CH01: A dos pasos
Un día como muchos otros en los que se levantó de su cama al amanecer, el aviso de su emulador de chat timbrando le hizo abrir los ojos. El sonido de los zombis se esfumó entre el susurro de sus cuerpos ardiendo en fuego por los rayos del sol; sus ojos punzaron y sus músculos quemaron por la fuerza que invirtió en moverlos.
Estaba adolorido por la catastrófica tarde del día anterior, donde terminó implicándose en un sinfín de explosiones y peleas que resultaron en dejarle masacrado ahora. Frunció la boca al enderezarse, saliendo de la cama y encontrándose de lleno con el tanque de la sirena, quien comenzó a entonar una suave canción que parecía arrullarlo para hacerle sentir mejor.
Venía bien una suave melodía para recibir el día; hoy quería procurar algo más tranquilo. Tarareando al ritmo casi memorizado, intentó relajar su mente pensando en lo que podía hacer para decorar y mejorar su jardín trasero. Hace unas semanas se le había metido en la cabeza la idea de elaborar una playa artificial y había estado avanzando poco a poco en medio de sus obligaciones de héroe y pendientes antes del otoño.
El proyecto estaba tomando forma de manera maravillosa dentro de sus planos imaginarios: había avanzado mucho la última semana y ya algunos aldeanos se habían acercado elogiando lo que tenía montado; sin embargo, quería hacer algo aún mejor para así invitar pronto a sus amigos a pasar el rato y presumir el lujo en el camino.
Tenía algunas sillas para retozar y le gustó mucho las plantas y la imagen ambiental lograda hasta ahora; su orgullo estaba sobre todo en la iluminación: además de bello, unas cuantas lámparas más a lo lejano aseguraron que los bichos se mantuvieran fuera. Aun así, quería un extra. Pensó en tal vez colocar un asador de ladrillo, algo similar a lo que Lolito había hecho en su propia casa, pero no tan ostentoso. Le gustó algo más sencillo, unas hieleras y cajones que vendrían bien junto con las rejillas para cocinar.
Se puso en pie, yendo a su mesa de decocraft. Buscó en el catálogo algo chulo que combinara con lo que buscaba, pasando varias páginas con la mano en la barbilla tratando de encontrar la sección de playa. Tras ir y volver entre las imágenes, al final eligió lo que le parecía más bonito porque no era mucho de ponerse a pensar en los colores y formas. Le bastó que fuera agradable a su vista.
Metió todo lo crafteado al inventario y con una sonrisa en la boca subió sus escaleras hacia afuera. Respiró el aire fresco de la mañana y fue con tranquilidad hasta la parte de atrás. Estaba igual de brillante como lo dejó, con la enorme imagen de olas brillando. Le relajó ver eso, un sentimiento de paz que no sabía bien describir se alojó en su estómago: Algo tan simple como una pequeña playita le hacía feliz y se sintió satisfecho con su pequeño pero honesto trabajo.
Fue buscando sitio para colocar lo que tocó hoy; hizo un par de pruebas y dejó todo instalado en un lado esquinero, donde antes tenía un par de árboles. Tuvo que talar, pero siendo amante de la frescura de los árboles los plantó un poco más cerca del rejado para que, al crecer, siguieran dando sombra al paso.
Estuvo horas en su patio trasero laborando con reformas: Hizo menos profunda la piscina y la volvió más ancha. Tuvo tiempo de ir al pueblo y conseguir piedra luminosa para terminar de hacer brillar el sitio. Le gustó mucho la calidez que proyectaba, era como una playa real con el añadido de no tener que ir tan lejos para pasar un rato entre arena y evitar arriesgarse en un camino hacia las afueras del pueblo.
Estaba contento, especialmente porque podría enseñarlo a todos. Pasar un buen rato y presumir del acabado de mármol que había logrado, asar carne y desperdiciar tiempo flotando en el pato que había comprado. Incluso compró más de un par, para que más de uno pudiera juguetear tontamente en el agua.
Le hizo ilusión algo como eso, amistoso y sincero. Esperaba pronto tener a alguien de sus compañeros cerca para invitarle a pasar el rato. Ese día al parecer todos estaban conectados en la red de Karmaland y pareció una buena oportunidad, pero, antes de enviarles mensaje, prefirió dedicarse otro rato a traer más cosas para complementar la parrilla y hacer algo con ellos como se debe.
Caminó de vuelta a la puerta de su casa, bajando enseguida con una tranquilidad que no había sentido en un tiempo desde que empezaron las jugarretas y bromas pesadas. Reconoció que este aire le hacía falta en serio. Luego de un suspiró, dio un saludo rápido a su mayordomo y a su golem de hierro, pasando de largo hasta el filtro de cofres para buscar provisiones.
Cargó al inventario carbón, unos palos y algunas piezas de carne para dejar en el mini-bar de la parrilla. Pensó también en dejar por ahí una linterna extra, por lo que se dio una visita rápida a la mesa de decocraft, tomando también algunas decoraciones más para colgar platos. Se tardó más de lo que pretendía eligiendo de nuevo lo más bonito de los sets.
Un poco apresurado se encaminó para subir de vuelta; iba sonriente, pero en un instante su mundo se sacudió al sentir una explosión cerca. Sus sentidos se dispararon en un escalofrío y corrió armándose con su espada hasta donde había escuchado la detonación: Su patio trasero.
Fue un par de segundos lo que tardó en rodear su casa, pero fueron suficientes para rezar a los Dioses por su piscina y que ésta se mantuviera intacta. Llegando atrás todavía había humo esparciéndose y el sonido de guijarros chocando con el suelo golpeó más en su pecho; en cuanto pudo ver bien, sus hombros cayeron junto con su espada al suelo. Todo estaba destrozado.
