08| Betty

Marco

—Bea —susurro en una súplica.

—Beatriz, para ti.

Había cagado muchas cosas. En estos momentos lo que más me ha jugado en contra es mi indecisión. Tenía diecisiete aún y no sabía muchas cosas, solo deseaba recuperar a Bea.

Al principio de verano, el último día que nos vimos, habíamos peleado justamente por eso, Bea ya había aplicado a una universidad lejos de aquí, demasiado para mi gusto, junto a donde su hermano iría este año. Y yo seguía sin saber a dónde ir.

—Déjame hablar, no sé quien te haya dicho esto, pero es mentira.

—Me lo dijo Inés...

—Sabes que Inés siempre inventa rumores, y se quedan en eso, sabes que todo lo que dice es mentira.

—...Y me lo confirmó Angie —. El silencio se hace sepulcral cuando la menciona —. ¿La conoces, cierto? Porque es con ella estuviste todo el verano.

—Bea, no —. Niega con la cabeza decidida a cerrarme la puerta y la dejo, quizá sea todo lo que merezco —. Bea, te quiero, de verdad te quiero, créeme que Angie no significó nada.

Sigo detrás de su puerta, como si pudiera escucharme, como si ella estuviera detrás de la puerta escuchando.

✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧

La versión de Marco, esa noche de verano

—¿¡Y te irás!? —grito al enterarme lo que Bea me acaba de decir —. Habíamos acordado quedarnos juntos, ir a la misma universidad, prosperar los dos uno al lado del otro.

—Lo sé, lo sé, Marco, pero no puedo truncar mis oportunidades, solo por tu indecisión.

Bea pasa sus manos por su cabello, las hebras rubias se pierden entre sus dedos, frustrada. Es algo nuevo en ella, suele ser pasiva, no responde a gritos, ni mucho menos enojarse, ella es de responder tranquila en todo momento, o al menos hasta que alguien la haga llegar a su límite.

—¿Crees que quiero truncar tus sueños? —. Me acerco a ella, tomando asiento a su lado, trato de tomar su mano y acariciarla —. No es eso, pero también quiero que me entiendas.

—¿Qué te entienda qué? —Suelta mi mano —. Estás quejándote de que me voy, que quieres que sigamos estudiando juntos, pero no haces nada para hacerlo, ni siquiera sé si tienes alguna aspiración.

¿No tengo aspiraciones? Es cierto que soy indeciso, pero es parte de la edad, he tenido más tiempo pensando en lo que haré, que descubriendo lo que en realidad me gusta. Pero sé que no solo es por eso que Bea se va.

—Lo que tu quieres es largarte, ¿cierto? —pregunto más enojado aún, el ceño de Bea se frunce y cambia a una expresión confundida, cuando deja de entender mis palabras —. Me quieres dejar aquí e irte con otro, u otros. Lo que sea que harás si estás soltera.

La respiración de Bea se mezcla con la mía cuando se acerca, me reta, veo la furia en sus ojos, son dos llamas dispuestas a incendiarme si es posible, no deja de mirarme cuando agrega:

—¿Te estás escuchando? —dice indignada —. ¿sabes qué? Largate de mi casa. Mañana hablamos, cuando lo pienses mejor.

—Bea...

—Hablamos mañana, por favor.

Estira su mano indicándome por donde me tengo que ir. No tengo más remedio que hacerle caso, así que sigo mi camino hasta la calle, dejando atrás a Bea, quien me cierra la puerta ni bien me encuentro afuera.

La cagué, otra vez.

Lloro mientras camino hacia una tienda, tomo una botella de licor y tomo de pico, igual parte de ella se derrama ensuciando mi camisa, igual como mis lágrimas manchan mi rostro.

Cuando termino la pequeña botella, la dejo por ahí tirada y sigo mi camino sin rumbo.

Los faros poco iluminados de las calles me hacen recordar las veces en las que pasé por aquí con Bea.

Sigo pensando en ella cuando siento la presencia de un auto al lado mío, al estar la calle vacía es fácil de sentir.

—Sube —escucho la voz suave de la mujer.

Cuando volteo hacia el coche oscuro, me sorprendo al ver la pelirroja, sus ojos marrones me analizan.

—¿Angie? ¿Qué haces aquí?

—Sube, te llevo a donde sea que vayas —ofrece.

—¿Así no sepa el rumbo?

—Solo conduciré, entonces.

Asiento un poco cabizbajo y luego de pensarlo un poco decido entrar. Abrocho mi cinturón y ella maneja, no sé si el volante tenga un rumbo, pero espero poder descansar un poco mi mente con su viaje.

Hay momentos donde la detallo, no tengo más que hacer que mirarla, como su perfil recto, o las pequeñas pecas que no había notado antes. Sigo mirándola un buen rato hasta que veo como sus labios se abren para preguntar:

—¿Está bien si vamos a la playa?

