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7. Cuando Louis ve el miedo de Harry.
Ellos no hablan de eso.
Aunque Louis tiene las preguntas en la punta de su lengua, quemando en sus labios cada vez que mira a Harry. Pero no lo hace; las enumera en su cabeza, como si se tratara de una lista. Y cuando están en la cafetería y el hombro de Harry roza el de Louis, él se las repite a sí mismo como un susurro preocupado. Cree que Harry sabe todo lo que navega en su cabeza (¿Quién le hizo esas heridas viejas? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿...Qué sucede con Harry, en general?)
Sin embargo, hay un momento que lo detiene y pauta que Louis nunca pregunte. Es a la mañana siguiente, cuando la taza verde de Harry con restos de café está tirada sobre la mesada y el único rastro de que algo sucedió ayer es la cafetera que Louis usó para prepararlo y al parecer Harry ni tocó, el resto está ordenado e impecable. La tela del sillón lisa, como si hubiera pasado sus manos varias veces por ahí para quitar cualquier arruga y la cobija cuidadosamente doblada y acomodada en una esquina, el control de la televisión sobre la mesa del centro, alineado junto al disco viejo que Harry tiene con repeticiones de Friends.
Es como si nada hubiera sucedido.
Y Harry se había ido temprano. Es decir, Louis no quería parecer asustado o sorprendido (y lo estaba, un poco) pero, aunque él y Harry tuvieran horarios y facultades distintas, ellos siempre coincidían en las mañanas para el desayuno. Harry hervía el agua del té de Louis y a veces Louis preparaba descafeinado para Harry y hablaban, la mayoría del tiempo. No importaba de qué. Era algo casual, liviano y tranquilo. Louis hacía reír a Harry y Harry le hablaba a Louis sobre sus clases y lo distraía un poco, lo suficiente para que Louis no notara que el desayuno de Harry solo consistía en un café y un plátano.
Pero Harry se había ido temprano esa mañana. Muy temprano, antes de que Louis despertara. Él no se hizo muchas preguntas, de todas formas, masticando un trozo de pan y echándole una ojeada a la vela aromática apagada antes de irse. Aunque sospechaba, ligeramente. Su cabeza lo guiaba al primer pensamiento básico: Harry lo estaba evitando.
Lo confirmó después, cuando se adentraba al campus atravesando la entrada repleta de jardines que se dividía luego en distintas facultades y pasillos y vio a Harry, un poco a lo lejos, casi diez metros de distancia. Y Harry lo vio a él, los ojos abriéndose desmesuradamente con horror y las mejillas pálidas, ambos quietos a cada extremo del pasillo. Fue cuando Louis le sonrió, poco y lento, que la expresión de Harry se tornó en algo reacio... y luego huyó de la vista de Louis.
Louis lo siguió, porque él es testarudo y, también, estaba malditamente preocupado (y caído) por el chico. Encontró a Harry unos salones después, su cuerpo apoyado y escondido contra una pared blanca y su cabeza cayendo hacia atrás, reposando contra el muro y mostrando la fina línea de su mandíbula, su garganta estirada y sus ojos cerrados y Louis pensó que era tan bonito y a su vez, que lucía tan temeroso. Y cansado.
Se acercó, sigiloso y con cautela, preocupado de sobresaltarlo. Pero cuando estuvo a su lado, Harry parpadeó, sus ojos entreabriéndose y fijándose en la figura de Louis a su lado, los murmullos de la universidad disminuyendo poco a poco, al final, solo escuchándose ellos dos. Y no se sobresaltó, solo miró a Louis, quieto y alerta.
—No voy a preguntar nada— dijo, entonces, y las pestañas de Harry revolotearon con lentitud. Louis tragó con dureza —Si tú lo quieres así, no habrán preguntas.
