grites el nombre de quien te está poseyendo.
El sonido de nuestros cuerpos mientras me penetra es erotico y morboso, sin embargo, sería un idiota si dijera que no lo disfruto.
—Cris —gimo y digo su nombre entre la súplica y el disfrute al sentir su boca y lengua sobre mis senos.
—Nunca te olvides de ese nombre, nunca.
———
26 Octubre 2019
La mañana me recibió sola, Cristopher había salido temprano, pero antes de marcharse me había dejado el desayuno preparado, no cabía duda que sus preparaciones eran deliciosas.
Me duche y tome una camisa larga del armario de Cris, inspeccione un poco el lugar y descubrí que no tenía mucho que curiosear, parecía que estaba recién mudado o era de pocas pertenencias, los colores oscilan entre los blancos, negros y grises; una cocina muy funcional, sin duda, es el area con mayor dedicacion y con variados utensilios.
Los cuadros que decoran algunas paredes son escasos, no hay rastro de alguna foto familiar, aunque sin duda eso no debería de importarme tanto; cuando estoy por dirigirse a un cuarto, al parecer la habitación de invitados, suena mi teléfono y al ver de quién se trata contesto de inmediato.
—Lamento informarte hasta ahora, pero tenemos una cita esta mañana para una entrevista —la voz de Jose me sorprende, es la primera vez que lo escucho con pena, me es inevitable sonreir.
—Jose me sorprende esto —comento en tono serio para molestarlo un poco—, sabes que debes informarme con algunos días de anterioridad, tu mas que nadie sabe que tengo otros asuntos que atender.
—Se todo eso y te pido disculpas, es la primera vez que pasa, pero no se volverá a repetir —mi manager habla con total convicción, algo muy típico en él.
—Confío en ti, solo enviame toda la informaciona mi correo —comento tranquila mientras camino de regreso a la habitación para buscar mi ropa.
—Ya lo hice, te envié la hora en la cual te recogeré y ya sabes que debes hacer —Jose vuelve a ser el mismo de siempre, dando miles de órdenes.
—Lo sé, no te preocupes.
Terminamos la llamada y me cambio de ropa, me ubico según la localización de GPS y pido un taxi para salir y estar lista para la entrevista. En el camino de regreso a mi departamento leo el correo enviado por Jose y me sorprende un poco al saber quienes son los anfitriones o encargados de la entrevista, Stars in the Game, una emisora radial con gran crecimiento en la industria y con alianzas estratégicas con algunas revistas, como Vogue, Vanity Fair e inclusive New York Times.
No quería preocuparme por eso, pero me es casi imposible no hacerlo; entre los demás correos encuentro uno enviado directamente por la señora McAdams y en el describe todo el itinerario y el cronograma del desfile, donde se anuncia que seré yo quien dé por terminado el evento al desfilar con nuestras prendas.
Solo quedan tres días para preparar todo y espero poder cumplir con las enormes expectativas puestas en nosotros, en El Dorado como empresa textil.
Cuando llego a mi casa, busco una falda de tubo color negro, zapatillas de tacón del mismo color y una camiseta clasica con mangas tres cuartos roja. Me maquillo y plancho mi cabello dejando un liso casi perfecto, por el momento tengo un tiempo suficiente para arreglarme y preparar mi mente.
Mientras camino de un lado para otro con un nudo en el estómago, tocan a la puerta y al abrir me encuentro con Mariana, con algunas agendas en sus manos y un rostro cansado, la invito a pasar.
—Esta vez el trabajo de Jose dentro de la empresa lo tiene agobiado y muy cansado —comenta Mariana mientras toma asiento—, habíamos pasado por alto tu entrevista —me observa y me guiña un ojo—. Estás muy guapa, al parecer no me necesitas más.
—Te equivocas, te necesitare —la afirmo, lo poco que sé sobre el maquillaje ha sido por ella, de lo contrario no estaría casi perfecta ahora—. Y por lo de Jose no te preocupes, ya me encuentro lista.
—¿Cómo te sientes por el desfile? —pregunta cambiando de tema.
