15
15. Cuando Harry le rompe el corazón a Louis. Cuando Louis le rompe el corazón a Harry.
Hay algo extraño ese día. Más que la situación, más que su departamento y sus cuerpos, más que ellos. Es Harry. Harry, quien no deja ir a Louis.
Verdaderamente.
Y es, bueno. Es algo. Algo que mantiene el estómago de Louis dando saltos bruscos —se niega a llamarle mariposas en el estómago porque, no, sencillamente. No. —Y su corazón dando marcha como loco en su pecho, como que realmente enviando todo este tipo de pensamientos esperanzadores hacia su cabeza y Louis solo puede pensar en lo bien que luce su mano junto a la de Harry entrelazada. Ese es el asunto.
Sucede que, realmente, Harry no deja de tocar a Louis. Harry. Es Harry quien busca el contacto, quien suspira y aspira sobre su piel, quien lo mira fijamente como si quisiera grabar la imagen en sus retinas y no, Louis no se permite pensar o sentir algo al respecto. Él solo atrapa la mirada persistente del chico sobre él y le sonríe, pequeño y delicado, los ojos de Harry brillando como constelaciones como respuesta.
El día comienza en verdad cuando Harry saca su cabeza del hueco del cuello de Louis, sus labios rozando distraídamente su piel y Louis piensa que se van a separar, pero Harry no rompe el abrazo. Él, en realidad, susurra al oído de Louis, sin alejarse y negándose a soltarlo —Voy a preparar el desayuno, ¿Si? Y luego... luego voy a curarte de nuevo en el talón, ¿Vale?
Entonces, hay una sensación abarcando a Louis aun ahí entre los brazos de Harry y es como que él realmente se siente cuidado, protegido. Incluso en la forma en la que Harry lo sostiene, delicado y dulce, como si no quisiera lastimar ni siquiera su piel... es una sensación tan bonita, esa, la de sentirse querido.
Así que él asiente, su barbilla reposando sobre el hombro de Harry y aún a pesar de sus palabras, ellos no se sueltan hasta segundos después. Hasta que Harry deja de rodear con sus brazos fuertemente la cintura de Louis y cuando se están alejando, es solo su gran y extensa mirada verde.
(Y es como que, la primavera regresa. En su máximo en esplendor. Un poco más cálida que el verano.)
—Y vamos a regar las plantas —agrega Louis, al final, tan suave y agradable, ya cuando el agarre entre ellos se ha deshecho.
Y todo Harry resplandece, un rubor leve en sus mejillas, sus ojos como joyas. Brillante y es él de vuelta, con un sutil brillo de esperanza al fondo de sus pupilas.
—Si —dice—. Lo haremos.
Ellos lo hacen, en realidad. Harry no se viste con su overol de mezclilla esta vez porque mantiene sus pantalones ligeros de chándal y su camisa blanca de manga tres cuartos y, sea lo que sea –probablemente culpa de sus rizos recogidos en un rodete porque están demasiado largos– Louis no puede dejar de mirarlo, naturalmente.
Pero esta vez, Harry tampoco deja de mirar a Louis.
(O tal vez siempre lo ha hecho. Tal vez siempre ha estado mirando a Louis con ese resplandor sutil en los ojos, lleno de cosas... y Louis no lo ha notado porque Harry aparta la mirada lo suficiente rápido. Pero, tal vez.
¿Más adelante? Más adelante Louis descubrirá que sí.)
Hay una planta pequeña que Harry observa con cuidado porque del tallo solo han brotando hojas, en lugar del botón de una flor. Louis está rociando agua en una de la más grande, en los pies de la escalera metálica cuando escucha la pregunta —¿Crees que florezca?
Louis mira desde abajo, alzando su cabeza pesarosamente hasta que nota de lo que habla Harry y luego se encoge de hombros, murmurando —Hay que darle tiempo, supongo.
Harry asiente, como analizando las palabras y su expresión es lejana, como si realmente lo pensara. Louis mordisquea su labio para no sonreír, poniéndose de pie con calma y retrocediendo dos pasos cortos, terminando apoyado contra la ventana. Harry voltea a verlo ante el movimiento, como para preguntarle a donde va, pero cuando nota que Louis solo se queda ahí sentado en el bordecillo de la ventana solo mirándolo, su expresión se ve pincelada con la más bonita tranquilidad. Como si la imagen realmente le gustara.
Louis alza inconscientemente una de sus comisuras, —¿Qué? —pregunta ante la persistente mirada de Harry sobre él.
El chico solo está volteado en su dirección, con sus espesas pestañas marrones haciendo sombra en sus mejillas porque el sol lo está tomando desde la espalda. Un viento ligero y el bullicio de la calle, y luego el murmullo de Harry:
—Tú siempre me dices que soy bonito —dice—. Pero tú eres precioso. Tanto.
Oh.
¿Eso es Louis sonrojándose?
Él tiene como que una risita escapando de sus labios, fina y dulce, sus mejillas cobrando un poco de color encima de la piel dorada y los ojos azules fijos en el chico de rizos y, luego, algún tipo de pensamiento rondando su cabeza (Harry tan hermoso y genuino llamándolo precioso, casi como si... ¿Tal vez...?)
Pero su voz es delicada y baja cuando responde, tal vez un poco cantarina y feliz. Con el objetivo de sacarle a Harry una sonrisa, principalmente.
—Oh, dilo dos veces más y lograrás que me enamore de ti.
(Un poco tarde porque bueno, Louis ya lo está.)
Pero hay algo realmente desconcertante que sucede en ese momento. La cosa es que Harry no está sonriendo, en realidad, solo está mirando a Louis. Tan fijo y atento, como si en su cabeza hubieran mil cosas y con cada una de ellos los envolviera, metiéndolos en una pequeña burbuja donde son solo ellos dos, el latido contante del corazón de Harry y las mariposas enloquecidas del estómago de Louis. Básicamente.
—Precioso —dice, entonces—. Eres precioso.
Y, ¿Qué mierda significa eso?
Louis enmudece, mirando al chico bajo el aleteo nervioso de sus párpados, sus manos aferrándose a la madera de la ventana y es como que, Jesús, Louis está tan caído. Tan perdido por Harry. Harry y el dulce rubor de sus mejillas porque él... él está bromeando con Louis. Como que, feliz y risueño, casi con un matiz de sonrisa en sus comisuras rectas y...
(Louis no se quiere sentir decepcionado porque sea una maldita broma, porque Harry solo bromea cuando está feliz y relajado, cuando es uno de los días favoritos de Louis y eso es algo bueno, realmente bueno. En serio. Pero Louis, si tan solo...- Louis hubiera querido tanto que eso no lo fuera.)
—¿Me ayudas a curarme esto, si? —decide cambiar de asunto porque él no puede dejar que Harry vea lo patético que se ha convertido. No quiere amedrentarlo ni mucho menos y nadie más que Louis conoce cuan fácil un día bueno se puede convertir en uno malo.
Algo extraño comienza a opacarse en Harry, pero antes de que Louis vea algo más el chico se está volteando para deshacerse de sus guantes sucios de tierra y musitando —Claro, sí.
Así que hay algo dulce danzando en el aire. Comienza como una corriente tibia que los envuelve desde la punta de los dedos de los pies hasta el último cabello, siempre cuando se tocan. Cuando sus pieles se rozan y las yemas de sus dedos se posan sobre esta, hay algo cálido que les acaricia el pecho, los hunde y como mismo los llena.
Está ahí cuando Harry está cambiando la venda en su talón, su dedo pulgar presionando círculos en su tobillo y sacándole una risa pequeña, está ahí cuando Louis se estira y pincha en el hoyuelo de Harry, solo para molestar... pero luego el chico ríe y Louis tironea de su cabello, deshaciendo el rodete y dejando todos sus rizos caer, ambos en el sillón, tan cerca que todo el peso de sus hombros comienza a deshacerse; está ahí, cálido y tierno. La misma sensación que cuando se miran a los ojos.
Pero entonces, a veces está ese momento en el que los ojos de Louis se desvían hacia los labios de Harry y él tiene que retroceder, realmente y a pesar de la resistencia que pone su cuerpo y la extraña mirada que le da el chico porque, ¿Cómo Louis puede querer un beso de Harry cuando Harry solo le ha pedido eso, una especie de amistad? ¿Cómo Louis puede aprovecharse de su chico lindo, de corazón frágil y pequeño?
(Pero él quiere tanto, tanto, tanto. A veces solo piensa en eso. En un beso sin lágrimas.)
—¿Quieres salir hoy? —pregunta antes de que algo más ronde por su cabeza y Harry luce sorprendido, sus ojos buscándolo mientras Louis enrolla un rizo marrón en su dedo—. Ir a la cafetería, o al parque... creo que hay una feria abierta cerca de aquí, en realidad.
La duda se dispara en los orbes verdes, espantando cualquier rastro de la usual contentura y Harry se ve inseguro cuando dice —¿Tú quieres salir hoy?
