Yakumo


Entraron al castillo y de nuevo esa sensación escalofriante vino a él, y el recuerdo de aquel fantasma en forma de niña merodeaba en su cabeza sin descanso alguno.

–Bien, separémonos– indicó Silver

–¡¿Qué?!– gritó el erizo azul para voltear a ver a su amigo.

–Sí– respondió Silver viéndolo confundido por su reacción –Sabes que nos tomará toda una vida buscar juntos. Separémonos, tú ve la izquierda y yo por la derecha y encontrémonos en el vestíbulo para almorzar– comandó para empezar a caminar a su lado del castillo.

–¡Espera, espera, espera!– dijo Sonic para correr hacia él y detener su camino –¿No sería mejor que nos mantuviéramos juntos?, es decir... cuatro pares de ojos son mejor que dos– puntualizó con una sonrisa.

–Déjate de juegos Sonic, no hay tiempo para eso.

–Pero...

–¿No me digas que tienes miedo de andar por aquí solo?– preguntó con una sonrisa burlesca.

–¡Claro que no!

–Entonces, tú izquierda, yo derecha y te miro a la hora de almuerzo.

–Pero...– musitó inaudible.

–Recuerda que es doble o nada hoy– dijo el erizo plateado conforme se alejaba. –¡No lo olvides!– vociferó por último para desaparecer en uno de los pasillos.

Sonic vio el pasillo que yacía a sus espaldas de reojo y tragó pesado. Dirigió su mirada a uno de los ventanales y la poca luz que entraba le daba una falsa sensación de seguridad, después de todo aquel espíritu asesino jamás se le había aparecido de día, sólo por las noches al dormir. Se armó de valor y decidió seguir con su búsqueda, no podía hacer más.

Empezó a indagar cada centímetro de los pasillos, en especial en aquellos donde la luz fuera intensa. Según como avanzaba el lugar parecía cada vez más lúgubre y la luz empezaba a ser algo escaso entre los corredores, el silencio se perpetuaba como la muerte misma y un frío gélido empezaba a hacerse notar. Tragó pesado, y no quería considerarse un cobarde supersticioso, pero la idea de regresar y buscar a Silver, aunque no lo dejara de molestar por el resto de su estadía, se miraba cada vez más y más atractiva. 

Sonic sacudió su cabeza a los lados y aspiró profundo tranquilizándose. Abrió una de las puertas de madera que yacían en ese corredor y se adentró a aquella habitación para ver una escalera en forma de caracol que se adentraba a lo que podría ser un sótano. La luz desaparecía a los pocos peldaños para dejar ver una oscuridad total.

No le importaba lo que dijera Silver o Percival, él no iría allá abajo sólo, o eso pensó cuando la puerta detrás suyo se cerró con fuerza. Gritó asustado y volteó a ver la puerta cerrada detrás de sí; se abalanzó sobre la misma e intentó abrirla sin éxito alguno, igual que cuando estaba en el baño y aquella estatua extraña había atacado. Sonic somató la puerta con sus puños con desespere para poder salir, sin embargo, ésta no cedía y no había nadie a varios metros de distancia como para poder oírlo. Soltó la manecilla y aspiró profundo, no podía ceder ante su obvio pánico.

–"Tranquilízate Sonic, ¿qué es lo peor que puede pasarte?"– pensó para ver nuevamente aquellas gradas sumidas en la oscuridad –"... ser cortado en pedazos por un espíritu malvado"– pensó sin consuelo.

Sacudió su cabeza a los lados y buscó con la mirada alguna otra salida o modo de abrir la puerta, sin resultados, pero distinguió algo a un lado en la pared que tal vez podría serle útil, una antorcha. Si se lo ponía a pensar en cada lugar del castillo había candelabros, velas o antorchas que podían utilizarse, no dejaban ningún lugar sin iluminar. Tomó la antorcha de la pared y la rozó con fuerza sobre ésta para lograr encenderla. Sonic fijó su vista a la puerta detrás suya y una vez más intentó abrirla sin éxito. Suspiró vencido y empezó a descender las gradas con la esperanza que a donde quiera que eso lo llevase hubiera otra puerta o una ventana o algo por el estilo.

Descendió con lentitud mientras un goteó se escuchaba viajar con el eco de sus pasos y de vez en cuando una que otra rata en su carrera veloz por las paredes. Siguió inquietó su camino hasta escuchar lo que se le asemejó a un río o algo por el estilo. Bajó un poco más deprisa para ver un acueducto con aguas negras correr furiosamente en la oscuridad. Sonic suspiró aliviado, temía que encontraría un calabozo con esqueletos encadenados o algún tipo de cementerio antiguo; ya estaba cansado de los sustos.