—No se como me siento ahora, ha sido algo por lo que hemos soñado en varios meses, Joaquin se encuentra más que feliz y Claudia ve esto como un disparo en la economía de la empresa.
No había hablado con Claudia desde mi salida de Colombia, nos estábamos evitando después de la última conversación sobre las nuevas prendas y las exclusividad de estas, manejamos nuestras dudas y tratamos de aclararlas por medio de la plataforma de la empresa, e-mails o mensajes.
—Después de la entrevista iremos a comer algo —Mariana mira su teléfono, pero al acercarme un poco noto que es el de Jose—. Dentro de dos días tenemos una sesión fotográfica para la marca de Kappa, nos acompañarán dos modelos más.
Kappa, marca reconocida por sus prendas deportivas, prendas sencillamente cómodas y que me agradan demasiado. Recuerdo haber hablado con su representante hace cuatro meses, había salido de un desfile corto en Italia, José nos presentó y durante nuestras conversaciones mostró interés en que yo modelara para ellos y al parecer dentro de dos días lo haré.
—Tenemos que bajar, Jose ya llegó —Mariana se levanta y toma todo lo que trajo, pero antes se acerca a la nevera y saca una bolsa pequeña de maní.
Cuando llegamos al auto, Mariana deja sus agendas en los asientos traseros, a mi lado, acompaña a Jose adelante y él me mira por el retrovisor.
—Lamento todo lo que paso —habla mientras su mirada se torna muy seria, suspira.
—No quiero que pidas más disculpas —comento mientras me acerco al respaldo de la silla—, comprendo lo que pasó y sé que no volverá a ocurrir, eres mi manager, pero también mi amigo.
Sonríe forzosamente, conozco a Jose y sé que no es muy partidario de las muestras de afecto o las palabras de cariño.
Cuando nos acercamos a la estación radial, ubicada en uno de los grandes edificios cercanos a One World Trade Center, se me seca la boca, a pesar de no ser la primera entrevista a la cual he asistido, los nervios nunca desaparecen.
La atención por parte de los trabajadores de la emisora es agradable, tanto productores, conductores y locutores nos recibieron con mucha energía e incluso bromearon antes de salir al aire. Me invitan a la cabina y el chico del staff da señal para iniciar.
—Estamos de regreso en esta mañana de sábado, en compañía de una bella mujer, muchos ya la conocen por su faceta de modelo, pero si no están enterados también es diseñadora y pronto exhibirá sus diseños —El locutor es un hombre joven que habla con mucho entusiasmo, mientras habla no deja de mirarme—. Una bienvenida para ti, Antonia Castillo ¿cómo te encuentras?
—Hola Eugene, primero quiero agradecerles por su invitación a este fantástico programa y gracias por tu pregunta, me siento muy bien —En las primeras palabras me tiemblan las manos, pero poco a poco me tranquilizo.
—No cabe duda que eres una belleza de mujer —El que habla es Cody, otro de los locutores y ante su aspecto diría que tiene más de cuarenta años, además su voz es fuerte, pero melodiosa—. Indague un poco sobre ti y descubri que iniciaste a la edad de veinte años tu propia empresa ¿cómo has llevado ese trabajo siendo tan joven?
—Bueno Cody, en realidad fue una idea de negocio elaborada junto con dos personas más durante mis estudios universitarios en diseño de moda y confección; poder llevar este proyecto no fue fácil, sobre todo por ser joven y por desenvolvernos en un área un poco competitiva, pero logramos en estos cuatro años estructuranos como una empresa de misión y visión claras.
—Hace poco estuviste en tu país descansando después de meses de trabajo —cuando Cody habla mueve sus manos y piensa lo siguiente que va a decir, su rostro me dice que será lo que tanto temo—, muy merecido sin duda, pero ¿qué pasó realmente en ese bar?
Ahí está, la pregunta realmente importante del día, así que tomo un poco de aire y lo suelo con lentitud.
