CH06: Sentido
Fargan había sido testigo de muchos momentos extraños de Willy: desde unirse inesperadamente a él en medio de sus jugarretas como atraparlo en sus momentos más humildes cuando sus planes no salían bien. En cada oportunidad, en las que Fargan veía a Willy con los pensamientos atorados en la cabeza y una expresión incómoda, siempre percibió que su amigo era incapaz de afrontar el público inesperado.
Todo el tiempo Willy recurrió a lo mismo: hacerse el inocente. Muchas veces con un descaro que incluso le dio risa, porque si bien sabía que él no solía arrepentirse de sus actos, raramente obró desproporcionadamente. Willy disfrutaba de molestar y picar los nervios de los demás, usualmente por pura maldad y sus ganas de ver el pueblo arder, pero jamás se excedió de manera irreversible.
Fargan podía adivinar muchas cosas viendo en ese momento a Willy sobre los escombros y, sin tener que girar, sabía que Rubius —aunque un poco más confundido— se acercaba a la misma sospecha que él. No necesitaba que Willy reconociera nada pues con el simple hecho de estar ahí habló por sí mismo, independiente de lo que quisiera balbucear el peliblanco.
El saludo torpe de Willy pasó por encima de Fargan, quien se acercó sin dudar hasta la pila de escombros, mirándolo de arriba abajo en silencio. Como era de esperar, Willy adquirió una postura defensiva, retrocediendo un par de pasos. No importaba si era el mismo Vegetta, Willy no confió en la cercanía repentina de nadie.
—Willy —nombró Fargan, deteniendo sus pasos sin forzar la distancia límite de su amigo.
Willy lo observó con el ceño fruncido, aflojando un poco la tensión de su espalda. Fue cuestión de un instante, pero visiblemente se obligó a lucir más tranquilo, sin lograr parecer menos incómodo en ello. Willy dejó caer al suelo las herramientas de sus manos y se apoyó firmemente en el suelo con los brazos cruzados.
—¿Fargan? —sonrió sin ser transparente.
Fargan sabía mejor de ese gesto. Siempre sonrió para disimular, pero su apariencia dictaba lo contrario de lo que seguramente diría.
—¿Qué haces aquí, Willy? —preguntó sin mucho énfasis, sintiendo a Rubius y los chicos acercarse detrás de él.
—¿Qué hago aquí? —alzó un poco el tono, desviando la mirada observando casualmente alrededor—. Sólo pasaba por aquí, vengo de minar y ahora voy al pueblo.
"Tortuga mentirosa", contrapuso mentalmente Fargan, atorando una mueca en su rostro que escondió con una expresión comprensiva. Willy también acostumbraba mentir cuando quería escapar rápido de un sitio, pero Fargan no tuvo ganas de permitírselo fácilmente en esta ocasión.
—¿Sí? —tarareó y Willy asintió rápidamente—. Vaya, qué casualidad encontrarte. Nosotros pasamos por aquí para visitar a Auron. Trajimos algunas cosas para animarlo, ya sabes: se puso bastante mal con el tema de la piscina. Era muy importante para él, creo que ya te había contado, ¿cierto?
Por supuesto que lo había hecho. Pero Fargan lo sacó a relucir porque estaba buscando algo en específico y no se le escapó el ligero movimiento en las manos de Willy: la sutil reacción apretando fugazmente sus dedos. Willy frunció casi imperceptiblemente la boca antes de responder con el mismo gesto inmutable.
—¿Lo hiciste? No lo recuerdo, pero si tú lo dices. —Desmeritó con una mano—. En fin, creo que debería irme.
—¡No, no! —Detuvo, sonriendo—. Quédate, será bueno tener más manos. Planeábamos acomodar un poco aquí, aunque ahora que me fijo parece un poco mejor que hace unas horas, ¿viste algo?
Un ligero respingo pasó por los hombros de Willy. A Fargan no se le escapó ese movimiento tampoco, riéndose internamente por la esperada reacción.