Aguardó segundos en silencio, expectante y con la mirada tierna posada sobre el chico. Imaginó su reacción, aunque ni siquiera sabía cómo, Harry era impredecible. Tímido y dulce, alerta y preocupado, asustado y desconfiado. A veces receloso, otras suave. Louis piensa en que le tomó dos meses ganarse la dulzura y confianza de Harry, al menos su toque. Se pregunta cuánto tiempo le tomará entender a Harry, o a las miradas, o a los gestos. Louis quiere hacerlo, entender a Harry. Conocer sus piezas.
Porque el chico asiente, de repente, y Louis se queda desconcertado. Va a preguntar, entreabriendo sus labios y mirando a Harry con intensidad cuando él dice —Sin preguntas —y es bajo y suave, rodeando a Louis y tirándolo hacia Harry. —Por favor.
Asiente, sin moverse un centímetro. Sus manos se esconden en los bolsillos de su sudadera.
—Está bien —acepta. (Él sabe que, tiempo después, se arrepentirá.)
Pero Harry se ablanda casi al momento, la línea de sus cejas se suaviza y un brillo sutil cubre sus ojos cuando mira a Louis. Ellos se despiden, Louis sacude su mano y Harry mordisquea su labio inferior. Antes de irse hacia una conferencia sobre el código penal él voltea. Sus ojos se convierten en algo firme sobre Harry.
—No tienes que esconderte de mí —le dice, refiriéndose a toda esa mañana, en general. A la forma en la que Harry evitó a Louis después de que lo vio llorar.
Pero ellos sienten que abarca un poco más que eso.
Y más tarde parece que nada ha sucedido cuando Louis pasa por el campus y Harry y Niall están tirados bajo la sombra del árbol. Es normal como él se acerca y los saluda, luego toma asiento junto a ellos y abre sus libros. Estudian un poco, al menos hasta que Niall deja ir un comentario burlón acerca de ellos siendo estudiantes de medicina y dibujando en lugar de consultar, y es tonto, en realidad, pero hace reír a Harry y ellos se desvían de cualquier tiempo de estudio. También es natural como Louis sonríe inconscientemente cuando Harry lo hace. Y como comen manzanas (Harry) hay un chasquido de una botella de coca cola y un largo sorbo (Niall) y empaques de barritas de cereal arrugados en la hierba (Louis) se siente normal. Nada ha sucedido. Nada ha cambiado.
Excepto que si lo ha hecho.
(...)
Una semana después Louis está llegando al piso al mediodía, cuando Harry está teniendo su almuerzo. Él no interrumpe, porque desde la pantalla están reproduciendo alguna película animada y Harry tiene su atención en ella mientras come poco a poco. Lento, lo suficiente para que Louis note que su almuerzo solo consiste en dos mandarinas peladas y una taza de café.
Y unos minutos después Harry le está hablando de algo mientras Louis trastea en la cocina, dándole la espalda y él se detiene en algún momento, sus ojos cayendo sobre la silueta estrecha del chico que se inclina sobre la mesada. Louis lo mira más que nunca. Sus antebrazos descubiertos por su camiseta un poco larga y ancha, pesada a la hora de cubrir su espalda, sin pegarse a la piel. Sus rizos desastrosos acariciando sus hombros finos y, a pesar de lo ancha que es la ropa, Louis puede percibir la figura pequeña de Harry bajo esta.
Frunce el ceño. Harry es tan delgado. Podría quebrarse, como sus dedos, largos y finos, desgarbados, como sus manos huesudas mientras toma una mandarina y la desbarata. Louis las mira, se siente inquieto de repente. Recuerda un destello veloz del torso de Harry sin camisa, aquel día cuando lloraba. Recuerda la piel pegada a sus costillas, la curva de su cintura y lo plano de su vientre. La piel pálida y seca, sin brillo. El aspecto insano de su pecho y clavículas... su espalda.
Louis deja su sándwich a medio hacer de lado. Retuerce sus dedos y se da cuenta de que sus manos tiemblan. Vuelve a mirar a Harry, quien está viendo hacia la pantalla con una sonrisa pequeña en sus labios y un gesto despreocupado en sus cejas, inconsciente de lo mucho que Louis ha caído y lo desastroso que se ha convertido de repente; y Louis quiere absorberlo, todo lo bonito y tranquilo de su expresión y reemplazar esa nueva preocupación que late en su pecho.