—Desafortunadamente hay cosas que están fuera de nuestras expectativas o realidades, como tu dices estaba allí para descansar, tomar una copas como toda la gente lo hace cuando quiere estar con sus amigos, sin embargo, se inició una fuerte discusión donde termine involucrada —comento sonriendo, ya que si lo veo desde esta nueva perspectiva todo parece ser una broma de mal gusto.
—Estoy de acuerdo contigo —Eugene se une a la conversación— no hay nada de malo en una copa, además estabas fuera de compromisos laborales, lo que sí me interesa es saber cómo se filtraron esas fotos en algunos medios de este país, mucho antes que lo medios colombianos lo publicaran.
Eugene me mira entre la duda y la curiosidad; en la cabina entra Rose la productora general de la emisora, intercambia información con Cody y vuelve a salir.
—Tenemos comentarios de nuestros oyentes en nuestras redes sociales —Cuando Cody habla toma su teléfono y mira con el entrecejo marcado—. Uno de ellos pregunta ¿cómo está tu estado sentimental después de la ruptura con Jacobo Sanint? Recordemos que Sanint es un joven modelo, junto a Antonia iniciaron en la misma agencia, aquí en New York.
Cuando escucho la pregunta quedo en blanco ¿qué se supone que debo contestar? No quiero meter a Cristopher en esto, como lo he repetido en mi cabeza, no hay claridad para lo que se supone estamos llevando.
Eugene y Cody me miran expectantes por la respuesta, me sonrojo un poco, pero decido contestar.
—Lo único que puedo decir es que me encuentro bien y descubriendo algunas facetas de mi misma —Termino la frase con una sonrisa.
—Esa respuesta no es del todo clara ¿o ustedes que piensan? —Eugene decide involucrar a sus oyentes en torno a mi respuesta y parece muy divertido.
—No puedo creerle a Antonia su respuesta después de ver la foto que nos comparten por Instagram —Cody parece haber encontrado una mina de oro, su sonrisa y mirada deja de ser amistosa para iniciar una cacería— ¿Qué hacías tú en horas de la noche con un hombre? Desafortunadamente la foto solo se enfoca en ti, Antonia, el rostro del hombre aun es desconocido y llevas un vestido muy sensual, a mi parecer.
¿Foto? ¿Qué foto?
>>Las palabras en tu boca han muerto —la voz de Cody es de una completa sentencia—, amigos oyentes, hemos descubierto un secreto que Antonia quiere guardar, estoy seguro que si le preguntamos huirá de las respuestas, sin embargo, eso no es problema para nosotros.
—Por favor amigos, no cambien de emisora, ahora volvemos para saber un poco más en compañía de la talentosa y hermosa modelo Antonia Castillo.
Escucho la canciones que dan paso a los anuncios publicitarios, me retiro los audífonos y los dejo sobre la mesa, me levanto para estirar las piernas y salgo de la cabina para dirigirme al lado de Mariana y Jose, pero una mano se posa sobre mi hombro, me giro y encuentro a Eugene.
—Espero que no te encuentres incómoda por las preguntas —su voz es varonil y atractiva al oído, verlo de cerca hace desaparecer la idea que el dueño de la voz es un ejemplar como Henry Cavill, es muy joven, sin quitarle su correspondiente atractivo.
—No del todo, creía saber que esto podría pasar —comento con mucha tranquilidad, misma que me sorprende.
—Si deseas te puedo acompañar a tomar un café, antes de seguir con la segunda parte de las preguntas.
Lo pienso un poco, no está del todo mal o no ser que hacerlo provoque comentarios distorsionados, sin embargo, ¿qué puede pasar?
—Está bien, me agradaría tu compañía.
Cuando llegamos a la cafetería del lugar me encuentro con mis dos acompañantes, Mariana tan pronto me ve se dirige hacia mi.
—Parece que estás tomando todo bien —comenta.
—Si eso te parece —hablo restándole importancia—. ¿Sabes sobre la foto de la cual hablan?
La pregunta es una de las que más inquietud me han generado, no me importa si a mi lado está Eugene, el tema a tratar es sobre mi privacidad.
