20) #biblehistoricalchallenge: EL PROFETA DE LAS AGUAS.
≪Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus angustias. Por eso he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche y miel≫.
Éxodo 3:5-14.
—Es la hora —expresó Moisés para sí mismo, contemplando las aguas del Mar Rojo.
De nada valieron todas las advertencias y las múltiples catástrofes que cayeron sobre los egipcios: el faraón se arrepintió enseguida de darles la libertad y seguía ahí, pisándoles los talones, en compañía de sus hombres. Se empeñaba en esclavizar a su pueblo de nuevo.
Sabía que el mar se iba a abrir en dos con la finalidad de permitirles cruzar. Dios le había dado numerosas pruebas de que confiaba en él, a pesar de que aún no se creía la persona indicada para llevar adelante semejante hazaña. Conocía a muchos hombres y mujeres dignos de admiración. Su única virtud radicaba en que estaba dispuesto a seguirlo hasta donde Él le indicase.
Sin embargo, al dejar atrás la tierra de Maidán y regresar a Egipto, ya no le importó si Dios había o no acertado al elegirlo: todo cambió al observar en qué había convertido Ramsés a los suyos. En títeres, que trabajaban bajo el yugo del látigo y de las hierbas que les mezclaba con la comida, para que no necesitaran dormir. Ésta agotaba enseguida sus cuerpos y morían en la primera juventud. ¿Qué importaba si siempre disponía de mujeres que llenaban sus vientres con nuevos esclavos?
Entretanto, el faraón satisfacía hasta el más pequeño de sus caprichos con la sangre y el esfuerzo de los otros, que para él no eran humanos sino escoria. Empeñado en que todos lo recordaran y en ser el primero de los hombres y deidades, ordenaba que construyeran monumentos, vasijas, monedas, frescos. Su rostro adornaba Egipto de una punta a otra. Era difícil ignorarlo.
Mientras, Ramsés se dedicaba a pasear en el último de sus carros, una obra de arte, con la acompañante de turno. Convencido de que Dios era él y no otro, tal como sus seguidores se lo decían a toda hora. El miedo siempre hablaba a través de las bocas, la crueldad del faraón era ampliamente conocida. Él creía que lo amaban: lo cierto es que la mayoría lo odiaba. ¿Quién podía amar a alguien que condenaba al resto a la miseria y a la esclavitud, succionándoles hasta la última gota de energía?
Tanto se lo repetían que se convenció de esa mentira: creyó que era la máxima autoridad de la tierra, del aire, de los mares y del cielo. Pero el Dios verdadero se encontraba ahí, para recordarle que no. Que también sería pasto de los peces en compañía de los suyos y de que su cuerpo se corrompería de la misma manera que el de los humanos a los que él utilizaba.
—Es la hora —repitió Moisés, golpeando la arena con el báculo.
Se dio cuenta del asombro de los perseguidores al ver elevarse el mar en dos columnas porque frenaron la carrera.
—¡Rápido, no os detengáis! —apuró a los suyos, acompañando las palabras con un movimiento de la mano.
Moisés caminaba detrás de ellos, cerrando la fila. Giró para mirar: cegados por el deseo de venganza, el faraón y su ejército también se adentraban en el pasillo que Dios ponía a disposición de él y de su pueblo, sin reparar en el peligro que corrían.
—Ya estáis a salvo —manifestó el profeta en voz muy alta, cuando se plantaron en la otra orilla, más cerca de la Tierra Prometida.
Observando al faraón golpeó nuevamente la arena húmeda con el báculo, decidido. Olas gigantescas cayeron sobre los egipcios, engulléndolos.
Con el paso del tiempo, nada quedó de este Ramsés. Ni de sus obras ni de su cuerpo, que se perdió en el Mar Rojo.
A Moisés y los suyos los persigue el faraón y sus hombres, sin darles tregua.
Con la ayuda de Dios, Moisés hace que las aguas se abran para dejarlos pasar.
Y vuelven a caer sobre el faraón y los suyos.
Cuando las aguas se aquietan de los egipcios no queda casi nada.
NOTA.
Aquí os dejo una versión bastante libre del éxodo. He aceptado el reto de rosaimee para el #biblehistoricalchallenge. Consiste en escribir un cuento de 600 palabras antes del próximo domingo.
Tiene que basarse en una de las historias de la Biblia en un sentido amplio y no sólo religioso. Puede tratarse de un poema, también. No reto a nadie pero me gustaría que algunos de mis seguidores y amigos se sumaran
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