Louis se encoge de hombros.
—Para serte sincero, no mucho.
Harry se relaja, entonces, una exhalación aliviada escapándose de sus labios y Louis enarca una ceja, divertido. Las mejillas del chico se están sonrojando antes de que se dé cuenta y ahí están sus dientes mordisqueando el labio inferior (Louis se derrite, un poco.)
—Bien —dice Harry, al final, cuando sus mejillas parecen dos fresas rojas—. Yo tampoco quiero salir, en realidad. Quisiera solo, uhm... ¿Un día en casa?
Louis se siente encantado, como si algún tipo de alegría y comodidad rebosara en su pecho. Él asiente. —Si. Un día en casa.
Harry le sonríe, sus dientes desprendiendo su labio y dándole un gesto pequeño y lindo, su cabeza inclinándose hacia donde la mano de Louis tira suavemente de su pelo, sus ojos entrecerrándose. Louis quiere grabarse esa imagen en la cabeza por el resto de su vida.
(Hay cierto pensamiento en su cabeza. "¿Podemos olvidarlo, por favor? Solo por hoy." Él lo está haciendo. Él está olvidando todo, desde las confesiones de Harry a lo largo de los días, la discusión del día anterior; hasta como se sienten las cicatrices de su espalda bajo la yema de sus dedos. Louis está olvidando cada pieza y está tocando a Harry como si acabara de descubrir lo que es la textura de su piel. Solo por ese día, sintiéndose tan bien.)
Ellos se quedan en casa y la ciudad los observa desde su ventana enternecida y encariñada, viéndolos flotar uno alrededor del otro. Es un buen día y el cielo lo sabe, dejando que el sol pase a través de sus nubes y el cristal del balcón, apoderándose de una parte de su sala y convirtiendo el aire en algo acogedor.
Es como uno de los días favoritos de Louis, porque mientras él se prepara un poco de cereal y le da la espalda, Harry come. Louis no lo mira fijamente –tiene el presentimiento de que lo incomoda– pero de reojo lo ha visto, el tercer banano que mastica y las mandarinas que pela cada algunos minutos, sentado alrededor del mostrador. Louis tararea mientras sirve un vaso de leche, cree que Harry lo acompaña.
Ven películas viejas en la televisión como si nunca antes las hubieran visto. Louis se sienta a un lado de Harry cuando la mirada persistente del chico cae sobre él, como preguntándoselo... y luego, es cuestión de segundos para que la cabeza rizada del chico caiga sobre su hombro, acurrucándose en torno a él. Así es como se quedan dormidos cuando llegan a su tercera película, Harry escondido en Louis y Louis envuelto en Harry.
Pero antes de que Louis caiga en la bruma del sueño, puede escuchar el murmullo de Harry y sentir su respiración en la piel de su cuello. No hay mucho más que ello, es como un canto adormeciéndolo, y, a su vez;
—Una vez mi madre me dijo que nadie me querría mientras fuera defectuoso —y es tan bajito y débil que cree que está soñando. No importa, sus dedos barren sobre la piel del brazo de Harry, llegando hasta su mano y envolviendo su muñeca con cuidado, solo para sentirlo ahí. —A veces lo creo y a veces no. A veces me da miedo. Cuando estoy solo eso es lo único que puedo escuchar en mi cabeza. Pero luego, cuando estoy aquí, en casa, pienso en algo más.
—¿En qué? —pregunta Louis un poco bajo, demasiado somnoliento. Hay segundos de silencio.
—En...- —Harry enmudece, su respiración conteniéndose por un tiempo y luego liberándose en un suspiro—. En la forma en la que me puedo sentir bien... olvidar, tal vez.
Louis tiene el presentimiento de que eso no era todo lo que Harry iba a responder. Sea lo que sea, se queda dormido antes de pensar en algo más.
Luego cuando despierta es porque hay un rastro frío en su rostro. Sus parpados se sacuden y cuando abre los ojos, ahí está Harry inclinado sobre él, su dedo índice recorriendo lo afilado de su pómulo, frío y suave... cuando ve los ojos azules abiertos, sonríe, sonrojándose levemente mientras roza la yema de su dedo en la mejilla de Louis, recorriendo hasta que termina en la punta de su nariz. Louis se da cuenta de que su cabeza está acomodada sobre el regazo del chico, se pregunta cómo llegó a esa posición. En realidad, se lo pregunta a Harry.
El chico se encoge de hombros en respuesta, con las mejillas aun rojas.
—Solo quería que estuvieras cómodo. Te iba a doler la espalda de la forma en la que estabas.
—Oh —Louis ni siquiera se mueve, demasiado concentrado en mirar a Harry y, a la verdad, está muy cómodo ahí. Además, Harry luce tan bonito. ¿Quién más podría lucir así, viendo su rostro desde abajo? Solo Harry. Solo Harry y sus labios rosas, su piel blanquecina y el camino de lunares y pecas que se alza desde su cuello. Louis no piensa mucho cuando alza una de sus manos y traza con la punta de sus dedos el camino. La piel de Harry se eriza ante el contacto. —Una vez me rompí una pierna —él comenta de repente y como si nada, Harry esboza una sonrisita divertida, falsamente impresionado.
—¿Si? ¿Cómo?
—Esa es una gran historia —dice, ligero. Pero luego ríe un poco y niega —No, en realidad. Solo fue una de mis hermanas empujándome accidentalmente y provocando que rodara por todo el patio hasta que un gran árbol me detuvo. Me atoré entre las raíces, técnicamente.
Harry borbotea una risa baja, sus dedos aun curiosos recorriendo el rostro de Louis —Suena caótico. ¿Cuántos años tenías?
Cuando Harry presiona su pulgar en el mentón de Louis, acunando su mejilla, Louis amplía sus comisuras.
—No lo sé —responde—. Tal vez nueve o diez años. No me acuerdo mucho.
—¿Tuviste una infancia feliz? —le pregunta Harry y Louis ni siquiera se está sorprendiendo por la genuinidad de sus palabras. Él trata de permanecer tranquilo cuando responde.
—Si, supongo. Fue- fue en su mayoría cuidar de mis hermanas y ser al mismo tiempo amigo de todos y de ellas. No lo sé, pero creo que fue divertido. La escuela, el pueblo. Es un buen sitio. Es pequeño y todos se conocen. Creo que es como una pequeña burbuja de tranquilidad y alegría. Crecer allí es bueno. Realmente bueno.
Cuando Louis ha terminado de divagar y se detiene es que se da cuenta de la mirada profunda en los ojos de Harry, su gesto atento en Louis, en su rostro y en sus palabras... y no hay tristeza ni dolor en su expresión. Es como si Harry hubiera asimilado que él no tuvo una infancia que pudiera llamarse mínimamente feliz sino que, realmente sufrió. Como si se hubiera acostumbrado a hacerlo y ya estuviera aceptado en él. Louis se sorprende, a veces, cuando se da cuenta de lo mucho que Harry ha lidiado y como parece pasar a través de ello, cortándose con trozos de recuerdo que quedan en su piel como marcas, pero a su vez, adaptado a ello. De una forma tan fuerte que a veces él pierde aliento, mirándolo solamente y piensa, viéndolo a los ojos, lo valiente que es Harry.
Louis no sabe de dónde sale, pero cuando su propia mano está presionada en la mandíbula de Harry y todo él se suaviza. —Te voy a llevar allí. En Navidad, por supuesto. Lo vas a ver por ti mismo.
Harry pestañea, como saliendo de un trance. —¿Si?
—Si —Louis sacude la cabeza de una forma casi imperceptible, asintiendo. Luego desliza sus dedos hasta la sien de Harry, presionando suavemente. —Vamos a sacar todos los malos recuerdos de aquí y los vamos a reemplazar por otros. Otros mucho mejores. Otros que te van a hacer sonreír cuando los pienses antes de ir a dormir.
—¿Cómo qué? —Harry parece verdaderamente curioso. Louis torna el roce sobre su piel en algo delicado.
—No lo sé, hay muchas cosas. La imagen del árbol de navidad con los regalos en la base. Un pastel de cumpleaños. El parque cerca de casa donde probé mi primer cigarrillo y donde llevé a mis hermanas todo el tiempo cuando estaban en la escuela —Louis enumera sus recuerdos felices para Harry, dispuesto a entregárselos. Dispuesto a hacerlos suyos si era necesario, él podría construir otros. Otros junto a Harry. —Hay muchas cosas. Te puedo llevar a la tienda de discos donde trabajé mientras estaba en la preparatoria. Hay un disco, al final de la tienda. Es un estante tan viejo y feo que la gente suele pasar de él. Tiene solo siete canciones, creo. Y está rayado, mucho, porque el viejo dueño solía ponerlo todo el tiempo. Te voy a llevar allí y voy a poner el disco. Ese será tu primer recuerdo feliz.
Harry toca con la punta de su dedo la comisura de Louis y el aire los rodea como encerrándolos en algo íntimo y suyo—. Tengo muchos recuerdos felices, Lou. ¿Sabes?
