8. James tiene un secreto, no tan secreto
Nota de autor: ¡He vuelto! Sé que han pasado casi 84 años, pero estoy de regreso para quedarme. El cuento tampoco cambia, la historia la encuentran en el perfil de theHarryPottergirl02 en Archive of our own, yo solo soy la pintoresca traductora para que aquellos que no hablan inglés la disfruten 😊
"Si quieres que tu secreto sea guardado, guárdalo tú mismo."
Seneca
James
Si había algo de lo cual James Sirius Potter podía enorgullecerse, además de su carismática y encantadora personalidad, era que siempre había sabido gestionar sus secretos. ¿Albus trajo unos pasteles que su madre había expresamente prohibido comieran antes de la cena? James no sabía nada. ¿Lily le pegó un chicle en el cabello a la niña que jaló sus coletas? James ya se había desecho de la evidencia.
Si había algo que sabía, en especial siendo el hermano mayor, era que ciertas cosas debían estar cubiertas, que ser sigiloso y cuidadoso era una virtud que muy pocos tenían. Y si sus hermanos, o Dominique, incluso Victorie, querían compartir algo con él, James se lo llevaría a la tumba.
Sin embargo, estaba resultando bastante complicado el mantenerse con su habitual silencio cuando la carta de Teddy nunca llegó.
James sabía que Teddy podría tener millones de cosas que hacer en el momento, que seguramente tendría millones de trabajos que entregar y bromas que planear. ¿Era posible que no pudiera encontrar un mísero espacio para escribirle? Su correspondencia era común, además, su cumpleaños apenas había pasado. ¿Le habría gustado el libro?
Los secretos eran importantes, todos los tenían.
Había una razón detrás de por qué su padre solía tener pesadillas, pero cuando James lo encontraba despierto bebiendo chocolate en la sala, no lo comentaba; habría razones del por qué hablar del tío Fred era un tema sensible, pero James jamás lo cuestionaría; demonios, incluso James podía sentir la incomodidad que radiaba de la abuela de Teddy cuando mencionaban a Remus Lupin, pero James no sería el primero en decírselo a Teddy.
Y, dos semanas después llenas de espera e incertidumbre, finalmente llegó una breve carta en la cual Teddy le agradecía por su regalo. Todo habría sido felicidad, de no ser por el breve fragmento que describía el maravilloso regalo de Paltrow.
Demonios, James era muy joven para entender ese desgarrador y visceral sentimiento que surgía de la boca de su estómago. Sin pensarlo, James arrugó el pergamino y lo tiró a su basura, arrojándose sobre su cama boca abajo; respondería en unas horas, o quizás debería darle el mismo trato a Teddy y contestar dentro de un mes.
Finalmente, James no pudo resistirse y agarró su pluma y el pergamino.
Abril 15 de 2011,
Querido Teddy,
¡Me alegra mucho que el regalo te gustara! Créeme, papá y mamá estaban por las nubes para ayudarme a conseguírtelo.
Espero que te hayas divertido demasiado en tu improvisada mini fiesta, lo mereces.
Así que ¿El regalo de Paltrow Paltridge fue bastante original? Jamás había oído hablar de esos polvos, supongo que le fueron difícil de conseguir. En especial para alguien que hace menos de dos semanas ni siquiera era tu amiga porque debió haber sido bastante observadora para darse cuenta lo mucho que sueles hacer bocetos. Me alegro. Mucho. En serio.
Mamá quería saber si te gustaría el que te enviara un poco de la tarta de coco que piensa preparar. Si es un sí, no dudes enviar la lechuza, preferiblemente antes de que el año acabe con tu siguiente carta.
Te quiere,
James.
Después de escribir, reescribir, corregir ciertos detalles que demostrarían su enojo de maneras catastróficas, James respiró profundamente y se decidió a finalmente alistar la carta para que su lechuza la llevara el día siguiente.
Tragando su rabia, James se preparó para la cena. Sonrió, bromeó con Albus y molestó a Lily, actuando como lo haría usualmente. Para cualquier persona que mirara desde el exterior, era el mismo James de siempre.
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Si había algo que James, a sus seis años, odiara con todas sus fuerzas, era la clase de matemáticas. Y no porque fuera malo en ella, de hecho, James era el mejor estudiante en su curso; era porque, debido a ser el mejor de su curso, su profesora solía sentarlo cerca de niños que requirieran ayuda.