—No he visto nada —negó Willy alzando la quijada—. Y no creo poder ayudaros, tengo cosas que hacer. Pero si me necesitáis, podría ir y regresar en un rato.
Fargan resopló viéndolo ir hacia su mochila en el suelo. "Está huyendo", juzgó. Agilmente Willy se montó la maleta a la espalda con un movimiento, sacudiéndose casualmente los pantalones después. No parecía tener intención de recoger las herramientas que dejó caer al suelo, pero sí las pateó más cerca de la pila de escombro antes de emprender marcha.
Fargan aprovechó el andar ajeno hacia su costado para detallar a la tortuga con más arraigo: Ropa sucia, manos lastimadas, un olor marcado a tierra húmeda y el lento caminar, definitivamente agotado por su respirar profundo. Fargan bufó con gracia y decepción: Willy estaba limpiando el jardín solo, seguramente acarreando alguna culpa, pero es demasiado necio como para admitirlo siquiera para sí mismo.
—Willy —nombró Fargan, dando un par de palmadas suaves en el hombro contrario mientras lo detenía brevemente—. ¿Te esperamos en un rato? Vendría bien tu ayuda aquí.
La espalda de Willy se tensó.
—Si queréis —respondió sin girar—. En veinte minutos regresaré.
—Vale, no tardes —animó Fargan.
Lo incómodo que fue esa marcha se quedó atorado en el aire. Fargan se frotó la frente con lo complicado que podía ser Willy. Sabía que no hablaría enfrente de todos allí e intentar sacarle la verdad sólo causaría conflictos, así que Fargan optó por lo pacífico y sólo sacar conjeturas: Dio un vistazo más detallado al jardín, contando las diferencias positivas que ahora podía percibir a comparación del día de ayer.
Podía apostar que, por lo avanzado, Willy llevaba el día entero trabajando allí: todos los escombros estaban recogidos en un sólo sitio, la tierra se aplanó en la mayor parte de la extensión, ya no había pedazos rotos de ningún mueble y la piscina estaba vacía para su reparación. Había horas de trabajo y dedicación allí, y Fargan estaba seguro que Willy era el único obrero. También estaba seguro de que no había manera en que Willy se motivara solo a arreglar todo por sí mismo, debía haber algún móvil para él que lo trajo hasta aquí.
Fargan sabía mejor. Casi siempre alguien tuvo que invitarlo a trabajar; Willy sólo se movió por su propia decisión cuando los pensamientos y la responsabilidad cayeron sobre su espalda. Y si vino hasta aquí, Fargan se atrevería a apuntar con el dedo que tuvo algo que ver con la destrucción de la playa artificial.
De pronto cobró sentido que Rubius hubiera fallado con su carga explosiva. ¿Tal vez no fue una, sino dos? Por eso explotó de manera tan exagerada, la doble dosis fue demasiado para el pequeño jardín. Willy y Rubius sólo tuvieron la mala puntería de hacerlo al mismo tiempo y al estallar uno, el otro colapsó terminando el trabajo.
Tuvo que sentarse en el suelo con la realización nublando sus sienes en acalorada sorna. No se lo podía creer. Las emociones contradictorias de indignación, comprensión, amargura y alivio se agolparon en su garganta obligándolo a resoplar con algo parecido a la risa y el sollozo.
—¿Fargan? —Rubius se acercó a él, con el rostro preocupado.
Fargan negó, sintiéndose incapaz de usar su voz en ese momento. Aun así, sonrió para el oso con resignación y creciente burla. Sacó de su bolsillo su comunicador, escribiendo.
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xFaRgAnxYT -> TheWillyrex: Willy.
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Fargan dudó de qué tan rápido fuera a responder, pero después de algunos segundos Willy apareció en línea. El búho sintió un nuevo ímpetu nacer en su pecho.
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TheWillyrex -> xFaRgAnxYT: Fargan.
xFaRgAnxYT -> TheWillyrex: Colocaste minas en el jardín de Auron, ¿verdad?