Se acercó un poco más tranquilo a la orilla de aquel lugar para ver las aguas tormentosas correr y se preguntó si debajo de aquel río artificial podría estar la esmeralda, sus pensamientos se vieron dejados a un lado cuando algo chocó con fuerza en la orilla para hacer una pequeña ola y mojarlo parcialmente apagando aquella antorcha iluminada. Una rama de buen tamaño se sacudía con violencia de extremo a extremo según como navegaba entre la corriente. Se sacudió cual perro callejero y soltó la antorcha al suelo, pues mojada era completamente inútil. Estrujó su capa para quitar el exceso de agua cuando el eco de una risilla pareció opacar el fuerte estruendo de las aguas fluviales. Sonic se quedó inmóvil, tan tieso como aquellas estatuas que había visto antes en los jardines. Estático, recorrió con los ojos el lugar en busca de la responsable de aquella risa.

Juguemos de nuevo...– escuchó decir para voltear su cabeza con lentitud. –Esta vez tú correrás y yo te perseguiré.

Parada al final de aquel lúgubre túnel la vio de nuevo, la misma niña con aquel vestido suelto blanco hasta el suelo para sólo dejar ver sus pies. El terror se apoderó de él y retrocedió lentamente para verla dar los primeros pasos a la vez que escuchaba un sonido chirriante. La vio alzar un hacha de acero y una sonrisa amplía ser esbozada.

A la cuenta de tres– habló de nuevo para acercarse a él –Una...– Sonic retrocedió un paso más sin poder quitar su vista de ella, sin poderse mover, no podía creer que todo esto le volviera a suceder. –Dos...– siguió el conteo. Dio media vuelta tan rápido como pudo para empezar la carrera contra la muerte y escuchar un grito desgarrador anunciar el último número –¡TRES!

Corrió a toda prisa con el temor de ver atrás como la noche anterior, no tenía idea del por qué, pero sabía que por el momento su objetivo sería salir a la superficie. Escuchó los pasos tan pesados como los de una roca detrás de él, mientras sentía las correntadas de aire chocar contra su espalda por el agitar del hacha en un intento de lograr decapitarlo. Sonic siguió por el oscuro túnel hasta que una pared a la distancia terminaba con la acera. –¡No tienes a donde ir! ¡Muere de una vez!– escuchó decir. Sonic vio a las aguas turbulentas para frenar su paso y ver aquel ente de ojos tan negros como la misma oscuridad y sonrisa esbozada alzar aquella filosa arma. Cerró los ojos para darse valor y saltar al agua tan fría como el hielo mismo.

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Sintió como algo lo halaba y un gélido viento soplaba con fuerza para hacerlo entre abrir los ojos a la vez que su cuerpo titiritaba involuntariamente. –¡Lo encontré!– escuchó a una molesta voz decir sin poder distinguir nada. Sonic cerró sus ojos, exhausto, y cayó dentro de un profundo sueño.


Abrió sus ojos nuevamente para escuchar como la madera ardía frente a él, y visualizó una chimenea a los pies de su cama. Sus sentidos despertaron y se vio en una cama tan grande como la de un rey y varias frazadas sobre él.

–¡Sonic!– escuchó su nombre para ver a su amigo cerca de él.

–¿Silver?– preguntó con cierta pesadez. –¿Dónde estoy?

–¡No lo puedo creer!– dijo con alegría –¡Estás bien!

Se sentó sobre aquella cama un poco confundido y vio que tenía varios vendajes por todo el cuerpo. Notó que estaba en una habitación muy elegante y confortable, pues por fin había dejado de sentir frío.

–¡¿Qué demonios pasa contigo?!– increpó Silver para sentir un sutil golpe en la parte de atrás de la cabeza.

–¡Oye!– gritó el erizo azul para verlo molesto.

–¡Casi me matas del susto!– reclamó –¡¿Qué hacías jugando en los drenajes?!

–¡Yo no estaba jugando!– se defendió con rapidez.

–¿Entonces?

Sonic recordó aquella aterradora niña y su impulsiva decisión de saltar al agua a pesar de que no sabía nadar. Si iba a morir, moriría bajo sus propios términos. Las aguas fluviales lo habían arrastrado por toda la parte baja del castillo dándole pocos momentos para poder sacar la cabeza y respirar, en algún punto con el frío extremo y los constantes golpes con lo que se atravesaba en su camino había perdido el conocimiento.