Normalmente, James no se quejaría y estaría ayudando a todos lo mejor que pudiera, pero ese sentimiento indescriptible que se había apoderado de él desde que recibió respuesta de Teddy seguía igual de fuerte. Era como si un fuego se hubiese encendido en su interior y le fuera imposible apagarlo, así que, para colmo suyo, terminó desquitándose terriblemente con todos sus compañeros que le dirigieran la palabra ese día.
Uno de los peores momentos del día fue cuando le gritó a su nueva compañera de puesto, una chica con hermosa piel morena, que lo dejara tranquilo. La chica no dudó en responderle con mayor ira y su profesora terminó mandándolos a detención, pero a James no se le cruzó el pedirle disculpas incluso cuando sabía su pésimo actuar.
James trataba de no hacer un terrible escándalo, pero su mente solo podía pensar en cómo había escrito a Teddy hace cinco días y todavía no recibía respuesta alguna. Desde que era un bebé, el mayor tiempo apartado que ambos chicos habían estado el uno del otro eran las dos semanas en las cuales a Teddy le dio un virus estomacal cuando tenía 9 años; de lo contrario, ambos habían estado pegados prácticamente de la cadera.
James podía recordar vívidamente cuando Teddy llegó felizmente a casa para enseñar y presumir su carta de Hogwarts. Ni siquiera el cabello del muchacho, que se había puesto de un amarillo chillón, podía opacar la sonrisa que adornaba de oreja a oreja su rostro; toda la familia no tardó en felicitarlo, acaparando por completo su atención.
James no se había quedado atrás, por supuesto, pero incluso a esa edad comprendía que la llegada de esa carta implicaba no más películas hasta tarde, tardes enteras de juegos en el patio de la casa o tener a Teddy en la cocina preparándole sándwiches que combinan chocolate y mermelada.
Fue el día en que su papá, quien sabía que Andrómeda Tonks terminaría asesinándose con Lyall Lupin de pasar más de dos minutos solos, se ofreció a acompañarlos para ayudar en las compras de Hogwarts para Teddy, que ambos chicos finalmente pudieron hablar.
— Pongo un máximo de tres minutos —Susurró el chico mayor en su oído, logrando que James se sobresaltara y golpeara uno de los libreros de Flourish y Botts.
— ¿Tres minutos para qué? —Respondió, sobando su adolorido codo.
Teddy sonrió, recargándose torpemente contra otro de los estantes: — Tres minutos antes de que mi abuelo diga algo que logre sacar a Nana de sus cabales, por lo que terminarán discutiendo en la tienda.
James observó a ambos magos, la expresión altiva de la abuela de Teddy y como su padre tenía una tensa sonrisa en la cara: — Yo digo que ella terminará arrojándole un libro encima.
— Con Nana, sería el mejor resultado —James no pudo evitar reír, en especial cuando tenían como antecedente la vez en que, durante una cena por el cumpleaños de Teddy, Andrómeda le había arrojado un cenicero a Lyall. James sintió un pequeño golpeteo contra su pie, dándose cuenta de que Teddy lo miraba atentamente con brillantes ojos grises— ¿Sucede algo?
— ¿Por qué habría de suceder algo?
— James, has estado en completo silencio por más de dos horas. Ni siquiera te fijaste cuando el chico de las túnicas se resbaló y cayó tres escalones —Teddy intentaba hacer la situación más amena, pero al no recibir respuesta de James, su expresión cambió por completo. Se enderezó de inmediato y, suavemente, volvió a preguntar— ¿Te duele algo? ¿Hiciste algo que no quieres que Harry sepa?
Sin poder aguantarlo más tiempo, James clamó con voz quebradiza: — ¿Vas a olvidarte de mí cuando vayas a Hogwarts?
El cabello de Teddy se tornó de un rubio arenoso: — James, ¿Por qué diablos me olvidaría de ti?
— Es solo que...Hogwarts será diferente. Tendrás más amigos, aventuras distintas —James sabía que seguramente todo lo que en su mente se veía terrible, era ahora simplemente una gran estupidez, pero una vez que abrió la boca era como vómito verbal que solo debía salir— No quiero que dejemos de ser amigos, yo...solo quiero que las cosas sigan como siempre.
— James Sirius Potter, te diré esto solo una vez y espero que me escuches: No hay fuerza alguna en este mundo que impida el que sigas siendo una de las personas más importantes para mí.
James se quedó viéndolo, parpadeando para disipar las lágrimas que amenazaban con caer por sus mejillas: — ¿Lo prometes?