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Fargan podía adivinar la expresión casi incrédula de Willy mirando el mensaje, detenido en algún lado del pueblo con el comunicador en mano. Los segundos que le tomó comenzar a escribir de regreso fueron su perfecta confirmación junto con su respuesta.
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TheWillyrex -> xFaRgAnxYT: No sé de qué hablas.
xFaRgAnxYT -> TheWillyrex: Claro.
xFaRgAnxYT -> TheWillyrex: También Rubius colocó minas. Seguramente ambos explotaron y por eso todo se hizo pedazos así.
xFaRgAnxYT -> TheWillyrex: Fue mala suerte nada más. ¿En cuánto tiempo llegas para que lo arreglemos juntos los tres?
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Fargan le sonrió al comunicador. Willy debía estar teniendo una profunda deliberación consigo mismo en ese momento. A veces tardaba en llegar a sus propias conclusiones y sobre todo luego del fragor del abordaje directo como acostumbraba Fargan en contra de él.
—¿Entonces fuimos los dos? —preguntó Rubius, tímidamente como un niño buscando consuelo.
Entonces Fargan se dio cuenta de que Rubius asomaba su cabeza al costado de la suya, leyendo descaradamente los mensajes. Con un resoplo palmeó la cabeza del oso como regaño y ánimo a la vez.
—Sí —confirmó pacíficamente—. Sólo tenéis una puntería maquiavélica.
Rubius sonrió suavemente, luciendo notablemente aliviado. El malestar de su ceño se deslizó por fin: El hecho de contar con una confirmación tangible de que se trató de un accidente, lavó bastante la culpa que llevaba encima.
Willy respondió de nuevo, escuetamente para diversión de Fargan.
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TheWillyrex -> xFaRgAnxYT: En 10 minutos.
xFaRgAnxYT -> TheWillyrex: Ya tengo piedra luminosa para la piscina y muebles.
TheWillyrex -> xFaRgAnxYT: 5 minutos entonces.
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Fargan se dejó caer de espaldas, sin importarle ensuciarse sobre la tierra desgranada. Rubius se sentó a su lado mirando hacia el horizonte con una expresión tranquila pero agotada. Mangel y Alexby se aproximaron a ellos, eligiendo un pedazo de escombro particularmente grande para apoyarse.
—Entonces... ¿Entre Rubiuh y Willy? —preguntó Mangel, mirando con curiosidad el alrededor.
Alexby resopló ante la mirada incrédula del búho y el oso.
—También tenemos ojos y no es como si no conociéramos a Willy —aclaró, riendo—. Al menos ya avanzó la mayoría, nos toca recoger y retocar.
—Cuando vosotros digáis —invitó Mangel, dejando las bolsas de compra en el suelo.
A estas alturas, Fargan ya se había dado cuenta que él estaba dirigiendo toda la brigada de reparación de jardín. El oso lo miró buscando su aprobación a la cual asintió, levantándose del suelo y tomando las herramientas que Willy dejó atrás. Con la voluntad renacida, estiró los músculos de su espalda y dio un paso al frente.
—Rápido antes de que Vegetta y Luzu se den cuenta —tarareó.
Comenzó a paliar los escombros. Sólo quedaba un par de horas de luz del sol, así que debían apresurarse para acabar antes del anochecer. Eran cuatro ellos más Willy que venía de regreso, parecía una meta posible. Un fuego se esparció por sus venas, de pronto sintiéndose revitalizado.
Era una buena noticia el que haya sido un accidente sin malicia causado por la mala fortuna. Fargan podía trabajar con eso, en cuanto Auron despertara y pudiera escucharle definitivamente lo entendería. Con los chicos como respaldo podría pasar por encima de Vegetta, Luzu y Lolito, para ir directamente a él y hacerse escuchar.