–Me quede encerrado en una de las habitaciones, intente abrir la puerta, pero me fue imposible. Esa habitación me condujo a un tipo de sótano, pero era el túnel de aguas negras– explicó –Y luego...– dijo para callar un par de minutos pensativo.

–¿Luego qué?– preguntó Silver intrigado.

–Resbale– mintió –La acera estaba mojada y caí.

–Nos diste un gran susto– habló Silver en un suspiro.

–¿Por qué?

–Bueno, fue extraño– empezó –Yo estaba buscando en mi parte del castillo cuando escuche a la Princesa Amelia gritar por Percival, y pensé que algo malo había pasado, así que seguí su voz. Al llegar estaba ya con Percival, le dijo que teníamos que encontrarte a como diera lugar. Me sentí confundido, y pensé que tal vez habías hecho una broma de mal gustó a su majestad, así que les dije donde tendrías que estar, y ambas me siguieron, pero cuando te buscamos habías desaparecido. La princesa se miraba muy preocupada, y ahí me di cuenta que algo grave había pasado.

–¿Y cómo me encontraron?

–Bueno, la Princesa Amelia ordenó a todos el buscarte a toda costa y empezamos a indagar el castillo cuando un grito por parte de Lancelot nos alertó a todos.

–¡¿Lancelot?!– exclamó molesto –Hmph, eso explica la molesta voz que escuche.

–Sí, él te encontró en el acueducto y con punto de hipotermia por el frío de las aguas. La princesa te dio esta habitación para poder hacerte entrar en calor y Lady Cream curó tus múltiples heridas a causa de la fuerte corriente de las aguas.

–Ya veo...– murmuró pensativo –Pero hay algo que no me queda claro ¿Por qué la Princesa Amelia me buscaba con tanto empeño?

–Tendrás que preguntárselo tu mismo– respondió el erizo plateado para caminar hacia la puerta –Pues desde que te acomodaron aquí no la he visto.

–Espera, ¿a dónde vas?

–A agradecerle a Lancelot el haber salvado tu vida– respondió –Sé que tú no lo harás y alguien tiene que hacerlo–completó. Sonic bufó molesto para cruzar sus brazos sobre su pecho –Descansa– dijo por último para abrir la puerta –Y sobre todo, no te metas en problemas.

–Lo intentaré– habló divertido guiñándole un ojo.

Lo vio salir de la habitación y ni bien escuchó que se alejaba lo suficiente se puso en pie para buscar aquella capa que la conejita le había dado. La encontró doblada en una silla y se la puso con prisa. Tenía cosas que hacer.

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Como lo hacía desde que la maldición se había consagrado sobre su familia y su castillo, yacía en aquel templo de oración, pidiéndole al espíritu de la luz y la bondad por protección. Yacía de rodillas enfrente del gran altar, recitando una oración cuando sintió la presencia de alguien acercarse a ella. Amelia abrió los ojos y observó de reojo a su visitante mientras éste miraba con asombro la decoración del lugar.

–Sir Sonic– habló ella poniéndose en pie –¿Qué lo trae por aquí?– preguntó mientras apagaba dos pequeñas velas con un sutil soplo de su aliento.

–Cream me dijo que podría encontrarte aquí– respondió el erizo mientras caminaba en medio de las butacas.

–Acertó– dijo ella para voltearlo a ver.

–Así que...– habló el erizo azul para recorrer el lugar con la mirada –Cada vez que desapareces vienes aquí, ¿ha?

–Así es– afirmó para caminar hacia él –¿Es acaso usted un hombre de fe, Sir Sonic?

–¿Usted que cree?– cuestionó divertido.

–Pues debería de serlo– dijo la princesa para tomar una vela encendida y caminar hacia la salida –Sígame por favor; este no es un lugar para charlar.

Pasó a su lado para ir hacia las enormes puertas de la entrada de aquella capilla. Sonic fijó su vista una vez más a la escultura de piedra al final de aquel templo; la hermosa diosa de la luz, con aquella sonrisa tranquila y ojos serenos. –¿Sir Sonic?– la escuchó decir y acto seguido caminó hacia ella para salir del templo. Caminaron de regreso al castillo en silencio mientras el erizo azul parecía ver de tanto en tanto sobre su hombro.

