4. Navidad del 2010

Nota de autor: ¿Adivinen qué? La historia le pertenece a la maravillosa theHarryPottergirl02. Yo solo traduzco y ustedes disfrutan.

"Solo quiero, solo quiero saber

Si te vas a, si te quedarás

Solo quiero, solo quiero saber

No puedo tenerlo, no puedo tenerlo de otra manera."

Riptide por Vance Joy

James:

Ya eran las doce y Teddy no aparecía por ningún lado. No era como si James estuviese sentando frente a la chimenea, revoloteando alrededor mientras esperaba a que su padre finalmente trajera a Teddy por la red flu.

Es solo que...bueno, sí, James estaba haciendo eso mismo. Llevaba haciéndolo desde que se despertó para enterarse de que su padre recogería a Teddy de la estación mientras volvía del Ministerio, olvidando el importante hecho de pedirle a James que lo acompañase. ¿Cómo podría su padre haberse olvidado de decirle? Era traición, pensó, la peor traición jamás cometida.

James revisó el reloj sobre la chimenea, dándose cuenta de que tan solo un minuto había pasado. Jugueteó con las mangas de su suéter, zapateando con cada vez más fuerza.

¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo?

— Jamie, querido, ¿Podrías decirle a Lily que baje? —Su madre le llamó desde donde se encontraba terminando su artículo para El Profeta.

— ¡En un minuto! —James gritó de regreso.

Su madre entró a la sala, su brillante cabello rojo recogido en una desorganizada coleta. Miró alrededor, manos en las caderas, y se quedó esperándole. Cuando se dio cuenta de que su primogénito no le ponía atención, se aclaró la garganta: — James, Teddy no ha llegado todavía. Y puede que se demore un poco más.

— Pero puede pasar en cualquier momento —James replicó, cruzándose de brazos y mirando testarudamente a la chimenea.

Su madre se rió, acercándose: — James, entiendo que lo extrañas pero se quedará con nosotros toda una semana y lo verás durante la cena de Navidad en La Madriguera —Le pasó una mano por aquel desordenado cabello rojizo— Ahora, por favor, ve y dile a tú hermana que baje. Necesito su ayuda.

— Pero mamá... —Hizo un puchero, pero aquella mirada de advertencia le dijo que la discusión se había acabado. James en verdad odiaba aquella mirada.

Se levantó, todavía haciendo pucheros mientras se dirigía a las escaleras. Lily probablemente estaba jugando a ser la bruja guerrera que debía derrotar al tonto mago que se había metido en problemas, luchando contra trolls y arpías ficticias. La última vez que lo hizo, un zapato golpeó a Albus en la cara.

Sin embargo, James estaba a mitad de las escaleras cuando un fuerte ruido llegó de la chimenea y la voz de su padre resonó por la casa, avisándoles que por fin había llegado.

— ¡TEDDY! —Saltó lo más fuerte que pudo, aferrándose a Teddy con sus brazos y piernas. El chico, quien pese a tener buenos reflejos era bastante torpe, tropezó y terminó en el suelo con James encima.

— James Sirius, por el amor a Merlín —Su padre exclamó— ¿Podrías tener más cuidado?

— Por lo menos no usó el barandal esta vez —Su madre intercedió, besando a su papá en la mejilla y sonriéndole de formas que lograban el que James, Albus y Lily tuvieran arcadas.

James, no obstante, estaba mucho más concentrado en Teddy. Teddy, quien le sonreía brillantemente, con su cabello de amarillo canario, ojos grises y devolviéndole el abrazo con la misma fuerza. Teddy, quien finalmente estaba en casa.

— Es bueno verte de nuevo, Jamsie —Sonrió, lo que hizo el que James también sonriera hasta que le dolieron las mejillas— Pese a que me siento muy agradecido por la cálida bienvenida, no puedo respirar contigo encima de mí.

James se sonrojó, bajándose y disculpándose. Teddy se levantó y fue a abrazar a Ginny: — ¡Es tan bueno verte, mi precioso niño!