No puede.
Porque Harry está tan delgado.
(...)
—Entonces —dice y su tono de voz es casual, sus dedos golpeteando sobre la superficie de la mesa en un compás rápido y los ojos verdes de Harry naturalmente posados sobre él. Louis aprovecha que están solo ellos dos en ese rincón de la cafetería y se gira en completo hacia su compañero de piso, ladeando la cabeza y entrecerrando los ojos —Estaba pensando y, ¿Qué te parece hacer las compras juntos? Es injusto que las hagas tú solo, además— se encoge de hombros —quiero ir.
Harry parece genuinamente sorprendido por un par de segundos y luego, le sonríe a Louis con calma. Niall y Josh sobre el mostrador de la cafetería, ordenando por todos ellos en un tono ansioso y Louis puede escuchar el 'helado de vainilla para cuatro, y...' de Niall, una orden infinita al parecer.
—Está bien— acepta fácilmente, sin sospechar siquiera. Louis sonríe con éxito.
—Genial. ¿Esta tarde?
Harry asiente. Louis se siente aliviado y deja de retorcer sus dedos bajo la mesa.
Harry roza sus meñiques. Hay algo ya natural en ello.
(...)
Cuando Louis cierra los ojos se acuerda de la imagen de la espalda de Harry. La piel lastimada ya cicatrizada, las heridas viejas comenzando a partir de un poco más debajo de su hombro, las marcas rojas y burdas en sus caderas. En su cabeza, lucen terriblemente similares a quemaduras de cigarrillo.
Espera que no lo sean.
(...)
—¿Qué te gusta?
—¿Uhm?
—De esto —Louis señala con sus manos abiertas el gran corredor. Harry frunce el ceño.
—¿Comida? —pregunta y parece divertido, como si creyera que Louis va a hacer alguna broma. Sucede la cabeza, dejando una risita corta.
—En serio — él insiste, llevando sus ojos a la fila. Se detiene en una caja de cereales sobre el mostrador y se acerca a toda prisa, estirándose y alcanzándola. Cuando voltea, los ojos de Harry lucen curiosos —Mira. Este es mi cereal favorito, mi mamá me lo compraba desde que tenía cuatro años. Es decir, —echa una mirada hacia la caja— son de chocolate. La mejor compra de la historia. Eso es lo mío. A ti te gusta el café, y el café con leche. ¿Qué más?
Harry luce dudoso de repente, con la mirada resbalando sobre los estantes con la excusa de no mirar hacia Louis. Hay pesaroso sobre sus hombros al notar lo alerta que pone a Harry el tema de la comida —Yo, uhm...-
Louis le alcanza una caja. Es cereal de colores, algo así. La sostiene ante Harry —¿Este?
Hay segundos de silencio, un poco pesado. La respiración de Harry es lenta —No.
—Uhm— Louis entrecierra sus ojos hacia otra. La alcanza —¿Frutos secos?
Harry niega nuevamente, un movimiento pausado y breve. Es así con cada caja que Louis le muestra, por lo que él al final descarta cualquier tipo de cereal. Están después en una parte de comida congelada, luego fideos, pastas, confituras. Harry dice que no a todas. Louis está escondiendo su alerta bajo bromas cortas y sonrisas suaves. Quiere abrazar a Harry cuando el chico detiene su mirada de repente en uno de los estantes, un poco oscurecida e insistente... y Louis lo sigue, viendo hacia donde mismo. Mermelada de fresa.
Louis no pregunta esta vez. Él solo toma empaques y frascos de cada cosa en la que los ojos de Harry se detengan. Son dulces todos, y los ojos de Harry parecen confundidos y brillosos, persistentes. Louis tararea cuando agrega a la cesta unas galletas con dulce de melocotón. (Descubre que a Harry le gusta lo dulce. Lo que es empalagoso, dulzón y colorido. Es en ese tipo de productos en los que sus ojos se detienen y él se niega a comprar y esos son los que Louis agrega a su compra en cantidades que Harry puede ir tomando cada día.)