–¿Y cuál es el motivo de su inesperada visita?– preguntó la princesa.

–Bueno, no es nada tan formal– respondió –Sólo tengo una pregunta.

–Con gustó se la responderé, Sir Sonic– dijo airosa –Y mientras lo hago, que tal si me acompaña a tomar el té.

–¿Té?

–Claro, Lady Cream hace el mejor té de todo el reino.

–Pues...

–No es correcto declinar la petición del té, más si ésta proviene de su majestad– interrumpió –Así que... ¿vamos?

–Si lo pones así, no creo tener mucha opción ¿o sí?

Amelia le sonrió cordial para guiarlo por el castillo a una pequeña habitación con empapelados de flores y costosos sillones blancos con una mesa de vidrió en el centro, la cual tenía un juego de té de porcelana sobre ésta. Sonic hizo una expresión de desagrado al ver todo el decorado, eso se suponía que era para niñas, no para erizos como él.

–Tome asiento Sir Sonic– pidió Amelia para sentarse a la mesa. –¿Azúcar o leche?– preguntó para servir el liquido caliente sobre una de las tazas de porcelana china.

–Umm... Tú sabes de eso– habló para ver como ella se servía por igual –Como sepa mejor.

–Azúcar entonces– respondió ella con una sonrisa.

–Bien, como te decía...

–Oh por favor Sir Sonic, deguste primero– interrumpió para darle la taza en sus manos.

–¿Todo tiene que ser tan formal?– cuestionó ya irritado.

–Es la hora del té.

–Intentemos algo– habló para bajar la taza y colocarla sobre la mesa –Intenta hablar como una simple campesina.

–¿Disculpe?

–Sí, deja tanta formalidad conmigo, no es necesaria ni requerida– pidió el erizo.

–Eso no...

–Comenzando con tu nombre.

–¿Mi nombre?

–Sí– asintió –Es decir Amelia suena tan... real, ¡Ugh! No, que tal... mmm...– calló pensativo un par de segundos –Amy.

–¿Amy?

–Sí, ¡Amy!– exclamó con una sonrisa de alegría en su rostro –Suena mucho mejor que Amelia.

–¿Con qué derecho cree que...

–Oh vamos princesa, tómatelo con calma– interrumpió su alegato –Yo vengo a tu fiestecita de té y tú me dejas llamarte así ¿trato?

–¿Por qué deseas cambiar mi nombre?– preguntó inconforme la eriza.

–Porque no soporto el protocolo real– respondió para sorber un poco de té –Y tú me agradas.

Un color carmín cubrió sus mejillas y aquella expresión seria se suavizó ante sus palabras. Amelia sonrió apenada para asentir con la cabeza. En otra situación jamás lo hubiera permitido o se hubiera sentido indignada ante su proposición, pero esta vez no sucedió.

–Ahora sí– habló de nuevo el erizo azul –¿Puedo hacerte mi pregunta?

–Claro, adelante.

–Bien, ¿Por qué me buscaste con tanto empeño? Es decir, de no ser por ti...

–Sir Sonic, hay muchas cosas de las que usted no...– una mirada intensa por parte de él la hizo callar. Parecía molesto nuevamente por su impetuosa formalidad –Que tú...– repuso para que él le sonriera, provocando en ella una sonrisa por igual –Que no logras entender.

–¿Cómo qué?– preguntó para tomar más té.

–Bueno, para empezar que hay cosas más allá de lo palpable.

–Eso me quedó muy claro desde mi primera noche aquí.

–Tanto malas como buenas– completó –Las malas aquí son sumamente obvias, pero también hay energías buenas y puras, y esa energía fue la que me advirtió de tu estado.

–¿Qué energía exactamente?

–El espíritu de la luz nos ha protegido a todos, y tiene un gran aprecio por ti también.

–¿Hablas de que eso te habló sobre mí?

–No es un "eso", es un espíritu– corrigió –Y sí, tuve una visión tuya, en donde yacías en peligro.

–Un resbalón le pasa a cualquiera– musitó Sonic manteniendo su mirada fija en la taza de té.

–¿Resbalón?– repitió Amelia confundida –¿De qué hablas?

–¿Eh?

–Sonic, es decir, Sir...

–Hey, así está bien– le interrumpió –Prefiero que digas mi nombre sin el Sir antes.

–De acuerdo– asintió con seriedad –Dime algo, ¿Desde cuándo la ves?

–¿Eh?– exclamó confundido –¿A quién?

–A Yakumo– explicó.