—¿Quieres contármelos?
Harry exhala suavemente. Delinea los labios de Louis con su dedo.
—A veces Emma me leía cuentos... y a veces en las galas ellos se acercaban a nosotros. A veces mi madre me abrazaba para las fotos. Uhm... Una vez recordaron mi cumpleaños, creo que fue Emma quien se los recordó. No importa. Ellos me enviaron desde Paris una rosa. Y dinero. Emma tomó lo último, a mi realmente no me interesaba... solo estaba feliz porque ellos lo habían hecho, como si significara algo. Como si yo les importara lo suficiente —Harry sonríe—. Hay más. Yo tengo muchos.
—Me gustaría escucharlos.
—Oh —Harry tararea. Su pulgar barre sobre el labio inferior de Louis, tierno y delicado. Louis casi contiene la respiración—. A veces me acuerdo de ese día, cuando dijiste que éramos amigos. O cuando viniste a sentarte conmigo en el campus. Oh, una vez Niall me regaló manzanas y le dibujó caritas felices con un rotulador. Ed me dio un cuaderno que tenía mariposas en la caratula porque dijo que le recordaba a mí. Son recuerdos felices —Harry se mordisquea el labio inferior—. También está esa vez que intentaste cocinar solo para mí. O cuando me diste un cárdigan. Y me dijiste que era bonito. Uhm... creo que, en verdad, casi todo momento contigo lo tengo como un recuerdo feliz. Me haces feliz.
Oh.
Louis exhala tan suavemente que su aliento acaricia la mano de Harry y él tan solo se siente tan... enternecido.
—Tú también —murmura—. ¿Quieres saber mi recuerdo feliz favorito?
Los ojos de Harry brillan con curiosidad. Antes de que alcance a preguntar, Louis le responde.
—Un día me desperté y había este lindo jardinero en mi escalera de incendios con una regadera azul y un overol de mezclilla. Y, claro, un suéter amarillo con unas abejas bordadas. Tan bonito. ¿Sabes que me dijo? Que se había traído toda esa cantidad de cosas solo porque quería ver flores. Las quería ver florecer en su propio jardín —Louis sonríe y Harry brilla, su mirada intensa y repleta sobre él, un gesto quieto aún en sus labios. —Ahí está. Ese es mi recuerdo feliz favorito.
—Me suena familiar —Harry musita, la voz enronquecida. Louis parpadea, su mirada llena de cariño.
—¿Oh, sí? —solo dice, sencillamente.
(Está este pensamiento, aún allí.
"¿Podemos olvidarlo, por favor? Solo por hoy."
Es solo eso.)
Lo que sucede después es efímero. Lo suficiente rápido para ellos no pensarlo, lo suficiente quieto para sentirlo.
Comienza en la forma en la que Harry aparta su toque de los labios de Louis y lo desliza hacia su frente, apartando el flequillo. Ha comenzado a atardecer tras ellos, la luz desapareciendo poco a poco... y lo último que el Sol ve es Harry tocando a Louis. Y Louis riendo bajito, arrugando sus ojos y sonrojando sus mejillas.
—Oye —musita, solo por decirlo. Aleja su mano de Harry solo para apoyarse en esta y sentarse recto, su cuerpo alejándose mínimamente y entonces, están cerca. Lo suficiente para que el aliento de Harry roce las mejillas de Louis.
—¿Qué? —responde Harry pero no luce muy interesado en hablar, en realidad, todo él se ha tornado en observar a Louis, verde contra azul. Su voz grave y enronquecida, sus movimientos cuidadosos y lentos, la atmósfera alrededor de ellos manteniéndose cálida.
—Eres hermoso —es lo que responde Louis, meramente. No le viene otra cosa a la cabeza.
Pero algo en los ojos de Harry y se despeja y es como que él, de repente, recuerda algo. Hay un brillo en sus ojos que Louis desconoce y entonces, Harry está diciendo. —Precioso —suave y seguro—. Tú eres precioso.
—Dilo dos veces más y me enamoro —Louis recuerda.
El aire se calienta alrededor de ellos, mucho más, se les pega a la piel y la humedece. Respirar se ha convertido en algo más que necesario cuando su aliento toca los labios de Harry y cree que el chico puede escuchar lo ruidoso que se ha tornado el latir de su corazón; tal vez, porque si Louis posa su mano en el pecho de Harry, él va a sentir lo mucho que el corazón del chico ha enloquecido, también. Sanado y completo.
Es como que no hay nada, simplemente.
No hay bromas.
No hay palabras.
No hay lejanía ni cicatrices, ni recuerdos ni tormentas.
Son solo ellos y la poca distancia que queda entre sus labios. Junto esa emoción dulce y gustosa que empuja a Louis desde los hombros y no lo deja pensar en nada más.
...Y los ojos verdes de Harry posados en los labios de Louis.
"Quiero besarte" Louis va a musitar, su boca entreabriéndose en un movimiento lento... pero algo se posa sobre él, callándolo. Es suave y sus ojos se cierran antes de asimilarlo, el contacto siendo rápido y tímido, más como un roce... y cuando vuelve a abrir sus ojos, Harry está ahí, a menos que centímetros de distancia, con su boca de fresa exhalando suavemente después de una probada.
Así que Louis se inclina. Lo hace, lo suficiente para que Harry sea quien cierra sus ojos esta vez, todo él fundiéndose.
Y roza sus labios.
Su respiración titila deslizándose con ternura y la brecha ha sido finalmente cerrada. Es Louis, tocando con su boca los labios de Harry, solo rozando como un beso esquimal pero que resulta tan inocente y puro, dulce y tentador. Es juguetón, en realidad.
Es dos chicos descubriendo algo. Algo nuevo y desconocido que se torna adictivo y malsano.
Es tan inofensivo. Tan tierno, tan genuino.
...Efímero. Lo es la forma en la que Harry finalmente presiona su boca a la de Louis, chocándola y hay una exhalación que es como un jadeo y entonces, se están besando.
Ahí, en el medio del sitio de corazones rotos, con la luna asomándose por su ventana y sus flores solo asomando los pétalos para contemplarlos; fascinadas y enternecidas.
Ellos se besan.
Louis lleva su mano al rostro de Harry, acunándolo y acercándolo tanto que su chico posa su mano sobre la de Louis, solo para sostenerse. La otra se entierra en los cabellos lacios y castaños, eliminando cualquier brecha entre ellos. Hay jadeo bajito y quedo y Harry entreabre su boca, la de Louis apoderándose. Guiándolo, sumiéndolos en tibieza.
A Louis le sabe cómo un primer beso. Un primer beso con alguien que amas.
A Harry le sabe dulce. A lo que debe saber la seguridad.
Es cuando se separan para tomar aire y mirarse, porque eso es lo que hacen. Louis abre sus ojos primero, solo para observar a Harry y cuando los orbes verdes se abren, un poco más oscurecidos, un poco más repletos y profundos, Louis siente que eso es todo. Ese ha sido su fin; él, ahora, se ha convertido en eso. En un manojo de nervios que solo anhelan juntar sus bocas nuevamente.
Porque Louis lo ha hecho. Se han besado. Él siente su corazón latir como gozoso en su pecho y... todo es brillante. Todo toma sentido y se ve esperanzador. Es cuando Louis va a decirlo. Él va a hacerlo.
Va a abrir su boca y decir "Estoy enamorado de ti."
Y luego va a besar a Harry de nuevo. Lo va a hacer una vez y el resto de su vida. Es en lo único que puede pensar. Es lo único que quiere.
Entonces, Harry susurra, bajito y vulnerable, grave por las emociones:
—Eres mi mejor amigo.
Y, oh.
Todo Louis se detiene.
El rechazo sabe amargo. Tanto que quema en su garganta, en sus cuerdas vocales y se desliza hacia su pecho... ácido y venenoso.
Y es que Louis se torna en dolor. Sus labios se entreabren y un jadeo ahogado se escapa y él está alejándose, de repente y de golpe. Su mano suelta la de Harry, rompe el contacto sobre su piel y el brazo de Harry cae como una extremidad floja. Hay algo que nubla los ojos de Louis, porque él está retrocediendo, deslizándose en el mismo sillón mientras se aparta... y lo que ve es Harry. Harry con sus ojos amplios y sorprendidos, la confusión nublando el verde.
Louis quiere dejar de verlo.
Pero, todo lo que hace es reír. Una risa corta y carente de humor, más rota que otra cosa. Harry se convierte en inseguridad.
—¿Lou?
Pero él niega, una y otra vez, se aleja tanto que su espalda choca contra el otro extremo del sofá. La risa burbujea en su garganta, ácida y desagradable.
—Por supuesto —dice y de alguna forma, se quiebra en la última sílaba—. Por supuesto que soy tu mejor amigo.
Y es que, mierda.
Louis se siente tan herido.