Teddy gruñó: — Ginny, hemos hablado de ello. Es vergonzoso que sigas usando ese apodo cuando ya casi tengo trece —No la detuvo cuando empezó a revolverle el cabello, sin embargo.

— Cambié tus pañales, señor Lupin, es parte de mi trabajo avergonzarte en todos los días —Teddy se sonrojó tan fuerte que su cabello se puso rosa, murmurando acerca de cómo no se había inscrito para eso.

Fueron tan solo minutos, pero James sintió que pasaron horas mientras su madre molestaba a Teddy con respecto a bajar sus fotos de bebé: — Incluso cuando tengo millones de historias adorables sobre ti, es momento de que pases tiempo con James —Su madre finalmente dijo— Ha estado poniéndonos los pelos de punta y contando los minutos hasta que volvieras.

James sintió sus orejas ponerse calientes: — ¡Mamá!

Ginny le dedicó su típica sonrisa de venganza: — Si hubieses llamado a Lily como te lo pedí, no tendría que contarle a Teddy como...

— ¡Lily! —James exclamó, agarrando a Teddy de la mano y subiendo las escaleras— ¡Lily Luna!

Teddy empezó a reír pero siguió a James sin poner resistencia alguna.

En el piso de arriba, el ambiente era completamente diferente. Un fuerte sonido provenía de la puerta cerrada de Albus, quien se encontraba escuchando su típica música Muggle en aquella vieja máquina que había insistido a su padre para que le comprara. Actualmente le gustaban mucho The Beatles, y hoy no era una excepción para escucharlos.

Por otro lado, tras la puerta rosada provenían sonidos que daban a entender el que intentaban derrumbar la habitación o alguien ocultaba un cadáver. Tratándose de Lily, James pensó, ambas opciones eran posibles.

James y Teddy apenas habían llegado al pasillo cuando Albus abrió la puerta de su habitación, sonriendo brillantemente y corriendo en su dirección. Su oscuro cabello había sido recientemente cortado y sus verdosos ojos daban aquellas características vibras de analizar todo a su alrededor.

— ¡Teddy! —Albus lo abrazó, Teddy revolviéndole el ya de por si revoltoso cabello— ¿Sabías que yo pinté el cuervo que mamá pegó en el refrigerador? ¿Lo viste? ¿Lo viste?

— ¿En serio? ¡Eso es increíble, Al! —Teddy sonrió y Albus brillo con felicidad.

James pensó que, quizás, también debería haber pintado algo. Un tejón habría estado genial, con Teddy siendo un Hufflepuff.

— ¿Es Hogwarts verdaderamente tan grande? —Empezó Albus, quitando a James del camino para que Teddy le prestara toda la atención. James dejó salir un grito de indignación— ¿Sabes dónde queda la sala común de Slytherin? ¿La biblioteca en verdad es tan grande? ¿El calamar gigante en serio vive en el lago?

— También se come a los niños ruidosos —James comentó, recibiendo una mala mirada de su hermano menor.

Teddy le dio una mirada de reproche: — James, eso no es verdad —Albus le sacó la lengua, Teddy girando para verlo— El calamar gigante solo se come a los niños que se caen al lago el primer día. Es la primera ceremonia de selección.

Albus se llenó de miedo hasta que Teddy y James empezaron a reírse. Estaba a punto de decirles lo malos que eran cuando, tan rápida como un rayo, Lily salió de su cuarto y se arrojó encima de Teddy.

Su feroz cabello rojo se encontraba en todas direcciones, la cara llena de marcador y las manos con la pintura que usaba para decorar las paredes de su habitación. Daba vibras de haberse escapado de un psiquiátrico, lo que a James no le parecía tan descabellado teniendo en cuenta las ideas con las que su hermana salía.

— ¡Lilu! —Teddy sonrió, probablemente preguntándose cuál era la costumbre de arrojársele encima.

— ¿Te quedarás todas las vacaciones? ¿Quieres ver mi cuarto? ¡Pinte un Hipogriffif!

— Es Hipogrifo —James la corrigió— Y mamá quiere que bajes.