—¿Qué helado te gusta? —pregunta al final y cuando da una mirada hacia atrás, Harry tiene las mejillas sonrojadas y un deje de curiosidad en su expresión.
—No lo sé —Harry murmura torpemente. Louis esconde una sonrisa y no insiste, él solo toma algo que le puede gustar a Harry y echa miradas de reojo casuales comprobando su elección. Cuando toma el de plátano, Harry se torna un poco ansioso y sus ojos brillan con algún tipo de anhelo. Louis aprovecha y toma tres botes del mismo sabor.
Terminan la compra y es mucho más de lo que imaginó que sería. Cree recordar a Harry llegar cuando él es solamente el que hace las compras con una o dos bolsas, sin mucha exageración pero si lo suficiente para abastecerlos un par de días. Entonces, él mira lo que la cajera está pasando por el escáner y se da cuenta de que eso es definitivamente una exageración. Terminan siendo cuatro bolsas un poco pesadas y cuando Harry está distraído con el comprobante, Louis paga.
Luego distrae a Harry. Lo hace cuando el chico de cabello rizado murmura un —Casi no compramos comida en verdad... — lo cual es cierto, porque Louis ni siquiera tenía la intención de hacerlo y solo echó un par de paquetes de fideos, comida congelada y Harry tomo vegetales y el tipo de cosas que normalmente toma, el resto, fue lo que Louis tomó para él.
Pero secretamente. En algún momento harán una verdadera compra, sin embargo, todo en lo que Louis piensa es en que quiere ver a Harry probar cada cosa que compró. Incluido ese extraño pan dulce con azúcar espolvoreada que Harry observó durante mucho tiempo y luego Louis compró discretamente.
(Harry lo encuentra cuando llegan a casa. Louis finge que está muy cansado y tiene que tomar una ducha pero antes de cerrar la puerta del baño, él mira hacia la cocina y ve a Harry dar un mordisco pequeño y dudoso al pan.
Pero entonces, cuando Louis cierra la puerta, Harry se fuerza a dejar de comer. Tiene los ojos llenos de lágrimas.)
(...)
Ed visita el apartamento un par de días después. Harry está en la universidad y Louis luce acabado de despertar, con una camisa desgastada y vieja y unos pantalones cortos con más manchas de las que debería tener. Su mejor amigo enarca ambas cejas cuando lo ve, falsamente impresionado.
—Estás vestido —dice y Louis resopla. Claramente lo está. Sus viejas costumbres de andar semidesnudo o sin nada en general se han pedido desde hace meses, cuando Harry comenzó a vivir ahí. Ni siquiera puede imaginar su reacción si viese a Louis recién despertado bebiendo jugo directo de la caja y solo en bóxer. Jesús. Probablemente Harry se sonrojaría tanto como una de las manzanas que tienen en la mesada.
Louis se pregunta brevemente si Harry lo miraría. Y si lo hiciera, ¿Le gustaría? Entonces es cuando la pregunta llega por solo un segundo, desvaneciéndose rápidamente —¿Acaso siquiera Harry es gay? — pero él le resta importancia al instante.
—Hola para ti también —masculla y se aparta para que Ed pase. El chico lo hace sin reparos, cerrando la puerta tras él y siguiendo a Louis. No es la primera vez que está en el departamento, porque él fue quien ayudó a Louis a mudarse y todo eso, pero si es la primera vez desde que Harry se mudó al sitio.
Y Louis se siente un poco a la defensiva y protector, de repente, cuando los ojos de Ed recorren el espacio de la sala y la cocina que Harry y Louis han hecho. Es suyo; es decir, las velas de Harry, el sillón donde ven películas, su cobija en una esquina y sus tazas en la mesa del centro. El bol lleno de manzanas sobre la mesada, los frascos y recipientes de frutas y polvos y dulces encima de la alacena o acomodados junto a los equipos. Las botas de Harry junto a un par de vans de Louis en la entrada. Él no quiere que Ed mire nada de eso. (Porque es suyo. De Harry y Louis.)