Teddy sonrió, acercando su dedo meñique para enlazarlo con el de James: — Lo prometo. Créeme, te cansarás de la cantidad de veces en que te llegará una lechuza con mi nombre; tus pobres vecinos pensarán que tienes una especie de circo.
James lo abrazó fuertemente, y ni siquiera la discusión que se armó entre Lyall y Andrómeda logró disipar el momento que entre ambos se formaba. Teddy cumplía todo lo que prometía, y al día siguiente de su llegada a Hogwarts, ya James tenía una carta esperándolo; entonces ¿Qué ocurría ahora?
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Cumpliendo lo prometido, al día siguiente James y su compañera de puesto tuvieron que quedarse dentro del salón de clases para reponer el mal comportamiento que habían tenido previamente. La chica, quien a duras penas dirigió a James la hora del día, se sentó de brazos cruzados y esperó a que les dieran las frases que debían escribir en sus notas.
James empezó a trazar dibujos en las márgenes, distraído en sus pensamientos. De la forma más tranquila en que pudo, había preguntado a su madre si una carta de Teddy habría llegado y ellos de seguro olvidado dársela, aunque la respuesta fue desalentadora; había pensado nuevamente en mandar una carta a Teddy, porque seguramente la suya debía de haberse perdido en el trayecto a Hogwarts.
"O quizás a Teddy simplemente no le importas" Susurró una terrible voz en su cabeza. "¿Por qué querría Teddy el tener que malgastar su tiempo con un niño de seis años? ¿Acaso qué es? ¿Tu niñero?"
— ¡Oye! —Un fuerte golpe en su mesa lo sacó de sus terribles pensamientos. Su nueva compañera de silla lo miraba expectante, y James no pudo evitar sentirse un tanto estúpido.
— ¿Disculpa?
La chica suspiro con ese mismo tipo de fastidio que caracterizaba a Albus cuando se daba cuenta de que James y Lily no habían puesto atención a sus aburridas explicaciones: — Te he preguntado si podrías prestarme un lápiz, es la décima vez que te lo digo.
— ¿Quién viene a la escuela y no trae sus propias cosas? —James masculló, buscando alguno dentro de la maleta que su padre le había ayudado a empacar.
La chica lo recibió con un tanto de dureza, pero le agradeció entre dientes y volvió su atención a copiar la ridícula frase de "No debo gritar a mis compañeros."
— Ni siquiera fui yo quien empezó con los gritos —Murmuró, dedicándole una pesada mirada a James.
Incluso sabiendo que fue su error, James sintió la furia brotar: — Si lo hiciste.
— No es cierto.
— Si
— No
— Si
— ¡Eran tan molesto! —La chica se giró repentinamente, pero la pata de su silla se enredó con la maleta de James y antes de que pudieran notarlo, ambos terminaron cayendo estrepitosamente al suelo.
James no pudo evitar reírse al darse cuenta de que el cuaderno le cayó de lleno en la cara, y todo mejoró al darse cuenta de que la chica se ahogaba con sus propias risas, haciéndola sonar como una de esas focas de National Geographic.
Si James era sincero, no recordaba la última vez que había reído tanto. Seguramente había sido en una de las bromas que le habían gastado al tío George con Dominique, cuando le pegaron la lengua frente a una chica con la que había tratado de coquetear; incluso entonces, su estómago no había dolido tanto y sus mejillas no se habían estirado al punto en que dolían.
La chica se veía mucho mejor cuando reía en lugar de estar enfurruñada, con sus ojos brillantes y un leve sonrojo en su rostro. James se ladeó, tendiéndole la mano para ofrecerle la paz y la chica, gustosa la acepto.
— Soy Jane, por cierto. Jane Parker.
— James Sirius Potter.
— ¿Sirius? ¿Cómo la estrella del gato?
— Estoy bastante seguro de que era un perro, pero no. Es por el padrino de mi papá.
— Suena genial, nunca había oído a alguien llamarse Sirius. ¿Qué hace? ¿Colecciona antigüedades?
— Mató muchas personas y terminó en prisión, pero al parecer era inocente.
Jane se quedó en silencio unos momentos: — ¡Es mejor de lo que pensaba! ¡Se parece a una película que una vez vi con mamá, Doble Riesgo!
James no tenía la menor idea de qué hablaba Jane, pero estaba tan emocionado que no pudo evitar exclamar: — ¡Si!
Cuando su profesora volvió, ni siquiera les importó el que los castigaran nuevamente por haberse tomado las bancas como hamacas y no haber cumplido con su detención; James salió de clases con una nueva amiga, su número de teléfono, que tendría que aprender a usar, guardado en el bolsillo de su chaqueta y una sonrisa de lado a lado.