Sus muebles desaparecieron en su mayoría y la piscina no lo era más, se había vuelto una charca desastrosa en ruinas. Incluso su cartel luminoso de playa se había vuelto trozos. La explosión al parecer había alcanzado su parrilla nueva, destrozando la mitad de ésta y dejando por todos lados los ladrillos que prolijamente había acomodado unas horas atrás.
Frunció la boca, golpeando con frustración y debilidad el costado de su casa reforzada. No dejaba de preguntarse cómo había ocurrido esto, pero, al mirar sus torretas, se dio cuenta de su error: las dejó apagadas al bajar.
Se llevó una mano a la cabeza para sujetarse el cabello, buscando algún tipo de estabilidad. No estaba seguro si estaba molesto o cuál era el sentimiento que estaba conteniendo. Tampoco sabía si quería poner minas en respuesta a la agresión como era su costumbre o si siquiera buscaría al culpable, porque siempre que preguntaba nunca nadie sabía algo al respecto. Incluso estando cerca del pueblo jamás alguien vio nada que sucediera en sus terrenos, ni cuando le explotaron el frente ni cuando le despedazaron los huertos.
Por algún motivo su piscina, que hizo con tanto cariño como un proyecto individual, acompañado con la ilusión de compartir, le había dolido más que cualquier otro atentado. Tal vez era por eso: porque era algo muy personal de él, algo a lo que le dedicó días enteros de diligencia —y noches también, incluso trabajando bajo lluvia— sin ser una reparación tonta, sino con el simple deseo de tener un sitio lindo.
—¡Joder! —exclamó en un gruñido ahogado al final, arrojando el carbón al suelo en un arrebato.
Sólo quiso un día tranquilo y terminar con su proyecto, no estas mierdas. Pensó en buscar quién estaba conectado para revisar a los posibles culpables, pero una pregunta vaga en su cabeza le impidió levantar el aparato donde todos conversaban y daban señales de vida. Una pregunta tan amarga como la falta de ánimo que ahora sentía.
—¿Vale la pena? —se dijo a sí mismo y giró sobre su sitio para regresar a casa. Dejó el patio trasero como estaba, no tenía ganas de componerlo. No esta vez.
Bajó de regreso las escaleras, exhausto. Arrastró los pies a cada escalón y fue directo a su habitación, escuchando el canto de la sirena de fondo como escaso consuelo. Miró sus decoraciones de navidad que aún no se dignaba a quitar: éstas le daban un brillo acogedor a su zona de descanso, ahora mismo arrullándolo y llamándolo para dormir. Se quedó unos minutos viéndolas con la mente en blanco.
No se dio cuenta del tiempo que pasó hasta que a través de la ventanilla del techo vio cómo el cielo se oscurecía y, con eso, se limitó a recostarse en su cama.
--------------------------
SrAuronPlay está durmiendo... (1/9)
--------------------------
La vibración de los mensajes no pudo importarle menos en ese momento, pero aun así abrió el chat. Su mano pesó y sus párpados comenzaron a arder con agotamiento.
--------------------------
Vegetta777 está durmiendo... (2/9)
TheWillyrex: Es luna de sangre, tengan cuidado, chicos.
elrubius: Confirmo, se puso salvaje. Apenas volvía a casa y casi muero ☹.
xFaRgAnxYT: Casi la palmas, eh? Rubius.
LOLiTOFDEZ: No estéis jodiendo, algunos queremos dormir.
LOLiTOFDEZ está durmiendo... (3/9)
--------------------------
Auron sonrió un poco ante el comentario de Lolito. Sin pensarlo mucho y un poco adormilado, escribió.
--------------------------
SrAuronPlay: Me han reventado el patio trasero.
LuzuVlogs: ¿Qué? ¿Cómo?
xFaRgAnxYT: ¿Habrán sido los Creepers?
TheWillyrex: Salen muchísimos monstruos cuando hay luna de sangre.
--------------------------
Hizo una mueca. Sus dedos se movieron por sí mismos para responder, sin saber bien cómo salió pues comenzó a ver borroso.
--------------------------
SrAuronPlay: Sólo que hayan sido 5 creepers resistentes al sol.
elrubius: Joder, cada día es más inseguro aquí.
TheWillyrex: Muy cierto.
xFaRgAnxYT: Definitivamente.
alexby: Y que lo digan, me han vuelto a romper las escaleras.
Mangel: Este es un pueblo de locos.
LuzuVlogs: Si necesitas ayuda para arreglarlo, sólo dime y voy, Auron.
Vegetta777: ¿Fue mucho? Puedo ayudarte también.
--------------------------
Apenas pudo leer esos últimos mensajes: todo se hacía más y más oscuro. Estaba fatigado, su cuerpo comenzó a doler por el esfuerzo de ese día y tampoco estaba seguro de querer seguir hablando. Sabía perfectamente que en esa conversación estaba el culpable disimulando y eso, en ese preciso instante, le hizo sentir un resquemor que no comprendió.
Bufó, cansado de todo.
--------------------------
SrAuronPlay: No hace falta, no importa mucho ya.
--------------------------
El resto de los mensajes no significaron nada en adelante para él. Sólo dejó el chat estar, mientras terminó de cerrar los ojos y pensó en cuánto tardaría quitando los escombros que quedaron.
No tenía la menor idea de qué estaba sintiendo ahora, anestesiado contra pesares que decidió ignorar. En cambio, de algo sí tenía certeza: Estaba muy cansado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top