—Louis. Louis...-
Louis se pone de pie, apartándose del sofá como si el mero contacto contra la textura suave aún con el calor de sus cuerpos encima pudiera lastimarlo. Él da pasos hacia atrás como resortes, Harry observándolo con sus ojos amplios y llenos de dudas e inseguridad desde una esquina. Él niega tanto que su cabello pica sobre sus ojos.
—Por supuesto. Por supuesto. Yo- oh, joder. Harry.
Es cuando se pone el chico de pie, intentando acercarse a Louis. Louis piensa que no soportaría eso, Harry cerca. Harry después de que aclaró ese pensamiento oscuro que rondaba en la cabeza de Louis... "él no puede quererte, nunca lo hará para más que un amigo. No a ti". Y es tan, tan hosco lo que siente Louis. Es todas sus inseguridades y dudas realizándose y hundiéndolo en el proceso.
—¡No! —exclama, al final, deteniendo cualquier movimiento de Harry y el chico parece desesperado de repente, asustado de alguna manera.
—¿Qué sucede? —pregunta, sonando consternado. Hay alguna sombra en sus ojos. Es el Harry pequeño y lastimado surgiendo en sus facciones.
—No te acerques —es todo lo que puede decir Louis, como un susurro herido.
Y eso, bueno. Eso parece lastimar a Harry más que cualquier otra cosa. El dolor ocupa cada parte expuesta de él y está retorciendo, de un momento para otro.
—¿Es- es....? —él no puede hablar porque su respiración se torna como algo rápido. Sacude la cabeza una y otra vez, solo deteniéndose para mirar a Louis con una sombra de mierda en sus pupilas. Al final, jadea —No quería hacerlo.
Y, es irónico. Bastante. Es irónica la forma en la que la voz de Harry se rompe al final... como mismo lo hace el corazón de Louis.
Louis no puede hablar. Sus pulmones no obtienen el suficiente aire y su aliento se ha perdido. Como si el oxígeno se hubiera acabado. Como si Harry se lo hubiera llevado con él.
Aunque Harry tampoco parece tener aire. Parece querer entregárselo todo a Louis. ¿Para qué?
Pero solo hay algo, como un eco que marca el ritmo de sus latidos. Y es solo "No quería hacerlo" una y otra vez.
Louis retrocede. Lo hace hasta que tropieza con la alfombra y aunque no cae, hay un dolor en su talón que le recuerda que tiene una herida, pero por retorcido que suene, él cree que ese ardor se convierte en algo banal comparado a lo que siente en el pecho. ¿Es eso acaso normal? ¿Sentir que se ahoga en sí mismo? Están los ojos de Harry posados sobre él, grandes y brillantes. Louis no puede seguir bajo ellos.
Uno, dos, tres pasos hacia atrás. Y él se está alejando. Una palabra se quiebra en los labios de Harry, sonando como algo similar a "Louis..." y eso es todo. Es todo lo que Louis necesita para voltear, atravesar lo largo de la sala a zancadas y casi correr hacia la puerta. Él huye.
Todo se torna como un borrón.
Él alcanza sus zapatillas, enganchándolas entre sus dedos y el agarre es tan débil que cuando abre la puerta y sale, una cae en el pasillo. La alcanza, sus rodillas chocando contra el suelo y trata de caminar, tan torpe y perdido en correr y alejarse tanto como pueda... sin escuchar que lo último que hay antes de que cierre la puerta de golpe es Harry llamándolo por su nombre. No importa. Louis emprende su carrera hacia el ascensor y todo está nublado en sus ojos.
Hay tantas sombras. O es la oscuridad de la noche. No lo sabe, es solo borrón, borrón, borrón. Sus pies avanzando por la calle, corriendo con las vans encajadas torpemente. Corre por un tiempo, segundos o minutos, pero él solo se siente como flotando, alguna nube gris envolviéndolo y asfixiándolo.
La cosa es que le duele tanto.
Algo vibra en el bolsillo delantero de su pantalón y él ni siquiera se da cuenta en un inicio, pero es su celular. Se detiene en medio de una calle vacía solo alumbrada por faroles y sus dedos resbalosos tiran de la pantalla y hay algo temblando en su pecho... es Ed. Solo Ed.
Louis lo lleva a su oído. Ni siquiera sabe si tomó la llamada o no, pero escucha la voz de su mejor amigo. Louis lo necesita, a su mejor amigo.
—¡Hey, compañero! ¿Has cambiado de opinión? Esto es increíble, hermano. No es tarde para venir. ¿Quieres que...? —la voz de Ed es libre de emociones, solo cantarina y risueña. Transparente.
—¿Dónde estás? —Louis interrumpe y hay algo en su tono que lo delata, porque Ed se detiene. Ed siempre ve a través de él, aunque haya un ruido al fondo de la línea, música y gritos y voces.
—¿...Qué sucede? —pregunta finalmente con la voz teñida de preocupación y Louis malditamente quiere romper a llorar. Pero no lo hace.
Él solo repite —¿Dónde es?
Y Ed tarda en responder. Pero cuando lo hace y lanza la dirección de un club conocido del centro, Louis cuelga antes de escuchar otra pregunta. Comienza a entumecerse.
Todo sucede rápido a partir de ahí.
Pasos largos a través de las calles, la puerta de un club iluminada por luces neón, Ed esperándolo en el costado de la entrada. Su mirada preocupada y un murmullo consternado "—¿Louis...?" y luego una negativa. El club, oscuro e iluminado solo por luces vagas de colores, gente por todos lados. La música estrepitosa, risas y sonidos de copas de cristal.
Eres mi mejor amigo.
Louis se aparta de Ed para dejar de escucharlo. Se pierde en la masa de cuerpos que danzan alrededor de él y es como si su propio cuerpo fuera empujado una y otra vez. Se siente perdido, sus oídos vibrando y su cabeza convirtiéndose en algo nubloso. Se acerca a la barra.
Eres mi mejor amigo.
El trago que se lleva a la boca es amargo y quema hasta su garganta. Pero él ni siquiera respira, con la voz ronca ordena otro. A Louis se le ha acabado el oxígeno. Harry lo tomó todo.
Eres mi mejor amigo.
Puede ver a lo lejos a los chicos. Josh y Liam, Niall zumbando alrededor de ellos. Es una imagen familiar, Ed aparece en algún momento y su expresión es ceñuda, buscando con sus ojos algo alrededor de club. Probablemente a Louis. Louis ahoga una risa seca con el vaso de vodka. Él no quiere que lo encuentren.
Eres mi mejor amigo.
Así que se pierde. Ya cuando sus labios están fríos y su boca sabe a alcohol, él se aleja con sus piernas arrastrando su cuerpo y apenas lo siente. Es como si levitara. Se sumerge en una ola de extraños y a veces su cabeza empaña todo, pero Louis cierra sus ojos al final. Las luces bailan a través de sus parpados.
Eres mi mejor amigo.
Se balancea, solo ahí. Casi como si no estuviera, su cabeza en blanco... y es fascinante. Casi adormecedor como si el alcohol acariciara sus sentidos y marcara cada latido y pulso a un ritmo, su cabeza solo esparciendo un débil eco a la par de la música. Y es como un susurro.
"Eres mi mejor amigo."
Es una mierda, eso, enamorarse. Louis se pregunta en qué momento se jodió todo. Probablemente fue la primera vez, en el campus universitario. Cuando Louis no había dejado de fumar porque el aroma del humo del cigarrillo le traía recuerdos de pesadillas a un chico bonito. Tal vez fue cuando vio a ese chico bonito. Louis estaba jodido desde la primera vez.
Eres mi mejor amigo. Eres...-
Louis se desliza, como si fuera una pluma. Lo hace cada vez que necesita más alcohol para no pensar y luego quiere perderse bajo las luces de colores. La música lo absorbe. Él ha bebido mucho, más de lo que alguna vez... ¿Lo ha hecho? Bueno, no importa. Está bien. Eso es lo que hace cuando se tiene el corazón roto. Se dice que hace que olvide lo que duele. En realidad, no funciona. Louis sigue recordando una y otra y otra vez.
No quería hacerlo.
Una mano se envuelve alrededor del brazo de Louis, tirando de él y apartándolo de la masa de cuerpos humanos que se agrupan, calurosos y húmedos. Tira de él hacia alguna esquina, donde todo es oscuro porque las luces coloridas no dan y Louis tiene que abrir los ojos. Solo por un segundo, para recordarse donde está parado. Los ojos de Ed lucen abiertos y alarmados. ¿Por él? ¿Es Louis quien está provocando esa alerta en las facciones de su mejor amigo?
—Louis, ¿Qué mierda te pasa? —espeta, las cejas arrugadas en un ceño fruncido. Se acerca como para cubrirlo y comprobar que esté bien. —Esto no es normal. Tú, todo lo que has bebido, la forma en la que-
—Solo —Louis balbucea, tan ronco y bajo qué Ed tiene que inclinarse para escucharlo y Louis quiere hacerse pequeño. Sin embargo, sacude la cabeza con lentitud, su mirada huyendo. —Solo no- no hagas preguntas. No ahora.