—Tan pronto escuchamos aquello Jose la busco, no está directamente publicada por la emisora, alguien la subió a Instagram y los etiquetó.
—Cosas como esas pasan todos los días —Las palabras de Eugene salen tan naturales, pareciera que nada le perturba—. Los paparazzis viven de estar detrás de las personas con algún grado de influencia y más si éstas han estado en algún escándalo.
Una mujer se nos acerca y nos informa que en segundos saldremos al aire, Mariana me toma de la mano y la aprieta.
—No le demuestres que algo te afecta, actúa neutral y sin comprometerte con las preguntas.
Asiento a sus palabras; camino de regreso a la cabina, tomo los audífonos y espero a que todo vuelva a iniciar.
Como antes, las primeras preguntas se centran en mi trabajo y en algunas ocasiones, mis relaciones profesionales y personales; mis gustos en lo referente a diversas marcas de ropa y lo más reciente, mi próximo trabajo con la señora McAdams.
—La señora McAdams según varias opiniones se centra en la extravagancia, en los detalles fuera de lo común, sin embargo, la noticia que más nos llama la atenciones la creación de su propia semana de la moda, pero con una corta duración donde ha invitado a varios diseñadores, entre ellos te encuentras tú —de nuevo la mirada de Cody recae sobre mi—. Antonia ¿cómo lograste una invitación por parte de la señora McAdams?
—Si estás confundido o con muchas preguntas yo me siento igual —rio—. No se asimila con rapidez este hecho, pero de lo que sí estamos seguros es de la calidad de nuestros trabajos, al igual del profesionalismo de los demás invitados.
—Me gustaría leer algunos comentarios y mensajes que nos han enviado —Eugene mira con atención la pantalla de su ordenador y alza la cejas, parece que algo sorprendido—. Encontré un mensaje, la persona al parecer decide comentar de forma anónima y nos dice, las moscas pronto dejarán de volar.
Eugene me mira expectante, desea una respuesta o comentario, solo alzo los hombros al no entender la frase.
—Vaya, vaya el enemigo parece querer hacerse notar —Cody habla con energía y diversión— ¿Qué sabe esta persona que nosotros ignoramos?
Su pregunta la deja al aire, como si fuese un comentario que no alberga ninguna intención.
—No podemos decir que todos los mensajes son de ese tipo —Eugene parece querer salvar este espacio que se vuelve incomodo, en especial para mi— Rita Tamayo te envía un fuerte abrazo y nos dice, Antonia tiene unos labios para besar y no soltar —las risas de todos lo presentes, incluyéndome resuenan por todo la cabina—. Recordemos que Rita Tamayo es una deportista destacada en los 1000 metros planos, nacida en Arizona ¿cómo conociste a Rita, Antonia?
—Fue en una sesión fotográfica, hace un año para una marca deportiva que patrocinaba un evento benéfico; creo que Rita es asombrosa por donde se le vea y desde aquí le envío un fuerte abrazo.
Salir de lo que sentí un laberinto fue fácil, no lo puedo negar, pensé que Cody se centraría un poco más en mi relación con un hombre sin rostro, pero parece que lo decidió pasar. Nos comunicaron que deseaban otra entrevista y Jose les comento que lo pensaría.
—Iremos a comer y después te llevaré a tu departamento —la voz de Jose interrumpe mis pensamientos—. Necesito ir a casa.
Miro curiosa a Mariana, lo último que dijo Jose no se escucho nada bien, se nota el cansancio y la tristeza, sea lo que sea que esté manejando con su familia lo está agobiando y de una forma muy fuerte. Insistí un poco el la elección del restaurante, no quería que fuera demasiado glamuroso o quedara lejos y por fortuna me hicieron caso; después de comer me llevaron al departamento como lo habían prometido, fue un almuerzo rápido, en silencio y sin preguntas.
Decido aprovechar mi tiempo dibujando algunos figurines y a medida que los creó llegan a mi mente nuevos diseños, me enfoco en las prendas de baño de dos piezas y los colores de la playa, tomo la paleta de los azules acompañados con los tierra y algunos naranja; recuerdo las pequeñas flores en casa de Julia, las buganvilias e intento dibujarlas como estampados en los bikinis. Me divierto y entretengo tanto con ellas que al sentir mi estómago pedir algo de comida descubro que son las siete de la noche.