Empieza a considerar que fue una mala idea que el chico visite su apartamento y cuando se da cuenta se siente horrorizado. Dios. Ed es su mejor amigo desde años. ¿Qué le sucede?
—Entonces —Ed habla, cayendo en el mueble individual de la sala y mirando a Louis con una expresión rara —Este sitio ha cambiado desde que estuve aquí la última vez.
—¿En serio? —dice Louis, su tono un poco indiferente. Le da una mirada a su piso, las familiares paredes blancas recibiéndolo —No lo creo. Yo lo veo igual, nada ha cambiado por aquí.
Si lo ha hecho. La presencia de Harry está impregnada por todos lados. Es diferente a la última vez que Ed estuvo, cuando era solo Louis junto y el olor a ciudad, las paredes frías y todo desordenado. Ahora no. Ahora el piso huele a canela y vainilla, a veces a cítricos y el aire es tibio. Todo tiene su sitio porque Harry y Louis limpian y ordenan los fines de semana y es bonito. Es un sitio bonito y cálido; como Harry.
—Bueno ——Ed se encoje de hombros, su cabello castaño rojizo sobre la frente. Luce como el mismo Ed de siempre, infantil y burlón, confiable y familiar. —¿Vas a pasar el verano aquí?
Se encoge de hombros. —No sé.
—Yo si —dice Ed. Louis lo mira con atención —No me mires así. Voy a regresar a Doncaster para Navidad.
Louis entreabre los labios —No he dicho nada —se defiende. Hay una risa de parte de su mejor amigo.
Ellos fuman un poco en la escalera de incendios. Bueno, Louis fuma y Ed solo cuelga sus piernas de la ventana y se inclina sobre la ciudad, hablando sobre cualquier estupidez que le cruce la mente y Louis le sigue, porque ellos siempre han sido así. Josh y Liam se han mudado juntos y Louis bromea sobre lo predecible que es eso. Ed habla sobre Niall conquistando y coqueteando con bromas sobre biología. Louis se burla porque la última novia de Ed fue una de esas chicas a las que Niall sedujo con eso. Al final, cuando Ed se va, Louis piensa que tiene buenos amigos. Cree recordar que una vez su madre dijo mientras preparaba la cena algo como «Los amigos que haces en la universidad están para toda la vida» hablando sobre Anna, la madre Ed y también su más vieja amiga; y probablemente lo dijo con irrelevancia, no esperando a que Louis pensara en eso en cualquier otro momento. Sin embargo, Louis lo hace. Y él realmente espera a que todos los chicos están para siempre. Ed, Niall, Josh, Liam. Y Harry.
Cuando Harry llega de la universidad Louis lo mira un poco más de lo normal y nadie puede culparlo, porque Harry tiene el cabello lo suficiente largo para recogerlo todo en una coleta pequeña y expone sus facciones, agudizando lo afilado de su mandíbula y sus ojos verdes grandes, y bien, es atractivo. Mucho. Cuando le da esa sonrisa pequeña a un Louis tirado en el sofá desde la entrada, quitándose el bolso sobre su suéter liviano azul, Louis casi se derrite. Pero tiene el suficiente autocontrol para decir "—Hola, rizado" sin caerse sobre sus piernas cuando los hoyuelos de Harry se profundizan.
Luego se pone de pie, estirándose e inclinando la cabeza a la vez que el chico se adentra. Louis lo mira bajo sus pestañas —Llegas tarde. ¿Un día complicado?
Harry hace una mueca —Cada día estudiando medicina se hace más complicado.
—Me imagino —Louis asiente y Harry lo mira mientras se dirige hacia la cocina. Louis lo sigue en calma, acomodándose sobre la mesada mientras el chico lava sus manos.
—Tú también tienes una carrera difícil.