Y él puede que ver que Ed no entiende. Solo se torna más preocupado, más interrogante.
(¿Así se veía él cada vez que se topaba con una puerta cerrada en Harry? ¿Así?)
—No estás bien. Déjame llevarte a casa.
Casa. Oh.
—¡No! —Louis exclama y niega con la cabeza una y otra vez. Alza sus ojos y los posa sobre su mejor amigo, sus comisuras estirándose en una sonrisa. Se ve tan vacío y triste. —¿No sabías, Ed, que no hay casa? No hay. Ya no hay nada.
Ed tarda mucho en comprenderlo, solo mirándolo con sus labios entreabiertos y sus ojos amplios y luego cuando lo hace, es como que vuelven a ser niños. Es Louis cayéndose al final de la calle y Ed deteniendo su bicicleta solo para comprobar su herida. Es Louis negando y diciendo que está bien aunque tiene ojos llorosos y le arde la pierna donde sangra. Es terriblemente similar.
Así que Ed suelta a Louis. Lento y cauteloso, liberando su agarre como cuidando que una avalancha no se desplome y todo lo que hace Louis es dar un paso hacia atrás. Retirándose poco a poco y aceptando la rendición de su amigo.
Solo cuando está un poco lejos, con la punta de sus dedos temblando y el latido de su corazón ensordeciéndolo, se detiene.
—Harry me llamó —desliza Ed, tan suave que las palabras se pierden en la música—. Estaba desesperado, buscándote. Solo le dije dónde estabas—. Y es tan bajo que Louis casi no lo escucha porque hay más de dos metros. Hay distancia.
Excepto que lo hace.
(Junto con las risas de un grupo de chicas, los cuerpos danzando y envolviéndolo, el choque entre pieles y la humedad caliente del aire, hay algo.
No quería hacerlo.)
Louis no quiere que lo encuentren.
Así que él sigue caminando como si no hubiera escuchado nada. Solo queriendo perderse; ya demasiado liviano por el alcohol en su sistema para que le importe.
Hay más tragos de baile, hay más música. Pierde de vista a Ed y ni siquiera se topa con los chicos, en su lugar, hay desconocidos con sonrisas fugases y palabras que olisquean a cerveza y se acercan a él, envolviéndolo. A Louis le agrada eso y le gusta, su sonrisa floja y sus palabras fáciles deslizándose porque esas personas no lo conocen y no saben lo miserable que es.
Hay un grupo de universitarios que lo han rodeado, empujándolo hacia el lado contrario del club, sentándolo en una mesa repleta de bebidas y chocando su hombro. Gritos de "Otro, otro. ¡Bebe otro!" y risotadas y golpes en la mesa y botellas de vidrio cayendo y rompiéndose en un sonido agudo. Louis ahí en medio, soplando carcajadas huecas y acurrucándose contra el hombro de una chica rubia que huele a whiskey. También hay otro chico rubio. Y uno que tiene el cabello tan negro como el carbón. Una chica tiene lentillas de color amarillo; son todos gente que Louis no conoce. Gente que le pone vasos de cristal en la boca y le anima a beber.
La música se ha convertido en algo eléctrico que choca con las paredes y vibra en el suelo, vibra en Louis. Louis, quien ya no piensa en nada. Se siente como si fuera un extraño ocupando el cuerpo de alguien más, vacío y sin pensamientos. Es tan agradable, quisiera estar siempre así. Bajo los efectos del alcohol, sin recordar y sin doler. Louis solo piensa en lo malditamente maravilloso que es eso.
Chico con cabello negro como el carbón se presenta como Sam, su hombro tocando el de Louis y sus dedos a veces deslizándose para quitar el flequillo húmedo de su frente y es tan amable ese contacto. A Louis le gusta y por eso sonríe abiertamente cada vez que el chico lo hace. ¿Está coqueteando? Ese roce sutil entre sus cuerpos, la forma en la que el chico lindo se cierne sobre él y cuando quiere hablar acerca tanto su boca que sus labios susurran las palabras rozando la piel de la mandíbula de Louis. No importa. Su voz es un murmullo ronco de —¿Quieres a bailar?
Y Louis solo se siente tan bien, tan ligero. Es que, en realidad, no se siente. Y eso está bien. Louis no quiere estar en su propia piel, así que simplemente desaparece. Lo hace mientras pestañea hacia el chico lindo y le una sonrisa ladeada, esas que lo hacen lucir drogado..., las suyas, las que son para coquetear. No hay quien no caiga por esa sonrisa.
—Quiero algo más que eso —murmura y oh, chico lindo de cabello carbón, Sam, lo entiende. Lo demuestra con su sonrisa satisfecha y blanquecina, poniéndose de pie y tirando de él. Alejándolo de la mesa donde chica con lentillas amarillas y chica rubia se besan.
En un pestañear está en medio de la pista, demasiada gente alrededor de ellos y el aire es húmedo y caliente, olisqueando alcohol y humo de cigarrillo bajo las luces de colores. La canción es de un ritmo pegadizo, tanto que se les mezcla entre sus pieles y entonces, el chico lindo está cerca, sujetando con sus manos las caderas de Louis e impulsando sus pelvis, chocando cada centímetro posible de sus cuerpos, balanceándolos. Louis no siente, solo flota.
Hace calor. No es calidez, es fatiga. Sigue sin importar. Sigue siendo Louis inclinando la cabeza hacia atrás, volteando. El chico se acomoda rápidamente, rodeando a Louis desde su espalda y apegándose a su trasero. Es un poco más que baile, en realidad, pero Louis está muy ido para pensar en eso. La boca del chico desconocido -Sam- se pega a su cuello, sus labios rozando descuidadamente y dejando un rastro hasta que llegan a su mandíbula y mordisquean, algo que intenta ser seductor. Louis tiene sus ojos cerrados mientras se mueve, pero sus párpados revolotean cuando el chico se impulsa y vuelve a estar frente a él, cerca, demasiado. Su boca recorriendo la piel de Louis.
Probablemente va a besarlo. A Louis no le parece una mala idea. Tal vez el chico le quiete ese sabor que arde en sus labios, el rastro de Harry. Ese que quedó desde de que el chico presionara sus labios tímidamente por primera vez y luego Louis se impulsara y lo tomara. Ese. Louis quiere olvidarlo.
Pero cuando Sam está mordisqueando el mentón de Louis, él abre lentamente sus párpados. Todo es borroso y se mueve rápidamente a su alrededor, tarda en asentarse. Sus pestañas se sacuden una y otra vez hasta que sus ojos se aclaran... y Louis lo ve.
Lo hace en el momento en el que el chico de cabello carbón se mueve para mordisquear su labio inferior.
Se queda quieto. Los ojos abiertos, las piernas flojas y las manos temblando cuando caen a los costados de su cuerpo débilmente. Su boca siendo tomada por otro extraño que sabe a vodka y le desvanece el rastro dulce de los labios.
Y ahí está Harry.
Congelado en medio de la pista, con un jadeo mudo grabado en sus labios y personas moviéndose violentamente alrededor de él y a veces empujándolo. Con la piel empalidecida y los ojos amplios, rojizos y brillosos, los labios entreabiertos. Dolor crudo en su mirada. Su cuerpo encogido, vestido torpemente con una camisa de Louis y sus pantalones negros. Su cabello desordenado alrededor de su rostro... y dolor, dolor, dolor. Ahí, mirando a Louis.
Está ese temblor casi imperceptible en sus hombros... y todo Louis se asienta. Todo Louis cae. El cascarón vacío se llena y aunque el alcohol lo nubla y lo adormece, hay un pensamiento que lo horroriza. Que lo hace cerrar sus ojos y dar un paso hacia atrás, interrumpiendo el contacto del chico desconocido con su boca.
Todo en lo que Louis piensa es que ha perdido el sabor de Harry.
Y Harry está ahí, tan quieto que duele, mirándolo como quien está despedazado. Roto por todas partes. Temblando y sacudiéndose. Retrocediendo lentamente con su boca torcida en dolor, intentando correr pero sin poder lograrlo, alejándose de Louis.
Y... ¿Qué?
¿Qué es esa sensación de daño que corre su cuerpo y lentamente lo asfixia?
Chico de cabello carbón está hablando. Está gritando algo en su oído cuando Louis lo empuja torpemente por los hombros, alejándolo justo al momento en el que la silueta de Harry se convierte en algo borroso que se aleja corriendo a toda marcha. Sam está gritando algo de "¿... qué te pasa?" cuando Louis sale corriendo, chocando su hombro. No importa. Él no piensa. Solo sigue a Harry. El borrón en el que el chico se ha convertido.
