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12. Hay dos corazones rotos en el mismo sitio.
Cuando Harry está escondido bajo su cobija blanca, sus hombros tapados y solo su cabeza descubierta con los rizos cayendo hacia atrás sin cuidado, su cuerpo encogido y acomodado contra la esquina del sofá como apartándose del resto cuando solo está él ahí; Louis sentado en el sillón aparte con sus ojos vagando entre la televisión y el chico, El diario de Noah reproduciéndose en la televisión... es ahí cuando Harry habla. Su voz baja y tranquila, casi rozando la timidez. Como si fuera cualquier día, como si fueran los mismos Harry y Louis de siempre –solo que ese tono quebradizo al final lo delataba.
—Louis —le llama. Los ojos azules saltando hacía él casi felices de escucharlo, la mirada verde apaciguada de Harry sobre su rostro. —¿Por qué no te sientas conmigo?
Oh. Bueno. Louis se removió, un poco tomado por sorpresa. No le diría que lo hizo para darle espacio a Harry (porque creía que lo necesitaba. Tal vez el chico no quería que lo tocara Louis, o que lo tocara alguien. Tal vez Harry protegía su piel como su capa más fina y débil. Y la más lastimada. Si lo hacía, Louis lo entendía. O al menos intentaba hacerlo.) Y se mantuvo quieto, mirándolo con esa suavidad que solo era para Harry hasta que finalmente se puso de pie. No dijo nada, se sentó a su lado.
Estaban apartados aún. Un espacio intermedio del sofá entre ellos, ambos contra cada esquina. Louis lo miró agitando sus pestañas.
—¿Así? —preguntó. Harry no dejó de verlo con aquella calma y expresión lejana, una taza de café con leche tibio (casi llena, no había dado sorbos apenas) entre sus manos. Se inclinó hacia adelante, dejándola sobre la mesa. La película era sonido vago frente a ellos, ante la falta de respuesta de Harry, Louis devolvió su mirada hacia la pantalla de televisión.
Habían tantas cosas rondando su cabeza. Desde la forma en la que abandonaron el centro comercial con un Harry sin decir una sola palabra, hasta como el chico se quedó tan quieto cuando Louis lo acomodó en el sillón, como solía hacer. Había mensajeado a Ed para avisarle. "Lo siento, amigo. Nos tuvimos que ir. Surgió algo" la respuesta de Ed fue un "¿Harry?" que Louis supo que significaba algo más, cuando respondió un sí la respuesta de su amigo llegó unos minutos después "Cuídalo." Louis intentaba hacerlo, solo que no sabía de qué tenía que cuidar a Harry. Él realmente no lo sabía.
Sus padres. Él no era tonto, él había intentado unir los puntos que Harry poco a poco dejaba caer. Pero había huecos. Cosas que Louis no podía entender y otras que no quería. Cada vez que cerraba los ojos ahí estaba; la imagen de la espalda de Harry con marcas toscas y burdas, su voz temblorosa diciendo "Fue mi padre."
Aunque a veces el recuerdo cambiaba. A veces las cicatrices de Harry se veían remplazadas por ese momento de sus manos unidas y la confesión danzando en el aire... "Me gustas, me gustas, me gustas." O también, cuando Louis estaba a punto de quedarse dormido, recordaba aquel momento casi efímero en la cocina del departamento, cuando Harry se aferró a él y unió sus labios de golpe. Louis piensa en eso. Piensa en cómo sería besar a Harry sin el sabor salado de las lágrimas muchas veces al día.
Porque Louis no es tonto. Louis sabe que es lo que está creciendo en su pecho y se enciende cada vez que mira al chico. Louis no es ingenuo. Louis sabe que está enamorado de Harry.
(Pero no sabe si Harry siente apenas lo mismo por él. Y eso lo marea, lo sume en un mar de dudas y cautelas donde su principal prioridad es Harry. Porque llega un momento en el que a Louis no le interesa mucho sus sentimientos, sino solamente el bienestar de Harry.)
Él está con la mirada perdida en el salón, su cuerpo aplastado contra la esquina del sofá y sus manos en puños contra su camisa cuando lo escucha. Se congela, entonces, deslizando sus ojos sutilmente hacia Harry. Harry quien mira la pantalla de la televisión, Noah besando fieramente a Ally mientras la voz de su chico se escapa como un murmullo ronco.
—Ellos manejan una compañía —está diciendo de repente, lento y pausado. Como si las palabras necesitaran tiempo para salir —La forjaron desde un inicio. Desde que tengo memoria, han estado en la industria. Tienen todas estas cosas... ropas, perfumes, maquillaje. Belleza. Ellos manejan la belleza.
Louis está quieto, los ojos fijos sobre el rostro impasible de Harry. El chico no lo está mirando. Y a Louis le cuesta entender lo que está sucediendo, por qué el aire se siente frío y denso y todo lo que él puede hacer es aguardar... porque Harry le está contando.