La observo extrañado por la propuesta.

—¿Ahorita?

Se encoje de hombres y vuelve a decir:

—No hay horarios para ir a la playa. Y papá tiene una casa ahí por si nos hace tarde. Además, suelo creer que el mar se lleva todo lo malo.

Solo sonrío ante su creencia, no creo que sea cierto lo que ella dice, pero trato de hacerle creer que sí.

Y vuelvo a arruinar todo cuando acepto una por una todas sus propuestas, cuando la beso, cuando la tengo a mi merced aún pensando en Bea. Porque no solo arruiné el corazón de Beatriz antes de venir con Angie, si no que acabo de arruinar los nuestros con falsas esperanzas que no podré cumplir, y con un engaño sin justificación.

✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧

La noche de la pelea con Bea

Toco la puerta de la casa de Angie más que desesperado, es seguro poder despertar a todos con los contantes y fuertes golpes que doy con enojo.

Teníamos un trato, ella me había dicho que no le diría a nadie, ¿Porqué le dice entonces a Bea? ¿Qué es lo que gana ella? Mierda, pensaba que había calmado todo para poder resolver los líos en los que me había metido, pero nada resulta como yo quiero.

Ahora estaba en otro problema, porque el papá de Angie abre su puerta con enojo, y lo primero que se me pasa por la cabeza es como va ha ser mi funeral.

—¿Puedo hablar con Angie?

Bueno, creo que comencé mal, es obvio que el señor Luis se ha enfadado más y ahora temo por mi vida.

—Marco, ¿Qué haces buscando a mi hija a estas horas? —observa dentro de la casa algo, para luego volver a decir —. Son las dos de la mañana, no son horas de visita muchacho.

Antes de poder explicar algo, la voz de Angie interrumpe.

—Papá ¿Quién es? —dice con la voz adormilada. Se soba los ojos tratando de abrirlos, se ve un poco más pálida de lo que es y tiene un semblante no muy bueno — ¿Marco?

—Angie venía hablar contigo.

—Y yo ya le había dicho que no son horas.

—Tampoco es como que quiera hablar con él, papá.

—Por favor —suplico.

Cuando se acerca más, puedo observar las ojeras marcadas y sus ojos rojos alrededor del iris café que antes me veía como lo mejor del mundo, pero esa mirada no existe y supongo que entiendo que yo fui el culpable.

El señor Luis le da una mirada a su hija, ella asiente ante ello.

—Tienes dos minutos, solo dos —. Luego se acerca con un dedo amenazante —, y si veo una sola lágrima en el rostro de mi hija, no me importará que tu padre sea mi socio.

—Estuviste con Bea, y le contaste —digo cuando su papá se marcha —, pensé que teníamos un trato.

—Sabía que no lo cumplirías, así que tampoco lo cumplí yo.

—Angie...

—Ella merecía saberlo —corta mi palabra —. Necesité mucho valor para hacerlo, pero sabía que si no lo hacía quedaría con una conciencia intranquila, dime ¿Tú si ibas a poder vivir con ello?

—No es eso, es que quería arreglarlo con Bea antes de ir contigo.

—¿¡Que ibas a arreglar con Bea?! Dime, que ibas a hacer, todo fue una mentira, todo lo que me dijiste, así que no vengas a reclamarme porque rompí una promesa, cuando me rompiste primero a mí.

—No quiero que pienses en eso, que todo lo que paso fue una mentira —trato de tranquilizarla, debería pensar en Bea también, pero siento que si pierdo a Angie no me lo perdonaría, fue demasiado buena conmigo. —Porque no lo fue.

—Ya has repetido ese discurso tantas veces que estoy empezando a creer que es verdad que los mentirosos se creen sus mentiras.

—No es eso, es verdad, también es real, lo nuestro es real, lo que tuvimos —explico mientras observo una lágrima rodar por su mejilla y maldigo internamente — Y que iba a terminar con Bea lo más amistosamente.

—No, eso es mentira, Bea me conto todo, como yo también lo hice con ella. Solo querías mantenerme en secreto. —dice con la voz entrecortada —. Y yo no quería guardar secretos solo para tenerte.

Luis aparece en mi campo de visión al mismo tiempo que veo como Angie se limpia las lágrimas que acaba de soltar.

—Te lo advertí muchacho.

Cierra la puerta bruscamente, golpeando levemente mi rostro. Pero yo solo pienso en las cosa que Angie me ha dicho.


✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧

He regresaooo, con el gato este, pero ajá.

Marco cuanto te odio.

¿Que tal les pareció este capítulo? ¿Marco como narrador?

¿Que esperan descubrir en su versión?

Besos de disculpas

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top