Su respiración quema en su pecho cuando atraviesa el club con sus piernas tropezando a veces. Choca con gente y tiene que apartarse a empujones, pero termina encontrando una puerta y empujándola, escapando de allí. El aire de afuera lo recibe fresco pero Louis cree que ni siquiera puede tomarlo, encontrándose de bruces con un callejón medio vacío. Solo lleno en una esquina al final, donde el cuerpo de Harry se encoge sobre una pared, intentado esconderse. Es como si hubiese tropezado allí, en medio de su carrera y no hubiese tenido fuerzas para más. Algo quema en las costillas de Louis y hay un grito, después;
—¡Harry!
El chico voltea, entonces, tan rápido que el movimiento se congela en las retinas de Louis. Hay un torrente de lágrimas manchando las mejillas pálidas, dos iris verdes increíblemente claros, tan transparentes que Louis desearía que no lo fueran porque lo que hay allí lo absorbe, quemando en toda su piel. Harry luce como la criatura frágil y lastimada, demasiado vulnerable para todo –para un callejón oscuro, para la noche, para el resto del mundo, para Louis.
Y Louis puede estar tan dañado que solo pueda ser cenizas, pero su corazón seguirá siendo de Harry. Tanto, que lo único que él puede hacer es preguntar:
—¿Qué sucede?
Y Harry jadea un sollozo, tan alto y ahogado que un temblor recorre a Louis desde su talón hasta su cabello. Entonces, el viento empuja sus hombros y él da un paso, ahogado en esa necesidad de tomar los trozos rotos que Harry está dejando caer y sostenerlos como siempre ha hecho, pero Harry niega, de repente y de golpe, tan furioso cuando restriega sus manos para quitar el rastro de lágrimas sobre sus mejillas y luego grita.
—¡No! —tan fuerte que Louis tiene que retroceder. Después; —Ahora soy yo. N-no quiero estar cerca de ti. No puedo.
A Louis las palabras lo golpean tanto que sus oídos zumban y el alcohol se desvanece. Harry debe saberlo, porque su expresión se torna con el mismo abatimiento que la de Louis.
Sin embargo, está ese murmullo de —¿Por qué?
Y Harry niega una y otra vez. Una y otra y otra. Sus ojos luciendo desorbitados y su expresión perdida.
—Aléjate. Vete.
A Louis se le hunde el corazón en el pecho. Las lágrimas arden en sus retinas y él sacude la cabeza.
—No. No puedes echarme. No tú.
Hay algo en lastimero en la expresión de Harry. Algo que se siente como dagas para Louis.
—¿Incluso cuando me lastimaste?
Louis exhala. Su corazón martilla sobre sus costillas y su voz es tan débil como el eco en su cabeza —Lo único que quiero es cuidarte.
Y Harry explota en llanto. Es eso. Hay cierta cosa, porque no es la primera vez que Louis ve llorar a Harry, pero si la primera que no puede abrazarlo. Ni aunque Harry luzca destrozado, como ambos. Ni aunque su cuerpo queme y su piel arda y todo Louis se retuerce y, no puede. No cuando él también está lastimado.
Su chico cubre su rostro con sus palmas, intentado callar sus sollozos, pero parece imposible. Harry luce tan pequeño ahí, con la camisa grande y negra de Louis colgando de sus hombros y cubriendo sus cicatrices, con sus rizos marrones tapando su rostro y sus manos finas y delgadas cubriéndolo.
Tan pequeño.
—Harry...-
—No tienes que cuidarme. ¡No! —Entonces el chico dice, alzando sus ojos para ver a Louis, crudos en angustia y miedo—. No- no soy un proyecto. No soy una pieza rota que tienes que arreglar. ¡Deja de hacerlo!
Louis da un paso hacia atrás, herido. —¿Eso es lo que crees que estoy haciendo? ¿Eso es lo que piensas de mí?
Harry solloza, arrastrando su mano débilmente en un intento de detener las lágrimas.
—¿Qué más podrías querer de mí? —suelta, quebradizo—. No hay nada más. No hay algo más que alguien pueda querer. ¿Cómo podrías, entonces?
—Lo hago —Louis suelta, desesperado. Sin saber cómo—. Eres todo. Todo. ¿De qué estás hablando?
Harry niega. Su expresión se ve llena de terror cuando da un paso hacia adelante. Luego su voz es un grito roto.
—¡No quiero que me cuides, quiero que me ames!
Louis se queda quieto.
Y, ¿qué?
Hay un temblor perceptible en sus manos cuando él las cierra en torno a su torso. Ahora es él quien sacude la cabeza.
—No puedes decir eso —solo puede lograr decir—. No- no cuando... —su voz titila tanto que se quiebra, al final.
No cuando dijiste que era tu mejor amigo.
No cuando... "No quería hacerlo."
¿Cómo Harry no puede verlo?
¿Cómo Harry no puede ver lo mucho que Louis lo ama?
—¿Por qué? —pregunta el chico, débil.
Tal vez es eso. Tal vez Harry quiere que Louis lo ame de otra forma. ¿Es eso? ¿Es Harry rechazando la forma en la Louis lo ama?
—No —es todo lo que puede decir. Se queda sin aliento porque algún tipo de sollozo se ahoga en su garganta y solo mira a Harry, sus pestañas húmedas con una sombra de lágrimas que se niegan a salir—. No puedes decir eso.
—Louis.
—No puedes. No. no puedes decir- no puedes venir a buscarme. No puedes encontrarme y mirarme así cuando... cuando estoy con otro chico. No puedes. ¿No quisiste hacerlo? ¿No quisiste? No puedes, tú...- — él está divagando, entonces, su cabeza perdida con todo eso que trato de evitar pero ahí está, arrasando como un huracán sobre él cuando finalmente cae.
Harry luce tan quieto, con sus mejillas mojadas y sus pestañas espesas. Sus ojos brillosos y su expresión triste en Louis.
Y Louis, que solo dice al final, cuando su voz está a punto de desgastarse —Necesitas ayuda.
Una vez más. Harry retrocede. Algo rudo sobre sus ojos.
—No estamos hablando sobre eso.
Existe una sonrisa pequeña y desconsolada que tira de los labios de Louis. Él se acerca solo un paso, metros aún entre ellos.
—¿Sabes qué? —dice—. El día ha acabado. Ya no podemos seguir olvidándolo. Hay que hablar y tú, tú necesitas...-
—Louis.
Los ojos azules se alzan para chocar con los verdes. Hay mil cosas que sus ojos dicen pero sus bocas no.
—Harry —responde, su voz tornándose tersa a pesar de las lágrimas que se agrupan tras sus párpados. —No estás roto. No eres un proyecto, ni un objeto que se pueda arreglar. Eres- eres un ser humano. Un chico. T-tú solo necesitas un poco de ayuda, ¿Entiendes? Solo un poco, porque aún tienes heridas. Heridas viejas y moretones oscuros bajo la piel y necesitas ayuda para sanarlas. Has hecho mucho por ti mismo. ¿Si? —hay una negativa en los ojos de Harry, detrás de las lágrimas, pero Louis no se detiene. Louis da un paso, y otro —No he sido yo. No ha sido la ciudad ni la huida, has sido tú. Tú mismo te has sanado y cuidado y eso seguirás haciendo. ¿Cierto? Porque salir y buscar ayuda, eso... eso es comenzar a cicatrizar.
Y hay un sollozo bajito y quedo pero Louis sigue avanzando, eliminando el espacio entre ellos hasta que solo queda una separación mínima entre sus pies y los ojos de Harry siguen los de Louis, sin soltarse y sin huir.
—¿Y si me encuentran? —la voz de Harry es tan bajita y frágil. Louis ahoga un quejido de llanto, solo porque él está intentado ser fuerte. Para Harry. Louis lo hace. (Es como cuando le falta el aliento, le da su oxígeno.)
—No lo harán. No los dejaremos, ¿Verdad? —dice.
Harry exhala y hay más lágrimas, se está abrazando a sí mismo, desconsolado y lastimado. Louis ahí, a centímetros, pero sin tocarse.
—Lo que dijiste —empieza a decir—. Yo no podía, ¿Por qué?
Hay un suspiro sobre la garganta de Louis. No piensa, solo dice —¿Quién no podría amarte?
Y Harry tiene sus ojos amplios —Lou.
Louis ladea la cabeza, su voz suave.
—Nunca podrías entender la forma en la que te quiero —le dice.
Y algo se rompe en el aire.
Frío y devastador. Le sabe a rechazo a ambos, esta vez.
Para Louis, es dejar sus sentimientos al aire. Entregárselos en bandeja de plata Harry, pedirle que no los dañe.
Y para Harry, tan confuso y nubloso, significa solo ruptura. Como una sentencia final, la última palabra. Para Harry es un no. Para Harry es una ola de aire que lo empuja hacia atrás con sus ojos abiertos y su boca seca y le llena cada espacio, ácido y crudo, huele a humo de cigarrillos. Para Harry es Louis destruyendo unas palabras en su cabeza.
(Tan mal. Todo, tan mal. La forma en la que las palabras se pierden en el aire y se mezclan y cuando las reciben, están al revés. Harry no lo entiende. Para Harry, acaban de robarle la esperanza del pecho y él ahora se siente tan... perdido.)