Se encoge de hombros. —Ya. Pero la mía no implica salvar vidas."
Harry lo mira de reojo
—Claro que sí, algún día lo harás. Alguien buscará tu ayuda y lo salvarás —asume, musitando con tranquilidad y, Jesús, Louis está muy caído por este chico. Sin embargo, su respuesta es una sonrisa suave, no cree que tenga palabras.
—Si estás cansado, siéntate —dice. — Nos prepararé algo de cenar.
Harry voltea a verlo con lentitud. Hay una ligera capa de inseguridad en sus ojos que a Louis le resulta familiar.
—No tienes que hacerlo —dice, ladeando la cabeza. Louis se baja de la banqueta y rodea la cocina, adentrándose. Pasa sus manos sobre su pantalón para quitar cualquier rastro de humedad y sacude la cabeza.
—Quiero hacerlo —dice con firmeza. —Además, no será mucho. No soy un gran cocinero. ¿Un sándwich está bien?
Louis lo reconoce. La inseguridad viene acompañada de un temor dócil y silencioso en la expresión de Harry, surgiendo ante cualquier cosa relacionada con comer. (Es como si en su mente comenzara a evaluarlo. La hora, la energía, los carbohidratos y las grasas. Louis casi puede ver el miedo que tiene Harry a comer.)
—Si —termina diciendo, pero su voz es baja. —Está bien.
Harry toma asiento en donde Louis estaba antes mientras él explora la cocina. Un bocadillo no tiene mucha ciencia, pero él se encarga de ser cuidadoso ante cualquier cosa, bajo la mirada atenta de Harry. Lava sus manos, tuesta el pan, corta las verduras. Cree escuchar la respiración de Harry cuando corta un poco de queso y jamón. Le sirve un vaso del zumo de naranja dietético que Harry compró en su última salida. Considera prepararle un poco de café con leche, pero Harry luce ya tan nervioso con la idea del pan y la carne que no quiere añadirle un poco más. Sabiendo que Harry toma su café amargo, sin azúcar ni leche cuando Louis no mira.
Al final, él deja dos platos sobre la encimera y ha puesto su mejor esfuerzo en ellos. Incluso picó el pan en triángulos, como en la cafetería que tanto les gusta. Su abuela solía decir que la primera comida se prueba por los ojos, así que Louis trata de que luzca bien para Harry. Cuando acomoda todo ante ellos y toma asiento frente a Harry en las banquetas altas, el chico mira con intensidad el plato.
—No te voy a envenenar —dice, ligero y divertido. Los ojos de Harry saltan hacia él y la sonrisa de Louis aumenta —Al menos no hasta que pagues el alquiler —agrega.
Hay un destello débil de sonrisa en sus comisuras. Harry parece suavizarse —¿Debería asustarme?
—Uhm —Louis tararea, tomando el sándwich entre sus manos —Tal vez —dice antes de dar un mordisco.
Harry sonríe solo por un segundo. Luego, mira el pan. Parece tener una batalla consigo mismo y Louis observa con atención como él, luego de unos segundos, lleva su mano hacia el bocadillo. Sus dedos largos y finos tiemblan un poco cuando abre el pan y luego, con suma delicadeza y cuidado, saca el queso y la carne. Louis mastica con lentitud mientras lo ve. Solo deja tomate y lechuga.
—¿No te gusta? —inquiere, sin sonar ofendido o algo por el estilo. Harry lo mira y sus mejillas se sonrojan un poco.
—No mucho —admite. Louis lo considera.
—¿Eres vegano o algo así? —pregunta, viniéndole eso a la mente. Harry niega.
—No.
—Oh —Louis deja el pan de lado. —Si quieres te puedo preparar otro.
Los ojos de Harry se amplían con horror. Sacude la cabeza —No, no. Está bien. Quiero este.
Louis asiente con lentitud. Vuelve a comer, mirando a Harry con curiosidad.