Lily se congeló de repente, permitiéndole a Teddy bajarla con cuidado y viendo a sus hermanos con inseguridad. Cuando habló, no era más alto que un susurro: — ¿Mamá se enteró de que le estoy dando mis vegetales al gato del vecino?

Teddy se debatía entre reírse o actuar como un adulto responsable. James, que no era para nada responsable, empezó a reír.

— ¿Podíamos darle los vegetales al gato? —Albus estaba claramente ofendido— ¡Alguien debió decirme! ¡He tenido que soportar comer esas cosas!

Lily pateó el suelo con fuerza: — ¡Yo soy la ÚNICA que puede darle de comer a ese gato!

— El gato no es tuyo.

— Bueno, pues al gato no le agradas.

— ¿Y cómo sabes que tú si le agradas? —Albus discutió con ella.

Lily bufó: — Porque le doy comida, genio.

— Eso no tiene sentido...

— ¡Lily Luna Potter, baja ahora! —Su madre exclamó.

Lily se paró derecha, girando para dedicarle sus últimas palabras a James: — Si no regreso, búrlate de Albus por mí.

Albus gruñó, Teddy empezó a reír de nuevo y James le dedicó un saludo militar: — Lo juro solemnemente.

Albus murmuró sobre injusticias y Lily siendo un completo peligro para la familia mientras regresaba a su habitación y reproducía "Twist and Shout" a todo volumen, consciente de que su hermanita estaba cansada de la canción.

James acompañó a Teddy a la habitación que el chico tenía en la casa, ayudándole a desempacar. Había tantas cosas sobre las que James quería hablar, tantas preguntas que hacer del tiempo que Teddy llevaba afuera.

— Entonces... ¿Paltridge y tú ahora son amigos?

Teddy levantó la mirada, sorprendido por la pregunta. Ni siquiera James sabía por qué lo dijo.

— ¿Paltridge? ¿Te refieres a Paltrow?

James se encogió de hombros: — Sí, supongo que así se llama.

Teddy se sentó en la cama, su cabello de un rosa chicle. Gesticuló a James para que ocupara el espacio junto a él.

— No diría que somos amigos-amigos —Teddy murmuró— Es una sabelotodo, ¿Puedes creerlo? Siempre nos está dando mierda a Hope, Cygnus y a mí por nuestras bromas y los puntos que perdemos.

— ¿Eso significa que rechazaste su oferta para Historia de la Magia? —James indagó.

Teddy sonrió traviesamente: — ¿Por qué el interés?

James sintió sus orejas volver a calentarse: — ¡No es nada! Es solo que no deberías tener que pasar tiempo con alguien que no te agrada solo para lograr tener una buena calificación. ¡Yo podría ayudar! Me refiero...no soy tan bueno como Albus y Lily...pero podríamos estudiar vía red flu...o...

— James —Teddy interrumpió, sonriendo— También te extrañé.

Se sintió ligero, no dándose cuenta lo mucho que necesitaba aquellas palabras hasta que las escuchó. Sabía que estaba sonrojado pero no pudo sentirse avergonzado por ello: — Lo sé, es muy difícil que no me extrañen.

Teddy rodó los ojos: — ¿En serio? ¿Qué dijo tú mamá? Iba por las líneas de "Nos ha estado poniendo los pelos de punta diciendo...

— Eres insoportable —James gruñó, tirándole una almohada a Teddy que evitó fácilmente.

— No, es solo que es muy difícil que no me extrañen.

Ambos se quedaron acostados, el silencio arropándoles completamente. No fue incómodo, solo se permitían mutuamente el disfrutar la compañía el uno del otro por la mayor cantidad de tiempo que podían; James no tenía la menor idea de cómo sobreviviría a los siguientes seis meses mientras esperaba que su mejor amigo.

Si, era verdad que tenía a Dominique para molestar y jugar, estaba siempre con Albus y Lily así fuera solo para verlos pelearse por las cosas más ridículas y tenía la tienda de su tío George y padrino para pasar el tiempo. Pero nada se comparaba a tener a Teddy alrededor, ser capaz de hablarle finalmente a la cara y verlo reírse hasta que no tenía aliento.