Vaya, más de cuatro horas dibujando y con al menos unos quince diseños, me siento orgullosa.
Me dirijo hacia la cocina y cuando paso frente a la entrada del departamento un sobre blanco, bajo la puerta llama mi atención. Abro la puerta y miro hacia los lados, la única persona por allí es mi vecina de unos ochenta años que sale a pasear a su pequeña chihuahua y me es imposible pensar que ella sea la responsable del sobre. Regreso al interior del departamento, tomo el sobre y me dirigo a la cocina, al palparlo siento algo rugoso dentro, lo dejo sobre la encimera y busco en la nevera algo de yogurt, banana y avena, corto en rodajas la fruta y mezclo los otros dos ingredientes
Camino hacia la mesa del comedor, es un poco abrumador estar sola casi todos los días, pero al menos tengo mi espacio, independencia y no encuentro la mirada de alguien recriminando por lo que hago; suspiro, extraño a papá.
Llevo los platos sucios a la cocina y los lavo, recuerdo el sobre sobre la encimera y lo tomo, ya en mi cuarto lo abro y mi sorpresa es muy grande cuando miro lo que hay dentro. Una mosca está dibujada, sobre esta la cruzan dos líneas de tela roja formando un equis y con recortes de periodico armo una frase: las moscas pronto dejarán de volar.
El sonido de mi celular me altera un poco, ya que al escucharlo pego un ligero brinco y cuando lo tomo noto como mis manos tiemblan con ligereza, las abro y cierro antes de ver los mensajes entrantes no quiero que esto me afecte, no ahora; leo cada uno de los mensajes, sin embargo, el último correo me deja bloqueada, la sesión fotográfica con Kappa queda cancelada debido a percances personales por parte del fotógrafo.
No puede ser que otra vez esta pasando.
La nueva fecha de la sesión hasta el momento es desconocida y si deseamos cancelar el contrato lo podemos hacer, Kappa pagará por este incidente… ¿acaso no pueden contratar a otro fotógrafo sin dejar de lado el compromiso laboral? Es la primera vez que me pasa esto, dos contratos cancelados o terminados en menos de un mes, suspiro.
Me gustaria poder hablar con alguien, pero tampoco deseo molestar, sin embargo, el contacto de Cristopher llamandome es como una señal para este momento de leve tristeza. Cuando tomo la llamada, me siento sonreír como una tonta.
—Por un momento pensé que no contestarías —su voz es ronca, la podría diferenciar entre miles—. ¿Llamo en mal momento?
—Me sorprendes es solo eso —respondo con voz quebrada, un poco débil.
—¿Quieres que pase a verte? —cuestiona con cautela, su voz se ha tornado seria— No importa que necesites, yo te ayudaré.
—No por favor —contesto con rapidez, no deseo verme necesitada de compañía y menos de él, me avergonzaría mi falta de fuerza—, estoy bien y tu de seguro estás saliendo del trabajo, no quiero molestar.
—¿Quién te dijo que es una molestia? Sabes, desearía poder devolver el tiempo a la noche de ayer y así saborearte con más atención —baja la voz a un susurro, es un seductor y de nuevo desea tentarme.
—Eres un hombre muy provocador —confieso un poco más alegre—, pero no será esta noche.
—Lastimas a mi corazón —ríe— y a mi cama; esta bien acepto mi derrota, sin embargo, no te escaparas tan fácil de mi.
—Buenas noches señor Ferrer —me despido con un susurro, sonriendo y encontrándome más tranquila.
—Que descanses, corderita.
Su apodo me recuerda la vez que llegue a su puerta, cierro los ojos y me imagino su sonrisa y la forma en la cual me tocaba y en la forma en la cual me toco ahora, hace mucho tiempo que no me autosatisfacia y no puedo negar que el brindarme placer y recordar su rostro me lleva a un disfrute asegurado.
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