Observa todo. La manera en la que separa los alimentos y retira la salsa de tomate con su dedo, luego limpiándolo con una servilleta de papel. Lo ve tomar un poco de zumo sin azúcar y el movimiento de su garganta es vago. Tantea un poco. Sus manos huesudas y pálidas se mueven con calma sobre la mesada, sus dedos temblorosos separan la lechuga del resto... y luego la come, solo y sin salsas y condimentos, con la mirada gacha, los hombros tensos y el cuerpo tembloroso.
Louis lo deja ir sin pensarlo.
—Estás muy delgado —dice.
Puede percibir como cada parte de Harry se congela.
—¿Si? —pregunta en un murmullo ronco. Luego, alza la cabeza con lentitud y le dedica una mirada nublosa tras sus pestañas. Hay un destello en su expresión que Louis desconoce. La voz de Harry es débil cuando dice —¿Te gusta?
Él se queda quieto.
—¿Qué?
Harry revolotea sus pestañas, un gesto nervioso torciendo sus cejas y una sonrisa débil estirando sus comisuras. —¿Te gusta mi cuerpo? ¿Qué esté delgado?
Louis se siente abrumado, de repente. Deja la comida de lado y sus labios se entreabren. Hay algo quemando en su pecho, apareciendo de golpe y haciendo que su garganta se cierre con un nudo. Carraspea, mirando al chico con cuidado.
—Harry —dice, su voz inexplicablemente calmada y lenta —Al único al que le tiene que gustar tu cuerpo es a ti.
La expresión del chico se desarma. Louis no entiende hasta que, entonces, cualquier rastro de sonrisa se borra de los labios de Harry y todo lo que queda es algún tipo de pánico y desesperación.
—¿No te gusta? —pregunta, la voz rompiéndose y el rostro arrugándose. Louis descubre que aquello que nublaba sus ojos eran lágrimas cuando las primeras descienden de sus ojos, descuidas y salvajes. Algo en Louis duele.
—¿Qué? —su voz se escapa y lo deja sin aliento. Se estira sobre la mesada, aparta los platos de comida. —Harry. Harry.
—No te gusta mi cuerpo —asume y Louis no entiende. Él verdaderamente no lo hace. Se siente nervioso, de repente, nervioso y alerta. Sus sentidos se agudizan con inquietud.
—Harry, si —exclama, fuerte y sonando desesperado. Su mano busca la de Harry sobre la mesa, encontrándola fría y hecha temblores. La sostiene —Claro que me gusta. Eres hermoso.
La confesión parece pasar por los oídos de Harry como un murmullo y todo él se convierte en una expresión retorcida. Niega con la cabeza.
—¿Te gusta que sea delgado?
Louis aprieta su agarre en su mano.
—¿Te gusta a ti? —pregunta, bajito—. A mí me gustas tú. De la forma que sea.
Me gustas.
Me gustas.
Me gustas.
Algo resplandece en los ojos de Harry, además de las lágrimas. Louis cree que es sorpresa. O cariño. Sea lo que sea, los ojos de Harry descienden a la lechuga arrugada sobre su plato y el pan mal picoteado y húmedo. Louis traga con dureza.
—¿Te gusto? —repite y su voz es un poco débil y dudosa. Aún tiene lágrimas en las esquinas de los ojos y parece estar conteniéndose para no llorar.
(Louis está tan perdido. Tan confundido y a su vez, caído por el chico.)
—Si —dice. Su dedo pulgar acaricia el torso de la mano de Harry sobre la mesada y las esferas verdes, rodeadas por un blanco irritado, miran a Louis con profundidad. —Harry —él susurra. —No es sano.
Harry parpadea. Sus pestañas húmedas y pesadas por lágrimas.
—¿No?
—No —dice Louis—. Te puede hacer daño. No comer.
Hay un segundo en el que el labio inferior de Harry tiembla y Louis se siente terrible. Como que un dolor completo y ardiente lo recorre de arriba abajo cuando mira al chico, su expresión transparente y sincera, la forma en la que sus ojos lucen aterrorizados y su expresión temerosa, como un niño pequeño y descuidado. Louis quiere sostenerlo. A Louis le duele.