Y es cuando Harry toma esos sentimientos, los de Louis le entregó en bandeja de plata rogando por no ser dañados; y él los lanza al suelo.
No. Se los lleva consigo. Lo hace, dando dos pasos hacia atrás, sus ojos opacados y su expresión vacía, todo desapareciendo. No los toma. No los destruye. En su lugar, solo hay un bajito —No.
Los ojos azules parecen grises. Las lágrimas los convierten en eso. Louis parece mucho más pequeño de lo que es, como si se hubiese encogido. Como si sus hombros lo empujaran para fundirse contra la tierra y desaparecer.
—¿Harry?
Hay un minuto de silencio. Sesenta segundos; un hilo fino tirando, ambos sosteniéndose de él para que todo no caiga cuesta abajo... y se revienta.
—No quiero verte —dice Harry. Suena vacío y lejano, su voz en un sonido hueco enronquecido. Parece que las lágrimas han parado y desaparecido, como el propio Harry. Tan doloroso cuando dice —No te me acerques. Vete.
Hay un jadeo sorprendido y herido. —¿Harry?
Pero su chico- no, no suyo. Harry, solo lo mira. Frío e indiferente cuando dice —No quiero... no quiero que te acerques.
Y es eso, solamente.
Así es como queda. El cielo oscuro, ni siquiera las estrellas son visibles. Ellas se han escondido para llorar, como la Luna. Tan triste que se torna gris.
Y Louis está tan quieto que cuando Harry retrocede él no puede hacer nada. Cuando Harry da pasos hacia atrás, él solo lo mira. Cuando Harry voltea y se va, Louis solo es un niño pequeño con el rostro empapado en lágrimas y la rodilla sangrando.
Harry se va.
El tiempo pasa. Segundos, minutos, horas. Louis está parado ahí, el suelo sintiéndose caliente bajo sus pies. Las palabras hirientes arremolinándose en su cabeza y cayendo como llovizna. Louis se convierte en sereno.
La puerta metálica del club se abre. Es un chillido agudo y él ni inmuta hasta que hay un confundido murmullo de —¿Louis?
Y él voltea, lento y desperanzado. Hay dos ojos azules que lo observan, cuidadosos. Cabello rubio como corona. Oh, es Niall.
Niall, el chico rubio. El que le regala manzanas rojas y tiene la piel pálida. El amigo de Ed, el amigo de Harry.
Louis trata de sonreír. En lugar de ello, las lágrimas se derraman en sus mejillas y su voz es terciopelo —Niall.
Pero el chico ya está tornado en preocupación, murmurando con rapidez. —Ed me dijo que esto- mierda. Voy a buscarlo. Yo... ¿Solo no te vayas, si?
Oh, eso es gracioso.
¿A dónde tiene Louis para ir?
Ya no hay dónde.
Él está ahí parado, se siente enternecido. Está mirando vagamente esa esquina en donde estaba parado Harry hasta que de repente hay un —¿Louis?
Y es Ed. Ed, su mejor amigo. Louis lo mira con sus ojos azules marchitos y una sonrisa triste en su cara y Ed está corriendo hacia él, sus brazos rodeándolo con fuerza al instante. Es como si él supiera. Es como si él conociera el hecho de Louis se está desmoronando en trozos.
Pero no es hasta que pregunta —¿Estás bien? —que Louis rompe verdaderamente en llanto. No más lágrimas silenciosas, no, ahora son jadeos y sollozos que se pierden en el hombro de su mejor amigo. Niall está junto a ellos, mirando a Ed sostener a Louis.
—Vamos. Te llevaré conmigo —solo dice Ed, repitiéndolo a veces. No hay palabras de consuelo ni preguntas. No hay nada. En algún momento, Ed lo conduce a través de las calles. Lo saca del callejón, lo detiene y adentra en un auto. Louis cubre su rostro con sus manos y la mano de Ed está posada en su rodilla, apretando solo para recordarle que está ahí.
A veces dice —Tranquilo, Louis. Tranquilo —cuando los sollozos lo están ahogando. Él no suele llorar. Él no suele estar tan perdido.
Entonces, está en el apartamento de Ed. Solo ahí, con su amigo arropándolo en un abrazo desde el costado, Niall con su mirada preocupada mientras trata de hacer todo lo posible. Hay una manta sobre sus hombros que no sabe quién colocó y entonces, se encuentra encogido en el sofá, con Ed a solas y Niall desapareciendo a cada rato.
—¿Qué fue, Louis? —le pregunta sencillamente, con su mano apartando el flequillo castaño y todo lo que hace Louis es sacudirse en llanto. —Solo dime que fue.
—Él... —exhala e inhala, una y otra vez. Como si su respiración fallara—. Él no lo entiende, no lo quiere —es lo que logra decir.
Ed sigue ahí, observándolo con intensidad. —Te está haciendo daño, Louis.
—No —responde de inmediato. —No lo hace. Nunca.
Y hay algo. Algo en la forma en la que Ed lo mira, porque es así. Es como si Ed quisiera cuidarlo y no pudiera. Tal vez, así es como Louis ve a Harry. Porque lo que en realidad hay en su mejor amigo es preocupación y amor, y lo que Louis ve es miedo y compasión. ¿Es eso, tal vez? ¿Tal vez Harry no ve en la forma en la que Louis lo mira?
Niall se acerca cuando Louis ha dejado de sollozar, cuando solo es agua en sus mejillas y sal en los labios. Tiene tazas de té en las manos. Cuando está cerca, se inclina sobre Louis, alcanzándole una y sonriendo pequeñamente, casi sin luz.
—Estará bien —le promete Niall, de repente. Ta vez sea por el té, pero Louis lo toma. Cada parte de él escucha las palabras.
Estará bien.
¿Lo hará?
Es un tiempo después, cuando las lágrimas se secan y los hipidos se acaban que Ed escucha un poco, solo lo que Louis tiene para hablar. Tarde en la noche, casi es de día, pero no importa. Louis se siente cansado, cargado hasta sobre los hombros. Cuando su mejor amigo le alcanza una frazada y una almohada, él solo la toma. No importa nada más. Las luces de la sala se apagan, él se acomoda en sillón. Niall parece un poco renuente antes de despedirse para ir a su habitación, pero Ed palmea su hombro y Louis fuerza una sonrisa y se la da.
Ese es el fin.
Cuando Louis se queda solo en la sala del departamento de su amigo, en lo alto de un edificio residencial; mira por la ventana. La noche parece estar aclarándose y es como si el tiempo no perdonara ni se detuviera. Su piel está reseca y sus ojos pesarosos por el llanto, pero él solo mira por la ventana. No duerme. ¿Cómo hacerlo, con tantos pensamientos en la cabeza? ¿Con tanto vacío en el pecho?
Hay algo cada vez que cierra sus ojos y presiona sus parpados, exhalando solo porque el aire llega demasiado frio a sus pulmones. Es como un sentimiento vago que pica tras su nuca, él hundido en el sillón y escondido bajo una cobija, su cabeza enterrada en una almohada. No se siente bien intentar dormir cuando no está el calor de Harry en su costado, Louis no puede hacerlo. Su cuerpo y sus sentidos se han tornado caprichosos y, sencillamente, no se siente bien. Algo no se siente bien.
Louis se incorpora lentamente hasta que queda sentado, la cobija deslizándose fuera de sus hombros y solo mirando por la ventana pequeña de la sala. No se escucha nada más que su pulso en sus oídos.
...Harry.
¿Cómo pudo dejarlo ir?
¿Y si ese es el fin de ellos dos? Louis cierra sus ojos ante el mero pensamiento, una imagen posándose en su cabeza que hace que le queme la garganta. Es Harry yéndose de su apartamento, huyendo y escondiéndose... dejando a Louis. Oh.
Es solo, oh.
Es, más o menos, eso. El hecho de que aunque su corazón esté roto, es de Harry. Cada parte de él. No importa cuántas veces lo dañe, sigue perteneciéndole.
Así que Louis está corriendo, entonces. Solo un rato después, cuando su cabeza ha dejado de martillar y ahora es su corazón latiendo como loco y un leve vaho en su boca donde él ruega desesperadamente no equivocarse y estar haciendo mal cuando da una última mirada al apartamento de Ed, como una disculpa para cuando su mejor amigo despierte y no lo vea; y luego sale de allí. Está corriendo, por supuesto. Corriendo de vuelta a casa.
Algo similar al amanecer está sucediendo en el cielo mientras Louis se desliza por las calles. Pocas personas lo ven y lo rozan, solo preguntándose meramente a donde ese chico consternado que corre como si llevara el peso de su vida sobre sus hombros. A Louis no le importa, él solo sigue su camino. Cuando cierra sus ojos y los vuelve a abrir, solo espera encontrar la puerta marrón de su apartamento.
Un hombre en la recepción de su edificio lo observa con sorpresa cuando Louis abre las puertas de metal y lo hace despertar, aunque Louis no tiene tiempo para disculparse. Él solo piensa en llegar a tiempo antes de perder a Harry. Toma el elevador.