— Entonces... ¿Quieres todos los detalles relacionados a la broma de los Pitufos? —Teddy le preguntó, y por primera vez James dejó de preocuparse por lo que sucedería en aquellos seis meses restantes.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

— ¿Sabes? Estaba bastante contenta cuando solo éramos Victorie y yo —Dominique comentó, mordiendo su barra de chocolate— Me refiero a que entiendo por qué papá y mamá buscaban tener otro bebé después de ella, pero no entiendo porque quieren un tercero si ya alcanzaron la perfección conmigo.

James observó a su tía Fleur, embarazada de seis meses, conversando animadamente con la novia del tío George, Angelina.

— Solo espero que el nuevo nos ayude con las bromas, porque Lucy ha resultado ser una visible decepción en ese aspecto —James murmuró, recordando como su prima le había contado al tío Charlie de la vez en que pegaron algodón de azúcar al tejado.

Dominique asintió, todavía luciendo desamparada: — No entiendo como no te volviste loco cuando nacieron Al y Lily.

— Bueno, para empezar, ni siquiera me acuerdo de mamá estando embarazada de Al —Era verdad, ambos llevándose tan solo dos años de diferencia— Y con Lily, es bastante complicado no amarla dado que lo primero que hizo fue vomitarle encima al tío Percy.

— Ah, un clásico —Dominique se burló— Pero yo no quiero ser la mayor. Victorie es la que se supone que debe ser responsable y adorable.

Hablando de Victorie, la chica le estaba poniendo los pelos de punta a James. Sabía que ambos adoraban a Teddy pero ¿Era necesario que ella se lo pasara toda la cena de Navidad pegada al muchacho? ¡Ya iría a Hogwarts el otro año! Podría darle compañía entonces.

— Bueno, puedes tener la misma dinámica de Al y Lilu y pelearte todo el tiempo con el nuevo bebé mientras el resto de la familia observa —James replicó.

— ¡Ya hago eso con Victorie! —Dominique hizo un puchero— ¡Es tan injusto! Mamá y papá ni siquiera nos preguntaron si queríamos un hermano. ¿Qué hacen los hermanos, de todas formas?

James pensó al respecto, preguntándose qué de diferente hacía con Albus y con Lily. Solía jugar al ajedrez mágico con el primero, quien siempre le ganaba porque el padrino de James le había enseñado cómo jugar. Lily era más de juegos de acción que variaban desde las escondidas hasta romper accidentalmente una puerta con la escoba.

— Posiblemente tengas más en común con él que con Victorie —James sugirió.

Dominique sonrió: — Sí, eso estaría genial. Necesito al menos una persona en mí vida que no se la pase hablando acerca de lo que Teddy les escribió.

James giró la cabeza tan rápido que casi se parte el cuello: — ¿A qué te refieres con eso?

— Sabes a lo que me refiero. Victorie y tú son iguales en todo lo referente a Edward Lupin —Dominique intervino— Siempre es "Dom, ¿Crees que Teddy me escribirá?" o "Lo siento Dom, necesito decirle a Teddy esta maravillosa idea" o "Dom, ¿Cuándo crees que Teddy volverá después de 2920 horas?" —Incluso fingió una voz aguda para Victorie y una que sonaba como a una ardilla cuando interpretaba a James.

— ¡No es cierto! —James reclamó.

Dominique sonrió traviesamente: — Lo es. Todo el tiempo. 24/7.

James se cruzó de brazos: — ¡Teddy es como mi hermano! No hay nada de malo con que le escriba.

— No digo que lo haya. Es simplemente gracioso que Victorie y tú tengan algo tan pequeño en común, pero ambos lo nieguen.

James no quería tener nada que ver con Victorie. Era una egocéntrica, mimada, sabelotodo, fastidiosa y ridícula niña. Podía quedarse con sus tontos animales de peluche y mantenerse alejada de él.

Y aun así, mientras la veía hablar tan emocionada con Teddy, James se horrorizo por el silencioso descubrimiento de que ambos miraban al metamorfomago de la misma forma. No es como si alguna vez fuera a admitirlo.