—No quiero estar gordo.
—Tú no estás gordo —Louis frunce el ceño—. ¿Quién dijo eso?
Los ojos de Harry caen lejos de Louis. Él sostiene su labio inferior entre sus dientes, sosteniendo con fuerzas y enrojeciéndolo.
—No es necesario que alguien lo diga —él responde, al final, con la mirada gacha. —Puedo verlo —dice— cuando me miro al espejo. Me veo, a mí. Soy horrible.
Louis se siente tan miserable.
(Por qué, ¿Cómo? ¿Cómo alguien puede sentirse así? ¿Cómo alguien como Harry no puede ver lo bonito y genuino que es cuando se mira al espejo?)
—Bueno —Louis no pierde la suavidad de su voz, ni deja de tocar la mano de Harry. Cree, secretamente, que Harry se está aferrando a ello, al contacto de sus dedos sobre su piel. —Creo que tus ojos te engañan. Eres bonito. El chico más bonito que he visto.
Harry amplia los ojos. Lo mira.
—¿Lo soy?
—Si —responde Louis con facilidad. Él cree que nunca se va a cansar de decirlo.
Harry sacude la cabeza.
—No tienes que decirme mentiras.
A Louis le duele. Tanto.
—Yo no digo mentiras —dice—. Nunca a ti.
La respiración de Harry es lenta. Lenta y pesada. Ya no hay más lágrimas. Louis ha visto a Harry llorar dos veces; no quiere volver a hacerlo. Cuando lo hace, le duele. Como si el dolor del chico fuera suyo, Louis no quiere que Harry tenga dolor.
¿Quién le hizo tanto daño?
(¿Quién pudo hacerlo?)
—No me gusta el pan —susurra Harry al final. Han pasado segundos o minutos, Louis no lo sabe, en silencio. Solo ellos mirándose, las lágrimas de Harry secándose sobre sus mejillas y ojos y su gesto tornándose con un poco de vacío y calma. Louis asiente y sin decir nada, él aparta el plato delante de Harry, con sus lechugas y tomates. No importa, él sabe lo que Harry está haciendo. Lo está dejando ir.
—Está bien —él acepta—. ¿Qué te gusta?
Harry mordisquea su labio inferior. Sus ojos se deslizan con cuidado por la cocina y tarda en responder.
—Manzanas —dice. Su voz es baja y lenta. Louis asiente.
—¿Qué más? —Harry vuelve a mirar. Parece estar teniendo una lucha, sus mejillas se sonrojan con fiereza y sus dientes aun sostienen su labio. Louis no quiere que se lo lastime.
—Plátanos —agrega en un murmullo suave. Parpadea— y zanahorias. Tal vez... fresas. Me gustan.
—Uhm —Louis desliza su pulgar sobre su dorso en círculos. Parece calmarlo. Las palabras de Harry comienzan a pasar con calma, él distraído con los ojos en Louis.
—Café con leche —dice.
Louis sonríe.
—Café con leche. Bien —Louis asiente—. Cosas que te gustan. Está hecho.
—Louis.
Louis sonríe. Hay algo en sus ojos; cariño, calidez. Quiere rodear a Harry con eso.
—Puedo preparar eso.
—No tienes que hacerlo —Harry insiste, retomando su inquietud —no tengo hambre.
—Bueno —Louis tararea. —Yo si. Lo voy a preparar para mi, tú lo pruebas. No tienes que comerlo si no quieres.
—¿Solo probar?
Louis asiente —Solo probar.
Harry tarda. Es la misma lucha en sus ojos y la misma inseguridad y miedo. Pero Louis espera. Él aguarda todo el tiempo que Harry necesite.
—Está... bien. Si.
Él inhala con lentitud. Le sonríe a Harry. El dulce y amable Harry. El bonito Harry; delicado y suave hasta en su forma de hablar. Y tan roto.
—Manos a la obra —murmura después de un tiempo.
Louis quiere sanarlo.
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