Entonces, ahí está. Louis ha corrido devuelta a casa, devuelta a Harry. Tan perdido y confundido.
Cuando las puertas de metal se abren en su pasillo, sus pasos se convierten en trazos temblorosos hacia la puerta y su respiración es exhalaciones rápidas que no alcanzan a llegar a su pecho. Él siente que lo empujan por los hombros y lo conducen, sus piernas llevando por sí mismas a su cuerpo y cierra sus ojos y los vuelve a abrir. La puerta marrón está ahí, cerrada ante él. Como dándole el tiempo para respirar.
Louis no tiene sus llaves.
Así que levanta un puño y toca contra la madera.
Pasan segundos. Uno, dos, tres... Su aliento se convierte en su propio tartamudeo y él parpadea una y otra vez, solo contando el tiempo. Solo estando ahí, quieto, hasta que la puerta se abre.
Y todo lo rodea. Harry lo hace.
Su chico bonito, de piel frágil y fina, de moretones escondidos y heridas sin sanar se lanza sobre él apenas abre la puerta, ahogando un llanto desesperado y ruidoso en el hueco de su cuello y Louis estaba tan incompleto que al segundo en el que el cuerpo tembloroso de Harry choca contra el suyo, él lo rodea, envolviendo sus brazos en su cintura y sosteniéndolo tan fuerte como puede, negándose a soltarlo alguna vez más.
El llanto de Harry es terrible y ahogado, aterrador de alguna forma. Sus lágrimas quemando sobre la piel de Louis y su pecho sacudiéndose. Sus brazos rodeando su cuello, su nariz enterrada en su piel.
—¡Lo siento, lo siento tanto! —Harry jadea, alejándose solo lo suficiente para acunar con sus manos delgadas y temblorosas el rostro de Louis, tan delicado cuando deja caer su frente contra la suya y los ojos azules se han llenado de lágrimas nuevas cuando Harry sopla sobre sus labios —Pensé que lo harías. Pensé que nunca volverías. P-por favor, no. Por favor, no lo hagas. No te vayas.
Están ahí, en la puerta del pequeño departamento que los ha visto caer uno por el otro, sostenerse y aferrarse con todas sus fuerzas. Están ahí, uno envuelto en el otro –tan correcto, tan natural– con Harry respirando el aliento de Louis y Louis cerrando sus ojos cuando las palabras de Harry le acarician los labios y él solamente no quiere soltarlo. No lo va a hacer. Ni aunque Harry jadee con desespero murmullos inentendibles por el llanto, ni aunque el chico lo empuje una y otra vez- él no lo hará. No se irá.
Está sosteniendo a Harry por las caderas, delicado y suave, parpadeando para abrir sus ojos mientras un par de lágrimas caen y choca su vista contra el chico, su chico, que lo observa con la desesperación más cruda y desosiego. Solo niega suavemente, su nariz rozando la piel de Harry.
—¿Crees que alguna vez te dejaría? —es lo que dice, suavemente murmurando. Su mano traza caricias en las caderas de Harry, su pulgar colándose bajo la ropa para tocar la piel y fundiéndose en ella. Harry tiene los ojos amplios, mirándolo con algo desconocido (tal vez esperanza, tal vez miedo) pero Louis sigue hablando, diciendo un —Nunca lo haré. No me iré.
Y su chico exhala temblorosamente, sus manos enterrándose en los cabellos lacios de Louis, tirando de él más cerca. Hasta que sus labios se rozan.
Cuando los segundos pasan, la calidez se asienta. Es casi como si sus cuerpos cayeran en el alivio de estar cerca, como si la lejanía los hubiese estado dañando y, lo hacía, en realidad. Siempre lo haría.
En algún momento, Louis empuja a Harry cuidadosamente por las caderas y el chico afloja su agarre, solo un poco, lo suficiente para que Louis los conduzca a ambos al interior del departamento. Es su sitio, tal y como Louis lo había visto la última vez. Tan suyo; el lugar de Louis y Harry, de Harry y Louis. Siempre de ambos.
Hay un hipido pequeño y un temblor en Harry, pero es leve, ya no aterrador. Louis aguarda ahí, esperando que su llanto se calme y se deshaga mientras sus propias lágrimas se secan en sus mejillas. Se siente correcto tener a Harry entre sus brazos. Se pregunta cómo alguna vez pudo haber dudado de ello.
—Pensé que huirías —Louis susurra, no sabe cuánto tiempo después. Harry saca su cabeza del hueco de su hombro solo para mirarlo con los amplios ojos verdes, como un niño. Louis alza su mano para posarla en su rostro, sus nudillos deslizándose sobre su mejilla cariñosamente. —Como, como cuando querías esconderte. Pensé que huirías de aquí.
—No —la voz de Harry es ronca y rasposa—. No lo haré.
Louis asiente. —Lo sé —dice—. Ahora lo sé.
Y Harry abre sus labios, solo para inhalar el aire. Sus ojos se cierran y Louis lo mira, preguntándose qué tan profundo puede caer.
—Harry —llama suavemente. Espera escuchar una respuesta o una mirada, en cambio, lo que obtiene, son unos labios posándose dulcemente sobre sobre él, solo un segundo. Lo suficiente para dejarlo quieto. —Harry.
Pero hay otra. Es otra presión corta y delicada, casi como si Harry cuidara de la forma en la que roza a Louis. Como si pudiera asustarlo, pero entonces... él se separa un poco, y Louis abre sus ojos. Harry tiene los suyos cerrados y las mejillas sonrojadas, lágrimas fundiéndose en la piel, secándose y los labios, esos labios de fresa...
Harry presiona su boca sobre la de Louis de nuevo. Es solo un beso casto e inocente una y otra vez. A la par de su respiración, sus labios mezclándose mientras el agarre entre sus cuerpos se afirma.
Y Louis los toma con su boca entreabierta, tomando el aliento que Harry sopla sobre él. Una presión, otra y otra. Es Harry besando los labios de Louis desesperadamente.
—Harry —él llama por última vez cuando su respiración se atora en el último contacto y abre sus ojos, el chico abriéndolos a su vez para mirarlo con todo un torbellino de emociones en los ojos. Louis niega suavemente, una sonrisa apenas tirando de sus comisuras con debilidad y entonces, —No puedo ser tu mejor amigo.
Harry se mantiene quieto.
—¿Por qué? —pregunta frágilmente.
Louis parpadea antes de enterrar sus ojos azules en los orbes verdosos. Está ahí, lo que sus iris pronuncian antes que su boca.
—Porque estoy enamorado de ti.
Y es, finalmente, eso. Ahí está. Louis lo ha dicho.
(A su vez, fuera de su ventana, amanece.)
Y él no espera nada, solo cierra sus ojos con fuerzas porque Louis malditamente no quiere ver horror o rechazo en los ojos de Harry. O traición. ¿Por qué es muy egoísta, cierto, Louis enamorándose de Harry? Si. Louis no quiere escuchar la negativa de Harry, sus palabras tornándose frías con la intención de negarle, él simplemente no puede. Traga con dureza mientras sus sentidos vibran en la espera.
Pero lo que obtiene, a cambio, es un beso.
Un beso.
Louis abre sus ojos con sorpresa y no hay odio, no hay horror, no hay rechazo.
Su pecho se llena con una sensación cálida y esperanzadora. Está Harry ahí, mirándolo brillante, como un pequeño retoño de flor. Las lágrimas se convierten en algún tipo de resplandor y él, él está... está sonriendo.
Jodidamente sonriendo. Como que, sus comisuras están alzadas muy tímidamente, mostrando esos hoyuelos a cada lado y sus mejillas se pintan de rosa, sus ojos tornándose como dos grandes estrellas. Louis se sume en algo espeluznantemente dulce y agradable.
—Dilo de nuevo —susurra Harry solamente.
Louis parpadea con duda, humedeciendo sus labios con un revoloteo nervioso de sus pestañas y luego, repite muy lentamente:
—Estoy enamorado de ti... desde hace tanto, tanto tiempo.
Hay una risita. Una jodida risita. Harry ríe bajito y corto, todo él suavizándose, los músculos tensos deshaciéndose y sus facciones adornándose con la más pura tranquilidad y alivio. Es genuina la forma en la que sus ojos se colorean con felicidad y cariño, seguridad y calidez, Louis envolviéndose en ello.
—Oh, Lou —dice Harry. Un rayo de sol se cuela por el vidrio de sus ventanas.
Y es primavera. Primavera en su máximo esplendor, Harry lo es. Con las lluvias, con los truenos y relámpagos; con el cielo despejado y las nubes blancas, la luz dorada y las flores y mariposas. Todo perteneciéndole a su creación; Harry es primavera. Tan bonito como ella.
Tan hermoso, cuando dice —Bésame.
Y Louis, naturalmente, lo hace. Porque, ¿cuándo él le ha negado algo a Harry?
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