Sus extremidades se quedan rígidas. Louis enmudece, no dice una sola palabra. Todo lo que hace es escuchar.
—Cuando nació mi hermana, ellos eran jóvenes. Su éxito estaba empezando apenas y Emma... Emma lo arruinó. Mi madre comenzaba, su carrera en el modelaje cuesta arriba. Mi padre trabajaba todo el tiempo por la línea de fragancias y ellos se dieron cuenta muy tarde. Cuando ella comenzó a engordar y la gente empezó a hablar. No esperaban un bebé. No querían un bebé —Hay silencio, por segundos, y la voz de Harry es mucho más baja y ronca cuando dice —No culpo a Emma por huir apenas tuvo la oportunidad. Ellos la odiaban —el labio de Harry tiene un temblor casi imperceptible, como su voz. Harry se encoge en sí mismo, sin darse cuente. Sin embargo, su expresión se convierte en algo duro y sombrío cuando dice— Pero cuando ella se fue, su odio pasó a mi.
El corazón de Louis se encoge en su pecho. Su chico mira arriba, lo observa por un segundo antes de decir —Ojalá me hubiera llevado con ella.
(Louis entiende un poco. Harry no culpa a Emma. Harry solo necesita a quien tirar para no caerse.)
—Las cosas mejoraron después de que nació Emma, su fama creció, su clase... ellos, ellos comenzaron tener un nombre. Todos sabían quienes eran. Tenían su- su sitio en la industria. Un gran trono. —Harry se encoge de hombros. Ha vuelto a quitar sus ojos de Louis. —Pero nací yo. Madre tuvo que retirarse del modelaje por un tiempo. Y... y no fue tan malo. Emma me dijo una vez que no fue tan malo. A la gente le gustó. Le gustó ver un lado humano en Desann. Y a ellos le gustaba que la gente los adoraba. No fue tan malo –no fui tan malo.
—Harry...— la voz de Louis es tan baja que Harry no lo escucha. Él sigue hablando.
—Ellos nunca fueron buenos padres. Nunca —Harry sacudió la cabeza, casi perdido en lo que contaba —pero eran buenos tiempos. Ellos estaban ausentes, nos criamos con ama de llaves y nanas. Tal vez por eso fueron buenos tiempos. Porque ellos no estaban.
(Hay una imagen en la cabeza de Louis. Un Harry pequeño, con ojos verdes brillantes sin sombras de dolor o tristeza, creciendo en medio de fama y riqueza... solo. Con una niña también, junto a él. Una niña que luego se iría.)
—Cuando cumplí siete años Emma se fue —él anuncia, entonces—. Ella, ella... llevaba tiempo guardando dinero. Robando lo que ellos dejaran al olvido y escondiéndolo. Yo lo sabía, la encontré una vez que hurgaba en su habitación. Me había dicho que era para un viaje. Unos días antes de irse me llevó a un parque de diversiones y me hizo prometer que no le diría a nadie. Yo pensé que me llevaría, no lo hizo. Se fue cuando ellos estaban en un viaje, cuando regresaron e hicieron una cena y ella no bajó, lo entendí. El viaje era para ella. No para mi.
Louis siente su piel quemar, algún tipo de sensación ácida recorriéndolo por todas partes... y cree que necesita abrazar a Harry. Pero no lo hace.
—Entonces, ellos como que se lo tomaron mal. Muy mal. No por ella, no por su hija... sino por el hueco que dejaba. Lo que especularía la gente cuando no la vieran en sus eventos y- y lo que el resto del mundo pensarían. Yo creía eso, pero era algo más. Era algo mucho más que eso— ese temblor en los hombros de Harry ha regresado y todo lo que Louis siente es desosiego. Desosiego y alerta —Si lo hubiera sabido antes, le hubiera rogado a Emma que me llevara consigo. Porque ella dejó un hueco que yo tuve que ocupar y su odio vino con ello.
Louis siente un remolino en el pecho. Algo que se le acumula y le avisa que, en realidad, lo peor está por venir.
—No lo entendí mucho al inicio. P-pensé que lo estaba haciendo bien. Iba a los eventos y me fotografiaban. Salía en periódicos y revistas y todos comenzaban a conocerme... y les agradaba. Yo trataba de ser bueno. Yo quería gustarles, tal vez, si le gustaba al resto del mundo podría también gustarles a ellos. —Harry exhala. Su voz es un sonido débil ahora— Yo no sabía. No sabía nada. Dos años después de que Emma se fue, hubo una gran gala. La más grande de todos los tiempos desde que se creó que la línea. Yo tenía nueve años.
Nueve años.