El resto de la noche pasó con toneladas de historias de la familia, la mayoría siendo de las cosas ridículas que sus tíos y mamá hacían de niños, comiendo los deliciosos platos de la abuela y viendo a los adultos bailar canciones románticas. Dominique se fue al baño en un momento, deteniendo el juego que mantenía con James de Snap explosivo, y dando paso a que Teddy se acercara.

— Quería darte algo —Le susurró, su cabello verde dándole bellos reflejos dorados a sus ojos— Sé que la Navidad no es hasta mañana, pero yo pasaré el resto de las vacaciones con Nana en Surrey visitando a la familia del abuelo Ted, así que esta es mi última oportunidad para dártelo en persona.

James bajó la mirada, no queriendo el que Teddy se diera cuenta de lo mucho que lo extrañaría: — También te tengo un regalo.

— Voy primero —Teddy le entregó una caja grande, envuelta como si se hubiera peleado con el papel. James la tocó con cuidado, sus marrones ojos abriéndose en sorpresa al darse cuenta de lo que era— Los llamo "Pika,pikachu" debido a la cantidad de rasquiña que causan —Teddy le explicó— Si alguno de esos niños Muggle te molesta de nuevo, tienes todo mí permiso para usarlos.

James sonrió: — Pero...mis padres estarán furiosos contigo.

Teddy le devolvió la sonrisa, guiñándole un ojo: — Sí, pero ellos ya deberían saber que no soy un modelo a seguir.

James quería saltar, gritar y abrazar a Teddy para después irle a rogar a Andrómeda que lo dejara quedarse un poco más. Aquellos polvos eran una creación única. Teddy llevaba trabajando en ellos desde primer año, constantemente frustrado porque no alcanzaban la perfección que buscaba. Darle la primera ración a James, los primeros que consideró bien elaborados, lo hacían sentir tan... especial.

— ¡Merlín! Mi regalo es tan... malo —James murmuró.

— ¡Venga, seguro que es genial!

James negó: — ¿Cómo puedes decir eso si no lo has visto?

Teddy se encogió de hombros: — Siempre me gusta lo que haces.

James sabía que decía la verdad. No importaba que sus dibujos parecieran todos un dementor, Teddy siempre se alegraba de tenerlos. Así que, haciendo uso de toda su valentía, James caminó a la pila de regalos y trajo el que personalmente elaboró para Teddy.

Había insistido a su padre por mucho tiempo, molestándole con lo importante que sería para Teddy. Tras muchos esfuerzos, más de cien lechuzas yendo y viniendo, recolectando los nombres de las personas que los conocían, James lo había completado.

Supo desde el momento en que Teddy abrió la caja, sus ojos brillando por las lágrimas que contenía, el que todas sus horas valieron la pena. Teddy, ya de por sí, siempre valdría todo el tiempo que tuviera para darle.

— ¿Dónde las encontraste? —Teddy susurró, admirando las fotografías.

Eran al menos doscientas. De la madre de Teddy durante sus años en Hogwarts, del padre de Teddy durante sus años en Hogwarts. De ambos en aquellos pocos meses de matrimonio. Con sus amigos.

— Fue difícil porque muchas de las personas que los conocieron están... —James se mordió la lengua antes de decir "muertos"— Bueno, me tomó bastante tiempo. Papá ayudó al igual que nuestra lechuza, que me detesta ahora por haberle hecho volar tantas veces, pero no fue una tarea imposible.

James no se esperó el abrazo que le dio Teddy. Normalmente, pese a que siempre tenían algún tipo de contacto, le dejaban saber al otro que se venía un abrazo, palmada en la espalda o incluso esas veces en que James lograba convencer a Teddy de lo que llevara sobre su espalda.

Este abrazo fue en verdad arrasador, cercano y tan fuerte que James pensó que no podría respirar.

— GraciasGraciasGracias —Teddy repetía.

E incluso cuando sabía que no lo vería hasta las vacaciones de final de curso, el saber lo feliz que el álbum hacía a Teddy hizo la espera mucho más soportable.

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