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Abril 25 de 2011,
Querido Teddy
Espero que estés bien. Albus y Lily te mandan muchos abrazos y besos, se encontraban un poco preocupados de que no nos hayas escrito todavía, pero les dije que seguramente estabas ocupado con tus clases; aún así, sería bueno que mandaras un mensaje.
¡Tengo una nueva amiga! Su nombre es Jane, y es 100% Muggle. De verdad, he tenido que tomar direcciones de papá para no cometer un error y terminar revelando algo incómodo que me lleve a prisión; estoy seguro de que mi abuelo va a amarla, si es que no temiera el que le hiciera demasiadas preguntas que la pusieran en sospecha.
Jane es verdaderamente agradable. Su padre es un noveista, o algo así. Escribe muchos libros, en especial para niños y juveniles, sobre espías, adolescentes que luchan contra el crimen y esas cosas; cuando lo conocí, pensé que lucía como un científico loco; su madre es bibliotecaria, de hecho, ahora maneja la biblioteca en el centro de la ciudad; también tiene un hermano unos años mayor, se llama Will, y se ofreció a comprarnos dulces.
Sé que se acerca el aniversario de tus padres, y no quería que lo pasaras solo. Sé que papá y tu abuela y la tía Hermione y el tío Ron y tu abuelo van a estar presentes, pero igualmente quería recordarte que cuentas conmigo; te mando este rico pedazo de pastel para demostrarlo, si es que mi lechuza no se lo come primero.
Te amo mucho Teddy, demasiado. Solo quería recordártelo,
James.
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Al día siguiente, cuando James volvía de haber recorrido la mitad de la ciudad y el parque principal junto a Jane en sus bicicletas, con raspones en sus rodillas y codos, así como el rostro lleno de barro, se dio cuenta con felicidad de que una nueva carta había llegado.
Prácticamente le arranca el pico a Grucious, la lechuza malhumorada de Teddy, para romper el sobre que contenía la respuesta de su mejor amigo. Y con manos temblorosas leyó una respuesta que, tristemente, no tardó en darse cuenta era para su padre.
James arrugó la carta con una furia indescriptible. ¿A su padre? ¿Teddy tenía todo el tiempo del mundo para responderle a su padre, pero mágicamente estaba ocupado cuando se trataba de James?
Grucious chilló, alertando a James de que su papá bajaba las escaleras en ese instante. Como pudo, James desarrugó la carta y espantó a la molesta lechuza con un manotazo, antes de poner la carta sobre la mesa para disimular que la había leído; su padre, el cual le riñó por estar manchando el suelo cuando tan solo el día anterior habían hecho limpieza, agarró la carta para leerla sin importarle el estado en que la había encontrado.
— Así que, ¿Teddy trae buenas nuevas? —James preguntó inocentemente, atento a los movimientos de su padre.
Su padre asintió, pasándole la carta de forma que pudiera leerla, por lo que tuvo que fingir que ya no la había ojeado: — Nos estaba avisando del programa para la conmemoración de la batalla de Hogwarts de este año —James hizo un sonido afirmativo, resintiendo profundamente la escritura desigual sobre el pergamino. Su padre carraspeó, atrayendo su atención— James, cariño ¿Sucede algo?
James pensó en decirle, justo en ese momento, lo mucho que odia a Teddy. Como odiaba la forma en que lo ignoraba, el que no entendía el súbito cambio de escribirle todos los días a someterlo a un terrible radio silencio.
Pero en lugar de eso, prefirió confirmar sus sospechas: — Papá, ¿Teddy te dijo algo por el regalo de cumpleaños que le mandaste?
— Lo que usualmente nos responde, cielo. Lo mucho que le gusto, cuanto nos ama y lo avergonzado que estaba por las fotos —Su padre sonrió, levantándose para preparar el té antes de que su madre llegara del trabajo— Claro que la semana pasada, también mencionó que uno de sus amigos hizo un poster con la foto que tenemos de él vestido de corderito en un Halloween, pero...
— ¿Qué? ¿La semana pasada?
Su padre asintió, como si fuera una verdad universal: — Si, con la carta que nos mandó la semana pasada, en donde...
James simplemente dejó de escuchar, sus oídos silbando. ¿Teddy verdaderamente les había escrito a los demás? ¿Qué había pasado con su carta?