–Ya... ¿qué?

–Es el espíritu de una niña pequeña con un pelo largo y negro vestida con un pijama blanco.

De nuevo sintió un escalofrío en su cuerpo al recordarla. No sabía que aquel ente tuviera nombre, mucho menos que alguien más aparte de él la hubiera visto. Desvió la mirada con rapidez y de nuevo la habitación quedó en silencio; Sonic no quería hablar de eso, menos recordarlo.

–¿Por qué mientes?– preguntó la princesa consternada.

–No sé de que hablas...– respondió sin verla a los ojos.

–Claro que sí– contradijo molesta –Esa niña ha sido mi pesadilla desde que esta horrible maldición se aposentó en este castillo.

–¿Cómo es eso?– preguntó para dirigirle la mirada.

–Cada noche... cada maldita noche ella me busca en mi habitación– habló para sujetar su faldón con fuerza y fijar su vista a su regazo –Siempre quiere jugar, siempre está afuera, corriendo o riendo... no la soporto.

–¿Por qué a ti?

–Eso es lo que se me hace interesante– dijo para verlo nuevamente –Soy la única que la mira o bien que es acosada por ella, pero esta vez ha cambiado su punto de interés contigo y sigo sin entender por qué.

–Eso es...

–Ni a Percival o Lancelot, ni a la más vulnerable que sería Cream se le presenta, sólo a mí.

–Bueno, puede ser por...

–Y ahora– interrumpió –Tú apareces y por primera vez se le aparece a alguien más para jugar sus juegos sádicos.

–¿Qué te hace pensar que yo la he visto?– preguntó molesto, manteniendo su mentira.

–Oh por favor Sir Sonic– dijo con el ceño fruncido –La noche que te vi correr, la noche que tropezaste conmigo, esa noche era obvio que era de ella de quien estabas huyendo. Yakumo es muy lista, y te alejó lo suficiente de la luz para poder jugar contigo.

–¿Cómo sabes eso?

–Porque así caí la primera vez, la primera vez que la vi deambular por el pasillo...– respondió pensativa –Y de no ser por Percival no sé que hubiera sido de mí aquella noche– explicó para poner otro terrón de azúcar en el té –Pero ¿por qué mientes?– preguntó nuevamente –Es obvio que Sir Silver no sabe nada al respecto, pues no entendió el porqué de mi angustia al no encontrarte.

Sonic fijó su vista a sus guantes blancos para que el silencio hablara por él; sintiendo la mirada intensa de la princesa sobre él.–...No lo sé– respondió al fin.

–¿Te asusta?

–¡Claro que no!– mintió viéndola con enfado.

–Está bien tener miedo– dijo Amelia con calma –Es muy peligrosa y actuar imprudentemente puede causar tu muerte.

–Bueno, y a todo esto ¿qué demonios quiere conmigo?– preguntó molesto –Yo no voy a un templo a orar por su destrucción, ni gana algo con mi muerte, y Silver también me ayuda con la Esmeralda Caos, ¿por qué no se le aparece a él también si esa es la razón?

–No lo sé– respondió Amelia con pesar –Sólo sé que cada vez tiene más fuerza, pues logró atacarte de día y ella sólo aparece en la noche, es muy extraño.

–Genial– soltó con sarcasmo.

Amelia sintió de nuevo la tensión en el aire, aquella que se producía debido a la frustración de no poder hacer nada y saber que se era un blanco fácil. Suspiró con tristeza y fijó su vista en el erizo azul que aún yacía con esa expresión molesta en su rostro.

–O tal vez... le gustas– bromeó la princesa con una sonrisa para aligerar el ambiente. Sonic la vio un poco asombrado para sonreír sutilmente por su comentario.

–No es lo que se diga mi tipo– respondió divertido –No sabía que podías hacer eso.

–¿Qué cosa?

–Divertirte– respondió con una sonrisa traviesa.

–Claro que puedo– respondió con una falta molestia –Es sólo que... no hay mucho tiempo– respondió con un dejo de tristeza en su voz.

–Bueno– habló Sonic para ponerse en pie y dejar la taza sobre aquella pequeña mesa de centro –Ya que la búsqueda se detuvo por hoy y todavía no ha oscurecido ¿Qué tal si salimos un rato?

–¿Salir?– inquirió –¿A dónde?

–Su majestad, la llevaré al exterior– respondió para fijar su vista a la ventana.

–¿Eh?

–Iremos a conocer el reino.

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