Entonces, la tercia de defensores al fin escucharía y todos podrían cenar o lo que sea. El jardín es para eso, así que debía quedar perfecto. Él, que lo había visto mejor que cualquiera de ellos, dirigió el acabado para que fuera fiel a lo que recordaba que Auron quería. Un poco de detalles coquetos, regalos aquí y allá, muebles extra y la rehabilitación del asador, todo ello haría regresar la sonrisa de su amigo.
Willy apareció, esta vez limpio y más equipado. Picos, palas y su maleta estacionando en el suelo, llena de farolas y luces en serie que se proyectaron en la imaginación de todos de manera maravillosa. El jardín estaba adquiriendo forma nuevamente, cálida y sinceramente.
El alboroto en el jardín llegó superficialmente dentro del búnker. Vegetta y Lolito, enfrascados en su tarea de cocina experimental, sintieron una vibración en el techo. Esperaron un momento para corroborar, sintiendo otra vibración esta vez más clara.
—¿Qué cojones? —murmuró Lolito.
Vegetta frunció el ceño sacando su comunicador. Vislumbró fugazmente los montones de mensajes, grupales y directos en él, desconcertado y afianzando su expresión dura con mayor certeza. Su atención la desvió al radar y la acumulación de puntos detectados por encima de ellos lo exasperó.
—Vegetta, están arriba. —Apareció Luzu en la cocina, con una ligera premura en su rostro—. Prácticamente todos están allí.
—Ahora los echo. —Comenzó a escribir velozmente. Luzu negó, aproximándose a su lado.
—Llevo desde hace un rato advirtiéndoles que se devolvieran, pero no me responden —carraspeó—. No deben estar viendo los mensajes ya.
Vegetta suspiró sujetándose el puente de la nariz.
—No pudieron esperar como les pedí —gruñó devolviendo el comunicador a su bolsillo.
—¿Deberíamos acercarnos a hablar con ellos? —preguntó Luzu.
—Me niego —repuso Lolito.
—No nos adelantemos —intervino Vegetta.
Luzu y Lolito asintieron, mirando fugazmente al techo que vibraba ligera pero aún perceptiblemente. Vegetta comenzó a avanzar de regreso a la habitación de Auron con una mano en la barbilla, siendo seguido de cerca por los otros dos.
—Están haciendo algo arriba —señaló en voz alta luego de algunos segundos—. Si no se han acercado a la puerta, seguramente están en el jardín.
Lolito se exaltó.
—Sólo espero que no para arruinarlo más. —Se cruzó de brazos.
—Bueno... Mangel y Alexby están arriba también. —Luzu ladeó la cabeza hacia arriba—. No creo que ellos hagan o permitan una tontería.
Vegetta asintió audiblemente, más calmado. Llegaron donde Auron, sentándose los tres cerca de la cama en el tumulto de sábanas que había formado durante la tarde.
—Sonará loco, pero creo que tendremos que confiar un poco en ellos.
Hubo un par de sonidos de rechazo al respecto.
—Lo sé, lo sé. Pero no podemos dejar a Auron por ir a discutir arriba y de todos modos no podemos salir.
Lolito y Luzu hicieron una mueca, mirando a su compañero que continuaba igual de dormido que el día anterior. La comprensión se manifestó en sus rostros, aceptando el veredicto final de Vegetta de permanecer tranquilos todavía.
Las vibraciones del techo se apagaron pronto, apenas trayendo algo de tranquilidad para los tres. No faltaba mucho para el atardecer, cerca de comenzar la segunda noche de Auron ausente. Luzu se permitió con ayuda de Lolito esponjar una de las almohadas de Auron para mantenerlo cómodo con la esperanza de que lo apreciara inconscientemente.
Hasta el momento sólo había cambiado el hecho de que lo acunaron con más almohadones y sábanas, y colocaron lámparas para hacer más cálida la habitación. La expresión de Auron seguía igual de neutra y desvanecida, pero al menos el ceño fruncido lejano se había perdido por completo. Eso era bueno.
Platicando entre ellos, especulando lo que podrían estar haciendo los chicos arriba, no se percataron de la ligera sacudida de los párpados de Auron, relajándose un poco más.
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