Como si fuese un autómata, James ayudó a servir la cena, hizo lo mejor para molestar a Albus durante toda la cena y subió a acostarse una vez hubo completado su rutina usual. Y pese a que tenía una piedra en el estómago durante toda la noche, al día siguiente se levantó y pretendió que nada había sucedido, en especial bajo la insidiosa mirada de su padre.
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Hogwarts y sus terrenos siempre serían mucho más grandes de lo que James se imaginaba, incluso después de oír las minuciosas descripciones que Albus recitaba como grabadora rota; el hecho de que centauros, elfos y duendes se unieran a los estudiantes mientras la directora McGonagall pronunciaba unas palabras de sentido pésame a todos aquellos que habían perdido a un familiar durante la lucha contra Voldemort solo hacía que el castillo fuera aún más indescriptible.
Teddy había corrido al lado de su familia apenas los vio llegar, sus rizos azules encontrándose peinados por primera vez en toda su vida, aunque eso no evitó el que Andrómeda le pidiera el favor de que utilizase un color un tanto más apropiado para la ocasión.
James se había hecho bolita junto a su mamá, poniendo la mayor distancia que podía entre los dos. Teddy le había mirado con desconcierto, pero James hizo caso omiso. ¿Ahora le preocupaba ser ignorado?
Una vez terminado el homenaje, su madre le indicó a James que irían a saludar a la profesora McGonagall, por lo que tenía que comportarse en lo que volvían. Y antes de que James pudiera contestar por si mismo, Teddy inmediatamente tomó la vocería: — No hay nada de qué preocuparse, Ginny. Yo lo cuido.
James forzó su rostro a mantenerse completamente neutro, porque lo que menos quería era alertar a su madre de que algo iba mal. Su padre, sin embargo, le apretó un hombro con delicadeza: — ¿Todo bien, campeón?
James asintió, porque lo que menos quería era causarle problemas a su padre en un evento público. No era un misterio para la familia lo mucho que Harry Potter detestaba los eventos sociales, en especial si el Diario el Profeta se encontraba presente, por lo que James quería asegurarse de que la tarde sería completamente llevadera.
— Solo serán unos minutos, volveremos enseguida —Le aseguró, incluso cuando el tío Ron ya se encontraba arrastrándolo al otro lado del campo.
James inmediatamente se sentó bajo uno de los sauces, cerrando los ojos. Teddy suspiró a su lado, como si intentara llamar su atención, pero James se mantuvo completamente impenetrable; Teddy suspiró con mayor fuerza, aunque James siguió sin ponerle atención, esperando que simplemente se fuera como estaba acostumbrado; de repente, un chorro de agua le pegó justo en la nariz, y James se levantó exaltado.
— ¡Idiota!
— Lenguaje, caballero —Teddy sonrió, guardando su varita. James se pasó su túnica de gala por el rostro, sacudiendo su cabello para mojar a Teddy. El chico, que pareció tomarlo como un chiste, se hizo crecer plumas para hacerle cosquillas a James, pero fue sorprendido cuando James le pegó una patada dolorosa.
Teddy se apartó con desconcierto: — James, ¿Ocurre algo? —El pelirrojo respiró tan hondo como pudo. ¿Enserio tenía el nervio de preguntarle semejante estupidez? James se cruzó de brazos bajo el sauce, dispuesto a ignorar al chico hasta que sus padres volvieran, pero si había algo que caracterizaba a Teddy Lupin era lo testarudo que llegaba a volverse— James, no puedo adivinar lo que estás pensando. Por si no lo sabes, la Legeremencia no se me da.
— Hay muchas cosas que, aparentemente no se te dan, Lupin —James soltó con furia, utilizando un tono de voz seco que ni siquiera reconocía como propio.
Teddy le vio con sobresalto, aunque intentó mantener su ánimo conciliador: — Oye, sé que ha sido un mes difícil, en especial con la escuela Muggle, Harry me lo ha dicho, pero no puedes venir a desquitarte conmigo.
James se giró a verlo, la furia sonrojándole el rostro: — ¿En serio? ¿Un mes difícil? Discúlpame, no sabía que la increíble correspondencia que llevas con papá te mantenga informado de mi día a día, pensaba que esa labor solo me correspondía a mí.
Teddy dejó salir un bufido: — ¿Ahora el problema es que le escriba a mí padrino? Siento decirte esto, James, pero no eres el centro del mundo.