—Estaba todo el mundo. Todo quien fuera importante estaba allí, vistiendo ropas de hilos preciados y etiquetas Desann, con olores a nuestros perfumes y su presencia situándolos a ellos en su gran trono —Harry tiembla, ahora realmente lo hace. Pero no se detiene, él sigue contándolo— La gente que me conocía me adoraba. Yo solo era un niño y todos me querían. Era la imagen humana de ellos. Algún tipo de representación de que no eran malos ni estaban jodidos. Aquella gran gala fue una prueba y yo... —Harry se detiene y luce, por un segundo, como si no pudiera respirar. —Había una gran fuente de champán y a un lado, un escultura de copas de cristal. Era hermoso, parecía oro. Reflejaba la luz como si lo fuera. Fue un accidente. Hubo un accidente. Alguien tropezó, me empujó y yo me estrellé. Fue un accidente. Fue un accidente. Lo juro.
Las manos de Harry se cierran en puños en su cobija y él se abraza a sí mismo con fuerzas, encogiéndose. Su voz sale como un murmullo cuando dice —Fue un accidente. Yo no quería que las copas cayeran. Yo no quería que se rompieran. Yo no quería que todo se arruinara.
(Louis siente su corazón despedazarse en su pecho y aguarda. Uno, dos, tres segundos...)
—Ellos estaban furiosos. Él, más que ella. A veces era malo. A veces yo los escuchaba gritar y discutir... pero aquel día estaban tan enojados. Él me sacó a rastras de allí —sus dedos sueltan la cobija y de repente, se encuentran aferrándose a su cabello. Tirando de él —Ella me esperaba en mi habitación, fumando. Cuando él me tiro en el suelo, me tomaron por el cabello. Yo lloraba —Harry se tira con fuerzas y Louis duele. Es cuando se estira, sus manos intentado dejar que Harry suelte su cabello, pero Harry se encoge. Se aleja de cualquier tipo de roce y Louis retrocede de inmediato. —No sé cuántas veces me abofetearon y golpearon. No lo sé. Rompieron mi traje. Me tiraron contra el suelo. Yo- no lo sé.
Los temblores de Louis son como el llanto, pero él no llora. Él solo mira a Harry.
—Lo único que sé fue como se sintió —los ojos verdes saltan, entonces, y chocan con los azules. Louis jadea. Se rompe un poco más y luego, Harry dice, suave y quebradizo —Cuando él tomó su cigarrillo y dijo algo sobre el dolor. Luego... comenzó a quemarme.
Y Louis no puede más. Louis se aleja, poniéndose de pie y tropezando, cayendo al suelo. Pero no se mueve de ahí, se queda quieto, rompiendo en llanto y cubriendo su rostro con sus manos, callando los sollozos que se escapan de repente de su boca... y todo Louis se hunde. Se ahoga, jadeando y su cuerpo entero sacudiéndose y cree que no puede más. Todo él duele. Todo él se destroza, una y otra vez.
Harry, oh... tan pequeño y dulce. Tan genuino. ¿Cómo pudieron hacerle tanto daño?
Entonces, hay una caricia suave en su cabello. Dedos que se hunden y acarician, apartando el flequillo de su frente y trazando roces suaves contra la piel, como si intentaran apaciguar el llanto y cuando Louis aparta sus manos, ahí está Harry, inclinado sobre él, ambos tirados en el suelo. Harry, con sus ojos verdes tristes y su cuerpo tiritando, la cabeza ladeada y la voz baja. Harry, tan roto y herido, intentando sostener a Louis.
—No llores —susurra, tan quebradizo y afligido que Louis solo se sacude más en llanto y Harry también tiene sus ojos cubiertos en lágrimas, solo que vacíos y sombreados en dolor.
Louis niega. Louis necesita tanto tocarlo.
—¿Por qué? —jadea. Harry solo sacude la cabeza con una sola lágrima por su mejilla.
—¿No lo entiendes, Lou? No- ellos me pueden encontrar. No quiero que lo hagan. Por favor, no los dejes. No dejes que me encuentren.
El ruego de Harry se pierde entre sus sollozos y, entonces, son ambos. Son las lágrimas de ambos fundiéndose contra la piel caliente y Louis no sabe cómo, pero Harry termina sujetándolo, envolviéndolo con su cuerpo y cuidado que él no se hunda más en el suelo. Son ambos llorando con fuerzas y arrancando los jadeos de pecho, abrazándose.
Y Louis posa sus manos sobre la espalda de Harry. Sobre la tela gruesa de su jersey, sus palmas cubriéndolas sobre el tejido; él deseando por una vez poder desaparecerlas.
(...)
Harry está dormido sobre pecho tiempo después. Ambos están en la cama de sábanas y cojines de colores, un lienzo con una mariposa sobre la cama. Harry siempre se queda dormido después de llorar, pero Louis no puede. Louis no puede dejar de pensar. No puede dejar tampoco de sostener a Harry con cuidado, tan temeroso y perdido.
(Louis piensa. Él recuerda aquella cita "El dolor huele a jazmines."
No. El dolor tiene el aroma del humo de un cigarrillo.)
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