— ¡Tal vez deberías escribírmelo de vez en cuando, maldito egoísta! —Era un dique rompiéndose. James había esperado un mes entero de correspondencia que nunca llegó, días enteros viendo como un estúpido cartas que jamás llegaron. Y ya no quería detener el descontento de una promesa rota— Te envíe cartas, Teddy, cientos de ellas. ¿Sabes si quiera cómo se llama mi amiga muggle? ¿Los últimos dulces que compramos? ¿El que Lily tuvo un estallido de magia accidental hace unos días y logró que a un árbol le salieras chispas? ¿Qué me nominaron para el concurso de matemáticas de la escuela?
— James...espera un segundo, cálmate...
— ¡No! —Se levantó violentamente, los ojos llenos de lágrimas que empezaban a bajarle por las mejillas— Ya esperé bastante, pero si no tenías tiempo de cumplir con tu promesa para escribirme gracias a lo ocupado que estás con la maravillosa Paltrow, entonces debiste dejármelo claro para no perder mi tiempo.
— ¡Esto no tiene nada que ver con Paltrow! —Teddy bramó con esa arrogancia tan característica de su abuela. James no pudo evitar llorar con mayor ahínco al darse cuenta de que parecía ser lo único de lo que había dicho que se le quedaba— James, estás sacando las cosas de contexto, si tan solo me dejaras...
— ¡Teddy! —Una voz femenina clamó tras ellos y James la vio con inseguridad.
Se trataba de una chica con bella piel morena, acompañada por un chico de Slytherin y otra chica de Hufflepuff que tenía veía en la plataforma y en fotos con Teddy. No le bastó mucho para darse cuenta de quien llevaba la marcha, en especial porque Teddy inmediatamente se quedó en silencio al ver a la chica. Paltrow.
Teddy lo miró con desesperación, agarrándolo del brazo: — James, por favor, será solo un momento, te lo juro, solo déjame ir con ella y juro que voy a explicarte...
Pero James dejó de oírlo, soltándose de inmediato y corriendo para encontrar a su padre. Ni siquiera los gritos de Teddy llamándolo, ni oír sus pisadas siguiéndole el rastro pudieron detenerlo, y cuando llegó a donde su padre hablaba animadamente con el señor Longbottom, lo único que pudo decir entre lágrimas fue: — Quiero irme a casa, por favor.
Su padre no lo dudo un segundo más, y ante sorpresa de todos los asistentes, inmediatamente lo sacó del único lugar en donde James no se sentía bienvenido.
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Habían pasado dos semanas desde el "incidente" en Hogwarts, más sus padres no lo habían presionado a que revelara qué sucedió. Pese a que su madre fue mucho más insistente con respecto a querer saber lo que había llevado a dicho episodio, una conversación con su padre le hizo entender que James les contaría todo cuando llegase el momento adecuado, y el chico no podía estar más agradecido con su padre.
Pese a que su humor seguía en bajos espíritus, James podía agradecer a Jane y Dominique de mantenerlo ocupado y alegrarlo durante los días siguientes. Y pese a que sabía que en algún momento tendría que discutir lo ocurrido con sus padres, esperaba que pudiera mantener su secreto como propio por un tiempo; en especial dado que ahora Teddy no había mandado carta alguna.
James quería creer que Teddy no se comprometería en confesar que era la razón del desagrado de James, pero, ahora el pequeño sentía que no podía confiar en el muchacho.
La mañana del 17 de mayo, James se levantó emocionado con la posibilidad de poder acompañar a Jane a la biblioteca de su madre, donde les permitirían quedarse en uno de los salones, lo cual lograba que Albus saltara en su asiento cuando su madre les permitió ir juntos; James se puso su suéter favorito, hecho a mano y con un poco de magia por su abuela, y se dispuso a divertirse en todo el día.
Mientras esperaba a que Albus terminara de alistarse y que Jane tocara la puerta, su madre lo llamó desde la cocina, entregándole un sobre que ahora se sentía pesado.
— Acaba de llegar —Dijo su madre, terminando de empacar su almuerzo antes de irse al trabajo— ¿Puedes creer que la lechuza casi me muerde? Parecía tener ordenes específicas de entregarte la carta.
James murmuró una afirmación, observando con atención el sobre que claramente era una respuesta de Teddy. Antes de poder abrirlo, sin embargo, escucho a Jane timbrar y le pidió a su madre el favor de que tratara de comportarse de la manera más muggle posible; con rapidez, porque sería cuestión de segundos que a alguien se le saliera la palabra "Magia", James agarró a su hermanito y a Jane, saliendo con prontitud de camino a su destino.
La carta no volvió a su memoria hasta tres semanas después, sin abrirla y dejándola coger polvo en su escritorio.
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